Autoridades universitarias
Dr. José Mauricio Loucel
Presidente
Junta General Universitaria
Lic. Carlos Reynaldo López Nuila
Vicepresidente
Junta General Universitaria
Sr. José Mauricio Loucel Funes
Presidente
Universidad Tecnológica de El Salvador
Ing. Nelson Zárate
Rector
Ing. José Adolfo Araujo Romagoza
Vicerrector de Desarrollo Educativo
Revista de museología Kóot
ISSN 2078-0664
ISSNE 2307-3942
Editor:
Dr. Ramón D. Rivas
Antropólogo social y cultural
Consejo editorial:
Dr. José Edgardo Cal Montoya
Universidad San Carlos de Guatemala
Dr. David Hernández
Universidad de El Salvador
Dr. Jaime Alberto López Nuila
Investigador Asociado
Arq. Rafael Alas
Museo de Arte de El Salvador
Equipo de apoyo:
Antropólogas: Melissa Campos
Diseño Gráfico: Rita Araujo de Meléndez
Revisión: Noel Castro
Diseño de Revista: Rita Araujo de Meléndez
Ilustración: Gilberto Arriaza
Revista indexada en Latindex
250 ejemplares
Octubre 2015
Tels. (503) 2275-8836, 2275-8837
E-mail: museo_utec@yahoo.com
La revista Kóot es una publicación de la Universidad
Tecnológica de El Salvador, editada por el Museo
universitario de Antropología. Es la primera revista es
su generó, cuyo contenido se centra en la investigación
museológica y en otras ramas afines de la ciencia desde
el punto de vista antropológico. Se abordan temas
referentes a la arqueología, la historia y las artes en
general. Otro objetivo de esta publicación es fomentar el
intercambio académico con universidades e institucio-
nes afines. Los conceptos vertidos en la publicación son
exclusivamente la opinión de sus autores.
Impreso en El Salvador por Tecnoimpresos, S.A. de C.V.
19ª Av. Norte, Nº 125, San Salvador.
Tel. (503) 2275-8861
E-mail: gcomercial@ utec.edu.sv
Lic. Modesto Ventura
Vicerrector Académico
Licda. Noris López Guevara
Vicerrectora de Investigación y Proyección Social
Ing. Lorena Duque de Rodríguez
Vicerrectora de Educación Virtual
Dr. Ramón D. Rivas
Asesor Honorario
Dirección de Cultura
Museo Universitario de Antropología, MUA
Universidad Tecnológica de El Salvador
Contenido
Prólogo
Dr. José Mauricio Loucel ...........................................................i
Presentación ............................................................................5
Dr. Ramón D. Rivas
El museo nacional: pasado, presente y futuro
José Óscar Batres Posada ......................................................... 9
El Museo de Matachín, 32 años de trabajo comunitario
Alejandro Hartmann Matos ....................................................32
Claribel Alegría: mujer que se compromete
Cenizas de Izalco: obra que delata.
Ana Cecilia Vilá de Lara ...........................................................45
El himno nacional de El Salvador explicado
Salvador Marroquín .................................................................63
Universidad Tecnológica de El Salvador.
Un caso de valoración patrimonial en el
centro histórico de San Salvador
Melissa Regina Campos Solorzano ............................................78
Ríos San Francisco y San Agustín: ejes de memoria
e historia de la ciudad de Bogotá, Colombia
Juanita Santos Moreno ..............................................................92
La investigación histórica en los proyectos de
gestión del patrimonio construido.
Propuesta metodológica
Jorge Rolando García Perdigón .............................................. 119
Primeramente Dios, yo la alivio.
El legado de Lorenzo Amaya en Nueva York
Carmen Molina Tamaca.......................................................... 135
Museo Universitario de Antropología, MUA ...................... 143
Catálogos de las exposiciones.............................................. 146
Autores ................................................................................ 150
Pieza del mes ....................................................................... 152
i
Prólogo
Comprender al hombre, término genérico que puede signicar la humanidad
—lo que incluye, por supuesto, a las mujeres—, o al otro, como se usa en
antropología, pasa por tratar de entender las formas en que aquel se ha
comportado en la historia a través de los siglos y, de ser posible, de los milenios;
y por investigar las obras que ha realizado, o sus vestigios, sus creencias y
tradiciones y cómo estas han afectado su entorno y a sus contemporáneos y
quizá a nosotros hasta en la actualidad. Yse ha logrado acumular un legado
histórico, cultural y cientíco de los pueblos del mundo que reejan los hechos
en los que los principales actores han sido hombres y mujeres de valía en sus
respectivos campos de acción. Ha habido unos ‘tristemente célebres’ que más
bien han producido destrucción con su ‘genio’, pero han sido excepcionales.
Esta breve reexión viene al caso porque en la Universidad Tecnológica de
El Salvador, Utec, nos apasionan los temas relativos a lo mencionado y que
son vigentes para nuestra época, al grado que por ese interés en el cultivo de
la investigación antropológica, arqueológica de museología y artística se han
logrado institucionalizar y solidicar —por decirlo así— los medios de difusión
de la cultura con los que contamos, tanto para la comunidad universitaria como
para el público en general; entre ellos el Museo Universitario de Antropología,
“el MUA”, que colecciona, restaura, preserva y expone en sus salas invaluables
piezas que nos inspiran para imaginarnos cómo habrá sido el pasado de
nuestras tierras y de nuestros pueblos hasta donde sea posible, y la revista
especializada en museología Kóot, en la que en los interesantes artículos de
este número 6, que me place presentarles a los amables lectores, se hacen eco
precisamente de nuestra visión en cuanto a estos asuntos; y por eso siempre
recomendaremos su acuciosa lectura, pues se ha convertido en un referente
único en las especialidades que trata. También el objetivo de esta publicación
es fomentar el intercambio académico con universidades e instituciones anes.
Es oportuno expresarles nuestros agradecimientos a los investigadores que han
aportado sus trabajos para darle contenido a esta edición: Arq. José Óscar Batres
Posada; Alejandro Hartmann Matos, director del Museo Matachín, Baracoa,
Guantánamo, Cuba; Ana Cecilia Vilá de Lara; Lic. Salvador Marroquín; Jorge
Rolando García Perdigón; Melissa Regina Campos Solórzano; Juanita Santos
Moreno (Colombia), restauradora y conservadora de Bienes Muebles, Magister
en Patrimonio Cultural y Territorio; Carmen Molina Tamacas y también al
equipo que hace posible su realización, tanto administrativa como técnica, bajo
la dirección ad honórem del Dr. Ramón Rivas.
Dr. José Mauricio Loucel
Rector Honorario Vitalicio
Universidad Tecnológica de El Salvador
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA OT, 2015, AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
A manera de presentación
El estudio del patrimonio cultural de un país es de suma importancia para la
academia, sobre todo, porque contribuye al fortalecimiento de nuestra identidad
y genera conciencia para su conservación, protección y difusión, tanto a escala
nacional como internacional.
Conservar el patrimonio de un país es una labor que nos compete a todos.
Conocerlo es una responsabilidad de cada ciudadano. Difundirlo es la tarea de
una sociedad en su conjunto. De ahí el importante papel que juegan los museos
en un país, al generar una relación entre ciudadano y patrimonio que coadyuva
al mejor desarrollo cultural y a la transformación social.
Por ello, al hablar sobre la importancia de los museos y en qué contribuyen
al fortalecimiento y desarrollo de una sociedad como la nuestra, podemos
dimensionar tres aspectos básicos: la formación educativa a través de la historia,
la investigación y el resguardo de los bienes culturales.
Si hablamos de la formación que propician los museos es porque, mediante la
exhibición y el resguardo de piezas, muestran a las presentes —y mostrarán a las
futuras— generaciones cómo fue el desarrollo de la sociedad en los diferentes
ámbitos (político, social, económico y cultural). Estos espacios son los que
evidencian de dónde venimos y cómo hemos crecido con el tiempo, y en cierta
forma hacia dónde deberíamos de dirigirnos.
En los museos también se evidencia el esfuerzo que hacen los investigadores
y museólogos; y sus piezas de resguardo son insumos fundamentales para el
estudio. A través del trabajo de investigación es que conocemos de primera mano
cómo fue nuestra forma de producir, de gobernar, de convivir y el signicado
de los vestigios materiales; y es gracias a las investigaciones en las colecciones
de los museos que logramos datos que ayudan a crear fundamentos claros y
precisos del pasado.
Asimismo, los museos son los principales centros de acopio de la historia de las
naciones. En El Salvador, por ejemplo, se resguarda la memoria de las principales
etapas del crecimiento de nuestra sociedad: desde piezas e instrumentos que
utilizaron nuestros ancestros para llevar el sustento a sus familias hasta las
que emplearon —y se siguen utilizando a veces— para diferentes expresiones
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2015 AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
artesanales y artísticas. En ese sentido, son recintos que funcionan como
centros de consulta y resguardo de los tesoros nacionales. Están allí para que
los visitemos y accedamos al saber de los pueblos originarios, al desarrollo
de nuestras sociedades y a los avances que hemos tenido hasta nuestros días,
es decir, de esta era digital a la que muchos le temen porque piensan que los
desplazará, cuando, por el contrario, lo digital se vuelve también una plataforma
para expandir el conocimiento y la identidad de las sociedades.
Dentro de esta misma línea de reexión, el contenido de la revista Kóot
incursiona en el papel que juegan y el desarrollo que han tenido los museos en
nuestro país. Además, se muestra cómo estos han posibilitado la conservación y
acceso a obras de arte o a objetos de valor histórico, logrando con ello aumentar
el conocimiento en torno al patrimonio cultural del país.
Como es de conocimiento en la comunidad universitaria, esta revista aborda
temas referentes a la museología, antropología, arqueología, historia y las
artes en general, con el propósito de fomentar el intercambio académico con
universidades e instituciones anes y que el público cultive el aprecio por el
legado de dichas ciencias.
De ahí que en este número encontraremos una importante investigación
realizada por el arquitecto Óscar Batres Posada, quien escribe sobre los 130
años de vida cultural del Museo Nacional “Dr. David J. Guzmán”, espacio que
se constituye en uno de los referentes para las investigaciones que permiten
enlazar los eslabones de nuestra historia cultural y en testigo de la evolución del
pensamiento académico y del interés de Estado por el rescate, conservación y
difusión de nuestro patrimonio cultural.
Se destaca además el importante papel que ha jugado el Museo Universitario de
Antropología en la conservación y difusión del patrimonio cultural de nuestro
país, mediante el ensayo de Melissa Regina Campos, quien presenta con
mucho detalle el proceso de incorporación de la Universidad Tecnológica de El
Salvador, Utec, a la tarea de conservar y proteger el patrimonio, destacando el
paisaje urbano y la nueva forma de mostrar el legado edicado de nuestro país.
También se encontrará importante información en el artículo sobre los 32
años de trabajo comunitario del Museo Matachín de Cuba, en una reseña de
Alejandro Hartmann Matos. A partir de esa lectura descubrimos cómo este
museo ha brindado un gran aporte a la museografía cubana.
Estos ensayos se complementan con la investigación histórica de los proyectos
de gestión del patrimonio construido elaborada por Jorge Rolando García
Perdigón. Este estudio presenta una excelente propuesta metodológica para
la realización de investigaciones sobre los proyectos y para el manejo del
patrimonio edicado.
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA OT, 2015, AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
En la línea de conocer sobre nuestra historia e identidad, el maestro Salvador
Marroquín, destacado investigador de la Utec, presenta un estudio que realizó
sobre el himno nacional de El Salvador, tomando como referencia los contextos
social y político de la época. El autor también hace una magistral presentación
e interpretación de los símbolos patrios, con especial énfasis en el desarrollo
cultural que ha tenido nuestro himno en los últimos años.
Por otro lado, Ana Cecilia Vilá de Lara nos explica los acontecimientos sociales
y de violencia que vivió El Salvador en torno a 1932, reejados en la obra de
Claribel Alegría titulada Cenizas de Izalco. En esta obra, según Vilá, se exponen
intrínsecamente las injusticias sociales que vivían las mujeres en ese período
de la historia salvadoreña, al tiempo que se muestra el profundo compromiso
social de la escritora con la realidad vivida en su infancia y juventud bajo el
gobierno del general Maximiliano Hernández Martínez.
Finalmente, se da una mirada hacia el exterior a través de una reexión hecha
por Juanita Santos Moreno sobre la decadencia de los ríos San Francisco y San
Agustín, de la ciudad de Bogotá, Colombia. Este tema es muy interesante al
hacer un parangón de la condición de dichos auentes con la de los principales
ríos de nuestra tierra, en vista también de los cambios climáticos globales y sus
efectos en los sistemas pluviales y acuíferos locales.
En suma, son siete investigaciones muy valiosas que se presentan y comparten
ahora con la academia salvadoreña y con el estimado lector interesado en estos
temas. Cada una de ellas desde su especicidad y bajo las normas que se requieren
para una publicación seria, que busca difundir la investigación museológica y
de otras ramas anes de la ciencia desde el punto de vista antropológico.
Dr. Ramón D. Rivas
Secretario de Cultura de la Presidencia
de la República
Editor. Revista de Museología
Kóot
Universidad Tecnológica de El Salvador
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2015 AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA OT, 2015, AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Batres Posada, José Óscar. El Museo Nacional: pasado, presente y futuro. Págs. 9-30.
Resumen
El presente documento es una recopilación de datos que permiten reconstruir
algunos de los hechos de la vida cultural del Museo Nacional “Dr. David J.
Guzmán”, donde no menos importante es toda su labor desarrollada hasta este
momento, que en los albores de celebrar sus 130 años de fundación. También es
meritorio destacar el aporte de su personal técnico así como de gente altruista al
devenir histórico del museo, que sin duda ha sido un trabajo lleno de satisfacción
por el servicio brindado en favor del conocimiento del público visitante.
El Museo Nacional de Antropología se constituye como el primero en nuestro
país y ha sido hasta estos días el principal referente de las investigaciones que
hoy permiten enlazar los eslabones de nuestra historia cultural. Construir sus
antecedentes como institución no es tarea fácil, ya que muchos detalles por
algún motivo no se registraron en su momento. Estas líneas serán solamente
una aproximación descriptiva, que se recopila con la información disponible y
la experiencia vivenciada.
Palabras clave: Museo Nacional de Antropología, museología, museografía,
conservación, difusión cultural.
Abstract
This document is a compilation of information which will allow for the
reconstruction of some of the incidents in the cultural life of the “Dr. David J.
Guzmán” National Museum. The development work done up until this moment
is no less important given that the Museum is about to celebrate the 130th
anniversary of its foundation. It is worthwhile to stress the contributions of the
museum’s technical personnel in the same way as the contributions of donors
in the historical transformation of the National Museum. Without a doubt, work
El museo nacional: pasado, presente y futuro
José Óscar Batres Posada
Arquitecto
Especialista en museografía
obatres@cultura.gob.sv
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2015 AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Batres Posada, José Óscar. El Museo Nacional: pasado, presente y futuro. Págs. 9-30.
for the museum has been very satisfying, dedicated to the service of providing
knowledge to the visiting public.
The National Museum of Anthropology has become the premier museum in
our country and, in recent years, it has been the principal guide for conducting
research to create meaningful connections in our cultural history. Reconstructing
its history isn’t an easy task given that many of the details, for various reasons,
were not recorded in the moment they occurred, This document will be a an
approximation of what happened compiled through all the information that is
currently available and through lived experience.
Key words: National Museum of Anthropology, museum studies, museography,
conservation, cultural diffusion
Nacimiento del museo
Durante el siglo XIX, la creación masiva de museos en diferentes países del
mundo llevará implícita una teorización acerca de las cuestiones museológicas,
las que serán desarrolladas no solo por los profesionales que trabajan en museos,
sino también por personalidades de diferentes ámbitos de la cultura.
En América, a diferencia de Europa, los museos sirvieron para el aanzamiento
de los sentimientos históricos y nacionalistas. En 1823 se crearon los museos
nacionales de Bogotá y Buenos Aires, y en 1825 ocurrió lo propio con el museo
nacional de México donde, según Lacouture (1994), “nacen de esta manera los
museos de identidad nacional con un discurso histórico para fomentar el arraigo
de lo propio y el sentimiento nacional”.
Para nales del siglo XIX, el movimiento museístico europeo estaba consolidado;
el interés de los museos estaba centrado en la expansión de sus colecciones a
partir de los más diversos objetos procedentes de diferentes culturas.
Es muy probable que nuestro país se viera fuertemente inuenciado por el
ambiente cultural imperante, impulsado por las corrientes europeas. Otro hecho
importante relacionado con la museística tiene lugar en 1882, cuando a un
lado del Museo de Louvre, en París, se creó la primera escuela dedicada a la
formación profesional en asuntos de conservación y restauración de objetos de
arte, L’Ecole du Louvre (Linares, 2008).
Marco legal, decreto de creación
“EL PODER EJECUTIVO DE LA REPÚBLICA DE EL SALVADOR,
considerando: Que para facilitar el cumplimiento del Decreto Legislativo
del 1º. de febrero del corriente año (1883), es conveniente crear un Museo
de los productos naturales e industriales del país; que tal instituto está
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA OT, 2015, AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Batres Posada, José Óscar. El Museo Nacional: pasado, presente y futuro. Págs. 9-30.
llamado a fomentar los intereses económicos e intelectuales de la República;
siendo además reclamado por el estado de cultura del pueblo, ha tenido a
bien decretar y DECRETA: Artículo 1º.- Se Establecerá en la capital de
la República un Museo de productos minerales, botánicos, zoológicos y
manufacturados, con una sección de antigüedades, historia y bellas artes.”
Primera dirección del museo nacional
La tarea de dirigir esta institución cultural por primera vez recae en la persona
de David Joaquín Guzmán. Nació en la ciudad de San Miguel el 15 de agosto
de 1845, hijo de don Eufrasio Guzmán, expresidente de la República (1844-45
1958-59) y de doña Ana María Martorell de Guzmán. Realizó sus primeros
estudios en el prestigiado Colegio de Jesuitas de Guatemala y continúo sus
estudios de secundaria en la Universidad de San Carlos, obteniendo el grado de
Bachiller en Filosofía.
En 1863 viajó a París, donde siguió la carrera de Medicina y Cirugía, doctorándose
nalmente en 1867. Ejerció su carrera como profesional en Madrid, España
brevemente y posteriormente regresó al país para dedicarse a su especialidad.
Desarrolló una amplia trayectoria casi ininterrumpida de cargos públicos entre
1871 y 1914, entre los relacionados con las actividades culturales destacan los
nombramientos siguientes:
En 1872 fue nombrado director de la Biblioteca Nacional.
En 1883, por iniciativa del Dr. Guzmán y bajo los auspicios del gobierno del
Dr. Rafael Zaldívar, fue fundado el 9 de octubre el museo nacional, del cual fue
su primer director.
En 1887 nuevamente es nombrado director del museo nacional y organizador
del jardín Botánico.
En 1898 el Dr. Guzmán es llamado por el gobierno de Nicaragua para fundar en
Managua el museo nacional, del cual fue organizador y primer director.
En 1902 el Dr. Guzmán es llamado por el gobierno del Gral. Tomas Regalado,
nombrándolo director del museo nacional, y de la Exposición Permanente de
Industrias Extranjeras, director de la revista Anales del museo nacional y Jardín
Botánico.
En su desempeño como funcionario público, el Dr. David J. Guzmán tuvo la
oportunidad de representar en múltiples ocasiones al país como comisionado
general de Exposiciones Internacionales.
1
1 Datos biográcos concretos referentes al Dr. David Joaquín Guzmán, 1845-1945.
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2015 AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Batres Posada, José Óscar. El Museo Nacional: pasado, presente y futuro. Págs. 9-30.
Los inicios del museo
Las menciones iniciales sobre la creación del museo nacional son relativas
y a su vez escasas a las fuentes informativas disponibles. Sin embargo, para
tratar de construir una parte de su historia, casi siempre se tiene de referente
principal al Dr. David Joaquín Guzmán, su primer director, quien en su estadía
en Europa durante su formación profesional adquirió una nueva visión propia
de la ilustración europea característica de nales del siglo XIX.
Es importante decir que durante este período Francia se encontraba
atravesando signicativos procesos de cambio social, político y cultural,
estas transformaciones se verán reejadas en diferentes ámbitos de la cultura
francesa, que está estrechamente relacionada con el desarrollo cultural del
mundo occidental, en particular en las áreas de las artes y de las letras, pues
París para esa época era considerada como el punto origen de la cultura europea
moderna.
2
El entorno cultural en el que se desarrolló el Dr. Guzmán pudo ser el germen
inspirador para proponer, ante las autoridades estatales del momento, contar
con un museo en nuestro país, que se consolidó el 9 de octubre de 1883,
coincidiendo con lo que acontecía en Europa debido al surgimiento de muchos
museos, promovidos por los cambios sociales que se impulsaron a través de
las diversas expresiones artísticas y apertura de muchos espacios museísticos
(Batres, 2013).
2 Consultado en: https://publicaronline.wordpress.com/2008/10/15/francia-educacion-cultura-
religion-lenguas-musica-biblioteca-y-museos/
Imagen 1. Aspecto que ofrecía la exhibición permanente del museo nacional
cuando se encontraba instalado la Finca Modelo a un costado de la ex Casa
Presidencial. Fotografía cedida por Sandra Alarcón.
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA OT, 2015, AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
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Sedes del museo nacional
La antigua Universidad Nacional, la casa “Villa España” (antigua residencia de
la familia Sagrera, ubicada en la calle Arce y 7.ª avenida Norte) y pabellones
en la nca Modelo, fueron en su momento algunas de las sedes que ocupó el
museo nacional.
La historia de algunos museos que surgieron en aquella época probablemente
compartió similares experiencias. Muchos museos han surgido por la iniciativa
visionaria de un interesado en preservar el patrimonio cultural, necesidad que
casi siempre estuvo dentro de las instalaciones de más de una universidad. No
es caso generalizado, pero tampoco es extraño, que hayan surgido producto de
la acumulación de colecciones encontradas por casualidad, o de colectas de
objetos agrupados por curiosidad o en casos especícos pretendiendo rescatar
objetos de interés cultural que desde sus hallazgos fueron destinadas a la
investigación cientíca y que con el pasar del tiempo crecieron en número,
dando origen a un importante acervo patrimonial. La actividad museológica en
nuestro país, proyectada en perspectiva incipiente, pudo haber sido impulsada
más por la curiosidad que por métodos cientícos.
Pocas son las referencias acerca de los antecedentes del museo nacional.
Su historia se comienza a construir desde el primer espacio que ocupó,
mencionándose que fue dentro del antiguo edicio de la Universidad Nacional,
posteriormente se ubicó en diferentes espacios, entre ellos los siguientes:
Imagen 2. La estela de Tazumal y algunos petrograbados adornaban la facha-
da de la Finca Modelo a principios de siglo XX. Fotografía cortesía de Sandra
Alarcón.
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2015 AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Batres Posada, José Óscar. El Museo Nacional: pasado, presente y futuro. Págs. 9-30.
• Casa “Villa España”, en 1902.
• Finca Modelo en 1904.
• En 1911, la Secretaría de Fomento cierra el museo nacional.
En 1912 se abre nuevamente el museo, anexado a la Facultad de Química y
Farmacia de la Universidad Nacional.
En 1913 se ubica nuevamente en la Finca Modelo junto al Instituto de Historia
Natural y al Jardín Botánico.
• Desde 1927 ocupó los pabellones de Casa Presidencial hasta 1962.
En 1945 el Ministerio de Cultura Popular, en solemne acto ocial, denominó
el museo nacional con el nombre del Dr. David J. Guzmán, con motivo del
centenario del nacimiento de su fundador y primer director.
El 9 de octubre de 1962 se trasladó al edicio construido para el museo
nacional, ubicado sobre la avenida La Revolución, en la colonia San Benito;
último que utilizó hasta 1994 y que fue demolido por fallas estructurales del
terremoto del 9 de octubre de 1986, dando paso al nuevo edicio diseñado y
construido en la misma zona y el mismo terreno, el cual fue ampliado debido
a las nuevas necesidades que demandaban los requerimientos del diseño para
su funcionamiento, contando con un área de terreno mucho mayor a la que se
disponía (Batres, 2003).
Primer espacio permanente del museo nacional: conceptualización,
zonicación espacial, diseño museográco
Considerando que las primeras colecciones que albergaba el museo estaban
comprendidas en objetos, botánicos, zoológicos, manufacturados y de
mineralogía, con una sección de antigüedades, historia y bellas artes, su
orden no sufrió cambios sustanciales en la presentación de sus variados
acervos comprendidos por colecciones de interés cultural y natural, concepto
museológico y museográco que se mantuvo hasta nales de la década de los
sesenta.
También se presentaba de manera preocupante la situación de sus espacios, pues
desde su fundación el museo nacional ocupó muchos locales para desarrollar sus
actividades. Y fue el presidente José María Lemus (14 de septiembre de 1956 –
26 de octubre de 1960), quien instruyó que se diseñara y construyera un edicio
para el museo nacional, ya que desde 1927 había ocupado los pabellones de la
antigua Casa Presidencial hasta 1962, año en que se realiza su trasladado a las
nuevas instalaciones ubicadas sobre la avenida La Revolución de la colonia San
Benito, en San Salvador, para ocupar y desarrollar su labor difusora de la cultura
nacional.
Probablemente, al momento de su apertura en su nueva ubicación, mantuvo
el mismo concepto de exhibición que caracterizaba a los museos polivalentes,
mostrando las colecciones de diversa índole, incorporadas con colecciones
prehispánicas, históricas y etnográcas.
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA OT, 2015, AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Batres Posada, José Óscar. El Museo Nacional: pasado, presente y futuro. Págs. 9-30.
Este nuevo edicio también soportó las consecuencias del terremoto del 3 de
mayo 1965; y durante el tiempo que estuvo habilitado para los servicios públicos
también se sucedieron aspectos importantes en el devenir de su funcionamiento,
pues a partir de principios de la década de los setenta se propician cambios
institucionales, y en 1974 se crea la Administración del Patrimonio Cultural;
se construye a su vez el edico administrativo para el funcionamiento de su
estructura técnica y administrativa, donde se ubicaban las siguientes unidades
laborales: Departamento de Museos, Departamento de Investigaciones,
Departamento de Sitios y Monumentos, además de un área administrativa,
constituyéndose así en la columna vertebral de lo que a futuro sería el desarrollo
de esta instancia estatal.
El museo nacional se mantuvo como la unidad rectora y competente para la
administración y manejo de los dos museos que dependían de la Dirección
de Patrimonio Cultural, el museo nacional y el museo arqueológico del sitio
Tazumal, con la nueva estructura también se replantearon los contenidos
informativos de las salas de exhibición, y desde los inicios de la década de los
setenta se establece la delimitación del manejo de colecciones, enfocando su
interés a los contenidos de carácter prehispánico, histórico y etnográco.
Otro evento natural azota las instalaciones del museo el 10 de octubre 1986; un
fuerte terremoto afecta la ciudad de San Salvador. El sismo daña seriamente la
estructura de soporte de las salas de exhibición. Luego de este acontecimiento se
procedió a cerrar sus instalaciones en 1993 para evitar accidentes en los visitantes
y empleados del museo y daños en la colección. Las ocinas administrativas y
las áreas técnicas fueron las únicas instalaciones que estuvieron habilitadas,
hasta mediados del año 1996, para dar inicio a la demolición del edicio.
Imagen 3. Fachada principal del antiguo museo nacional ubicado en la avenida
La Revolución de la colonia San Benito, en la que se observa el pasillo rupestre.
Fotografía cortesía de Sandra Alarcón.
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2015 AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Batres Posada, José Óscar. El Museo Nacional: pasado, presente y futuro. Págs. 9-30.
Formación de la colección del museo
La creación de las primeras colecciones de bienes culturales muebles de El
Salvador se ubica en el contexto de los años 1870 a 1890, época en que el
principal referente cultural, artístico y cientíco para un gran segmento de la
clase alta y media de nuestro país era Francia.
Es así que en este ambiente surge la gura del Dr. David J. Guzmán que,
cuya inuencia e impacto que crean en él el esplendor y la “magnicencia”
de los museos franceses, al retornar a nuestro país, con el apoyo de algunos
intelectuales, artistas y amigos como son Juan J. Cañas, Juan Aberle y otros,
hace que proponga al gobernante de la época, Dr. Rafael Zaldívar, la creación
del primer museo estatal en El Salvador. Es así como, el 9 de octubre de 1883,
se publicó el acuerdo de creación del museo nacional.
Considerando el carácter de colecciones con las que inició el museo, el cual
mostraba una diversidad, revela la clase y naturaleza de las primeras colecciones
o muestras que exhibía, siendo su principal fuente o forma de adquisición las
donaciones, préstamos y posiblemente algunas compras de objetos.
Esta misma tónica de adquisición de colecciones se ha mantenido a través de
los años hasta nuestros días con ligeras variantes, siendo la más predominante
la adquisición por donaciones. Esto lo conrma la actual base de datos de las
colecciones del museo, que indica que aproximadamente entre el 70 y el 75 %
de las colecciones actuales no tienen contexto, son de origen desconocido.
Con la separación de las colecciones durante la década de los setenta, se
procedió a la creación del Museo de Historia Natural, por lo que las colecciones
concernientes a esta temática fueron trasladadas a dicho museo. Debido al
carácter antropológico que asumía el museo nacional “David J. Guzmán”,
Imagen 4. Muestra de las colecciones
que albergaba el museo nacional y que
posteriormente se trasladaron durante la
especialización temática a otros espacios
de exhibición a nales de los años 60.
Fotografía cortesía de Sandra Alarcón.
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solamente quedan en sus recintos las colecciones nacionales de Arqueología,
Historia y Etnografía, siendo la primera la más predominante.
Algunos de los primeros investigadores, arqueólogos empíricos o acionados
que a través de su recolección de los primeros objetos o materiales arqueológicos
sirvieron para construir las colecciones nacionales fueron Santiago I. Barberena,
Atilio Peccorini, Jorge Lardé, Fidias Jiménez, entre otros.
Algunos de los objetos o piezas emblemáticas de la colección arqueológica que
subsisten en la actualidad y que son de las primeras colecciones del museo
son: la Estela de Tazumal, el Chacmool, el disco Solar de Cara Sucia, el Jaguar
esculpido en piedra. Así mismo, entre los objetos de la colección de historia
que más se destacan —y posiblemente fue de los primeros objetos que se
adquirieron para el museo— están los siguientes: la colección de armas y objetos
coloniales, la colección de objetos relacionados con Gerardo Barrios, algunas
obras escultóricas de Pascasio Gonzáles (“Minerva” y “Mariscal Santiago
Gonzáles”), el bastón de don Juan Aberle, el tintero de Juan J. Cañas, el tintero
del Dr. David J. Guzmán, y el busto del Dr. Rafael Zaldívar (expresidente de El
Salvador) y un sable de su pertenencia.. En la actualidad, las principales fuentes
o formas de obtención de piezas para la colección arqueológica nacional son por
investigación, donación y decomiso.
La colección etnográca nacional ha sido producto principalmente de compras
y de algunas donaciones, como resultado de renovaciones que se han hecho a
través de los años en las salas del museo, siempre que ha surgido la necesidad
de sustituir o reemplazar algún material deteriorado o perecedero, o cuando
se ha planteado la necesidad de enriquecer la temática o naturaleza del guion
museográco diseñado (Rubio, 2013).
Descripción de las salas de exhibición
A partir de la creación de la Administración del Patrimonio Cultural, se
consolidan algunos cambios al interior del museo. Se determinó como prioridad
que el desarrollo de las investigaciones estuviera enfocado a lo antropológico
e histórico para dar una base rme al carácter del museo, denido así por el
tipo de colecciones que venía mostrando desde los inicios de su creación. Con
la estructura funcional y enfoque cientíco que ya reejaba, la Administración
especicó su contenido temático para mostrar con mayor énfasis su enfoque en
los aspectos arqueológicos, históricos y etnográcos.
En consonancia con los cambios dados a principios de la década de los setenta,
dentro de la estructura del Ministerio de Educación y su nuevo enfoque dirigido
a los sistemas de instrucción formal, se mantenía la idea primordial que
perseguía el museo de contribuir mediante la educación no formal, enfatizando
la necesidad del rescate y difusión de los aspectos sobresalientes de la cultura
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salvadoreña, por lo que el nuevo enfoque del museo era presentar una secuencia
evolutiva de la presencia humana en nuestro territorio desde momentos muy
tempranos, enfocando un desarrollo histórico que abarcaba desde los inicios de
la época prehispánica del actual territorio de El Salvador hasta nuestros días.
La distribución y organización de las áreas de exhibición estaba sugerido en
un orden cronológico, manteniendo una secuencia ininterrumpida en todo el
recorrido del museo y dispuesta de la siguiente manera:
a) Sala Introductoria
Esta se constituía en el área de ingreso al museo, ubicada en el área vestibular,
y sus elementos de exhibición eran la maqueta del relieve topográco de la
República de El Salvador, que ubicaba algunos lugares culturales importantes,
entre ellos los sitios arqueológicos, algunas iglesias y vestigios coloniales en
nuestro país.
b) Sala de Arqueología
Iniciaba su introducción con el planteamiento de la formación del puente natural
de hielo en el estrecho de Bering, por donde se supone se produjo parte del
fenómeno de las migraciones para poblar lo que hoy es América. Se agregaban a
esta información los fragmentos óseos de mastodonte para relacionar el contexto
geográco en esta región del continente.
En la exhibición se presentaban las áreas geográcas de los sitios prehistóricos
del Valle de México y nalizaba con la muestra de materiales más antiguos que
reejaban presencia humana en El Salvador, entre ellos la Gruta de Corinto,
Imagen 6. Sala introductoria del antiguo museo nacional en la avenida
La Revolución. Fotografía cortesía de Sandra Alarcón.
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localizada en el departamento de Morazán; su colección estaba conformada por
puntas, lascas, raspadores y perforadores.
c) La Sala Conceptual
Presentaba esquemáticamente el área geográca y cultural conocida como
Mesoamérica. Su objetivo era ubicar al visitante sobre las principales zonas de
asentamiento de los grupos culturales que ejercieron su desarrollo e inuencia
en cada uno de los momentos comprendidos a partir de los períodos preclásico
(1500 a.C.-250 d.C.), clásico (250-950 d.C.) y postclásico (950-1525 d.C.).
Se presentaba también una maqueta estratigráca con la idea de visualizar las
deposiciones culturales a lo largo de los tres períodos de la época prehispánica
en El Salvador. Esto era con el n de relacionar momento de ocupación con
el contenido de las salas, asociando el fechado con los artefactos culturales
encontrados, siendo estos los diversos objetos distribuidos en las salas de
exhibición.
d) La Sala Preclásica
Pretendía mostrar las evidencias
arqueológicas producidas a lo largo
de un período aproximado de 750
años de actividad de los grupos
pobladores diseminados en distintas
zonas geográcas del país. Entre los
objetos que se exhibían se destacaba
la muestra de cerámica utilitaria que
procede del área de Chalchuapa, las
gurillas Bolinas, la cerámica Batik
Usuluteco, así como la muestra de
sellos prehispánicos con motivos
geométricos y relieves zoomorfos
(formas de animales) y relieves
tomorfos (formas de plantas). En
este período se describía la existencia
de contactos con el grupo cultural
olmeca y su presencia evidenciada
dentro del área de Chalchuapa.
e) La Sala Clásica
Desarrollaba una breve referencia
de la cultura durante el período
clásico a través de la muestra de
variados objetos y su diversidad de
formas y diseños policromos que
Imagen 7. Dos guías del museo nacional ob-
servan la estela de Tazumal en las instalaciones
de la primera sede del museo en la colonia San
Benito. Fotografía cortesía de Sandra Alarcón.
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fueron elaborados en un período aproximado de 750 años, en el que se hacía
sentir probablemente la inuencia de grupos humanos asociados con la cultura
maya. Algunos de los objetos provenientes de los distintos sitios arqueológicos
eran vasos, cajetes, gurillas y objetos tallados en jade, entre otros. Los sitios
mencionados eran Tazumal, Cara Sucia, Asanyamba, Quelepa y otros. En la
muestra cerámica de este período destacaban las colecciones de cerámica Salúa
y Copador por sus variados motivos y colores utilizados.
f) La Sala Postclásica
Presentaba un breve panorama sobre las evidencias materiales del hombre
de este período, donde es muy sobresaliente la cerámica Plomiza, los objetos
provenientes del sitio arqueológico Cihuatán y los provenientes de los diversos
sitios del área de San Lorenzo, que correspondían al rescate arqueológico
realizado por la Dirección de Patrimonio Cultural, comprendido por objetos
cerámicos del estilo policromo Nicoya y Anaranjado Fino.
g) Sala de Historia
Esta sala mostraba un panorama general de los acontecimientos más importantes
que se relacionan con la presencia española en tiempos de la Conquista y
colonización en El Salvador. Los objetos mostrados se describían momento
a momento desde la incursión de don Pedro de Alvarado en la Conquista de
Cuscatlán hasta el período de la independencia patria alcanzada en 1821,
concluyendo con la muestra de objetos que se referían al desarrollo tecnológico
en nuestro medio impulsado por los aportes de la Revolución industrial.
h) Sala Etnográca
Su intención era brindar una visión, si se quiere, folclorista de la cultura
tradicional de El Salvador; mostraba una idea generalizada de los aspectos
costumbristas y tradicionales que se maniestan a través de ciertos fenómenos
y patrones de conducta asociados a la cultura popular, algunas de las cuales
todavía se ponen de maniesto en ciertas poblaciones con el hombre actual.
Los objetos que conformaban la colección etnográca eran mostrados en su
conjunto y procedían de centros artesanales muy reconocidos como Nahuizalco,
Guatajiagua, Ilobasco, Quezaltepeque, entre otros. La Sala se resumía en tres
módulos de exhibición que mostraban la religiosidad popular, la vivienda
tradicional y se complementaba con el comercio tradicional que mostraba una
diversidad de objetos cerámicos, artesanías en bras duras, textiles, etc.
i) Sala de Exposiciones Temporales
Debido a la necesidad de atender otros servicios de difusión, se acondicionó un
segmento del museo destinado a muestras de diversas temática. La existencia
de esta sala dentro del recinto del museo nacional era con el n de dar cabida
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al desarrollo de exhibiciones con cierto período de duración, se instalaron
exhibiciones con colecciones nacionales desarrollando temas especícos sobre
Arqueología, Historia y Etnografía; así también hubo muestras de exposiciones
internacionales y de colecciones privadas (Batres, 2003).
Consolidación del Museo Nacional
Debido al terremoto de 1986, el antiguo edicio del museo nacional quedó
gravemente afectado en su estructura física, lo que aceleró la decisión de las
autoridades estatales para construir un nuevo edicio sede.
