Contenido
Prólogo
Dr. José Mauricio Loucel ...........................................................i
Presentación ...........................................................................5
Dr. Ramón D. Rivas
El potencial de los museos en la conservación
del patrimonio cultural
Melissa Regina Campos
Solórzano ............................................13
Registro y documentación histórica del pecio
SS Colón en Acajutla, Departamento de Sonsonate.
El Salvador.
Francisco Roberto Gallardo Mejía ...........................................25
El plástico en el arte popular y en el arte moderno
contemporáneo en Guatemala
Carlos René García Escobar ..................................................93
Un carnaval inventado. El disfraz de lo Zoque
en el Chiapas contemporáneo
Miguel Lisbona Guillén ......................................................... 103
El pensamiento de Pierre Bourdieu:
Apuntes para una mirada arqueológica
..............................................................................................
117
William R. Fowler
Eugenia Zavaleta Lemus
Los bienes temporales de la iglesia:
tesoros sagrados para la comunidad cristiana
y tesoros culturales para los pueblos
Roque Marcelino Regalado ..................................................... 137
José Martí en la hora de la integración
latinoamericana y caribeña.
Pedro P. Prada ...................................................................... 151
Museo Universitario de Antropología, MUA ...................... 161
Catálogos de las exposiciones.............................................. 164
Autores ................................................................................ 167
Pieza del mes ....................................................................... 168
i
Prólogo
Dar cuatro pasos ya es caminar, por largo que sea el sendero. Esa ha sido la experi-
encia, hasta el día de hoy, con la publicación de la revista de museología Kóot, que
la universidad edita mediante la Dirección de Cultura y el Museo Universitario de
Antropología, y que en esta oportunidad suma su cuarto lanzamiento. Se integran
en su contenido trabajos de colaboradores nacionales y extranjeros que en sus tex-
tos nos explican aspectos relacionados con la cultura; pero desde otros entornos e
historias. Habrá más temas de interés que investigar después para ir logrando una
colección de referencia cientíca en ese campo del saber, como un camino que se
deberá seguir, que es tan fundamental para comprender las razones de nuestras
culturas y pueblos ancestrales y de cómo inuyen en nuestra realidad actual. Ese
saber, como otros, en la época contemporánea, se ha atomizado de tal forma que
unos estudios llevan a otros, relacionándose en detalles sociales, económicos,
geográcos, culturales y hasta religiosos; y que su lectura lleva a atar cabos sueltos
para descubrir algunos hilos argumentales que arrojen luz sobre los hechos pretéri-
tos y así redescubrir lo que realmente pasó, aunque sea solo relativamente.
Eso es lo apasionante de la investigación y la publicación de los hallazgos cientí-
cos, de lo que se ocupan docentes investigadores y otros profesionales anes
que reúnen un legajo de documentos que, después del mejor de los cuidados de
revisión y diseño, se envía luego para su impresión en el formato de revista. Esa es
una tarea noble pero ardua que solo doctos acuciosos, que aprecian su quehacer,
logran realizar con la satisfacción de que llegará a mentes discernidoras que com-
parten el mismo interés en cuanto a tratar de rearmar la identidad de los pueblos a
través de la antropología, la arqueología, la historia y naturalmente la museología
que es la razón de ser de esta revista. Sin duda, cada paso que se da en esa direc-
ción es digno de reconocimiento y del apoyo conveniente para que se continúe
caminando hacia el propósito trazado.
Dr. José Mauricio Loucel
Presidente.
Junta General Universitaria
Universidad Tecnológica de El Salvador
5
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
A manera de presentación
Este cuarto número de la Revista de museología Kóot ofrece siete artículos,
que con gusto la Dirección de Cultura de la Universidad Tecnológica de El
Salvador presenta a la comunidad académica. Esta edición tiene como tema
“Museos y patrimonio subacuático”. Empezamos a darnos cuenta, en el país,
de que los museos son verdaderos espacios culturales para el resguardo, con-
servación y exhibición del patrimonio del que es rica la nación; y cada vez nos
encontramos con más iniciativas por parte de personas, a título personal; pero
también por comunidades organizadas en querer crear museos. Esto signica
que, poco a poco, hay una especie de toma de conciencia sobre la importancia
de estos espacios para educar en temas especícos concernientes al patrimo-
nio; pero también educar para la vida y para la sana convivencia, aprendiendo
a ver y respetar los referentes del pasado que los museos muestran al público
que los visita, además de ese patrimonio tangible e intangible que abunda en
nuestro país.
En lo que respecta al patrimonio subacuático sabemos por los recientes
estudios de arqueólogos nacionales, que en las costas salvadoreñas hay una
considerable cantidad de restos de navíos; y quién sabe qué más esconde el
mar en sus profundidades. La cuestión es que cada vez más se presentan
amenazas en gran parte por los conocidos como “cazadores de tesoros”; pero
también por gente en busca de chatarra que saquea, y con ello destruye estos
bienes culturales. Además de la dispersión, ya que cuando los objetos son
recuperados enfrentan el riesgo de destrucción debido a la falta de una con-
servación apropiada.
Los sitios arqueológicos en las profundidades del lago de Güija han sido presa
de pillaje por robos de gran envergadura. La explotación comercial de sitios
sumergidos y la consecuente venta de artefactos es una reminiscencia de lo
que sucedió con innombrables sitios arqueológicos en tierra. La inecacia de
las legislaciones y el incompetente personal que ocupa los puestos políticos
permiten a los cazadores de tesoros continuar sus actividades y explotar ar-
6
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
tefactos con propósitos puramente mercantiles, con un total desprecio por la
pérdida que ocasionan a la ciencia y la humanidad.
En este sentido, este número de la Revista Kóot, inicia con una contribución
de la antropóloga y conservadora Melissa Campos, el artículo que titula “El
potencial de los museos en la conservación del patrimonio cultural”, que es
el resultado de una reexión que parte de la investigación titulada “Propuesta
para un museo sin muros para la reactivación de la memoria urbana en la calle
Arce”, en la que formula una propuesta museológica de exposición en la vía
pública para crear un vínculo real entre la comunidad y el patrimonio cultural
del centro histórico de San Salvador, iniciada en 2011, a partir de los estudios
en Maestría en Patrimonio Cultural y Territorio realizados en la Ponticia
Universidad Javeriana de Colombia, tomando como caso de estudio el proce-
so de reordenamiento de la calle Arce en la ciudad capital de nuestro país. Se
trata, sin más, de un aporte actualizado en la búsqueda de una propuesta para
un museo abierto en todo este amplio panorama que nos ofrece la histórica
calle Arce en el propio centro capitalino.
Por su parte, el arqueólogo Roberto Gallardo, de la Dirección de Arqueología
de la Secretaría de Cultura de la Presidencia, presenta un amplio estudio de
arqueología subacuática que titula “Registro y documentación histórica del
pecio SS Colón en Acajutla, departamento de Sonsonate, El Salvador”. De
acuerdo con Gallardo, “aunque la navegación a larga distancia en el Pací-
co centroamericano empieza con la presencia europea en el siglo XVI, la
época de nales de 1800 y principios de 1900 es de especial importancia
para nuestro país, ya que los vapores se convierten en parte del engranaje que
impulsa las economías nacionales. Para nales del siglo XIX el libre mer-
cado y la exportación de productos, especialmente el café y añil, hacen que el
gobierno de El Salvador genere altos ingresos económicos. Estos cambios se
reejaron en la sociedad de la época, incluyendo la infraestructura, institucio-
nes y en las estructuras sociales que se denieron marcadamente. Aunque este
fenómeno de desarrollo y formación nacional es complejo y sus causas son
múltiples, los vapores fueron parte del engranaje que formó El Salvador que
conocemos actualmente. El tránsito de buques a vapor en el océano Pacíco
entre 1850 y principios de 1900 fue un fenómeno histórico descomunal en
América, y marca la época de oro en la navegación con máquinas impulsadas
con este tipo de combustión. Durante este período se estableció un complejo
sistema de transporte y comunicación que unió los continentes, y constante-
mente se rompieron marcas de tiempo en viajes marinos y capacidad de carga.
7
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Este fenómeno náutico fue vital para el desarrollo industrial y económico de
muchos países en el continente americano. La gran cantidad de productos que
eran transportados por estos buques, incluyendo añil y café, generaron los in-
gresos para hacer posible el desarrollo de los países que contaban con puertos
en el océano Pacíco. El transporte de miles de pasajeros con diversas profe-
siones y especialidades, o simples aventureros que buscaban una mejor vida,
también propició el traslado de conocimiento para el impulso tecnológico de
muchas naciones americanas. El papel vital de los buques de vapor para la
formación de El Salvador como nación y como país en desarrollo es un tema
que amerita estudio para conocer sobre estas naves que fueron los medios de
transporte y comunicación marítima más importantes durante gran parte del
siglo XIX y principios del XX. Muchos buques a vapor que estuvieron en uso
durante la segunda mitad del siglo XIX fueron desmantelados y otros desapa-
recieron en los mares, desconociéndose actualmente su paradero. Todos los
vapores que naufragaron y que posteriormente fueron identicados se han
convertido en verdaderos sitios arqueológicos y son parte de nuestro patrimo-
nio cultural. Cada uno de estos pecios tiene su propia historia y su inuencia
en las sociedades, no solamente se limitó al desarrollo económico y social
de El Salvador sino también de otros países latinoamericanos, europeos y de
Estados Unidos. Estos pecios son los únicos sitios arqueológicos en El Sal-
vador que han ejercido una inuencia directa en la historia de otras naciones.
Actualmente, el SS Colón es un sitio arqueológico subacuático ubicado en la
playa de Acajutla, en el departamento de Sonsonate. Este es uno de los pecios
mejor documentados históricamente y más importantes en El Salvador. Su
relevancia sobrepasa las fronteras políticas pasadas y actuales, ya que este va-
por estuvo presente en acontecimientos internacionales trascendentes, como
el traslado de tropas estadounidenses hacia Filipinas durante la guerra entre
Estados Unidos y España; el transporte de inmigrantes portorriqueños desde
Los Ángeles a Hawai; levantamientos revolucionarios, tráco de opio, así
como fue testigo en la vida y muerte de personajes importantes. El SS Colón
es un verdadero sitio arqueológico que debe ser protegido e investigado para
las futuras generaciones. A continuación se presenta un informe sobre el reg-
istro y documentación histórica de este pecio”. De hecho, es un estudio que,
estamos seguros,se convertirá en un referente de primer orden en los estudios
de arqueología subacuática en nuestro país.
El antropólogo guatemalteco Carlos René García Escobar, de la Escuela de
Historia de la USAC, nos ofrece un interesante artículo que presentó como
ponencia en el IX Congreso Centroamericano de Antropología que se realizó
8
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
el presente año. “El plástico en el arte popular y el arte moderno contemporá-
neo en Guatemala” es el título del artículo, en el que arma que “desde el
pasado siglo XX, especícamente después de la II Guerra Mundial, Centro
América, como muchos territorios nacionales del llamado tercer mundo, o
también como parte de los denominados países subdesarrollados, ha sufrido
con más intensidad que nunca la penetración desmedida y abusiva de los in-
tereses económicos y políticos de las potencias autodenominadas ‘superde-
sarrolladas’, en términos de penetración de sus mercados de productos in-
dustrializados, en el contexto de sus modernas tecnologías, auxiliándose del
usufructo de aranceles de exportación/importación favorables a las megain-
dustrias mono y polipólicas, en desmedro de las pobres y débiles economías
de estos pueblos tercermundistas. Como fenómeno de inequívoca penetración
de intereses capitalistas extranjeros, ha permeado durante los recientes lustros
una paulatina intromisión de tipo comercial fundamentalmente, pero con la
máscara de la innovación cultural que ha transformado los productos cultura-
les nacionales, caracterizándolos con innovaciones de tipo industrial, por un
lado (en el orden de las artesanías por ejemplo), y a su vez, por intercurso
de los massmedia(medios de comunicación para las masas), las poblaciones
pertenecientes a estas sociedades dependientes del capital internacional han
adquirido hábitos nuevos tendientes a un cambio de conciencia identitaria que
las conduce a olvidar o abandonar hábitos y comportamientos de corte tradi-
cional como herencias ancestrales asumidas a través del pasado reciente y
antiguo, en aras del consumo de productos y quehaceres nuevos que transfor-
man estas identidades e inciden en gustos y hábitos que conducen a su vez en
el deterioro físico de los organismos vivientes y las personas. En otro sentido,
el plástico se ha introducido como elemento coadyuvador para otorgar sentido
estético y simbólico en expresiones materiales con pretensiones arsticas y de
mensaje social o sociológico, como veremos aquí más adelante”. Se trata de un
artículo que, sin lugar a dudas, no vale solo para Guatemala sino que a su vez
nos da elementos de juicio para repensar lo que sucede en nuestro país con ese
producto popularizado y conocido como plástico.
El antropólogo Miguel Lisbona Guillén del ProimmseIIA, Universidad
Autónoma de México, contribuye con un interesante artículo titulado “Un
carnaval inventado: el disfraz de lo zoque en el Chiapas contemporáneo”. Se
trata de un aporte que tiene comonalidad el reexionar sobre una esta naci-
da en el año 2007: el Carnaval de Copoya, una localidad perteneciente al mu-
nicipio de Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de Chiapas, México. La carnes-
9
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
tolenda no es una construcción reciente en el mundo, y tiempo habrá en estas
páginas para profundizar en ello; pero sí llama la atención que en la localidad
de Copoya, a escasos cinco kilómetros de la capital chiapaneca, surgiera una
festividad cuando ya existía un carnaval celebrado conjuntamente por los que
se reconocen como zoques en Copoya y en Tuxtla Gutiérrez. Miguel Lisbona
parte de que, “por historiadores y antropólogos es conocido el pasado zoque
del centro de Chiapas, y en concreto de su capital y de Copoya, lugar fundado
en el siglo XIX por hablantes del idioma zoque, como ha descrito con pre-
cisión Dolores Aramoni. Hablantes de tal idioma todavía viven en los esta-
dos de Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Veracruz, alejados de los grandes centros
urbanos del país, cuya cercanía ha inuido para que muchos lugares donde
históricamente se habló el zoque hayan perdido de manera paulatina hablan-
tes, como ha ocurrido en Copoya, donde ya casi no se hallan. La existencia
de este idioma, del tronco lingüístico mixe-zoque-popoluca, tampoco es una
exigencia identitaria, como rasgo cultural inamovible, para que los copoyeros
o ciertos habitantes de Tuxtla Gutiérrez se asuman como zoques o, al menos,
como descendientes de ellos. Tampoco es de extrañar que lo zoque se encuen-
tre presente en la capital en forma de apellidos, sabores alimenticios y en una
serie de festividades que conforman un complejo entramado de cargos rela-
cionados con devociones católicas, casi todas ellas uniendo a habitantes de
Tuxtla Gutiérrez y Copoya, como han apuntado algunos estudios; y también
lo sigue haciendo de manera incansable la ya mencionada antropóloga Ara-
moni. El carnaval conjunto de Tuxtla Gutiérrez y Copoya es un ejemplo de
dicha colaboración, aunque en la actualidad han aparecido versiones distintas
de tal festividad en la capital chiapaneca y en Copoya. Pero si la presencia
de lo zoque está viva en el estado de Chiapas, tanto en los municipios donde
prácticamente toda la población es hablante del idioma, y también de diversas
formas en la capital chiapaneca y en la misma localidad de Copoya, ¿qué sen-
tido tiene la invención de un carnaval cuando ya existía uno? De esta pregunta
surgió la idea de escribir este texto, interrogante consciente de las suspicacias
que puede conllevar, aunque no exenta de interés por seguir pensando las
múltiples formas en que se nombre y utiliza lo zoque”. Artículos como estos
nos deben llevar a reexionar sobre esos inventos culturales que se presentan
a menudo y que a la larga no son más que copias de expresiones culturales ya
existentes en otros contextos o simplemente ocurrencias sin arraigo étnico. El
hecho es que, cuando estos subterfugios culturales se presentan, si no tienen
un referente identitario, muy pronto se van al “baúl de los olvidos”, por no
decir desaparecen.
10
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Por su parte, el antropólogo William R. Fowler, de la Vanderbilt University,
y la estudiante egresada de Antropología de la Universidad de El Salvador
Eugenia Zavaleta Lemus, de la Universidad de El Salvador, dan su aporte a
este número con un artículo teórico-reexivo, tomando como base a Pierre
Bourdieu, con el tema“El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una
mirada arqueológica”. Fowler y Zavaleta abordan a uno de los teóricos con-
temporáneos de la acción social más estudiados en diferentes campos de las
ciencias sociales; y como ellos muy bien lo maniestan, “sus postulados invi-
tan a la superación de las antinomias o los dualismos clásicos de la sociología
tradicional (objetivismo/subjetivismo, estructura/agencia, individuo/socie-
dad, materia/idea, micro/macro, cuali/cuanti), y porque se ha identicado con
la superación de los determinismos y sustancialismos, construyendo enfoques
más relacionales y procesuales. Sus principales inuencias teóricas provienen
del marxismo, del estructuralismo francés, de las losofías de Martin Hei-
degger, Edmund Husserl, Maurice Merleau-Ponty, Raymond Aron y Ludwig
Wittgenstein; inclusive, de la tradición epistemológica francesa que enfatiza
el no-positivismo y antievolucionismo. Es, junto a Anthony Giddens, cali-
cado como uno de los dos teóricos de la práctica más inuyentes del siglo
XX, que Bourdieu ha producido una “ontología de las prácticas sociales que
busca superar a nivel metodológico y analítico los dualismos de la física y
la fenomenología social” y que constituye una “síntesis superadora” de los
debates sustancialistas y que abona igualmente al análisis teórico como al
empírico. Esta ontología descansa en categorías sociológicas potentes como
habitus, campo, dualidad de la estructura e integración social y sistémica. Para
Bourdieu, la sociedad existe bajo dos formas: los campos (instituciones), que
conforman las estructuras sociales externas, y los habitus (disposiciones), que
constituyen la organización interna de los agentes. Bajo la tradición del pensa-
miento relacional, Bourdieu concibe a la sociedad a partir de la comprensión
de su carácter heterogéneo y enfatiza en la necesidad de abordarla como un
sistema de campos diferenciales cuyos espacios de lucha diversos son relati-
vamente independientes y autónomos, en contraste con las teorías sociales en
que la sociedad es un todo homogéneo, integrado y armónico. Estos campos
de lucha son los escenarios en que se mueven los agentes sociales y desde los
cuales establecen relaciones que pueden variar desde la dominación hasta la
resistencia.
Fowler y Zavaleta, en su artículo, y como ellos mismos muy bien lo concreti-
zan, muestran “algunos de los principales debates de la teoría sociológica y la
teoría social que enmarcan el contexto del pensamiento de Bourdieu, como de
11
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
sus categorías de análisis. Después, presentaremos las categorías y conceptos
bourdieusianos que pueden explicar los procesos de diferenciación y transfor-
mación social con el objetivo de señalar su utilidad en la teoría arqueológica”.
En buen ahora. Por su parte, el presbítero Roque Marcelino Regalado, en su
interesante artículo, arma que “en la mayoría de religiones el hombre siem-
pre ha expresado las realidades trascendentes con una visión antropomórca.
En especial en el judaísmo como en el cristianismo, esta visión ha llevado
a atribuir características a Dios que han inspirado la representación plástica
del mismo. Así, cuando se describe en los textos sagrados que Dios oye, ve,
camina con su pueblo, abraza, golpea, tiene una espada en su mano, etc., se
trata de expresiones de la cercanía de la trascendencia de Dios. Esta expresión
plástica, con el paso del tiempo, en el cristianismo tomó forma en las artes
occidentales, de tal manera que la cultura plástica de los pueblos se vio reves-
tida de sacralidad. Sin embargo, con la llegada de la cultura moderna, con su
producción en masa y la visión de lo desechable, nos ha hecho perder el valor
de lo sagrado y de lo cultural. Es necesario recobrar el espíritu de la humani-
dad y los valores que de la cultura y la fe emanan”. El artículo del presbítero
Regalado se titula “Los bienes temporales de la iglesia: tesoros sagrados para
la comunidad cristiana y tesoros culturales para los pueblos”.
El honorable embajador de la República de Cuba acreditado en nuestro país,
Dr. CS. Pedro P. Prada, en ocasión del 160 aniversario del natalicio del gran
pensador de todos los tiempos José Martí, ofreció una interesante conferencia
el 28 de enero del presente año a la comunidad académica y estudiantil de
esta casa de estudios, y, por su relevancia, Kóot publica integra esta intere-
sante reexión que él tituló “José Martí en la hora de la integración latino-
americana y caribeña”.
Esta revista, que es posible gracias a los colabores arriba mencionados y al
equipo de editorial, es un aporte muy interesante en la ciencia y la cultura, y
nos hace reexionar; pero principalmente nos motiva a seguir investigando
para descubrir, y con ello poner en valor, tan importantes referentes culturales.
Dr. Ramón D. Rivas
Director. Dirección de Cultura
Editor. Revista de Museología
Kóot
Universidad Tecnológica de El Salvador
12
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Musa. Detalle arquitectonico de la fachada del Museo Universitario de Antropología, MUA.
Técnica mixta, 8.5” x 11”, Rita Araujo. 2012.
13
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El potencial de los museos en la conservación del
patrimonio cultural
Melissa Regina Campos Solórzano
Antropóloga.
Museo Universitario de Antropología, MUA
UTEC
El artículo es el resultado de una reexión que parte de la investigación titu-
lada “Propuesta para un museo sin muros para la reactivación de la memoria
urbana en la calle Arce”, que buscó formular una propuesta museológica de
exposición en la vía pública para crear un vínculo real entre la comunidad y el
Patrimonio Cultural del Centro Histórico de San Salvador, iniciada en 2011, a
partir de los estudios en Maestría en Patrimonio Cultural y Territorio realiza-
dos en la Ponticia Universidad Javeriana de Colombia, tomando como caso
de estudio el proceso de reordenamiento de la calle Arce en la ciudad de San
Salvador, El Salvador, Centroamérica.
Introducción.
Mucho se ha escrito sobre patrimonio cultural en El Salvador, sin embargo,
muy poco sobre éste como la conjunción de factores de identidad, emociona-
les, históricos, espirituales, sociales, entre otros que, en conjunto, van más
allá de la admiración hacia la monumentalidad y la continuidad de lo antiguo,
principalmente de inmuebles arquitectónicos y de artefactos prehispánicos.
Abordar el estudio del Patrimonio Cultural, implica tomar en cuenta toda una
complejidad de retos más allá de considerar lo folclórico o monumental; por
ello, me propongo explorar una alternativa para reconocer el patrimonio como
una construcción social desde el presente, fuera de la forma rígida y tradicio-
nal de reconocimiento ligado a las hegemónicas valoraciones eurocéntricas,
con el propósito de avanzar hacia la consolidación de una mirada incluyente,
en la cual, el patrimonio se articula necesariamente con su contexto.
Por lo general, el patrimonio se clasica en tangible e intangible según se
relacione con un objeto físico o con un producto inmaterial, como una obra
intelectual o determinados usos y costumbres. Ya se trate de uno u otro, el
Campos Solórzano, M.R. El potencial de los museos en la conservación del patrimonio cultural. Pág. 13-23.
14
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
patrimonio, desde un punto de vista conceptual, se ubica siempre en una es-
fera axiológica, es decir que un objeto adquiere el estatuto de patrimonio
en función de los valores que le atribuye una comunidad determinada. En
este sentido, las estrategias de conservación del patrimonio están orientadas a
“otorgar valor” a los elementos que han sido elegidos.
1
Para empezar con un breve enfrentamiento conceptual que nos vaya aclar-
ando el problema, se puede citar la denición de patrimonio aportada hace
casi dos décadas por la UNESCO, organismo rector en la materia:
El patrimonio cultural de un pueblo comprende las obras de sus artistas,
arquitectos, músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas
surgidas del alma popular, el conjunto de valores que dan sentido a la vida, es
decir, las obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de un
pueblo, la lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos históri-
cos, la literatura, las obras de arte, y los archivos y bibliotecas.
2
Sin embargo, parece que esta denición abarca tanto que dice poco, pero
así suele ser cuando las reexiones para determinar que un artefacto cultural
es un bien cultural se dejan en manos de los intelectuales -los expertos- a
razón que nos hemos acostumbrado a que los asuntos de importancia cultural
queden en manos de cualquier persona ecazmente preparada en tratados cul-
turales internacionales (en el mejor de los casos). Por ello, considero clave
comenzar a claricar qué entenderemos por Patrimonio Cultural mediante
una aproximación alternativa a la de UNESCO que, como ya vimos, se re-
duce a bienes culturales con características de monumentalidad, historicidad,
ritualidad, etc., que se entremezclan en una misma denición a manera de una
receta clásica de salpicón cultural.
Por lo anterior, una aproximación alternativa a la denición de Patrimonio
Cultural es útil en la medida que se pueda tener una idea más cercana del
concepto como una construcción social, que no existe en la naturaleza, ni es
una constante cultural, sino que, es producto de la inventiva de algunos que
logra consensuarse en una pluralidad; lo que lo hace cambiante, dinámico y
exible según sean las circunstancias. De este modo, debería ser la misma
1. Al respecto, L. Oriad. Contra la ciudad-museo: el papel del comercio callejero para la conservación
del patrimonio urbano de los barrios tradicionales. En: Apuntes 24 (2): 288-299. 2011.
2. Al respecto, D. Vidart. El rico patrimonio de los orientales. Montevideo: Banda Oriental. Disponible
en: www.unesco.org/culture/heritage/intangible/html_sp/index_sp-shtm., pág 142. 2004.
Campos Solórzano, M.R. El potencial de los museos en la conservación del patrimonio cultural. Pág. 13-23.
15
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
comunidad quien establezca el valor patrimonial de los bienes culturales en
su territorio.
La necesidad de repensar los museos en el siglo XXI.
En El Salvador, la historia museológica comienza a nales del siglo XIX,
en 1883, con la fundación del Museo Nacional de Antropología “Dr. David
J. Guzmán”, desde entonces, nuevos museos han sido creados desde los en-
foques de la museología tradicional, que para la percepción de muchos, se
trata de espacios elitistas, autoritarios y de puertas cerradas.
Usualmente, los contextos territoriales de los museos
3
ayudan a fortalecer ese
imaginario de espacios exclusivos y excluyentes, por ser lugares fuertemente
custodiados, de emplazamiento monumental, con actividades –lastimosa-
mente- exentas a las dinámicas sociales de la comunidad que los rodea y vis-
tos como espacios estáticos y sacralizados; dicho de otro modo, parecieran ser
espacios desvirtuados de lo que según el Concilio Internacional de Museos
los dene como espacios creados para el desarrollo de la sociedad y abiertos
a todo público
4
3. De aquí en adelante, me reero a museos como emplazamientos urbanos
4. Al respecto, Timothy Ambrose y Paine, Crispin. Museum Basics. The heritage: care-preservation-
managment. Routledge 2da edición, New York. 2008.
Equipo de seguridad en el MUA, edicio Anastasio Aquino, donde desde 1987 funcionó la Rectoría de
la Universidad. Foto: Melissa Campos, 2013.
Campos Solórzano, M.R. El potencial de los museos en la conservación del patrimonio cultural. Pág. 13-23.