Este aspecto puede atribuirse compromisos institucionales que asumió en su
momento el presidente de Concultura de turno. En este caso correspondió
3
a
don Roberto Galicia, que con una visión sensible a la proyección de la cultura
nacional, tuvo a bien presentar como principal proyecto de su gestión el diseño y
construcción del nuevo edicio del Museo Nacional de Antropología presentado
al entonces presidente Dr. Armando Calderón Sol. Galicia, conocedor de la
realidad nacional en términos de la administración cultural, buscó dejar para
el país a través del museo nacional un espacio permanente que sirviera no solo
para conocer, sino también para investigar y dignicar la cultura nacional.
3 1994-1999 período presidencial del Dr. Armando Calderón Sol
Figura 1. Reconstrucción espacial del antiguo museo nacional en la colonia San Benito.
Fuente: Arq. Óscar Batres, 2015
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La idea de establecer un nuevo edicio para el museo nacional tuvo sus especícas
motivaciones, entre ellas, hacer sentir implícitamente que se merecía hacer un
reconocimiento al trabajo cientíco iniciado por Stanley Boggs y Concepción
Clará de Guevara, entre otros investigadores. Esto como una continuidad del
trabajo iniciado de manera formal en la década de los setenta, de la que también
el señor Galicia de alguna forma fue artíce de estos primeros cambios en el
devenir de la cultura nacional.
Se diseñó una completa estrategia de trabajo dirigida por la arquitecta María
Isaura Aráuz, Directora Nacional de Patrimonio Cultural. El primer paso fue
establecer el proceso de formulación del guion temático y las investigaciones
correspondientes, labor que fue realizada por el personal de investigadores de la
Dirección Nacional de Patrimonio Cultural; las investigaciones arqueológicas
estuvieron coordinadas durante este período por el Lic. Vicente Genovés, y las
investigaciones antropológicas fueron encausados por el Lic. Carlos Benjamín
Lara.
El nuevo edicio: la sede denitiva del museo nacional con un diferente
concepto de diseño arquitectónico y de contenido
En 1996, fue posible diseñar y construir un edicio digno para exhibir lo más
representativo de la cultura nacional. Roberto Galicia propuso al presidente
de la República el proyecto de diseño y construcción del nuevo edicio,
dando inicio a los preparativos con el desarrollo de un concurso de ideas para
el diseño de la nueva sede, al que atendieron dieciséis empresas nacionales
vinculadas con el diseño y construcción arquitectónicos. Con la idea básica se
perlaría el funcionamiento espacial para el edicio que debería de contener
una infraestructura adecuada y capaz de brindar nuevos y mejores servicios
al público, además de propiciar en su funcionamiento una visita mucho más
interesante dentro de las salas de exhibición. Este fue uno de los primeros
edicios planicados para un museo, que reejaría espacialmente el orden para
el desarrollo de sus diferentes funciones técnicas y administrativas.
Su conceptualización
Para la ejecución de este proyecto es necesario hacer notar la importancia que se
le imprimió desde la presidencia de Concultura a su desarrollo, depositando esta
responsabilidad en la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural, sobrellevando
la responsabilidad de denir dos aspectos importantes: el diseño del edicio y el
guion del contenido temático y museográco.
Se formuló una solicitud de apoyo a otras instituciones especializadas con este
tipo de experiencias. Esta se obtuvo mediante una consultoría técnica de carácter
internacional para contar con la presencia del arquitecto y museólogo Felipe
Lacouture Fornelli, enviado especial del Instituto Nacional de Antropología e
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Historia de México, cuyas recomendaciones fueron incluidas en el desarrollo
del diseño nal del edicio.
El edicio
Desde el año 1994 al 2001, se trabajó en la planicación y organización del
nuevo edicio, que se construyó especialmente para el Museo Nacional de
Antropología “Dr. David J. Guzmán”. El proyecto inició en marzo de 1995 con
el lanzamiento del concurso de ideas para el diseño del edicio. Se readecuaron
temporalmente los depósitos para las colecciones de bienes culturales muebles;
paralelamente se desarrolló la evacuación y reubicación de las ocinas técnicas
y administrativas para dar comienzo a las obras de demolición de las antiguas
instalaciones del museo.
El diseño del edicio corresponde a los arquitectos salvadoreños Roberto
Dada y Francisco Altschul, quienes ganaron el concurso de ideas del diseño
arquitectónico; y las obras de construcción del edicio estuvieron a cargo del
Arq. Rubén Vásquez.
La construcción del edicio comenzó en septiembre de 1997 y nalizó en 1999,
manteniéndose una permanente supervisión de la obra a cargo de la Arq. Lilly
Lemus de Baños, quien estuvo al frente para garantizar el desarrollo de la obra.
Luego de concluidas las obras de construcción, nuevamente se reubicaron las
ocinas técnicas especializadas de Museografía, Conservación y Restauración
de Bienes Culturales Muebles, Registro e Inventario de Bienes Culturales
Muebles, la Biblioteca y Hemeroteca especializada y la unidad de Arqueología
dentro de las nuevas instalaciones del museo nacional.
Imagen 8. El actual edicio del Museo Nacional de Antropología
en proceso de construcción a finales de los años 90. Fotografía
cortesía de Sandra Alarcón.
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La zonicación espacial
La propuesta funcional del edicio respondió a los estándares esperados,
considerando que los diseñadores se apegaron al cumplimiento del programa
de necesidades para cumplir con lo exigido, así como al documento técnico que
contenía los términos de referencia, enfatizando el desarrollo del funcionamiento
del edicio en tres grandes zonas, siendo estas las siguientes:
a) Zona pública
Esta comprendería los espacios de las salas de exhibiciones temporales y
permanentes, en espacios abiertos como los patios y el jardín rupestre donde el
público de forma ordenada y sorpresiva encontraría información complementaria
en su visita. Además el museo presenta una plaza vestibular, el área de
información, los espacios del foyer y el balcón en el primero y segundo nivel del
edicio, respectivamente; cuenta también con auditórium, área comercial para
estancia de los visitantes, servicios de consulta bibliográca para investigadores
dentro de la biblioteca especializada, estacionamiento, entre otros.
b) Zona administrativa
Se localiza en el segundo nivel del edicio y tiene como función principal velar
por el buen funcionamiento y estado de las instalaciones. Así mismo, entre sus
funciones está el apoyar y complementar el desarrollo de las actividades técnicas
referidas a los servicios dirigidos al público, así como brindar información de
carácter administrativo.
c) Zona técnica
Corresponde al recinto laboral que da vida a las salas de exhibición. Esta zona es el
soporte técnico en el que se desarrollan las actividades de control de colecciones,
investigación, conservación y preparación de las exhibiciones. Dentro del diseño
del edicio se consideró el depósito de colecciones, ocina de registro e inventario
de colecciones, museografía, el taller de conservación y restauración; se agregaba
dentro del esquema funcional el área de investigaciones y curaduría.
Considerando que en los museos por lo general siempre existe una dinámica
interna, en los últimos años en estas instalaciones han existido cambios
sustanciales para responder a necesidades diversas, por lo que algunos espacios
se han acondicionado para continuar con el desempeño laboral.
El contenido
El planteamiento conceptual del contenido del museo estuvo a cargo del
antropólogo Carlos Lara Martínez, quien con su equipo de colaboradores,
investigadores, etnólogos, antropólogos, arqueólogos e historiadores formularon
los ejes temáticos para el contenido de cada una de las salas de exhibición.
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Luego de denidos los guiones temáticos y de la selección de las colecciones,
se aspiraba a presentar un museo formalmente constituido en el que los
investigadores seleccionarían los objetos que estuvieran relacionados con su
contexto, se consideró necesario desarrollar la curaduría del contenido, la cual
estuvo a cargo del Dr. Ramón Rivas, antropólogo con una amplia trayectoria
en el campo de la investigación. Esta parte del historial del museo tenía como
propósito consolidar el orden de contenido y secuencia de cada una de las salas
de exhibición, que se identicaron de la siguiente manera:
• Sala Conceptual
• Sala de Asentamientos Humanos
• Sala de Agricultura
• Sala de Producción e Intercambio Artesanal
• Sala de Religión
• Sala de Arte y Formas de Comunicación
• Sala Temporal
En las salas, en su nuevo planteamiento museológico y museográco, la
presentación de su discurso respondía a principios fundamentales de continuidad
y discontinuidad asociados con la dinámica cultural y sus cambios reejados en
tiempo y espacio, tratando de mostrar las actividades del hombre en su entorno.
Además existen otros espacios destinados a exposiciones permanentes y
temporales, como son los servicios de atención al público en el área de servicios
educativos y el área lúdica.
Imagen 9. El actual edicio del Museo Nacional de Antropología. Fotografía
cortesía de Sandra Alarcón.
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Se proyectó una gama de servicios y espacios para convertir al Museo Nacional
de Antropología “Dr. David J. Guzmán” en un espacio cultural dinámico, que
a su vez se armará como el principal exponente de la cultura salvadoreña,
que continuara con la noble tarea de mostrar al pueblo, en las presentes y las
próximas generaciones, la importancia de no solo conocer y disfrutar, sino
también de hacer sentir la necesidad de conservar y difundir el patrimonio
cultural salvadoreño.
El diseño y el montaje museográco
Entre los años 2000 y 2001 se realizó el proyecto de diseño en las salas de
exhibición del nuevo edicio del museo. Estuvo a cargo de una empresa que
desarrolló la propuesta del diseño, que estaba bajo la supervisión del Arq.
Carlos Candell, quien conformó un equipo técnico de profesionales nacionales
y extranjeros para responder a los requerimientos esperados.
El montaje museográco
Esta actividad fue ejecutada con un equipo multidisciplinario completo, que
conformaba la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural, en el que participaron
arquitectos, ingenieros, investigadores, historiadores del arte, conservadores,
restauradores, museólogos y museógrafos de la entonces Coordinación de
Museos Nacionales.
Un hecho anecdótico que no se puede dejar de mencionar es que en el proceso
de montaje museográco previo a su apertura, nuestro país nuevamente es
afectado por los terremotos del 13 de enero y del 13 de febrero de 2001. Ambos
afectaron signicativamente gran parte del patrimonio cultural edicado.
En los preparativos de la presentación museográca, el guion temático de la
Sala de Asentamientos Humanos desarrollaba el tema sobre conservación del
patrimonio edicado, crecimiento y desarrollo de las ciudades, pero el fenómeno
mencionado obligó a modicarlo, replanteando los efectos de la vulnerabilidad
y daños irreversibles en algunos casos, que de igual forma afectaron los edicios
patrimoniales de los centros históricos. Esto con el n de dejar un testimonio
informativo sobre los daños que afectaron a muchos pueblos y ciudades. La
información presentaba grácamente los daños causados por los sismos en el
patrimonio edicado de interés patrimonial para nuestro país.
La nueva museografía fue inaugurada el 9 de octubre de 2001, durante la
administración presidencial del Lic. Francisco Flores, fungiendo entonces
como presidente de Concultura el Ing. Gustavo Herodier. Fue una museografía
proyectada para una duración de no más de diez años (Batres, 2013).
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Renovación de las salas de exhibición
Luego de casi doce años de que el nuevo museo fuera abierto al público, se tenía
claro que la propuesta museográca debería responder a un período en términos
de su concepto museológico y museográco. Dos aspectos importantes que se
consideraron en su momento fueron el deterioro y el vencimiento del material
gráco informativo, así como la actualización de su información, lo que también
podría implicar cambios físicos dentro de los espacios de exhibición.
Los primeros cambios internos de carácter museológico y museográco que se
iniciaron en las salas del museo estuvieron bajo la conducción del Lic. Gregorio
Bello-Suazo, siendo el primer director en esta nueva fase, cubriendo el cargo
durante el período 2004-2009. Tres salas de exhibición fueron sometidas a
cambios internos. Una de ellas fue la Sala de Arte y Formas de Comunicación.
En este caso se desmontó la colección y fue cerrado su espacio de exhibición
de forma completa, solamente se dejó habilitado un segmento para instalar la
sala informativa identicada como América Prehispánica, la que mostraba un
panorama histórico de algunas de las culturas más importantes del continente
americano. Así mismo, cabe mencionar que esta sala sirvió eventualmente para
el montaje de algunas exposiciones temáticas temporales, para luego volverla
a cerrar.
Otra sala que fue modicada drásticamente en su contenido fue la sala 3,
identicada como Sala de Producción Artesanal, Industria e Intercambio,
reejando en su nuevo contenido el predominio de una perspectiva prehispánica
en su temática. En esta sala se desmontó parte de la información inicial,
fragmentando su contenido para incorporar mayor colección de carácter
arqueológico. Luego se modicaron internamente el espacio y el contenido
de la sala 4, identicada con el tema de Religión. Este espacio de exhibición
fue segmentado para dejar instalada una temática especícamente de orden
prehispánico.
Con los cambios que ya mostraban algunas salas de exhibición, sin duda
sirvieron para desarrollar temas importantes, sus contenidos tenían una tendencia
de contenido inclinado a lo prehispánico; y es meritorio destacar los temas
ampliados o retroalimentados basados en un planteamiento que fue el resultado
de una investigación. De igual forma, se destaca el montaje de exposiciones
temáticas presentadas en la Sala Temporal, con trabajos que fueron dirigidos por
el Lic. Gregorio Bello-Suazo y su equipo técnico, que atendió las necesidades
museológicas y museográcas del momento (Batres, 2013).
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Directores del Museo Nacional “Dr. David J. Guzmán” Desde 1883 a 2015
Nombre Período de nombramiento
y desempeño del cargo
1 Dr. David J. Guzmán 9 de octubre de 1983-1886
2 Dr. Jorge Aguilar 15 de enero de 1886
3 Dr. David J. Guzmán 1887
4 Dr. Santiago Ignacio Barberena 20 de noviembre de 1894
5 Dr. Nicolás Aguilar 20 de enero de 1897
6 Dr. David J. Guzmán 1902
7 Sr. Carlos Alberto Imery 25 de febrero de 1927
8 Dr. Rafael González Sol 22 de abril de 1931
9 Br. Tomas Fidias Jiménez 3 de mayo 1940
10 Prof. Jorge Hurtarte Monzón 20 de octubre de 1941
11 Arq. Augusto Baratta 25 de abril de 1942
12 Sr. Salvador Sánchez Aguillón 23 de octubre de 1944
13 Br. Tomas Fidias Jiménez 10 de abril de 1945
14 Br. Jorge Lardé y Larín 8 de febrero de 1949
15 Prof. Salvador Cañas 1 de octubre de 1956
16 Br. Tomas Fidias Jiménez 7 de enero de 1957
17 Dr. Manuel Alfonso Fagoaga 8 de enero de 1968
18 Sr. Carlos de Sola 4 de enero de 1971
19 Arq. Pío Salomón Rosales 26 de enero de 1973
20 Srita. Ana Lilian Ramírez 3 de enero de 1974
21 Sr. Roberto Huezo 7 de noviembre de 1975
22 Arq. Julia Alvarenga Jule de Quintanilla 16 de junio de 1976
23 Sr. Armando Quintanilla 1 de noviembre de 1979
24 Mgfo. Roberto Guzmán Aguilar 1 de septiembre de 1980
25 Lic. Gloria Aracely Mejía de Gutiérrez 1984
26 Ing. Saúl Salgado 1984
27 Sra. Marina Zimmer 1984-1985
28 Sr. Manuel Roberto López 1985-1991
29 Mgfo. Jose Óscar Batres Posada 1991-2000
30 Arq. Margarita Ivette Valle 2000-2002
31 Mgfo. José Óscar Batres Posada 2002-2003
32 Acéfala 2003-2004
33 Lic. Gregorio Bellosuazo 2004-2009
34 Dr. David Hernández 2009-2010
35 Arq. Lilly Lemus de Baños 2010-2012
36 Arq. Eduardo Ernesto Góchez Fuentes 29 de mayo de 2012
37 Lic. Heriberto Erquicia 1 de julio de 2014 a la fecha
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Reexión nal
Desde su creación en 1883 hasta la década de los 60 del siglo XX, el Museo
Nacional de Antropología tuvo cuatro sedes temporales antes de pasar a tener
su actual asentamiento jo.
Ha sido una institución estatal que ha afrontado el cese de funciones por
habérsele considerado en alguna ocasión “improductivo” para la sociedad
salvadoreña, pero también su último cierre a nales de los años 90 ha sido para
ser renovado y mejorar sus exposiciones tanto en contenido como en espacio
para el benecio del público visitante, que ya no dispone solamente de, poco
más, 800 m
2
, cifra alcanzada por sus antiguas salas de exhibiciones, sino que
en la actualidad dispone de casi 12000 m
2
de exposiciones permanentes y
temporales.
Por otro lado, también ha sido testigo de la evolución del pensamiento académico
y del interés del estado por el rescate, conservación y difusión del patrimonio
cultural salvadoreño.
Las colecciones iniciales de nales del siglo XIX que contenían botánica, historia
natural, mineralogía y etnografía fueron sufriendo cambios con el avance del
tiempo y a medida que sus directores supieron orientar las colecciones hacia la
antropología y arqueología nacional debido a que muchos de ellos investigaron
de manera sistemática estos campos del conocimiento en franco ascenso de
interés cultural.
La historia del Museo Nacional de Antropología “Dr. David J. Guzmán” seguirá
tejiendo los hilos de la ciencia, que se espera puedan servir para fortalecer los
lazos de identidad, que propicie una cultura de apropiación del patrimonio
cultural que es de todos los salvadoreños.
Referencias bibliográcas
Batres Posada, J.O. Los museos estatales en El Salvador administrados por Concultura. Mu-
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Hartmann Matos, Alejandro. El Museo Matachín, 32 años de trabajo comunitario. Págs. 32-43.
El Museo Matachín,
32 años de trabajo comunitario
Alejandro Hartmann Matos
Historiador de la ciudad
Director del Museo Matachin, Cuba
hartman@gtmo.cult.cu
Resumen
Este trabajo es una ponencia presentada en la décimo sexta Conferencia
Internacional del Movimiento para una Nueva Museología, MINOM-ICOM
1
,
celebrada en la ciudad de La Habana, del 6 al 11 de octubre del 2014; y es el
resultado de las experiencias personales del Director del Museo de Matachín,
Baracoa (Cuba), el cual ha funcionado durante 32 años de manera ininterrumpida,
sumando experiencias únicas que se iniciaron cuando se inauguraron museos en
todos los municipios de Cuba por la Ley 23 de la Asamblea Nacional del Poder
Popular.
Desde su inicio —y a través de todos estos años— el Museo de Matachín ha
sido un aporte signicativo a la museografía cubana debido al arduo trabajo
comunitario que, en el caso de Baracoa donde el 95 % del municipio es montaña
y de difícil acceso, se han visitado las escuelas más apartadas y a todos los
campesinos que viven en esos intrincados lugares.
“…pero este trabajo lo hemos hecho con todo el amor del mundo, porque el
museólogo con el amor, todo lo puede”
Abstract
This work is based on a report presented in the 16th International Conference
of the Movement for New Museum Studies (MINOM-ICOM), celebrated in the
city of Havana from the 6th to the 11th of October, 2014. It relates the personal
experiences of the Director of the Museum of Matachín, Baracoa, Cuba, who
has worked in the job continuously for 32 years, and who has had many unique
experiences, beginning from the time museums were rst opened in all parts of
Cuba by order of Law 23 of the National Assembly of Popular Power.
1 Organización aliada al Consejo Internacional de Museos, ICOM.
33
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Hartmann Matos, Alejandro. El Museo Matachín, 32 años de trabajo comunitario. Págs. 32-43.
Since its opening —and through the years— the Museum of Matachín has made
a signicant contribution to the Cuban museum system owing to the difcult
community work involved and to the fact that Baraco is a region where 95% of
the land is mountainous and difcult to access. The museum has been visited by
students who attend the most isolated schools and by rural people who live in
the most inaccessible of areas.
“But we have done this work with all the love in the world because arranging a
museum with love is something everyone can do”.
Cuando empezamos, emprendimos nuestro trabajo solo con los instrumentos
de la sensibilidad y la intuición. Desconocíamos los términos sistema de
documentación, conservación, investigación, promoción, animación cultural,
programa y proyecto cultural. Estar muy ligado siempre a mis tradiciones, a
las costumbres baracoanas, a sus comidas típicas que siempre he deleitado, a la
longeva historia de mi Ciudad Primada, a la manera peculiar de ser del baracoano,
a esas innumerables leyendas que desde pequeño a mis antecesores, fue
impulso del corazón para la responsabilidad que iba a enfrentar.
Al comenzar a dirigir el museo tuve una posibilidad: profundizar en las
características y peculiaridades de nuestro territorio. Así pude entender con más
claridad y precisión la idiosincrasia del baracoano, su ética, sus costumbres,
sus hábitos, el sentido de autopertenencia de los distintos asentamientos
poblacionales. El contacto con un sinnúmero de informantes de distintas zonas
de la región coadyuvó indudablemente a ampliar mis conocimientos acerca de
estas: particularidades del área geográca, sus cultivos, los intereses comunes,
los lazos de parentescos; la importancia de la familia, como núcleo esencial de
la sociedad en la conformación de la identidad del individuo en su contexto;
los problemas colectivos que han aunado y los ha identicado, creándole un
sentimiento de pertenencia al grupo. Todo aquello me explicó la cohesión que
siempre ha identicado a Baracoa.
Tuve en aquellos momentos toda la ayuda del director de Cultura, hombre con
intuición y sensibilidad. Gracias a su apoyo incondicional y conanza depositada
en mí, pude con libertad buscar la cooperación de cuatro compañeras que
laboraron conmigo de manera voluntaria en todo el proceso de investigación
y búsqueda de objetos para el museo. Fue un año de labor de todos, unidos a
los comités de defensa de la Revolución, a la Federación de Mujeres Cubanas,
a centros de trabajo, a la Comisión de Historia del Partido y a un grupo de
espontáneos hombres y mujeres que fueron pilares en la consecución de
nutrirnos de diferentes colecciones para el museo.
Al inaugurarse el Museo Matachín, el 18 de octubre de 1981, nos enfrentamos a
una situación dada que teníamos que transformar para llegar a los objetivos que
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Hartmann Matos, Alejandro. El Museo Matachín, 32 años de trabajo comunitario. Págs. 32-43.
nuestra institución tenía como meta. Por lo tanto, nos sumergimos en conocer
la realidad en todos sus ámbitos de nuestro municipio: qué característica
presentaba; cuál había sido su proceso histórico, con qué recursos naturales
contábamos; qué composición poblacional la caracterizaban; qué recursos
institucionales estaban contribuyendo a su transformación (organizaciones
políticas y de masas, cooperativas, unidades militares, la escuela, el transporte,
la electricidad, la salud pública, entre otros) y cómo eran las particularidades
de las familias, núcleo esencial en la sociedad, porque a través de ella es
que se van a practicar las actividades sociales elementales y a través de ella
íbamos a conocer los portadores de la cultura local en la que se ha transmitido
de generación en generación las tradiciones y costumbres que identican
a la comunidad. Otro elemento que tuvimos en cuenta fue el conocer los
medios recreativos y el empleo del tiempo libre de sus pobladores. Con estos
indicadores del diagnóstico, podíamos fundamentar que Baracoa, primera villa
de Cuba, fundada el 15 de agosto de 1511, durante cuatro siglos fue preterida y
olvidada. Al triunfo de la Revolución, tenía el más alto nivel de analfabetismo,
depauperación socioeconómica, de desempleo y crítica situación en la salud.
Esto hizo que la denominaran la Cenicienta de Oriente. La Revolución cambia
su status y por doquier encontramos una escuela rural en los lugares más
apartados del municipio, cooperativas de producción y servicios: se garantiza
el transporte a través de caminos de montañas, se han electricado todas las
zonas del territorio y tenemos 19 hidroeléctricas en las zonas de más difícil
acceso, se ha extendido la red de servicio de agua potable con un acueducto por
gravedad y 20 para otras comunidades. No obstante esos benecios sociales, en
las montañas detectamos un éxodo preocupante. Como elementos homogéneos
en todos los núcleos poblaciones pudimos constatar el mantenimiento de las
tradiciones danzario-musicales, la artesanía popular tradicional, la literatura
oral, las comidas y bebidas típicas y la reservación de las acepciones de variados
signos lingüísticos.
Lo cuestionado en la formación histórico-patriótica arrojó un desconocimiento
general de la historia de cada comunidad, desde las culturas aborígenes hasta
los hechos más signicativos acontecidos hasta la fecha. Se pudo comprobar
también el poco dominio de los símbolos patrios y de los biografías de los
mártires caídos. Teniendo en cuenta estos problemas, confeccionamos un
proyecto cultural que comprendió tareas concretas para cada asentamiento
poblacional y zonas priorizadas, pero todo esto unido a los distintos factores
que tienen que ver con el desarrollo global. Porque no es posible llegar a metas
en el trabajo cultural si no hay la unión de todos los recursos institucionales y
humanos que hacen realidad la cultura en nuestro socialismo. Y nos referimos a
las cooperativas, organizaciones políticas y de masas, instituciones culturales de
la comunidad, el maestro, los delegados de la circunscripción, los campamentos
del EJT (Ejército Juvenil del Trabajo), unidades militares, el médico de la
familia, los instructores, los promotores, los cuentapropistas, entre otros.
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Hartmann Matos, Alejandro. El Museo Matachín, 32 años de trabajo comunitario. Págs. 32-43.
Por eso nos propusimos los siguientes objetivos:
Fortalecer el trabajo histórico-patriótico, priorizando el de las zonas más
apartadas del municipio.
• Impartir cursos de historia de la localidad en las escuelas urbanas y rurales.
Contribuir al fortalecimiento del trabajo político-ideológico trazado en los
lineamientos de nuestros congresos del Partido.
Dar a conocer el proceso histórico de Baracoa desde las culturas aborígenes
hasta los hechos más signicativos de la Revolución.
Estrechar el vínculo museo-comunidad a través de los recursos humanos e
institucionales.
Rearmar los valores locales, contribuyendo al autoreconocimiento de cada
comunidad.
• Elevar el nivel de vida de cada comunidad a través de las actividades
propiciadas por la institución.
• Hacer partícipe activa a la comunidad en las acciones de la institución.
• Contribuir a la formación estética-cultural de la comunidad.
Nos propusimos, en primera instancia, como tarea ineludible, impartir un curso
de historia de la localidad que recogiera todo el proceso histórico de nuestro
municipio desde los indios hasta los logros más importantes del período
revolucionario. Coordinamos con la escuela y en la sesión contraria a las
actividades docentes; el grupo seleccionado recibe una vez a la semana, en
45 minutos, la información de un técnico de la institución. Con anterioridad
hacemos un programa que dosica el contenido y se tiene en cuenta el curso
escolar para comenzarlo y concluirlo. Desde que inauguramos el museo,
hasta este año, se han impartido 416 cursos de historia de la localidad a 4.992
escolares.
Al nal de cada año escolar se hace un evento de investigación, donde los niños
presentan una ponencia de un tema seleccionado acerca de la historia de la
localidad, el medio ambiente, las tradiciones danzario-musicales, las culinarias,
el patrimonio arquitectónico y uno muy importante: la vida, obra y pensamiento
de nuestro apóstol José Martí.
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Hartmann Matos, Alejandro. El Museo Matachín, 32 años de trabajo comunitario. Págs. 32-43.
Aquí se involucra el maestro, el padre, el tío y el resto de la familia. El niño
desarrolla habilidades y destrezas en cómo hacer una ponencia, pero lo más
importante es el fortalecimiento del sentido de pertenencia que se logra en
ellos. Así fomentamos el amor por su comunidad. Con los cursos apoyamos
los programas de historia de Cuba y de la localidad, en 5.° y 6.° grados y en
la secundaria básica. Con este concepto contribuimos a la educación estética-
cultural, histórico-cultural e ideo-política como elemento trascendente en su
formación integral. Hemos realizado 32 encuentros de investigación con 2.624
trabajos presentados. Algo muy signicativo para lograr el éxito de estos es
el apoyo de la Organización de Pioneros José Martí, la Unión de Jóvenes
Comunistas y la Dirección Municipal de Cultura.
Nuestro museo siempre ha estado traspasando sus muros y se ha unido con
las casas de cultura, la librería, la biblioteca, la banda municipal, la Casa de la
Trova, la galería de arte, el cine, para llevar adelante, por una y otra parte, los
objetivos propuestos en el municipio, porque la cultura es un sistema del que
no se puede prescindir. De ahí la experiencia en las tertulias y en el espacio
Tradiciones.
Sus temas están correspondidos con el proceso histórico cultural, las tradiciones
danzario-musicales, las culinarias, el patrimonio arquitectónico e inmaterial y
el medio ambiente de la región. Todos relacionados con las colecciones del
museo. En estos años hemos involucrado a los promotores e instructores de los
15 consejos populares, para que todas las comunidades aporten a estos con su
riqueza cultural e histórica.
Otra actividad priorizada es el espacio “Los niños cuentan su Historia”, destinada
al público infantil. Esta se destaca por ser una experiencia enriquecedora para
el quehacer comunitario de la institución, que se realiza en coordinación con la
UJC, OPJM, Mined, Inder, ACRC, otras instituciones culturales y los promotores
culturales e instructores de arte de los distintos asentamientos poblaciones. Hace
20 años se extendió hacia las escuelas primarias del municipio, incluyendo las
de enseñanza especial y los círculos infantiles. Se celebran efemérides, ya sea
del ámbito nacional o de la localidad; combatientes cuentan sus experiencias:
se recuerdan hechos como el desembarco de Maceo, entre otros aspectos
signicativos. Se inculcan en los niños sentimientos de amor hacia la historia
local, sus costumbres, tradiciones y la importancia de conocerlos. Se vincula
al maestro con la dirección del centro y otros factores de la comunidad con el
quehacer de nuestro trabajo. Nos apoya además la casa de cultura municipal,
que nos ofrece sus proyectos creados con niños, ejemplo de estos: “Sonetos del
Futuro”, “Campanitas Vivas” , “Rayitos de Sol” y otros. Estos se presentan en
la actividad, la que enriquecemos con cuentos, poesías, juegos y preguntas de
participación, dibujo sobre asfalto, representación de obras teatrales y demás.
En ocasiones nos acompañan especialistas del Centro de Promoción de Salud
Municipal, quienes abordan temas relacionados con la higiene personal que
debe tener cada niño en su escuela.
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Hartmann Matos, Alejandro. El Museo Matachín, 32 años de trabajo comunitario. Págs. 32-43.
Con perenne presencia nuestro centro es partícipe activo de todos los planes
asistenciales convocados por el gobierno de la localidad, giras comunitarias,
festivales y conmemoración de todas las estas locales y nacionales. Esto nos ha
permitido una plena identicación entre las comunidades y nuestra institución.
Otra experiencia vital ha sido la conexión con la Unión de Jóvenes Comunistas, el
Ministerio de Educación, el Comité de Defensa de la Revolución, la Federación
de Mujeres Cubanas, la CTC, la OPJM, la Anap, el Inder, la Aclim, la Anci, la
Ansoc, el Minint, el Minfar, la Uneac, la AHS, el Citma y la ONG Fundación
Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, el Mintur, la Filial de
Ciencias Médicas, el Centro Universitario y la Asociación de Combatientes de
la Revolución Cubana. De acuerdo con las características de cada uno, así nos
hemos planicado tareas que cumplan los objetivos mutuos, como por ejemplo:
en las caminatas a lugares históricos, en la preparación histórico-patriótica de
los jóvenes, en la celebración de las efemérides o en el aniversario de un mártir
cuyo nombre lo lleva un CDR o un centro de trabajo, entre otras actividades.
Nuestra institución es sitio constante de las rmas del Código de Ética, en la
entrega de la condición de Vanguardia Nacional de las empresas y centros de
trabajo y en el recibimiento de personalidades políticas, culturales, cientícas y
deportivas que nos visitan.
También en estos años hemos tenido una línea muy bien denida en cuanto al
acceso y la relación hombre-acción cultural y participación. La línea consiste en
que la institución no puede prescindir de los distintos factores que hacen posible
el cumplimiento de la política cultural. De ahí lo positivo que ha sido integrar a la
actividad de la institución varios grupos de trabajadores, profesores, campesinos,
estudiantes y profesionales. Ejemplo de esto es el Grupo de Arqueología Cacique
Hatuey, hoy miembro de la Sociedad Espeleológica de Cuba, que, debido a
su apoyo, nuestras salas exhiben valiosas piezas de las culturas precolombinas
de la región; a través de ellos hemos localizado 56 sitios arqueológicos que
conforman nuestros antecedentes históricos y hemos podido hallar la expresión
plástica de su mundo, reejado en sus pictografías y petroglifos. Esto, a su
vez, nos ha permitido establecer el cuidado y conservación de estos lugares
de nuestra prehistoria, como es el caso de los petroglifos de San Justo, Yara,
en lo que el campesino Regino Rodríguez es el activista encargado de velar,
protegerlos y controlar las visitas de las escuelas, de los cooperativistas, de los
obreros y de otros visitantes.
El museo móvil es otra de las experiencias
Logradas en 32 años de labor. Esto ha trascendido decisivamente en educar
y elevar el nivel histórico-estético e informativo-cultural de las comunidades.
Llevar muestras de nuestras colecciones a grupos humanos apartados de la
ciudad, que no tienen acceso a visitarnos, ha sido premisa obligada, dada las
características que posee Baracoa en su composición demográca, en la que
el mayor porcentaje de su población es rural. El museo móvil ha llegado a la
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Hartmann Matos, Alejandro. El Museo Matachín, 32 años de trabajo comunitario. Págs. 32-43.
comunidad y ha pasado a ser, en relación biunívoca con esta, un vehículo idóneo
para su formación y desarrollo de su nivel de vida. El museo móvil ha recorrido
las cooperativas, las escuelas de distintos niveles, los CDR, los bloques de la
FMC, los campamentos del Ejército Juvenil del Trabajo, las unidades militares
los consultorios médicos de la familia, la prisión de nuestro municipio, los
centros de trabajo, el Centro Universitario y la Filial de Ciencias Médicas. Con
él hemos llegado a las montañas de más difícil acceso, como el Naranjo del Toa,
a dos horas de navegación en cayuca (pequeña embarcación que se usa para
navegar por los ríos como el Toa, Yumurí, Quiviján, etc.).
Para este trabajo mandamos a confeccionar una vitrina portátil formada por tres
secciones que consisten en una estructura de plywood de 110 centímetros de
largo por 80 de ancho y 15 de profundidad. En la parte superior se le agrega una
pieza con el cristal, y en la parte inferior, patas plegables. Esto nos ha permitido
llevarla en una guagua, en un jeep, en una cayuca, en un caballo o en un
mulo. Resulta ligera y fácilmente transportable. Nosotros, con las condiciones
materiales que teníamos a nuestro alcance, pudimos hacer este tipo de vitrina,
por lo que somos del criterio —y la experiencia nos lo ha conrmado— de
que cualquier tipo de vitrina o mueble puede jugar el mismo papel en cuanto
al montaje que representa el objeto museable. Empezamos esta actividad por
los poblados que por sus características sociopolíticas se les da una atención
prioritaria por parte de las organizaciones de la comunidad. De ahí trazamos
el plan para llevar a la práctica, desde enero de 1982 hasta la fecha, el museo
móvil. De acuerdo con las zonas, hemos venido exhibiendo las piezas que
juegan un papel informativo, didáctico o histórico-cultural. Esto ha propiciado
que los pobladores de distintos lugares nos hayan traído valiosos materiales
que, en su mayoría, han considerado sin importancia.
En varias ocasiones se nos ha presentado esta reacción por parte del pueblo. En
una muestra de arqueología nos sucedió algo sorprendente y agradable. Cuando
exhibimos algunas hachas petaloides, un campesino fue motivado porque él las
conocía como “piedra de rayo”. Nos informó que el poseía una. Nos la trajo,
la exhibimos y la donó al museo. Ha sucedido también con los fragmentos
de cerámica que ellos denominan “pedacitos de barros”. En el cúmulo de
experiencias, nos sucedió un caso muy interesante. El maestro de la escuela de
Manglito, localidad a 25 kilómetros al este de la ciudad, cuando montábamos
un museo móvil, nos dio para exhibir un hacha de cuello de gran tamaño, que,
según los especialistas, es la más grande que se ha hallado en la historia de
la arqueología cubana y del Caribe. Un tanto similar nos ha pasado con las
exposiciones relacionadas con las guerras de la Independencia. Las medallas
de veteranos, los machetes de los mambises, las órdenes de ascenso, etc., han
producido una actitud igual en los espectadores. Han traído lo guardado por
sus antecesores, conservado de generación en generación. Es norma nuestra,
después de que explicamos lo que mostramos, dar una información de las
especicidades de cada zona.
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Hartmann Matos, Alejandro. El Museo Matachín, 32 años de trabajo comunitario. Págs. 32-43.
Un ejemplo lo es este caso. Llevamos piezas como una cartera de veteranos,
fotos de mambises de la zona de Jamal, de la Manga Histórica, lugar donde
acampó el general Antonio Maceo en la guerra del 68, y una relación de veteranos
que participaron en el Regimiento Maisí, en el que muchos jamalenses eran
miembros. ¿Cuál fue la respuesta? Que la familia Urguellés nos trajera el libro
de la subdelegación de los veteranos del Jamal y que otra familia, la Durán, nos
trajera también para exhibir el estandarte que utilizó dicha subdelegación. Otras
de las experiencias han sido realizadas con las escuelas. Una de ellas fue cuando
nos dimos a la tarea de montar un museo móvil de ora y fauna de Baracoa.
Para este, les planteamos a los estudiantes que integran el Grupo de apoyo de
Flora y Fauna del Ipuec No. 30 qué pretendíamos. Les dimos la información
bibliográca; hablamos con la dirección del centro para que nos prestara un
local y así pudimos montarlo. Ellos hicieron la colecta, clasicaron las especies,
las disecaron, les pusieron pie de texto y se prepararon para dar a conocer la
importancia de aquella a todos sus compañeros.
Otro montaje fue el realizado con otro grupo de estudiantes del grupo de
Geografía. Era concerniente a los estolones geológicos. Ellos los buscaron;
a través de un geólogo determinaron su tipología, zona de hallazgo y su
importancia mineralógica. En esta ocasión no utilizamos las vitrinas porque
eran muy pequeñas para el volumen de los objetos presentados. Nos valimos
de mesas escolares que pusimos en el exterior de los laboratorios. Otro ejemplo
fue el dedicado a la Polymita picta, molusco pulmonado, endémico de Baracoa
y Maisí. Esta actividad se realizó con la escuela de Majayara, zona muy rica en
este caracol. Los niños de la escuela rural trajeron ejemplares vivos y muertos.