16
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
A razón de lo anterior, continuo y considero, que al igual que las formas de
comunicación se trasforman en el tiempo adaptándose a las exigencias de la
actualidad con las nuevas tecnologías, también es momento de reexionar so-
bre la necesidad de reinterpretar los museos como espacios culturales vivos,
que vayan más allá de las exposiciones permanentes y temporales organiza-
das hacia el interior de sus cedes, y que busquen un acercamiento verdadero
de su institución museal con las comunidades que los rodean mediante la
supresión virtual de los muros, para que más allá de armar en palabras que
son espacios de puertas abiertas, literalmente lleven hacia su exterior las vari-
antes de narrativas posibles, contenidos construidos idealmente en conjunto
con las personas que habitan los entornos de los museos y cuya interacción
sea compartida con la sociedad en exposiciones exhibidas en las vías públicas
con el objetivo de avanzar en la apropiación del Patrimonio, mediante la pu-
esta en práctica de los nuevos procesos de comunicación y diálogo, inmersos
en las concepciones contemporáneas que incorporan los procesos museológi-
cos modernos, es decir, se trata de replantear la manera de esbozar un nuevo
paradigma para la valoración, signicación e interpretación del patrimonio
cultural.
La museología como enlace del patrimonio y la comunidad.
No cabe duda que una de las formas de apropiarse del territorio es mediante
el conocimiento e identicación con el mismo; de ahí, que el museo pueda
pensarse como un espacio para conseguir tal n. Evidentemente, las formas
y las funciones de los museos han variado sensiblemente en el curso de los
siglos. Su contenido se ha diversicado al igual que su misión, su forma de
funcionamiento y su administración.
La denición de museo más difundida y aceptada hasta hoy, sigue siendo la
consignada desde 2007
5
en los Estatutos del Consejo Internacional de Museos
(ICOM):
El museo es una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la
sociedad y de su desarrollo, abierta al público que adquiere, conserva, estu-
dia, expone y transmite el patrimonio material e inmaterial de la humanidad
y de su medio ambiente con fines de educación y deleite.
6
5. Esta denición reemplaza a la establecida por el mismo Consejo en los Estatutos de 1974, diferen-
ciándose de la anterior por incluir el componente del patrimonio inmaterial en ella.
6. Al respecto, ICOMOS. Declaración sobre la preservación del Espíritu de lugar, Quebéc. 2008.
Campos Solórzano, M.R. El potencial de los museos en la conservación del patrimonio cultural. Pág. 13-23.
17
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
A esta denición tradicional se enfrenta el concepto de la nueva museología
como una de las corrientes museológicas actuales más fuertes por asumir
como propios los cambios del entorno de los museos, rompiendo con aquella
concepción estática y permanente que a lo largo de la historia había carac-
terizado a la museología tradicional. Amparados bajo la nueva museología,
los museos como recintos cerrados destinados a exponer, han roto sus muros,
y en la actualidad cada vez se asiste más a la creación de museos fuera del
museo
7
. En palabras de Luis Alonso Fernández, la nueva museología:
ha variado al comprobarse la superación de pura e intangible entidad sac-
rosanta (el museo) para convertirse en instrumento de desarrollo y dinam-
ización sociocultural al servicio de una sociedad abierta y democrática...
8
Además, ha venido desde una posición lejana e inaccesible al público no es-
7 Al respecto, Julia Barroso. El discurso museográco y la comunicación del Patrimonio. Roser Calaf
coord., Comunicación educativa del patrimonio: Referentes, modelos y ejemplos. Madrid: Trea. 2004.
8. Ibíd.
Los modelos de muebles museográcos deben adaptarse a cada circunstancia y contexto particular. La
imagen muestra un modelo de divulgación del patrimonio al aire libre en la ciudad de Roma, Italia.
Foto: Daniel Castro, 2012.
Campos Solórzano, M.R. El potencial de los museos en la conservación del patrimonio cultural. Pág. 13-23.
18
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
pecializado a adquirir una concienciación de institución cultural al servicio de
todos y utilizable por todos los miembros de una comunidad
9
.
En denitiva, la nueva museología ha sido impulsada por una evolución de
apertura en la mentalidad de algunos museólogos, que a partir del previo
cuestionamiento del museo y sus funciones patrimoniales en nuestra socie-
dad, han destacado que el museo debe trascender hacia un enfoque multidis-
ciplinar donde el acento se sitúe en las relaciones entre el ser humano y su
medio cultural; adicionalmente, la nueva museología establece que el museo
ya no se debe dirigir a públicos indeterminados considerados en la muse-
ología tradicional como visitantes anónimos, sino que, debe tener su razón
de ser en estar al servicio de una comunidad especíca; además, en la muse-
ología tradicional, el museo es físicamente hablando un edicio, una casa o
un espacio determinado que contiene y exhibe una colección de objetos, en
cambio, la nueva museología resulta ser el territorio de su comunidad, donde
la infraestructura museográca se descentraliza, se fragmenta y convierte el
territorio en el medio de apropiado para la divulgación de mensajes mediante
exposiciones abiertas, al aire libre, es decir, se camina hacia un futuro con
museo sin muros
10
.
Museos al servicio de quién…
A nales del siglo XX, los esfuerzos por recuperar los Centros Históricos de
ciudades en América Latina a través de proyectos de revitalización por parte
de las municipalidades, han intentado limpiar las calles de todo aquello que
obstruya la apreciación visual de los edicios que bordean los recorridos de
los ejes urbanos.
Por lo anterior, el presente artículo intenta abordar de manera integral el es-
tudio del Patrimonio usando las propuestas museológicas como medios de
investigación y divulgación que busquen involucrar la voz de comunidad en
la construcción de los contenidos curatoriales y compartida a través de las
exposiciones.
9 Fernández, Luis. (1999). Introducción a la nueva museología. Madrid:Alianza. ICOMOS (2008) De-
claración sobre la preservación del Espíritu de lugar, Quebéc.
10 Ibíd.
Campos Solórzano, M.R. El potencial de los museos en la conservación del patrimonio cultural. Pág. 13-23.
19
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Ahora bien, en este mundo agitado, en la que las urbes se caracterizan por ser
espacios congestionados, caóticos, inseguros, el transurbar
11
se ha relegado
a los centros comerciales básicamente
12
, por lo cual, cada vez parece menos
atractivo visitar los museos que muestran lo mismo y que no se renuevan a la
velocidad que lo hacen las vitrinas de los comercios. Por ello, creo que los
museos sin muros, pueden instigar a las personas en medio de las dinámicas
cotidianas de desplazamientos a pie
13
a entablar un breve pero certero
diálogo entre el patrimonio (la exposición) y la comunidad (el ser humano en
movimiento).
La intención es incluir a las valoraciones patrimoniales los aspectos intan-
gibles de la ciudad que, al nal de cuentas, son los que dan vida los elementos
físicos de la ciudad
14
o lo que también podríamos llamar el Espíritu del lugar.
15
Hasta ahora, las estrategias de conservación del patrimonio urbano han teni-
do como principal objetivo, aumentar el valor de la ciudad por medio de la
mejora de los aspectos físicos de fachadas y el embellecimiento de espacios
públicos, que evidencian un entendimiento de los valores patrimoniales, úni-
camente en relación con los aspectos tangibles. No discuto que la ciudad es un
objeto complejo, compuesto de estructuras físicas, pero reitero que su valor
viene dado en consonancia con las dinámicas sociales y económicas que in-
teractúan con los espacios construidos. Ignorar este hecho, ha dado lugar
a estrategias de conservación cosméticas que en la realidad ponen en
riesgo la conservación de la esencia patrimonial de ciudad.
Por esta razón, creo importante considerar la expansión del centro de acción
de los museos para ampliar las reexiones en torno a los valores patrimoniales
en las vías públicas de los contextos urbanos. Mediante la implementación de
11. Término usado por Francesco Careri en su libro Walkscapes, en el que se reere a la lectura de la
ciudad actual desde el punto de vista del errabundeo, como una especie de lectura de paisaje a partir del
andar (a pie), haciendo una relación entre el recorrido y la arquitectura como construcción simbólica
del territorio.
12. Me atrevo a decir que pocas personas cambiarían una salida a un centro comercial (o una sala de
cine) por una visita a un museo tradicional.
13. con intención especíca: hacer trámites, ir a la universidad, ir almorzar, etc.
14. Arquitectura histórica, los monumentos, el perl de las calles, etc.
15. Traducción al español del antiguo concepto romano de Genius loci. Concepto desarrollado por Nor-
berg Schulz (1980) y retomado en 2008 en la declaración de Quebec sobre la preservación del espíritu
del lugar denido como: “el conjunto de los elementos materiales (sitios, paisajes, construcciones,
objetos) e inmateriales (memorias, relatos, ritos, festivales, conocimientos), físicos y espirituales, que
dan sentido, valor, emoción y misterio al lugar.” (ICOMOS, 2008).
Campos Solórzano, M.R. El potencial de los museos en la conservación del patrimonio cultural. Pág. 13-23.
20
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
museos sin muros, se busca precisamente que tanto quienes permanecen
a diario en las calles, como aquellos transeúntes casuales, tengan un atractivo
adicional en sus recorridos, de esta manera el museo puede contribuir a que
la ciudad cumpla con su función primordial de ser el lugar de encuentros y del
intercambio social por excelencia.
En mi opinión, el comercio en las calles, es parte de ese funcionamiento e
intercambio social de las ciudades, no obstante para otrosesta actividad
es usualmente asociada a valores negativos, ligados sobre todo a la informali-
dad, el desorden y a la pobreza. Si bien es cierto, cuando el comercio de am-
bulantes hace un uso desmedido de las calles, contribuye a destruir el entorno
físico (o del paisaje si se quiere); pero esto debería llevarnos a plantear me-
canismos de regulación que impidan la expansión anárquica de esta actividad,
más que, al más claro desperdicio de esfuerzos
16
–y recursos- por la búsqueda
de aceras asépticas de cualquier actividad (y de vendedores).
16. Un ejemplo claro de esto que describo es la reciente intervención de reordenamiento del Centro
Histórico de San Salvador, en la cual se hicieron de lado las experiencias y testimonios de los vend-
edores callejeros, quienes a pesar de ser parte de las costumbres vivas de la ciudad, no son considerados
bajo ningún ángulo como parte de su valor.
Propuesta de mueble de información urbana que comparte los testimonios de los vendedores que por
más de tres décadas han ocupado las calles del Centro Histórico de San Salvador. Imagen fuente:
LPG, 2012. Montaje: Melissa Campos.
Campos Solórzano, M.R. El potencial de los museos en la conservación del patrimonio cultural. Pág. 13-23.
21
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
De este modo, el presente artículo deende la idea de que una verdadera
estrategia de conservación del patrimonio urbano no debería bajo ninguna
circunstancia, menospreciar el papel de las comunidades locales, cuyo valor
ayuda a construir el sentido de identidad y el vínculo emocional con los lugar-
es patrimoniales.
El reto consiste entonces, en adoptar propuestas innovadoras y dinámicas,
basadas en la valoración signicativa e integral del Patrimonio Cultural, de
manera que pueda asegurarse su continuidad y vitalidad para las generacio-
nes actuales y futuras. De hecho, cualquier lugar debería tener la capacidad
de adaptar diferentes dinámicas a su entorno dentro de ciertos límites; de lo
contrario, un lugar asignado para un solo propósito pronto se tornará obsoleto
e inútil. Por ello, la idea es que mediante las formas modernas de comuni-
cación y divulgación de museos, presente de forma sistemática las narrativas
de la ciudad, de la calle y de su gente; lograrlo permitiría reactivar el vínculo
real de la comunidad con su patrimonio, y de esta manera, sería la comunidad
misma quien abogaría por que se conserven sus valores hacia el futuro.
Conclusiones.
Para nadie es ajeno que los modos de comunicación han cambiado al ritmo
que lo exigen las sociedades contemporáneas; del mismo modo, debe em-
pezarse a considerar cambios de actitud y de apertura para desarrollar una
evolución en las formas de concepción museográcas aun estancadas en el
pasado.
Con la convicción que los planteamientos de los museos sin muros como
nueva propuesta museológica pueden llegar servir como medio para dar
cumplimiento a los requisitos obligatorios que deben regir la interpretación
del patrimonio
17
:
• Estar dirigido al público general-comunidad del patrimonio,
• Ser parte de una actividad libre y voluntaria,
Crear propuestas inspiradoras que lleguen al espíritu de los individuos,
• Estimular la participación activa de la comunidad,
• Mantener como meta la conservación del patrimonio mediante una
forma de comunicación atractiva.
17. Al respecto, Hernández citando a Moralez en Francisco Hernández, Didáctica e interpretación
del patrimonio. En Roser Calaf coord., Comunicación educativa del patrimonio: Referentes, modelos y
ejemplos. Madrid: Trea. 2004.
Campos Solórzano, M.R. El potencial de los museos en la conservación del patrimonio cultural. Pág. 13-23.
22
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El énfasis radica en que se deben dejar atrás las concepciones tradicionales que
ven en la comunidad únicamente el papel pasivo de receptor de información;
y por el contrario, deberíamos avanzar hacia una autocritica que ponga sobre
la mesa de discusión si los mensajes que por ahora mostramos en los museos
están siendo lo sucientemente claros y sencillos para la comunidad no espe-
cializada, que es a quien –en teoría- se debe cada propuesta de exposición.
Considero preciso, tener presente que el experto debe ser un intermediario nece-
sario para gestión de recursos en pro del patrimonio, pero no quien deba tener la
última palabra en cuanto a la valoración de los recursos culturales, estos tienen
que ser la resultante de un trabajo exhaustivo de la mano con la comunidad para
que, según los cambios naturales en la sociedad, también sea continuamente
que se hagan los ajustes necesarios, de tal manera, que los museos sin muros
se conviertan en modelos permanentes, pero a la vez dinámicos de exposición.
Si bien es cierto, los museos no son las nuevas instituciones a cargo del patri-
monio, una visión renovada y fuera de tradicional si lo es. Volver visibles los
valores del patrimonio cultural, sin duda, requiere un esfuerzo adicional a la
tarea que hasta hoy se viene haciendo en los museos. El reto, aunque parece un
camino cuesta arriba, se debe plantear de manera que las propuestas se ajusten
a las necesidades de cada medio y según cada situación real particular, procu-
rando no desvincular a las comunidades del proceso ya que por denición, son
ellas dueñas del patrimonio, de manera que nalmente deje de lado su actitud
distraída, conformista y pasiva que tanto sigue empobreciendo la ya suciente-
mente deteriorada identidad cultural.
No por gusto sucede que, mientras las tareas de rescate y restauración urbanas
(puramente intervenciones físicas-arquitectónicas) cuestan millones de dólares
para su ejecución, el hecho de no tomar en cuenta los fenómenos sociocultura-
les al alrededor y replantear nuevos usos sostenibles para los bienes en cuestión,
hace que eventualmente vuelvan a deteriorarse al no existir interés alguno de
protección proveniente desde el interior de la comunidad si no del grupo de
expertos que considero importante intervenirlos .
Por ello, es preciso reiterar que se tiene que dejar de “intentar” trabajar de la
mano con las diferentes comunidades que habitan un territorio para involucrar-
las de hecho en los proyectos de resignicación urbana, pues es en la comuni-
dad donde descansan los valores patrimoniales legítimos que dan sentido y
signicación a un lugar.
Campos Solórzano, M.R. El potencial de los museos en la conservación del patrimonio cultural. Pág. 13-23.
23
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
He intentando recalcar en que no basta en delegar a los considerados exper-
tos en patrimonio la tarea de la valoración cultural, sino someter a constante
diálogo los puntos de vista con equipos interdisciplinarios y la comunidad,
para proponer y ejecutar cualquier proyecto de resignicación.
Por ello, considero que la manera de presentar los resultados de dicho diálogo,
perfectamente pueden adecuarse a propuestas atractivas, que de manera repen-
sada hagan, por ejemplo, el nuevo discurso de museos un éxito como enlace
entre comunidad-patrimonio-territorio producto de la construcción social creativa,
y en la que se analicen a profundidad los verdaderos riesgos que amenazan el
patrimonio y se evite seguir estigmatizando la interacción de los sujetos con
las edicaciones (como único elemento patrimonial), cuando –como se ha evi-
denciado- se trata de una relación natural del hombre y el territorio, en el que
dependiendo de la aproximación y del vinculo establecido entre ellos, el ser
humano puede ser el mejor conservador o el peor destructor de su propio
patrimonio.
Referentes bibliográcos
Ambrose, Timothy y Paine, Crispin. Museum Basics. The heritage: care-preserva-
tion-managment. Routledge 2da edición, New York. 2008.
Barroso, Julia. El discurso museográco y la comunicación del Patrimonio. Roser
Calaf coord., Comunicación educativa del patrimonio: Referentes, modelos y ejem-
plos. Madrid: Trea. 2004.
Fernández, Luis. Introducción a la nueva museología. Madrid:Alianza. 1999.
ICOMOS. Declaración sobre la preservación del Espíritu de lugar, Quebéc. 2008.
Hernández, Francisco. Didáctica e interpretación del patrimonio en Roser Calaf
coord., Comunicación educativa del patrimonio: Referentes, modelos y ejemplos.
Madrid: Trea. 2004.
Norberg -Schulz, Christian. Towards a phenomenology of architecture. New York.
1980.
Oriad, L. Contra la ciudad-museo: el papel del comercio callejero para la conserva-
ción del patrimonio urbano de los barrios tradicionales. En: Apuntes 24 (2): 288-299.
2011.
Vidart, D. El rico patrimonio de los orientales. Montevideo: Banda Oriental. Disponible
En: www.unesco.org/culture/heritage/intangible/html_sp/index_sp-shtm. 2004.
Campos Solórzano, M.R. El potencial de los museos en la conservación del patrimonio cultural. Pág. 13-23.
24
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Ensueño. Técnica mixta, 8.5” x 11”, Rita Araujo. 2013.
25
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Registro y documentación histórica del pecio SS
Colón
en Acajutla, Departamento de Sonsonate.
El Salvador.
Francisco Roberto Gallardo Mejía
Arqueólogo.
Secretaría de la Cultura de la Presidencia
“El progreso y la civilización de un país se obtiene por el comercio. Fenóme-
nos de distinta naturaleza anuncian al continente americano la hora próxima
de su transformación. El vapor ha comenzado a surcar nuestros mares y él
despertará por todas partes el espíritu de empresa y nos sacará del letargo
en que hemos permanecido”
(Gaceta Del Salvador, mayo 25 de 1849).
Introducción
El tránsito de buques a vapor en el Océano Pacíco entre 1850 y principios de
1900s fue un fenómeno histórico descomunal en América y marca la época de
oro en la navegación con máquinas impulsadas con este tipo de combustión.
Durante este periodo de tiempo se estableció un complejo sistema de transporte y
comunicación que unió los continentes y constantemente se rompieron mar-
cas de tiempo en viajes marinos y capacidad de carga. Este fenómeno náutico
fue vital para el desarrollo industrial y económico de muchos países en el
continente americano. La gran cantidad de productos que eran transportados
por estos buques incluyendo añil y café generaron los ingresos para hacer
posible el desarrollo de los países que contaban con puertos en el Océano
Pacíco. El transporte de miles de pasajeros con diversas profesiones y es-
pecialidades o simples aventureros que buscaban una mejor vida también
propició el traslado de conocimiento para el impulso tecnológico de muchas
naciones americanas. El papel vital de los buques de vapor para la formación
de El Salvador como nación y como país en desarrollo es un tema que amerita
estudio para conocer sobre estas naves que fueron los medios de transporte y
comunicación marítima más importantes durante gran parte del siglo XIX y
principios del XX.
Aunque la navegación a larga distancia en el Pacíco centroamericano emp-
ieza con la presencia europea en el siglo XVI, la época de nales de 1800’s
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
26
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
y principios de 1900’s es de especial importancia para nuestro país ya que
los vapores se convierten en parte del engranaje que impulsa las economías
nacionales. Tal y como ha sucedido en la evolución social de países pequeños
cuyo desarrollo se debió en parte a la inuencia de grandes potencias, el fenó-
meno de los barcos de vapor en el Pacíco centroamericano fue el resultado
del desarrollo comercial de países europeos y especialmente la expansión e in-
uencia de Estados Unidos. Al terminar Estados Unidos la guerra con México
y conquistar California en 1846, la joven nación enfrenta el reto de unir este
nuevo y extenso territorio con el resto del país (especialmente con el noreste).
Para lograr este objetivo, el gobierno decide formar dos grandes empresas
de buques a vapor: la Pacic Mail Steamship Company y The United States
Mail Steamship. Estas dos empresas fueron subsidiadas por el gobierno siem-
pre y cuando transportaran el correo estadounidense y sus vapores pudieran
ser usados como buques auxiliares en caso de guerra
1
. La United States Mail
Steamship se encargó del tránsito entre el este de Estados Unidos (Nueva
York) con el Caribe Panameño (Chagres), donde los pasajeros atravesaban las
47 millas de selva tropical hasta ciudad de Panamá en el Pacico. La Pacic
Mail proporcionaba el transporte desde ciudad de Panamá a San Francisco
y el territorio de Oregón con escalas en varios puertos de Centroamérica y
México.
El contrato para transportar el correo entre Panamá y el territorio de California
y Oregón fue otorgado a Arnold Harris de Nashville, Tennessee, una persona
con mucha inuencia y conexiones políticas. Sin embargo, Harris no tenía de-
seos de dirigir una empresa naviera, por lo que le trasladó su contrato por un
buen precio a William Henry Aspinwall, uno de los empresarios más grandes
en la rma Howland and Aspinwall, dedicada a la importación/exportación en
Nueva York. Los vapores de Aspinwall debían estar en el Pacíco para 1848
y tocarían puertos en Centroamérica y México en su ruta a San Francisco.
2
La Pacic Mail Steamship Company (que en adelante se abreviará PMSC)
fue incorporada en la Legislatura de Nueva York en abril 12 de 1848 con “el
propósito de construir, equipar, comprar, alquilar y poseer navíos que deben
ser impulsados solamente por vapor u otro uido expansivo o fuerza de loco-
moción, para ser impulsados para la navegación del Océano Pacico (Escri-
1. Al respecto, James P. Delgado. To California by Sea. A Maritime History of the California Gold Rush.
University of South Carolina Press. 1990.
2 Ibíd.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
27
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
tura de constitución de la PMSC.
3
. En Octubre 6 del mismo año, el California
es el primer vapor que zarpa desde Nueva York al servicio en el Pacíco
(Chandler y Potash, 2007). La PMSC aparece en el momento idóneo ya que
el descubrimiento de oro en California en 1848 genera el deseo en decenas
de miles de personas por viajar a California. Para 1851, la empresa tenía 14
vapores trabajando en el Pacico generando grandes ganancias.
4
En las décadas siguientes, La PMSC se convierte en la empresa dominante
en la ruta de Panamá hasta California. A pesar de un sin número de vicisi-
tudes que incluyeron pérdidas de navíos y competencia brutal, la empresa se
mantiene rme y constante. Uno de los eventos que debilitaron a la PMSC
fue el establecimiento de la ruta interoceánica por Nicaragua establecida por
el magnate Cornelius Vanderbilt (1851-55). Aunque en un principio parecía
que esta ruta sería la preferida, nunca sobrepasó la cantidad de personas que
viajaban por Panamá. Entre 1848 y 1869, 808,769 personas viajaron por el
Istmo hasta que se concluyó el ferrocarril transcontinental en Estados Unidos
5
ese mismo año.
Para 1850 los vapores estaban presentes en Nicaragua y Panamá fondeando
en los puertos del Pacíco. Debido a diversos factores como conictos políti-
cos y repetidos bloqueos por los ingleses a las costas y puertos, especialmente
en el Golfo de Fonseca, la llegada de vapores a los puertos de El Salvador
tomó más tiempo de lo que se esperaba en relación a los otros países cen-
troamericanos. El primer vapor comercial que tocó los puertos salvadoreños
fue El Primero. Este era un vapor de 225 toneladas de la Compañía Centro-
americana de Navegación por Vapor que arribó a Acajutla el 8 de enero de
1854 e inició la carrera comercial de estos buques en el territorio (Diario
Oficial de enero 13 de 1854). En febrero de ese mismo año se anunció un con-
trato entre el gobierno de El Salvador y el ciudadano norteamericano Thomas
Wright, representante de dicha compañía.
Para 1855 Aspinwall había finalizado la construcción del ferrocarril de
Panamá (Panamá Railroad), empezando en la ciudad de Colón (llamada
Aspinwall por los estadounidenses) en el Atlántico y terminando en el Puerto
de Panamá. Esta obra hizo que en menos de cinco años aparecieran siete dis-
tintas empresas de vapores que conectaban Nueva York, Panamá, Suramérica
3. Ibíd.
4. Op, cit.
5. Ibíd.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
28
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
y California.
6
El ferrocarril de Panamá acortó considerablemente el tiempo
que tomaba el viaje entre los dos océanos y mejoró las condiciones que aque-
jaban a los viajeros como los peligros de la selva, el clima tropical y enferme-
dades. El viaje en canoa por el río Chagres y los largos recorridos a pie o en
mulas por la selva eran cosa del pasado. La cantidad de bienes y personas que
llegaban a los puertos de Centroamérica, incluyendo La Libertad, Acajutla y
La Unión se incrementó considerablemente gracias al ferrocarril de Panamá.
Para 1856 los vapores SS Columbus de 460 toneladas y Guatemala de 1,021
toneladas tocaban los puertos salvadoreños dos veces al mes.
7
El Columbus
fue uno de los primeros 14 barcos adquiridos por la PMSC y actualmente es
uno de los pecios registrados en la Dirección de Arqueología
8
Para nales del siglo XIX el libre mercado y la exportación de productos, es-
pecialmente el café y añil hacen que el gobierno de El Salvador genere altos
ingresos económicos. Estos cambios se reejaron en la sociedad de la época,
incluyendo la infraestructura, instituciones y en las estructuras sociales que se
denieron marcadamente. Aunque este fenómeno de desarrollo y formación
nacional es complejo y sus causas son múltiples, los vapores fueron parte del
engranaje que formó El Salvador que conocemos actualmente.
Muchos buques a vapor que estuvieron en uso durante la segunda mitad del
siglo XIX fueron desmantelados y otros desaparecieron en los mares, descon-
ociendo actualmente su paradero. Todos los vapores que naufragaron y que
posteriormente fueron identicados se han convertido en verdaderos sitios
arqueológicos y son parte de nuestro patrimonio cultural. Cada uno de estos
pecios tiene su propia historia y su inuencia en las sociedades no solamente
se limitó al desarrollo económico y social de El Salvador sino también de
otros países latinoamericanos, europeos y de Estados Unidos. Estos pecios
son los únicos sitios arqueológicos en El Salvador que han ejercido una
influencia directa en la historia de otras naciones.
Actualmente, el SS Colón es un sitio arqueológico subacuático ubicado en la
Playa de Acajutla, en el departamento de Sonsonate. Este es uno de los pecios
6. Al respecto, Héctor Lindo-Fuentes. La Economía de El Salvador en el Siglo XIX. Biblioteca de His-
toria Salvadoreña. Dirección de Publicaciones e Impresos, CONCULTURA. 2002.
7. Ibíd.
8. Al respecto, José Roberto Suárez, 1854 Barcos y Velas. Huellas Históricas Marítimas de El Salvador.
Patrocinado, por el Grupo Calvo. 2011.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
29
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
mejor documentados históricamente y más importantes en El Salvador. Su
relevancia sobrepasa las fronteras políticas pasadas y actuales ya que este
vapor estuvo presente en acontecimientos internacionales trascendentes como
el traslado de tropas estadounidenses hacia Filipinas durante la guerra entre
Estados Unidos y España, el transporte de inmigrantes portorriqueños desde
Los Angeles a Hawai, levantamientos revolucionarios, tráco de opio, así
como fue testigo en la vida y muerte de personajes importantes. El SS Colón
es un verdadero sitio arqueológico que debe ser protegido e investigado para
las futuras generaciones. A continuación se presenta un informe sobre el
registro y documentación histórica de este pecio.
Antecedentes de investigación
A principios del año 2011 terminaba de leer el libro “1854. Barcos y Velas”
escrito por mi amigo José Roberto Suárez cuando me encontré con un breve
resumen sobre el SS Colón. Al nal de esta interesante obra se menciona el
lugar donde fue construido y las circunstancias que llevaron a que este majes-
tuoso vapor encallara en algún lugar cerca de Acajutla en Punta Remedios,
Sonsonate
9
. Me llamó mucho la atención este evento histórico ya que existía
la posibilidad que en alguna parte de la costa sonsonateca se encontraran los
restos de este buque, por lo que se podría registrar como sitio arqueológico
subacuático relevante para la historia de El Salvador.
A mediados de ese mismo
año pasaba un momento
de ocio en la red social de
Facebook donde ingresé
a la página del Sr. Jorge
de Sojo Figuerola. El Sr.
Figuerola ha construido una
sección titulada “El Salva-
dor de Antaño” y ha subido
una considerable cantidad
de fotos tomadas en El Sal-
vador durante diferentes
épocas. Repentinamente me
encontré con una fotografía
9. Ibíd.
Figura 1. Fotografía del SS Colón, tomada por F. Tyla. Apareció
en la revista “La Quincena” el primero de septiembre de 1904.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
30
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
del vapor SS Colón varado en la playa de Acajutla (Figura 1). Mi sorpresa
fue grande cuando observé que la foto apareció en la revista “La Quincena”
el primero de septiembre de 1904, unos cinco meses después que el Capitán
Irvine encalló el vapor en la playa. Cerca de esa fotografía estaba escrito que
este buque se encontraba varado entre el muelle de Acajutla (actualmente solo
quedan los restos) y la desembocadura del río Sensunapán.
Tomando en consideración la información conocida en ese momento, de-
cidí realizar una visita de campo con la esperanza de encontrar los restos del
buque. El día 26 de diciembre de 2011 llegué al puerto de Acajutla e hice un
recorrido por la playa, iniciando en el extremo este donde se encuentran los
acantilados rocosos y caminando hacia el oeste. Cuando me encontré frente a
la fuerza naval, a pocos metros de donde yacen los restos del antiguo muelle
(otro sitio arqueológico subacuático muy importante) logré ver a lo lejos un
objeto de metal que sobresalía en la playa (Figura 2).
Al indagar con algunas personas locales me
comentaron que esos fragmentos de metal
pertenecen a un barco y no sabían cuánto
tiempo tienen de estar allí. El propietario de
uno de los muchos negocios en la playa me
dijo que en los cincuenta años de trabajar
en ese lugar siempre han estado esos res-
tos a la vista. Decidí hacer una visita más
de cerca para identicar estos fragmentos
de metal y después de un rápido análisis
llegué a la conclusión que efectivamente
pertenecen al motor de un vapor del siglo
XIX, sin duda el Colón. Los restos iden-
ticados están en la playa muy cerca del
oleaje (Figura 3) y son la parte superior del
motor, consistente en dos cilindros donde
estaban ubicados los pistones. También se
puede observar un conducto que llevaba el
vapor hacia los cilindros para mover los
pistones. Otros fragmentos de metal que
son parte del pecio pueden verse inmedi-
atamente hacia el norte y es muy probable
Figura 2. Restos del SS Colón en la playa
de Acajutla.
Figura 3. Vista satelital con ubicación del
pecio SS Colón en círculo rojo.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
31
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
que gran parte del motor y otros segmentos del buque se encuentren cubiertos
por la arena.
El 10 de enero de 2013 realizamos otra visita al sitio. En las ventas de la playa
entrevistamos a Mercedes Portillo e Isidoro Laínez Ramírez, una pareja de
avanzada edad quienes nos expresaron que los restos pertenecen a un “barco
que se llamaba Colón”.
Ubicación
Los restos del SS Colón se ubican en la playa de Acajutla, en el departamento
de Sonsonate, a unos doscientos metros hacia el sureste de la bocana del río
Sensunapan (Figura 4). Las coordenadas son: 13º35´52.69”N, 89º50´23.10”O
(Figura 3).
Figura 4. Ubicación del pecio SS Colón.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
32
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Figura 5 (izquierda). Motor del City of Rio de Janeiro, vapor construido por J Roach & Son
seis años después que el Colón. El cuadro rojo muestra los cilindros. Dibujo cortesía de Robert
Schwemmer.
Figura 6. Restos del SS Colón.
Figura 7 (izquierda). Motor del City of Rio de Janeiro. El cuadro rojo muestra los cilindros. Dibujo
cortesía de Robert Schwemmer.
(Figura 8), los restos del SS
Colón.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
33
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Las Figuras 5 y 7 muestran dos dibujos del motor que perteneció al vapor
Río de Janeiro, construido seis años después que el Colón en J. Roach &
Son, el mismo astillero donde también se construyó el Colón. Estos dibujos
están marcados con un cuadro rojo para compararlos con las partes que son
visibles actualmente. En las guras 7 y 8 es evidente el conducto de hierro
donde pasaba el vapor desde
las calderas y llegaba hasta los
dos cilindros, moviendo los pis-
tones, uno de los cuales tenía 50
pulgadas de diámetro y el otro
88 pulgadas respectivamente.
La diferencia en el diámetro de
los cilindros es evidente en los
restos que se identicaron en la
playa (Figura 9).
Historia
Construcción.
El SS Colón fue construido en 1872 por John Roach & Son en Chester, Pen-
silvania, Estados Unidos y ocialmente registrado en 1873. Este es el mismo
astillero que construyó el vapor SS San Blas 10 años después, un pecio reg-
istrado en el departamento de La Libertad por la Dirección de Arqueología
10
(Gallardo, 2011;2012). El Colón era de 1,843 toneladas netas y 2,686 tonela-
das con carga. Sus dimensiones eran 292 pies de longitud y 40 pies de eslora.
Estaba equipado con un motor compuesto de dos cilindros de 50 y 88 pulga-
das respectivamente con 418 caballos de fuerza (Lloyd’s Register of British
and Foreign Shipping). El motor fue construido por Randolph and Elder en
Glasgow, Escocia y tenía cuatro calderas de 9 pies y 9 pulgadas de longi-
tud x 13 pies de diámetro. Cada caldera estaba armada con hierro especial
“para calderas” de 13-16 pulgadas con doble remache y tenían la capacidad
de generar una presión de trabajo de 70 lbs de vapor. El motor ocupaba un
espacio de 13 x 19 pies y las calderas 33 pies con 8 pulgadas x 23 pies, todo
10. Al respecto, Informe Visita y Registro del Sitio Arqueológico Subacuático SS San Blas. Playa San
Blas, Departamento de La Libertad, El Salvador. Documento inédito en la Dirección de Arqueología en
el Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán. 2011. También, Registro y documentación
del pecio “SS San Blas”. Playa San Blas, departamento de La Libertad, El Salvador. En Kóot, Revista
de Museología, Museo Universitario de Antropología. Universidad Tecnológica de El Salvador, Año 2,
octubre de 2012, No. 3. San Salvador, El Salvador. 2012.
Figura 9. Cilindros del Colón en Acajutla.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
34
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
resguardado en mamparo de hierro que se extendía desde los pisos inferiores
hasta la cubierta superior, de esta forma en caso de accidente todo el sistema
generador de energía se encontraba fuera del alcance de fuego o agua, “En
este aspecto es el buque más perfecto a ote en nuestras aguas” (Corresponsal
del New York Times, nov 18, en el Daily Evening Bulletin de San Francisco
27 de noviembre de 1872). La hélice tenía 16 pies y 3 pulgadas de diámetro.
Contaba con luz eléctrica, tres cubiertas (aunque en el Daily Evening Bulletin
de San Francisco de noviembre 27 de 1872 se describe con cuatro cubiertas)
y fue construido para la Pacic Mail Steamship Company bajo la superinten-
dencia del Capitán F. R. Baby (Íbid).
Lanzamiento. 1872 – 1873.
La tarde del 16 de noviembre de 1872 el Colón fue lanzado al mar desde el
“Delaware River Iron Ship-Building and Engine Works”, astillero que tam-
bién pertenecía a John Roach & Son. Al evento asistieron cientos de personas
incluyendo el Comodoro J. R. Mullany de la Marina de Estados Unidos y
el ingeniero en jefe de la Ocina de Ingeniería a Vapor en Washington. “En
modelo, ella (el Colón) es muy atractiva y sus líneas demuestran que cuenta
con los elementos de velocidad, estabilidad y gran capacidad de carga. Ella
será equipada y sus arreglos internos serán impecables. El salón para cenas se
ubicará en medio del barco y estará arreglada con estilo y elegancia no super-
ada por otro tipo de vapor interoceánico” (Daily Evening Bulletin, noviembre
17 de 1872).
En el año que se nalizó el Colón se estaban construyendo en Filadela y
Wilmington ocho nuevos vapores para la Pacic Mail Steamship Company.
De estos, cuatro se construyeron en J. Roach & Son. Primero se nalizó el
Colón y posteriormente el Colima, un vapor “hermano” muy similar al Colón.
El Colima fue otro de los vapores que fondearon los puertos salvadoreños,
especialmente para el transporte de personas y café, naufragando frente a las
costas de Manzanillo en México.
Vida y funcionamiento en el Atlántico. 1873 – 1893.
El 8 de enero de 1873 se anunció que el Colón (recién construido) había sido
remolcado de Chester, Pensilvania hacia Nueva York por el vapor América y
pronto “tomará su lugar en la Pacic Mail Line” (North American and United
States Gazette, enero 7 de 1873;The Atlanta Daily Sun, enero 8 de 1873).
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
35
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
En marzo de 1873 se esperaba que ambos buques transportaran la próxima co-
secha de té desde China y Japón (Daily Evening Buletin, marzo 11 de 1873).
Al mes siguiente se anunció en Hawai que todos estos vapores serán con-
struidos de hierro y tendrán hélice en vez de ruedas laterales. “Dos de ellos,
el Colón y el Colima ya fueron lanzados y pronto serán puestos en servicio”.
Es importante notar que en este mismo artículo se mencionaron algunas ven-
tajas de los vapores con hélice sobre los de rueda lateral y la buena calidad de
los motores escoceses: “El tiempo ha probado que los buques de hélice son
el tipo de vapores más económicos e igual o más rápidos que los de ruedas
laterales. Los motores para estos buques se construyen en Glasgow y serán
introducidos gratuitamente bajo las nuevas leyes que promueven la construc-
ción de buques americanos. Los constructores ingleses y escoceses sin duda
superan a los americanos en la calidad de sus máquinas para vapores y han
reducido el consumo de carbón a un punto mucho más económico. No se nos
ha informado si alguno de estos buques será empleado en la ruta entre San
Francisco y este puerto (Hawai), pero es posible” (Hawaiian Gazette, abril 23
de 1873).
Para mediados de 1873 el Colón ya aparece activo en el Atlántico en la ruta
de Nueva York – Aspinwall (Colón), Panamá. El 10 de mayo salió de Nueva
York hacia Aspinwall con varios pasajeros norteamericanos (Daily Evening
Bulletin, mayo 12 de 1873).
En su regreso a Nueva York el 18 de agosto proveniente de Aspinwall, el
Colón fue detenido y puesto en cuarentena por una epidemia a bordo. Los
vapores que realizaban estas rutas no solamente funcionaban como transporte
de pasajeros y carga, sino también traían noticias de los lugares de proceden-
cia. En este caso los tripulantes del Colón informaron que el vapor Benicia se
había perdido en el Pacíco. El Benicia salió de Mazatlán hacia Panamá el 14
de junio y no logró abastecerse de carbón en el puerto de Honduras, por lo que
tuvo que continuar su viaje hacia Panamá con velas y hasta la fecha no había
llegado a este puerto (Ibid, agosto 19 de 1873).
El primer arribo a Nueva York desde Aspinwall para 1874 está registrado el 4
de febrero (The Rutland daily globe, febrero 5 de 1874).
El 13 de julio de 1874 el Colón llegó a Nueva York con 125 pasajeros de
primera clase y 1,260 toneladas de carga, incluyendo 480 toneladas de
(Omaha Daily Bee, julio 15 de 1874). Posteriormente el buque salió nueva-
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
36
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
mente hacia Aspinwall donde llegó el 25 de julio llevando a 16 tripulantes
del Guatemala. “El resto de la tripulación se encuentra bien con el capitán en
el City of Guatemala” (The Daily Phoenix, julio 28 de 1874). Parece que el
Guatemala sufrió un percance en la isla Walter y fue necesario trasladar a los
pasajeros. Hasta el momento de escribir este informe no he encontrado datos
sobre el acontecimiento sufrido por este buque.
A nales de agosto de 1876 el Colón sufrió un grave accidente. Dos días
después de salir de Nueva York hacia Aspinwall (el domingo 20 a las 11:00
am) ocurrió una terrible explosión mientras se desarrollaban los servicios re-
ligiosos. Una gran fuga de vapor cubrió completamente el buque y causó
alarma entre los pasajeros. Después de un tiempo se descubrió que una de
las calderas había explotado (The Highland Weekly menciona que fueron dos
calderas las que explotaron). El jefe de ingenieros y un bombero murieron por
la explosión y los cuerpos fueron dispuestos en el mar. Varios pasajeros re-
sultaron quemados. El buque envió señales que fueron recibidas por el vapor
Etna que inmediatamente fue al auxilio y lo remolcó hasta Nueva York (The
Rutland Daily Globe, agosto 28 de 1876). El Colón quedó bastante dañado
debido a la explosión.
En abril 28 de 1877 aparecieron rumores armando que los vapores Colón,
City of Tokio y City of Peking habían sido vendidos al gobierno de Rusia y
que se les puso la bandera estadounidense a algunos buques rusos (Omaha
Daily Bee, abril 28 de 1877). Esta noticia fue falsa ya que el Colón nunca fue
vendido al gobierno ruso.
El 22 de diciembre de 1879 el Colón zarpó de Nueva York hacia Aspinwall
con una delegación de ociales de la Panama Railroad Company quienes se
reunieron con Ferdinand de Lesseps (Figura 10), el reconocido ingeniero
francés que había construido el Canal de Suez y tenía planicado la construc-
ción del Canal de Panamá. En esta comisión viajaba el Sr. Trenor Parks,
quien moriría unos tres años después a bordo del SS San Blas en la ruta de
Nueva York a Aspinwall. En este grupo de personalidades también estaba el
presidente de la Compañía de Carbón de Pensilvania y el Coronel Totten, uno
de los ingenieros más antiguos de la Panamá Railroad Company y topógrafo
de la línea. El Colón atracó el 30 de diciembre a las 10:00 pm a la par del
vapor Lafayette, que arribó el mismo día transportando a la comitiva fran-
cesa incluyendo a De Lesseps (McCullough, 1977:106). En esos momentos
el objetivo de la empresa estadounidense era construir una línea férrea adya-
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
37
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
cente al futuro canal. “Si el canal es inevitable,
preferimos tenerlo cerca de nuestra calle” dijo
uno de los ociales estadounidenses (The Sun,
diciembre 21 de 1879). Posteriormente De Les-
seps viajó en el Colón hacia Nueva York donde
presentó su gran proyecto del canal interoceáni-
co. A los reporteros que lo recibieron dentro del
vapor en Nueva York, De Lesseps les dijo que
el canal no costaría más de $131,720,000.00
(McCullough, 1977:118). El intento por los
franceses de construir el canal de Panamá fue
uno de los fracasos económicos nacionales más
grandes ocurridos en la historia de este país.
Las enfermedades tropicales, especialmente la
ebre amarilla y la malaria eran un problema se-
rio para los viajeros de los vapores procedentes
del Istmo y para los puertos donde arribaban. Los
documentos describen numerosos casos de contagios y muertes durante los
viajes, así como estrictos controles de cuarentena en los puertos de llegada.
Era común que los puertos importantes contaran con un muelle de cuarentena
donde los pasajeros debían pasar un control médico y los buques eran fumiga-
dos cuando se identicaba una enfermedad contagiosa a bordo. Después de
los requerimientos sanitarios obligatorios, se les permitía desembarcar a los
tripulantes.
El martes 15 de junio de 1880 el Colón llegó a Nueva York con pasajeros
infectados de ebre amarilla. Uno de los pasajeros murió durante el viaje
cinco días después de haber zarpado de Aspinwall, por lo que se dispuso de su
cuerpo en el mar. Otro pasajero contrajo la ebre al cuarto día de salir y al lle-
gar al puerto fue enviado al hospital donde murió esa tarde. A los sesenta pasajeros
no se les permitió desembarcar sino hasta el segundo día cuando las autoridades
consideraron que nadie estaba enfermo (The Sun, junio 18 de 1880).
El Colón tenía planicado una salida de Nueva York el 22 de diciembre de
1880, pero para el día 23 todavía se encontraban arreglando las máquinas ya
que tuvo un desperfecto. En esta ocasión su salida fue retrasada un par de días
antes de salir a Panamá (The Salt Lake Herald, diciembre 24 de 1880).
Figura 10. Ferdinand de Lesseps.
Uno de los personajes más impor-
tantes que viajaron en el Colón.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
38
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El 17 de marzo de 1881 el Colón llegó a Nueva York con el recién electo
Ministro de Chile en los Estados Unidos, Marcial Martínez y su familia (The
Sun, marzo 18 de 1881).
El martes 6 de junio este buque zarpó de Nueva York hacia Aspinwall (Na-
tional Republican, mayo 31 de 1882), posteriormente salió nuevamente el
sábado 1 de julio (Ibid, julio 1 de 1882). A mediados del mismo mes regresó
a Nueva York con tres hombres que se presentaron a la Ocina de Adminis-
tración Pública. Uno de ellos llevaba una gran cantidad de papeles y bultos
que los puso sobre un escritorio diciendo: “estas son las pertenencias de un
hombre muerto.” Otro de los hombres quién comprobó ser el Sr. Daniels, so-
brecargo del Colón explicó que un viejo inválido llamado G, Shneider, dueño
de la empresa Schneider & Martin y propietario del Great International Hotel
en Aspinwall había abordado el vapor en esa ciudad. El viejo murió al día
siguiente de zarpar y sus restos fueron dispuestos en el mar. Todas sus perte-
nencias fueron amarradas, selladas y se llevaron a la ocina por el sobrecargo
del Colón y los otros hombres (The Columbus Journal, julio 12 de 1882).
El Colón realizaba una ruta ja y continua entre Nueva York y Aspinwall
en Panamá. Según los registros, el viaje de ida tomaba en promedio de 12 a
15 días, la mitad del promedio que tardaba un vapor comercial de esa época
viajar entre San Francisco y Panamá. Un buen ejemplo del itinerario de este
barco se presenta durante el año de 1883 del cual se tiene record de todas sus
salidas cada mes del año (excepto febrero y junio). En mayo de ese año, ex-
actamente diez años después de iniciar esta ruta, el Colón realizó el recorrido
número 100.
Las salidas registradas por este buque hacia Aspinwall durante el año de 1883
son las siguientes: miércoles 10 de enero (The Sun, enero 10 de 1883), 10 de
marzo de (National Republican, marzo 8 de 1883), 10 de abril (Ibíd, abril 9
de 1883).
El 4 de mayo de 1883 llegó el Colón a Nueva York después de su viaje número
100 desde Aspinwall (Sacramento daily-record unión, mayo 5 de 1883). Pos-
teriormente sale nuevamente hacia el Istmo el 10 del mismo mes (National
Republican, mayo 8 de 1883). Las salidas continuaron ese año para los días
martes 10 de julio (Ibíd, julio 9 de 1883), viernes 10 de agosto (Ibíd, agosto 8
de 1883), lunes 10 de septiembre (Ibid, septiembre 10 de 1883).
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
39
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Durante la salida del 10 de septiembre de 1883 la Sra. Elizabeth C. Morton,
esposa del Capitán Morton del Colón, desapareció con $3,000.00 después
que su esposo zarpó de Nueva York. El Capitán había conado esa cantidad
a su conyugue que debía pagarla en concepto de inversión en minas y debió
ser transferida a nombre del Capitán ese día. Se inició una investigación y se
ofreció una recompensa de $500.00 a quien proporcionara información sobre
su ubicación (Sacramento Daily record-union, septiembre 22 de 1883). La
Sra. fue encontrada el 21 de septiembre en la casa de una amiga, explicando
con satisfacción la razón de su ausencia y con el dinero en mano (The Sun,
septiembre 22 de 1883).
Las salidas durante 1883 continuaron el miércoles 10 de octubre (National
Republican, octubre 9 de 1883), sábado 10 de noviembre (Ibíd, noviembre
5 de 1883) y el 10 de diciembre, cumpliendo con más de cien viajes en diez
años de trabajo conectando el Istmo con Estados Unidos.
Durante 1884 el Colón continuó con el mismo recorrido. La primera salida
registrada ese año es el sábado 9 de febrero (National Republican, febrero 5
de 1884).
El jueves 2 de mayo de 1884 salió de Nueva York hacia Aspinwall (National
Republican, abril 28 de 1884). En esta ocasión el capitán informó que a bordo
está el propietario de una casa de citas (disorderly house) de Aspinwall y que
muchas veces ha navegado de Nueva York hacia Panamá en compañía de
mujeres jóvenes (de dudosa reputación). Dos detectives capturaron a Herman
Luperteries, quien estaba acompañado de Annie Hirsch. Annie atestiguó que
Herman le había prometido un lugar donde quedarse y una buena paga (The
Sun, mayo 2 de 1884).
Continuó el registro de salidas para ese año los días sábado 31 de mayo (Na-
tional Republican, mayo 31 de 1884) y sábado 20 de septiembre (Ibíd, sep-
tiembre 20 de 1884).
A nales de noviembre de 1884 apareció en Nueva York un extraño reporte
que causa cierta angustia a los familiares y amigos de las personas que viaja-
ban en el vapor. El buque había salido de Nueva York hacia Panamá el jueves
anterior y el reporte armó que se encontraban a 20 millas al sur de Cabo Hat-
eras cuando envió señales al buque pidiendo ayuda ya que según el mensaje
se encontraba en peligro. El superintendente de la PMSC armó que esto no
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
40
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
era posible ya que el Colón no podía estar en ese lugar y que el Capitán Porter
del Colón no habría dejado que pasara el State of Texas sin haber enviado un
mensaje a la compañía. Los ociales de la PMSC tenían dos teorías sobre este
caso: una, que la persona que envió las señales se equivocó al mencionar al
Colón como buque involucrado y la otra que fueron leídas erróneamente por
el Capitán del State of Texas. Estaban seguros que el barco no era el Colón
(Daily Evening Bulletin, noviembre 27 de 1884).
Para 1885, el Colón todavía realizaba recorridos en el Océano Atlántico. A
nales de marzo de ese año ocurrió una revolución en Panamá y el buque fue
tomado por el revolucionario Pedro Prestán, poniendo en peligro los intereses
de los Estados Unidos en la ciudad de Colón. El relato de este evento apareció
en uno de los periódicos:
“Parece que Estados Unidos tendrá que meter mano en el conicto cen-
troamericano. El lunes pasado los revolucionarios se tomaron el vapor es-
tadounidense Colón en Aspinwall y obligaron al capitán a entregar un car-
gamento de armas que estaba a bordo. Ya se enviaron dos o tres de nuestras
naves de la Marina para demandar reparación a estos actos” (The Iola Regis-
ter, abril 3 de 1885).
Este acontecimiento fue conocido en la ciudad de Colón (Aspinwall) como
“el levantamiento de Prestan”, dirigido por el cartaginense Pedro Prestán, hijo
de un capitán de barco inglés y madre criolla.
Todo empezó cuando Rafael Núñez fue elegido presidente de Colombia, lo
que generó insurrecciones en diferentes lugares del país. La falta de tropas
en la ciudad de Panamá hizo que uno de los líderes revolucionarios, Rafael
Aizpuru, atacara y tomara control de la ciudad. Debido a esto las tropas gu-
bernamentales que estaban en Colón viajaron a Panamá para atacar a Aizpuru
y fue aquí cuando Prestán aprovechó para entrar en Colón. El revolucionario
pasó un tiempo en esta ciudad e hizo contactos con algunos comerciantes
radicados allí. Prestán odiaba a los extranjeros, especialmente a los blancos
norteamericanos y también estaba en contra del presidente de Colombia Ra-
fael Núñez, por lo que pidió un cargamento de armas desde Nueva York. La
mañana del 29 de marzo el vapor Colón arribó a Aspinwall con los pertrechos
de guerra. A pesar que toda la documentación estaba en regla, el Superinten-
dente de la PMSC se negó a entregar las armas. Prestán capturó el buque, su
capitán, el agente de la PMSC, John M. Dow; el Cónsul de Estados Unidos
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
41
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
en Aspinwall, Robert K. Wright; el Superintendente de la Panama Railroad y
dos ociales del buque de guerra Galena, uno de los cuales fue enviado pos-
teriormente a comunicar a su comandante naval que no se liberarían rehenes
hasta que se le entregaran las armas a Prestán. Si las fuerzas estadounidenses
tomaban cualquier acción, el revolucionario mataría a todos los rehenes.
El Cónsul General de los Estados Unidos en Panamá telegraó al Secretario
de Estado urgiendo que el capitán Theodore F. Kane, comandante del buque
Galena, que se encontraba en el puerto, rescatara a los ciudadanos y prot-
egiera los intereses norteamericanos. El telegrama decía “Usted fue ordenado
a Aspinwall para proteger los intereses americanos y las vidas y propiedades
de los ciudadanos americanos. Se espera de usted todo lo que implican es-
tas palabras con la extensión de la fuerza bajo su mando. El Colón ha sido
tomado. Devuélvalo a sus ociales si esto está en su poder” (St. Paul Daily
Globe, abril 1 de 1885).
Después de recibir el despacho, el Secretario de Estado y Secretario de la Ma-
rina ordenaron a los vapores Tennessee y Swatara hacia Key West en Florida
para esperar instrucciones. Se le ordenó también al Comandante del Alliance
a que procediera a Aspinwall. El Secretario de Estado le reclamó al coman-
dante del Galena del por qué no había protegido a los ciudadanos estadoun-
idenses y sus intereses (The Salt Lake Herald, abril 1 de 1885).
El Comandante Kane se encontró en una posición difícil ya que la presencia
del Galena en el puerto era parte de una visita rutinaria en base al tratado con
Colombia de 1846. El Comandante también tenía instrucciones de no interve-
nir en asuntos domésticos a menos que fuera una orden directa de Washington
o que estuviera en peligro la propiedad de la compañía Panama Railroad. Al
otro lado del Istmo, en Panamá, los buques de guerra Shenandoah y Wachus-
set tenían las misma instrucciones. El cónsul estadounidense ordenó al agente
de la PMSC, John W. Dow a entregar las armas. Prestán se apoderó de la mu-
nición así como de un cargamento de estos pertrechos que estaba dirigido a
otros países, incluyendo 250,000 cartuchos para El Salvador. Posteriormente
los rehenes fueron liberados. Fue en este momento cuando Kane se acercó
al Colón, amarró el buque y lo remolcó con el Galena hacia un lugar seguro
dentro de la bahía.