Los vivos se mostraron en algunos árboles alrededor del centro y los muertos
se clasicaron por subescocías. Ejemplo: las nigrolimbatas, las roseolimbatas,
etc. Nosotros apoyamos a los pioneros con un trabajo publicado acerca de este
molusco en la revista El Yunque, órgano del Museo Matachín, el que le sirvió
de información cientíca.
Por todo el trabajo comunitario de nuestra institución, a través de 20 años de
labor ininterrumpida en las zonas de difícil acceso, el Consejo Nacional de
Patrimonio y la Comisión Cubana de la Unesco nos dio el privilegio de ser sede
del Primer Taller de Animación de los Museos en las Zonas Montañosas, que se
realizó en la Escuela Primaria Primero de Abril de 1985, en la comunidad rural
de Duaba, el 3 de mayo del 2002. Asistieron museólogos del Plan Turquino, que
expusieron sus experiencias.
Algunas valoraciones
Considero que el museólogo desarrolla una labor ineludible y de altísima
responsabilidad en el trabajo comunitario. El trabajo nuestro debe ser indivisible,
por lo que hay que darle los mejores esfuerzos porque, cuanto más cohesionada
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sea esa conjunción de intereses de todos, mejor marcharán los objetivos
propuestos. En nuestra labor hemos seguido esta línea de trabajo, que nos ha
dado resultados positivos en el bregar del quehacer cultural.
Conocer de la formación educativo-cultural de los estudiantes de los distintos
niveles de enseñanza, o de la visión de los pobladores de zonas apartadas y
montañosas que no han tenido un constante acceso a la formación histórico-
cultural, pese a las ventajas que en el campo de la educación, salud y en lo
social han recibido de la Revolución, ha sido esencial para desplegar el trabajo
en las diferentes comunidades. Sin este instrumento estamos desprovistos de
implementos necesarios para emprender nuestras acciones culturales.
He meditado en muchas ocasiones en las cualidades que debe poseer un trabajador
de nuestra institución. Esto ha sido análisis constante en estos años de labor
cultural, en los que he contactado con disímiles personas dedicadas a cumplir lo
orientado, estrictamente en muchos de los casos, y otros a hacer con amor.
Vivir en nuestra sociedad implica una cabal comprensión de los mecanismos
que en ella se dan. Una valoración entre la importancia de la capacidad técnico-
intelectual y las cualidades innatas que debe caracterizarlo me ha llevado a la
conclusión de que lo más importante es la identicación plena con la labor
cultural que va a realizar y tener ese carisma que nos lleva a hacer con amor y a
inltrarse en el corazón de las comunidades.
El nivel educacional alcanzado en estos años, donde la población ha acumulado una
fuerte instrucción, hace que el trabajador del museo debe tener una sólida preparación
y conocer las últimas experiencias del país, dominar los acontecimientos culturales
en el ámbito regional y universal, porque todo esto coadyuva a mirar con otra óptica
y le permite aplicar lo adaptable, sin limitación y copia. Estas apreciaciones me
han ayudado a tener una línea más certera para enfrentarme a las problemáticas
que un museo presenta y a los objetivos que este tipo de institución se traza.
Indudablemente, haberme pertrechado de estos conocimientos me ha permitido,
con más habilidad, utilizar para sus distintas funciones los objetos museísticos, que
son las fuentes primarias de nuestra institución.
El museólogo debe ser objetivo y racional; debe saber denir y enunciar
claramente los objetivos y metas, proponiéndoselos reales, concretos, que se
puedan cumplir viables y operativos. De igual forma, se hace imprescindible
la determinación de los recursos disponibles con los que contamos; humanos,
nancieros y materiales.
Nosotros hemos tenido que sobrepasar escollos en lo relacionado con el
nanciamiento de nuestras actividades en estos años. No contar la institución con
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un presupuesto que pueda manejar y disponer, sin duda alguna ha constituido una
limitación para el campo de posibilidades y de acción del centro... Aunque nunca
paralizamos lo que nos habíamos trazado: si no había dietas para la transportación
y alimentos, estos menesteres los hemos resuelto con el apoyo de las comunidades
adonde llevábamos la actividad. En la medida que las posibilidades lo permitan,
debe independizarse el presupuesto para cada institución; y esta deberá buscar los
mecanismos que contribuyan a su nanciamiento.
Medir sistemáticamente cómo marchan las tareas lo he aplicado con el concurso de
todos los factores humanos que intervienen en la acción cultural, porque siempre
los demás permiten intercambiar puntos de vista y perfeccionar el trabajo. Esto
faculta evaluar la marcha del proyecto, los aciertos y desaciertos, inexactitudes e
introducir cambios, cuando se hacen necesarios, porque la complejidad dialéctica
nos arma que siempre hay una constante movilidad y, a veces, lo previsto no es
factible, aunque puntualizamos en estas discusiones el uso de posiciones lógicas
y de raciocinio. Esto sirve para aclarar los conictos que surjan, dándoles las
mejores y más rápidas respuestas. De ahí hemos llegado a conclusiones más
concretas que nos han servido para perfeccionar nuestra labor.
Estos años, en la contienda cultural, me han hecho llegar a las siguientes
consideraciones:
Autovalorar lo mío, conocer qué tenía para decir de mi tierra y para
enorgullecerme de ella, fueron elementos importantes para con avidez indagar
en lo desconocido de Baracoa e iniciar el trabajo.
No es posible la consecución de una meta sin la perseverancia, el sistematismo
y, por encima de todo esto, el amor con el que se haga la obra propuesta.
Es esencial para un trabajo comunitario efectivo cumplir con las funciones del
museo: inventariar, conservar e investigar. Sin estos instrumentos, la promoción
es baldía.
Es imprescindible para nuestro trabajo la unión de todos los recursos institucionales
y humanos, que hace realidad la cultura en el socialismo cubano. Es indudable
que la participación de los factores humanos de cada comunidad en el trabajo
cultural, cuando autorreconocen sus valores locales, se convierte en promotora de
sus esencias y crece su sentido de pertenencia de manera inusitada.
La sistematización es una herramienta indispensable en el quehacer cultural de
todos. No cumplir este aspecto es dilapidar el mejor esfuerzo del trabajo cultural.
Nuestros campesinos, nuestros pioneros de las zonas rurales, nuestros
cooperativistas, a través de los museos móviles, han recibido el mensaje cultural,
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2015 AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Hartmann Matos, Alejandro. El Museo Matachín, 32 años de trabajo comunitario. Págs. 32-43.
histórico, cientíco, lo que les ha permitido ampliar el universo de su cultura, que
en las condiciones en las cuales viven no les es dable recibir como el hombre de
la ciudad. Como respuesta recíproca hemos recibido informaciones históricas y
nuestras colecciones se han nutrido de valiosas piezas. Indudablemente, a través
del museo móvil, hemos despertado el amor por nuestras tradiciones históricas
y hemos reforzado el sentido de pertenencia.
Siempre hemos seguido una línea de trabajo que nos ha dado resultados
positivos: es no seguir las normas con esquemas, es no repetir con rigidez lo
orientado y desglosarnos de los planes inexibles o jar metas invariables.
El museólogo siempre debe partir de la creación, porque la creatividad es saber
dar respuestas a situaciones dadas y a los distintos problemas con los que se
enfrenta. Él debe tener en cuenta que las experiencias no son adaptables a todas
las circunstancias, porque todo es cambiable y vivimos en acelerado y dinámico
movimiento.
Las discusiones constantes, el análisis sistemático de cómo abordar las actividades,
de acuerdo con las peculiaridades de los asentamientos, unidos a la reexión y a
los debates sin prejuicios nos ha apoyado mucho en el trabajo diario.
Hay una cualidad importantísima que se debe poseer, y es la referida a su
sensibilidad con su trabajo. Cuando él la posee, está apto para enfrentarse a las
numerosas dicultades, a las incomprensiones, a los mecanismos burocráticos
y nancieros que frenan el cumplimiento de la acción cultural. La capacidad
intelectual y el cúmulo de mayor cultura no son efectivos si no posee el carisma
que lo lleva a hacer con amor y a inltrarse en el corazón de la gente. Se debe
ser optimista, alegre, afable: tener sentido del buen humor; debe caracterizarse
por lo persuasivo y debe saber escuchar, convencer y poseer un tacto necesario
para el trato con los pobladores.
Los postgrados, cursos, seminarios, las investigaciones y la participación en
diferentes eventos han permitido a nuestros trabajadores ampliar su visión
cultural y nos han abierto las posibilidades para la reexión y el mejoramiento
del trabajo. La planicación es un aparato indispensable porque esto le sirve para
denir y enunciar claramente los objetivos y metas de manera clara y racional.
Esto le permite más concreción, viabilidad y cumplimiento más operativos.
Soy de la opinión de que la evaluación es un termómetro que nos sirve para
conocer los aciertos y desaciertos en los diseños previstos. Es un proceso
permanente porque nos da la información precisa para continuar o reformular la
concepción inicial. Otro punto es hacer uso sistemático de la divulgación porque
ella coadyuva al desarrollo de cada actividad cultural que va encaminada a la
elevación del nivel de vida de la población.
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Hartmann Matos, Alejandro. El Museo Matachín, 32 años de trabajo comunitario. Págs. 32-43.
La interrelación museo-comunidad es una vía efectiva para cumplir los objetivos
que el museo como institución se traza. Esta relación biunívoca hace que los
pobladores de los asentamientos se conviertan en una columna de sostén para
algunas de las funciones del museo: el enriquecimiento de las colecciones, por
una parte, y el ujo de la información para las investigaciones, por la otra. La
premisa que hemos esgrimido como arma fundamental fue, es y será esta: que
sin la comunidad el desarrollo de la cultura es imposible.
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Erquicia Cruz, José Heriberto. La complejidad de las identidades, vista desde la memoria colectiva.
El caso de la localidad de Chalchuapa en El Salvador. Págs. 34-48.
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Vilá de Lara, Ana Cecilia. Claribel Alegría: mujer que se compromete.
Cenizas de Izalco: obra que delata. Págs. 45-61.
Resumen
En este artículo se exploran los acontecimientos sociales y los momentos de
violencia en El Salvador, particularmente en el año clave de 1932, en la novela
de Cenizas de Izalco de Claribel Alegría. A través de un acercamiento de género,
se explora cómo Alegría usa la representación tradicional de la mujer, como la
mejor manera de poner en evidencia las injusticias sociales ante el lector.
Palabras clave: Claribel Alegría, compromiso, social, Cenizas de Izalco,
denuncia, Maximiliano Hernández Martínez, Masacre del 32, violencia, política,
opresión, mujer, femenino/a, género, salvadoreña, El Salvador.
Abstract
In this paper I explore social events and violence in El Salvador, particularly
during the key year of 1932 and in the work Ashes of Izalco by Claribel
Alegría. Through a gender approach, I explore how Alegría uses traditional
representations of women to demonstrate evidence of social injustice to readers.
Keywords: Claribel Alegría, social commitment, Ashes of Izalco, denunciation,
Maximiliano Hernández Martínez, Massacre of 1932, violence, politics,
oppression, woman, female, gender, Salvadoran, El Salvador.
Antes de ser conquistado por los españoles, El Salvador era llamado Cuzcatlán
1
,
que signica “país de preseas” o “ciudad alhaja”.
2
Eso es lo que realmente es El
Salvador, una tierra de cosas preciosas en cuanto a su riqueza por su exuberante
1 Cuscatlán, en la actualidad.
2 De acuerdo con Pedro Geoffroy Rivas, en su Toponimia náhuat de Cuscatlán.
Claribel Alegría: mujer que se compromete.
Cenizas de Izalco: obra que delata
Ana Cecilia Vilá de Lara
Especialista en estudios culturales,
literatura latinoamericana y enseñanza
y aprendizaje del español
Doctora en Lenguas español/ italiano
cecilia.lara@uncp.edu
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Vilá de Lara, Ana Cecilia. Claribel Alegría: mujer que se compromete.
Cenizas de Izalco: obra que delata. Págs. 45-61.
vegetación, cerros y volcanes, que son bellos y fértiles. Ha sido por medio de
los diversos cultivos que se han producido en esas tierras que se ha permitido a
El Salvador tener una trayectoria en el desarrollo agrícola y comercial desde el
tiempo de la Colonia.
A pesar de esta riqueza, El Salvador ha sido cuna de una lucha continua entre sus
habitantes por la tenencia de la tierra. Este enfrentamiento y la lucha generada
han movido a muchos escritores a comprometerse con su patria y a contar su
historia. El objetivo de este estudio es analizar una obra literaria de una escritora
que, en su género, proyecta y divulga el dolor, la injusticia y la deshumanización
de un pueblo que sufre.
En este texto se presenta una novela de Claribel Alegría que, a través de su
literatura, se percibe su misión hacia El Salvador y que en su propio estilo
literario narra una historia de dolor y de sufrimiento social que ha teñido de
sangre a la tierra cuzcatleca. Es precisamente esa visión de compromiso con
su pueblo lo que ha motivado a estudiarla. Claribel Alegría plasma momentos
fríos vividos en un país totalmente ardiente; en donde existe una extrema
pobreza y en el que las luchas entre las clases han marcado su trayectoria. Si se
utiliza el adjetivo frío, es para dejar plasmada la idea de lo deshumanizante que
pueden llegar a ser esas luchas sociales, cargadas de violencia y de sangre. Son
enfrentamientos bélicos que de un modo u otro afectan a toda la nación.
Claribel Alegría nos ofrece una novela impregnada de hechos reales. Dentro de su
obra literaria, su novela le sirve de instrumento para canalizar los desequilibrios
sociales y la violencia política. El interés hacia esta escritora se debe, pues, a que
ella presenta un compromiso social en su obra. Se ha elegido la novela Cenizas
de Izalco para demostrar el profundo compromiso social de la autora. Pero
además, interesa acercarse desde una perspectiva de género. Claribel Alegría
utiliza la representación tradicional de la mujer como un ser más apto para la
expresión de sentimientos y pasiones, para lograr, emotivamente, hacer una
profunda denuncia social. La historia que ella cuenta pudo haber sido contada
por cualquiera. Sin embargo, el efecto que ella ha logrado, al hacer de ello una
obra literaria, ha sido el de alterar los sentimientos para conmover al lector y
por este medio reconocer la injusticia. Ella utiliza esa representación tradicional
para denunciar “emocionalmente” el dolor ocasionado por la violencia y el
terror que los conictos sociales han producido a la población salvadoreña
desde siempre. Es una mujer que transgrede la frontera literaria para hacer un
llamado a la memoria colectiva y no dejar que los sucesos que marcaron El
Salvador sean olvidados.
Elegir a Claribel Alegría, que nace en 1924, no es arbitrario. Ella pertenece a una
generación de extrema violencia política y utiliza su obra para hacer una rotunda
denuncia social de la violencia que históricamente ha tenido que afrontar la
población salvadoreña y que forma parte de la etapa histórica que le tocó vivir. La
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Vilá de Lara, Ana Cecilia. Claribel Alegría: mujer que se compromete.
Cenizas de Izalco: obra que delata. Págs. 45-61.
historia de El Salvador no se conforma de hechos aislados, sino por el contrario,
desde la expropiación de las tierras indígenas por los conquistadores, pasando
por los conictos entre moderados y conservadores tras la Independencia, y
por una clara corrupción de la clase política salvadoreña, la violencia política
y social ha sido una realidad. Cenizas de Izalco es principalmente el año de
1932. El marco histórico de El Salvador durante esa época es sumamente
conictivo en todo aspecto. Fue un tiempo de revoluciones, luchas de clases
sociales, organizaciones sociopolíticas, y sobre todo violencia. Entre todos
estos conictos se dio uno que atañe directamente a este ensayo. Fue el de la
lucha de la mujer por su dignicación como ciudadana dentro de una sociedad
igualitaria. En cuanto al papel de la mujer salvadoreña, se puede decir que, en
lo general, seguía uno similar al prototipo de la mujer española del siglo XIX,
más especícamente con el modelo que ofrece Pilar Sinués en sus publicaciones
de El Ángel del Hogar (Guardia, 2007, p.20). Prepararse y cultivarse eran partes
importantes, especialmente en la mujer de sociedad, pero con el único objetivo
de atender los asuntos del hogar. Sin embargo, en El Salvador también existieron
mujeres emprendedoras que pensaron que el papel de la mujer podía ir más
allá del entonces establecido. Eran mujeres transgresoras, ya que condujeron a
cambios políticos importantes. Una de estas, y quizás la más importante como
precursora de cambios en el bienestar de la mujer, fue Prudencia Ayala.
Prudencia Ayala nació en 1885 y murió en 1936; ha sido un personaje
representativo de la mujer salvadoreña en busca del cambio. Ella no solo aportó
sus enfoques a través de la literatura, sino que luchó activamente por los cambios
sociales y políticos de su país.
Prudencia Ayala fue la primera mujer salvadoreña en exigir el reconocimiento
de sus derechos de ciudadana y en utilizar sus escritos literarios para reivindicar
los derechos de las mujeres (Duarte, 1973, p. 16).
En el año de 1930, Prudencia Ayala lanzó su candidatura para presidenta de la
República. En los preparativos de su campaña monta cajones de madera para
poner su tarima como tribuna y desde allí exponer, a fuerza de garganta, los
problemas de las elecciones y la falta de igualdad de género. La siguiente frase
era una de sus quejas en contra del sistema legal: “¿Cómo podría ser yo Jefe
nacional, cuando el sexo femenino no tiene establecido en la Constitución el
derecho al sufragio, que en justicia merece ser parte integrante de toda sociedad
humana?” (Murcia, Clic.org).
El siguiente párrafo es parte de un discurso dado en homenaje a Prudencia Ayala.
San Salvador, 11 de julio de 2006. La Licda. María Isabel Villegas dijo lo
siguiente:
Prudencia Ayala fue una mujer que se adelantó a su época, una visionaria
que desaó a principios del siglo pasado las prohibiciones de una cultura
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Vilá de Lara, Ana Cecilia. Claribel Alegría: mujer que se compromete.
Cenizas de Izalco: obra que delata. Págs. 45-61.
Todo este movimiento hacia la aceptación de la ciudadanía de la mujer es parte
del marco histórico de El Salvador durante el tiempo narrativo de Cenizas de
Izalco. Claribel Alegría, al igual que Prudencia Ayala, es una mujer que como
escritora promulga la libertad femenina como derecho de ella misma para tomar
sus propias decisiones. Por medio de las guras literarias y por la narrativa
del discurso, se deja entrever el aspecto de cómo la mujer había sido vista
tradicionalmente y la lucha interna de ella por liberarse de esas normas sociales
establecidas.
Hay varios tipos de discursos presentes en la obra. Entre ellos están el
de las injusticias sociales y el de la guerra, que serán puntualizados en esta
investigación, pero también está fuertemente tocado el discurso que norma el
comportamiento de las mujeres solteras; el discurso de la mujer como ama de
la casa, que es parte del discurso normativo. Dentro de este hay otro que se
debe tratar, que es el de la mujer sin derechos como ciudadana, que aun cuando
Claribel Alegría no le da mucha importancia dentro de la novela, lo toca lo
suciente como para advertir el mensaje. Cenizas de Izalco fue publicada en
1966, pero la historia del libro se remonta a los años 30, por lo que es necesario
recordar que el sufragio femenino no fue otorgado sino hasta 1938, dos años
después de la muerte de Prudencia Ayala.
En este texto se presenta una serie de datos sobre los sucesos más relevantes de
la historia de El Salvador, la cual fue una realidad que inuyó en gran manera
en la vida de Alegría. Primero, se estudia la dictadura del general Maximiliano
Hernández Martínez, presidente de El Salvador (1931-1944), quien fue la
gura política que prevaleció durante la niñez y juventud de Claribel. Luego se
presentará un análisis de la obra elegida para demostrar el profundo compromiso
social de esta escritora con un aspecto de la realidad salvadoreña.
El Salvador 1890-1932
A nales del siglo XIX e inicios del XX, El Salvador era considerado
como una República de alta producción cafetalera. El cultivo de este grano
permitió, paulatinamente, la concentración de grandes capitales en ciertos
grupos privilegiados, formando así los latifundios. Estas familias o grupos
privilegiados ejercían una gran inuencia en el poder político del país debido a
su tremendo poder económico. Una de las mayores atribuciones que tuvieron
fue en la elección de una serie de presidentes civiles pertenecientes a familias
del mismo gremio económico y social. Como explica Peñate, una de las
familias más importantes y que ocupaban los cargos más altos en el partido
político democrático era la dinastía Meléndez-Quiñónez (1913-1927) (Peñate
2002, pp. 79-80). El presidente anterior a Alfonso Quiñónez Molina fue Carlos
patriarcal autoritaria que la calicó de loca, porque denunciaba la
pobreza, la injusticia y la hipocresía (Iglesia, Ecuménico).
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Vilá de Lara, Ana Cecilia. Claribel Alegría: mujer que se compromete.
Cenizas de Izalco: obra que delata. Págs. 45-61.
Meléndez (1913-1914; 1915-1918). Luego pasó a la presidencia su hermano
Jorge Meléndez (1918-1923); que al mismo tiempo eran cuñados de Alfonso
Quiñónez Molina, quien ejerció el cargo de vicepresidente y que para el año de
1923 fue elegido presidente de la República y, por tanto, continuó un gobierno
que favorecía los intereses de la clase dirigente del país.
Esta corrupción a escala nacional causó una desintegración económica y de
resentimiento social en las grandes masas populares. Entre las protestas sociales
que ocurrieron, la manifestación de mujeres tiene vital importancia para este
trabajo, ya que documenta a las mujeres como parte activa de la sociedad.
Así mismo, en El Salvador, durante esa misma época, surgen los primeros
movimientos a favor de la superación de las mujeres, liderados por Alice
Lardé de Venturino, quien fue la primera mujer de América que se incorpora
como miembro de la Academia de Ciencias y Bellas Letras y Nobles Artes de
Córdoba, España. Según Duarte (1973), Alice Lardé lo hizo como seguidora de
la lucha de Prudencia Ayala, primera mujer en exigir el reconocimiento de los
derechos de ciudadana y en utilizar sus escritos literarios para reivindicar los
derechos de las mujeres (p.16).
Son las mujeres las que se organizan para protestar pacícamente sobre
el fraude electoral en contra de Tomás Molina, candidato que se presentaba
para presidente pero fue derrocado por Alonso Quiñónez. La presidencia
de Quiñónez duró cuatro años. Durante este tiempo, campesinos y obreros
comienzan a organizarse en asociaciones, confederaciones y sindicatos para
luchar por sus derechos. Vale la pena mencionar la situación internacional que
simultáneamente se está dando. En el libro de El Salvador. Historia General,
Óscar Martínez Peñate señala que
La Primera Guerra Mundial (1914-1918) y el triunfo de la Revolución
rusa (1917); en el ámbito regional la Revolución mexicana (1910-1917) y
el antiimperialismo del pueblo nicaragüense liderado por Augusto César
Sandino, gravitaron de alguna manera en la vida política, económica y
social salvadoreña de este período (80).
En 1927, Romero Bosque sucedió a la presidencia de Alonso Quiñónez y gobernó
hasta 1931. El país también se vio afectado por la depresión económica mundial
de 1929, por lo que su gobierno resultó dañado cuando el café sufrió una gran
caída de precio y muchos productores dejaron que su cosecha se pudriera en las
plantaciones en lugar de contratar a los campesinos para cortar el grano. En 1930
hubo una petición exigiendo una ley que garantizara los contratos laborales:
“Garantizar los contratos laborales en las ncas y establecer un salario mínimo
para los trabajadores agrícolas”. Los problemas se multiplicaron, y para cuando
Bosques dejó la presidencia alrededor de mil doscientas personas habían sido
encarceladas por actividades izquierdistas o agitación obrera (Parkman 2003,
p. 50).
50
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2015 AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Vilá de Lara, Ana Cecilia. Claribel Alegría: mujer que se compromete.
Cenizas de Izalco: obra que delata. Págs. 45-61.
El ingeniero Arturo Araujo subió a la presidencia en marzo de 1931, pero en
diciembre del mismo año el general Maximiliano Hernández Martínez dio
un golpe de Estado, quedándose como presidente dictador por los sucesivos
catorce años. En estos años de dictadura se vivió la masacre de 1932, masacre
que marcó una brecha en la historia de El Salvador. El Partido Comunista
Salvadoreño se alzó en armas. Las tropas del gobierno descubrieron el complot.
Se produjo una matanza de miles de campesinos, en su mayoría del occidente
del país, y de líderes populares, entre ellos Feliciano Ama y Agustín Farabundo
Martí, este último era el líder principal de las actividades izquierdistas y luego
mártir de la guerrilla salvadoreña.
Claribel Alegría y Cenizas de Izalco
A pesar de que Claribel Alegría es coautora con su esposo Darwin Flakoll del
libro Cenizas de Izalco, en este ensayo se otorga igual responsabilidad a cada
una de las partes escritas por los autores. De esta manera, y de acuerdo con la
posición de Seidy Araya, es de suponer que fue el enriquecimiento de sus partes
lo que le dio la globalidad a la novela.
Claribel Alegría nació como Clara Isabel Alegría Vides en Estelí, Nicaragua.
Desde los nueve meses de edad se trasladó con su familia a la ciudad de Santa
Ana, El Salvador. Su padre era médico nicaragüense y su madre salvadoreña.
Su familia se vio forzada al exilio, por lo que se instalaron en esa ciudad. Allí
estudió en el colegio “José Ingenieros”, que había sido fundado por su tío
Ricardo Vides. Para el año de 1943, Claribel se muda a los Estados Unidos para
asistir a la George Washington University, donde recibió una licenciatura en
Artes y Filosofía. En el año de 1947 se casa con Darwin J. Flakoll, periodista
y diplomático estadounidense, con quien tuvo tres hijos. Claribel y su familia
tuvieron la oportunidad de viajar y vivir en diversos países y ciudades
importantes, entre ellos Chile, Buenos Aires, Montevideo, París y Nicaragua.
Mantuvo amistad con guras literarias importantes, tales como Mario Vargas
Llosa, Juan Rulfo, Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Mario Benedetti. En el
año de 1950 se convirtió en socia honoraria del Ateneo Americano. Trabajaron
numerosos escritos literarios en conjunto con su esposo, a quien llamaba Bud, y
con quien a veces rmaban como Claribud. Su esposo muere en el año de 1979.
Sus publicaciones son ricas en libros de poesía, cuentos y novelas. Su primera
obra fue Anillos del silencio, publicada en el año de 1948. En el 2006 obtiene el
Premio Internacional Neustadt de Literatura.
Acerca de la narrativa de Claribel Alegría, dice Araya (2003): “Se arma la
referencialidad de los textos en el sentido de que recuperan grandes hechos
históricos y se inspiran en costumbres centroamericanas” (p.19). Cenizas de
Izalco no se aparta de las armaciones de Araya, es una novela que captura
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Vilá de Lara, Ana Cecilia. Claribel Alegría: mujer que se compromete.
Cenizas de Izalco: obra que delata. Págs. 45-61.
hechos históricos de El Salvador. Según Gil Casado, para que una novela
sea considerada novela social debe tratar sobre el estado de la sociedad, sus
injusticias o desigualdades, así también se debe referir a un sector o a la totalidad
de la sociedad. Asimismo, debe de existir testimonio que sirva de base a una
denuncia o crítica y tiende hacia el realismo colectivo (p. 66). Siguiendo la
clasicación denitoria de Gil Casado, Cenizas de Izalco es una novela social,
ya que trata sobre el estado especíco en que se encontraba la sociedad de El
Salvador, así como las injusticias llevadas a cabo en un sector especíco de la
sociedad. Es una novela que tiene testimonio de denuncias sociales y encierra
un realismo colectivo, pues presenta los problemas especícos que el sector
campesino padeció.
El marco histórico presente en la novela es el de los años 60 del siglo XX, aunque
hace referencias a la década de los años cincuenta para indicar la inmovilidad
social del país. Pero al mismo tiempo nos ubica en los años de 1930 a 1932. El
lector vive intensamente la masacre o genocidio del año de 1932, recuperando
de esta manera la historia de años de violencia real vivida en El Salvador y
sufrida más en las ciudades al occidente del país. Cenizas de Izalco se desarrolla
en la ciudad de Santa Ana.
El argumento de la obra se centra en el personaje de Carmen, que vive en los
Estados Unidos, especícamente en Washington, y va al entierro de su madre,
Isabel, señora perteneciente a la alta sociedad de Santa Ana. El padre de Carmen,
el Dr. Alfonso Rojas, su hermano Alfredo y su tío Eduardo, hermano de Isabel,
forman la familia principal de Carmen. Una familia que representa un estatus de
clase media alta en la sociedad salvadoreña. Frank Wolff es uno de los personajes
principales de la novela Cenizas de Izalco. Frank es un forastero norteamericano
que llegó a Santa Ana, escapando de una vida vacía a la que el alcoholismo
lo había llevado. Frank se hospeda en la casa de otro norteamericano, Virgil,
amigo de su juventud y ahora misionero evangelista. Frank era un escritor, pero
su vicio lo había alejado de su ocio. Es a través del diario de Frank, que le fue
dado a Carmen por voluntad de Isabel, que a Carmen se le revela el otro rostro
de su madre. “La dejamos sola entre sus muertos. Frank se llevó con él un
rostro distinto de mamá, uno que nunca adiviné” (Alegría, 1987, p. 175). Para
Carmen, Isabel era la gura miticada de lo que era una madre, esposa y ama de
casa. Nunca se pudo haber imaginado que su madre no hubiera sido feliz y que
tuviera sentimientos amorosos hacia otro hombre que no fuera su padre.
Es el diario de Frank el recurso literario que la escritora Claribel Alegría utiliza
para presentar el pasado relativo de la novela, donde las alusiones se remontan
a treinta años atrás del momento en que transcurre la obra.
Como señala Araya, en un estudio de la obra de Alegría (1987), “los efectos
semánticos se logran mediante la yuxtaposición de fragmentos paralelos del
pasado (1931-1932) y el presente (años cincuenta y sesenta)” (p. 21). En
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Vilá de Lara, Ana Cecilia. Claribel Alegría: mujer que se compromete.
Cenizas de Izalco: obra que delata. Págs. 45-61.
esa interposición de datos se nos van presentando momentos íntimos de los
personajes, principalmente entre Isabel, la madre de Carmen y el mismo Frank,
así como sus relaciones familiares, situaciones costumbristas de la sociedad,
hechos crueles e históricos, tan reales como la erupción del volcán de Izalco
en 1932 y el levantamiento armado del mismo año, que marcaron al pueblo
salvadoreño.
Las normas sociales esperaban que la mujer se casara. La sociedad había
propuesto los modos de comportamiento, desde niñas; la mujer había sido
criada para eso, para ser ama de casa. Era lógico que al salirse de ese esquema
los grados de frustración fueran expresados de diversas maneras y por tanto
sufrieran de inadaptación dentro de la sociedad.
Está clara la analogía de la ciudad y la mujer, donde el tiempo lineal transcurrido
ha sido representado por la pasividad de la mujer, por la que han pasado los años
y sigue igual, a la espera de un cambio, en su condición social, pero de una
forma totalmente pasiva. La representación de estar estancada en el tiempo la
hace nuevamente con la metáfora de la telaraña. Sobre esto nos dice Cirlot: “La
araña en su tela es considerada en la India como Maya, la eterna tejedora en el
velo de las ilusiones (…). El simbolismo de la araña penetra profundamente en
la vida humana para signicar aquel sacricio continuo” (Cirlot, 1997, p. 85).
Carmen vuelve a hacer alusión a la norma sobre la mujer soltera. Son todos
estos pasajes, en la voz de Carmen (voz femenina), que expresan ese discurso
donde presentan la visión de la mujer soltera.
Pareciera que el modelo de la mujer de Pilar Sinués fuera una norma de
comportamiento generalizada y popularizada en El Salvador a principios del
siglo XX. Las jóvenes solteras o adultas solteras no tenían mucha opción. Su
papel conductual ya estaba predeterminado por la sociedad, en este caso, de
Santa Ana, lo cual es lo mismo para el resto del país.
Hace años, cuando regresé por primera vez la volví a ver. Luego cuando
regrese con Paúl y mis hijos, y ahora, hace dos días. Cada vez más vieja,
más marchita. Una araña que nunca atrapó nada; allí encogida en el
centro de su red (…). Toda una vida de amargura estólida y pública
resignación (…). La inmovilidad de la señorita Soto es un reto a la
ciudad, una burla al movimiento (…) que piensan que algo pasa en Santa
Ana (Alegría, 1987, p.17).
En mi Santa Ana no hay lugar para las tías solteronas. Puede ser que esté
cambiando, pero hace veinte años el único futuro para las señoritas de
“sociedad” era casarse con cualquiera, siempre y cuando ese cualquiera
perteneciera a una familia conocida. Lo único que se les permitía hacer a
las tías vírgenes era dulces para los sobrinos, tapetes de crochet y bizcochos
(Alegría 1987, p. 25).
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Cenizas de Izalco: obra que delata. Págs. 45-61.
De este modo se puede observar ese discurso de la mujer como ama de casa y
sin derechos de ciudadana. Carmen analiza la vida de su madre; y es allí donde
muestra la rutina de una dama del nivel social de la clase media alta de
El Salvador.
La señora de la casa era el alma del hogar. El objetivo de ella era el de organizar
que todo estuviera en su lugar y asegurarse de no ser ella la causa del chisme que
podría ser parte de las entretenciones sociales. Este era un patrón conductual de
la época. En España, en el siglo XIX, aparece literatura especial para la mujer.
Libros y periódicos para aprender a ser una dama. Una revista característica es
El Ángel del Hogar de Pilar Sinués (Guardia, 2007, p. 20). En la siguiente frase
se ve una muestra de ese pensamiento: “(…) viviré para educar a mi Teodora;
pero como se debe educar a la mujer; esto es, para que sea el ángel tutelar del
hombre a quien se una y no el ángel destructor” (Sinués. 2009, p. 355).
Carmen se detiene a observar la casa y piensa que todo lo que está en la casa,
incluyendo la gente, va a padecer por la falta de su madre, y dice: “Tengo que
decirle a Cata que cuide estas plantas. Se van a secar sin ella. Papá, las plantas,
cuántas otras cosas. ¿Qué se sacaría si yo desapareciese repentinamente?”
(Alegría, 1987, p.16). Carmen, además de iniciarse fuertes cuestionamientos
acerca de su vida, se empieza a preocupar por todo lo que ha rodeado a su madre
y cómo todo esto no va a subsistir por la falta de su madre Isabel; lo piensa
como un ecosistema natural, donde la falta de uno de los elementos hace la
desaparición de los otros. Sin embargo, Frank introduce una idea opuesta a la
anterior: es él quien le hace ver a Isabel, en su afán por convencerla a que huya
con él, que ella no es más que un objeto en esa casa:
Es esta descripción de Frank la que puntualiza la visualización de la mujer en la
década de los treinta, cuando aquella todavía no había sido considerada como
Mamá ni siquiera iba al mercado. Era la Cata. Después del desayuno
planear el menú con la cocinera, ver si están brillantes los pisos y los
cobertores estirados, regar el patio, arrancar la maleza de las plantas.
Un rato para leer o escribir cartas; para sentarse, simplemente, si hace
mucho calor. A las once llegan los niños del colegio y el tiempo pasa rápido
hasta que se vuelven a ir. Entonces viene la siesta a las tres, el refresco,
a las cuatro sale papá a visitar a sus pacientes y mamá escucha música
o lee. A las cinco volvemos del colegio y comienzan las visitas a llegar
sin anunciarse. Un interminable chorro de parientes; llegan a masticar el
mismo chisme, lo mastican, lo gustan, lo vuelven a masticar hasta que otro
mejor aparece (p.16).
—No amas a Alfonso —dijo—, te ha engañado, te trata como a esposa,
propiedad privada, bien inmueble. Sonrió con exageración. —Eres un bien
móvil, Isabel (…). Para él tú eres “esposa”, “madre”, “ama de casa” en
la misma medida que una “maceta” es una maceta (p. 149).
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Vilá de Lara, Ana Cecilia. Claribel Alegría: mujer que se compromete.
Cenizas de Izalco: obra que delata. Págs. 45-61.
una ciudadana. Sobre este hecho se tiene una sola cita en el libro, donde Isabel
pronuncia claramente que las mujeres no votan: “Las mujeres no votamos en El
Salvador —dijo—. Cuando los hombres empiezan a discutir política, nosotras
cerramos los oídos y pensamos en cosas más importantes. A propósito —se
levantó—, ya la cena está lista” (p. 42). Pareciera ser que Isabel está conforme
con esa política, sin embargo, el hecho de agregar “pensamos en cosas más
importantes” muestra un claro tono de acusación irónica.
El año en que esta conversación está siendo llevada a cabo es el de 1932. En
efecto, en la realidad histórica de ese mismo año, la mujer salvadoreña aún no
tenía derecho a votar. Así se mira en el siguiente enunciado:
Como se puede ver en este discurso, la mujer no es más que un objeto de
pertenencia. Es, así mismo, la esposa y la madre, pero sobre todo la embellecedora
del hogar, un hogar que sin su presencia se marchita como una planta.
De este modo, la denuncia social de Alegría se nos muestra a través de diversos
personajes, entre ellos Eduardo, Virgil y por supuesto Frank. Es interesante ver
cómo la realidad social de más peso se introduce a través de las voces masculinas
de ellos tres. En este sentido, hay un juicio de valor. La autora considera que la
sociedad prestará más atención si la voz narradora de los sucesos políticos es
masculina. En el tiempo narrativo de la obra todavía las mujeres salvadoreñas
estaban alejadas de la ciudadanía, del espacio público por excelencia, que es la
vida política.
Claribel Alegría quiere transmitir su mensaje y se vale de los recursos que
sean necesarios para que su palabra sea escuchada. Utiliza desde el título de
la novela hasta los personajes que intervienen en ella para recobrar la memoria
de una parte de la historia de los salvadoreños. Como ejemplo de esto se tiene
el título de la novela, Cenizas de Izalco, reriéndose al volcán de Izalco, el
cual ha sido como un emblema patriótico para todos los salvadoreños. Sus
erupciones, cuando estaba en actividad continua, fueron majestuosas, al punto
de ser llamado “el faro del Pacíco”. Unir este símbolo patrio a lo largo de
toda la narración provoca un sentimiento de identicación nacional que permite
ver más de cerca el dolor en la pérdida y en la injusticia de la propia gente
salvadoreña.