Enojado Prestán capturó nuevamente a Dow y a Connor. Al día siguiente
Kane desembarcó una fuerza de 100 hombres que, aunque contrario al deseo
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
42
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
de los franceses y los americanos que tenían pertenencias en el ferrocarril,
rehusó capturar a Prestán o intervenir en los sucesos. Prestán escapó internán-
dose en la selva hacia Monkey Hill con sus rehenes, batallando contra las
fuerzas gubernamentales mientras avanzaba sobre la línea férrea en medio de
la selva. Durante la trifulca, Dow y Connor aprovecharon para escapar entre
la maleza. Prestán se encontró en retirada regresando a la ciudad de Colón.
La mañana del 31 fuerzas del gobierno de Colombia llegaron a Colón ata-
cando a Prestán y usando cañones en una intensa batalla. Al mismo tiempo se
desató un fuego incontrolable que destruyó casi toda el área urbana de Colón
(algunas fuentes arman que Prestan incendió la ciudad cuando regresó de
la selva), quedando en condición de uso solamente el muelle de la PMSC y
algunos edicios en la playa. Dieciocho personas habían muerto y unas ocho
mil habían quedado sin hogar
11
. El levantamiento fue contrarrestado por las
fuerzas de Estados Unidos, mientras Aizpuru se declaraba líder en la ciudad
de Panamá. El Superintendente del ferrocarril, George Burt hizo un llamado
a la marina estadounidense para que interviniera ya que las fuerzas guberna-
mentales habían “jugado con los switches del ferrocarril” y habían asaltado
un tren. Prestán había destruido los rieles, cortado las líneas del telégrafo
y descarrilado las locomotoras. En base a esta información desembarcaron
fuerzas de los buques Shenandoah y Wachusset, estableciendo una precaria
calma. El 10 de abril llegaron a Colón los buques Tennessee y Swatara con
un batallón de Marines. Finalmente las fuerzas estadounidenses establecieron
el orden. Prestán, que había escapado hacia la jungla después del incendio en
Colón fue capturado y llevado a juicio. El arduo trabajo de limpieza, atender
a los heridos y el esfuerzo de reconstruir Colón recayó en los ociales de la
compañía del ferrocarril (Ibíd).
El sábado 16 de mayo regresó el Colón a Nueva York con el Segundo Batallón
de marinos de Estados Unidos, conocidos como los Blue Jackets (chaquetas
azules) que fueron enviados para establecer la paz en el Istmo. El Teniente
Wallace, al relatar la experiencia dijo que no lograron quedar bien ni con los
colombianos ni con los americanos. Me enojé y le dije a un Yanki: “No vale
la pena proteger este maldito pueblo ni a cualquier Yanki que viva en él…
en una reunión el cónsul francés nos dijo ‘invasores’, cuando un ciudadano
prominente se levantó y recordó el tratado que establece nuestro deber en
11. David McCollough. The Path Between the Seas. The Creation of the Panamá Canal 1870 1914.
Simon & Schuster Paperbacks. Rockefeller Center, 1230 Ave. of the AmericasNew York, New York
10020. 1977.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
43
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
proteger el ferrocarril, esto calmó la opinión del cónsul” (Vermont Phoenix,
mayo 22 de 1885).
El revolucionario Pedro Prestán quien fue la causa de este conicto contra
el gobierno de Colombia y Estados Unidos, así como la destrucción parcial
de Colón (ciudad) fue juzgado y ahorcado el 18 de agosto de ese mismo año
sobre las líneas ferroviarias en Front Street frente a una de las multitudes más
grandes vistas en Colón (Figura 11).
En junio 16 de 1885 arribaron en el Colón 124 pasajeros en primera clase,
muchos de ellos latinoamericanos de alta posición económica. Algunos tenían
el hábito de visitar Estados Unidos durante el verano. Los lugares preferi-
dos eran aquellos con diversiones acuáticas como Saratoga. Entre este grupo
había tres chinos-americanos (Sacramento daily record-union, junio 17 de
1885). Posteriormente zarpó nuevamente el sábado 20 del mismo mes.
El 17 de julio de 1885 apareció un anuncio en el que se comunicó que tres
pasajeros de tercera clase murieron de ebre “Chagres” a bordo del vapor
durante el viaje hacia Nueva York y dos más tenían la misma enfermedad. Se
determinó que esta enfermedad no era contagiosa por lo que se permitió al
buque desembarcar en su muelle al arribar el miércoles 15 (Springfield globe-
republic, julio 17 de 1885).
Figura 11. Ahorcamiento de Pedro Prestán, quien meses antes se había tomado el
vapor Colón (Tomado de McCullough, 1977).
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
44
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
En Agosto 20 salió de este puerto llevando correspondencia privada hacia
centro y Suramérica. El correo hacia Suramérica se envió por Kingston, Ja-
maica (The Tombstone, agosto 26 de 1885; The Sun, agosto 21 de 1885).
En 1886, Ferdinand de Lesseps, el ingeniero francés que inició la construcción
del Canal de Panamá solicitó al gobierno de Estados Unidos que designara a
un representante para inspeccionar los trabajos en Panamá. John Bigelow fue
designado por la Cámara de Comercio y zarpó en el Colón hacia Aspinwall el
10 de febrero. “Espero encontrarme con el Conde de Lesseps en Aspinwall.
No tengo una opinión sobre el Canal de Panamá y debo ser un observador
imparcial” dijo Bigelow (New York Tribune, febrero 11 de 1886).
Algunas salidas del Colón desde Nueva York hacia Aspinwall durante 1887
aparecen publicadas en el periódico The Sun. Estas son: martes 6 de febrero,
(Ibíd, febrero 7 de 1887), jueves 10 de marzo (Ibíd, marzo 10 de 1887), lunes
11 de abril (IbÍd, abril 10 de 1887), sábado 14 de mayo (Ibíd, mayo 13 de
1887), sábado 11 de junio, (IbÍd, junio 9 de 1887), lunes 10 de octubre (Ibíd,
octubre 10 de 1887), jueves 12 de noviembre, (Ibíd, noviembre 10 de 1887),
sábado 10 de diciembre (Ibíd, diciembre 6 de 1887). Todo indica que el Colón
siguió su itinerario saliendo generalmente una vez al mes exceptuando dos
meses del año, posponiendo algunas salidas sin duda para reparaciones y
mantenimiento.
El martes 6 de diciembre de 1887 llegó el Colón a Nueva York comandado por
el Capitán Henderson con una bandera de seda que colgaba al lado del buque.
Una multitud de 233 marinos y pasajeros vitoreaban sobre la cubierta. Esto
se debió a que 144 marinos y 17 ociales de la fragata Marlon regresaban a
casa después de un viaje de tres años por Asia. Durante ese tiempo el Marlon
circunnavegó el globo y los marinos fueron dejados en Panamá, donde pos-
teriormente abordaron el Colón (The Evening World, diciembre 8 de 1887).
En 1888 el Colón siguió realizando viajes en la ruta Nueva York - Aspinwall.
El martes 10 de enero hace el primer viaje del año hacia Aspinwall (The Sun,
enero 9 de 1888), la siguiente salida es el martes 10 de febrero (Ibíd, febrero
9 de 1888) y continúa con el itinerario de salidas (estas son las encontradas
en los periódicos pero probablemente eran más considerando el promedio de
diez salidas por año): jueves 10 de mayo (Ibíd, mayo 6 de 1888), viernes 20
de julio (Ibíd, julio 16 de 1888), jueves 20 de septiembre (Íbid, septiembre 20
de 1888), jueves 20 de diciembre (Íbid, diciembre 19 de 1888).
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
45
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El 17 de mayo de 1888 el vapor City of Para encalló en la costa de la Isla
Providencia en el Caribe. Los daños fueron considerables y tomó varios días
arreglarlo. Se designó al Colón para llevar a todos los pasajeros y mercancía
a Nueva York, por lo que el buque salió el 25 de mayo hacia la Isla de Provi-
dencia. “Se tiene planicado que el Colón regrese (a Nueva York) entre junio
4 ó 5” (The Evening World, mayo 24 de 1888). El City of Para fue arreglado
ya que posteriormente aparece activo en los puertos salvadoreños.
A principios de febrero de 1889 el Colón llegó a Nueva York con el General
John Newton, Presidente de la Panama Railroad Company en ese tiempo.
Newton visitó Panamá por varias semanas inspeccionando las líneas del fer-
rocarril (The Evening World, febrero 14 de 1889). El miércoles 17 zarpó nue-
vamente hacia el Istmo.
El lunes 20 de mayo de 1889 sale el Colón de Nueva York hacia Aspinwall
(The Sun, mayo 19 de 1889). El 20 de junio de 1889 el Colón llegó a Nueva
York desde Aspinwall con el Dr. Cirujano D. W. Duncan, quien estaba con
ebre y fue trasladado de Brooklyn bajo una estricta cuarentena (The Daily
Morning Astorian, junio 21 de 1889). El doctor fue llevado a la sección de cu-
arentena del hospital, supuestamente sufriendo de “ebre amarilla genuina.”
La policía se quedó cuidando la casa y no se le permitía a nadie entrar o salir,
incluyendo a sus tres hijas. El Doctor Boge que atendió al Dr. Duncan se
encontraba indignado ya que llegó a ser un “prisionero” en esa casa. Una tal
Srta. Cameron que también fue pasajera en el Colón durante ese mismo viaje
murió de ebre pocos días después de arribar a Nueva York. El barco fue ex-
tensamente fumigado (The Sun, junio 21 de 1889). Finalmente se determinó
que el Dr. Duncan no tenía ebre amarilla ya que en poco más de una semana
se recuperó totalmente (Pittsburgh Dispatch, julio 26 de 1889).
El sábado 21 de diciembre de 1889 el Colón realizó la última salida de ese año
hacia Aspinwall (The Sun, diciembre 17 de 1889).
En agosto de 1890 la PMSC fue demandada por $100,000.00 por George F.
Livingston quién aseguró había sufrido golpes en el Colón debido a la neg-
ligencia de sus tripulantes en septiembre del año pasado (Sacramento Daily
Record Union, agosto 15 de 1890).
El 13 de agosto el Cónsul General de Guatemala en Nueva York, Jacobo Baiz
recibió copia del tratado hecho entre Guatemala, Honduras, Costa Rica y Ni-
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
46
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
caragua realizado el 19 de julio, formando la “Alianza Centroamericana”. El
tratado fue llevado a Estados Unidos en el Colón y estipulaba la remoción
del General Ezeta del poder, así como el establecimiento del orden en El Sal-
vador. Baiz dijo: “Creo que Ezeta nunca saldrá vivo del país. Será fusilado”
(The Sun, agosto 14 de 1890).
En agosto 28 de 1890 el general guatemalteco Martín Barrundia fue asesi-
nado a balazos por tropas gubernamentales en el vapor Acapulco de la PMSC
mientras el barco se encontraba en el Puerto San José de Guatemala. Esto fue
un acontecimiento de repercusión internacional ya que el general se transpor-
taba en un vapor que tenía bandera estadounidense. El Congreso de Estados
Unidos exigió una investigación. Según los pasajeros del que posteriormente
llegaron a Nueva York (la mayoría de ellos se encontraban en el Acapulco y
presenciaron la muerte de Barrundia), el asesinato sucedió porque Barrundia
se resistió al arresto. “¡Nunca me llevarán con vida!” gritaba, posteriormente
disparando contra las fuerzas gubernamentales. Los soldados devolvieron el
fuego en defensa propia y el general cayó muerto.
Un pasajero que fue testigo del asesinato proporcionó la siguiente versión:
“El vapor zarpó de San Francisco en agosto 13. Al llegar a Acapulco, México,
el General Barrundia, ex – Ministro de Guerra de Guatemala, subió a bordo
procedente del Starbuck, un vapor hermano. Se conocía que él era una persona
hostil al gobierno actual de Guatemala y se entendía que estaba en camino ha-
cia San Salvador. Estaba acompañado por dos hombres como guardaespaldas.
Cuando el barco llegó a Champerico, Guatemala, las autoridades que habían
sido prevenidas que Barrundia estaba a bordo inmediatamente mandaron dos
lanchas llenas de soldados y demandaron que el general fuera entregado a el-
los. El Capitán Pitts del Acapulco rehusó a su demanda. Se realizó un intento
para forzarlo a entregar al General al retener los permisos de salida del barco.
Pero después de haber estado detenido por veinticuatro horas el Capitán Pitts
persistió en negarse a entregar a Barrundia sin una orden del Gobierno, nal-
mente se le permitió al barco continuar su curso.
Esto fue en agosto 27 y este mismo día el vapor llegó a Puerto San José. Re-
cién anclado el buque se enviaron desde tierra dos lanchas con soldados para
mantener estrecha vigilancia y que nadie sin credenciales se bajara del barco
para ir a la costa. A una distancia de un tiro de pistola del lugar donde estaba
el Acapulco había dos barcos de guerra de los Estados Unidos. El Capitán
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
47
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Pitts había telegraado desde Champerico al ocial al mando de estos barcos
solicitando asistencia, pero su mensaje no fue enviado. Ahora les hizo una
solicitud personal de ayuda. La respuesta fue que los hombres de guerra no
podían actuar sin una orden del capitán del puerto.
Al día siguiente el barco fue invadido nuevamente por comandantes de una
fuerza especial de hombres acompañados por otra lancha llena de soldados.
Esta vez los ociales guatemaltecos llegaron con una ‘orden de arresto’ girada
por el Ministro Americano Lansig B. Mizner. Después de ser presentado al
Capitán Pitts, el comandante guatemalteco mostró sus documentos e hizo una
demanda formal para la entrega del General Barrundia. Después, el coman-
dante dio instrucciones para que todos los pasajeros de primera clase fueran
trasladados bajo cubierta. Cuando esta orden había sido girada, los ociales
guatemaltecos acompañados por el Capitán Pitts procedieron a la habitación
del General Barrundia.
Justo cuando llegaron a la habitación, el Capitán Pitts trató de convencer al
General de entregarse y empezó a leer la orden de arresto. El General Bar-
rundia los había encontrado calladamente frente a la puerta, pero al constatar
que no se podía hacer algo al respecto entró a la habitación por sus revólveres
y exclamando: ‘muy bien’, disparó. La bala pasó a la par de la cabeza del
Capitán Pitts, quien, junto con el comandante guatemalteco corrió hacia su
habitación, cerró la puerta con llave y se escondió debajo de la cama, de-
jando la cacería humana a los ociales especiales. Barrundia tenía vista muy
corta, y estando nervioso no le fue posible dañar a nadie aunque los persiguió
dentro y fuera del salón disparando salvajemente. Finalmente los ociales le
dispararon desde varios puntos sobre la cubierta ‘de huracanes’ y Barrundia
fue abatido. El “valiente” comandante salió de su escondite, caminó hacia el
hombre muerto y le pegó un tiro en el cráneo.
El cuerpo fue enrollado en un pedazo de lona para vela y se pidió ayuda al otro
bote ya que el general era una persona muy pesada. El bulto fue rodado hacia
abajo sobre la tarima y después a uno de los botes. Después lo trasladaron a la
orilla desde donde fue enviado a Guatemala y enterrado al día siguiente…no
se le autorizó al barco continuar su camino hasta que el equipaje de Barrundia
fue registrado. Los americanos a bordo estaban llenos de indignación y pena
por todo el evento.” (The Globe-republican, septiembre 17 de 1890).
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
48
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
N. Mizner, hijo del reconocido ministro estadounidense Lansig B. Mizner,
quien giró la orden de captura contra Barrundia fue testigo del asesinato, él y
todos los testigos llegaron a Nueva York el 12 de septiembre en el Colón para
dar declaraciones (The Daily Morning Astorian, septiembre 14 de 1890).
A mediados de septiembre de 1890 los empleados de la Panamá Railroad
Company iniciaron una huelga en Colón, Panamá. El 15 de septiembre se
enviaron trabajadores para descargar el Colón ya que se encontraba en el
puerto, pero al llegar los trabajadores en el tren fueron recibidos por unos
500 huelguistas y simpatizantes quienes atacaron los carros y evitaron que
el buque fuera descargado. Debido a esto, el trabajo tuvo que ser suspendido
temporalmente. La huelga terminó cuando se decidió pagar $1.25 y $1.50
por día a los trabajadores (Sacramento Daily Record Union, septiembre 15
de 1890).
El sábado 20 de diciembre de 1890 salió de Nueva York hacia Aspinwall, re-
alizando el último viaje de ese año (The Sun, diciembre 18 de 1890).
A principios de febrero de 1891 el Colón pasó por una racha de peligros que
casi lo hunden. Se enfrentó a una tormenta fuertísima en su trayecto des-
de Nueva York hacia Panamá, especícamente en la corriente del Golfo de
México. Las olas eran muy grandes y pasaban sobre la cubierta, entrando en
las habitaciones y asustando a los pasajeros. El cuarto del capitán fue azotado
por una ola que arrancó la puerta. El mar estaba tan fuerte y las olas tan altas
que los ociales no podían mantener su puesto en el puente. Los pasajeros
tuvieron que pasar bajo cubierta más de 48 horas. Al día siguiente apareció
una luz justo frente al trayecto del Colón (otro buque). Por un momento no se
sabía si ocurriría un choque de vapores, pero la catástrofe se evitó pasando a
pocos metros de distancia entre ellos. En esos momentos el Colón era dirigido
por el Capitán Lima (The Salt Lake Herald, febrero 4 de 1891). El Capitán
Lima no aparece en documentos posteriores al mando de este vapor.
El viernes 20 de febrero de ese mismo año el Colón salió de Nueva York hacia
Aspinwall (The Sun, febrero 16 de 1891) y posteriormente el lunes 20 de abril
(The Sun, abril 20 de 1891).
El 14 de mayo de 1891 el Colón arribó a Nueva York con el pasajero Edward
Eyre. El Sr. Eyre es el representante de una empresa en Callao, Perú, que
pertenece a su tío William R. Grace. El gobierno de Perú le ha entregado
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
49
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
“todas las líneas de ferrocarril que se han construido en Perú” para cancelar
la deuda externa. En esos momentos ocurría una revolución en Chile por lo
que el Presidente Balmaceda mandó hacer billetes a Nueva York para nan-
ciar su lucha contra los revolucionarios. El 27 de junio de 1891 el Colón
salió de Nueva York con $3,000.000 en billetes mandados hacer por Bal-
maceda a la American Bank Note Company. El Presidente mandó a fabricar
$12,000,000.00, pero el resto será enviado en otro vapor (The Anaconda Stan-
dard, junio 28 de 1891).
El sábado 20 de junio de 1891 el Colón salió de Nueva York hacia Aspinwall
(The Sun, junio 20 de 1891) y posteriormente el jueves 1 de octubre (Ibíd,
septiembre 27 de 1891).
El 26 de octubre de 1891 el Colón llegó a Nueva York después de tener graves
desperfectos mecánicos. Justo cuando pasaba frente a Cabo Hateras el jueves
22, atravesó una fuerte tormenta. La parte frontal del cardán cerca de la hé-
lice se quebró a mediodía. El repentino paro de las máquinas causó alarma
a sus sesenta y seis pasajeros. El Capitán Hender y sus ociales restauraron
la calma asegurándoles que el buque estaba fuera de peligro. Cuando ocurrió
el accidente el viento había cesado y el mar estaba más calmado. Se izó su-
ciente vela para que el buque avanzara hasta que la quebradura en el cardán
fuese reparada. El arreglo tomó 24 horas y se logró por el uso de abrazaderas
y tenazas que se llevaban especícamente para este tipo de accidentes. El va-
por prosiguió a una velocidad más lenta y los pasajeros felicitaron al capitán
y al Jefe de Ingenieros por su capacidad y tenacidad (The Sun, octubre 27 de
1891).
Para muchas personas los viajes en vapor eran una experiencia única en la
vida. Para otras era común transportarse en estas máquinas ya fuese por ne-
gocios o placer. Aunque el trayecto entre Aspinwall y Nueva York no era
muy largo comparado al cruce transatlántico o al viaje entre Panamá y San
Francisco, la mayoría de travesías se sentían largas y podían ser aburridas. Es-
tos viajes se convertían en oportunidades para conocer personas y compartir
historias mientras se surcaba el mar, ya fuese en el salón durante la cena o en
cubierta bajo una noche estrellada. Claro, esto cuando las condiciones natura-
les eran favorables y el mar permitía estas actividades ya que en momentos de
tormenta se pasaban angustias y muchas veces solo se pensaba en sobrevivir.
Había diferentes formas de pasar el tiempo durante los viajes, como juegos en
la cubierta, naipes y bebida, pero sin duda la actividad principal era compartir
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
50
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
historias con otros pasajeros y en muchos casos con el capitán. En diciembre
5 de 1891 apareció un artículo ameno titulado “¿Un Bebé o un Tigre?” Esta
narración inicia con una conversación cuando el Colón tenía 24 horas de salir
de Aspinwall hacia Nueva York. Eran las once de la noche y no se veía ni una
arruga sobre el mar. El Colón parecía atravesar un lago tirando un espray de
agua fosforescente a los lados con una velocidad de catorce nudos por hora.
Era la noche perfecta para que tres pasajeros y el capitán iniciaran una plática
observando el mar. Uno de los pasajeros, el Cónsul Americano que regresaba
a su hogar le preguntó al Capitán Paul (no encontré otro registro de este capi-
tán en el Colón) si tenía alguna historia qué compartir. El Capitán narró que
hace algún tiempo vivía cerca de Guayaquil ya que había sido enviado a ese
país para recuperar un vapor que había naufragado en el rio Guayaquil. Su
casa estaba en medio de la selva lejos de cualquier poblado, por lo que era
conveniente mantener la puerta de la casa cerrada para que no entraran ani-
males salvajes mientras trabajaba en el puerto.
Una vez el capitán regresó del trabajo a media noche y encontró la puerta
principal abierta, pero no le dio importancia. Al entrar a su cuarto vio un bulto
en la cama y pensó que su esposa había dejado a su hijo pequeño “Buster”
en la cama. El capitán se acostó como a la una de la mañana cuando repen-
tinamente sintió una pata peluda con garras sobre su estómago. Debido a que
estaba demasiado oscuro y recién se había mudado a esta casa, no se acordaba
dónde estaba la salida del cuarto, por lo que decidió esperar ansiosamente
hasta el amanecer para salir corriendo. Cuando los primeros rayos solares
entraron al cuarto logró divisar la puerta. Rápidamente saltó y al salir cerró la
puerta dejando la bestia adentro. Sin pensarlo y en pijamas agarró su rie y
con una escalera colocada en la parte exterior de la casa subió hasta la ventana
del cuarto. El capitán vio un par de ojos que reejaban adentro de la habit-
ación a los que disparó un par de veces, oyéndose al animal caer sobre el piso
de madera. El Capitán no quiso contarle a sus amigos el nal de la historia y
amablemente los citó a su cabina al día siguiente para que su esposa les termi-
nara de narrar lo sucedido esa noche.
Al día siguiente los cuatro personajes se encontraban parados a la par de un
baúl en la cabina del capitán. La Sra. Paul sacó una piel y la extendió en
la cubierta. “Pobre viejo Jumbo” exclamó. “El Capitán Paul tuvo que pagar
$200.00 por matar el buen perro Newfoundland del Sr. García nuestro vecino,
así que nos quedamos con la piel (The Wichita Daily Eagle, diciembre 5 de
1891).
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
51
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
En 1892 el Ocial en Jefe del Colón era el Sr. Trask quien empezó a trabajar
en la PMSC en 1890. Posteriormente, esta persona fue transferida como O-
cial en Jefe del City of Peking, que para 1897 era el vapor más grande de la
PMSC (The Hawaiian Gazette, diciembre 24 de 1897).
El Colón en el Pacico. 1893 – 1904.
A mediados de 1893 el Colón ya aparece en el Pacico realizando la ruta San
Francisco/Panamá. La primera referencia de este buque en las costas salva-
doreñas es su llegada a Acajutla el 12 de junio de 1893 procedente de San
Francisco. En esta ocasión no trajo carga, solamente siete pasajeros y cuatro
sacos de correspondencia. Al día siguiente a las 7:00 am fondeó en La Liber-
tad con 4,793 bultos, dos pasajeros y seis sacos de correspondencia (Diario
Oficial, martes 13 de junio de 1893).
El 11 de julio de 1893 ocurrió una trifulca a bordo: dos ociales atacaron al
Primer Ocial, J. G. Dorris. Al principio uno de los ociales tuvo un altercado
con Dorris y le pegó con un revólver sin balas, después el otro ocial entró
al pleito contra Dorris. Los dos hombres fueron encarcelados por asalto con
arma mortal al llegar a San Francisco (The Hawaiian Gazette, julio 25 de
1893), uno de ellos fue absuelto pocos días después.
A nales de agosto de 1893, se anunció que el puesto de capitán en el Colón
estaba vacante debido a la muerte del Capitán Avery (The Morning Call,
agosto 31 de 1893).
En diciembre de 1893 se anunció en el Diario Oficial de El Salvador la lle-
gada de la North American Navigation Company. Una empresa que ofrecía
mejores precios que la PMSC con los vapores Saturn, Keweenah, Progreso
y Saint Pard. Se anunció la próxima llegada del Saturn a Acajutla el 11 de
diciembre y se calculó que el Progreso llegaría el 20 (Diario Oficial, sábado 6
de enero de 1894). Para enero de 1894 ambos vapores ya fondeaban en Aca-
jutla (Diario Oficial, lunes 29 de enero de 1894).
Durante 1894 el Colón continuó sus visitas a los puertos salvadoreños. El
primer arribo durante ese año es el 5 de febrero de 1894 fondeando en Aca-
jutla procedente de San Francisco con 8,052 bultos y varios pasajeros (Diario
Oficial, martes 6 de febrero de 1894).
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
52
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
En marzo de 1894 los tripulantes del Colón llegaron a San Francisco con la
noticia que los ecuatorianos se están armando y enviando tropas a la frontera
con Perú, que parece no hacer mucho para contrarrestar un ataque (The Morn-
ing Call, marzo 17 de 1894). Este mismo mes fue creado un nuevo distrito
de inspectores dirigido por el Inspector Greenan quien ha sido promovido a
este puesto. Como inicio en su trabajo el Inspector decomisó cuarenta latas de
opio encontradas a bordo del vapor Colón. Esto sumó un total de ciento veinte
latas que fueron decomisadas en este buque (Ibíd). Parece que el Colón fue
involucrado en el tráco de opio procedente del Oriente vía Panamá.
En octubre 2 de 1894 el Colón llevó noticias a San Francisco sobre la muerte
del historiador salvadoreño Silveiro A. Luis. El hombre de letras recién había
terminado un documento sobre historia y geografía de El Salvador, donde se
criticaba a los Ezeta y sus amigos, por lo que tenía planicado viajar en el
Colón para publicar su obra en San Francisco. La mañana antes que saliera
el Colón del puerto salvadoreño, Silveiro fue encontrado en una calle de San
Salvador muerto con un puñal incrustado en su corazón. El manuscrito desa-
pareció (New York Tribune, octubre 30 de 1894).