Dos años después de la muerte de “Doña Prudencia”, el 11 de julio de
1936, con los esfuerzos de la “Confraternidad de Señoras”, las mujeres
tendrían en sus manos los primeros frutos políticos. A partir de 1938,
el sexo femenino comienza a gurar en la política nacional cuando el
gobierno del Coronel Osorio, acepta un acuerdo de la Asamblea Nacional,
donde se reconocía, mediante decreto, el derecho de las salvadoreñas para
emitir su voto como ciudadanas (Murcia, Clic.org).
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Vilá de Lara, Ana Cecilia. Claribel Alegría: mujer que se compromete.
Cenizas de Izalco: obra que delata. Págs. 45-61.
De este modo, el título de la novela viene a ser de gran importancia. Primero,
evoca un hecho real, ya que el volcán de Izalco se mantuvo activo durante
muchos años, pero precisamente el año de 1932 coincidió la erupción con la
matanza de los campesinos de la zona occidental del país (Alvarenga, 1996,
p.9), una de las matanzas más sangrientas y duras de la historia de El Salvador.
En el periódico Vértice, bajo el encabezado de “1932: setenta años después”, se
relatan los hechos sucedidos:
Fue precisamente por esa insurrección de los campesinos por lo que luego
fueron castigados tan injustamente. Su castigo, como narra Claribel Alegría,
fue ser asesinados a sangre fría, como animales “rabiosos” a los que había que
eliminar. Se les pidió que entregaran sus machetes y que se concentraran en
la plaza de Izalco donde se les iba a dar un discurso. Media vez estuvieron
todos reunidos en la plaza, todos ellos fueron ametrallados. En el año de 1932
gobernaba en El Salvador el general Maximiliano Hernández Martínez.
En uno de los pasajes de la novela, Frank relata, en la última entrada en su diario,
la huida de una emboscada perpetrada por los campesinos al autobús donde él
iba. Frank describe la euforia de rebelión que llevaban los indígenas y de cómo
él logra escapar. Todo el viaje de Frank en el autobús y su huida, así como su
supervivencia en el campo y la vivencia de la matanza, es un rito de pasaje
en donde las cenizas y la erupción del volcán pasan a ser más que un simple
trasfondo del paisaje. Primeramente menciono el hecho de ser un rito de pasaje
porque se produce una revelación en Frank. Todo ese viaje que le produce una
internalización de la crudeza de los hechos históricos de ese momento. Como
señala Cirlot: “(…) Viaje no es una huida ni un sometimiento, es evolución (…).
Las pruebas —y las etapas del viaje— son ritos de puricación. (…)” (p. 472).
En este sentido, la novela de Alegría combina ese viaje de Frank con las cenizas
del volcán y su erupción. En todo el diario de Frank aparecen menciones de
movimientos de la tierra a causa del volcán, humos y cenizas saliendo de él. Es
como si el volcán fuera esa presencia continua en movimiento que, a causa de
una fuerza natural, no puede ser contenida y tiene que salir porque la presión
ejercida ya no puede resistir.
Alegría presenta la erupción del volcán en relación con el hecho de la sublevación
de los campesinos. Era algo que se venía preparando y, al ponerlo en conjunto
con la erupción del volcán, muestra la temática discursiva de la autora. La
Antes de la medianoche del día 22, con la erupción del volcán de Izalco
como marco cinematográco, varios miles de campesinos se lanzaron a la
invasión de poblaciones como Villa Colón, Juayúa, Salcoatitán, Sonzacate,
Izalco, Teotepeque, Tepecoyo, Los Amates, Finca Florida, Ahuachapán,
Tacuba y otras poblaciones más, azuzados por los dirigentes comunistas y
armados con machetes y algunos cientos de fusiles (1932: Vértice).
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Vilá de Lara, Ana Cecilia. Claribel Alegría: mujer que se compromete.
Cenizas de Izalco:obra que delata. Págs.45-61.
naturaleza, para Claribel Alegría, no se puede controlar. El campesino, como
ser indígena, representado por la cultura occidental como ser próximo a la
naturaleza, sale de las tierras a la ciudad para ajusticiar a los que los oprimen.
Lo que sucedió a causa de ese levantamiento fue el orden puesto con extrema
violencia por los militares, hecho conocido como “La masacre del 32”.
A través de toda la obra, Alegría denuncia la calidad inhumana y la extrema
pobreza en la que viven los campesinos y el hecho de que todo sigue igual.
Son treinta años el período temporal de la novela, y al referirse en el presente
narrativo alude a que “todo está igual que antes (…) no pasa nada en Santa Ana.
Los días, los meses, los años no signican nada” (Alegría, 1987, p.72).
La denuncia de Alegría es clara y rotunda en muchas propuestas. Así arma lo
siguiente:
Luego presenta una conversación con las dos señoras, Meches y Celia, que han
llegado a visitar a Carmen y a su padre, algunos días después del entierro de
Isabel, la madre de Carmen. En ese dialogo presenta una posición de la clase
alta salvadoreña ante el trato que las autoridades y los terratenientes le dan a
los pobres:
Con este diálogo la escritora presenta el juicio de valor que está en juego: el lujo
frente a la necesidad. La frase que se marca en negritas es para resaltar el hecho
de suprimir el único lugar de abastecimiento de una necesidad extremadamente
básica para la subsistencia humana, como el agua, y de la cual están sacando
aun provecho las clases dirigentes, ya que no la regalan sino que la venden.
Para el tiempo de corte se van a las ncas con sus padres; les pagan por
tarea, no les dan su ración de comida, porque dicen los patrones que no
rinden lo suciente (…) este país no podrá prosperar hasta que sus niños
no se alimenten mejor, hasta que en vez de cantinas se construyan escuelas
(p. 31).
Antes de que te vayas —dice Meches— tienes que venir a ver la casa que
le regalé a Lito y Tere (…) por supuesto que me ha costado una fortuna;
hemos hecho traer rosas de Inglaterra y plantas raras de la India que Lilo
quería. Hay una piscina (...). Es el único lugar que tiene agua en toda
la región (…) toda la piedra de la pared de enfrente, la hicimos venir de
Guatemala; los azulejos de los baños (…) todito se pidió de los Estados
Unidos. (…) Lo único malo, doctor —continúa Meches inexorable—, es el
traspatio, donde tenemos la bomba, se mantiene lleno de gente que llega
a comprar agua. Son tan sucios, (…) A veces me dan ganas de quitar la
bomba, pero es un buen negocio (…) es el único lugar donde hay agua por
ahí (p. 71).
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Vilá de Lara, Ana Cecilia. Claribel Alegría: mujer que se compromete.
Cenizas de Izalco:obra que delata. Págs.45-61.
En otro segmento del libro, Frank acompaña a Virgil a las afueras de Santa Ana
para examinar a unos cerdos. En el discurso de Virgil se tiene una denuncia más
clara y directa de la realidad que el observa:
Luego el diálogo entre Eduardo (hermano de Isabel y a favor de los cambios
que proponía Farabundo Martí, el cual aparece en la obra con su propio nombre
y apellido) y Frank expresa claramente cómo Alegría utiliza la obra como una
herramienta de denuncia social. En este pasaje, Eduardo le dice a Frank:
En la cita anterior también se puede notar la repetición de la preocupación de
Alegría por el hecho de que los niños pobres no van a las escuelas. En ese
fragmento agrega el factor de que no hay ninguna movilización social. En otra
conversación familiar, y en el tiempo presente narrativo, alrededor de 1960,
Carmen pregunta: —¿No hay escuela en la nca?/ —Lo que hay es un cuartucho
con piso de tierra. Dice que es deber del Estado levantar las escuelas. / —¡Qué
horror! —digo—, nada ha cambiado aquí en los últimos treinta años (p. 127).
Continúa la gran preocupación de la autora por hacer ver la falta de educación
en el sector trabajador del país.
Frank, al haberse escapado de los campesinos insurgentes, se encuentra perdido
en la selva y cerca del volcán de Izalco: “Las cenizas seguían cayendo sobre mi
rostro mientras la luz demoníaca iluminaba los árboles y el camino cada vez con
mayor intensidad” (Alegría, 1986, p.154).
De las cenizas, dice Cirlot que simbolizan el instinto de la muerte y que surgen
como amenaza. Así, Alegría (1987) arma:
—¿Qué piensas —exclamó Virgil— de esas barriguitas hinchadas, de la
suciedad en que viven? Hasta diez personas viven en un solo cuartucho
—continuó—, dos y tres en cada catre, y los demás en el suelo. Un
parasicólogo tendría que estar ocupado por lo menos tres meses con esos
seis niños que estaban junto a la puerta (…) más de la mitad fallecen antes
de cumplir un año. (…) Nunca beben leche ni comen carne (p. 85).
Traté por un momento de ver la realidad. El ganado que acabamos de dejar
atrás, camino al matadero, no es de las gentes que lo guían, ni siquiera son
de ellos las carretas o los bueyes. Don Juan Domínguez es el dueño (…)
Todo lo que ve, con excepción de la grava, las líneas de teléfono y este auto
está exactamente igual desde hace doscientos años (…) ¿Cómo le gustaría
a usted ser tratado como un burro toda su vida y ver a sus hijos crecer en
la misma miseria, sin poder ir a la escuela? (p. 96).
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Vilá de Lara, Ana Cecilia. Claribel Alegría: mujer que se compromete.
Cenizas de Izalco: obra que delata. Págs. 45-61.
Frank logra llegar al pueblo de Izalco donde se entera de que hacía unos días los
campesinos se habían levantado, con machetes, en un intento de rebelión contra
sus opresores. Frank trata por todos los medios de tomar un transporte que lo
lleve a Santa Ana, lo que le es imposible, por lo que el personaje de Frank se
convierte en un testigo visual que permite al lector entrar a través de sus ojos
a presenciar una escena aterrorizadora: —Desarmamos a los campesinos de la
región —dijo—. Hay órdenes de fusilar a cualquiera que se encuentre esta tarde
con machete o sin salvoconducto. (…) —Nadie sale— nos informó un sargento
gordo (…) hay órdenes estrictas de que nadie salga (Alegría, 1986, p. 167).
Todos los campesinos desarmados, estaban reunidos en la plaza. Frank y Virgil,
que había llegado a recogerlo, lograron entrar en una cantina mientras esperaban
a que el general llegara a dar su discurso a los campesinos reunidos en la plaza.
“Se estiman que entre 15.000 y 30.000 personas” (Alvarenga, 1996, p. 17).
La culminación de la novela es la parte más trágica, donde la escritora
“genéricamente” pretende desequilibrar emocionalmente al lector. Así, nos
entrega una escena dura, cruel y altamente conmovedora, donde sin quererlo
uno se hace presente junto a Frank en esas líneas que él mismo escribió en su
diario:
En este último pasaje está claro que la escritora Claribel Alegría quiso perpetuar
la memoria de un pueblo a través de la historia sangrienta relatada en esta novela.
Alegría combina las necesidades existentes de la pobreza salvadoreña, donde
Carmen está constantemente indignada por la falta de desarrollo y escuelas en
su país y el caso de la opresión que llevó a los campesinos (en su mayoría
indígenas) a sublevarse.
Una ola de lava se abrió paso a través de una grieta en el cráter (…) La
corriente de lava se convirtió de pronto en el poderoso brazo de Tlaloc,
que salía del cono (…) Estaba despierto. Tlaloc, se preparaba a levantarse,
a salir de su cráter, a caminar su tierra una vez más, sembrando terror y
muerte y destrucción (Alegría 1986, p.156).
En eso se oyó la primera raca taca taca de ametralladoras. — ¡Por
Dios!, Frank, es una emboscada. Disparan desde los camiones. (…)
Las ametralladoras estaban montadas en los camiones, con ociales
manejándolas. Mientras mirábamos la masa de campesinos en el espacio
abierto de la plaza, salía de su estupor (…) Yo estaba paralizado, todavía
sin poder dar crédito a lo que mis ojos contemplaban. Los rimeros de
cadáveres formaban una masa enmarañada que protegía los camiones.
(…) Todo esto pasó en menos de un minuto (…). Aun con media docena
de ametralladoras lleva tiempo matar cinco o seis mil personas (Alegría,
1987 pp. 169-171).
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Vilá de Lara, Ana Cecilia. Claribel Alegría: mujer que se compromete.
Cenizas de Izalco: obra que delata. Págs. 45-61.
Conclusión
Hasta aquí, se demuestra cómo Claribel Alegría se ha sabido comprometer con
la historia de su país y que se vale de sus obras literarias para hacer así una
profunda denuncia social, tanto sobre la opresión de la mujer que se ciñe a
las normas sociales como al sufrimiento de un pueblo que está bajo un poder
opresivo. La escritora reclama a las emociones del lector para presentar las
injusticias o situaciones políticas existentes.
Claribel Alegría presenta una analogía sobre la opresión misma que la mujer
siente y la que ha llevado a los indígenas a sublevarse. Plantea el entendimiento
de Frank hacia el por qué Isabel no se podía ir con él, al mismo tiempo que
Frank observa a través de una ventana de una cantina, en la plaza de Izalco, la
masacre del 32.
Cuando Frank observa a través de la ventana, es como si estuviera viendo a
través de Isabel; y se da cuenta que intentar un cambio es derramar sangre y
sufrimiento en sus descendientes. Por eso decide irse, comprende que Isabel
no se puede ir con él porque él no es capaz de pedirle que se subleve contra
las normas sociales, ya que esto traería mucho sufrimiento no solo a Isabel,
sino también a los hijos de ella. Lo interesante es que Frank hace esta toma de
conciencia cuando mira a través de la ventana.
La escritora hace uso de su personaje para introducir a los lectores en ese
momento. El lector forma parte de los testigos del castigo de un pueblo. De
la ventana, dice Cirlot (1997): “Por su forma cuadrangular, su sentido se hace
terrestre y racional. Es también un símbolo de la conciencia” (p. 470). Frank
razona lo irrazonable y entiende que ya no puede seguir insistiéndole a Isabel
que deje a Alfonso. Él toma conciencia del papel de ella y de que él es el que
está de más y que solo fue un forastero, tanto en la ciudad como en el cuerpo
de ella. Aun en esto último se ve una analogía: como madre, o Magna Mater
(patria, ciudad, naturaleza), bajo el signicado de Cirlot. Isabel, como la ciudad,
es una mujer ya habitada. El amor que vivieron la mañana que se entregó a
él quedó reducido a polvo, tomándolo bajo la connotación sexual,
3
polvo que
desaparecerá y se confundirá con la tierra; igual que los cadáveres quedarán
convertidos en polvo. Isabel es enterrada con sus muertos y le echan la tierra
negra del volcán, misma que lleva las cenizas de los muertos que vivieron
oprimidos. No solo la están enterrando con sus muertos, literalmente hablando,
pues le ponen los huesos de sus familiares muertos, como es costumbre, sino
con sus pasiones muertas que fueron enterradas en el pasado, en la opresión de
su instinto por sobrevivir bajo los conceptos normativos de una sociedad.
En denitiva, en esta investigación se puede observar cómo la escritora Claribel
Alegría es una mujer que ha traspasado, con sus ideas, las fronteras literarias.
3 Coloquial y vulgar, según la Real Academia Española
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Cenizas de Izalco: obra que delata. Págs. 45-61.
Su obra Cenizas de Izalco, al igual que su protagonista Frank, se llevará afuera
de las fronteras nacionales un testimonio que denuncia la realidad salvadoreña.
Claribel Alegría ha puesto y entregado sus denuncias a través de su literatura; ha
escrito textos comprometidos con la dignicación del ser humano. Esta escritora
nos da fechas, lugares y eventos. Su obra literaria está impregnada de una voz
comprometida que expone los aspectos normativos de la mujer y denuncia la
situación política y social de El Salvador.
Fuentes primarias
Alegría, Claribel, y Flakoll. Darwin J. Cenizas de Izalco. 1.ª ed. San Salvador: UCA, 1987.
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Marroquín, Salvador. El Himno nacional de El Salvador. Págs. 63-76.
Resumen
El presente trabajo pretende hacer conciencia en el pueblo salvadoreño del
enorme esfuerzo que históricamente se tuvo que hacer para diseñar el ideal
de patria en el marco de intereses contrarios: unos a favor de la Corona, otros
para beneciarse directamente de la “independencia” y la gran mayoría para
quitarse el yugo impuesto por España, buscando su propia identidad cultural.
También es importante conocer las grandes limitaciones que existían en aquella
época para conducir la patria entera hacia un futuro promisorio y por qué era
importante lograr la libertad.
Palabras clave: patria, identidad cultural, libertad, himno nacional.
Abstract
This work hopes to raise the awareness of the El Salvadoran people about
the enormous effort that had to be made to design the notion of a national El
Salvadoran identity in time of divergent interests: some in favor of the Crown,
others in favor beneting directly from “independence,” and the majority in
favor of ridding themselves of the oppression imposed by Spain in order to look
for their own cultural identity. It is also important to understand the limitations
that existed during that period to be able to lead the country towards a promising
future and why it was important to achieve liberty.
Key words: homeland, cultural identity, liberty, national anthem
Cultura e historia
Antecedentes históricos
Desde el nal de la colonia hasta principios del siglo XX fue el período en que
se estuvo gestando el ideal de patria. Los intelectuales veían la necesidad de
El Himno nacional de El Salvador explicado
Salvador Marroquín
Etnomusicólogo
Director coral e investigador de la
música tradicional, académica y popular
salvador.marroquin@utec.edu.sv
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Marroquín, Salvador. El Himno nacional de El Salvador. Págs. 63-76.
integrar a todos los sectores en la producción y homogenizarlos para hacer en
nuestro país un frente común, con una sola visión. Obviamente, para canalizar
a toda la población se iban a encontrar dicultades a cada paso. Trataremos de
interpretar este proceso.
Las guras centrales en esa conictividad en El Salvador fueron, por un lado, el
capital y sus intelectuales, y por el otro, el indígena y la Iglesia católica.
Los intelectuales fueron actores importantes de ese proceso y participaron de
diferentes maneras: como funcionarios de gobierno, académicos o políticos,
concibieron propuestas, las debatieron y las justicaron ante la sociedad.
Imbuidos en un pensamiento modernizante y eurocéntrico, reexionaron sobre
el indígena y buscaron maneras para incorporarlo a la modernidad y la nación
en construcción.
1
En ese entonces, los intelectuales con el ideal del modelo europeo querían
unicar al pueblo y re-direccionarlo hacia la modernidad. En el período desde
la Colonia y muy entrada la Independencia, se debía crear un nuevo perl de
pueblo, pero había dos obstáculos: a) el ejido y las tierras comunales, los que
“…fueron creados para proteger a los hijos de esta tierra virgen por la Corona
contra las pretensiones de los conquistadores”,
2
que ofrecían subsistencia a
los pueblos indígenas. Para el ideario de ese nuevo pueblo, donde estuvieran
representados todos los sectores sociales, era un obstáculo; y por otro lado, b) el
tipo de educación que fomentaba y de la que se beneciaba monopólicamente
la Iglesia católica. Era necesario desvincular a la Iglesia de la educación para
crear un nuevo pensamiento de acuerdo con esa “moderna” concepción de
sociedad. En el fondo, lo que pretendían los cafetaleros era encontrar una forma
“legal” para despojar de las tierras en común a los indígenas y apoderárselas
para aumentar su producción y exportación del café. El quitarles la tierra les
haría contar con suciente mano de obra para ser utilizada en el proceso del
cultivo del café. Para complementar, era importante controlar la educación para
homogenizar a la población en un nuevo pensamiento con miras hacia el futuro.
Pocos intelectuales del siglo XIX tuvieron tanta claridad sobre la importancia
de la educación para el desarrollo del país como David Joaquín Guzmán.
Igualmente que Francisco Esteban Galindo, Guzmán pensaba que, hacia el
último tercio del XIX, El Salvador adolecía de verdaderos ciudadanos y culpaba
de ello al poco cuidado que se le había dado a la escuela. Ambos plantearon
la urgente necesidad de que el Estado retomara el papel de ente rector de la
1 López Bernal, Carlos Gregorio. “El pensamiento de los intelectuales liberales salvadoreños
sobre el indígena a nales del siglo XIX”. En: La guras del enemigo. Alteridad y conictos en
Centroamérica. Dirección Nacional de Investigaciones en Cultura y Arte. Secultura/Universidad
Evangélica de El Salvador, UEES. San Salvador, 2012. p. 37.
2 Cita de Carlos Gregorio López Bernal. Op. cit. Discurso pronunciado por el Sr. Teodoro Moreno
en la clausura del Congreso Legislativo. Diario Ocial, 19 de marzo de 1882. p. 278.
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educación, subordinando y anulando lo que ellos consideraban la “perniciosa”
inuencia de las municipalidades y la Iglesia.
3
En 1881 se celebró, con mucho beneplácito de las autoridades civiles, el primer
matrimonio civil. A nales del siglo XIX, el gobierno de la República, dado el
empuje y raigambre de las estas religiosas a diferencia de las estas cívicas
y especialmente la celebración de la Independencia, trató sin éxito de suprimir
las estas religiosas y darle nuevo vigor a los días cívicos. Había que comenzar
por darle forma al ideal de patria; y para ello era necesario crear los símbolos
patrios, dándoles el carácter de sagrados para que señalaran el camino de la
nueva patria.
Los símbolos patrios
El primero de los símbolos patrios que se utilizó, para dar identidad al pueblo
salvadoreño, fue la bandera. Ante la pretensión mexicana de anexar las
Provincias Unidas de Centroamérica recién independizadas de España, en
1822, surgió la necesidad de un símbolo que identicara a los salvadoreños en
la lucha contra las tropas de Iturbide. El entonces coronel Manuel José Arce
tomó el diseño de la bandera de los argentinos Belgrano y San Martín, a quienes
admiraba por su labor en pro de la independencia de su país: dos franjas celestes,
separadas por una blanca. Posteriormente este diseño fue aceptado —con los
colores azul y blanco— el 17 de mayo de 1912, durante la administración
del presidente Manuel Enrique Araujo. El escudo de armas, diseñado por don
Rafael Barraza Rodríguez, fue reconocido ocialmente por decreto legislativo
en la misma fecha que la bandera. El 20 de marzo de 1916 el escudo de armas
tuvo algunas modicaciones, quedando desde esa fecha denido tal y como
se conoce en la actualidad. Otro de los símbolos patrios es la “Oración a la
Bandera Salvadoreña”, escrita en 1916 por el doctor David Joaquín Guzmán,
quien fue convocado por el presidente para que la escribiera. Este símbolo fue
reconocido por medio del decreto legislativo n.º 308, del 22 de febrero de 2001,
publicado en el Diario Ocial n.° 47, Tomo n.° 350, del 6 de marzo de 2001
por medio del cual la Asamblea Legislativa reformó el artículo 18 de la Ley de
Símbolos Patrios, dándole reconocimiento ocial.
Han existido tres himnos nacionales de El Salvador: el primero fue compuesto
durante la administración de don Francisco Dueñas, quien encomendó la letra al
cubano Tomás M. Muñoz y al maestro salvadoreño Rafael Orozco. Este himno
se cantó por primera vez el 24 de enero de 1867. Dejó de cantarse luego de un
golpe de Estado. El segundo himno lo encargó el presidente Rafael Zaldívar
al poeta y militar salvadoreño Juan José Cañas y la música al maestro italiano
Enrico Giovanni Aberle Sforza. Este himno se cantó por primera vez, al unísono,
el 15 de septiembre de 1879. Luego de otro golpe de Estado, dejó de cantarse
entre los años 1891 a 1895. El tercer himno nacional se le encaral maestro
3 López Bernal, Carlos Gregorio. Op.Cit. (pp. 53-54).
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César Georgi Vélez. Este himno nacional guerrero fue dedicado al estamento
militar durante la administración del presidente Carlos Ezeta.
El presidente Ezeta dejó el cargo por un golpe de Estado organizado en Santa
Ana por “los 44”. Los cuarenta y cuatro fueron un grupo de patriotas que se
levantaron en armas contra el gobierno salvadoreño del general Carlos Ezeta en
el año 1984, en la ciudad de Santa Ana. Luego de duros combates, el general
Ezeta abandonó el poder.
4
Dado el clamor del pueblo, el 14 de diciembre de 1953 entró en vigencia el
decreto legislativo mediante el cual se reconoció y se restituyó el himno de
Cañas y Aberle. El reconocimiento ocial del himno se obtuvo posteriormente
mediante el Decreto Legislativo n.° 342, del 7 de octubre de 1992, publicado en
el Diario Ocial n.° 223, Tomo n.° 317, del 3 de diciembre de 1992, en donde
la Asamblea Legislativa aprobó una reforma al Art. 15 de la Ley de Símbolos
Patrios.
Himno nacional
La primera vez que se cantó completamente, al unísono, el actual himno nacional
de El Salvador fue el 15 de septiembre de 1879. La forma musical del himno
nacional de El Salvador consta de un coro y tres estrofas. Comprensiblemente,
dada su longitud, desde hace muchos años se ha cantado el coro, la primera
estrofa y para cerrar se repetía el coro al nal. Mediante el Decreto Legislativo
de diciembre de 1992, se estableció que la ejecución del himno nacional debe
iniciar con el coro y nalizar con la primera estrofa.
Musicalmente hablando, este corte es un error. Cualquier actividad que se hace,
se da por inaugurada o abierta, se desarrolla y por último se cierra. Las sesiones
de la Asamblea Legislativa inician y cierran con un golpe de gong. Todo tiene el
mismo diseño: “reposo-movimiento-reposo”; “introducción-desarrollo-cierre”.
Toda marcha militar comienza en posición de “rmes-a discreción-rmes”. En
el caso que nos ocupa, nuestro himno nacional se inicia con el saludo a la patria
con la mano en el pecho, y al nalizar el coro, se debe bajar la mano. Al iniciar
la primera estrofa se enuncia, como el desarrollo, lo que históricamente se tuvo
que superar hasta obtener la paz regional e interna. Esto ha quedado inconcluso.
Debemos cerrar con un saludo respetuoso de despedida, tal como iniciamos…
Fue lo que se quitó. Según la estructura musical de nuestro himno, tal como
se canta actualmente, ha quedado “abierto”. El maestro Giovanni Aberle sabía
lo que hacía. Al despedirnos, debemos presentar nuestros respetos a la patria.
Debe corregirse ese error con otro decreto, para restituir el saludo de despedida.
4 Manuel Vidal. Nociones de historia de Centroamérica. San Salvador. Editorial Universitaria.
1961
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La segunda versión conocida de nuestro himno Nacional fue estrenada en la
apertura de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, San Salvador 2002 (con
la presencia del presidente de la República y el gabinete en pleno), la cual fue
arreglada por el autor del presente artículo, en donde dejó la estructura decretada,
pero al nal de la primera estrofa armónicamente la cerró en la misma tonalidad
del inicio. “Por primera vez en nuestra historia, un símbolo patrio se da un
abrazo con la música tradicional, reconociendo su ancestral identidad”.
5
.
El Salvador independiente
Para hacer una explicación acerca del himno nacional, es importante ubicarnos
en el tiempo y contexto de aquella época. Solamente conociendo las limitaciones
de aquel entonces podremos comprender el esfuerzo titánico que se realizó para
lograr los primeros pasos hacia la modernidad.
Para ese entonces, no había agua potable en las casas, las personas se bañaban
con agua acarreada o lo hacían en los ríos y lagos, por esa razón las poblaciones
nacieron cerca de estos recursos hídricos; no existía el servicio de aguas negras;
las carreteras no eran como las conocemos ahora: eran de tierra y, para poner
un ejemplo, en todos los pueblos existían hospedajes, porque las personas,
especialmente los agentes viajeros que comerciaban con los granos básicos,
pernoctaban de pueblo en pueblo. Para viajar desde Santa Ana a San Salvador,
un grupo familiar podía tardar una semana si viajaban en carreta. En esa carreta
llevaban todo lo necesario: comida, ropa, agua, etc., e igualmente dormían en los
hospedajes y en la parte posterior de dichos hospedajes, los caballos y los bueyes
comían y descansaban en caballerizas. Las iglesias católicas originalmente
tenían paredes de varitas o eran de bahareque con techo de paja. Posteriormente
se construyeron de adobe, siempre con techo de paja, por esa razón, muchas
de ellas fueron consumidas por el fuego. Entonces, las poblaciones, bajo la
dirección del cura párroco, se interesaron en hacer actividades para reunir los
fondos sucientes y con esos fondos hacer iglesias más seguras. En esa época,
prácticamente se carecía de todo.
La necesidad obligaba a buscar soluciones buenas y prácticas: producto de ello
es el arte culinario salvadoreño: las pupusas (derivado de las tortillas), las sopas
de mora, de frijoles, de pitos y la sopa de guineo verde, entre muchas otras. Otro
ejemplo importante para medir el estado de cosas es que el primer medidor de la
energía eléctrica se instaló en San Salvador más de cien años después, en 1942.
6
La iluminación en las calles era por medio de candiles de gas líquido e igualmente
en las casas se usaban para ese mismo propósito las candelas, candiles y las
5 Segunda versión del Himno nacional de El Salvador. Grupo “Los cantores de tiempo” integrado
por Elizabeth Trabanino (soprano), María de los Ángeles Burgos (mezzosoprano), Clery de Girón
(contralto), Moisés Atonal Guerra (tenor) y Salvador Marroquín (bajo).
6 Entrevistas a informantes de la tercera edad efectuadas desde el año 1976 en diferentes lugares
de nuestro país.
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lámparas artesanales de carburo (el carburo daba una luz incandescente con
un olor muy fuerte y desagradable). En forma de piedras grisáceas, el carburo
se elabora de carburo de calcio, que al contacto con el agua, desprende un gas
altamente combustible.
7
En la actualidad, el carburo todavía se usa como veneno
contra el gorgojo para proteger al frijol almacenado en graneros.
Luego de la independencia de España, en las cinco repúblicas federadas las
condiciones económicas eran muy débiles, los caudillos intrigaban entre ellos
para afectar a un tercero. Se invadían unos países a otros y lo poco que se había
mejorado quedaba destruido por los cañones invasores. Por ello era importante
e imprescindible hacer la paz. En ese sentido, Juan José Cañas, siendo militar,
sabía de lo que hablaba al insistir en lograr la paz entre los Estados vecinos al
desglosar el texto, especialmente cuando en la tercera estrofa expresa: “Y en
seguir esa línea se aferra, dedicando su esfuerzo tenaz, en hacer cruda guerra
a la guerra, su ventura se encuentra en la paz”. Históricamente, la República
salvadoreña fue la última en desmembrarse de la Federación Centroamericana.
Himno nacional de El Salvador. Su explicación
El saludo a la patria
Dentro del contexto histórico antes señalado, vemos que indudablemente a toda
costa había que lograr la paz en la región. El himno en describe un esfuerzo
incesante de restauración y construcción del ideal de patria que se anhelaba.
No se podía comenzar un proyecto colectivo sin armonía. Por ello, el general
Juan José Cañas inició el poema con un saludo patriótico donde puso en primer
plano el orgullo de sentirnos salvadoreños y dedicar toda nuestra energía para
que nuestra patria sea cada vez mejor. Es importante señalar que el estilo de
los escritores de aquella época era muy ornamentado, con elegancia y muchas
veces se sacricaba el orden de las ideas, quedando primero el predicado y
luego el sujeto de la oración.
(Coro)
“Saludemos la Patria orgullosos
de hijos suyos podernos llamar;
y juremos la vida animosos.
sin descanso a su bien consagrar.”
Signica:
“Saludemos a nuestra patria; con el orgullo de llamarnos sus hijos. Y juremos
dedicar, sin pausa, toda la energía de nuestra vida para realizar un sagrado y
colectivo esfuerzo para su propio bien.”
7 Wikipedia. “El carburo. La lámpara se llenaba de agua, después se introducía el carburo de cal-
cio que generaba acetileno al reaccionar con el agua (es un acetilenógeno), después se encendía y
el acetileno (H2C2) prendía, generando una luz incandescente.
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Primera estrofa
Idea central: la paz
Los primeros años, luego de la rma del acta de la independencia de España,
las intrigas entre los gobiernos de las cinco repúblicas locales comenzaron a
tomar mayor auge. Hubo una incesante cantidad de guerras y escaramuzas para
apropiarse de los bienes o destruir lo poco que se iba construyendo, con la
intención de evitar el fortalecimiento del país vecino, temiendo por su propia
seguridad. Por ello era importante hacer la paz, de ello dependía que toda la
región prosperara.
“De la paz en la dicha suprema,
siempre noble soñó El Salvador;
fue obtenerla su eterno problema,
conservarla es su gloria mayor.”
Signica:
“El Salvador, en su máximo deseo, siempre anheló alcanzar y tener paz.
Obtenerla signicó un gran esfuerzo, conservarla ha sido más difícil y esa es su
mayor gloria.”
Idea central: el progreso
¿Por qué razón era importante asegurar la paz?
Cuando se está en paz, se puede trabajar mejor y en equipo; se puede ahorrar
e invertir en la tierra, en cubrir las necesidades básicas necesarias (comida,
vestuario, en mejorar dónde y cómo se vive, en medios de transporte, etc.) y,
como resultado, el porvenir, el futuro inmediato, el que está por llegar, se puede
controlar y programar para que sea cada vez mejor.
“Y con fe inquebrantable el camino
del progreso se afana en seguir,
por llenar su grandioso destino
conquistarse un feliz porvenir.”
Signica:
“El pueblo, con una sólida fe en sí mismo, se esfuerza en progresar; y ese es su
magníco destino: alcanzar un futuro inmediato que promete una mejor vida.”
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Idea central: el pueblo armado
En momentos de peligro e invasiones, a la patria la deende el pueblo armado,
encabezado por su Ejército, contra todos aquellos que quieren dañarla. El costo
que paga el pueblo por defenderla es muy alto en vidas y sangre. La férrea
barrera es el pueblo, que, formando un solo bloque, la deende con las armas
en la mano.
“Le protege una férrea barrera
contra el choque de ruin deslealtad,
desde el día que en su alta bandera
con su sangre escribió ¡LIBERTAD!”
Signica:
“El pueblo tomó las armas contra los enemigos externos e internos que querían
dañar a la patria. Por ello, era importante demarcar su territorio y defenderlo,
muchos ofrendaron su sangre y su vida para que hubiera libertad, no importó el
sacricio que se tuvo que hacer para que nuestro país viviera feliz, gozando de
soberana libertad.”
Segunda estrofa
Idea central: la libertad
Con las necesidades básicas satisfechas se tenía que consolidar el Estado
salvadoreño. Eran importantes nuevos objetivos: la libertad de todos sus
habitantes para poder crecer en bienestar y armonía, construir tesoneramente
una vida propia en el quehacer cotidiano con una buena dosis de heroísmo.
A partir de la segunda estrofa del himno nacional, se mira hacia dentro de la
institución armada para que cumpla con su deber.
Según la Constitución Política, Cap. VIII, Art. 211, “la Fuerza Armada está
constituida para defender la soberanía del Estado y la integridad de su territorio,
mantener la paz, la tranquilidad y seguridad públicas y el cumplimiento de la
Constitución y demás leyes vigentes”.
8
El Ejército nacional siempre ha sido
considerado el “brazo armado” de la República y el garante de la democracia,
por ello agrega la Constitución, Art. 215: “En caso de necesidad serán soldados
todos los salvadoreños aptos para actuar en las tareas militares”.
9
Por esa razón,
las siguientes dos estrofas del himno nacional fueron dedicadas al pueblo y
Ejército nacionales.
8 El Salvador. Constitución Política de la República de El Salvador. Publicaciones del Ministerio
de la Defensa y de Seguridad Pública, 1983. (p. 73)
9 El Salvador. Op.cit. (p. 74)
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“Libertad es su dogma, es su guía
que mil veces logró defender;
y otras tantas, de audaz tiranía
rechazar el odioso poder.”
Signica:
“Los salvadoreños hemos de velar porque se establezcan leyes que se cumplan;
y ese marco jurídico ha de regir la vida nacional. Si alguien se aparta de ese
marco o trata de valerse de su poder para someter a los demás, es legítimo
derecho deponerlo para que siga reinando la paz.”
Idea central: su historia
La historia salvadoreña desde un principio ha pasado duras pruebas, pero ha
logrado superarlas. Se han cometido errores en el pasado, así como en el presente,
se ha abusado del poder, pero con el tiempo el estado se ha ido consolidando y
adoptando su propia personalidad. También el autor Cañas destaca la importante
presencia del pueblo cuando ha tomado las armas para defenderse.
“Dolorosa y sangrienta es su historia,
pero excelsa y brillante a la vez;
manantial de legítima gloria,
gran lección de espartana altivez.”
Signica:
“Ese largo período de guerras y escaramuzas entre las naciones centroamericanas
causaron mucho dolor y tristeza por la pérdida de valiosos hijos; sin embargo
los actos heroicos que se vivieron en el campo de batalla dieron gloria y orgullo
al salvadoreño.”
Idea central: el heroísmo
El salvadoreño ha mostrado en el campo de batalla su valor y coraje.
“No desmaya en su innata bravura,
en cada hombre hay un héroe inmortal
que sabrá mantenerse a la altura
de su antiguo valor proverbial.”
Signica:
“Las luchas con enemigos externos e internos han dejado mucho dolor y luto
en la familia salvadoreña. Aspectos que se deben destacar como la disciplina
y la efectividad en las acciones bélicas han generado admiración por líderes
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históricos de la talla de los generales Manuel José Arce, Gerardo Barrios, José
Antonio Cañas y muchos otros.”
Tercera estrofa
Idea central: la abnegación
La capacidad de asumir una causa y llevarla hasta el nal, incluso, a costa de su
propia vida, eso es abnegación.
“Todos son abnegados y eles
al prestigio del bélico ardor,
con que siempre segaron laureles
de la patria salvando el honor.”
Signica:
“Arriesgar su propia vida con el propósito que otros vivan en paz es un acto de
abnegación y delidad hacia su patria. Lograr defenderla y salir airosos es de
héroes dignos. De esa manera la patria no fue mancillada, y siempre aseguró su
honor en cada uno de los actos heroicos de sus hijos.”
Idea central: el respeto
El respeto es fundamental en la convivencia con otras naciones. Como muy
bien lo dijera don Benito Juárez, expresidente de México: “El respeto al derecho
ajeno, es la paz”.
“Respetar los derechos extraños
y apoyarse en la recta razón
es para ella, sin torpes amaños,
su invariable, más rme ambición.”
Signica:
“Otra contribución para que exista la paz en los salvadoreños es el respeto hacia
propios y extraños. Mantenerse racional y legalmente rmes en el respeto por
los acuerdos internacionales y cumplirlos escrupulosamente, sin dobleces.”
Idea central: la tenacidad
Signica:
“La paz era una necesidad ineludible, y en ese sentido no se escatimaron
esfuerzos permanentes hasta lograr este objetivo. La nueva visión de patria
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obligaba a consolidar todos los sectores sociales para construir ese ideal, con
un mismo pensamiento, con una misma meta. Necesariamente había que parar
la guerra con las armas en la mano para llevar la paz a todos los pueblos de la
gran patria centroamericana. En proyectos de esta envergadura, también suelen
suceder hechos injustos para algunos sectores. Pero había que sacar adelante ese
ideal de Patria buscando el bien común.”
“Y en seguir esta línea se aferra
dedicando su esfuerzo tenaz,
en hacer cruda guerra a la guerra:
su ventura se encuentra en la paz.”
(Coro - bis)
Signica:
“El ideario de los intelectuales y el gobierno tuvo que ser rme y contribuir en
la consolidación de la paz. Para hacer una sociedad homogénea, se tenía que
impulsar a todos los sectores sociales a trabajar por ese ideal.”
Segunda versión del himno nacional de El Salvador
(Salvador Marroquín)
Antecedentes
¿Qué me motivó a hacer una nueva versión del himno nacional? La oportunidad
se me presentó cuando a El Salvador le fue asignada la sede de los “XIX Juegos
Centroamericanos y del Caribe, San Salvador 2002”.
Los “XIX Juegos Centroamericanos y del Caribe, San Salvador 2002”
Para El Salvador, dichos juegos fueron importantes. En ese momento iban a
estar presentes los tres poderes del Estado, el cuerpo diplomático acreditado
en el país, representantes de la realeza europea, dignatarios de países de varias
partes del mundo, sin olvidar que los ojos nacionales y del mundo iban a
estar pendientes de los resultados de dicho evento. Siendo los “XIX Juegos
Centroamericanos y del Caribe, San Salvador 2002”, un evento de relevancia
nacional e internacional, el himno, como símbolo, debía proyectar civilidad,
luego de muchos años de regímenes militares (1931-1992).
No olvidemos que seguían abiertas las heridas de una guerra fratricida que duró
doce años, y la rma de los Acuerdos de Paz fue el nal de un proceso que ha sido
señalado como un ejemplo para muchos países en similares circunstancias. Por
ello, dicho enfoque debería incorporar elementos de la cultura popular, tomando
en cuenta que el arreglo debería estar a la altura de un evento internacional.
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La fanfarria militar no causaba buena impresión en la población civil. No está
de más recordar que la milicia había sido muchas veces acusada de represión
durante un largo período. De ahí que muchas personas el himno original lo
tomaban como el himno de los militares, ajeno al pueblo. Había que sustituir
la fanfarria por algo culturalmente más popular, respetando lo sustancial del
himno, esto es, desde el coro.
Consideraciones iniciales
1. La fanfarria militar fue sustituida por un cuarteto de cuerdas, que ejecutó una
introducción que reprodujo un ambiente civil más armónico y pacíco.
2. El himno fue interpretado por cinco voces profesionales.
10
Los interludios
(trozos musicales entre los textos del himno) fueron fragmentos musicales de
pito y tambor, de una danza de moros y cristianos. Por primera vez en nuestra
historia, un símbolo patrio se reunía en un abrazo con la música tradicional,
reconociendo su ancestral identidad.
3. Para hacer menos marcado el ritmo y no obligar a reproducir una marcha, el
4/4 (ritmo de cuatro tiempos) se sustituyó por un 12/8.
4. La línea melódica del himno pasa de una voz a otra, simbolizando con ello
que el himno nacional, por ley, pertenece a todos los salvadoreños por igual.
5. Es importante también tomar en cuenta que la libertad fue lograda con la
sangre y la vida que ofrendaron los salvadoreños en ese momento. Por ello, al
nal de la primera estrofa, se hace énfasis en la frase “escribió libertad”.
6. Por último, se logra un gran nal entrelazando las voces y las cuerdas con el
pito y el tambor.
7. El arreglo ya tenía todos los elementos necesarios para la ejecución de
la nueva versión, pero algo faltaba… Estábamos a las puertas de una esta
deportiva de grandes proporciones. Recordé que ese mismo año, en febrero,
se había conmemorado, durante una semana, los “10 años de los Acuerdos
de Paz” y habíamos estado en San Francisco, California, EUA, participando
en dicha conmemoración. También, en la celebración presidencial del nal
del milenio, se había realizado una ceremonia ancestral. ¡Justo eso era lo que
faltaba! En ese momento, relacioné los tres hechos: los Acuerdos de Paz, la
celebración de los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2002 y el ceremonial
precolombino. Durante el período precolombino, todo ritual se enmarcaba con
toques de caracol a los cuatro puntos cardinales, tanto al principio como al
nal. Ello se hacía con el propósito de que lo que quedaba enmarcado con los
10 Gavidia, Francisco. Historia moderna de El Salvador. Departamento Editorial del Ministerio
de Cultura. San Salvador, 1958. (p. 29).
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toques de caracol fuera bendecido por los dioses. Entonces, retomé ese ritual y
justo cuando entonamos el himno, al pie de la pirámide construida en el Estadio
“Flor Blanca” (hoy “Jorge Mágico González”), en la parte protocolaria de los
juegos, mi principal deseo fue pedir a Dios que intercediera por nosotros, que
nos bendijera como país, para que no volviera a suceder en El Salvador, otra
guerra entre hermanos…
Referentes bibliográcos
Cardenal, Rodolfo S.J. El poder eclesiástico en El Salvador 1871-1931. 2.ª Edición, San
Salvador. Dirección de Publicaciones e Impresos, 2001.
El Salvador. Constitución Política de la República de El Salvador. Publicaciones del Ministe-
rio de la Defensa y de Seguridad Pública, 1983.
Espinosa, Francisco. Símbolos Patrios de las Naciones de Centroamérica. Concultura. 2.ª
Edición. Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 2001.
Gavidia, Francisco. Historia Moderna de EL Salvador. 2ª Edición. Departamento de Cultura,
Departamento Editorial. San Salvador, 1958.
Moallic, Benjamín (Compilador). Las guras del enemigo. Alteridad y conictos en Centro-
américa. Dirección Nacional de Investigaciones en Cultura y Arte. Secretaría de Cultura de
la Presidencia/UEES, San Salvador, 2012
Vásquez López, Luis (Compilador). Mi país, El Salvador. Imprenta Offset Editorial Lis. 1.ª
edición. San Salvador, 2000.
Vidal, Manuel. Nociones de historia de Centroamérica. San Salvador. Editorial universitaria.
1961.
Wikipedia, la Enciclopedia Libre. Fundación Wikimedia, Inc., una organización sin ánimo
de lucro. Sin fecha.
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Marroquín, Salvador. El Himno nacional de El Salvador. Págs. 63-76.
Coro
Saludemos la Patria orgullosos
de hijos suyos podernos llamar;
y juremos la vida animosos.
Sin descanso a su bien consagrar.
Primera estrofa
De la paz en la dicha suprema,
siempre noble soñó El Salvador;
fue obtenerla su eterno problema,
conservarla es su gloria mayor.
Y con fe inquebrantable el camino
del progreso se afana en seguir,
por llenar su grandioso destino
conquistarse un feliz porvenir.
Le protege una férrea barrera
contra el choque de ruin deslealtad,
desde el día que en su alta bandera
con su sangre escribió:¡LIBERTAD!
Coro
Segunda estrofa
Libertad es su dogma, es su guía
que mil veces logró defender;
y otras tantas, de audaz tiranía
rechazar el odioso poder.
Dolorosa y sangrienta es su historia,
pero excelsa y brillante a la vez;
manantial de legítima gloria,
gran lección de espartana altivez.
No desmaya en su innata bravura,
en cada hombre hay un héroe inmortal
que sabrá mantenerse a la altura
de su antiguo valor proverbial.
Coro
Tercera estrofa
Todos son abnegados y eles
al prestigio del bélico ardor,
con que siempre segaron laureles
de la patria salvando el honor.
Respetar los derechos extraños
y apoyarse en la recta razón
es para ella, sin torpes amaños,
su invariable, más rme ambición.
Y en seguir esta línea se aferra
dedicando su esfuerzo tenaz,
en hacer cruda guerra a la guerra:
su ventura se encuentra en la paz.
(coro - bis)
Letra del Himno Nacional
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Gallardo Mejía, Francisco Roberto. El sitio arqueológico Cinacanta. Primer levantamiento indígena en Cuscatlán. Pág. 61-85.
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Campos Solórzano, Melissa Regina. Universidad Tecnológica de El Salvador. Un caso de valoración
patrimonial en el cetro histórico de San Salvador. Págs. 78-90.
Resumen
El Salvador, fue uno de los países cuyo auge surgió luego del proceso de
Independencia con la llegada de la época republicana. Las ganancias que
produjo el cultivo de café permitieron la construcción de edicaciones
elitistas con marcadas inuencias de la arquitectura importada de Europa en
las inmediaciones de lo que hoy se constituye como el centro histórico de San
Salvador. En este contexto territorial, pero resignicado culturalmente inició
en 1986 la expansión arquitectónica del campus de la Universidad Tecnológica
de El Salvador, la cual al día de hoy conforma un paisaje urbano particular
con 21 edicaciones color ocre y crema dispersas en el extremo poniente del
centro de la ciudad, así se reeja el compromiso agresivo de la Utec más allá
de su comunidad universitaria que se extiende a la sociedad a través de la
conservación del patrimonio cultural universitario.
Palabras clave: Patrimonio cultural universitario, colecciones, valoración
cultural, signicación cultural, conservación.
Abstract
El Salvador was one of the countries whose growth surged after the process of
independence and with the arrival of the republican period. The prots that were
produced by the coffee cultivation permitted the construction of elite buildings
distinguished by architecture imported from Europe in those zones that today
constitute the Central Historical District of San Salvador. It was in this area of
the city and with a new sense of historical signicance that the Universidad
Tecnológica de El Salvador (Utec) initiated the architectural expansion of its
campus. Today, the area makes for a unique urban landscape with 21 buildings
painted in colors of cream and crimson dispersed throughout the extreme western
part of the center of the city. The site also reects the strong commitment Utec
Universidad Tecnológica de El Salvador.
Un caso de valoración patrimonial en el centro
histórico de San Salvador
Melissa Regina Campos Solórzano
Antropóloga
Magister en Patrimonio Cultural y Territorio
melissa.campos@utec.edu.sv
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA OT, 2015, AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Campos Solórzano, Melissa Regina. Universidad Tecnológica de El Salvador. Un caso de valoración
patrimonial en el cetro histórico de San Salvador. Págs. 78-90.
has extended —beyond the limits of its commitments as a university— to our
society through the conservation of the university’s cultural heritage.
Key Words: university cultural heritage, collections, cultural worth, cultural
signicance, conservation
El presente artículo pretende exponer los intereses conservacionistas de
una relativamente joven universidad salvadoreña, la cual, en un contexto de
globalización mundial, ha decidido permanecer dentro de los límites del centro
histórico de la ciudad capital de San Salvador. Esta reexión se realiza en el
marco del encuentro del Primer Seminario de Patrimonio Cultural Universitario,
llevado a cabo en La Habana, Cuba, en marzo de 2015. La presentación se
llevará a cabo en cuatro partes, en las que se desarrollarán brevemente los temas
relacionados, que dan sentido al título de la ponencia.
La primera parte explorará la evolución histórica del territorio de la ciudad
de San Salvador y cómo ha llegado a conformarse en un paisaje urbano
particular denido por un singular espíritu de lugar. La segunda parte tiene
como eje la historia universitaria de El Salvador, donde en este caso se hace
evidente la reciente aparición de la educación superior en el ámbito privado y
su consolidación hacia nales del siglo XX. La tercera parte indagará, por un
lado, sobre el patrimonio edicado, arquitectónico e inmueble contenido en el
campus universitario, y por otro, el contenido cultural mueble almacenado y
exhibido en el Museo Universitario de Antropología, MUA.
Por último, se expone una serie de reexiones relacionadas con las perspectivas
de difusión del patrimonio universitario y la puesta en valor de las colecciones
como articuladora del trinomio Territorio-Universidad-Patrimonio; y cómo esto
es un desafío aun por abordar.
San Salvador: breve aproximación al desarrollo territorial del centro
histórico capitalino
Fundada en 1546, la ciudad de San Salvador rindió tributo, durante la época
colonial, a la Capitanía General de Guatemala (conformada por los actuales
territorios de Chiapas, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa
Rica) a través de lo recaudado por los cultivos de añil, bálsamo y cacao,
principalmente. El poco excedente del comercio de estos productos sirvió como
base para la conformación de las primeras edicaciones en la ciudad.
1
Luego de casi tres siglos de permanecer bajo la monarquía absolutista, teocrática
y feudal de los españoles, se rmó en 1821 la independencia centroamericana
del gobierno ibérico. Sin embargo, la secesión dejó un vacío de poder político
1 Edicaciones modestas que sucumbieron ante los frecuentes terremotos o por la idea moderna
de progreso.
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institucional y una depresión económica; lo que llevó conformar en 1824 la
República Federal de Centro América, esfuerzo que no duraría más de dos
décadas debido a varias guerras civiles entre los mismos Estados por el poder,
por lo que llegó a su término en 1841, pasando a ser Guatemala, El Salvador,
Honduras, Nicaragua y Costa Rica las cinco nuevas repúblicas independientes,
libres y soberanas (Herodier, 1997).
Hacia mediados del siglo XIX, el café sustituyó al cultivo de añil como base de la
economía nacional; se promulgaron leyes tributarias a favor de una nueva clase
dominante de terratenientes y sus cafetales; sus plantaciones se convertirían en
el principal producto de agroexportación de la economía salvadoreña; cobró tal
importancia, que sería este cultivo el impulsor de las reformas radicales de la
tenencia de la tierra. Estas ayudarían a la conformación de una nueva elite social
(Herodier, 1997; Erquicia, 2012).
Las ganancias que producía el monocultivo del café eran visibles y, a diferencia
de los cultivos coloniales, quedaban en poder del capital nacional; con ello
se construyeron edicaciones elitistas con las más marcadas inuencias de la
arquitectura importada de Inglaterra y Francia en las inmediaciones de lo que hoy
se constituye como el centro histórico de San Salvador. Estas nuevas estructuras
arquitectónicas impusieron, a nales del siglo XIX, una nueva tendencia para
la valoración de lo histórico-artístico propio de las élites, coincidiendo en
temporalidad con uno de los terremotos más devastadores
2
para la ciudad…
1873, la ciudad caería destruida como consecuencia de un fuerte sismo, siendo
este evento el que daría la pauta para la reconstrucción de la ciudad con nuevos
y vanguardistas sistemas de construcción que dejaron atrás las edicaciones
coloniales vulnerables a los temblores.
Los nuevos edicios fueron producto de la voluntad política y la bonanza de las
familias comerciantes y productoras de café, que se involucraron en la construcción
de las nuevas construcciones de proporciones monumentales, que dieron un aire
de esplendor a la ciudad de San Salvador de principios del siglo XX.
Sin embargo, la bonanza duraría menos de lo esperado. Para 1930 cayó el precio
del café, como consecuencia de la gran crisis económica mundial, y con ello
descendieron el número de nuevas construcciones; la ciudad crecía de manera
peculiar: por un lado se ensanchaba de norte a sur con sectores populares y, por
otro, se alargaba de oriente a occidente con las residencias de clases altas.
A mediados del siglo XX el inminente abandono del centro de la capital llevó
consigo un cambio en los usos del suelo y la consecuente marginación del
espacio. El centro de la ciudad, que había tenido un uso habitacional de las
élites, cambió su población a clases populares y pasó a ser sede de la actividad
comercial y nanciera de la capital.
2 San Salvador, por sus condiciones geográcas, se ha caracterizado por sufrir periódicamente
sismos de gran magnitud.
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A nales del siglo XX, la década de los setenta fue determinante para el inicio
de un período de crisis social y económica que vendría seguido del inicio y
posterior agudización de la época violenta que suscitaron los doce años de
guerra civil salvadoreña, dada la serie de eventos represivos por parte del
Estado y organizaciones paramilitares, replicados por acciones violentas de las
organizaciones sindicales que peleaban por la desigualdad de clases y por la
represión que existía en ese tiempo contra todo aquel que estuviese en contra
del gobierno militar (Romero, 2005).
En 1980 estalló ocialmente el conicto entre las Fuerzas Armadas salvadoreñas
y los grupos guerrilleros, lo que conllevó al incremento masivo del exilio
de miles de familias salvadoreñas, principalmente hacia Estados Unidos, en
aquella década. Junto con las migraciones, la infraestructura y usos de la ciudad
se modicaban. En las calles principales del centro se fueron ubicando ventas
informales, que luego de la rma de los Acuerdos de Paz se agudizaron debido
a las deportaciones masivas de salvadoreños sin empleo y de miembros de
pandillas, que como medio de subsistencia buscaron —entre otras ocupaciones—
de ser vendedores informales como medio para subsistir.
Desde entonces, ha habido iniciativas de reordenamiento para reubicar a los
vendedores y ordenar las calles y aceras, para sus usos peatonales. Sin embargo,
han sido procesos ásperos, que han ocasionado como daños colaterales
afectaciones al patrimonio edicado de la ciudad.
Actualmente, el centro histórico de San Salvador está conformado
3
por 141
manzanas en total, divididas en tres perímetros claramente delimitados como
A, o microcentro; B, o centro ciudad; y C, o centro consolidado. El área total se
encuentra protegida por la Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural
(1993), por las ordenanzas municipales y por iniciativas civiles de protección a
los monumentos.
Esbozo urbano-arquitectónico de la ciudad de San Salvador
El tiempo de la Colonia marcó, con la creación de una plaza central y su trazado
reticular, la imposición de un nuevo orden urbano en el joven asentamiento de
San Salvador en 1528 (Larde y Larín, 2000), haciendo que los espacios público y
privado se organizaran bajo los patrones implantados por los españoles; de igual
manera, la arquitectura respondió a la imposición de los estilos predominantes
en Europa, especícamente el barroco, que se manifestaba de forma tardía en
El Salvador debido a los formatos de comunicación de ese entonces y, a la vez,
interpretado por la mano de obra indígena, dotándola de un toque particular y
de rasgos sencillos.
3 Decreto legislativo n.° 280, publicado en el Diario Ocial el 21 de agosto de 2008.
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La transición de poder monárquico a un gobierno independiente, en 1821, dio
inicio a la era republicana, la cual no generó cambios drásticos en el urbanismo
ni en la arquitectura creada en este período, que poco a poco fue abriendo paso
al estilo neoclásico que predominaba en Francia; que para entonces se trataba
de un foco cientíco cultural, referente de la época; sin embargo, existió otro
factor que denió el paisaje urbano de San Salvador: su sismicidad. El “valle
de las hamacas”, como se lo conoció en algún momento, fue testigo de fuertes
movimientos que causaron el desplome casi completo de la ciudad, por lo
que en 1873 tanto el gobierno como la empresa privada generaron las pautas
para cambiar el sistema tradicional de construcción del adobe por materiales
novedosos y más livianos, como la madera y lámina troquelada. Estilísticamente,
las fachadas de la arquitectura en general tenían detalles con reminiscencias
afrancesadas, propias del art noveau.
El nuevo siglo trajo consigo nuevos procesos y materiales constructivos que
paralelamente existieron, tal es el caso del sistema constructivo francés deployer
y el concreto armado. En aquellos ejemplos en que fue aplicado el sistema
deployer los estilos arquitectónicos todavía mantenían rasgos academicistas y
románticos. Por otra parte, el empleo de los sistemas constructivos de concreto
armado trajo consigo el racionalismo y funcionalismo que promulgaba el
modernismo y que se extendía a mediados del siglo XX hasta rendirse ante la
sencillez del minimalismo bajo la bandera de “menos es más”
4
.
El Salvador del siglo XXI vive estilísticamente en el período postmodernista,
y existen algunos ejemplos que denotan la inuencia de este, pero coexiste con
un paisaje urbano arquitectónico multiestilístico, pues algunos ejemplos del
pasado han resistido a los diferentes embates socioculturales y naturales que
han cincelado el perl de la ciudad. Lastimosamente, de la Colonia solo la traza
se mantiene; y de sus edicaciones al parecer no hay ninguna huella física. Los
ejemplos arquitectónicos todavía en pie son verdaderos monumentos que, cual
faros, intentan establecer un vínculo con el pasado, para mantenerse activos en
la memoria de San Salvador.
De la necesidad de la educación superior a la consolidación de la “gran
universidad de El Salvador”
Hacia nales de la década de los setenta, la explosión del conicto armado
salvadoreño incidió en la salida masiva de población del territorio debido a la
ola de violencia en la que los asesinatos, secuestros, bombas y otras situaciones
bélicas se presentaban a la orden del día; entre otras consecuencias, dicha
inestabilidad social llevó al cierre e intervención militar de la Universidad de
El Salvador, UES, en 1981, debido a que se había convertido en un espacio para
la ideologización de los estudiantes por parte la guerrilla, por lo cual, en medio
de la guerra y la creciente fragmentación social y multiplicidad de visiones
4 Entrevista personal con el Arq. Luis E. Rico, catedrático especialista en historia arquitectónica
de la Universidad Tecnológica de El Salvador
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ideológicas, que sumadas a la obligada deserción de la UES, ganaron atención
las recién creadas universidades privadas, que se encargaron de atender la
demanda académica de la población estudiantil que buscaba obtener un
grado superior.
La presión ante la demanda de nuevas universidades se resolvió rápidamente
cuando muchos académicos y empresarios nacionales crearon universidades,
con la aprobación y promoción gubernamental, con nuevos enfoques,
orientaciones y modelos innovadores, tales como las universidades tecnológicas,
las humanísticas, las de carácter religioso, las especializadas en el área de salud
y las descentralizadas o desconcentradas de San Salvador (Araujo, 2012).
En ese marco de inestabilidad social nació en 1981, por Decreto del Ejecutivo,
la Universidad Tecnológica (hoy de El Salvador), Utec, la cual, a pesar de la
crisis social que imperaba en el país, no suspendió sus labores académicas como
parte del compromiso hacia los estudiantes, que para entonces conformaban la
primera población estudiantil de 1.279 alumnos (Urbina, 2008).
El devenir de la expansión estructural: una colección arquitectónica en el
centro histórico de la ciudad
Para 1982, se preveía que la demanda estudiantil de la Utec aumentaría en
razón del reciente cierre de la UES; y ante esto se dispuso, en la terraza de un
inmueble, de diez aulas (Ibíd.), al cual se le conocía como edicio Chahín,
ubicado fueras del actual perímetro del centro histórico, sobre la calle Rubén
Darío donde permaneció el campus de la universidad hasta 1986.
El 10 de octubre de 1986, un terremoto grado 7.5 grados en la escala de Richter
sorprendió a los capitalinos; y bastó un minuto para que destruyera gran parte
de la ciudad, dejando muchos edicios por el suelo, entre ellos, el edicio donde
se encontraba ubicada la Utec (Chavarria, La Prensa Gráca, 2013).
Felizmente, ya existían planes de desarrollo de la universidad en un lugar cercano
dentro del centro de San Salvador, debido al aumento en la demanda estudiantil
que había tenido la Utec en los años anteriores, por lo que la situación de crisis tras
la catástrofe natural fue solo un acelerador de la inminente expansión académica y
arquitectónica que ha caracterizado a la institución a partir de esa fecha.
Tras un estudio de inmuebles disponibles en ese entonces, el grupo de fundadores
de la universidad decidió que sería la Quinta Gloria
5
el lugar destinado para
erigir el nuevo proyecto de asentamiento del campus universitario; allí se inició
con la construcción del edicio Simón Bolívar que, por su ubicación céntrica,
brindaba —y sigue brindando— facilidades en los desplazamientos y recorridos
de la comunidad universitaria.
5 Inmueble residencial de estilo neoclásico que se sacricó por la necesidad de realizar el proyec-
to universitario.
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El edicio Simón Bolívar fue el primer inmueble propiedad de la Utec. Se
construyó estratégicamente sobre el eje de la calle Arce del centro histórico,
decumanus,
6
de la ciudad, que divide su parte poniente en norte y sur.
Posteriormente, a unos metros del Simón Bolívar, sobre el mismo eje, se
construyó otra edicación similar: el edicio Francisco Morazán. Con ambos
inmuebles se dio inicio a la primera forma de colección de la universidad, la
de su arquitectura, la cual, en su expansión ocupa un 6 % del área poniente del
centro histórico de la capital, de San Salvador.
Ante la creciente demanda de preparación de nuevos estudiantes, y por
su céntrica ubicación, la Utec se ha extendido desde entonces en el área de
manera dispersa. Por las razones históricas que he mencionado, en el área aún
se encuentran residencias que fueron construidas por familias de abolengo
salvadoreñas a inicios del siglo XX.
6 Término empleado en la planicación urbanística romana que indica una calle con orientación
este-oeste.
Plano 1. Área que ocupan los edicios y casas de la Universidad Tecnológica de El Sal-
vador al lado poniente del centro histórico de San Salvador. Plano base: OPAMSS, 2013.
Elaboración propia.
Centro histórico de San Salvador
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Estas casas, además de estar protegidas por la Ley Especial de Protección al
Patrimonio Cultural de El Salvador (1996), han sido valoradas, restauradas y
conservadas por decisión de las autoridades universitarias, para devolverles su
funcionalidad como áreas para el desarrollo educativo. Por lo anterior, como
resultado de la expansión física del campus, producto de la combinación del
rescate de inmuebles y la construcción de nuevos edicios, en la actualidad la
universidad posee bajo su titularidad 21 inmuebles repartidos en 7 cuadras del
centro consolidado de la ciudad.
Vale mencionar que la mayoría de los edicios han sido nombrados, como parte
de la visión de los fundadores de la universidad, en honor a personajes que han
marcado la historia latino y norteamericana y de la propia historia de la casa de
estudios.
Tabla 1. Colección arquitectónica Utec dentro del centro histórico
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Un espacio para la cultura
Paralelamente a la expansión arquitectónica, la Utec ha expandido desde su
fundación su oferta académica, abriendo en 1999 las carreras de Antropología,
Arqueología e Historia. Por lo que en 2004, al comprarse el moderno edicio
de Los Fundadores, ubicado en la 1.ª calle Poniente y 19 av. Norte, se decidió
trasladar a dicho edicio la ocina de la Rectoría, que hasta entonces se
encontraba en el Anastasio Aquino, de la calle Arce.
Dotadas con valor histórico, arquitectónico, de antigüedad, estético y funcional,
ambas edicaciones denotan una dimensión de admiración. El edicio moderno
de Los Fundadores, por sus dimensiones y estilizada arquitectura, que se eleva
ocho pisos en el plano vertical, pasó a ser sede de las autoridades universitarias,
y, en contraparte, se tomó la decisión de convertir el edicio Anastasio Aquino
en un museo-escuela, que sería un medio para reforzar las nuevas carreras de
Antropología, Arqueología e Historia.
7
Para la ejecución del proyecto museológico, en 2005 el señor rector, Dr. José
Mauricio Loucel, designó al director de la escuela de Antropología de la Utec
de esa época, el connotado antropólogo salvadoreño Dr. Ramón Rivas, la tarea
de crear y organizar el nuevo museo en el edicio que había albergado por más
de una década las ocinas principales del recinto universitario, la cual, a pesar
de todos los usos que tuvo antes de pertenecer a la universidad, no había sufrido
ninguna remodelación de fondo en sus espacios originales.
7 La carrera de Historia no se continuo impartiendo.
Fotografías 1 y 2: imágenes que muestran la diferencia entre el nuevo edificio de Los Fun-
dadores, y el edicio Anastasio Aquino, casa de principios de siglo XX que actualmente alberga
al MUA. Fotos: Rita Araujo.
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Se procedió a adaptar dichos espacios para los propósitos museográcos; y
posteriormente se inició con el montaje de las salas, tomando como base una
colección de cerámica arqueológica inicial de 312 artefactos, las cuales en su
totalidad procedían del período prehispánico mesoamericano de los períodos
clásico medio y clásico tardío (250-600 n.e. y 600-900 n.e, respectivamente),
pertenecientes a algunas tipologías cerámicas propias del contexto mesoamericano:
El Copador, Chalate tallado, Gualpopa, Salúa, Obrajuelo, Negativo Usulután y
plomizos, que el señor rector puso a disposición del doctor Rivas.
Para realizar las tareas que llevarían a cumplir con el objetivo, el señor rector
delegó en funciones al Lic. Carlos Reynaldo López Nuila, vicepresidente de
la Junta General Universitaria de la Utec, para que junto con el doctor Rivas
trabajaran en la conformación del primer museo universitario de El Salvador y
del centro histórico de San Salvador, y único hasta el día de hoy.
Así, el Dr. Ramón Rivas reunió a un equipo de especialistas en arquitectura,
museología, museografía y conservación para trabajar en el proyecto, que
se constituyó en poco tiempo en un atractivo especial por su valor agregado
al compromiso educativo institucional, como parte de la infraestructura y
equipamientos académicos que constituye el campus de la Utec, dignamente
posicionado en el entorno histórico patrimonial del centro de la ciudad.
La adaptación museográca del espacio respetó los pisos, luminarias
ornamentales, acabados en madera de cedro, entre otros detalles del estilo
arquitectónico original, que son una constante en los espacios internos de
las casas antiguas y que, en la actualidad, nos dan una idea sugerente de la
cotidianidad de las familias de clase alta de principios de siglo XX.
Habiendo avanzado con el objetivo en una primera fase, el Museo Universitario
de Antropología —como fue nominado—, abrió sus puertas en junio de 2006,
con tres salas de exposición permanentes,
8
una temporal y una que sirve de
auditorio, para difusión cientíca-académica.
Las salas correspondían, en la primera planta, a un área con colección
arqueológica, entre cerámica y lítica, que narra dos momentos: el primero,
la conceptualización del museo bajo referentes de la antropología clásica,
arqueología mesoamericana y sitios de interés arqueológico en la zona y
el segundo, que muestra la manufactura y comercialización de la cerámica
prehispánica en el área mesoamericana.
La segunda sala permanente corresponde a la colección etnográca, en la que
se muestra parte del material recogido durante investigaciones de campo a lo
largo del territorio salvadoreño; y otra parte de artefactos y trajes tradicionales
de El Salvador.
8 Dos en la primera planta y una en la segunda.
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Posteriormente, en 2008, con la ayuda de fondos de la Cooperación Técnica
Japonesa, se inauguró la segunda fase del museo, la que se instaló en la parte
poniente de la segunda planta, consistente en una sala dedicada a la discusión
del fenómeno de las migraciones, en la que se relata cómo lo han sufrido los
grupos humanos desde épocas prehispánicas, sus motivos sociales y naturales
y sus consecuencias, siguiendo con el contacto entre los nativos y españoles
durante la Conquista y cómo ello inuenció en la adaptación de nuevas
formas culturales de comportamiento. Luego se abordan las migraciones de
salvadoreños en búsqueda de trabajo para recibir el pago en divisas a principios
del siglo XX; y por último, la búsqueda del llamado “sueño americano”, como
el más frecuente fenómeno social de migración de salvadoreños hacia Estados
Unidos de América en la actualidad.
Adicionalmente, se adaptó una pequeña sala en la segunda planta dedicada al
ocio agropecuario, en la que se contrastan piezas prehispánicas de labranza
con los modernos instrumentos para la siembra, que cada vez son menos usados
debido a la mecanización de la agricultura.
Por último, en 2014 se instaló una sala dedicada a la los referentes históricos
y de la cultura política del país. En ella se narra principalmente el desarrollo
biográco del Ing. Napoleón Duarte, expresidente de la República a quien
se le atribuye el mérito de iniciar el proceso democrático en El Salvador por
iniciar los diálogos con la guerrilla como antecedentes de los procesos de paz a
principios de los años ochenta.
Actualmente, se encuentra en proceso de remodelación la sala permanente de
Pancho Lara, que recibe su nombre en honor al cantautor salvadoreño Francisco
Lara (1900-1989), cuya colección personal fue cedida a la universidad, para que
se exhibiera en el museo desde su primera fase en 2006.
Adicionalmente a las salas permanentes, en el área de la primera planta se
encuentran una sala temporal, que presenta exposiciones cuatro veces al año
bajo temáticas relacionadas con los contenidos académicos no solo relacionados
a la antropología, sino de todas las carreras que ofrece la universidad, cada
una acompañada con la producción de un catálogo coleccionable; y además, un
auditorio con capacidad para 50 personas, habilitado para el diálogo cientíco
tan necesario en nuestros días y en el que se realizan actos protocolarios y
académicos
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Reexiones que presentan desafíos desaos que se deben superar
Sin lugar a dudas, la Utec hace parte del paisaje urbano del centro histórico
capitalino, que por su compromiso con la sociedad y su liderazgo institucional
ha sabido adaptar las necesidades de un campus en crecimiento en coexistencia
con edicaciones del siglo pasado de valor cultural patrimonial.
En una época en la que la idea de progreso se ostenta en los tamaños y
equipamientos de las edicaciones modernas, la Utec ha decidido mantenerse
en un contexto territorial, en la que la adquisición de inmuebles supone una
fuerte inversión por sus consecuentes procesos de restauración y reforzamiento
de las edicaciones antiguas que les devuelve su valor funcional.
Por otro lado, en la actualidad el MUA se constituye como un espacio de
difusión cultural, que promueve los valores cientícos y culturales dentro de la
comunidad estudiantil. El potencial que brinda su ubicación estratégica en uno
de los ejes urbanos más signicativos, por su trayectoria histórica en la ciudad
de San Salvador debería aprovecharse para el enriquecimiento de sectores más
allá de los académicos, en los que se involucre a las comunidades que habitan
y recorren la zona del centro histórico, para evolucionar a un modelo dinámico
que se articule con las actividades que empujan los constantes cambios sociales.
Nos enfrentamos día a día al desinterés común de la población hacia los museos
pasivos, por lo que debemos reexionar sobre nuevas maneras de mostrar el
patrimonio cultural, que da signicado y valor a las colecciones universitarias,
para poder pensar en discursos renovados que logren acercarnos de manera real
a la comunidad y a sus dinámicas en constante transformación.
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Santos Moreno, Juanita. Ríos San Francisco y San Agustín: ejes de memoria e historia de la
ciudad de Bogotá, Colombia. Págs 92-107.
Resumen
El presente artículo pretende dar una mirada patrimonial hacia los ríos San
Francisco y San Agustín, trascendiendo de su signicado como “recursos
naturales” propios de un territorio —en este caso la ciudad de Bogotá
(Colombia), la cual es atravesada por sus cauces de oriente a occidente—, para
ser interpretados como elementos de comprensión histórica de la evolución de
una región y como ejes de evocación de la memoria capitalina. Por lo anterior,
la investigación se aborda, en primer lugar, con el desarrollo de un marco
teórico-conceptual a partir de las nociones de patrimonio cultural y patrimonio
natural y sus indivisibles relaciones conforme a la trayectoria histórica de los
ríos. En segundo lugar, pretende contextualizar al lector sobre el territorio de
estudio mediante una caracterización de los ríos y su entorno inmediato, y, así
mismo, mostrar las transformaciones de los ríos San Francisco y San Agustín en
los diferentes periodos para nalizar con una caracterización y especialización
aproximada de las zonas en las que hoy en día se inscriben los cuerpos de agua.
Palabras claves: patrimonio cultural, patrimonio natural, territorio, memoria,
apropiación, recursos culturales, ríos, signicación cultural.
Abstract
The article attempts to cast a historical look at the San Francisco and San
Agustín Rivers, transcending their signicance as natural resources associated
with a particular place —in this case, the city of Bogatá, Colombia which the
rivers cross from east to west—, and interpreting them instead as elements of
historical comprehension in the evolution of the region and as sources which
evoke the collective memory of the capital. First, the investigation addresses
how the development of theoretical-conceptual frameworks about notions of
Ríos San Francisco y San Agustín:
ejes de memoria e historia de la ciudad de
Bogotá, Colombia
Juanita Santos Moreno
Restauradora y conservadora de Bienes Muebles
Magíster en Patrimonio Cultural y Territorio
juanita.santos@gmail.com
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Santos Moreno, Juanita. Ríos San Francisco y San Agustín: ejes de memoria e historia de la
ciudad de Bogotá, Colombia. Págs 92-107.
cultural patrimony and natural patrimony and their indivisible relations dene
the historical trajectory of the rivers. Second, the article hopes to provide
context for the reader about the scope of the study by creating a portrait of the
rivers and their immediate surroundings. In this way, the study attempts to show
the transformations of the San Francisco and San Agustín rivers in different
historical periods. It will end with a depiction of the zones which are today
surrounded by the bodies of water.
Key words: cultural patrimony, natural patrimony, territory, memory,
appropriation, natural resources, rivers, cultural signicance
Introducción
El interés de desarrollar esta investigación surgió de la necesidad de entender cómo
los ríos, además de ser recursos naturales fundamentales para el abastecimiento
hídrico de los territorios, se convierten también en ejes socioculturales en torno
a los cuales se construyen y consolidan dinámicas y manifestaciones de carácter
material e inmaterial, que incentivan el desarrollo de los grupos sociales. Es
de resaltar, además, que la construcción de las trazas urbanas se determinó en
muchos casos por la ubicación de los cuerpos de agua, estableciendo el criterio
de fundación de ciudades “entre ríos” para beneciar así a la población.
Para el caso de la ciudad de Bogotá (Colombia), fueron San Francisco y San
Agustín los ríos que determinaron efectivamente su ubicación; y de ahí su
importancia como ejes históricos, sociales y culturales al ser los referentes para
el desarrollo de toda la infraestructura urbana. En ese sentido, el presente estudio
pretende hacer visible el signicado de los ríos bajo una mirada patrimonial, a
partir de la relación que han establecido las comunidades con dichos ríos y su
entorno desde épocas prehispánicas hasta la actualidad.
La investigación toma como punto de partida las nociones de patrimonio cultural
y patrimonio natural y su indivisible relación conforme a la trayectoria histórica
de los ríos San Francisco y San Agustín, al igual que los conceptos de territorio
y memoria que han sido ampliamente denidos en diversos estudios y que,
para este caso, se relacionan con el uso y diferente carácter que han adquirido
dichos cuerpos de agua a lo largo del tiempo, asociando a ellos dinámicas y
manifestaciones culturales que, si bien es cierto ya no existen, si permiten
visibilizar la existencia de los ríos y, por tanto, vislumbrar su signicado cultural.
Aquí se pretende contextualizar al lector sobre el territorio de estudio mediante
una caracterización de los ríos y su entorno inmediato, desde sus coordenadas
espaciales y naturales. Es por esto que se presenta una cartografía básica que
muestra el curso de los ríos y su relación entre y con el crecimiento de la traza
urbana, teniendo en cuenta que especialmente el San Francisco es un río que
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atraviesa la ciudad desde su punto más alto en el cerro de la Peña al costado
oriental hasta su desembocadura en el río Fucha al occidente la ciudad.