El primer registro del Colón en costas salvadoreñas durante 1895 es cuando
fondea en Acajutla el 8 de enero procedente de San Francisco. Trajo cuatro sa-
cos y tres paquetes de correspondencia, 5,293 bultos de mercaderías y varios
pasajeros (Diario Ocial, 8 de enero de 1895).
A principios de junio de 1895 el Colón transportó a Panamá varias personas
que sobrevivieron al naufragio del Colima que se hundió frente a Manzanillo,
México el 27 de mayo. Este era el buque “hermano” del Colón que también
visitaba frecuentemente los puertos salvadoreños. Su hundimiento se debió
principalmente a una fuerte tormenta que empezó el día anterior pero arreció
la mañana del 27. Sin embargo, en esta ocasión algunos sobrevivientes ates-
tiguaron en Nueva York que la carga consistente principalmente de madera,
estaba desordenada y mal asegurada en la cubierta, lo que cambió el nivel de
otación del barco y facilitó el hundimiento. (TSFC, junio 13 de 1895). Algu-
nos parientes de las personas que murieron demandaron a la PMSC basados
en que la carga estaba mal asegurada.
El 14 de agosto de 1895 el Sr. Ricardo H. Von Winckler quien dirigía la con-
strucción del nuevo ferrocarril de C. P. Huntington en Guatemala llegó en
el Colón a San Francisco. Winckler dijo que la empresa estaba invirtiendo
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
53
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
una cantidad de dinero muy grande para la nueva línea férrea y que las tier-
ras estaban subiendo de precio rápidamente ya que pasa por el corazón de
las ncas cafetaleras y cañeras de Guatemala (The North Platte semi weekly
tribune, agosto 16 de 1895). En ese mismo arribo venía uno de los tripulantes
que viajaban en el Colima cuando naufragó frente a las costas en Manzanillo,
México. El Sr. J. E. Chilberg traía un pequeño reloj de oro que pertenecía a su
esposa y marcaba las 11:20, la hora trágica del hundimiento del Colima de-
bido a una tormenta. Chilberg cayó al agua con algunos pedazos de madera de
cubierta (uno de ellos le pegó al reloj) y quedó otando en el agua con otros
pasajeros. Observaron el vapor San Juan que se encontraba a unas 3 millas de
distancia y posteriormente les pasó muy cerca sin verlos. Las señales y gritos
de los sobrevivientes no fueron oídos por la tripulación del San Juan. Treinta
y tres horas después llegaron a la costa y fueron rescatados por los nativos
(TSFC, agosto 15 de 1895).
El primer arribo del Colón a puerto salvadoreño en 1896 fue en enero 30 cu-
ando fondeó en Acajutla procedente de San Francisco. Llegó con 2,495 bultos
de mercadería, 11 sacos, 4 piezas de correspondencia y varios pasajeros (Dia-
rio Oficial, enero 30 de 1896).
El 4 de julio de 1896 el Colón llegó a San Francisco después de 21 días de
trayecto desde Panamá, anclando en el muelle de la calle Powell. Capitaneado
por McKinnon, trae “treinta y cuatro blancos en primera clase, también treinta
chinos en ruta a Hong Kong” (TSFC, julio 5 de 1896).
A principios de septiembre se asignó a Mcgrane Coxe de Nueva York como
el nuevo Ministro de Estados Unidos en las repúblicas de Honduras y Guate-
mala. El 7 de septiembre de 1896 el Sr. Coxe se encontraba esperando que el
Colón saliera hacia Centroamérica y ejerciera su nueva posición. El Sr. Coxe
era graduado de Yale y perteneció al Club de Drama y al Club Tuxedo (TSFC,
septiembre 7 de 1896).
En noviembre de 1896 se anunció que se realizaría un campeonato mundi-
al de billar en San Francisco. Para este evento se trajo al campeón mundial
desde Francia. Sin embargo, no se contaba con una mesa de billar apropiada
para jugar el llamado “champion game,” un estilo de juego clásico para el
que se necesita una mesa especial. Debido a esto se mandó a traer una mesa
con medidas estándar desde el Este de Estados Unidos. En ese momento la
mesa ya se encontraba viajando en el Colón desde Panamá hacia Acapulco.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
54
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El Sr. Mazzoli, campeón de billar del sur dijo: “Extraño, ¿no es así? En toda
esta costa no hay una sola mesa de billar moderna hecha a medida estándar,
excepto la única que sale mañana en el vapor Colón hacia Acapulco” (TSFC,
noviembre 4 de 1896).
En marzo de 1897 se anunció que un niño murió a bordo del Colón. Se llegó
a la conclusión que la causa de muerte no fue ebre amarilla, por lo que se
llegó a la convicción que no habían motivos para temer el contagio de esta en-
fermedad cuando llegara el buque a San Francisco (TSFC, mayo 26 de 1897).
En abril de 1897 el buque todavía es dirigido por el Capitán Geo Mckinnon y
el 21 del mismo mes llegó nuevamente a Acajutla procedente de San Francis-
co. Trajo a este puerto 79 marineros y descarga 2,451 bultos de mercaderías,
24 sacos de correspondencia y 6 paquetes, así como varios pasajeros (Diario
Oficial, miércoles 21 de abril de 1897). Dos días después (23 de abril) fondeó
en La Libertad donde deja 2,238 bultos de mercadería (Diario Oficial, viernes
23 de abril de 1897).
El 7 de mayo llegó nuevamente a El Salvador en su regreso de Panamá, fon-
deando a las 6:00 am en La Libertad. Descargó 347 bultos de mercaderías,
61 sacos de correspondencia y a los pasajeros A. E. Corbruy, A. L Egliso y
J. Unnela (Diario Oficial del 7 de mayo de 1897). Al día siguiente llegó a
Acajutla. Posteriormente continuó hasta San Francisco donde llegó el día 25
con la bandera amarilla que signicaba una enfermedad contagiosa a bordo.
Inmediatamente fue ordenado a cuarentena. Justo después que el vapor salió
de Panamá se desataron varios casos de “una ebre maligna” que empezaron
en tercera clase y terminaron con la vida de tres tripulantes.
En septiembre 19 de 1897 el Colón transportó a San Francisco dos personajes
importantes de la historia de Guatemala. En ese momento Próspero Morales
lideraba una revolución en ese país para derrocar al General José María Reina
Barrios. Los dos tripulantes llegaron a San Francisco con el objetivo de esperar
los resultados de la revolución. Uno de estos “refugiados diplomáticos” era
Manuel Morales Tobal, en ese momento Ministro de Agricultura y primo de
Próspero Morales, el líder revolucionario que luchaba contra el gobierno en el
poder. “Dice que ha dejado su puesto en el Ministerio con un permiso otorgado
(por el gobierno) porque según él estaba enfermo. Su actual situación es muy
peculiar. Pero está determinado a permanecer neutral hasta denir quien toma
control de la República, si su querido amigo personal el Presidente Barrios o su
estimado primo, el revolucionario Morales” (TSFC, septiembre 20 de 1897).
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
55
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El otro refugiado era Francisco Toledo, abogado, diputado depuesto, prisione-
ro político liberado y revolucionario. Creyó conveniente dejar el país ya que
no se había denido un vencedor. Sin embargo, para estas fechas Próspero
Morales ya había tomado gran parte del control al mando de las fuerzas revo-
lucionarias, incluyendo las comandancias militares (Ibíd). Un año después, en
agosto de 1898, Morales es capturado con ayuda de fuerzas inglesas que fuer-
on transportadas en el buque de guerra Leander y comandadas por el Capitán
Fegan. Fue necesario solicitar la ayuda de la fuerza naval inglesa ya que en
ese momento Estados Unidos tenía destacados todos los buques de guerra
en otros lugares para combatir las fuerzas españolas (The New York Times,
agosto 20 de 1898).
El relato de los acontecimientos fue tomado a los tripulantes en entrevistas
separadas que se realizaron en sus habitaciones del “Occidental Hotel” el día
17 de septiembre de 1897.
En noviembre 26 de 1897 el Sr. Charles Olsen inició una demanda por
$20,000.00 contra la PMSC. Esta disputa legal empezó cuando una paca de
algodón cayó sobre Olsen y le rompió la pierna derecha mientras viajaba de
Guatemala a San Francisco. Olsen reclamó que el accidente ocurrió debido
a que las pacas habían sido mal colocadas por los empleados de la empresa
(TSFC, noviembre 27 de 1897).
En marzo 23 de 1898 el Colón llegó a San Francisco desde Panamá con Clau-
dio Urrutia y Manuel Amesquita, ingenieros civiles que trabajaban para el go-
bierno de Guatemala para delimitar la frontera entre México y este país. Tres
años antes ambos países estuvieron involucrados en una seria disputa debido
a la línea fronteriza. En esta ocasión Guatemala perdió grandes extensiones
de terreno (Omaha Daily Bee, marzo 24 de 1898).
En 1898 empezó la guerra entre España y Estados Unidos, conocida por los
estadounidenses como la Guerra Hispanoamericana (Spanish-American War).
Este conicto inicia principalmente por el involucramiento de Estados Unidos
en la independencia cubana y ataques americanos en las posesiones españolas
en el Pacíco, siendo parte del resultado de la expansión estadounidense de
la época. Una de las causas que detonaron la Guerra Hispano-Americana y
el involucramiento de Estados Unidos en Cuba fue la explosión que hundió
el vapor Maine en la Bahía de la Habana el 15 de febrero de 1898. Algunos
medios escritos y el público norteamericano en general culparon de inmediato
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
56
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
a los españoles. El inicio de esta guerra obligó a Estados Unidos a usar los
buques de diferentes compañías, entre ellas la Pacic Mail Steamship Com-
pany para trasladar numerosas tropas a los campos de batalla, incluyendo el
traslado de las famosas “Tropas de Manila” desde San Francisco a Filipinas.
En mayo de 1898, en plena guerra, el Colón y The China fueron contratados
por el Secretario Asistente del Departamento de Guerra, Melklejohn para una
segunda expedición con el objetivo de trasladar tropas de San Francisco a
Filipinas. Esto se logró cuando el Secretario estableció un acuerdo con C.
P. Huntington quien en ese momento era el Presidente de la PMSC. Cuando
estos buques fueron contratados, el Colón se encontraba en San Francisco
cargando mercaderías para transportarlas al Oriente y se esperaba que zarpara
el 28 de mayo. The China había llegado a San Francisco el día anterior. Con la
incorporación del Colón, que fue contratado por $22,500.00 y The China, ya
se tenían cinco buques para esta expedición. Aunque los Estados Unidos sabía
que España no tenía la capacidad de atacar estos barcos durante el trayecto,
el convoy fue recibido por una escolta naval al acercarse a las Filipinas. Am-
bos buques (Colón y The China) llevaron 2,500 hombres y fueron parte de
la segunda expedición formada por los cinco buques para transportar tropas
hacia las Filipinas (Figura 10) que en total lograron el transporte de aproxima-
damente 5000 soldados. Los navíos que formaron parte en este transporte de
tropas fueron: el Centennial, Zealandia, Ohio, Colón y The China. Su salida
estaba planicada para el 8 de junio pero sufrió retraso de siete días.
En junio 15, el Colón nalmente fue abordado en San Francisco por tropas
voluntarias del estado de Utah que habían acampado por un mes en Califor-
nia. Este evento aparece en un artículo del periódico Salt Lake Herald titulado
“Los jóvenes de Utah a Flote. Las Lujosas Habitaciones del Colón para la
Batería A. Viajando Como Ricos”.
Después de un mes de espera en un campamento ubicado en las dunas de arena
en California, un grupo de ansiosos soldados originarios de Utah abordan el
Colón para su viaje hacia las Filipinas. Su entusiasmo por ver batalla era grande
y en su camino hacia el muelle se podía ver las casas decoradas con ores y
la fotografía del Almirante Dewey en las ventanas. En este trayecto hacia los
muelles también estaban incorporados soldados originarios de Pensilvania y
Colorado. “Ninguno de ellos está enfermo, pero hay un secreto que explica su
buena salud. Ellos aborrecen la enfermedad más que el Indio. Enfermarse es
considerado acobardado y ‘de mujeres’” (The Salt Lake Herald, junio 18 de
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
57
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
1898). El Colón sale de San Francisco acompañado de otros vapores que eran
dirigidos por el buque The China (Figura 12).
La artillería era considerada la rama más alta de la milicia, por lo que la
Batería A fue asignada a las cabinas de primera clase, las mismas donde se
encuentran los ociales y están equipadas de forma lujosa. El resto de las tro-
pas fueron menos afortunadas ya que sus habitaciones son muy diferentes y
cuentan con camarotes donde hasta dos soldados comparten una cama. Hubo
muchas quejas por la comida.
Un pasajero inusual en este viaje fue la perra “Utah”, mascota de la brigada.
Estaba acompañada por el Caporal Backman quien pasaba mucho tiempo con
ella y no se cansaba de enseñar papeles que demostraban el record familiar
de la perra por los últimos cincuenta años. Esta perra removía cualquier cosa
portátil del barco y la traía a su habitación, depositándola para el uso de los
soldados de la Sección 6. Cuando se le perdía algo a alguien solamente tenía
que visitar el cuarto de Utah para encontrarlo.
Todas las mañanas se le veía a Utah haciendo sus ejercicios en cubierta y es-
tos consistían en ser mecida alrededor de la cabeza del Corporal Beckham al
Figura 12. Convoy de vapores liderados por The China saliendo de San Francisco hacia Filipinas con
las tropas de Manila. El Colón se encontraba entre ellos. Tomada de The Salt Lake Herald, junio 18 de
1898).
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
58
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
nal de un cincho largo el cual mordía con la fuerza genuina de un bulldog.
Hubo muchas dicultadas en traerla a bordo y fue la única mascota que acom-
pañó las “tropas de Manila”. Se logró que navegara en el buque gracias a la
amistad que uno de los soldados tenía con el capitán del barco (Ibíd).
Para nales de 1900 el Capitán McKinnon tenía ya cuatro años de coman-
dar este buque. La carga que el Colón transportaba de San Francisco a Cen-
troamérica era variada, aunque había mercancías que se producían exclusi-
vamente en California y que tenían demanda en los países del Istmo. Para
tener una idea de la carga promedio que era transportada de San Francisco a
Centroamérica, se incluye una lista que aparece en un periódico en diciembre
de 1900:
“49 cajas de manzanas, 207 paquetes de cerveza embotellada, 10 sacos de ce-
mento, 25 rollos de cuerdas, 10 cajas de bienes enlatados, 390 latas de aceite
de carbón, 94 latas de bienes deshidratados, 596 libras de fruta deshidratada,
2,415 bolsas de harina, 678 paquetes de golosinas y provisiones, 75,410 pies
de madera, 11 rollos de cuero, 93 barriles de plomo blanco, 6 barriles de cla-
vos, 71 latas de aceite, 8 latas de cebolla, 21 latas de pasta, 30 latas de pintura,
114 cajas de papas, 110 barriles de pólvora, 20 paquetes de pasas, 11 puñados
(bundles) de especies, 150 latas de ¿scap?, 24 cajas de papelería, 62,977 libras
de sebo, 7 cajas de aguarrás, 10 cajas de brea, 32 cajas con 3,350 galones de
vino, 45 cajas de whisky, 12 cajas de molinos de viento” (TSFC, diciembre
29 de 1900).
El 24 de febrero de 1901 el Colón llegó a San Francisco con el Capitán McK-
innon con sus compartimientos de carga llenos de sacos de café. Cuando es-
taba a unas sesenta millas mar afuera oyeron unos disparos, por lo que se di-
rigieron en medio de una espesa neblina y encontraron una lancha para cazar
“hunting skiff” con dos individuos “medio indios” en ella. Los indios dijeron
que habían perdido a su velero y le estaban haciendo señales. Se les ofreció
transporte a San Francisco pero se negaron ya que dijeron que el velero para
cazar focas estaba cerca y que lo encontrarían cuando se despejara la neblina
(TSFC, febrero 25 de 1901).
En marzo 1 el Colón salió nuevamente hacia Panamá (Ibíd) y regresó a San
Francisco el 24 de abril. Al día siguiente se anunció que este buque ya no será
empleado para la ruta de Panamá, sino que de ese momento en adelante su
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
59
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
misión principal será transportar inmigrantes de Los Angeles a Hawai (TSFC,
abril 25 de 1901).
Desde abril de 1901 el Colón se encontraba en el Pacico transportando mer-
cadería e inmigrantes de Los Angeles a Hawai. La mayoría de los inmigran-
tes eran portorriqueños que atravesaban el Istmo y salían desde Los Angeles
hacia las islas para trabajar en las plantaciones de caña y piña. El 13 de mayo
llegaron 523 portorriqueños a Hawai transportados por el Colón que en esa
época seguía capitaneado por McKinnon. El barco zarpó de San Francisco y
llegó a Los Angeles para abordar a los inmigrantes. Después de salir de Los
Angeles se dirigió a las islas llegando al muelle de cuarentena en Hawai y
no se permitió a nadie bajar o subir. Tres inmigrantes murieron en el viaje.
Primero los ociales federales de cuarentena hicieron un examen y después
un agente local de salud tomó la dirección de cada uno. Posteriormente fueron
llevados a la estación de “Quarantine Island” (Isla Cuarentena) donde fueron
fumigados y bañados en un líquido desinfectante. Sus ropas fueron pasadas
por vapor. Un tripulante interesante era el Sr. Antonio Mattei Llovera quien
ayudó a las fuerzas americanas en Puerto Rico durante la guerra contra Es-
paña. El Sr. Llovera proporcionó información importante al General Miles
para tener ventaja en un ataque a las tropas españolas. Durante el viaje hubo
tres muertes y un nacimiento. “El Colón zarpará lo antes posible para traer
otro cargamento de portorriqueños” (The Hawaiian Star, mayo 14 de 1901).
En ese mismo periódico se menciona que esa mañana murieron en los muelles
un hombre y una mujer que habían viajado en el vapor (Ibíd). Este fue el sexto
viaje de inmigrantes realizado por este barco, que según este artículo tenía
capacidad para transportar 800 inmigrantes (The Hawaiian Gazette, mayo 14
de 1901).
Las condiciones en el transporte de estos inmigrantes eran muy malas. En ese
mismo periódico apareció un artículo titulado: “Un Lote Enfermizo y Ham-
briento dice Emmeluth”. En esta publicación se mencionó que un congresista
de Estados Unidos visitó el último grupo de inmigrantes portorriqueños que
llegaron a Hawai. El congresista llegó al Colón pero los inmigrantes ya habían
sido trasladados a la isla de cuarentena. El congresista se fue remando en un
bote a la isla donde vio a los portorriqueños y las condiciones deplorables en
que se encontraban. “Vi un niño pequeño bajo el sol hirviente evidentemente
muriéndose de neumonía con sus ojos abiertos. Muy cerca estaba un hombre
con demasiada ebre para caminar y en toda la la había personas demasiado
exhaustas para caminar, débiles de enfermedad y hambre. Esas personas no
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
60
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
están en condiciones para viajar (a las plantaciones)”. El Congreso pasó una
resolución para que los inmigrantes no fueran trasladados y se quedaran allí
para investigar su condición (Ibíd). La idea de Emmeluth era que estas perso-
nas fueran alimentadas por un par de semanas y posteriormente trasladadas a
las otras islas para trabajar en las plantaciones.
En mayo 29 de 1901 nuevamente apareció un artículo en el Boston Globe en
el que se criticaba las condiciones en que se encontraban los inmigrantes que
fueron transportados por el buque. En esta publicación se hace un llamado
a la justicia y a la Corte Suprema de Estados Unidos ya que se pensaba que
muchos de los inmigrantes no vivirían para trabajar en las plantaciones. “Más
de la mitad de los inmigrantes portorriqueños que llegaron a Honolulu en el
vapor Colón se han reportado en estado de hambruna. En cualquier caso, fue
necesario retenerlos en la estación de cuarentena y proveerlos de suciente
comida para darles fuerza y que puedan llegar a los lugares que serán sus
‘nuevos hogares’. Se menciona que se transportaron demasiados niños, así
como hombres y mujeres que nunca estuvieron sucientemente fuertes (The Ho-
nolulu Republican, junio 26 de 1901, tomado del Boston Globe de mayo 29).
En junio 1 ochocientos portorriqueños abordaron el Colón en Los Angeles
para viajar a Hawai y trabajar en las plantaciones (TSFC, junio 2 de 1901).
En julio de este mismo año se dio un caso curioso donde casi se comete un
asesinato. Esto ocurrió mientras el buque se encontraba en el muelle de cuar-
entena en Honolulu cuando el Sr. Oppenheimer, un miembro de la tripulación
del Colón fue acusado de violar a una joven inmigrante portorriqueña. El
supuesto atacante pasó al juzgado, pero según el artículo donde aparece esta
historia, la joven de 14 años no mantuvo un testimonio coherente y “proba-
blemente actuó por su amor al acusado”, por lo que Oppenheimer quedó libre.
Sin embargo, esto no fue satisfactorio para Cruz, el hermano de la joven quien
acompañado de algunos amigos se armó con un revólver y se dirigió al muelle
donde se encontraba el Colón. Oppenheimer logró abordar sin que Cruz se
diera cuenta, probablemente salvando su vida y manteniéndose escondido en
el barco por una hora antes de zarpar. La joven trató de abordar también, pero
fue detenida por un miembro de la tripulación. Finalmente, el vapor soltó los
amarres y empezó a separarse del muelle. Cruz pareció haberse calmado, pero
dos miembros de la tripulación le arrojaron dos botellas en la cabeza. En ese
instante Cruz sacó el revólver y apuntó al buque y probablemente hubiera dis-
parado a la gente en cubierta. En el momento que el enfurecido portorriqueño
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
61
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
apuntaba al barco, Jack McVeigh le agarró el brazo hasta que Cruz guardó el
arma. A todo esto la joven hermana fue una espectadora silenciosa. El Colón
cruzó la península de Diamond Head perdiéndose en la distancia en su viaje
hacia San Francisco (The Hawaiian Star, julio 11 de 1901).
El Colón llegó a San Francisco donde supuestamente tomaría el lugar del
City of Para y así iniciar nuevamente la ruta San Francisco/Panamá. El Para
tomaría la ruta de Manila. Otro buque de la PMSC sustituiría al Colón para
realizar el transporte de portorriqueños. Estos cambios no se dieron ya que
para agosto el Colón apareció nuevamente transportando inmigrantes puer-
torriqueños a Hawai. Poco tiempo después de llegar a San Francisco proce-
dente de Hawai, el buque se encontró con una huelga generalizada por los
sindicatos. Los muelles que generalmente estaban llenos de personas y mu-
cha actividad se hallaban prácticamente paralizados, por lo que el Colón per-
maneció inactivo varios días (TSFC, julio 31 de 1901).
En agosto 19 de 1901 la Asociación de Agricultores de Hawai realizó una
reunión donde se generaron discusiones sobre los inmigrantes que eran trans-
portados a las islas. Es interesante notar la visión racista de la época y que al
nal del artículo se menciona el Colón. “Los diferentes administradores de
las haciendas presentarán en detalle el status exacto de las condiciones en sus
plantaciones y las diferencias claras del valor laboral de negros, portorrique-
ños y japoneses. Parece que se preere a los portorriqueños en Maui, Hawai
y Kauai, mientras que se espera que las plantaciones de Maui digan que los
negros son un fracaso para cortar caña.
Se espera que el vapor Colón llegue el próximo viernes de San Pedro con un
gran número de reclutas portorriqueños para las plantaciones” (The Hawaian
Star, agosto 19 de 1901).
A nales de ese mes (agosto 30), el Colón llegó nuevamente a Hawai capita-
neado por McKinnon, con pasajeros norteamericanos y 200 trabajadores por-
torriqueños que serán distribuidos en las plantaciones de Oahu. Llegaron al
muelle de cuarentena. “Los portorriqueños llegaron en buenas condiciones y
sin duda se adaptaran a este clima”. El mismo día el buque zarpó hacia puerto
Los Angeles para transportar un segundo grupo de inmigrantes (The Hawaian
Gazette, septiembre 3 de 1901). Entre septiembre de 1901 y marzo de 1902
el Colón es asignado para la ruta San Francisco – Panamá y el 14 de marzo
de ese año el Colón es remolcado a Martínez, un lugar apartado en Panamá
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
62
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
para esperar hasta que aumente el comercio con el Istmo (TSFC, marzo
15 de 1902).
El 4 de julio de 1902 se decoraron varios buques y se presentaron en la Bahía
de San Francisco para celebrar la independencia de Estados Unidos. El Colón
fue uno de los barcos decorados elaboradamente (TSFC, julio 5 de 1902).
El 18 de julio de 1902 salió de San Francisco con 180 toneladas de plomo
dirigidas a Nueva York vía Panamá. También transportó troncos de cedro que
habían estado en los muelles por algún tiempo. Estos troncos llegaron a San
Francisco desde Panamá y fueron enviados allí para ser trasladados por tren a
Nueva York. Esta mercancía es muy difícil de transportar por tierra, por lo que
la PMSC esperó un tiempo para enviarlos nuevamente hacia Panamá y luego
a Nueva York (TSFC, julio 3 de 1902).
El 1 de septiembre el Colón llegó a San Francisco con 1,210 toneladas de
carga, la mitad procedente de Nueva York y un “tesoro” procedente de Maza-
tlán evaluado en $95,800.00 (TSFC, septiembre 2 de 1902).
En septiembre 14 de 1902, el Colón llegó a Acapulco con varios pasajeros
procedentes de San Francisco (TSFC, septiembre 28 de 1902). A su regreso
desde Panamá a San Francisco el mes de octubre, el Colón pasó algún tiempo
en el muelle de cuarentena y posteriormente fue estacionado en el muelle de
la PMSC. En esta ocasión llevó 798 toneladas de oro y plata valorados en
$60,000.00, así como trece pasajeros.
En octubre de 1902 el Colón nalizó la colocación de la línea de telégrafo de
4,445 millas entre la Isla Vancouver y la isla Fanning en el Océano Pacíco.
Posteriormente se colocó otra línea de 2100 millas conectando la isla Fanning
y las islas Fiji (The Seattle Star, octubre 7 de 1902).
En noviembre, la PMSC sube los precios para viajar y transportar mercancías
en el Colón (TSFC, noviembre 4 de 1902).
El 31 de diciembre de 1902 el Colón llegó a San Francisco desde Panamá con
un cargamento de 1,030 toneladas que incluía 3,300 sacos de café guatemalteco.
También llevó 30 toneladas de metal obtenido en las minas Rosario. Este fue
el primer cargamento de este metal a San Francisco, ya que anteriormente se
enviaba a Europa. En este viaje el buque no fondeó en Mazatlán ya que había
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
63
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
una epidemia. Es interesante la siguiente mención: “El Colón no trae noticias
nuevas sobre la situación en Guatemala. Sin embargo, el Capitán Irvine informa
que en varios cientos de millas en las aguas de la costa hay gran cantidad de
piedras pomas otando” (TSFC, enero 1 de 1903). Este fenómeno natural se
debió a la erupción del volcán Santa María, uno de los eventos volcánicos
más grandes del siglo XX. En esta ocasión al Colón le tomó 21 días, 18 horas
y 25 minutos realizar el trayecto desde Panamá y por primera vez aparece el
Capitán Irvine. A su llegada los tripulantes trajeron la noticia que la revolu-
ción ha terminado y que ahora la actividad principal en Panamá es jugar ping
pong (Ibíd).
El sábado 10 de enero de 1903 el Colón estaba saliendo hacia el mar por uno
de los canales estrechos en Lime Point, California, cuando fue sorprendido
por la marea que subía. La popa se “trasladó” demasiado cerca de las rocas y
el Capitán Irvine tuvo que maniobrar el barco hasta colocarlo en la parte cen-
tral del canal, salvándolo de colisionar con la orilla (TSFC, enero 12 de 1903).
Durante este viaje es que llega a las costas salvadoreñas fondeando el 25 de
enero en Acajutla procedente de San Francisco con el Capitán Irvine, desem-
barcando 670 bultos de mercadería, 8 sacos y 6 paquetes de correspondencia
y varios tripulantes (Diario Oficial, 26 de enero de 1903).
El 14 de marzo de 1903, el Colón salió de San Francisco con 30 pasajeros y
2000 toneladas de carga, incluyendo 1,800 barriles de vino californiano, el
cargamento más grande de este producto que había salido de aquí en varios
años (TSFC, marzo 15 de 1903).
En su travesía hacia San Francisco, especícamente el 17 de abril de 1903,
el Colón presenció un show impresionante consistente en inmensos chorros
de agua. Los pasajeros y tripulación fueron entretenidos por varias horas por
grandes chorros que salían a una distancia prudencial del buque. Tres grandes
pilares líquidos sin inclinación que los hiciera acercar al barco tiraban agua
hacia arriba, pero el buque pasó lo sucientemente cerca para que los viajeros
tuvieran una idea de su enorme tamaño y fuerza “y de estar agradecidos que
los elementos no escogieron el trayecto del vapor como campo de juego de
estas creaciones acuáticas” (TSFC, mayo 6 de 1903). En un inicio pensé que
este era un fenómeno articial para dar la bienvenida a los vapores que llega-
ban a San Francisco, pero después de encontrar otro artículo en el periódico
del día anterior es evidente que estos chorros de agua eran lanzados por bal-
lenas: “El Memphis se Encuentra con unos Chorros de Agua”. “El Memphis
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
64
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
de la Línea Kosmos que llegó procedente de Hamburgo el día 6, experimentó
chorros de agua similares por los que pasó el vapor Colón. Los grandes pi-
lares líquidos se avistaron después de pasar por Panamá. Los ociales del
Memphis dicen que las columnas medían 30 pies desde la base y se extendían
hacia el cielo hasta donde podía ver el ojo. Aparecieron a una distancia de
varias millas del vapor, pero todos estaban de acuerdo que se acercaron a una
distancia cómoda. Los chorros de agua vistos por el Memphis parecen haber
sido particularmente divertidos. Bailaron a una velocidad furiosa y a inter-
valos frecuentes desaparecían en las profundidades para disparar nuevamente
un poco más lejos como grandes pistones. A pesar de la distancia, se podía
sentir a bordo el ruido que estos chorros hacían” (TSFC, mayo 7 de 1903).
En una época en que los vapores eran las máquinas movibles más grandes del
mundo, símbolo de poder industrial y avance tecnológico, es muy interesante
notar como las ballenas impresionaban a los pasajeros de estos navíos.
En esta ocasión el Colón trajo noticias sobre el naufragio del Kombyses, un
vapor de la Kosmos Line que encalló ocho meses antes en Cabo Blanco,
Costa Rica y que fue comprado por un señor de apellido Pennel de Puntarenas
por $6,000.00. El Colón llevó a San Francisco 1400 toneladas de cargamento,
incluyendo 5000 sacos de café. También llevaba trece pasajeros (TSFC, mayo
6 de 1903).
En este mismo periódico hay un espacio titulado “Los Pasajeros Bulliciosos
del Colón”. Aquí se menciona que al llegar de Panamá, el Colón transpor-
taba a 122 de los pasajeros más bulliciosos que han viajado en un buque
interoceánico. Desde sus habitaciones hasta las cubiertas en todo el viaje se
oía conversación en español en alto volumen mezclada con gritos y aullidos
ininteligibles que variaban con llantos agudos en coro y en solos. La aza-
fata encargada de este grupo hablantín estaba exhausta cuando llegaron a San
Francisco, pero tuvo que atender al grupo hasta la mañana siguiente cuando
el Tío Sam les otorgó sus documentos para entrar a la “tierra de la libertad”.
De estos ciento veinte pasajeros, ciento catorce eran loras, seis eran monos,
uno era un oso hormiguero y el otro “un misterio de la historia natural que
parece oso, escala como mono, piel de oveja, come como cerdo y tiene toda la
domesticidad de un gato casero. Su forma asemeja a un perro salchicha. Pesa
cerca de dos libras y duerme veintidós horas al día (probablemente un oso
perezoso). Este ha sido el cargamento de pájaros y bestias más grande que se
ha traído desde hace mucho tiempo” (TSFC, mayo 6 de 1903).
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
65
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El 5 de mayo, el Colón llegó nuevamente a San Francisco vía Acapulco desde
Panamá. Esta travesía le toma 21 días capitaneado por el Capitán William
A. Irvine trayendo noticias de Corinto, Nicaragua. Es interesante que en esta
ocasión la tripulación relató sobre una batalla naval que se llevó a cabo frente
a San Ubaldo y Granada en el Lago de Nicaragua, entre las tropas revolucio-
narias de Chamorro contra el Presidente Zelaya. Se mencionó la muerte del
Capitán Augusto quien se encontraba en el barco Victoria, así como la muerte
del capitán del barco El-93. “El gobierno perdió cuarenta y dos soldados y
veintidós fueron heridos. Los revolucionarios pagaron su victoria con veinte
muertos y ocho heridos. El 10 de marzo el General Chamorro en su lucha
contra el Presidente Zelaya capturó el barco de guerra DeJulio y cuando el
Colón zarpó de Corinto, Chamorro tenía el control del lago de Nicaragua (The
San Francisco Call, mayo 6 de 1903).
El día 6 de mayo se descubrió escondido dentro del Colón un contrabando de
opio consistente en ochenta latas valoradas en $650.00. Esta fue la segunda
vez que se involucró este buque en el contrabando de opio. Probablemente
la droga fue transportada ilegalmente desde el Oriente hasta Panamá y pos-
teriormente a California. Fue necesario desatornillar una plancha de hierro
que se encontraba entre el casco y la placa interior del barco. El opio estaba
enrollado herméticamente en tela para vela (canvas) y se pensaba que sería
arrojado fuera de borda por la noche a otro barco que lo estuviera esperando.
“Después del debido proceso por la corte de Estados Unidos, el opio será
vendido en una subasta pública” (TSFC, mayo 7 de 1903).
La noche del 20 de junio de 1903, el Colón es alcanzado por un rayo frente
a la costa de Costa Rica. El rayo dañó uno de los mástiles de madera que
se fracturó en varios pedazos (TSFC, julio 11 de 1903). Durante este mis-
mo viaje, el buque fondeó en San Blas, México donde abordaron el Capitán
Rosengren y la tripulación del barco de vela Maggie C. Russ que naufragó en
ese puerto el 11 de junio y fue se perdió totalmente. En esta ocasión el Colón
solamente trajo tres pasajeros de cabina y un “tesoro” evaluado en $4,000.00.
Los tripulantes traen la noticia que la ocina de la Pacic Mail Steamship
Company en Acapulco fue robada y faltaban $400.00 “el robo es una ofensa
en cualquier comunidad civilizada” decía el periódico. El asaltante golpeó al
guarda y después de robar el dinero escapó. Al despertar el guarda llamó a los
soldados y el asaltante fue capturado en la carretera que va hacia Ciudad de
México. “El ladrón confesó el hecho y será fusilado” (Ibíd).
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
66
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El 11 de julio se anunció la salida del Colón para el día 18, zarpando desde
San Francisco al mediodía por el muelle 40.
El 12 de septiembre el Colón fue dado de alta y trasladado a los muelles de la
PMSC debido a que se encontraba en cuarentena y un pasajero chileno murió
el día anterior. Los pasajeros y la tripulación serán detenidos por lo menos
cinco días más en la isla Angel. El buque trajo 46 pasajeros, 1046 toneladas de
carga y un “tesoro” evaluado en $43,485.00 (TSFC, septiembre 12 de 1903).
Al salir de cuarentena, el 18 del mismo mes, los ociales del Colón y del City
of Sydney informaron que Panamá está lista para su independencia de Colom-
bia y nada puede evitar este desenlace. Los más interesados en la construcción
del canal son los empresarios jóvenes que quieren separarse de Colombia
(The St. Louis Republic, sept 19 y The Nebraska Advertiser, septiembre 25 de
1903). Al día siguiente (sept. 19) sale nuevamente hacia Panamá.
El 13 de noviembre de 1903 el Colón llegó a San Francisco desde Panamá
después de 24 días de viaje con su Capitán Irvine. Arribó con 758 toneladas
de carga y aproximadamente una docena de pasajeros que se encontraban
muy impresionados ya que mientras estaban en Acapulco fueron testigos de
la caída de un gran meteorito la noche del primero de ese mes. El cometa ilu-
minó el cielo por varios minutos y fue visto también por los pasajeros de los
vapores Marblehead, Concord y Wyoming que también estaban anclados en
Acapulco. Durante este viaje uno de los ingenieros del barco fue picado por
un escorpión, siendo el segundo ingeniero que sufrió este tipo de percance ya
que lo mismo ocurrió en el viaje anterior. El doctor recomendó que se buscara
en la habitación la causa de las picadas, encontrándose un nido con varios
escorpiones bebés y algunos adultos. En este arribo, el Colón trajo la noticia
que el barco de guerra Wyoming llegó a Acapulco con solo 12 toneladas de
carbón, por lo que “la máquina de combate más moderna del Tío Sam hubiese
tenido que ser remolcada por el Marblehead o el Concord” si el carbón se
hubiera terminado. Cuando el Colón viajaba “hacia abajo” rumbo a Panamá,
llevó treinta soldados desde Acajutla a La Unión cuyo destino era la fron-
tera con Nicaragua en caso surgiera un conicto entre los dos países. (TSFC,
noviembre 14 de 1903). Esta vez permaneció 8 días en San Francisco y el 21
salió nuevamente hacia Panamá.
En enero 14 de 1904, apenas tres meses antes de encallar en los arrecifes de
Punta Remedios, el Colón llegó a San Francisco proveniente de Panamá con
las noticias de un gran desarrollo que está ocurriendo en el Istmo. Debido a
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
67
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
la futura construcción del canal se estaban demoliendo casas y construyendo
nuevos edicios. Los precios en los alquileres se habían cuadruplicado con
prospectos de aumento a medida que progresan las negociaciones para la con-
strucción del canal. Los tripulantes del Colón también mencionaron que un
día antes de zarpar de Panamá 600 soldados colombianos estaban a un día
de marcha del Darién y muchos mineros habían huido hacia Panamá porque
temían un levantamiento en las minas. El Colón se encontró con el crucero
New York frente a Puerto Angel el 4 de enero y al día siguiente se encontró
al Bennington (vapor de guerra norteamericano que se destacaba en las costa
del Pacico centroamericano y que realizó un estudio sobre las profundidades
de la bahía de Jiquilisco), al Preble y el Paul Jones. El Colón llevaba a El
Salvador quince cajas de ries Remington con bayonetas colocadas para uso
gubernamental. En ese momento el Presidente era Don Pedro José Escalón y
“Según los ociales del Colón; Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras
se estaban preparando para una extensa y general trifulca, pero con la acción
de América (Estados Unidos) en Panamá, estos países ven una advertencia de
lo que puede pasar si sus peleas molestan al Tío Sam…” (TSFC, enero 15 de
1904). El Colón zarpó nuevamente hacia Panamá el 23 de enero.
La primera aparición del Colón en costas salvadoreñas durante el año 1904
fue el 8 de febrero procedente de San Francisco. Llegó a Acajutla a las 6:00
am con el Capitán Irvine, “con 75 hombres de mar”, 2,090 bultos de mercad-
erías, 12 sacos y 3 paquetes de correspondencia y varios pasajeros (Diario
Oficial, 8 de febrero de 1904). Posteriormente fondea en La Libertad el 10,
con 227 bultos y sin pasajeros (Diario oficial, febrero 10 de 1904) y al día
siguiente llega a La Unión con 73 tripulantes, 802 bultos de mercaderías, 4
sacos y 4 paquetes de correspondencia, así como varios pasajeros. El buque
viajaba hacia el sur, por lo que es evidente que en esta ocasión el destino nal
era Panamá.
Al regreso hacia San Francisco no se tiene registro de arribos en puertos sal-
vadoreños, pero el 17 de marzo de 1904 llegó a San Francisco después de 21
días y medio de viaje. Al acercarse, una fuerte tormenta en la costa de San
Francisco hizo que el vapor esperara hasta el atardecer para ingresar al puerto.
Las ocinas de cuarentena estaban cerradas por lo que tuvo que anclar frente
a la isla Angel y pasó por las autoridades de migración a primera hora del día
siguiente (TSFC, marzo 18 de 1904). En esta ocasión el buque trajo 1,084
toneladas de cargamento y “tesoro” extraído de las minas de México y Cen-
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
68
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
troamérica evaluado en $50,513.00. Entre sus pasajeros estaba un magnate de
la madera y un cazador de cocodrilos profesional (TSFC, marzo 19 de 1904)
El Colón colisiona con el City of Sydney.
En marzo de 1904 se asignó al Colón el Ocial en Jefe Sandberz, quien antes
estaba en el Siberia. Muy poco tiempo después, aproximadamente un mes
antes que el Colón se perdiera totalmente en Acajtula, este buque estuvo in-
volucrado en una colisión con el vapor City of Sydney de la PMSC, dañán-
dose la popa del Colón, por lo que según este periódico, el Capitán Irvine
fue suspendido de su puesto hasta que se concluyó una investigación sobre
este percance (TSFC, marzo 22 de 1904). No he logrado establecer la fecha
exacta del accidente entre los dos vapores, pero se tiene registro que el 8 de
marzo el City of Sydney se encontraba en el puerto salvadoreño de La Unión
dirigido por el Capitán W. H. Mclean y 70 tripulantes. En esta ocasión des-
cargó 761 bultos de mercaderías, 29 sacos, dos paquetes de correspondencia
y dos pasajeros (Diario Oficial, marzo 8 de 1904). Posteriormente zarpó de
La Libertad el día 10 llevando 344 sacos de café y 3 sacos de correspondencia
(Diario Ocial, 10 de marzo de 1904) y después fondeó en Acajutla. El City
of Sydney zarpó esa misma noche a las 8:40 pm de Acajutla hacia San Fran-
cisco con 495 bultos, 11 sacos, siete paquetes de correspondencia y varios
pasajeros (Diario ocial, marzo 12 de 1904). Su siguiente puerto de fondeo
fue Puerto San José, Guatemala. Es muy probable que la colisión entre los
dos buques ocurriera cuando el City of Sydney realizaba el trayecto hacia San
Francisco y el Colón viajaba hacia el sur. Si el Capitán Irvine fue suspendido
por este percance, tuvo que ser por muy poco tiempo ya que aproximada-
mente un mes después se encontraba nuevamente como capitán del Colón
cuando este buque encalló en Acajutla.
El Colón salió desde San Francisco ha-
cia Panamá por última vez el mediodía
del 26 de marzo de 1904 del muelle 40
(Figura 13). El buque nunca llegó a su
destino nal.
Final del Colón en 1904.
El 9 de abril de 1904 el Colón se en-
contraba fondeado en Puerto San José
Figura 13. Anuncio de la última salida del SS
Colón de San Francisco el 26 de marzo de 1904,
enmarcada en el rectángulo rojo. Obtenido de
TSFC, marzo 18 de 1904.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
69
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
de Guatemala, habiendo salido de San Francisco el 26 de marzo en su ruta
hacia Panamá. Esa noche se celebró a bordo el casamiento del Primer Ocial
J. Wilson y en la celebración también participaron la mayoría de los ocia-
les y parte de la tripulación. La esta se llevó a cabo en la habitación del Sr.
Stevens quien era bodeguero y encargado de la alacena del buque. El Primer
Ocial Wilson le ordenó al Sr. Stevens abrir botellas de licor para la cel-
ebración. Al día siguiente al atardecer, el Capitán William A. Irvine, quien
tenía algún tiempo de capitanear el Colón giró órdenes al Jefe de Ingenieros,
M. D. Sullivan para salir a todo vapor hacia Acajutla. Dos horas después de
la orden, el Colón zarpó de Puerto San José en la oscuridad de la noche hacia
el puerto de Acajutla. Al acercarse a la costa, el Capitán sube al puente pero
no verica profundidades y distancia. Tampoco detiene el buque para deter-
minar ubicación y esperar el amanecer como hubiese sido el procedimiento
correcto. A las 4:56 am del 11 de abril, el Colón colisionó con las rocas del
arrecife que se encuentran en Punta Remedios, Acajutla. El choque perforó el
casco del barco y el agua empezó a inundar los compartimientos inferiores,
por lo que el Capitán ordenó dirigirse directamente a la playa para evitar su
hundimiento. El buque encalló en la playa a no más de doscientos metros al
este de la bocana del río Sensunapan, entre el muelle (actualmente solo se
encuentran los restos) y la desembocadura del río.
La noticia del accidente apareció en varios medios de comunicación los días
siguientes al desastre, aunque la primera versión se difundió el mismo día en
el Diario Oficial salvadoreño bajo “Movimiento de Buques” en Acajutla con
fecha abril 11 de 1904:
“A las 6:30 am., encalló en esta rada el vapor N.A (norteamericano) ‘Colón’,
procedente de San Francisco de 1,843 toneladas de registro, en Capitán Ir-
wine, con 74 tripulantes. Trae para este puerto 1,413 bultos de mercaderías,
18 sacos ¿---? paquetes de correspondencia y a los pasajeros Canto, L. Fa-
jardo, A. Lindo, J. Romero, H. Pérez, B. Davidson, A. Davidson, G. Cisneros,
S. González y A. Ruiz, de San José de Guatemala. – Patente limpia. El vapor
está varado entre la bocana del río Grande (Sensunapan) y el muelle. Se han
tomado todas las providencias del caso” (Diario Ocial, lunes 11 de abril de
1904).
Al día siguiente (abril 12) la noticia aparece en varios periódicos en Estados
Unidos. En el Oakland Tribune se presenta en primera plana (Figura 12) y en
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
70
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
The Times Dispatch se describe el suceso:
Otra noticia de la Associated Press: “El vapor Colón se encuentra encallado
en Salvador. Por la AP.” “Nueva York, abril 12. Un despacho desde Acajutla,
Salvador que fue recibido en esta ocina de la Pacic Mail Steamship Co-
mapany el día de ahora, menciona que el vapor Colón se encuentra encal-
lado cerca de la punta. Todos los pasajeros se salvaron. La extensión de los
daños al Colón no puede ser determinada hasta que se realice un examen más
completo” (The Times Dispatch, abril 13 de 1904).
El periódico The San Francisco Call sin duda era la mejor fuente pública
sobre acontecimientos relacionados con los buques que realizaban la ruta
Panamá/San Francisco. En la edición del 13 de abril aparece la noticia de la
colisión del Colón. Aquí se menciona que después de chocar con el arrecife
en Punta Remedios, el buque retrocedió y el agua empezó a penetrar de una
forma alarmante. “El Colón no está proveído con mamparos contra el agua.”
Aquí se mencionó que el vapor había salido de Acajutla, siendo este un er-
ror común en algunos periódicos de la época. No he encontrado documentos
que conrmen la llegada del Colón a este puerto y si seguimos los horarios
desde que zarpó de Puerto San José, todo indica que este vapor colisionó con
el arrecife antes de llegar a Acajutla. Es interesante incluir aquí una cita sobre
Punta Remedios: “El arrecife de Punta Remedios, donde el Colón encalló se
extiende unas dieciocho millas desde la punta y es una de las peores amenazas
para la navegación entre San Francisco y Panamá. Los vapores de la Pacic
Mail, Nicaragua y San Blas ambos tuvieron dicultades en este arrecife que
también escupió al buque Kambyses de la Línea Kosmos.” (TSFC, abril 13 de
1904). Ahora sabemos que el SS San Blas encalló en la Punta Comasagua en
el departamento de La Libertad, a unos 50 kilómetros hacia el este de Punta
Remedios, en la playa que actualmente lleva el nombre del vapor
12
.
Los pasajeros a bordo en primera clase en el Colón eran: Srta. C. N. Powell,
Srta. H. Olafson, O. A. Rowan, W. S. Vincent, Srta. F. Schmid, Teniente E.
W. Wood, M. T. C de Chasse, Reverendo y Sra. H. Painter, Reverendo y Sra.
S. V. Dille. Aparte de estos pasajeros había veintisiete en tercera clase y un
número de Chinos que viajaban hacia Nueva York. Aquí se menciona que el
Capitán Irvine había trabajado en la PMSC por 25 años (TSFC, abril 13 de
1904). Sin duda, la información que más llama la atención en este artículo es
una fotografía del Colón (Figura 13).
12. Op, cit. Gallardo. 2011.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
71
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Otra noticia posterior: “El vapor Colón que se dirigía a Panamá con pasajeros
y carga chocó contra una roca en Punta Remedios temprano esta mañana. El
vapor quedó encallado en la playa de Acajutla. No se perdieron vidas aunque
los pasajeros se encontraban en un estado muy alterado cuando el vapor
chocó. El cargamento se está extrayendo y la mayoría será salvado” (Hilo
Tribune, abril 22 de 1904).
El 14 de abril de 1904 salió de Panamá el vapor Aztec de la PMSC para aux-
iliar al Colón que se encontraba varado en la playa. El buque se encontraba
Figura 12. Portada del Oakland Tribune, abril 12 de 1904.
Figura 13. Noticia sobre el naufragio del Colón con una fotografía del
vapor. Tomada de The San Francisco Call, abril 13 de 1904.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
72
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
atascado en la arena con un agujero en el casco, por lo que fue una pérdida
total y la ayuda debió ser muy limitada (TSFC, abril 15 de 1904).
Al día siguiente (15 de abril) aparece un artículo titulado: “Un Navío Encal-
lado”, “El vapor Colón encalló en el arrecife de Punta Remedios”. Es inte-
resante notar que en esta noticia se mencionan los naufragios Nicaragua y
Cheribon (Cherboon) que fueron perdidos en el arrecife de Los Cobanos años
antes. A continuación se presenta la traducción: “Panamá, abril 15 – El vapor
Colón de la Pacic Mail Steamship Company encalló en Punta Remedios, en
el mismo lugar donde el vapor americano Nicaragua y el navío inglés Cher-
boon (Cheribon) fueron perdidos. El Capitán Irvine logró escapar de Punta
Remedios, el Colón se encuentra actualmente en la playa cerca del muelle de
Acajutla, a tres millas de Punta Remedios. No se conocen otros detalles sobre
el suceso” (The Bourbon News, abril 15 de 1904).
En esta época los vapores eran máquinas impresionantes de alta tecnología y
representaban el progreso industrial y económico de las grandes naciones. Los
capitanes de estos buques de gran tamaño generalmente eran personas vistas
por la sociedad como honorables, conables y con experiencia, especialmente
aquellos que trabajaban para las grandes empresas como la PMSC. Muchos
de ellos tenían amigos inuyentes en puestos políticos importantes. Cuando
estos navíos sufrían accidentes, los medios de comunicación eran muy pre-
cavidos y muchas veces generosos con los capitanes, inclusive cuando sus
errores habían ocasionado el accidente. Este fue el caso del SS San Blas que
encalló en la costa de La Libertad debido a una equivocación del capitán. Sin
embargo, en un inicio los medios de comunicación de la época expresan bue-
nos comentarios y admiración al Capitán Joseph Cattarinich del San Blas, que
según la información en los documentos se equivocó al ver luces en la playa y
creyó que había llegado al puerto de La Libertad. Debido a esta confusión, el
buque se acercó demasiado a la playa y encalló en las piedras de la península
de Comasagua, lugar que actualmente se conoce como la playa San Blas en
La Libertad
13
.
El mismo fenómeno ocurrió con los medios en el caso del Colón. Aunque
sin duda el Capitán Irvine tenía mucha experiencia y había salvado su em-
barcación más de una vez, como fue el caso del sábado 10 de enero de 1903
cuando el buque estuvo a punto de encallar en Lime Point, California. En
esta ocasión el buque pasaba por un estrecho canal para salir al mar, pero la
13. Ibíd.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
73
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
marea estaba subiendo y la popa se acercó demasiado a las rocas, por lo que
el capitán maniobró y colocó el vapor en el centro del canal (TSFC, enero 12
de 1903).
En el periódico The Bourbon News aparece la siguiente historia: “San Fran-
cisco, abril 13 – El vapor Colón está bajo el mando de William A. Irvine,
uno de los maestros más antiguos en el servicio de la Pacic Mail Steamship
Company. El ha estado en comando por años en vapores de la ruta de Panamá
y es considerado uno de los navegantes más cuidadosos de la Línea. Había
una extensa lista de pasajeros en la cabina del buque cuando salió de su puer-
to, pero la mayoría se dirigían a puertos al norte de Acajutla. Sin embargo,
aquellos que salieron de aquí en el buque iban hacia Panamá y debieron estar
a bordo del vapor cuando encalló. Ellos eran: Srita. C. N. Powell, Srita. H.
Olofson, O. A. Rouran, W. S. Vincent, Miss F. Schmid, Liet E. W. Wood, M.
T. C. De Chasse, Rev. y Sra. J. H. Printer y Rev. y Sra. S. U. Dille.
El buque había salido de Acajutla (aquí aparece un error ya que en realidad
el buque salió de Puerto San José en Guatemala y nunca fondeó en Acajtula)
el lunes en la tarde dirigiéndose a Panamá y solamente había recorrido unas
15 millas cuando golpeó una piedra. El arrecife donde golpeó el buque es
considerado uno de los más peligrosos en la costa centroamericana y muchos
barcos han encontrado sus tumbas allí. Según hombres de mar que conocen
el arrecife, el vapor fue desafortunado después de chocar contra el arrecife y
llevarlo posteriormente al puerto de Acajutla.
El Colón fue construido en Fildadela en 1873 y era un barco ‘hermano’ del
Colima, que se perdió frente a Manzanillo hace unos siete años. El Colon fue
uno de los primeros vapores de la Pacic Mail usado como transporte cuando
los Estados Unidos necesitaban barcos para transportar soldados hacia las
Filipinas. Ella realizó muchos viajes en el servicio de transporte. Una gran
cantidad de navíos han chocado en el Arrecife Remedios donde el Colón en-
calló” (Ibíd). La suerte de Irvine parecía estar echada desde el choque con el
City of Sydney casi un mes antes.
A diferencia de la pérdida del vapor San Blas casi tres años antes, el accidente
del Colón fue causa de indagación y juicios para encontrar culpables. Fue
necesario hacer una serie de sesiones con testigos y efectuar una investigación
formal para determinar las circunstancias y culpabilidad en el desastre.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
74
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
A principios de junio se anunció que la primera sesión fue suspendida hasta
el 6 de ese mes en la mañana ya que el Ingeniero en Jefe M. P. Sullivan no se
encontraba y los ingenieros exigían su presencia. A Sullivan se le acusaba de
intoxicación y negligencia en su trabajo y el Primer Ocial Wilson se le acu-
saba de haber pagado al bodeguero $100.00 para entregar licor a los presen-
tes. “La investigación promete ser de gran interés” (TSFC, junio 7 de 1904).