Así mismo, se muestran las transformaciones de los ríos San Francisco y San
Agustín en los diferentes periodos de tiempo, pasando de los ríos simbólicos en
el precolombino a los ríos limítrofes al momento de la fundación de Santafé, para
después virar su carácter hacia lo doméstico durante la Colonia y posteriormente
hacia lo utilitario en la República, como cloacas para la canalización de aguas
negras. Finalmente se llega a su invisibilización (el San Agustín) y, por qué no
decirlo, estetización (para el caso del San Francisco) en la época moderna.
En síntesis, se pretende mostrar al lector el signicado cultural de estos cuerpos
de agua mediante un recorrido de comprensión histórica y de transformación
que aviva la memoria de ocupación y apropiación del territorio en el que estos
se inscriben.
La identicación de todas estas transformaciones que sufrieron ambos ríos
a lo largo de la historia permite entender cómo las características físico-
naturales de entre ríos, propias del territorio donde se estableció Bogotá, las
alteraciones efectuadas en el paisaje y las manifestaciones culturales producto
de las dinámicas de uso de las diferentes épocas han sido determinantes para la
conformación del patrimonio cultural de la ciudad a lo largo estos cuerpos de
agua.
Si bien actualmente los ríos están canalizados, las huellas que dejaron a su paso
son de vital importancia para hacer visible su signicado cultural.
Los ríos como ejes naturales y culturales determinantes en la conformación
y apropiación del territorio
Como recurso natural primordial en el desarrollo y subsistencia de cualquier
grupo humano, los cuerpos de agua han sido fundamentales en la conformación
y ordenamiento territorial a lo largo y ancho de toda la nación colombiana,
destacando así la importancia de ríos como el Magdalena, referente que en
gran medida estructuró, determinó y consolidó la diversidad cultural, étnica y
regional de nuestro territorio. Al respecto se destaca la investigación titulada
“Río Magdalena, navegando por una nación” del Museo Nacional de Colombia,
como principal antecedente que muestra el río desde su dimensión histórica, la
diversidad de sus paisajes, la consolidación de la cultura rivereña, las prácticas
de navegación, entre otros aspectos, que en últimas instancias siempre están
apuntando a vislumbrar la estrecha relación entre el patrimonio cultural y el
patrimonio natural.
Esta dependencia o correlación entre estos dos conceptos se presenta como
algo determinante para el desarrollo de esta investigación, lo cual ya ha sido
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retomado desde diversos estudios del ámbito patrimonial. Según menciona la
Política para la Gestión, Protección y Salvaguardia del Patrimonio Cultural.
Por su parte, según la Convención sobre la protección del patrimonio mundial,
cultural y natural de la Unesco, por patrimonio natural se reconocen las
“formaciones físicas, biológicas y geológicas excepcionales, hábitat de especies
animales y vegetales amenazadas y zonas que tengan un valor cientíco, de
conservación o estético” (Unesco, 1972, artículo 2). Sin embargo, el campo
del patrimonio no se ha limitado a la rigidez de esta denición, sino que, por
el contrario, ha buscado entender cómo la interrelación del hombre con la
naturaleza genera adaptación y expresiones autóctonas que afectan la forma
como se va conformando el paisaje, estableciendo una estrecha relación entre
el territorio y los elementos culturales y naturales, y vinculando, así mismo,
elementos del patrimonio cultural material e inmaterial (Ministerio de Cultura,
2010, p. 232). A partir de lo anterior, surge el concepto de patrimonio natural,
que trasciende nuevamente el espacio físico para integrarse a una realidad de
habitación, percepción y reconocimiento de un territorio por parte de un grupo
social especíco.
Es así como la investigación pretende retomar la indisoluble relación entre lo
cultural y lo natural, que se sustenta en la materialidad del río San Francisco como
emblema histórico del centro de la ciudad, y así mismo, en la no materialidad
del río San Agustín, como eje de desarrollo de la traza urbana de la ciudad que
en nuestros días se ha invisibilizado física y simbólicamente.
Ligado a lo anterior, se hace especial énfasis en la importancia que tienen estos
ríos como generadores de dinámicas culturales en sus entornos rural y urbano,
desde que la ciudad era habitada por grupos indígenas y para el establecimiento
de los límites de Bogotá durante la fundación hispánica. Se destacan todas
aquellas prácticas relacionadas con el aprovechamiento o uso de los recursos
naturales, especialmente en el agua como líquido vital en torno al cual se generan
un sinfín de prácticas culturales que la población instauró en su cotidianidad:
la preparación de alimentos o bebidas como la chicha, el lavado de ropas, la
repartición de agua por parte de la “aguadoras”, entre otras actividades, que se
constituyen como parte de la memoria cultural existente en torno a los cuerpos
de agua.
el patrimonio cultural ha evolucionado de una noción estrictamente
monumental, orientada fundamentalmente al patrimonio mueble e inmueble,
a una aproximación que vincula y valoriza, de igual forma, el patrimonio
cultural inmaterial. Esto signica que se ha pasado de una visión que
apuntaba a valorar el patrimonio a partir de las obras construidas por
el hombre, a una noción que también involucra las expresiones vivas de
la cultura, posibles de entender como patrimonio en la medida en que
generan procesos de identidad en las comunidades (Ministerio de Cultura,
2010, p. 232).
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Es importante aclarar que son muchos los estudios que permiten comprender
y descifrar el importante papel del recurso hídrico para el desarrollo social y
urbano de la ciudad capital. Sin embargo, muchos de ellos no responden a la
necesidad de entender cómo los ríos operan como ejes patrimoniales de Bogotá,
estableciendo un fuerte vínculo entre territorio, memoria y comunidad. Como
se menciona en la publicación titulada Paisajes de Agua en Chapinero resulta
importante demostrar la función que tiene el recurso hídrico en la relación de
grupos sociales o comunidades que comparten elementos identitarios, ya que
un paisaje es conservado si se comprende su función social y ambiental” (Cano
Jaramillo, 2011, p. 83).
Lo anterior se presenta como aspecto fundamental para esta investigación, al
vincular los recursos naturales (ríos San Francisco y San Agustín) de un territorio
especíco (el centro histórico de la ciudad de Bogotá) con las dinámicas y
manifestaciones culturales propias de los procesos de construcción de memoria
en los diferentes períodos de tiempo, sustentado así el carácter patrimonial de
los cuerpos de agua objetos de estudio.
Identicación y caracterización de los ríos San Francisco y San Agustín
Los ríos San Francisco y San Agustín pertenecen a la red hidrográca que nace
en los Cerros Orientales y que actualmente hace parte del sistema hídrico que
abastece a la ciudad de Bogotá. Los predios en los que se encuentran los
nacimientos de estos ríos y de los
demás cuerpos de agua que nacen
allí se encuentran bajo tutela
de la Empresa de Acueducto,
Alcantarillado y Aseo de Bogotá
(EAB) y su manejo está a cargo
de la dirección de abastecimiento
de esta entidad. Sin embargo,
los Cerros Orientales hacen
parte de la Reserva Protectora
Bosque Oriental de Bogotá,
cuya administración depende
de la Corporación Autónoma
Regional de Cundinamarca
(CAR).
Mapa 1. Ríos San Francisco. y San Agustín.
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Plano 1. Recorrido actual de los ríos San Francisco. y San Agustín en la ciudad de
Bogotá (Colombia).
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El río San Francisco nace en el páramo
de Choachí en las estribaciones del cerro
de Monserrate. Durante el primer tramo
de su cauce, antes de llegar a la actual
avenida Circunvalar, recibe el caudal de
las quebradas de San Bruno y Guadalupe,
y aproximadamente a la altura de la
Casa Museo Quinta de Bolívar, inicia su
canalización.
Después de su canalización, el río San
Francisco sigue el curso de la actual Avenida
Jiménez hasta la Carrera Décima,
1
lugar
en el que se desvía hacia el suroccidente
y aproximadamente a la altura del actual
parque Tercer Milenio (Cra. 13 con calle 6),
se encuentra con el río San Agustín.
El río San Agustín, referenciado siempre
como uno más pequeño, de menor caudal e
importancia, tiene su nacimiento entre los
cerros de Guadalupe y La Peña. Durante
la primera parte de su recorrido en los
cerros orientales se abastece del caudal de
las quebradas Manzanares y El Chuscal.
Durante el proceso de investigación se
encontró que, detrás de la plaza de mercado
Rumichaca (Av. Circunvalar con calle 7),
existe un cuerpo de agua que baja de los
cerros orientales; y justo donde empieza
la construcción de la plaza de mercado, su
curso es canalizado bajo tierra.
Por la ubicación de este cuerpo de agua y
contrastando imágenes aéreas actuales con
referencias históricas, se plantea la hipótesis
que este sea el río San Agustín y ese punto,
el inicio de su canalización. Una vez inicia
1 Si bien es imposible determinar el curso exacto que
lleva el río por debajo de la tierra, las fuentes consul-
tadas hablan de una desviación mínima en su curso.
Por lo tanto, se toma como referencia el recorrido que
se encuentra en los planos históricos de Bogotá. Un
punto importante para entender la desviación del cau-
ce natural del río es la presencia del puente de Boyacá
(Av. 19 con Cra. 4), Bogotá.
Fotografía 1. Inicio de canalización
del río San Francisco, vistas en el
recorrido realizado con la fundación
Alma y la alcaldía local de la Cande-
laria.
Fotografía 2. Cuerpo de agua detrás
de la plaza de mercado Rumichaca,
posible río San Agustín.
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su canalización, el río San Agustín sigue el curso de la actual calle 7 (antigua
calle 6) hasta llegar a la carrera 13, aproximadamente, donde desemboca en el
río San Francisco. Este recorrido se puede establecer, ya que los documentos
que hacen referencia a la canalización del río mencionan la construcción de la
calle 6 por encima del curso del río canalizado.
2
En el punto de convergencia de los dos cuerpos de agua, el río San Francisco
(alimentado con el caudal del San Agustín) sigue su recorrido por la calle 6, por
lo que hoy en día se conoce como “canal de los comuneros”, hasta llegar a la
intersección de la avenida Américas con la calle 50 (sector de Puente Aranda),
3
en donde desvía su curso, de nuevo bajo tierra, hacia el noroccidente, hasta
desembocar en el canal del San Francisco (proveniente del río Arzobispo y
auentes), unos metros al oriente del actual predio de la Fiscalía General de
la Nación (calle 22 A con carrera 55, aprox.). Este canal sigue su curso hacia
el oriente de la ciudad hasta desembocar en el canal Boyacá, el cual vuelve a
retomar el camino hacia el sur de la ciudad, bordeando el actual predio de la
ciudadela la Felicidad, en donde termina su recorrido al desembocar en el río
Fucha en la calle 16c con carrera 81 bis. Finalmente el río Fucha, alimentado
de todos los auentes anteriormente mencionados, desemboca en el río Bogotá,
dando n al curso vital de los ríos San Francisco y San Agustín.
Durante todo su recorrido de aproximadamente 14 kilómetros, ambos ríos
atraviesan la ciudad de oriente a occidente, en diferentes formas (cauce natural,
canalizaciones subterráneas y canales visibles), marcando hitos de manera
silenciosa y pasando desapercibidos ante una ciudad que camina sobre sus
recorridos sin saber de su existencia.
Los ríos San Francisco y San Agustín como ejes ordenadores en la
conformación de la ciudad de Bogotá
El carácter simbólico de los ríos en la época prehispánica
Desde épocas muy tempranas el lugar que hoy en día ocupa la ciudad de Bogotá
estaba habitada por los indios muiscas, una comunidad que se asentó en todo
2 Durante el trabajo de campo que se hizo en este sector, nadie reconoció este cuerpo de agua
como el río San Agustín. Los habitantes del sector lo conocen como quebrada El Chuscal o
Manzanares, incluso algunos trabajadores de la plaza de mercado le llaman quebrada Rumichaca.
Es importante mencionar que ninguno de los entrevistados reconocía o recordaba la existencia
del río San Agustín. Durante el trabajo de campo que se hizo en este sector, nadie reconoció este
cuerpo de agua como el río San Agustín. Los habitantes del sector lo conocen como quebrada El
Chuscal o Manzanares, incluso algunos trabajadores de la plaza de mercado le llaman quebrada
Rumichaca. Es importante mencionar que ninguno de los entrevistados reconocía o recordaba la
existencia del río San Agustín.
3 Respecto al recorrido del río en este punto, existe la posibilidad de que parte de su cauce se haya
desviado hacia el río Fucha cuando el canal de los Comuneros alcanza la transversal 37.ª. A partir
de este punto se hace referencia a un cuerpo de agua que recorre la calle 3 hasta desembocar en el
Fucha en la transversal 68 bis. En la cartografía se hace referencia a los dos recorridos.
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el altiplano cundiboyacense, espacio geográco
comprendido por las tierras altas y bajas de la
cordillera oriental de los Andes colombianos en
los departamentos de Boyacá y Cundinamarca.
Se trataba de un lugar que se caracterizó por
una inmensa riqueza natural, en donde los
cerros tutelares y los cuerpos de agua como ríos,
lagunas, quebradas y riachuelos determinaron el
asentamiento de las comunidades en esta región,
así como el de otros grupos aborígenes en el
resto del país.
El agua lo era todo. La vida diaria en todo
momento estaba íntimamente relacionada con
los ríos y las lagunas. “Así como la luz, el sol y
la luna integran el aspecto astral de la mitología
chibcha, el agua es el motivo de culto y fuente
de leyendas religiosas” (Rodríguez Gómez,
2003, p. 38.) El agua fue llevada a la posición
de deidad rindiendo culto a Sie mediante los más
espléndidos tributos.
En los ríos nacían sus hijos y a partir de este
primer rito fundamental todos los demás tenían
alguna relación con aquel (EAB, 1968, pp. 25-
26). Para el momento del parto, la mujer se iba
sola a la orilla del río y posterior al nacimiento de
su bebé, se bañaba con él. En este mismo evento
se rendía a la diosa Sie la primera ofrenda, que
consistía en arrojar el cabello del recién nacido
a las aguas, como lo relata el historiador Miguel
Triana en su libro La civilización chibcha: “Los
convidados a la esta de nacimiento le cortaban
el pelo al infante, y provisto cada cual de un
mechón, después de darle al recién nacido el
primer baño, como sagrada unción, botaban al
agua sus cabellos en señal de tributo a la diosa”
(Triana, 1922, p. 36).
El rito de correr la tierra era otra de las festividades
más importantes que los muiscas celebraban en
torno al agua, evento que duraba de 15 a 20 días
y que consistía en recorrer el territorio de cinco
lagunas sagradas. La consagración de un jeque o
cacique también se realizaba mediante un baño
El agua era el elemento
primordial en todos los
eventos de la vida muisca;
el nacimiento de un bebé,
la pubertad de una joven,
la consagración de un
jeque, las festividades o
celebraciones como el
rito de correr la tierra
y la muerte. Se podría
decir que para estas
comunidades el agua
siempre fue fuente de
cultura.
Siendo la toponimia la
disciplina que estudia
los nombres propios
de un lugar, resulta
interesante anotar que
el río Vicachá (el San
Francisco) en lengua
chibcha signica
“resplandor de la
noche”. Por su parte,
Chiguachí (el San
Agustín) corresponde a
“nuestro monte luna”,
atribuido al lugar donde
se estableció el actual
pueblo de Choachí. Esta
era otra de las formas en
la que los indios muiscas
valoraban el agua.
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solemne “para estar puricado en una vida de penitencia” (Triana, 1922, p. 41),
al igual que su ritual fúnebre, que consistía en arrojar los cuerpos y riquezas a
las lagunas como símbolo de ofrenda y en algunas ocasiones en desviar el cauce
de los ríos para hacer allí la sepultura y luego permitir que las aguas pasaran
sobre el cuerpo “bajo cuyo amparo habían de dormir el sueño eterno” (Triana,
1922, p. 42).
Pero además del carácter mítico y religioso, los ríos mantenían un signicado
utilitario para el desarrollo de prácticas como la agricultura. Al descender al
valle, otorgaban una enorme fertilidad a la tierra, lo que hacía que esta fuera
una actividad completamente próspera y, en ese sentido, se presentaba como el
principal ocio, que no solo permitía satisfacer necesidades básicas y aanzar
los lazos de hermandad mediante el saber productivo, sino que, por medio
del trueque de productos, aseguraba el sostenimiento y la consolidación de la
estructura social de las diferentes comunidades. De la acción del agua dependían
las cosechas y por tanto el bienestar de toda la población.
El río San Francisco, denominado por los indios muiscas Vicachá, era uno de
los cuerpos de agua más caudalosos que proveía las aguas más dulces y puras
a lo largo de su fuerte cauce y bañaba todo el valle en el que se cultivaban
productos como el maíz. San Agustín, por su parte, conocido como Chiguachi
4
por los grupos aborígenes, era un río más pequeño y más pobre en caudal que
el San Francisco.
A estos, al igual que al río Arzobispo (cuyo nombre en la época prehispánica se
desconoce), les imploraban su poder sobrenatural para que evitara las enormes
inundaciones que ocurrían en época de invierno, y así mismo invocaban su
memoria cuando recogían el maíz cultivado y en su honor preparaban la chicha
(EAB, 1968). Aquí, una vez más, se presenta el simbolismo del agua en todos
los aspectos de la cotidianidad de estas comunidades.
Este aprovechamiento del territorio, que respondía entre otras cosas a la
concepción particular de ver el mundo y al entendimiento sobre los diferentes
recursos naturales y materiales por parte de los grupos indígenas, hizo que fuera
un lugar ampliamente explotado a la llegada de los españoles.
Los ríos como ejes limítrofes en la fundación y desarrollo de la ciudad de
Santafé de Bogotá
Con la llegada de los españoles se disolvieron todos los cacicazgos existentes,
4 “Pueblo del corregimiento de Ubaqué en el Nuevo Reyno de Granada, situado detrás de los
montes de Guadalupe y Monserrat de la ciudad de Santa Fe de donde dista 5 leguas al oriente: es
de temperamento agradable y delicioso, abundante en trigo, maíz, cebada, papas, cañas de azúcar
y plátanos: tiene de vecindario más de 200 familias de Españoles, y muy pocos indios”. Fuente:
Diccionario geográco-histórico de las Indias occidentales. Tomo I. Madrid. 1776.
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dando paso a la fundación de ciudades y poblados a lo largo y ancho de todo el
territorio colombiano, encontrando que uno de los criterios de asentamiento de
los nuevos pobladores en la sabana de Bogotá fue precisamente la abundancia
de recursos hídricos, como factor determinante para la fundación del caserío de
Teusaquillo, antiguo nombre de Santafé de Bogotá.
Todos los linderos asignados a Santafé fueron naturales; al norte, el río Vicachá
(San Francisco); al sur, el río Chiguanchi o Manzanares (San Agustín); al oriente,
la zona de ladera de los cerros de Monserrate y Guadalupe; y al occidente, la
intersección entre los ríos San Francisco y San Agustín. De esta manera, la
ciudad fue fundada por Gonzalo
La plaza mayor (actual
plaza de Bolívar) debe
su ubicación a los ríos
San Francisco y San
Agustín, siendo el lugar
equidistante y céntrico
con respecto a estos
dos ejes. “El agua
fue determinante en
la elección del lugar”
(Rodríguez Gómez,
2003:62).
Plano 2. Trazado de la ciudad en 1539. Fuente: Secretaría de
Hacienda Distrital.
Jiménez de Quesada en 1538, en las estribaciones de los cerros orientales sobre
las faldas del cerro de Guadalupe; y al quedar localizada entre ríos, fue alrededor
del agua que se generó todo el desarrollo de la urbe.
Siendo los ríos los límites físicos que determinaron la ubicación y consolidación
de la ciudad, para el momento de su fundación, es interesante anotar cómo este
parámetro se empezó a emplear como una constante durante el crecimiento
urbano.
Así, por ejemplo, la división e implantación de las diferentes parroquias se
determinó según la ubicación de los ríos; al igual que la localización de las
plazas con pilas de agua, que se estipuló por la cercanía a estos. La toponimia
de las calles se estableció respecto a las rondas de estos cuerpos de agua y a
las parroquias, así como la aparición de molinos de trigo, la construcción de
puentes de paso —en función de los caminos de entrada y salida de la ciudad—,
lo que ocurrió igualmente con otra serie de aspectos que se fueron desarrollando
y estableciendo en torno a estos ejes naturales culturales, como lo muestra este
plano que data de 1791.
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ciudad de Bogotá, Colombia. Págs 92-107.
A. Parroquia de San Victorino - Plaza
de San Victorino. Se identica que
en esta plaza hubo una pila de agua
abastecida por el río San Francisco.
B. Iglesia de San Agustín y claustro.
Pese a que no cuenta con una plaza
denida, se ubica sobre el entonces
camino real y al borde del río que ll-
eva su mismo nombre, lo que le da
una jerarquía en la ciudad.
C. Convento del Carmen. Al borde
del río San Agustín.
D. Plaza Mayor.
E. Nuestra Señora de Guadalupe. Si-
tio de peregrinación que hace parte
de un circuito de lugares sagrados
que se encuentran entre los ríos de
estudio.
F. Nuestra Señora de la Peña. Punto
de convergencia del circuito sagrado
de entre ríos, cuyo camino es paralelo
al río San Agustín.
G. Nuestra Señora de Egipto. Punto
de convergencia del circuito sagrado
de entre ríos, cuyo camino es paralelo
al río San Agustín.
H. Nuestra Señora de la Cruz de
Monserrat. Sitio de peregrinación
que hace parte de un circuito de
lugares sagrados que se encuentran
entre los ríos de estudio.
Plano 3. Principales iglesias y parroquias de la ciudad en
la rivera de los ríos San Francisco y San Agustín. Base
Cartográca: Esquiaqui Domingo. Plano geométrico de la
ciudad de Santa Fe de Bogotá. 1791. Colección particular.
Elaboración propia.
En la publicación Calles de Santafé
de Bogotá, de Moisés de la Rosa,
se arma que en la antigua ciudad
de Santafé existieron 25 puentes
sobre los ríos objeto de estudio, 18
sobre el San Francisco y 7 sobre
el San Agustín, más otros tantos
que se construyeron sobre algunas
quebradas como las San Juanito,
Guadalupe y Egipto. Puentes hoy
todos enterrados a causa de las
obras de canalización de estos
auentes. Así mismo, 37 fuentes
públicas de las cuales hoy no existe
ninguna.
Plano 4. Puentes existentes sobre los ríos
San Francisco y San Agustín y principales
instituciones de poder civil. Base cartográ-
ca: Paz Manuel María. Plano de Bogotá.
Museo de la Independencia. 1890. Elabo-
ración propia.
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Santos Moreno, Juanita. Ríos San Francisco y San Agustín: ejes de memoria e historia de la
ciudad de Bogotá, Colombia. Págs 92-107.
Se destaca, también, la importancia del camino de Honda, que daba entrada a la
ciudad por el occidente, permitiendo la conexión con el puerto del mismo nombre
y, por tanto, con el río Magdalena, principal corredor comercial, económico y
cultural del país. Este camino, paralelo al curso del río San Francisco, es un
camino real que existió desde la época prehispánica y que con la colonización
se consolidó como puerta de entrada a la urbe.
Continuando con las dinámicas productivas, la agricultura en Santafé fue una
actividad que igualmente se vio beneciada por el abundante cauce de los ríos
San Francisco y San Agustín.
Para 1849, como lo evidencia el plano de Agustín Codazzi, se destaca la
existencia de parcelas en las laderas de estos cuerpos de agua. Así mismo, se
observa una preponderancia del uso rural del suelo, que se desarrolla hacia los
costados oriental y occidental de la traza urbana de la ciudad y se destaca por la
amplia extensión de tierras cultivables, especialmente en el área de convergencia
de los dos ríos, donde se evidencia la aparición de ncas y haciendas.
La existencia de este plano, que muestra las características del terreno y
especialmente la distribución de tierras para actividades agropecuarias, permite
establecer una posible relación con el propósito de la Comisión Corográca,
que desde mediados de siglo XIX tuvo la intención de “retratar” los paisajes del
territorio nacional. Aquí se puede observar una vez más la importancia de los
ríos, claramente plasmados en función de un paisaje rural que para esa época
se constituía como la principal fuente de sustento económico y comercial por
medio de la labranza de la tierra y de la actividad pecuaria.
Plano 5. Principales caminos que conducen a la ciudad y conuyen
en los ríos San Francisco y San Agustín. Base cartográca: Carlos
Francisco Cabrier. Croquis de la ciudad de Santafé de Bogotá y sus
inmediaciones. 1797. Servicio Geográco del Ejército. Elaboración
propia.
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Santos Moreno, Juanita. Ríos San Francisco y San Agustín: ejes de memoria e historia de la
ciudad de Bogotá, Colombia. Págs 92-107.
El carácter doméstico de los ríos durante la Colonia
La Colonia fue la época en la cual el agua empezó a adquirir un carácter distinto,
orientado a las necesidades que los pobladores tenían respecto a la limpieza, el
lavado de la ropa, la alimentación y la higiene personal, entre otras dinámicas
que generaron un nuevo signicado para los ríos, los cuales pasaron, de tener
una connotación sagrada y religiosa de tiempos ancestrales, a una connotación
utilitaria y doméstica propia de las nuevas formas de vida que se impusieron
a la población con la colonización española, y que se establecieron con la
construcción de una urbe en las inmediaciones de sus riberas.
Para esta época, el río se convirtió en lugar de encuentro, de intercambio de
información, de entretenimiento e incluso de ocio, en el cual se llevaban a
cabo prácticas cotidianas como lavado de ropas, baños y recolección del agua,
actividades que los habitantes realizaban para satisfacer sus necesidades. Lo
anterior llevó a que con el paso del tiempo las aguas de los ríos fueran perdiendo
su pureza, a lo cual se sumó la mala costumbre de arrojar desechos a los cauces
o a las calles de la ciudad.
Fue entonces que a nales del siglo XVI el cabildo de la ciudad decidió tomar
control de la situación, conduciendo el agua sin contaminación proveniente
desde los nacimientos hasta la Plaza Mayor y estableciendo que desde ese
momento el líquido se tomaría de una fuente de piedra, conocida como el “Mono
de la Pila”. Esta acción estuvo encabezada por el procurador Juan de Almanza,
quien en 1583 elevó un memorial a la Real Audiencia para reclamar en nombre
de la salud y la utilidad pública, la construcción de una fuente.
Plano 6. Tierras productivas en las riberas de los ríos San Francisco y San
Agustín. Base cartográca: Codazzi Agustín. Plano Topográco de Bogotá
y sus alrededores (1849). Museo del Chico. 1849. Elaboración: propia.
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ciudad de Bogotá, Colombia. Págs 92-107.
De esta manera, la gente empezó a dirigirse al “Mono de la Pila” para abastecerse
de líquido, lo que ocasionó que esta, y el resto de fuentes construidas años
después, se convirtieran, al igual que los ríos, en lugares de referencia y cohesión
social de la población.
A pesar de que la población tuvo que cambiar sus hábitos de aseo por el problema
de contaminación que estaba afectando de manera contundente las aguas,
los ejes uviales seguían siendo referentes de ciudad, puntos de encuentro y
paso obligado para los habitantes, quienes debían transitar necesariamente
por los puentes que los atravesaban para llegar a la Plaza Mayor, el lugar más
representativo del poder colonial y, por tanto, con unas dinámicas sociales y
culturales fuertemente establecidas.
Los viernes, por ejemplo, allí tenía lugar el mercado; y también el tránsito diario
debía darse por la necesidad de recoger agua del “Mono de la Pila” para ser
transportada hasta las casas, supliendo así la falta de tuberías que condujeran
el agua a domicilio. Es por esto que surge quizá uno de los trabajos más
signicativos de la época: el de las aguateras o aguadoras, llamadas así por
ser mujeres que concurrían a las pilas a recoger en múcuras de barro el agua
para llevarla a las casas y venderla. En su cotidianidad, ellas se relacionaban
con las pilas, chorros de agua y ríos, lugares a los que acudían para recolectar
el preciado líquido y en torno a los cuales generaban puntos de encuentro y
reunión.
Ilustración 1. Dibujo a lápiz de Ramón Torres Méndez, para su álbum de
costumbres neogranadinas. Colección Biblioteca Luisa Ángel Arango.
Fuente: Puyo Vasco. 1988:37.
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ciudad de Bogotá, Colombia. Págs 92-107.
Casi hasta mediados del siglo XIX, estas mujeres fueron una gura familiar
muy solicitada en la ciudad. Su labor recolectora consistía en el llenado, a través
de cañas huecas, que permitían conducir el agua hacia los recipientes. Así lo
relata el escritor y político argentino Miguel Cané, quién visitó Bogotá en 1882:
Es interesante visualizar cómo la labor de las mujeres en el siglo XIX fue
fundamental para mitigar la necesidad de abastecimiento de agua que no se
tenía por falta de sistemas de acueductos propicios, y cómo se crea en torno a
esto una dinámica colectiva, principalmente femenina, que estuvo directamente
relacionada con los ríos San Agustín y San Francisco como abastecedores de
las principales pilas de la ciudad. Además del “Mono de la Pila”, la actividad
de recolección de agua se realizaba en otras tres pilas: Nieves, San Francisco
y San Victorino, las cuales se encontraban ubicadas en lugares estratégicos,
abasteciendo a la ciudad entre las actuales carreras 6 y Caracas, entre calles 10
y 22. Pero la ciudad también contaba con una serie de chorros y/o manantiales
cercanos a los ríos, destacando el Chorro de Padilla, los cuales se convirtieron
para aquel momento en importantes puntos de recolección y suministro de agua,
conformando un sistema en conjunto con las fuentes públicas:
Plano 7. Ubicación de pilas, chorros y manantiales. Fuente: Parga Polania,
Julio. Plano de Bogotá. Escuela Topográca Salesiana. 1905.
La primera impresión que recibí de la ciudad fue más curiosa que
desagradable. En la plazuela de San Victorino encontré un cuadro que no
se me borrará nunca. En el centro, una fuente tosca, arrojando el agua por
numerosos conductos colocados circularmente. Sobre una grada, un gran
número de mujeres del pueblo, armadas de una caña hueca, en cuya punta
había un trozo de cuerno que ajustaba al pico del agua que corría por el
caño así formado, siendo recogida en un ánfora tosca de tierra cocida
(Puyo Vasco, 1988, p. 36).
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ciudad de Bogotá, Colombia. Págs 92-107.
Ahora bien, otra de las principales actividades que hacían parte de las labores
domésticas, también realizadas por mujeres, era el lavado de ropas, lo cual para
nales del siglo XIX se presentaba como el principal factor de contaminación
para los auentes hídricos de la ciudad. La gura de la mujer lavandera surge
con la necesidad del aseo de las ropas; y qué mejor lugar que el río, donde se
podía lavar al aire libre, con suciente agua y en compañía de vecinas y amigas
con quienes se compartían espacios de chisme y tertulia.
Por su localización
en la parte alta del
río San Francisco, en
medio de los cerros de
Guadalupe y Monserrate
y sobre el camino que
antiguamente conducía
a Choachí, se conoce
que en el lugar donde
se ubica el Chorro de
Padilla existieron los
primeros baños de la
ciudad.
Su nombre se atribuye
al descubrimiento hecho
por Cenón Padilla en
1864.
Fotografía 3. Chorro de Padilla. Fuente: Puyo Vasco, Fabio.
Historia de Bogotá siglo XX. 1988. Pág. 52.
Cuenta Ana Cecilia
Rincón que “en un
aljibe cercano al puente
Manzanares (San
Agustín) su hermana
fue perseguida por una
culebra que le engullía
la ropa y el jabón.
Por este motivo las
lavanderas del sector
no debían permitir que
la jornada se extendiera
hasta más de las cinco
de la tarde, porque
muy puntual, la víbora,
cobraba su cuota de
tela y bolas de sebillo a
las laboriosas damas”
(Sánchez Gómez,
2010:177).
Fotografía 4. “El Lavadero”. Fuente: periódico El Gráfico.
Bogotá, 19 de mayo de 1923. Vol. 13 núm. 64, p.704.
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Es por esto que vale la pena ahondar en el trabajo de estas mujeres y en el
signicado de su práctica de cobro para las dinámicas socioculturales de
la ciudad. José Antonio Gutiérrez Ferreira describe algunos aspectos que
alimentaban la labor cotidiana de estas mujeres, como sus voces, gritos y
carcajadas que conformaban un repertorio sonoro y un medio de expresión
popular; sus manos, principal herramienta de trabajo, que soportaban la rutina
diaria, y su atuendo, ligero y sencillo que destacaba su feminidad. Pero también
resulta interesante hacer alusión a la relación que estas mujeres establecían con
el entorno, con la forma de habitar el río y su relación con el: “Hasta 10 mujeres
nos reuníamos, cada una tenía su piedrita donde lavaba, uno mismo buscaba su
planchoncito bien bonito para lavar” (Sánchez Gómez, 2010, p. 180). El río se
convertía para cada una de las lavanderas en su lugar de trabajo, de rutina, de
reunión, de diálogo, de creencias y de mitos.
Estos ocios y saberes, aunque prosperaron hasta casi mediados del siglo XIX,
surgieron en la Colonia como una forma de apropiación de los ríos y su entorno
inmediato por parte de la comunidad y especialmente por las mujeres, quienes
establecieron un fuerte vínculo cultural, social y económico con los cauces de agua
de la ciudad. Según arma Antonio Gómez Sánchez, “las lavadoras eran ejecutoras
del arriba y abajo, de la verticalidad bogotana” (Sánchez Gómez, 2010: 139).
Hoy en día, además de estar arraigadas a la historia de “aguas” de la ciudad,
hacen parte del patrimonio inmaterial como práctica de cohesión social
privilegiadamente femenina y siempre integrada a una clase social altamente
vulnerable. Las lavanderas mantienen una carga simbólica importante para la
memoria colectiva, siendo parte de la consolidación de un proyecto urbano que,
según su evolución, fue reestructurando su equipamiento material para responder
a unas necesidades relacionados con una añoranza de modernidad. Arma
Sánchez que fueron “mujeres que tomaron bajo su poder a una ciudad como
mecanismo de supervivencia, de información, como soporte de expresiones y
acciones visibles, colectivas y privilegiadamente femeninas” (Sánchez Gómez,
2010, p. 143).
La presencia de las lavanderas y aguadoras trascendió, siendo objeto de
atención de distintas expresiones artísticas plasmadas en la literatura, la pintura
y la poesía, gracias a lo cual hoy en día su existencia está documentada. Estas
dinámicas permiten tener un panorama del uso social que se daba a los ríos San
Francisco y San Agustín por parte de los habitantes de la ciudad y especialmente
de las mujeres; y cómo el desarrollo urbano generó la transformación de estas
prácticas culturales.
3.4 La aparición del acueducto: un sistema de desarrollo y transformación de
dinámicas urbanas
Para nales del siglo XIX, el problema de agua en Bogotá aumentaba
considerablemente no solo por la contaminación de los cauces, sino por el
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ciudad de Bogotá, Colombia. Págs 92-107.
acelerado incremento poblacional, donde solo 300 casas contaban con el
servicio de pajas de agua, como le llamaban al servicio particular del líquido
vital. Quienes querían tener acceso a ese servicio debían pagar una tarifa a
la municipalidad para garantizar el abastecimiento. La falta de agua estaba
deteniendo el desarrollo urbano de la capital.
A raíz de esta difícil situación, se promueve la construcción del primer
acueducto de la ciudad, conocido como acueducto de Laureles. El historiador
Ortega Ricaurte cuenta que en un principio la cañería del acueducto bajaba por
una zanja abierta con piso de lajas asentadas con cal y paredes como “cerca de
la piedra” y cubierta con grandes lajas y tierra encima (EAB, 1968, p. 24). Este
acueducto quedó inservible con un derrumbe ocurrido en 1755, razón por la
cual tuvo que ser reemplazado por el de Agua Nueva.
Posterior al derrumbe de Agua Vieja, el arquitecto Domingo Esquiaqui generó
un nuevo trazado sobre este, sacando el agua del boquerón del río San Francisco
(división natural entre los cerros Monserrate y Guadalupe), que llegaba hasta
el tanque de Egipto, para utilizar la misma cañería del anterior acueducto que
bajaba por la calle de La Fatiga (actual calle 10) hasta la Plaza Mayor.
Sin embargo, a pesar de la intervención realizada, el acueducto seguía
presentando ltraciones que generaban disminución en el suministro e
inestabilidad en el terreno, teniendo en cuenta que la cañería se había trazado en
paralelo al cuerpo de agua. Fue así como en octubre de 1849 ocurrió un nuevo
derrumbe, que fue atendido por el ingeniero Thomas Reed, que se encontraba
en el país con motivo de la construcción del Capitolio Nacional. A lo largo de
los años la inestabilidad del terreno se seguía viendo afectada, especialmente
por la permanente explotación del cerro para la extracción de arena y piedra, por
lo que fue necesario hacer una nueva intervención en 1880. A continuación se
presenta un plano con las posibles fases de refacción del acueducto.
Plano 8. Posibles tramos de
la construcción del acueducto
de Agua Nueva. Elaboración
propia.
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Esta adaptación, realizada a la altura del boquerón, consistió en instalar una
bocatoma en la parte más alta del río San Francisco, adaptando tubería de hierro
para conducir las aguas hacia el tanque instalado en cercanías a la iglesia de
Egipto. La intervención de apertura de un camino paralelo al curso del acueducto
dio origen a una plataforma que tomó el nombre de paseo de Agua Nueva. Este
lugar, para el siglo XVIII, se convertiría en el límite de la ciudad en su costado
oriental y en uno de los lugares predilectos al que iban las familias los días
domingos y festivos a contemplar el paisaje.
Sin lugar a dudas, la renovación del acueducto de Agua Nueva y la adaptación
de algunos otros acueductos de la ciudad generaron una serie de alteraciones en
las dinámicas urbanas que implicaron la desintegración de ocios tradicionales
asociados a los procesos productivos, de recolección y de lavado, los cuales
dependían en su totalidad de la presencia del río a cielo abierto. De esta manera,
se reemplazaron los ocios en cuanto a dinámicas, más no en cuanto al saber.
La invisibilización de los ríos: producto de un falso supuesto de modernidad
“Son ellos en apariencia bellos rincones de un Bogotá antiguo y castellano,
condenado a cederle el puesto a los modernos tiempos de civilización y
progreso” El Gráco. 29 de marzo de 1924.
Como ya se ha mencionado, los ríos San Francisco y San Agustín, y en general
los recursos hídricos que habitaban la ciudad, fueron de vital importancia tanto
para la conformación física y urbana de la ciudad como para determinar las
dinámicas sociales, culturales y económicas de sus habitantes. Sin embargo, la
evolución de la ciudad trajo consigo cambios en las dinámicas de crecimiento
urbano y con ello nuevas necesidades que se deberían satisfacer a los habitantes
de la urbe.