El 28 de julio de 1904 se efectuó una sesión en la que participaron inspecto-
res de Estados Unidos. En esta reunión se presentó un nuevo testigo: J. M.
Campbell, Segundo Asistente del Ingeniero. Según su testimonio, el capitán
del Colón, los tres ingenieros, el primero, segundo y tercer ocial, así como
el resto de los tripulantes que navegaban el barco estaban sobrios, mientras el
whisky y champán consumido para celebrar el casamiento del Primer Ocial
Wilson fue proporcionado por H. G. Stevens, el bodeguero y algunos otros
que estaban borrachos. Después de esta sesión inicial, los inspectores decidi-
eron no dar un veredicto y se comprometieron en proporcionar una solución
en un futuro cercano.
En este juicio, el Capitán William A. Irvine dijo que el Ingeniero, W. D. Sul-
livan debió haber equivocado sus órdenes para acelerar el vapor a cuarenta
revoluciones por minuto y lo llevó a cincuenta, por lo que el Ingeniero tuvo
la culpa de la pérdida del barco (TSFC, julio 29 de 1904). En forma resumida,
en esa primera sesión la culpa del desastre cayó en el bodeguero por haber
proporcionado el licor y en el Ingeniero Sullivan por haber equivocado la
orden sobre la velocidad.
El 12 de agosto los inspectores locales Bolles y Bulger llegaron a una con-
clusión sobre los acontecimientos que causaron la pérdida del buque en base
al testimonio del Sr. Stevens, el bodeguero. Este veredicto apareció en un
artículo titulado “Ebriedad a Bordo” en TSFC, agosto 13, 1904. En esta ses-
ión el Sr Stevens atestiguó que el Primer Ocial Mr. Wilson le ordenó abrir
botellas de vino para los presentes. También testicó que se abrieron treinta y
tres botellas de champán, cinco botellas de whisky y algunas botellas de gin-
ger ale, todas consumidas en su habitación entre las 9:30 pm del 9 de abril y
las 2:00 am del día siguiente. El Sr. Stevens también aseguró que el primero,
segundo y tercer asistente estaban bajo la inuencia del licor. “Estamos incli-
nados a dar crédito a la evidencia presentada por el Sr. Stevens aunque no está
corroborada por otro testigo ya que cuando se les daba la oportunidad a los
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
75
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
demás involucrados de estar presentes en la audiencia nal para interrogarlo
sobre su testimonio, ellos declinaban esta oportunidad” (Ibíd).
Se llegó al dictamen que el Capitán Irvine fue culpable de negligencia y falta
de destreza por lo que su licencia de piloto fue suspendida por 12 meses.
La licencia del Primer Ocial J. Wilson fue suspendida por cuatro meses, el
Tercer Ocial J. W. Taylor fue exonerado de culpa. La licencia del Ingeniero
en Jefe, D. E. Sullivan fue suspendida por cuatro meses y las licencias de los
ingenieros asistentes M. D. Sullivan, J. M. Campbell y Daniel Farley fueron
suspendidas por noventa días. El valor del buque fue estimado en $150,000.00
y la carga en $60,000.00, parte de la cual fue recuperada. A continuación se
presenta una traducción de la resolución:
“Si el Capitán Irvine hubiera tomado una decisión cuando subió al puente a
las 4:52 am, o hubiera detenido el barco y esperar hasta el amanecer como lo
hubiese hecho un capitán más cuidadoso, hubiera determinado la posición del
buque. El Capitán Irvine había dicho que su conocimiento sobre la ubicación
del barco se basaba totalmente en la orden que había dado al Ingeniero en
Jefe de acelerar a 47 revoluciones por minuto. Esta orden fue girada mientras
se encontraban en Puerto San José de Guatemala. Irvine testicó que nunca
vericó si la orden fue ejecutada en cuanto a las revoluciones; que no tomó
ninguna consideración en cuanto a la distancia que se había recorrido desde
San José en base a la bitácora y que no le dio importancia al informe propor-
cionado por el Tercer Ocial, el Sr. Taylor sobre la distancia entre el vapor y
´la luz´ (costa) a las 4:52 am ya que no tenía conanza en la habilidad del Sr.
Taylor. Según el Capitán, el Colon se encontraba entre 7½ y 7¾ millas de la
costa.
Después de un escrutinio detallado del testimonio tomado en este caso, en-
contramos que el Capitán William A. Irvine fue negligente y falto de destreza
en navegar el vapor Colon el 11 de abril de 1904 y por haber depositado su
conanza absoluta en una orden verbal dada al Ingeniero en Jefe William D.
E. Sullivan dos horas y media antes de zarpar de Puerto San José en Guate-
mala; al no tomar medidas para determinar si estas órdenes se estaban cum-
pliendo una vez el barco estaba en marcha, especialmente cuando él atestiguó
que el Sr. Sullivan estaba bajo la inuencia de licor al momento que se le dio
la orden para zarpar a cuarenta y siete revoluciones. También al no considerar
la distancia del buque cuando subió al puente a las 4:52 am tomando como
referencia la bitácora que demostraba la salida de San José y al desestimar
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
76
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
el informe del Tercer Ocial, el Sr. Taylor, sobre la ubicación del buque sin
tomar profundidades o detener el barco hasta el amanecer como debió hacer
en estas circunstancias.” (TSFC, agosto 13 de 1904).
El Primer Ocial J. W. Wilson también fue declarado culpable por mal com-
portamiento la noche del 9 de abril al dar instrucciones al bodeguero, H. G.
Stevens en proporcionar licores y cerveza a los ociales y tripulación; por
no detener al bodeguero al repartir más licor cuando los presentes ya estaban
ebrios; por beber con ociales y por no informar al capitán del barco sobre la
situación que existía a bordo. La esta terminó en desastre.
El 9 de julio de 1904, el vapor de la PMSC Barracouta arriba a San Francisco
con el Dr. Estes quien viajaba en el Colón cuando encalló en Acajutla (TSFC,
julio 10 de 1904).
Otros barcos con el mismo nombre.
Era común que después de perder un barco se asignaba el mismo nombre
para otro buque. Dos años después del naufragio del Colón que pertenecía a
la PMSC aparece otro vapor con el mismo nombre. El México era un vapor
que pertenecía a la New York and Cuba Mail Steamship Company y que pos-
teriormente fue asignado con el nombre “Colón”. A diferencia del “primer”
Colón, este tenía dos chimeneas y era de mayor tonelaje (Figura 13).
Durante la guerra de
1898, la fuerza naval es-
pañola contaba con un
navío de guerra llamado
Cristóbal Colón que fue
contemporáneo con el
Colón al que se reere
este informe. Este vapor
era comúnmente llama-
do simplemente “Colon
en los medios de comu-
nicación. Después del
atentado que hundió el
buque de guerra Maine
en la Bahía de la Habana,
Figura 13. Fotografía del México, posteriormente nombrado Colón
(New York Tribune, septiembre 29 de 1907).
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
77
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
algunos medios de comunicación mencionaron que el Cristóbal Colon estuvo
involucrado en este acontecimiento (The Times, marzo 4 de 1898) ya que la
versión estipulaba que el buzo responsable de colocar la carga explosiva en
el Maine fue abastecido por los españoles en el Cristóbal Colón y después se
arrojó al mar a colocar el explosivo.
La existencia de estos dos vapores, uno de ellos contemporáneo con el Colón
al cual pertenecen los restos que se encuentran en Acajutla, puede generar
confusión en la investigación histórica de estos buques.
Historia cticia pero amena sobre el Colón.
El domingo 20 de agosto de 1893 aparece una historia en la que el vapor
Colón es uno de los personajes principales. El autor del artículo rmó sola-
mente como “Claude” y este documento es incluido en este informe ya que
nos proporciona datos interesantes de la vida a bordo y algunas circunstancias
que los viajeros tenían que afrontar en estos viajes. El relato toma lugar abor-
do del Colón cuando viajaba entre Aspinwall y Nueva York. A continuación
la historia tal como apareció en The Morning Call:
“El Cardán Quebrado.
Una Historia de Mar”
“Cupidos cafés pequeños ¿no tía?´ Una frase con una risa alegre enmarcó la
oración con música y las palabras y tonos alegres fueron la primera indicación
que habían otros pasajeros en la inmediata vecindad al joven hombre que
estaba sentado bajo el sotavento de una lancha salvavidas en la cubierta del
vapor Colón de la Pacic Mail Steamship Company. El miró inmediatamente
a su habano. No, el humo no traicionará su presencia ya que el leve viento lo
llevaba hacia la proa y lejos de las dos personas que habían llevado sillas para
colocarlas bajo la sombra protectora de otra lancha salvavidas, cuyo casco
mantenía afuera los rayos quemantes del sol.
En esta época el Colón realizaba viajes entre Nueva York y esa ciudad cono-
cida por todos los americanos como Aspinwall, aunque el nombre haya sido
cambiado para satisfacer algunas fantasías inglesas. En este momento el Colón
estaba amarrado en el muelle recibiendo las últimas toneladas de cargamento
– una gran cantidad de bananas verdes. El tren de Panamá recién había llega-
do y los pasajeros que habían tomado la ruta marítima desde San Francisco ya
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
78
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
estaban subiendo a bordo. Las dos mujeres cuya conversación había interrum-
pido los pensamientos del hombre del habano fueron las primeras en llegar y
ya se estaban poniendo cómodas. Raymond Curtis había estado a bordo dos
días. El había llegado de Callao, donde realizó un viaje de negocios y el vapor
Islay de la Pacic Steam Navigation Company había arribado hace cuatro
días en el lado Pacíco del Istmo. Dos días en Panamá habían sido sucientes
y otros dos días en Aspinwall parecían peor. El calor era demasiado intenso
hasta para esta región. El Istmo nunca se cocina por los rayos del sol. Primero
deja caer por media hora una lluvia caliente, lo que hace pensar a uno que la
naturaleza abrió el chorro de agua caliente por equivocación; después sale el
sol y eleva la humedad hasta que ha salido suciente para generar otro agua-
cero. Por lo que parece que llueve todo el tiempo, primero de abajo y después
de arriba, un baño de vapor continuo. Al momento que se hizo la armación
anterior el sol se estaba metiendo y haciendo buen uso de su tiempo. Un grupo
de trabajadores sudados estaba corriendo en el muelle, meciéndose en los
puñados de bananas. Ellos estaban desnudos desde la cintura hasta la bandana
que usaban en la frente, parecían estar hechos de caoba pulida. Jugando en
unas pacas que se encontraban a una distancia atrás había media docena de
niños. Siguiendo la costumbre de la adolescencia en Aspinwall estaban vesti-
dos como llegaron a este mundo, solo en sus pieles apretadas color café. Estos
eran los ‘pequeños cupidos café’ referidos por cierta persona y el Sr. Curtis
escuchaba para una futura conversación. Pero en este momento lo que ocurre
en los vapores oceánicos es que aparece el marinero de cubierta y con un
‘disculpe señor; por favor mueva su silla’, empezó a barrer la cubierta que ya
estaba limpia cerca del lugar donde se encontraba el joven hombre. El sonido
hecho por el movimiento trajo la atención de la más joven de las mujeres. Su
bonita cara se sonrojó mientras recordaba la frase hecha por su acompañante:
‘Vamos tía, el sol está muy caliente; entremos al salón social.’
Las dos desaparecieron y Raymond Curtis se dirigió a buscar al capitán con
quien había entablado una amistad rápidamente. Mientras pasaba por el lugar
donde las dos habían estado sentadas, notó algo resplandeciente en la cubi-
erta. Se agachó y recogió un objeto elástico que estaba agarrado a una hebilla
plateada. No, nadie estaba viendo así que la metió en su bolsa y continuó su
paseo en la cubierta.
En la cabina del piloto, llena con cartas náuticas estaba el Capitán Grifn.
‘Estaremos afuera de este agujero en una hora o dos Sr. Curtis.’ dijo él, ‘y
después la fresca brisa marina.’
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
79
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Hablaron algunos momentos de cosas sin importancia y Curtis interrumpió la
plática para contar como el Colón había sido interrumpido en su viaje al mar
debido a un ‘norteño,’ al exclamar: ¿Quién es esa joven bonita que viene de
un buque de Frisco (San Francisco) y viaja con una mujer más adulta?’
‘¡Ajá! ¿Con que así es la forma que el viento sopla? ¿No es así? Pensé que
usted no se veía tan aburrido. ¿Y usted realmente cree que tendrá algún interés
en el viaje después de todo? Ellas son tía y sobrina. Han estado en una visita
de tres meses en la costa del Pacico, donde vive el padre de la joven. Ellas
vinieron conmigo hace cuatro viajes y los fuertes estudios en un seminario
han afectado su salud, pero creo que ha mejorado, ¿No cree usted?’
‘Capitán, ¿Puede arreglar las sillas en la mesa para yo poder estar cerca de
ella?’
‘Déjeme ver, yo había pensado colocar a la Srta. Thorndyke a mi derecha,
después la Srta. Campbell y después usted.’
‘¿Pero, cómo podré estar cerca de la Srta. Thorndyke de esa forma?’
‘¿¡Cerca de la Srta. Thorndyke!? Pero, que Dios lo bendiga, la Srta. Thorn-
dyke es la tía, la hermana de la madre de la Srta. Campbell, una criatura
feliz y gorda que pasa mareada todo el tiempo. La Srta. Campbell, - Minnie
Fay Campbell – es la bonita. Nominalmente la Srta. Thorndyke estará a mi
derecha, pero esta tarde antes de la cena, estará guardada en su habitación,
y excepto en días extremadamente calmados, solo la azafata la ve de vez en
cuando. Así que yo tendré una buena vista de la joven dama y usted también.’
‘Gracias’ dijo Curtis. ‘¿Desea un habano?’
‘Esto es un descarado chantaje, pero esos puros suyos son tan buenos que lo
voy aceptar.’
‘Minnie Fay Campbell,’ decía Curtis a sí mismo media hora después.
Ese gong infernal que siempre advierte a las personas que no van a viajar que
se bajen del buque, siendo también muy a menudo la señal para que caigan
lágrimas, interrumpió sus pensamientos y subió al puente, donde el Capitán
Grifn le otorgó el privilegio de pararse. Pero nadie lloró al salir de Aspinwall
y todo el mundo se sintió mejor cuando el vapor apuntó hacia una brisa del
noroeste y aumentó su velocidad justo lo suciente para que el espray de agua
cayera sobre la popa. Eso sí, siempre hay personas que pasan miserables cu-
ando viajan en barco. La Srta. Thorndyke era de este tipo. A ella le agradaba
relatar las muchas veces que había atravesado el Atlántico, pero cada histo-
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
80
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
ria podía ser condensada a hora tras hora acostada en el camarote de abajo
chupando pedazos de hielo, tomando una gota de jugo de limón y de vez
en cuando una galleta y consomé. De vez en cuando viendo por la pequeña
escotilla, primero al mar verde y después al cielo azul o nublado mientras el
barco se movía de lado a lado. Se había convertido en costumbre tirarse sobre
el camarote antes que la tierra se perdiera de vista y por lo tanto ella no pudo
llegar a la cena esa noche.
‘Pobre tía’ decía la Srta. Campbell, ‘me temo que pasarán varios días antes
que ella esté en una mesa.’
El Capitán Grifn expresó algunas palabras de simpatía aunque no parecía
muy preocupado y después la presentó al Sr. Curtis. Por educación, ella no
demostró que había reconocido al hombre al que había interrumpido en la cu-
bierta y los tres empezaron una amena conversación. Al cuarto día en el mar
ocurrió uno de esos cambios drásticos. El viento murió y el mar se convirtió
en un vidrio; era como navegar en un lago. El calor aumentó por lo que el
toldo se colocó en la cubierta superior y las sillas fueron colocadas en orden.
Parecía como que más pasajeros habían subido al barco durante la noche, se
veían tantas caras nuevas. Raymond Curtis y la Srta. Campbell se divertían
viendo y hablando de las personas que Neptuno había sacado de las cabinas
de abajo. En la mesa de almorzar todas las sillas estaban ocupadas, hasta la
Srta. Thorndyke que recibió ayuda de la azafata para colocarse en la mesa.
Había muchas risas y mucho optimismo que todo el viaje sería muy tranquilo
y solamente el ritmo de la hélice mientras cortaba el agua acompañaba la
plática.
‘Srta. Thorndyke, pruebe algo del curry,’ dijo el capitán. El pasó el plato y lo
estaba colocando a la par de la Srta. cuando lo dejó caer en la mesa y saltó sobre
sus pies. Al instante todas las caras se pusieron pálidas, ya que parecía que un
poder infernal pegaba golpes constantes al casco de la nave, mientras la masa de
hierro temblaba bajo el ataque. Este ruido horrible parecía continuar indeni-
blemente, pero en realidad había terminado antes que el capitán y el ingeniero
habían llegado a la cubierta. Ambos habían empezado al mismo momento. Lu-
ego hubo silencio, más callado y temeroso que los golpes ya que hasta el sonido
seguro y constante de la hélice no se escuchaba. Las mujeres y niños lloraban y
los hombres se veían solemnes. Los ociales que se habían quedado en el salón
hicieron lo posible para calmar a la gente. ‘Solamente un ligero accidente en la
maquinaria,’ Dijeron ellos. ‘Estaremos bien en pocas horas.’
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
81
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Instintivamente la Srta. Curtis se había arrimado a su compañero durante esos
momentos de angustia y nadie se había dado cuenta sino hasta después, que
había colocado su brazo alrededor de ella.
‘Vamos Raymond, ayúdeme con la tía,’ dijo un momento después. Debido
a tres días y tres noches de mareos, la Srta. Thorndyke se había desmayado
en su silla, pero igual pasó con otras mujeres y las más fuertes trataban de
ayudarles. Después de diez minutos apareció el capitán: ‘El cardán se ha que-
brado,’ dijo, ‘pero no hay peligro ya que no hay daño al casco. La quebradura
es en el collar donde no podemos alcanzarla y la única solución es proseguir
con velas. Tenemos sucientes provisiones y debemos hacer lo mejor de la
situación y rezar por buen clima.’
Algunos hombres estaban molestos por el percance. Las horas de algunos
de ellos eran preciosas y unos días más en el mar signicaba pérdidas. Una
pequeña mujer al nal de la mesa lloraba incesantemente. Su esposo estaría
en el muelle el día que el Colón debía arribar. ¡En qué agonía estaría! Pero
antes del anochecer todos parecían contentos y estaban preparados para hacer
lo mejor de la situación. Curtis estaba muy contento por el atraso, aunque
mantenía los pensamientos para sí mismo. En un momento de terror ella lo
había llamado ‘Raymond.’ Y él – bueno, ahora pensaba que podía convencer-
la de usar ese nombre para siempre. ‘Capitán,’ dijo él una hora después del
accidente, ‘¿No es extraño que el cardán se quebrara durante un clima tan
tranquilo?’ ‘Si, no es común, pero supongo que se dañó un poco durante la
tormenta en el último viaje y la rajadura se fue agrandándose desde entonces.
Fue afortunado que ocurrió durante buen tiempo y no durante una tormenta.’
‘¿Qué tan rápido podemos viajar con velas?’ ‘Oh, tal vez cuatro o cinco nu-
dos. Usted entenderá que en estos tiempos de vapor no llevamos mucha vela
(canvas). Actualmente, apenas avanzamos lo suciente. Pero si los vientos
promedios se mantienen, podríamos llegar a Navesink y obtener un remol-
cador. Son tan pocos los vapores que recorren esta ruta que probablemente
no vamos a ver alguno, excepto algunos veleros. Todo lo que necesitamos es
buen tiempo. No habrá peligro a menos que una tormenta llegue y entonces
usted sabe lo que pasará si nos llevan las corrientes marinas.’ Curtis asintió,
pero él estaba pensando en Minnie que por un momento salió y recibió los
rayos de sol.’‘Una escena bonita,’ dijo el capitán. ‘Tan bonita como uno lo
deseara.’
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
82
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
La joven llegó nuevamente y dijo: ‘Capitán, usted y el Sr. Curtis vengan a
jugar al herrón. Deben hacer algo para interesar a los pasajeros.’ Aceptaron
ambos riendo y un anochecer alegre fue el desenlace de una tarde de terror.
Por cinco días la fortuna parece haber estado con el Colón. El viento procedía
del sureste y con un poco de vela hacía unas cien millas por día. El domingo
en la mañana el viento estaba muy fuerte y el Colón viajaba rápidamente.
Todas las velas trabajaban bien y el capitán les aseguró a todos que este vien-
to favorecía al buque. A las diez en punto la bandera de Estados Unidos se
tendió en un escritorio en el salón de cenas y una gran biblia se abrió. Un sac-
erdote episcopal empezó sus servicios. Las bellas palabras fueron repetidas
y luego lo divino llegó cuando se dijo la frase solemne: ‘para aquellos en el
mar.’ Justo cuando empezaba, Curtis se dio cuenta que un ocial habló con el
Capitán Grifn. El joven, que estaba sentado cerca también se levantó y salió.
‘El Primer Ocial lo necesita en el puente señor,’ dijo el marinero. El coman-
dante se apresuró y después fue a su habitación donde Curtis lo siguió.
‘Tal como lo había temido, allí viene. El vidrio (mar calmado) está desapare-
ciendo rápidamente. Lo tomaremos pronto. Quiero que usted baje y después
de los servicios diga a la gente que no tiene que alarmarse si oyen voces en
cubierta, ya que tenemos que arreglar las velas.’
Curtis hizo lo que le dijeron y en diez minutos regresó. La Srta. Campbell,
con un impermeable subió al puente con él.
‘Capitán,’ dijo ella, ‘vamos a tener una tormenta y quiero estar aquí arriba.
Como ve, no tengo ni un poco de miedo. No me pondré en su camino y no
quiero estar dentro de un cuarto.’
El capitán exclamó, ‘pero su tía…’ ‘Oh, la tía está en un estupor, apenas sabe
lo que está pasando.’
‘Bueno, se puede quedar. Curtis, cuídela.’ Después: ‘Alrededor con esas yar-
das; metan las planchas de estribor; rápido hombres.’
Estas palabras fueron lanzadas, puesto que el viento del sur repentinamente
cesó. Las velas estaban moviéndose de un lado a otro y al noroeste un banco
de nubes se estaba moviendo hacia ellos muy rápido.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
83
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
No, no eran nubes, era agua – agua que era lanzada hacia la parte superior de
las olas por el fuerte viento.
‘¡Suelten todo!’ gritó el capitán. Para este momento la tripulación de veinte
hombres había sido reforzada por ociales, bomberos, ingenieros y algunos
pasajeros. Curtis dejó el puente y ayudó. Cuando Curtis subía nuevamente al
puente, una ola de espray pasó sobre el vapor. Agarró a la pequeña mujer que
parecía torcerse con la furia del viento, ayudándole a resistir la fuerza. Sobre
estribor avanzaba el Colón y el agua llegaba a niveles altos en la cubierta cu-
ando caían las olas. El mástil principal se doblaba como un asta de bandera;
luego hubo una descarga como la de un cañón y el buque se movió hacia la
derecha un poco. La vela fue arrancada del mástil.
‘Mejor baje, este no es lugar para usted dijo Curtis mientras ayudaba a la
dama a bajar. Ambos estaban empapados, pues el aire estaba lleno de agua
salada y la cubierta estaba llena de espuma. Para mientras, los marineros a-
anzaban las velas y el Colón logró un avance constante.
En el salón había un silencio de muerte y uno que otro lloriqueo. Los pasa-
jeros estaban conglomerados esperando. No hay nada más temeroso que esta
inactividad, esta espera durante una tormenta en el mar. Toda la tarde aumentó
la tormenta y el vapor empezó a moverse repentinamente con el movimiento
del mar. Las olas entraban por la cubierta y el agua bajaba por las aperturas a
los pasillos. Como a las cinco, el Capitán Grifn bajó para tomar una taza de
café y susurró a Curtis: ‘estaremos bien si las velas soportan.’
La Srta. Campbell se dio cuenta de esto y cuando el capitán se había retirado
le preguntó a Curtis qué había dicho. Curtis le contó. Esta joven que apenas
salía de su adolescencia estaba demostrando gran valentía. ‘¿Y si las velas se
rompen? Oh, yo sé, he oído hablar sobre las corrientes del mar.’
Pero ella no parecía temerosa, y con la asistencia de Curtis le daban ánimos
al resto de los pasajeros, riéndose cuando las azafatas pasaban alguna comida
dicultosamente ya que era imposible arreglar las mesas. La primera parte de
la noche era como el día. El viento pasaba violentamente por los mástiles y
el aullido se mezclaba con el rugido de la madera y las caídas de agua, inter-
rumpido por un fuerte golpe de una ola que chocaba contra el vapor, lo que
prácticamente paraba el buque por un instante. Uno a uno los pasajeros caían
en sueño, algunos en el piso y otros sobre los sofás. Algunos conglomerados
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
84
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
en las esquinas. A la media noche había otro informe. Curtis sabía lo que
signicaba y al mirar a su acompañante dedujo que ella también. Nadie puso
atención a esto debido al constante ruido. ‘Vamos a la parte superior de las
escaleras’ dijo Curtis.
Ella lo acompañó. Un techo cubría el pasillo de las escaleras. Era fuerte y
bien protegido. Por las ventanas al frente podían ver el mar con sus fuertes
olas blancas. La luna apareció entre las nubes y descubrió la verdad: la vela
principal no estaba. Algunos hombres con el agua hasta las rodillas lograron
llegar al mástil principal. El Capitán Grifn en el puente con el audífono en
mano daba órdenes a los hombres, pero sus gritos no podían oírse. Mientras el
Colón se inclinaba, en un momento estaba abajo y en otro sobre ellos. Parecía
un espectro bajo la luna.
‘Están tratando de colocar la vela’ dijo Curtis.
De forma cuidadosa y despacio se desenrolló la tela de la vela y se hinchó
como un globo. Las cuerdas fueron estiradas y jadas. La proa del Colón
estaba a punto de sucumbir al mar, pero con esta nueva fuerza el buque re-
spondió una vez más.
‘¿Soportará Raymond?’
‘No lo sé, nadie lo sabe. Si no lo logra, no hay nada más que hacer. Estamos
cerca de la muerte y puede llegar en cualquier momento. Minnie, Minnie
Fay, quiero decirte que te amo, y si esto signica vida o muerte mi amor es el
mismo.’ En respuesta ella puso su mano sobre la de él y se juntaron.
Por una hora estuvieron observando la vela y las cuerdas ya que si se rompían
signicaba la muerte. La vela se hinchaba hasta sus límites y a veces parecía
romperse, pero logró mantenerse. A las dos de la mañana la luna salió y las
nubes fueron desapareciendo poco a poco.
Media hora después el capitán llegó sonriendo al ver a los dos juntos y dijo:
‘lo peor ya pasó.’
Cinco días después el Colón pasó frente a Narrows remolcado por un pequeño
vapor. Era una bella mañana y la grama en Staten Island nunca se había visto más
verde. Raymond y su prometida estaban juntos cuando pasaron por Fort Hamilton.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
85
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
‘¿Entonces será en cuanto oigas de tu padre?’ Dijo él.
‘Sí’
‘Minnie querida, tengo una confesión que hacer,’ dijo un minuto después.
‘Robé algo tuyo el día que zarpamos; lo recogí en la cubierta. ¡Mira!’ Y sacó
el objeto elástico de su bolsa.