Para el siglo XIX, la ciudad de Bogotá aún estaba determinada en todos sus
aspectos por la presencia de sus dos ríos principales y de los cerros orientales,
que, además de ser delimitantes naturales, cumplían una función fundamental
para el bienestar de la comunidad. Eran el suministro de agua de la ciudad.
La relación ambiental entre cerros y ríos era fundamental para el correcto
suministro de este vital líquido. Sin embargo, para nales de siglo, la presión
demográca y el uso excesivo de los recursos naturales (leña) en actividades
cotidianas asociadas al funcionamiento de los chircales y las alfarerías
5
ocasionó
que los cerros orientales empezaran a presentar serios problemas ecológicos.
Los problemas de deforestación eran evidentes y la afectación directa al cauce
de los ríos, inminente.
5 La proliferación de los chircales y las alfarerías obedeció a los procesos de desarrollo y
expansión de la ciudad que exigían cada vez más producción de ladrillos y tejas para suplir las
demandas de la creciente población
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ciudad de Bogotá, Colombia. Págs 92-107.
Con la disminución de sus cauces y las
problemáticas de salubridad de la ciudad,
los ríos San Francisco y San Agustín
pasaron de ser ejes estructuradores
y fundamentales para la capital, y se
convirtieron en espacios problemáticos
de derrumbes, focos de infecciones e
impedimento para el desplazamiento y
el desarrollo de la ciudad en términos
de vías de comunicación. Ante esto, las
autoridades no dudaron en recomendar
la canalización de los ríos y la
proyección de nuevas e importantes vías
de comunicación que aportaran al deseo
modernizador de la ciudad.
Desde la primera mitad del siglo XX, la
existencia de estos ríos empezó a quedar
en la memoria olvidada de una ciudad
que creció de la mano de estos recursos
hídricos, y de los que poco se hablaría
en la historia por venir. Como resultado
del proceso de modernización de la
ciudad, nalmente lo urbano se impuso sobre lo rural, sobre el campo, sobre la
naturaleza y nalmente sobre los ríos.
Antes de la llegada del siglo XX el proyecto de canalización de los ríos San
Francisco y San Agustín era ya un tema recurrente en las esferas políticas y
sociales de la ciudad. Los problemas sanitarios que se vivían en Bogotá fueron
el detonante para que la idea de canalización se fortaleciera y nalmente se
convirtiera en un proyecto prioritario para el desarrollo de la capital. En 1886.
Si bien el discurso higienista de la época sustentó el anhelo de canalización,
este iba de la mano de una intención modernizadora que pretendía realizar la
intervención de estos espacios urbanos con miras al progreso y desarrollo.
Tal era el caso de la necesidad de construir vías de comunicación que mejoraran
la movilidad y los puntos de acceso al centro de la ciudad y la renovación
urbana, que en muchos casos implicaba transformar sectores tradicionales en
puntos de convergencia de una supuesta sociedad moderna en la cual no había
cabida para las tradiciones urbanas (Atuesta, 2011). Con la expedición de la Ley
Fotografía 5. Construcción de canales del
río San Francisco. Autor: Anónimo. Fuente:
Fondo “Luis Alberto Acuña”. Colección
Museo de Bogotá. MdB00056. c.a. 1910.
la Sociedad de Medicina y Ciencias Naturales nombró una comisión para
que estudiara la higiene de Bogotá. El informe indicaba que el curso de los
ríos San Francisco y San Agustín debían ser canalizados para prevenir los
problemas sanitarios (Guio & Palacio Castañeda, 2008).
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10, de 1915, el proyecto de canalización nalmente se vio concretado con sus
respectivos soportes normativos. El acuerdo 6, de 1916, dictó las disposiciones
legales para que se creara una junta que hiciera los estudios previos para el
desarrollo de la Ley 10 de 1915.
La canalización de los ríos San Francisco y San Agustín marcó un momento
determinante para la historia de la ciudad. Fue el momento en que el afán
modernizador enterró dos de los recursos hídricos y culturales más importantes
con los que contaba Bogotá, arrasando de paso con los puentes, chorros, pilas
y demás manifestaciones materiales que durante siglos se construyeron como
parte de la historia y la memoria de una ciudad que nació bañada por dos ríos.
Así, la conformación urbana de la ciudad cambió el paisaje que articulaba los
cerros, la sabana y los ríos; y la imagen de Bogotá empezó a estar determinada
por grandes avenidas y construcciones de concreto. Durante el siglo XX los ríos
San Francisco y San Agustín permanecieron invisibilizados ante una comunidad
cambiante y creciente que transitaba día a día sobre los cauces mermados de los
que fueron los ríos más importantes de la ciudad en los siglos pasados y que,
para la época y a los ojos de los transeúntes, no existían.
Si bien a lo largo del documento se ha ahondado en la importancia histórica que
los ríos San Francisco y San Agustín han tenido para el desarrollo y la evolución
de la ciudad, se hace necesario preguntarse qué pasa hoy en día con estos dos
cursos de agua. Entender e identicar los posibles procesos de apropiación que
se generan en el territorio a partir de la presencia o no presencia de los ríos
es fundamental para comprender por qué en la construcción de la memoria
capitalina del último siglo es difícil encontrar referentes claros frente a estos
recursos hídricos.
Con el n de entender y poder analizar la situación actual de los ríos en
relación con su entorno y con las dinámicas sociales y culturales de la ciudad,
se propone dentro de la investigación una zonicación que, más allá de ser
cultural o simbólica, permitirá entender las relaciones que se establecen entre
la presencia de los ríos y la ciudad en la actualidad, a partir de tres tramos de
su recorrido. Estos tramos obedecen principalmente a la condición física (cauce
natural, o canalizados) y al entorno que acompaña el recorrido de los ríos, en
el que se identican recursos culturales de carácter material o inmaterial que se
conservan como parte de su memoria y sus dinámicas asociadas.
Las zonas identicadas son las siguientes:
Zona 1 (color naranja). El entorno natural de los ríos. En esta zona es
posible apreciar el recorrido de los ríos en su entorno natural, con muy pocas
modicaciones. Se identican recursos asociados especialmente con el San
Francisco, como la compuerta de control de su cauce.
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Zona 2 (color verde). Los ríos bajo la
ciudad. Esta zona se caracteriza por la
ausencia de los ríos en la trama urbana
de la ciudad. Si bien el eje de los ríos
se mantiene de manera simbólica
representado por la presencia de las
dos avenidas bajo las cuales están
canalizados, actualmente es difícil
identicar referentes claros que
reconstruyan el paso de sus aguas.
Zona 3 (color amarillo). El canal de
los Comuneros; la reaparición del río.
En esta zona actualmente se adelantan
trabajos para la construcción de la
troncal de Transmilenio (sistema de
transporte masivo de la ciudad). El
canal de los Comuneros hoy en día es
concebido como un canal por el que
uyen aguas lluvias y aguas residuales
de la ciudad y, por supuesto, no existe
en el imaginario de las personas
ningún punto de conexión entre este
Plano 9. Zonicación de los ríos San Francisco
y San Agustín.
y los ríos San Francisco y San Agustín.
Consideraciones nales
El carácter patrimonial de los ríos San Francisco y San Agustín está dado por
todas aquellas dinámicas y manifestaciones culturales que se asocian a su
existencia como principales ejes hídricos de la ciudad de Bogotá desde que
el territorio era habitado por las culturas aborígenes hasta la actualidad. De
ahí la importancia de comprender el carácter de los ríos a lo largo del tiempo,
pasando de ser fuentes hídricas con un signicado simbólico en la época
prehispánica —momento en el cual el agua mantenía un carácter sagrado—,
para virar su signicado hacia el utilitarismo impulsado por una necesidad
básica de subsistencia, siendo posteriormente canalizados para la construcción
y funcionamiento de un sistema de acueducto que permitiría proveer de agua
una colectividad hasta lograr desaparecerlos de la trama urbana y de la memoria
de los habitantes.
Por lo anterior, se hace una interpretación de los ríos como ejes de memoria e
historia para la ciudad de Bogotá. Si bien hoy en día han quedado invisibilizados
a causa de la transformación y evolución normal de la infraestructura urbana;
se hace especial énfasis en que existen recursos materiales e inmateriales que
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ciudad de Bogotá, Colombia. Págs 92-107.
evocan su presencia en la urbe y que se convierten en referentes simbólicos,
históricos, sociales y culturales que les otorgan el valor y signicado
patrimonial. Pero además de la existencia de estos recursos “patrimoniales”, la
misma presencia de los ríos hasta su punto de canalización permite conocer su
importancia como recurso natural fundamental para el abastecimiento hídrico
de Bogotá. Por un lado, el San Francisco conserva su entorno natural y presenta
unas condiciones ambientales que se van viendo afectadas a medida que su
caudal va descendiendo hasta llegar a la zona en el que se sepulta bajo las calles
bogotanas, pero sin perder la idea de ser un río funcional que aún conserva
dinámicas y prácticas por parte de quienes lo frecuentan para lavar la ropa,
darse un baño o incluso lavar carros.
Por el contrario, el San Agustín ha perdido su dimensión de río, llegando a ser
desconocido de forma generalizada, en términos de su toponimia y de su lugar de
canalización. Aparentemente su presencia en la ciudad pasa desapercibida y su
registro documental, gráco y fotográco tampoco aporta a su reconocimiento
y visibilización como eje natural y cultural de gran importancia histórica para
Bogotá.
Lo anterior, impulsado por el manejo que se da en general a los auentes hídricos
en Bogotá, que con la idea de canalizarlos anulan la noción de la presencia del
río en la ciudad, para ser percibidos como “caños” hacia los cuales se tiene la
percepción de suciedad, mal olor e inseguridad.
Ahora bien, la pertinencia de lograr entender y percibir el recurso hídrico desde
su dimensión cultural y no solamente desde su contexto natural, aporta a la
valoración de los ríos San Francisco y San Agustín y permite ampliar la mirada
ante su importancia histórica. En ese sentido, la presente investigación ofrece
unos parámetros o lineamientos que contribuyen a fortalecer los procesos de
visibilización de los ríos desde dos frentes. Estos son los siguientes:
El primero relacionado con el entendimiento del territorio a partir de la
presencia de dos ejes naturales que determinaron el desarrollo de la ciudad a
nivel arquitectónico, industrial, urbano, comercial, económico, entre otros, lo
cual se evidencia en el ejercicio de análisis de cartografía histórica, que permite
entender el papel de los ríos como lugares articuladores de dinámicas. El
segundo, asociado a la reconstrucción de la memoria a través de la identicación
y caracterización de recursos culturales materiales e inmateriales que ponen
de maniesto su signicado histórico, cultural y simbólico. Muchos de estos
recursos hoy existen y es a través de ellos que se visibiliza, evoca y representa
patrimonialmente la presencia de ambos ríos en la ciudad de Bogotá. Es a partir
de las dinámicas y manifestaciones sociales identicadas en torno a los cuerpos
de agua que es posible empezar construir dichos procesos de memoria.
Hoy en día la presencia de los ríos se ha disuelto casi por completo, en su lugar
se trazaron dos grandes avenidas como la calle sexta y la avenida Jiménez, que
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Santos Moreno, Juanita. Ríos San Francisco y San Agustín: ejes de memoria e historia de la
ciudad de Bogotá, Colombia. Págs 92-107.
bajo otro contexto siguen siendo ejes de desarrollo comercial, económico, social
y cultural de la ciudad como lo eran en su momento los ríos San Francisco y
San Agustín.
En general, se percibe una falta de contextualización de los lugares o elementos
que se conservan en la ciudad y que mantienen una relación directa con los ríos,
como los casos del puente de Boyacá, del Chorro de Padilla, del puente Holguín
o la compuerta del San Francisco, que si bien están presentes, no se reconoce
en ellos la carga histórica y mucho menos el signicado patrimonial que se les
atribuye en el presente estudio, al ser catalogados como recursos culturales.
Lo anterior, impulsado posiblemente por el fenómeno de “privatización” de los
predios del costado oriental del río San Francisco donde se encuentran estos
recursos, aspecto que de una u otra manera restringe y diculta la posibilidad de
conocer, valorar y apropiar estos espacios que le pertenecen a una colectividad.
Si bien es cierto la intención de garantizar la protección ambiental del entorno
es válida, también es fundamental sopesar dicha importancia en términos
culturales, sin olvidar que, ante todo, el río es un referente de historia y memoria
para la ciudad.
Si al oriente los predios circundantes al río San Francisco tienen acceso
restringido, al occidente de la ciudad no es posible saber que el río es río.
Aunque su canal está abierto, la construcción de sistemas de movilidad como
el Transmilenio en uno de sus tramos, el acelerado proceso de edicación
generalizado y las mismas dinámicas de la ciudad han hecho que su presencia
pase desapercibida. De ahí la importancia de conocer el curso del río, su historia,
su memoria, su transformación y sus dinámicas asociadas, lo cual permite tomar
conciencia de su existencia.
No se puede desconocer que la memoria de la ciudad es muy “frágil”, lo cual
hace parte de su normal proceso de evolución y transformación. Y es por eso que,
a falta de referentes tangibles, este tipo de investigaciones se puede considerar
como un punto de partida para reavivar la historia y reconstruir la memoria,
donde más allá de elaborar documentos “académicos” se debe procurar llevar
a cabo acciones o estrategias reales que se puedan articular con proyectos que
permitan visibilizar lo que aún existe para evocar lo que ya desapareció.
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García Perdigón. Jorge Rolando. La investigación histórica en los proyectos de gestión
del patrimonio construido. Propuesta metodológica. Págs. 119-133.
Resumen
El presente estudio, realizado en el bienio 2007-2008 como tesis de maestría,
dene una propuesta metodológica para la realización de una investigación
histórica en los proyectos de gestión y manejo del patrimonio edicado.
Constituyendo un importante aporte, dado que las fuentes estudiadas hasta el
momento solo se quedaban en brindar una guía metodológica solamente a la
hora de intervenir en una edicación.
Se ejemplica su necesidad tomando como caso especíco el antiguo Convento
de Santa Clara de Asís, a la luz de su restauración para sede del Centro
Nacional de Conservación, Restauración y Museología (Cencrem), y como
edicación patrimonial donde no se aplicó correctamente el examen histórico
en su proyecto de gestión. Además, la elaboración de esta investigación sobre
los procedimientos metodológicos, resolvería problemas comunes a otras
realidades presentes en Cuba y Latinoamérica.
La propuesta parte de la denición del objeto de estudio, según la clasicación
del patrimonio cultural dado por la legislación vigente, analiza la situación
del estado informativo que se tiene sobre el mismo, para después realizar la
investigación propiamente dicha siguiendo un orden cronológico. Finalizando
con la elaboración del informe de los resultados obtenidos, para completar la
base de datos históricos sobre el objeto tratado. Queda así denido, del modo
más acabado posible, el acercamiento investigativo propuesto.
Palabras claves: estudios históricos, gestión del patrimonio, patrimonio
edicado, propuesta metodológica.
La investigación histórica en los proyectos de
gestión del patrimonio construido. Propuesta
metodológica
Jorge Rolando García Perdigón
Historiador especialista en Museología
Master en Estudios interdisciplinarios sobre
América Latina, el Caribe y Cuba
jorge@bellasartes.co.cu
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del patrimonio construido. Propuesta metodológica. Págs. 119-133.
Abstract
This study, conducted in 2007-2008 as masters thesis, denes a methodology
for conducting research on the maintenance of historical buildings. It makes
an important contribution since the methodology studied so far only offer
guidelines for intervention.
It shows the need to take as a specic case the former Convent of Santa Clara
de Asis, restored to host the National Center for Conservation, Restoration and
Museology (Centro Nacional para la Conservación, Restoración y Museología,
Cencrem, given its Spanish acronym), as a heritage building project where
a proper historical review was not conducted correctly. In addition, the
advancement of research about such procedures would resolve similar problems
also present in Cuba and Latin America.
Part of the objective of the study, according to the classication given by cultural
heritage laws, is to analyze the current state of information about the subject and
then perform the necessary research in chronological order. It will end with a
report about the results obtained in order to complete the historical database
on the subject. Thus dened and in the most exhaustive manner possible, the
investigation hopes to reconcile the various issues.
Keywords: historical studies, heritage management, building heritage,
methodological proposal.
Introducción
El conocimiento de la historia y sus bondades constituye el punto de partida para
toda operación que se debe aplicar al patrimonio histórico y cultural. Proteger,
conservar y poner en valor ese patrimonio es hoy obligación y compromiso
de futuro no solo para las instancias públicas, sino para el pueblo todo en su
conjunto, ya que en tal acervo se encuentra su propia esencia como colectivo.
La revalorización del patrimonio cultural junto con la regeneración y el
desarrollo sostenible de los centros históricos constituyen prioridades presentes
en las agendas programáticas de las autoridades locales de las ciudades de
América Latina y el Caribe. Aunque es justo reconocer que tal actitud es un
punto cada vez más frecuente en los programas y acciones de gestión estatal y
gubernamental en otras regiones del mundo.
A pesar de la diversidad de contextos económicos, sociopolíticos y urbanos,
los barrios antiguos y edicaciones patrimoniales de las ciudades de la región
latinoamericana presentan problemáticas comunes, que ponen en evidencia la
necesidad de analizar las políticas de protección y gestión de su patrimonio para
encontrar soluciones.
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del patrimonio construido. Propuesta metodológica. Págs. 119-133.
El Consejo Nacional de Patrimonio Cultural (CNPC), del Ministerio de Cultura
de la República de Cuba, es la instancia encargada de precisar y declarar los
bienes que deben formar parte del patrimonio cultural de la nación, los cuales
están sujetos a los preceptos de la Ley n.° 1, Ley de Protección al Patrimonio
Cultural, aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular el 4 de agosto
de 1977 y su Reglamento, el decreto n.° 118 del Consejo de Ministros del 3 de
noviembre de 1983.
Para el sistema de protección y conservación del patrimonio construido no existe
una metodología en el enfrentamiento de los análisis históricos en los proyectos
de gestión. Hasta el presente estos estudios se ejecutan siguiendo criterios
generales de la investigación histórica que no se adaptan, en su totalidad, al
contexto de intervención en los entornos construidos. De ahí nuestro propósito
y aporte, al realizar un examen integral que sitúe a los estudios históricos como
pieza fundamental en el proceso de gestión cultural del patrimonio en cuestión.
Conceptualmente la investigación histórica se presenta como la búsqueda
crítica de la verdad que sustenta los acontecimientos del pasado, y al gestionar
el patrimonio nos estamos reriendo al conjunto de acciones destinadas a hacer
efectivo su conocimiento, conservación y difusión, lo que incluye ordenar y
facilitar las intervenciones que en él se realicen. Los métodos que se han de
utilizar serán el analítico-sintético y el deductivo-inductivo, al encontrar lo
nuevo e interpretarlo, sacando sus consecuencias mediante el razonamiento.
Dada la importancia y necesaria actualización de los razonamientos históricos
en la gestión del patrimonio construido, esta temática adquiere un interés
relevante. Se trata de analizar la necesidad de estas reexiones en el contexto
cubano actual, para el logro de resultados mucho más cercanos a la obtención
de los objetivos en la intervención constructiva sobre los inmuebles o conjuntos
inmobiliarios. Estas memorias y sus resultados, conllevarán al cumplimiento
de la premisa más importante de toda intervención, el logro de la autenticidad
respetada o rescatada en el bien intervenido.
Es objeto de estudio de nuestro examen la denición de una metodología que
tenga en cuenta la importancia de la investigación histórica en el proceso de
gestión y manejo de un bien inmueble, ejemplicando su necesidad con el
caso especíco del antiguo Convento de Santa Clara de Asís, a la luz de su
restauración para sede del ya desaparecido Centro Nacional de Conservación,
Restauración y Museología (Cencrem).
Basamos esta selección como muestra teniendo en cuenta que fue el primer
caso en Cuba de un proyecto integral de intervención para la recuperación de un
monumento, en aras de un programa de gestión sociocultural y haber constituido
un ejemplo de estudio histórico incompleto. Además, es interés del Programa
Ramal de Investigaciones del Ministerio de Cultura (Mincult) la elaboración de
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del patrimonio construido. Propuesta metodológica. Págs. 119-133.
esta investigación sobre los procedimientos metodológicos, para resolver estos
problemas, comunes a otras realidades presentes en el país.
A partir de la denición del objeto de estudio, es válido cuestionarnos la necesidad
de los estudios históricos en el proceso de gestión del patrimonio construido y
la posibilidad de denir una metodología con base en esas memorias, tomando
el ejemplo del Convento de Santa Clara de Asís como edicación patrimonial
donde no se aplicó correctamente el examen histórico en su proyecto de gestión.
Las formulaciones anteriores llevaron a plantearnos los objetivos siguientes:
1) Demostrar la necesidad de los estudios históricos en el proceso de gestión del
patrimonio construido, mostrando su importancia cultural, social y económica.
2) Realizar una actualización histórica del Convento de Santa Clara de Asís,
al constituir el principal referente de los decientes estudios investigativos
realizados en un proyecto de intervención.
3) Proponer una metodología general que tenga en cuenta las especicidades en
los diferentes casos de la investigación histórica en la gestión y manejo cultural
de un bien inmueble.
Desarrollo
Importancia de la investigación histórica para la toma de decisiones en la
política de gestión que se diseñe para el edicio.
Entre lo estipulado por la Convención sobre la Protección del Patrimonio
Mundial, Cultural y Natural de 1972, se destaca el desarrollo de los estudios y
la investigación cientíca y técnica. Aspectos que proporcionarán al país hacer
frente a los peligros que amenacen a su patrimonio, adoptando, para ello, las
medidas jurídicas, cientícas, técnicas, administrativas y nancieras adecuadas
que posibilitarían identicar, proteger, conservar, revalorizar y rehabilitar ese
patrimonio.
1
La investigación histórica realizada a un edicio patrimonial, además de
evaluarlo integralmente, facilita la toma de decisiones para una buena política de
su gestión Al revelarnos su importancia, también nos muestra su estado general
de conservación, sus características arquitectónicas, materiales utilizados,
técnicas decorativas, usos y nes. Es la guía para la acción futura y elemento
clave a respetar para lograr el éxito.
1 Pérez Cano, Teresa. “Turismo en las ciudades históricas: la ciudad sosteniple”. En Boletín
del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. n.° 36, 2001.
www.juntadeandalucia.es/cultura/iaph/puplicaciones/dossiers/dossier11/dossier11art2.htm.
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del patrimonio construido. Propuesta metodológica. Págs. 119-133.
El respeto por el patrimonio y la puesta en valor de las obras tal como se
encuentran, aceptando las intervenciones incorporadas en el transcurso vital
del edicio, han llevado a la necesidad de poseer un detallado conocimiento
histórico de este antes de acometer tareas que lo afecten. En tiempos pasados,
la restauración estaba sujeta a los caprichos del restaurador y el conocimiento
histórico de la obra no se consideraba necesario.
Es en los últimos años del pasado siglo que se ha jerarquizado el respeto hacia
el edicio y su entorno, a partir de lo reglamentado internacionalmente, y se
ha acentuado la necesidad de realizar los trabajos de restauración sobre bases
cientícas. La documentación histórica se aanzó como un dato ineludible para
la acción. Sin embargo, por razones coyunturales, las urgencias por comenzar
las obras y las improvisaciones, entre otras, hace que, aún hoy, sea frecuente la
realización de tareas de restauración prescindiendo del conocimiento histórico
del objeto.
Estos ignorados estudios ofrecen un conjunto de informaciones que permiten dar
validez a cualquier acción realizada en la gestión del patrimonio construido. Los
monumentos deben ser analizados como documentos, reconocerle sus valores
históricos y artísticos, antigüedad y todo lo que nuestros antepasados fueron
capaces de crear y transmitir. Estas exposiciones requieren de un profesional
altamente calicado, que realice un trabajo diferenciado, con una metodología
especíca y que participe en el gran debate teórico sobre los principios de
restauración y revitalización del monumento.
Son diversas las formas de intervenir en la preservación y revalorización de
los monumentos arquitectónicos, pero la validez de cualquier acción estará
determinada por los resultados de las investigaciones que de ellos se realicen,
por lo que dichas intervenciones aportarán en la denición de las medidas que
se deben tomar para devolverle un estado adecuado para su uso.
Existen factores que condicionan las formas de intervenir en los monumentos,
y su aplicación estará condicionada por las características especícas de la
edicación en la que se va a intervenir y su entorno, según la documentación
existente sobre este y según los objetivos que se persigan con la acción de
conservación.
2
Se deberá tener en cuenta el grado de permanencia de los componentes originales
del monumento, entendiéndose por originales todos aquellos que correspondan
a la etapa histórica que se tendrá que recuperar o que hayan aparecido en el
transcurso de la evolución del edicio, mientras conservó el uso original,
considerándose los componentes y demás bienes.
2 Cárdenas, Eliana. “La investigación histórica en los monumentos arquitectónicos, preservación
y revalorización”. Arquitectura y urpanismo. ISPJAE, 1981, volumen II. Págs. 106-107.
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del patrimonio construido. Propuesta metodológica. Págs. 119-133.
La realización de cualquier trabajo de conservación de un monumento no debe
permitirse... sin antes haberse realizado una profunda labor de investigación
histórica y arquitectónica, así como el resto de los estudios e investigaciones.
3
También se reconoce el papel del historiador del arte en el proceso de restauración
y revitalización, asociándolo no solo con tareas del inventario formal, sino también
con el estudio histórico, estético y del estado de conservación del inmueble.
El conocimiento de la obra, en todas sus etapas históricas, facilitará la adopción
de decisiones adecuadas sobre lo que se debe conservar y lo que se debe eliminar.
Dominar la historia del monumento en cuestión “...no es un lujo de exquisitos
sino una necesidad para quien encare responsablemente la preservación del
patrimonio cultural...”.
4
Existen numerosos ejemplos, nacionales y extranjeros, donde puede evidenciarse
la necesidad de vincular estos estudios con las formas de intervención. La
experiencia indica que, estando en camino la restauración, el edicio nos
presentará continuos interrogantes que la investigación podrá responder. Es por
ello que, si bien esta debe ir por delante de la restauración, eso no signica que
cumpla un ciclo cerrado, sino que, por el contrario, debe acompañar las fases
del proceso de la obra.
Así, observamos restauraciones realizadas en los últimos años que, no obstante
el esfuerzo resultan decientes, y se han incorporado usos que, si bien como
actividad no son desechables, lo es la forma en que se han ubicado. Precisamente
ha sucedido en algunos de los elementos del sistema defensivo de La Habana
colonial: La Chorrera y los castillos de los Tres Reyes del Morro y el de San
Salvador de la Punta, en los que se han ejecutado acciones revitalizadoras que
han dañado el monumento y, en algunos casos, pudieran resultar irreversibles.
5
En los trabajos de impermeabilización ejecutados a los techos del Castillo del
Morro se evidenciaron los canales de desagüe originales de la fortaleza, que
correspondiendo a un sistema ingenioso bien pudiera haber sido elemento
importante que se ha de mostrar como parte del proceso de restauración de la
edicación. No se había hecho una intervención previa de este sistema desde
el punto de vista documental, pues no se había encontrado información al
respecto, ni se hizo desde el punto de vista arquitectónico en el momento de
su hallazgo. Solo se tomaron algunas fotos y se volvió a cerrar, perdiéndose
así una posibilidad importante de conocer el monumento y de dar una solución
adecuada en los trabajos de conservación.
3 Ibíd. Pág. 114.
4 Viñueles, Graciela y Ramón Gutiérrez. “La documentación histórica en la restauración
de monumentos”. En Cuadernos de arquitectura y conservación del patrimonio artístico. Serie
Ensayos n.° 2, México, marzo de 1976. Pág. 19.
5 Cárdenas, Eliana. Op. cit. Pág. 114.
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del patrimonio construido. Propuesta metodológica. Págs. 119-133.
Otro ejemplo de poca profundidad en el estudio de los valores reales del
monumento, por parte de los restauradores, es el Castillo de la Punta. Aquí no
se aplicaron las técnicas más adecuadas para la conservación, llegándose a una
solución poco apropiada en las cubiertas, que fueron levantadas y no pudieron
volverse a colocar, siendo sustituidas por una estructura de hormigón armado.
De igual forma, otras soluciones en diferentes partes de la edicación no han sido
las más adecuadas, evidenciando el poco cuidado necesario en la preservación
de los valores de uno de los elementos fundamentales del sistema defensivo de
La Habana, único en América por sus características y concentración.
En la obra de restauración de importantes monumentos en el Cusco, capital del
Imperio inca e histórica del Perú, también se han cometido errores dignos de ser
reejados en este trabajo. En San Bernardo, la coordinación incorrecta de los
documentos existentes y lo que la obra presentaba, hizo caer a la ocina técnica
en el error de hacer un diseño que contemplaba una escalera en una habitación
que había servido de sacristía. Cuando fueron localizados los documentos del
siglo XVIII se demostró que allí no había estado la escalera, debiendo cambiarse
urgentemente el proyecto de restauración aprobado.
Hace algunas décadas se escribió que el templo del Convento-hospital de la
Almudena databa de 1886, fecha que solo indicaba la erección de la primera
capilla. Armación en la que se continuó creyendo hasta 1975, en que una
investigación de la documentación existente en varios archivos, si bien
conrmó la primera fecha, también mostró las vicisitudes acaecidas al edicio,
la fecha de comienzo y terminación de la actual iglesia y el sitio original de su
emplazamiento perpendicular al anterior.
Cuando se trabajaba en la obra del Seminario de San Antonio Abad se
localizaron, enterradas, las piezas de una antigua fuente con una inscripción
en parte borrada. Personas que se creían versadas en la Biblia completaron la
leyenda a su modo y cerraron la búsqueda informativa, sin haber indagado que
en el Museo del Arzobispado del Cusco se encontraba un cuadro que mostraba
la fuente en todos sus detalles y con la inscripción completa.
6
Esto nos reeja que si el arquitecto, al hallarse ante tal enigma, hubiera consultado
al investigador para que buscara el documento adecuado se hubiera evitado una
interpretación incorrecta, así como la demora y errores innecesarios.
Existen, sin embargo, ejemplos positivos donde la realización de una correcta
investigación ha posibilitado no cometer errores o enmendarlos, rescatando el
patrimonio para el disfrute social. En una de las casas más antiguas del país, el
Museo de Ambiente Colonial de Santiago de Cuba, conociéndose el valor de
los alfarjes…
6 Ver Viñueles, Graciela y Gutiérrez, Ramón. Op. cit. pp. 8-10.
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García Perdigón. Jorge Rolando. La investigación histórica en los proyectos de gestión
del patrimonio construido. Propuesta metodológica. Págs. 119-133.
Se procedió a un trabajo de consolidación que permitía conservar las
techumbres originales. Dado que los cabezales de las vigas estaban
prácticamente podridos y ya casi no apoyaban en los muros, la consolidación
se efectuó reforzando su asiento y engrosando ligeramente los muros, para
que así las vigas pudieran apoyar en los mismos y salvar la techumbre
original, que de haberse levantado no hubiera podido recuperarse.
7
puso de maniesto que el templo en cuestión no se había levantado hasta
nales del siglo XII o principios del XIII. Por otra parte, el análisis de su
fábrica, tanto desde el punto de vista arqueológico como desde el histórico-
constructivo, nos llevó a pensar que las cicatrices que mostraban los
parámetros debían ser la huella de un movimiento sísmico que los desplomó
y en parte los derribó, y también nos permitió hacer la lectura histórica de
la reconstrucción del edicio a través de las soluciones constructivas que
emplearon los albañiles del siglo XV para paliar los daños.
8
…el análisis de la cartografía antigua, de grabados y dibujos paisajísticos,
posibilitaron reconocer los antiguos caminos que daban sentido a la
ubicación de cada uno de estos elementos en época medieval, las rutas que
seguían, la actividad humana y económica que se derivaba de ellas: vías
romanas, el camino real, el camino de Santiago, etc.
9
7 Cárdenas, Eliana. Op. cit. (p. 112).
8 Lacuesta, Raquel. “Ó coñecemento histórico do monumento. Método e experiencias”.
En As actuacions no patrimonio construido: un diálogo interdisciplinar. Xunta de Galicia,
1997. (p. 420).
9 Ibíd. (p. 422).
En Barcelona, España, a través del Servicio del Patrimonio Arquitectónico
Local (SPAL) de esa Diputación, se han efectuado desde los años 80 del pasado
siglo importantes restauraciones del patrimonio arquitectónico local. Acciones
desarrolladas mediante un estructurado proceso metodológico que se apoya
en la investigación arqueológica, histórico-documental, histórico-artística e
histórico-constructiva.
Fue así como los estudios arqueológicos detectaron el error inducido por las
fuentes documentales en la datación de la iglesia de Sant Jaume Sesoliveres de
Igualada. Dichas fuentes hablaban de la existencia de un templo en el siglo XI,
la arqueología…
También en esta iglesia, junto con la de Santa María de Castelledefels y la de
Sant Quirse de Pedret, así como en el puente de esta última, en el medieval de
Periques de Puig-reig y en el viejo de Roda de Ter,
Este conocimiento posibilitó rehacer las vías que accedían a los monumentos,
ya desaparecidas o desdibujadas por la falta de uso.
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García Perdigón. Jorge Rolando. La investigación histórica en los proyectos de gestión
del patrimonio construido. Propuesta metodológica. Págs. 119-133.
Todos estos ejemplos nos posibilitan armar la necesidad de ver a los estudios
históricos como un todo, al facilitar reconstruir el devenir del patrimonio
construido, su pasado, signicado estético, sus lenguajes a través de generaciones.
Tratan de mostrar la huella del hombre y el tiempo, de recomponer los pasajes
y de darles a los monumentos, a ese patrimonio edicado, un sentido para la
historia.
Convento de Santa Clara de Asís
Constituye el primer caso de un proyecto integral de intervención para la
recuperación de un monumento en aras de un programa de gestión de esa
magnitud que se realizó en Cuba. Situado en La Habana Vieja, Patrimonio de
la Humanidad, es considerado uno de los edicios más antiguos del país, con
un rico muestrario de formas arquitectónicas, siendo la primera estructura no
militar de escala monumental que se construyó en la ciudad. Desde 1985 esta
antigua edicación sirvió de sede al Cencrem, destacada institución destinada
al desarrollo cientíco técnico y docente-metodológico de la conservación del
patrimonio tangible, mueble e inmueble, y del patrimonio intangible.
A partir de él se comienzan a crear las bases de una posible estrategia cubana
en las intervenciones para la restauración y conservación arquitectónica,
incluyéndose los procesos de la investigación histórica y arqueológica. La
complejidad de la intervención y la premura en la esfera de resultados concretos
hicieron que los equipos de estudio y proyecto no utilizaran correctamente los
estudios históricos, con criterios acordes a su época con los conocimientos que
en ese momento se manejaban en el país y que no eran el de considerar al
fenómeno de la restauración como proceso tecnológico que requiere de una
amplia y sólida investigación cientíca por su propio carácter de transformación
del objeto que se debía intervenir y su autenticidad.
La investigación histórica se dirigía para validar criterios de intervención y no
para crear criterios en sí. Como ejemplos particulares pudiéramos citar estos:
los cambios de pavimentos en galerías y locales, la uniformidad impuesta a las
soluciones de ventanas y puertas, la aplicación de pintura azul habana en los
techos y carpintería en general, la transformación de los espacios en el llamado
Callejón de los Suspiros y otros ejemplos más.
El mantener ese proceso de diseño, desde esa fecha hasta hoy, hace que
el Convento sea un exponente de problemas al cual el actual proceso de
intervención que se realiza en la institución tenga que dar solución.
La realización de un análisis crítico de la investigación histórica dentro del
proyecto de intervención del edicio contempla, primero que todo, delimitar
los aspectos que quedaron decientes en los anteriores estudios realizados,
investigaciones caracterizadas de escuetas, plagadas de inexactitudes, datos sin
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del patrimonio construido. Propuesta metodológica. Págs. 119-133.
referencia y fundamentación cientíca, lo que llevó a la toma de decisiones
incorrectas.
Documentar la historia de estos edicios y de las órdenes religiosas que vivieron
allí es una tarea difícil por las lagunas que caracterizan al registro histórico de
nuestra ciudad, fundamentalmente de los siglos XVI al XVIII. Razón por la cual,
la lectura del registro arqueológico es sumamente importante para establecer
la utilización del espacio donde estas obras se alzan, en momentos previos a
su edicación y en relación con sus etapas de construcción, ampliaciones y
reparaciones. Importante también resulta la reconstrucción de elementos de la
vida cotidiana que denen estilos de vida en el interior de estos magnícos
inmuebles.
La inmediatez y premura en el comienzo de los trabajos de restauración del
convento, en 1982, conllevó a la formación de un expediente que carecía
de la documentación histórica suciente y de un pobre apoyo arqueológico.
Investigaciones desarrolladas posteriormente posibilitaron enmendar numerosos
errores históricos que hasta ese momento se tenían como valederos.
Pienso que en estos errores inuyó el guiarse por indagaciones anteriores
realizadas sobre el edicio, carentes de fundamento histórico. Fe de esto son
los libros Mis doce primeros años (1831) e Historia de sor Inés (1832), escritos
y publicados en París por la condesa de Merlín, al recrear fantasiosas historias
sobre el edicio conventual. Además de la obra Historia del Convento de Santa
Clara de Asís, datos históricos y leyendas (1922), escrita por los periodistas
Waldo Lamas y Osvaldo Valdés, donde, al valorar la presencia de la arquitectura
cubana en la etapa colonial, también reejaron errores históricos sobre la antigua
edicación.
Fue el reconocido investigador Pedro Antonio Herrera, trabajador del
Cencrem hasta su jubilación, quien dedicara largos años a la búsqueda de la
documentación necesaria que posibilitara desentrañar errores y fantasías,
permitiendo comprender en toda su dimensión la vida de este monumento.
Fruto de su minucioso trabajo es el libro El Convento de Santa Clara de La
Habana Vieja, publicado por la institución en el año 2006.
Para los equipos precedentes de investigación (1980-2006), la administración,
control de ciclos y procesos cuyo alcance termina con la ejecución de la obra,
la gestión no se ve como una continuidad sistémica sobre el objeto intervenido,
lo que incluye su reelaboración conceptual, o sea, un cambio constante en el
objeto que se mantiene más allá de la terminación de las acciones constructivas.
La investigación recorre el método de consulta y comparación de fuentes,
y se deja al criterio del arquitecto jefe la toma de decisiones, dando como
válidas las conclusiones del investigador. Se mantienen criterios vagamente
fundamentados, alegándose su factibilidad a un proyecto muy del presente y no
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del patrimonio construido. Propuesta metodológica. Págs. 119-133.
profundizando en los cambios cronológicos sobre el signicado y las propias
soluciones tecnológicas y funcionales de un inmueble que ha recorrido más de
350 años de existencia y en los últimos 80 años ha visto cambiar drásticamente
su objeto de uso.
La valía de utilizar el antiguo Convento de Santa Clara como ejemplo principal
de aplicación de estos procesos (antes y ahora) radica en la comparación que se
genera al analizar los resultados en un caso paradigmático que sirvió de modelo
para todos los procesos que le siguieron, incluyendo su utilización como método
y ejemplo para los programas de capacitación y superación técnica y profesional
que se han impartido en el Cencrem desde 1986 hasta la actualidad y que han
impuesto una visión especíca de abordar el problema de la investigación, que
requiere de una lógica actualización.
La investigación histórica, usada tradicionalmente para la validación del bien
como patrimonio y categorizarlo según su importancia (mundial, nacional, local),
ahora es también punto de partida obligado para analizar comportamientos,
impactos, en aspectos como la tecnología, los ambientes circundantes, la
población; con cronologías sugerentes para cada una de estas cuestiones de
análisis.
El ejemplo expuesto, junto con otros aquí referidos, arman la necesidad de
ver a los estudios históricos en su sentido holístico, al posibilitar reconstruir no
solo el devenir del patrimonio construido, su pasado, signicado estético y sus
lenguajes a través de generaciones, sino también sus contextos en el horizonte
del arte, la ciencia y la tecnología, lo cual posibilita realmente una reconstrucción
y un análisis de todos los elementos que conforman el proyecto de intervención.
También justican el n del desarrollo investigativo signado por los procesos
de inventario y registro esquemático, característica que aún rige la labor de los
equipos de intervención y que mutilan la potencialidad de la ciencia histórica en
su aplicación en la gestión y manejo del patrimonio construido.
Propuesta metodológica
Una vez analizada la experiencia anterior, estamos en condiciones de dejar
denida una propuesta teórico-metodológica para suplir las deciencias
detectadas y guiar a los futuros equipos de proyectos. Es un método que dene
como válidos cuatro pasos para enfrentar una experiencia investigativa sobre
temas análogos o similares.
1) Denición del objeto de estudio, según la clasicación del patrimonio cultural
dado por la legislación vigente, así:
Objeto edilicio. Edicio aislado, conjunto edicado, monumento o ruina
arqueológica.
• Objeto urbano. Sitio o centro histórico urbano.
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del patrimonio construido. Propuesta metodológica. Págs. 119-133.
• Objeto paisaje cultural. Territorio natural o rural.
Al denir y clasicar el objeto de estudio, el investigador se ubica en el ente
patrimonial que se debe analizar, conociendo su ubicación y características
principales.
2) Conocimiento del estado de la información sobre el objeto de estudio, en
coherencia con el objetivo de la intervención.
• Existencia de investigaciones precedentes.
• Existencia de documentación escrita y gráca.
- Bibliografía editada (plana).
- Bibliografía inédita.
- Bibliografía en soporte digital y on line.
• Existencia de tradiciones y conocimientos orales e intangibles.
• Existencia de documentación de tipo técnica.
- Propuestas de intervención, anteproyectos, proyectos, trabajos de diplomas,
registros estadísticos, etcétera.
• Estado del arte.
- Base de datos conable, organizado según preceptos contemporáneos (análisis
sistémico).
Es importante conocer toda la información referente al objeto de estudio, incluso
la documentación que no parece necesaria en un momento puede adquirir relieve
en otro, así como contar con una base de datos conable y organizada según los
preceptos contemporáneos. Se debe clasicar esta base y validarla, analizando
si los períodos son ricos o pobres en información, establecer los posibles nexos
y el estado existencial de la indagación.
3) Proceso de investigación histórica.
Organizar cronológicamente el estado de la información sobre el objeto,
deniendo:
- El período fundacional, fecha y contexto.
- El desarrollo cronológico del objeto:
a) Fechas o períodos signicativos por eventos, fenómenos, usos o
comportamientos asociados. Cronología y contexto.
b) Fechas o períodos signicativos por cambios tecnológicos sustanciales
(reconstrucciones, ampliaciones, demoliciones, destrucciones, etc.), cronología
y contexto.
- Los períodos socioeconómicos importantes (prehispánico, colonial,
republicano o actual) para la vinculación de los cambios tecnológicos y el
impacto medioambiental.
- Los vacíos o lagunas presentes en la información.
-La categorización de la importancia de cada período y la planicación por
prioridad en las acciones investigativas.
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- El accionar investigativo debe abarcar:
a) Revisión y búsqueda en archivos y bibliotecas.
b) Revisión y búsqueda on line.
c) Revisión, búsqueda y análisis comparativo de los resultados de las
investigaciones documentales con las arqueológicas o descubrimientos fortuitos.
d) Establecimiento de nexos entre fenómenos históricos y su expresión en las
fuentes.
e) Validación de las fuentes e información brindada.
f) Trabajo de campo para el conocimiento de tradiciones y leyendas asociadas.
El proceso investigativo requiere organizar cronológicamente toda la
información existente para, en el análisis, detectar posibles lagunas o vacíos
informativos que se deben resolver. De ahí la importancia de obtener toda la
indagación sobre el objeto de estudio, sin obviar fuentes. Todo nuevo aporte
histórico nos presentará, a la vez, nuevos interrogantes; y en ese ir y retornar a
fuentes editadas e inéditas es como vamos despejando las incógnitas encontradas.
4) Elaboración del informe de investigación con los resultados obtenidos y
nalización de la base de datos históricos sobre el objeto de estudio, quedando
explícito lo siguiente:
- Fecha, época y estado del arte en el momento fundacional.
- Fechas y caracterización de los hitos constructivos y de cambio de uso.
- Desarrollo sociocultural y económico del contexto inmediato y vinculación
directa o indirecta con el objeto de estudio, deniendo fechas, estado del arte y
eventos asociados.
- Fechas y caracterización de procesos bioclimáticos importantes (ciclones,
huracanes, terremotos y desastres naturales, en general) y su impacto en el
objeto.
- Fotocopias de fuentes o referencias de estas (documentos, fotos, entrevistas,
etc.).
Al elaborarse el informe investigativo, con los resultados obtenidos, concluye
el proceso y se completa la base de datos históricos sobre el objeto de
estudio, quedando denido, del modo más acabado posible, el acercamiento
investigativo propuesto. Estaremos entonces listos para enfrentar, con éxito,
cualquier intervención en el proyecto de gestión patrimonial escogido.
Conclusiones
Hasta el presente, los estudios históricos para la gestión del patrimonio edicado
generalmente adolecen del análisis integral. Prima el propósito de validar
soluciones tecnológicas y valoraciones histórico-culturales, útiles solamente
para el momento de intervenir en un monumento. Aspectos que resultan pobres
e insucientes, al verse solo como necesarios a la hora de conservar y restaurar
el patrimonio edicado, pero no se mencionan como parte fundamental en
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del patrimonio construido. Propuesta metodológica. Págs. 119-133.
todo el proceso de gestión, del cual forman parte, además de su conservación,
restauración, planicación, investigación, diseño, ejecución, protección,
administración, uso, presentación y promoción.
El estudio del Convento de Santa Clara de Asís, sede del Cencrem, posibilitó
actualizar la información sobre esta importante edicación y mostrar cómo
la complejidad de la intervención y la premura en la esfera de los resultados
provocaron que no se utilizaran correctamente los estudios históricos, con los
criterios acordes con el fenómeno de la restauración. Además de constituir el
primer caso en Cuba de un programa de gestión para la recuperación de un
monumento con base en un proyecto integral de intervención, sobre el que se
crean las bases de una estrategia cubana en las intervenciones para la restauración
y conservación arquitectónica.
Gracias a este análisis fue posible denir una propuesta de metodología para la
realización de una investigación histórica en los proyectos de gestión y manejo
del patrimonio edicado. Partiendo de la denición del objeto de estudio, según
la clasicación del patrimonio cultural dado por la legislación vigente, debemos
analizar la situación del estado informativo que se tiene sobre aquel, para después
realizar la investigación propiamente dicha siguiendo un orden cronológico.
Finalizando con la elaboración del informe de los resultados obtenidos, para
completar la base de datos históricos sobre el objeto tratado. Queda así denido,
del modo más acabado posible, el acercamiento investigativo propuesto.
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Molina Tamacas, Carmen. Primeramente Dios, yo la alivio. El legado de
Lorenzo Amaya en Nueva York. Págs. 135-141.
Resumen
En 2011, la Editorial Campana de Nueva York publicó una recopilación de
testimonios de parteras salvadoreñas —Primeramente Dios, yo la alivio—
realizada por el investigador Lorenzo Amaya Guevara (1942-2015).
El libro fue realizado en coautoría con la lingüista española Paquita Suárez-
Coalla y es parte del trabajo realizado a nales de los años 80 y principios de los
90 en Ciudad Barrios, San Miguel, por el grupo Visión Cuscatleca. Las historias
de vida incluyen leyendas, dietas, rituales, oraciones, cosmovisión y medicina
natural.
Palabras clave: parteras, antropología, etnografía, medicina natural, parto, San
Miguel.
Abstract
In 2011, New York Editorial Campana published a compilation of testimonies
of Salvadoran midwives, conducted by researcher Lorenzo Amaya Guevara
(1942-2015).
The book was made co-authored with the Spanish linguist Paquita Suárez-
Coalla and is part of the work done in the late 80s and early 90s in Ciudad
Barrios, San Miguel, by Vision Cuscatleca Organisation. Life stories include
legends, diet, rituals, prayers, worldview and natural medicine.
Key words: midwives, Anthropology, Ethnography, natural medicine, birth, San
Miguel.
Primeramente Dios, yo la alivio.
El legado de Lorenzo Amaya en Nueva York
Carmen Molina Tamacas
Antropóloga y periodista radicada en Estados Unidos
cmolinatamacas@gmail.com
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2015 AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Molina Tamacas, Carmen. Primeramente Dios, yo la alivio. El legado de
Lorenzo Amaya en Nueva York. Págs. 135-141.
Introducción
Así inicia el relato de María Padilla, quien nació en un remoto cantón de Ciudad
Barrios, San Miguel, en 1902; y dos años antes de morir, en 1992, compartió el
relato de su vida como partera.
La suya es una de 24 historias recopiladas por Lorenzo Amaya Guevara,
reconocido por su gran trayectoria como investigador de la cultura salvadoreña,
en particular de la producción del añil.
Amaya murió el 24 de julio de 2015, dejando un legado como parte de su
trabajo de casi cuatro décadas en la investigación cultural gubernamental. Tras
un repentino derrame cerebral, permaneció varios meses delicado de salud hasta
que sus fuerzas se apagaron.
Admiré la humildad de Lorenzo Amaya y su capacidad para compartir
conocimiento, cuando en 2005 fue mi catedrático de Tierra, Cultura y
Medioambiente en la Escuela de Antropología de la Universidad Tecnológica
(Utec), aunque antes ya formaba parte de la lista de fuentes de información para
el equipo de la ahora extinta Revista Dominical de La Prensa Gráca.
El origen de Primeramente Dios...
En marzo de este año, el Consulado de El Salvador en Manhattan organizó
un conversatorio por el aniversario del martirio de monseñor Óscar Arnulfo
Romero. Ese día llegaron a mis manos dos ejemplares de Primeramente Dios,
yo la alivio, un libro publicado en Nueva York por la Editorial Campana, cuyo
autor es Lorenzo Amaya.
Había esperado con ansias ese momento, prometido meses atrás por Aracely
Sánchez, una salvadoreña que vive en Brooklyn. En un conversatorio,
organizado también por el Consulado de salvadoreños en el exterior, me contó
que había ayudado a hacer realidad el sueño de Lorenzo, para que la recopilación
de entrevistas de parteras migueleñas viera la luz. Llamó mucho la atención
por el tema, pero especialmente porque aún cuatro años después el libro es
desconocido en El Salvador.
A nales de los años 80, Aracely y Lorenzo fundaron la organización Visión
Cuscatleca, que tiene como objetivo investigar y promover las expresiones
artísticas y el folclore salvadoreño.
Soy originaria de este pueblo de Ciudad Barrios. Nací cerca del cantón
Llano del Ángel. Hoy, que ya tengo 93 años, vivo todavía con mi esposo en
esta casita y cerca de aquí viven mis hijas y nietos (...). En mi casa vivía un
gran familión. Sí, había unas cuantas muchachas. Me acuerdo que vivíamos
allá por donde está un cerro que le dicen el Bonete. Ese cerro es encantado.
Allí vivía un duende.
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Molina Tamacas, Carmen. Primeramente Dios, yo la alivio. El legado de
Lorenzo Amaya en Nueva York. Págs. 135-141.
Aracely, en una conversación posterior a la muerte de él, recordó que
Lorenzo y yo trabajamos desde los años ochenta en diferentes proyectos de
investigación cultural, y el libro fue uno de esos proyectos que con mucho
esfuerzo y dedicación logramos publicar. Dentro del abanico de proyectos,
antes de que yo saliera de El Salvador, ya teníamos en proceso el trabajo
sobre parteras.
En la nota introductoria del libro, Amaya explicó que Visión Cuscatleca estuvo
formada por estudiantes de diversas disciplinas y con intereses anes: música,
losofía, psicología social, sociología. “Nuestro objetivo era rescatar, promover
y difundir nuestros valores ancestrales.”
A nales de los años 80 —precisó— propuso al grupo
hacer una recopilación de testimonios de parteras de la zona oriental del
país, especícamente de Ciudad Barrios, por ser la zona menos estudiada,
y por ser la partera la portadora de un amplio bagaje cultural (...). El
análisis de las condiciones de vida de la mujer en el área oriental nos hizo
crear también el trabajo musical “Mujer campesina” para conmemorar el
vigésimo aniversario del Año Internacional de la Mujer en 1995.
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Molina Tamacas, Carmen. Primeramente Dios, yo la alivio. El legado de
Lorenzo Amaya en Nueva York. Págs. 135-141.
Algunas de las entrevistas fueron realizadas en el centro de salud de
Ciudad Barrios y otras en los cantones de ese municipio. La metodología
usada —indicó Amaya— fue simple: mostrar mucho interés por el trabajo de
la partera y lograr un alto grado de conanza, para que esta pudiera hablar sin
recelos de su historia de vida, de su experiencia en la atención de partos y de los
tratamientos con plantas y fórmulas mágico-religiosas que utilizaban para curar
algunas enfermedades en el parto y el posparto, así como para el tratamiento de
etno-enfermedades como el ojo, el susto, el pujo, el empacho y la mollera.
Dentro de todo ese conocimiento ancestral, Amaya recolectó nombres de
plantas usadas durante el embarazo, el alumbramiento y el posparto; oraciones,
rituales, aplicación del conocimiento astronómico, particularmente el de las
fases de la Luna. Entre las plantas más mencionadas por las parteras guran
las semillas de San Pedro, raíces de culantro y el limón, la canela, el culantrillo
de hacer escobas y la hierba de Rosario, entre muchas otras. Sobre las diversas
tradiciones orales de la región destaca la de un duende, ya que aseguran que
vive en un cerro y cortejaba a las niñas.
Aún después de haber emigrado, Aracely mantuvo contacto casi permanente
con Amaya y el ritmo de trabajo. Ella dice:
La principal virtud del autor es
devolver el calor humano y respeto
con el cual fue recibido por estas
mujeres, algunas de edad avanzada
y sin escolaridad, pero autodidactas.
Como investigador comprometido,
el autor también hace una denuncia:
pese al trabajo que realizan “las
que de lo que no tienen aún le dan
a las parturientas más pobres”, las
matronas no cuentan con un salario
mínimo que contrarreste su escasez.
Los testimonios de estas mujeres
reejan con toda objetividad el
sufrimiento, la pobreza y el abandono
en el que vive el campesino de
nuestro país en las áreas de salud,
educación y trabajo.
Participé en la recolección de las historias, leyendo una a una, nanciando
los costos de operación necesarios para actualizar la información de
los testimonios, hasta ser el puente de comunicación entre la editora, la
editorial y Lorenzo cuando era necesario.
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Molina Tamacas, Carmen. Primeramente Dios, yo la alivio. El legado de
Lorenzo Amaya en Nueva York. Págs. 135-141.
El legado en un libro
El libro Primeramente Dios, yo la alivio recoge los testimonios de María Padía
Padilla, 93 años; Francisca Carranza Posada, 89; Cayetana Carranza, 84; María
Aguilar Pineda, 79; Mirtala Recinos, 78; Lucila López, 75; Guadalupe Centeno
Carranza, 74; Carmen Alvarado de Avelar, 70; Fidelina Rodríguez Márquez,
68; Sebastiana Medardo Sorto y Albertina Escamilla, 67; Fidencia Hernández
Ortiz, 64; Martina Guevara de Chicas, 63; Carmen Romero, 60; Bernardina
Ayala; Rosa Hernández, 59; Aminta Campos, 56; María Hernández Ortiz, 52;
María Dionisia Martínez y Bibiana Iglesias, 50; Rosa Chicas y Blanca Nieves
Medrano, 49; Ana Julia Posada Lovo, 46 e Isabel Lovo Carranza, 36.
Cada historia —que no excede las diez páginas cada una— incluye un retrato.
Por ejemplo, la señora Padía aparece sentada en una silla con las manos sobre
las rodillas, frente a la entrada de su humilde vivienda de bahareque. Otras,
como Mirtala Recinos y María Aguilar, fueron retratadas con niños en brazos.
Los relatos están llenos de detalles que deben ser el punto de partida para
estudios antropológicos sobre la sabiduría ancestral y las prácticas sanitarias de
las zonas rurales.
Respecto al trabajo de campo,
Aracely Sánchez dijo: “Recuerdo a
Lorenzo muy dedicado, respetuoso
de las historias de cada una de las
parteras, entusiasmado con el trabajo
y tomando muchos de sus nes de
semana y días feriados para viajar
hasta Ciudad Barrios”.
La obra se publicó en Nueva York
con la ayuda de varias personas,
entre ellas Paquita Suárez-Coalla,
catedrática de español y literatura
en la Universidad de la Ciudad
de Nueva York (CUNY). Con el
título “Nos queda la historia”, ella
hace una presentación del libro,
enfatizando la satisfacción por haber
participado en la edición de los
testimonios recopilados por Lorenzo
Amaya. Dice Paquita:
Supe de él, y de su trabajo, por nuestra amiga común Aracely Sánchez,
a quien conocí en el 2004 en Nueva York. Enseguida me interesé por lo
que estaba haciendo, porque coincidía con un trabajo de recopilación de
testimonios que yo misma había hecho años atrás con mujeres campesinas
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Molina Tamacas, Carmen. Primeramente Dios, yo la alivio. El legado de
Lorenzo Amaya en Nueva York. Págs. 135-141.
del norte de España, de donde soy originalmente, y porque me parece
de enorme importancia recoger las voces de aquellos, y sobre todo de
aquellas, que cualquier sociedad, sin importar el país, siempre ignoran y
arrinconan, indicó Suárez-Coalla vía comunicación electrónica.
La edición fue un proceso “absolutamente satisfactorio, desde el punto de vista
antropológico y, en mi caso, lingüístico”, arma Paquita y relata lo siguiente:
Desde el principio me quedé fascinada no solo con las historias, sino con
la lengua —tal vez haya inuido en gran medida el hecho de ser escritora
y lingüista—; una lengua que no conocía, con un vocabulario de enorme
riqueza que no aparecía en los diccionarios ociales y que tuve que ir
consultando pacientemente con Lorenzo. Al principio había decidido
incluir un glosario en el que aparecieran todas aquellas voces que, a
partir de mi propio desconocimiento, podrían resultar desconocidas para
el lector, pero al nal —y me alegro de ello— decidí no hacerlo por la
simple razón de que cuando se trata de la lengua que hablan las clases con
poder nadie la traduce; y su manera de hablar, que se considera la norma,
el canon lingüístico que se debe seguir, sirve para marcar distancia entre
el que conoce ese lenguaje y el que no, y el que no lo conoce se considera
ignorante, pero nunca se habla de la ignorancia enorme del que no sabe
términos populares, o desdeña las formas de hablar del pueblo. En este caso,
y al tener en cuenta que la mayoría de las parteras son indígenas, como lo
son sus expresiones, ligadas a lenguas prehispánicas que felizmente se han
conservado en su boca, el desconocimiento es además una postura de clase
que resulta hiriente. Por eso, por respeto, fue que decidí no ‘traducir’ su
lengua, porque tan canónica es esa manera de expresarse como la de las
clases pudientes más vinculadas a la herencia de la conquista española.
Me gustaría, de todos modos, que, por respeto, la Real Academia de la
Lengua Española en El Salvador fuera lo sucientemente inteligente como
para no escamotearles el lugar que se merecen en las preciosas páginas
de su diccionario. El libro de testimonios es por tanto, además de todo,
una joya lingüística que espero se tome como referencia para rescatar la
auténtica lengua salvadoreña.
Una vez acababa un trabajo de edición, Paquita lo enviaba a Lorenzo para que le
diera su parecer al respecto. “Recuerdo sobre todo que siempre fue una persona
muy agradecida con mi colaboración. Aunque me hubiera gustado, nunca llegué
a conocerlo, pero nuestro trabajo a través de internet fue cordial y lleno de
compenetración”.
No es extraño que en Nueva York se encuentren libros publicados en y sobre El
Salvador, pero que, paradójicamente, no puedan encontrarse allá. La Biblioteca
Pública conserva en sus anaqueles verdaderas joyas, muchas de ellas antiguas,
por lo que se requiere permiso especial para lograr su acceso. ¿Por qué se
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Molina Tamacas, Carmen. Primeramente Dios, yo la alivio. El legado de
Lorenzo Amaya en Nueva York. Págs. 135-141.
publicó Primeramente Dios, yo la alivio en Nueva York? Paquita ha publicado
dos títulos con la Editorial Campana: El día que nos llevaron al cine y otros
cuentos y la edición en inglés de Para que no se me olvide. En relación con el
interrogante, la autora puntualizó:
Yo he estado en contacto con Campana desde su creación y estaba segura
de que este trabajo encajaba perfectamente en la línea de la editorial.
Cuando hablé con su editor, Mario Picayo, aceptó con gusto la propuesta e
hizo todo lo posible para que el libro se publicara. Yo nunca he estado en El
Salvador, no tengo ningún contacto allá y no hubiera podido hacer mucho
para que este trabajo viera la luz en el país al que se debe. Es cierto que
tendría que haberse publicado allá, o haber recibido un mayor apoyo en
El Salvador que el que ha recibido. Es una lástima, una gran lástima, que
Lorenzo se haya muerto sin haber visto el libro en su país. Que se publique
ahora, si es que se publica, es una especie de homenaje a su labor, pero
qué mal que la gente tenga que morirse para que se acuerden de lo que
hizo. Con esto no quiero decir que solo pase en El Salvador. Ojalá fuera
así porque entonces el problema sería pequeño; lamentablemente pasa en
todas partes.
La primera edición del libro —rmada por Lorenzo Amaya y Paquita Suárez-
Coalla— fue publicada en octubre de 2011.
Lorenzo recibió un lote de los libros en El Salvador de manos de la poeta
salvadoreña radicada en Nueva York, Juana Ramos, y la poeta argentina
Margarita Drago, quienes viajaron para participar en el Primer Festival de
Poesía de Occidente, en Chalchuapa, Santa Ana.
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Museo Universitario de Antropología, MUA
Qué es el MUA
El Museo Universitario de Antropología, MUA, es una institución dedi-
cada a la difusión del pensamiento cientíco antropológico y del patri-
monio cultural salvadoreño, así como a su conservación. Esto se reeja
en las colecciones que se presentan en sus salas de exhibición permanen-
tes y la temporal y, además, en las muchas actividades culturales que se
realizan según su programación.
Objetivo del MUA
El MUA tiene como objetivo principal promover un espacio cultural
permanente para la adquisición de conocimientos estéticos y valores de
conservación, que contribuyan a la formación profesional de la población
universitaria y del público en general y su sensibilización ante estos fenó-
menos, impulsando actividades de promoción de los insumos necesarios
para la generación de investigaciones de carácter antropológico e histó-
rico, con el único propósito de desarrollar y difundir la cultura del país.
Qué es lo que hace el MUA
Difunde, por medio de exposiciones permanentes y algunas tempora-
les, las diferentes y variadas expresiones tangibles de la cultura salva-
doreña.
Investigar, desarrollar y difundir el acervo antropológico del país de
una manera integral, hacia el interior de la comunidad universitaria y
del publico en general.
Genera actividades académicas concretas en la forma de conferencias,
seminarios, talleres, presentaciones de libros, ciclos de cine, foros,
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investigaciones antropológicas y arqueológicas y otros, con el único
n de educar y sensibilizar a la comunidad universitaria y público en
general.
Conserva el patrimonio cultural.
Salas de exhibición que conforman el MUA
Para una mejor comprensión, el MUA está distribuido en ocho salas de
exhibición, conceptualizadas así:
Sala conceptual
Sala de proceso y comercialización cerámica
Sala etnográca.
Sala de exposiciones temporales.
Sala cultura productiva
Sala movimientos sociales y cultura migratoria
Sala referentes históricos y cultura política
Sala cultura musical y costumbres (en proceso de remodelación)
Servicio de guías
Hay cinco estudiantes de antropología que, con previa cita por parte de
los interesados en visitar el museo, ofrecen los servicios de guía. El reco-
rrido es de una hora y quince minutos.
Ubicación del museo en la ciudad de San Salvador
Calle Arce y 17.ª Av. Norte, 1006,
San Salvador, El Salvador, C. A.
Tels. (503) 2275-8836 y (503) 2275-8837
Fax. (503) 2271-4764
E-mail: museo_utec@yahoo.com
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Horarios del MUA
Lunes:
Cerrado por mantenimiento
De martes a viernes:
de 8:30 a.m a 11:30 a.m.
de 3:00 p.m a 5:30 p.m
Sábado:
de 9:00 a.m a 11:30 a.m.
(NOTA: Los grupos no deben exceder los cien estudiantes; y durante la visita serán distribuidos
en las diferentes salas de exhibiciones que conforman el MUA.)
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Catálogos de las exposiciones del Museo
Universitario de Antropología, MUA
Tecnologías perdidas: La cerámica Plomiza
Del 25 de septiembre al 22 de noviembre de 2014
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Trozos del ayer en la fotografía
Norman Alas Trujillo
Del 25 de febrero al 03 de junio de 2015
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Los sueños caprichosos de Pantagruel. Las cenas de Gala
Salvador Dalí
Del 25 de julio a 22 de agosto de 2015
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Migrantes. Dibujo en gran formato de Gilberto Arriaza
Del 31 de agosto a 14 de noviembre de 2015
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Colaboradores
José Óscar Batres Posada
Arquitecto por la Universidad Politécnica de El Salvador. Técnico en Museografía
por la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel
del Castillo Negrete” (ENCRyM) México, D.F. Actualmente, es miembro del
Departamento de Museografía del Museo Nacional de Antropología “Dr. David
J. Guzman” y catedrático de diferentes universidades en El Salvador.
Contacto: obatres@cultura.gob.sv
Alejandro Hartmann Matos
Investigador. Licenciado en Español y Literatura por el Instituto Superior
Pedagógico “Enrique José Varona”, de la Habana; máster en Promoción Cultural
por la Universidad de La Habana. Actualmente se desempeña como historiador
de la Ciudad de Baracoa y director del Museo Matachín.
Contacto: hartman@gtmo.cult.cu
Ana Cecilia Vilá de Lara
Profesorado en educación media con especialización en Química y Biología de
la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Máster
en Letras con especialización en literatura y doctora en Lenguas Español/
Italiano, de la Universidad de Middlebury, con especialización en Estudios
Culturales, Literatura Latinoamericana y Enseñanza y aprendizaje del español.
Actualmente es directora del Programa de Lenguas Extranjeras y coordinadora
de la Licencia de Educación para la enseñanza del español de la Universidad de
Carolina del Norte en Pembroke, USA.
Contacto: cecilia.lara@uncp.edu
Salvador Marroquín
Educador, compositor, arreglista, director coral e investigador de la música
tradicional, académica y popular; Etnomusicólogo del Instituto Interamericano
de Etnomusicología y Folklore (Inidef), Caracas, Venezuela y licenciado
en Filosofía por la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”.
Actualmente se desempeña como director del coro de la Dirección de Cultura
de la Utec.
Contacto: salvador.marroquin@utec.edu.sv
Melissa Regina Campos Solórzano
Licenciada en Antropología por la Universidad Tecnológica de El Salvador,
Utec; máster en Patrimonio Cultural y Territorio por la Ponticia Universidad
Javeriana de Bogotá, Colombia. Actualmente trabaja como conservadora para
el Museo Universitario de Antropología, MUA; investigadora y catedrática de
la Utec.
Contacto: melissa.campos@utec.edu.sv
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Juanita Santos Moreno
Investigadora. Restauradora de bienes muebles de la Universidad Externado
de Colombia con maestría en Patrimonio Cultural y Territorio de la Ponticia
Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia.
Contacto: juanita.santos@gmail.com
Jorge Rolando García Perdigón
Graduado de Historia y master en Estudios interdisciplinarios sobre América
Latina, el Caribe y Cuba por la Universidad de La Habana. Diplomado en
Gerencia Cultural y Teoría Pedagógica Martiana. Especialista en Sistema
de Documentación y Gestión del Patrimonio Cultural. Ha laborado como
especialista y director en diversas instituciones patrimoniales cubanas;
recientemente se desempeña como Especialista en Museología del Museo
Nacional de Bellas Artes de La Habana.
Contacto: jorge@bellasartes.co.cu
Carmen Molina Tamacas
Antropóloga, Universidad Tecnológica de El Salvador, profesora investigadora;
periodista corresponsal con residencia en New York, USA.
Contacto: cmolinatamacas@gmail.com
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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE EL SALVADOR
MUSEO UNIVERSITARIO DE ANTROPOLOGÍA, MUA
PIEZA DEL MES DE
AGOSTO DE 2015
NOMBRE DEL BIEN: Piedra Dona
CATEGORIA: Arqueológica
MATERIAL: Lítico
GRUPO/TIPO: Usulután
PERIODO: Prehispánico (1524 a.C.- 1524 d.C)
DESCRIPCIÓN
Piedras redondeadas con una perforación bicónica en el centro. El nombre
piedra dona proviene del inglés donut stone, término con el que los arqueólogos
estadounidenses nombraron a estas singulares rocas talladas y perforadas por
los antiguos habitantes prehispánicos de Mesoamérica. Existen varias hipótesis
sobre el uso que les dieron nuestros ancestros; algunos aseguran que fueron
cabezas de mazo para utilizarlas como arma ofensiva. Se sostiene también que
sirvieron como contrapeso para las coas, especies de chuzos de madera, a las
que en el extremo más aguzado se les colocaba la piedra dona como contrapeso
para horadar el suelo y así poder sembrar la semilla que se tenía que cultivar.
Hasta se arma que estas piedras especiales funcionaban como desgranadoras
de maíz, colocando la mazorca en un lado del hueco y presionándola para
desprender los granos por la fricción producida en el centro del anillo lítico.
Es muy probable que su uso haya estado más relacionado con la agricultura, ya
que existen algunos ejemplares de donas con estrías parecidas a las del ayote
(Cucúrbita argyrosperma), planta de cultivo muy común en las milpas desde la
época prehispánica hasta la actualidad.
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CONVOCATORIA Y REQUISITOS PARA LA
PUBLICACIÓN DE ARTÍCULOS DE LA REVISTA
KÓOT,
DE LA UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE EL SALVADOR
Indicaciones para autores Kóot - Publicación Universidad Tecnológica
de El Salvador
Dr. Ramón D. Rivas, e mail: museodeantropologia@utec.edu.sv
CRITERIOS GENERALES PARA LA ACEPTACIÓN DE
ARTÍCULOS
El Consejo editorial de Kóot invita a investigadores, docentes-investi-
gadores, estudiantes y personal administrativos a que participen acti-
vamente con sus aportes; pueden, además participar como autores de
artículos de la revista, profesionales de Museología, Antropología, His-
toria, Arqueología, Lingüística y Arquitectura.
La opinión expresada por los autores son de su exclusiva responsabilidad.
La revista Kóot se reserva todos los derechos legales de reproducción.
Los artículos que se reciben deben ser originales e inéditos, por lo que
no deben ser publicados total o parcialmente en otra publicaciones en
período previo a su publicación en esta revista. La presentación y publi-
cación en fecha posterior será posible con previa autorización del editor
y del autor del artículo.
La recepción de los trabajos no implica obligación de publicarlo ni com-
promiso con respecto a la fecha de su aparición.
ENVÍO DEL ARTÍCULO
Cada artículo debe contener lo siguiente:
• título, subtitulo (si lo requiere);
nombre, títulos del autor, liación institucional (si lo requiere), correo
electrónico;
• resumen del contenido (entre 10 a 15 líneas);
• un ítem con expresiones y palabras claves (cinco a ocho términos);
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• introducción y desarrollo;
• conclusiones tácitas o explicitas;
• bibliografía completa y
• otas marginales.
Para tener presente:
Los artículos que se envíen a la revista Kóot deben ser redactados según
normas estandarizadas (ISO, UNE, APA).
Los trabajos deben ser enviados en Word (en dispositivos de almace-
namientos válido o vía e-mail) a museodeantropologia@utec.edu.sv
UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE EL SALVADOR
MUSEO UNIVERSITARIO DE ANTROPOLOGÍA
Calle Arce y 17.ª Avenida Norte, edicio Anastasio Aquino. 1006,
San Salvador.
• Se recomienda al autor conservar copia de todo material enviado, pues
la revista no se responsabiliza por daños o pérdidas.
Recomendaciones especiales para el autor:
1. Debe tener claridad, solidez y sustento bibliográco suciente.
2. Enviar adjunto, o al nal del artículo, un resumen de vida.
3. El nombre que aparecerá en la publicación será el expresado en el
artículo.
4. En el caso de utilizar imágenes, como grácos, fotografías o ilustra-
ciones, estós deberán ser originales (si los tienen), para obtener calidad
al impimir; si son tomadas de algún texto o sitio web, deberá colocarse
su procedencia. En el caso que el autor requiera imágenes de apoyo, él
asegurará también el pleno logro del objetivo del escrito.
5. Ni la universidad ni el Comité editorial se comprometen con los juicios
emitidos por los autores de los artículos. Cada escritor asume la respon-
sabilidad frente a sus puntos de vista y opiniones.
6. El Comité editorial se reserva el derecho de revisar cada artículo, y
remitirlo a árbitros para garantizar su calidad; y si es el caso, sugerir
modicaciones. Igualmente puede rechazar aquéllos que no se ajustan a
las condiciones exigidas.
7. Las citas a pie de página se numeran correlativamente y deberán estar
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estandarizadas por cualquiera de las normas antes mencionadas.
8. La bibliografía se incluirá al nal del trabajo, ordenándola alfabética-
mente por el autor.
IDIOMA
La revista publica material fundamentalmente en español con los respec-
tivos resúmenes en español e inglés.
DERECHOS DE REPRODUCCIÓN
Cada artículo se acompañará de una carta del autor principal, especi-
cando que los materiales son inéditos y que no se presentarán a ningún
otro medio antes de conocer la decisión del Comité editorial. El autor
debe de adjuntar una declaración rmada indicando qué tipo de derecho
presenta su artículo, recordando que la universidad sugiere utilizar el tipo
de libre acceso; sin olvidar mencionar la fuente. Los derechos de repro-
ducción son propiedad exclusiva de la revista Kóot.
EXTENSIÓN Y PRESENTACIÓN
El artículo completo no excederá de treinta páginas tamaño carta, escritas
a doble espacio, sin espacios adicionales entre párrafos y entre títulos,
en letra tipo Arial y de tamaño 10 puntos; con márgenes derechos de 3
centímetros, y márgenes superior e inferior de 4 centímetros; las páginas
se enumerarán sucesivamente, y el original debe ser acompañado de una
copia de buena calidad.
TÍTULOS Y AUTORES
Se recomienda pensar en títulos que interesen al lector y que tengan plena
relación con el tema, limitándose a 10 palabras o a no exceder de quince.
El contenido debe describirse en forma especíca, clara y concisa, evi-
tando los títulos demasiado generales.
Inmediatamente debajo del título se anotará el nombre y apellido de cada
autor, la institución donde trabaja cada uno, los títulos académicos y car-
gos ocupados; vale aclarar que al resultar dicho artículo seleccionado
para ser publicado, estos datos solicitados aparecerán relacionados al
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nal de la revista con el título de “Colaboradores”. Es preciso propor-
cionar la dirección postal del autor principal para responder la correspon-
dencia relativa al artículo, o indicar otra dirección donde pueda llegar un
servicio de mensajería comercial, o su dirección electrónica.
RESUMEN DE PALABRAS CLAVES
Cada artículo se acompañará del resumen en el idioma en que esté es-
crito, además del resumen en español, uno en inglés, no superior a 200
palabras; para el caso de artículos derivados de investigación, el resumen
debe indicar claramente: 1) objetivos de estudio; 2) lugar y fecha de re-
alización; 3) metodología básica; 4) resultados principales con interpre-
tación estadísticas y 5) conclusiones principales.
Se debe hacer hincapié en los aspectos nuevos y relevantes. Para artícu-
los diferentes a investigación, el resumen debe contener información re-
lacionada con los objetivos, la metodología en la cual se apoya, síntesis
de la tesis principal, la interpretación académica, los resultados (si los
hubiere) y las conclusiones. No incluirá ninguna información o conclu-
sión que no aparezca en el texto. No debe incluir abreviaturas, remisiones
de texto principal o referencias bibliográcas.
El resumen deberá permitir a los lectores conocer el contenido del artí-
culo y decidir si les interesa leer el texto completo. De hecho, es la única
parte del artículo que se incluye, además del título, en los sistemas de
difusión de información bibliográca. Después del resumen se describen
de tres a cinco palabras claves para nes de indización.
CUERPO DEL ARTÍCULO
Los trabajos que exponen investigaciones o estudios por lo general se
dividen en los siguientes apartados, correspondientes al formato Imryd:
introducción, materiales y métodos, resultados y discusión. Los trabajos
de actualización, reexión y revisión bibliográca suelen requerir otros
títulos y subtítulos acordes con el contenido.
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NOTAS AL PIE
Estas deberán ser de acuerdo con la misma norma estandarizada con que
trabajen las referencias bibliográcas, debido a que se realizan para iden-
ticar la jación (institución y departamento) y dirección de los autores,
algunas fuentes de información inéditas y dar explicaciones marginales
que interrumpen el ujo natural del texto. Su uso debe ser limitado.