Ella lo vio perpleja por un minuto; entonces su cara se puso roja y soltó una
carcajada exclamando: ‘Pero Raymond, esa es la liga de la tía. ‘Tú deberías
saber mejor.’
Condiciones del sitio arqueológico
“Por patrimonio cultural subacuático se entiende todos los restos de exis-
tencia humana que tengan un carácter cultural, histórico arqueológico, que
hayan estado bajo el agua parcial o totalmente, de forma periódico o continua,
por lo menos durante 100 años…” (Artículo 1 de la Convención del 2001,
UNESCO). Desde una perspectiva más amplia y de mi preferencia está la
siguiente denición: “Por patrimonio cultural subacuático se entiende todos
los rastros de existencia humana incluyendo todo tipo de materiales cultura-
les que hayan estado bajo el agua, parcial o totalmente, de forma periódica o
continua y que puedan ser estudiados para conocer individuos y sociedades
del pasado”. Esta denición concuerda con la denición de arqueología y el
alcance cronológico de este campo, también permite la protección de materia-
les culturales que tengan menos de cien años. El SS Colón se enmarca dentro
de ambas deniciones.
El sitio arqueológico subacuático SS Colón se ubica en la playa de Acajutla,
departamento de Sonsonate, a unos doscientos metros hacia el este de la bo-
cana del rio Sensunapán (Figuras 3 y 4). Es muy fácil identicarlo ya que los
restos sobresalen en la playa cerca del oleaje. Cuando la marea está baja, el
agua del mar no hace contacto con los fragmentos, pero cuando la marea sube
quedan cubiertos parcialmente. Los restos consisten en la parte superior del
motor con los dos cilindros y otros segmentos no identicados que continúan
hacia el norte cubiertos por la arena. Se desconoce las condiciones de las par-
tes del barco que están cubiertas, pero todo indica que gran parte del motor
se encuentra debajo de los cilindros. Tampoco se sabe si existen restos bajo el
agua dentro del mar.
Considerando el tiempo que tiene de estar en este ambiente (108 años), los
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
86
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
fragmentos del motor están bien conservados y denidos. Esta es una cuali-
dad en este tipo de hierro y una de las razones por las cuales estos motores
eran construidos en las fábricas de Escocia, aunque el hecho que consumían
menos carbón era otra ventaja. En la parte inferior se aprecia parte de las “pa-
tas” de hierro que estaban atornilladas al casco y que sostenía ambos cilindros
en la parte superior. Los dos cilindros están sobre estas dos patas y en la parte
superior se observan los dos espacios donde estaban los pistones. Aunque los
pistones ya no existen se pueden observar los fragmentos de hierro que los
sostenían en el interior de los cilindros.
Durante la visita al sitio entrevisté a un señor quien no quiso proporcionar su
nombre y vive justo al lado norte de los restos frente a la playa. Este señor
dijo que hace aproximadamente un año llegaron un grupo de hombres que
trataron de fragmentar parte de los restos para venderlos como chatarra para
posteriormente fundirlos. Esta depredación se ha vuelto una práctica común
en otros sitios arqueológicos subacuáticos que son destruidos paulatinamente
y vendidos por libra
14
. Los resultados de esta acción de saqueo son evidentes
en la parte superior del cilindro este donde falta un fragmento de hierro. Afor-
tunadamente y gracias al buen hierro escocés, los saqueadores se dieron por
vencido cuando fue muy dicultoso extraer más pedazos del motor.
Nuestro patrimonio cultural subacuático se está perdiendo rápidamente. Es
necesario tomar medidas concretas en la protección de este importante legado
arqueológico.
Referentes bibliogácos
Chandler Robert J. y Stephen J. Pot-
ash. Gold, Silk, Pioneers & Mail.
Pacic Maritime History Series.
Number 6. Friends of The San Fran-
cisco Maritime Museum Library.
San Francisco. 2007 .
Delgado, James P. To California by
Sea. A Maritime History of the Cali-
fornia Gold Rush.
University of South Carolina Press.
1990
14. Ibíd. Gallargo. 2011.
Figura 14. Restos del SS Colón con turistas
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
87
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Diario Ocial
1854 Enero 13
1894 Martes 6 de febrero, sábado 6 de enero
1896 Enero 30
1897 Miércoles 21 de abril, viernes 23 de abril
1903 Enero 26
1904 Febrero 8, febrero 10, lunes 11 de abril, marzo 12
Gaceta del Salvador
1849 Mayo 25
Gallardo, Roberto. Delimitación de un área de protección para el pecio SS Douglas, Los
Cóbanos, Sonsonate. El Salvador. Documento inédito en la Dirección de Arqueología en
el Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán. 2010.
Informe Visita y Registro del Sitio Arqueológico Subacuático SS San Blas. Playa San
Blas, Departamento de La Libertad, El Salvador. Documento inédito en la Dirección de
Arqueología en el Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán. 2011.
Registro y documentación del pecio “SS San Blas”. Playa San Blas, departamento de La
Libertad, El Salvador. En Koot, revista de museología, Museo Universitario de Antro-
pología. Universidad Tecnológica de El Salvador, Año 2, octubre de 2012, No. 3. San
Salvador, El Salvador. 2012.
Lindo-Fuentes, Héctor. La Economía de El Salvador en el Siglo XIX. Biblioteca de Histo-
ria Salvadoreña. Dirección de Publicaciones e Impresos, CONCULTURA. 2002.
La Quincena. Revista. Septiembre 1 de 1904. San Salvador, El Salvador. 1904.
McCollough, David. The Path Between the Seas. The Creation of the Panamá Canal 1870
1914. Simon & Schuster Paperbacks. Rockefeller Center, 1230 Ave. of the Americas-
New York, New Yor 10020. 1977.
Suárez, José Roberto. 1854 Barcos y Velas. Huellas Históricas Marítimas de El Salvador.
Patrocinado por el Grupo Calvo. 2011.
Artículos de periódicos.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
88
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Daily Evening Bulletin
1872 Noviembre 17
1873 Marzo 11, mayo 12, agosto 19.
Hawaiian Gazette
1873 Abril 23, julio 25
Hilo Tribune
1904 Abril 22
Omaha Daily Bee
1874 Julio 15
1877 Abril 28
1898 Mayo 24
National Republican
1882 Mayo 31, julio 1
1883 Mayo 8, julio 9, agosto 8, sept. 10, oct. 9, nov. 5.
1884 Feb. 5, abril 28, mayo 31, sept. 20
New York Times
1886 Febrero 11.
1894 Oct. 30
New York Tribune
1907 Septiembre 29
North American and United States Gazette
1873 Enero 7.
Pittsburgh Dispatch
1889 Julio 26.
Sacramento daily-record union
1883 Mayo 5
1885 Junio 17
1890 Agosto 15, sept. 15
Springeld globe-republic
1885 Julio 17.
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
89
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
St. Paul Daily Globe
1885 Abril 11.
The Anaconda Standard
1891 Junio 28
The Atlanta Daily Sun
1873 Enero 8.
The Bourbon News
1904 Abril 12, 15
The Columbus Journal
1882 Julio 12.
The Daily Morning Astorian
1889 Junio 21
1890 Sept. 14.
The Daily Phoenix
1874 Julio 28.
The Evening World
1887 Dic. 8.
1888 Mayo 24.
1889 Feb. 14.
The Globe-republican
1890 Sept. 17
The Hawaiian Gazette
1893 Julio 25
1901 Mayo 14, sept. 3
The Hawaiian Star
1901 Marzo 14, Julio 11, agosto 19
The Honolulu Republican
1901 Junio 26
The Iola Register
1885 Abril 3
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
90
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
The Morning Call
1893 Agosto 20, 31
1894 Marzo 17
The Nebraska Advertiser
1903 Sept. 25
The New York Times
1898 Agosto 20
The North Platte semi weekly tribune
1895 Agosto 16
The Ruttland Daily Globe
1874 Feb. 5
1876 Agosto 28
The Salt Lake Herald
1880 Diciembre 24
1885 Abril 1
1891 Feb. 4
1898 Junio 18
The San Francisco Call
1895 Junio 13, agosto 15
1896 Julio 5, sept. 7, nov. 20
1897 Marzo 26, sept. 20, nov. 27
1900 Dic. 29
1901 Feb. 25, abril 25, junio 2, julio 31
1902 Mayo 15, julio 5, 3; sept. 2, sept. 28, nov. 4
1903 Enero 1, 12; mayo 6, 7; nov. 4,
1904 Enero 15, mayo 18, 19, 22; abril 13, 15, junio 7, Julio 10, 29; agosto 13
The Seattle Star
1902 Oct. 7
The St. Louis Republic
1903 Sept. 19
The Nebraska Advertiser
1903 Sept. 25
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
91
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
The Sun
1879 Diciembre 21
1880 Junio 18
1881 Marzo 18
1883 Enero 10, abril 9, mayo 8, sept. 22
1884 Mayo 2
1885 Agosto 21
1889 Mayo 19, junio 21, dic. 17
1890 Agosto 14, dic. 18
1891 Febrero 16, abril 20, junio 20, sept. 27, oct. 27
1887 Febrero 7, marzo 10, abril 10, mayo 13, junio 9, oct. 10, nov. 10, dic. 6
1888 Enero 9, feb. 9, mayo 6, julio 16, sept. 20, dic. 19
The Times
1898 Marzo 4
The Times Dispatch
1904 Abril 13, marzo 4
The Tombstone
1885 Agosto 26
The Wichita Daily Eagle
1891 Dic. 5
Vermont Phoenix
1885 mayo 22
Gallardo Mejía, F.R. Registro y documentación histórica del pecio SS Colón en Acajutla, Sonsonate. El Salvador. Pág. 25-91.
92
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Amor Incondicional. Técnica mixta, 8.5” x 11”. Rita Araujo. 2012.
93
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El plástico en el arte popular y en el arte moderno
contemporáneo en Guatemala
Carlos René García Escobar
Antropólogo.
Universidad San Carlos de Guatemala
Desde el pasado siglo XX, especícamente después de la II Guerra Mundial,
Centro América, como muchos territorios nacionales del llamado III Mundo
o también como parte de los denominados países subdesarrollados, ha suf-
rido con más intensidad que nunca la penetración desmedida y abusiva de
los intereses económicos y políticos de las potencias autodenominadas “su-
perdesarrolladas” en términos de penetración de sus mercados de productos
industrializados, en el contexto de sus modernas tecnologías auxiliándose del
usufructo de aranceles de exportación/importación favorables a las megain-
dustrias mono y polipólicas, en desmedro de las pobres y débiles economías
de estos pueblos tercermundistas.
Este fenómeno de claro carácter capitalista de la producción mundial ha af-
ectado los hábitos de consumo de las sociedades que bajo su inujo gravitan
en un capitalismo dependiente que les permite a los países de Economía dom-
inante toda clase de desmanes incontrolados por nadie ni poder autónomo ca-
paz de cerrar las ejercitando el derecho de autonomía y libre determinación
pues, las libres democracias y las relaciones diplomáticas y comerciales ama-
ñan los intentos de accionar con libertad de pensamiento y de auténtico libre
comercio. Tales democracias y Tratados de libre comercio sólo son fachadas
de un triste sometimiento de las voluntades ociales de los gobiernos consti-
tuidos ya sea “democráticamente” o por la fuerza de imposiciones militares
de dentro y fuera de las naciones.
Como fenómeno de inequívoca penetración de intereses capitalistas extran-
jeros ha permeado durante los recientes lustros una paulatina intromisión
de tipo comercial fundamentalmente pero con la máscara de la innovación
cultural que ha transformado los productos culturales nacionales caracter-
izándolos con innovaciones de tipo industrial por un lado (en el orden de las
artesanías por ejemplo) y, a su vez, por intercurso de los massmedia (medios
de comunicación para las masas) las poblaciones pertenecientes a estas socie-
García Escobar, C.R. El plástico en el arte popular y en el arte moderno contemporáneo en Guatemala. Pág. 93-101.
94
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
dades dependientes del capital internacional, han adquirido hábitos nuevos
tendientes a un cambio de conciencia identitaria que las conduce a olvidar
o abandonar hábitos y comportamientos de corte tradicional como herencias
ancestrales asumidas a través del pasado reciente y antiguo, en aras del con-
sumo de productos y quehaceres nuevos que transforman estas identidades e
inciden en gustos y hábitos que conducen a su vez en el deterioro físico de los
organismos vivientes y las personas. En otro sentido el plástico se ha intro-
ducido como elemento coadyuvador para otorgar sentido estético y simbólico
en expresiones materiales con pretensiones artísticas y de mensaje social o
sociológico como veremos aquí más adelante.
Dice Néstor García Canclini que en México, “además de existir una vasta
producción en las industrias culturales habitualmente identicada como tales:
editoras, radio, cine, televisión y videose intensicó la industrialización, o
la incorporación a circuitos tecnológicos y masicados de otras actividades:
del teatro a las telenovelas, lo espectáculos en vivo, el turismo e incluso las
artesanías.” En el caso de las artesanías, que concebimos como artes popula-
res, algunos sectores hemos criticado la “degradación masicada a la base de
la alteración de los diseños tradicionales. Fenómeno que ha venido ocurrien-
do en Guatemala desde hace unos veinte años cuando empezaron a aparecer
las fábricas de artesanías llamadas por el mercado neoliberal como “neoarte-
sanías” y cuya venta ocurre en centros comerciales exclusivos como los meta-
mercados y los mercados para turistas de las grandes ciudades y poblaciones
turísticas guatemaltecas y ahora de toda Centroamérica. En tales mercados
pueden observarse todo tipo de alteraciones y reinvenciones de los diseños
tradicionales dando paso al gusto turístico globalizado y transformando desde
esa visión mercantilista las antiguas identidades culturales de los guatemalte-
cos en general explotando la creatividad popular en desmedro de las herencias
culturales que han dejado de funcionar a la base de la creación de nuevas
necesidades de uso de los artefactos artesanales.
Canclini observa que la incorporación de las artesanías tradicionales a una
lógica industrial “genera preguntas acerca de cómo combinar el valor mer-
cantil con el valor simbólico que tales bienes y mensajes tienen como rep-
resentativos de tradiciones comunitarias y prácticas de identicación social.
Existen dudas dice aún irresueltas respecto de la propiedad intelectual y
los derechos de autor cómo se articulan o entran en conicto la propiedad
comunitaria, la autoría individual y el copyright que aproximan estos cam-
pos a la problemática de las industrias culturales.”
García Escobar, C.R. El plástico en el arte popular y en el arte moderno contemporáneo en Guatemala. Pág. 93-101.
95
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El problema de dilucidar toda una serie de conveniencias e inconveniencias
entornadas por una nebulosa de inconformidades que tienen que ver con el
bienestar inmediato y mediato de los artesanos productores en primer lugar,
luego con los intermediarios, (entre ellos los comerciantes y los funcionarios
del Estado) y nalmente con los consumidores, en su mayor parte turistas,
es planteado por Canclini en los siguientes términos: “Durante el siglo XX,
como en otros países con poderosas culturas populares, (como Guatemala),
en México hubo que atravesar largos debates para ampliar la concepción
elitista de cultura y lograr que fueran reconocidos como parte del patrimonio
nacional los productos artesanales, étnicos y de grupos populares urbanos.
Ahora, el desafío es comprender y valorar la reutilización industrial y mer-
cantil de bienes cultos y populares tradicionales en circuitos transnacionales.
La televisión, los videos y las redes digitales ponen a disposición de públicos
próximos y lejanos las pirámides y los centros históricos, así como obras de
arte para personas que nunca entraron en un museo. Podemos comprar arte-
sanías por Internet usando tarjetas de crédito y hasta recibir la certicación
digital… sobre los diseños tradicionales. La mayor parte de las artesanías
sigue circulando en mercados y tiendas de la propia región, los productores
no se organizan empresarialmente ni llevan inventarios, pero un sector creci-
ente se ha convertido en asalariado de grandes talleres y empresas, donde los
formatos originales son reelaborados por diseñadores, se busca la exportación
y las artesanías aparecen asociadas a paquetes turísticos, gastronomía “de sa-
bor local” y música étnica. En tales condiciones, la problemática artesanal se
aproxima a la de las industrias culturales. ¿Cómo interactúan los derechos de
los comerciantes y consumidores, de los museos y los sitios de la web, con
los derechos de los grupos indígenas o populares a los que históricamente
pertenecen tales bienes culturales?
Dada la problemática aquí planteada como una premisa real que afecta los
procesos educativos e identitarios de los guatemaltecos, cabe preguntarse
también acerca de las políticas adecuadas para el control resolutivo de los
problemas socioculturales que devienen de estos nuevos giros que ha pro-
ducido la industrialización de la cultura. Porque no bastan las declaraciones
de patrimonio cultural que el Gobierno otorga como una instancia preten-
didamente protectora sobre los saberes populares a la base de solicitudes de
personas interesadas en obtener resultados económicos debidos a la mercan-
tilización turística de los bienes culturales así declarados. El problema está
en que este tipo de declaraciones no resuelve las insatisfacciones de la vida
paupérrima de los artesanos productores en su calidad de creadores y autores
García Escobar, C.R. El plástico en el arte popular y en el arte moderno contemporáneo en Guatemala. Pág. 93-101.
96
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
de arte popular individual o en serie. Y no únicamente en el mundo de las
artesanías, sino también en el de las representaciones danzarias, teatrales y
musicales, que son las expresiones de la cultura popular y tradicional más
conocidas desde todos los puntos de vista posibles.
El otro problema que se plantea es el de los derechos de autoría que les cor-
responden. Nadie, desde la Unesco, pasando por los funcionarios de toda ín-
dole de instituciones relacionadas con este tema, los maestros de todos los
órdenes del sistema educativo nacional, hasta incluso los mismos productores
de artesanías originales, toman en cuenta esta instancia que corresponde a
los derechos de la autoría artística popular y ahora industrial. El argumento
mejor esgrimido y que he escuchado en todos los debates académicos a los
que he asistido desde los años ochenta es el de que un producto artesanal y
artístico producido desde la base popular de origen es anónimo porque su
autoría se pierde en la noche de los tiempos y por lo tanto no existe per-
sona alguna a quién reconocerle ese derecho de producción originaria. Por
eso es que hemos propuesto desde esos años la categoría de “portadores” en
tanto que sus conocimientos sobre las técnicas y concepciones artísticas de
sus productos artísticos artesanales son heredados generacionalmente por las
vías de las líneas familiares y comunitarias más cercanas a quien conlleva el
conocimiento heredado y produce el hecho artístico tradicional. Esto sólo se
constata y rearma mediante la investigación y documentación adecuada que
nos provea un inventario sistematizado de los productores de arte popular
tradicional en Guatemala.
En este sentido, para resolver en algo la problemática del desconocimiento
existente sobre los verdaderos artistas creadores de arte popular, ignorados
deliberadamente por las instituciones privadas y estatales que sólo ven el pro-
ducto y no al productor, la tecnología contemporánea actual nos ofrece posi-
bilidades que deben ser adecuadamente aprovechadas. Son aquellas de fácil
reproducción y difusión como los videos y la Internet que son propicios para
facilitar de inmediato la reproducción mediática de los diseños artesanales y
la música tradicional, fácilmente convertibles en prósperos negocios mediáti-
cos, y de lo cual ya existen numerosos ejemplos en el Mercado nacional e
internacional. Es claro que aun no existen normas de protección para el pat-
rimonio cultural en estas novísimas instancias de la tecnología y de ahí que
fácilmente son apropiables por individuos e instituciones sin la ética nece-
saria para la protección de los bienes culturales de los guatemaltecos.
García Escobar, C.R. El plástico en el arte popular y en el arte moderno contemporáneo en Guatemala. Pág. 93-101.
97
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Para una mejor y más completa ilustración de lo dicho extractamos del libro
Repensar Guatemala, editado por la UNESCO y la Universidad Landívar,
en el marco Mundial de Filosofía en Guatemala, las siguientes armaciones
que nos hablan concretamente de los nuevos fenómenos de las expresiones
artísticas innovadoras que esta nueva situación histórica de la sociedad gua-
temalteca está produciendo. Esta problemática social provocada por la indus-
trialización del Plástico ha sido considerada por la UNESCO en un texto que
describe el proceso tal como sucedió años atrás en el Altiplano guatemalteco
de la manera siguiente:
El siglo pasado hubo algo extraño en el cielo sobre el Lago. Por primera
vez una avioneta surcó esas nubes, hoy en día un hecho común en ese paraje
que para ese entonces era totalmente inhóspito. Los habitantes de las comu-
nidades inmediatamente identicaron un objeto desconocido que invadía su
contexto y que traía consigo, sin que ellos lo supiesen, los designios de “la
era moderna”. Este singular evento no hizo más que desencadenar una serie
de debacles, el pánico inundó a la comunidad e hincados en las calles muchos
esperaban una catástrofe. Esa marea de pánico indujo rituales con los cuales
el “pom”, consumido por las llamas, acompañado de “la chirimía” se elevó a
los cielos; plegarias, lágrimas y súplicas emanaban de la conmocionada masa.
Había algo extraño en el cielo.
Desde entonces “lo moderno” ha invadido paulatinamente sus vidas, sus cos-
tumbres y su cultura. Poco a poco el barro se volvió caduco y el plástico
fue tomando su lugar. En los hogares los guacales guardan el agua, ya no
las vasijas; ahora el plástico toma la forma de aquellos recipientes de dos
orejas en los cuales las mujeres traían agua del lago o del río cercano. Ahora
toneles, cubetas y guacales yacen en los patios llenos del vital líquido como
la “reserva” para lo vital. La comunidad que yace junto al Lago carece de
agua potable y otros problemas de carácter natural, otro irónico contraste de
la polarización. La sociedad se ha emplasticado.
Unos objetos son desplazados por otros: el cuero de las sandalias se cambió
por el látex y el comal fue desplazado por algún electrodoméstico. En el con-
texto de lo rural, la chancleta de la marca “Suave chapina” fue un elemento
que se popularizó durante el conicto armado que connotaba la pobreza de
las comunidades que fueron afectadas por la guerra.
García Escobar, C.R. El plástico en el arte popular y en el arte moderno contemporáneo en Guatemala. Pág. 93-101.
98
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Esa eterna confrontación entre los dos extremos ideológicos continúa men-
guando la comunidad que se ve inyectada de “nuevos” objetos que no produ-
cen la misma reacción de aquel avión que alguna vez produjo rezos, porque
con el tiempo se volvió más común el objeto “nuevo” que seduce el abandono
de lo hasta entonces conocido.
Las comunidades con el acaecer del tiempo dejan tras de sí objetos olvidados
que cuentan su historia. Hoy en día esos objetos son “plásticos”, objetos en
serie creados en fábricas, distantes de las vasijas de barro imbuidas con la
individualidad de aquellos orfebres de ocio sagrado. Lo masivo ha reem-
plazado la individualidad del guatemalteco que busca su identidad a través de
los objetos de marca, dividido por la constante tensión de “lo local” y lo de
“afuera”.
En ése, ahora imprescindible viaje de ida y vuelta, de allá para acá, el paisaje
natural se ve “ltrado” por el polarizado, esa barrera gris (vidrios emplasti-
cados) que cubre la ventana y que de manera trágica separa lo de adentro de
lo de afuera. Es el ltro que nos aplana un paisaje colorido convirtiéndolo
en blanco y negro, que no nos deja apreciarlo del todo y que es el constante
compañero de todo viaje de ida y vuelta. El polarizado implica que los que
están afuera no vean a los que están adentro, pero para los de adentro conlleva
la consecuencia de no poder apreciar a totalidad el paisaje que está afuera. El
paisaje de la eterna primavera se ha convertido en el eterno conicto entre dos
extremos, siendo el polarizado otra acción que induce esa brecha.
El artista es, entonces, aquel viajero que transita el péndulo entre su comuni-
dad y la ciudad, que siendo testigo de los cambios en los procesos culturales
de la sociedad guatemalteca logra canalizarlos a través del arte. El artista re-
interpreta, re-construye, re-presenta y re-plantea esos cambios que atestigua
para transmutarlos en objetos de arte.
Las comunidades que sobresalieron en cuanto a este tipo de “testigos” fuer-
on Santiago Atitlán (Juan Sisay), San Pedro La Laguna (Rafael González y
González), San Juan Comalapa (Andrés Curruchiche y Francisco Telón). Es-
tas guras que surgen en el campo artístico del siglo pasado ejercen hasta la
fecha una inuencia de peso en la escena del arte folclórico guatemalteco
(primitivista). Fueron testigos de una época. El conglomerado de las obras
de arte naif generadas por estos exponentes constituye entonces el testimonio
de antaño. Nos proporciona un testimonio de sus vidas, sus comunidades y
García Escobar, C.R. El plástico en el arte popular y en el arte moderno contemporáneo en Guatemala. Pág. 93-101.
99
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
costumbres; por ello son conocidos como los maestros de la realidad. Muchos
artistas aún escogen seguir este movimiento de arte y consecuentemente per-
petúan esta corriente costumbrista.
En la actualidad, una creciente generación de artistas rompe la continuidad
del Arte Naif replanteando la visión del arte contemporáneo indígena guate-
malteco y, con ello, planteando la unión de esas estilos fragmentadas, estos
abarcan desde el Arte Folclórico hasta el arte popular, señalando así el camino
hacia el n de la polarización del arte índigena. Los “testigos” de la contem-
poraneidad guatemalteca traen consigo el retorno a la comunidad y el plan-
teamiento del trabajo comunitario, una dinámica existente en el área rural,
que a través de su trabajo aborda el arte en sus diferentes ramas (literatura,
plástica y música).
El artista es testigo del proceso de transformación de la cultura que sobrel-
levan las áreas rurales. Esos cambios vienen de la mano del block (que susti-
tuye al adobe), del plástico (que desplaza al barro), del hierro (que reemplaza
a la madera), lo desechable y lo re-tornable.
El reto del arte contemporáneo es plantar la semilla para que los extremos
divididos se unan, para que el retorno no fomente la fragmentación sino que
logre la cohesión de los dos extremos, reconociendo nuestra hibridez y par-
tiendo de ella hacia una autenticidad de pensamiento y acción.
La tristeza del paisaje ltrado por el polarizado se perpetúa. Los detonantes
han sido muchos, la conquista, la guerra, el narcotráco y la ingobernabili-
dad. Nuestro reto es continuar ese retornar a lo auténtico que permita que ese
re-pensar se geste en medio de acciones que continúen favoreciendo el n
de la brecha. Debe haber un retorno a lo sagrado y a lo auténtico. Llegar a lo
primigenio y partir de allí para re-pensar a la nación.
El artista contemporáneo plantea una nueva forma de comunicar a través de
un lenguaje propio. Cada testigo posee un lenguaje único y con él se arma
para enfrentar a la enorme brecha que amenaza con devorar a esta sociedad.
El sentido de pertenencia a algo más grande o “mayor” que el propio ser ancla
al artista y lo impulsa a seguir “hablando” este “lenguaje” sin desistir porque,
aunque su labor permanezca bajo el manto de lo invisible, el tiempo va concre-
tando su obra como tangible más allá de las fronteras y los medios inmediatos.
En este sentido se presenta actualmente en galerías españolas una exposición
García Escobar, C.R. El plástico en el arte popular y en el arte moderno contemporáneo en Guatemala. Pág. 93-101.
100
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
novedosa en la que participa uno de los artistas jóvenes guatemaltecos, de
extracción étnica tzutuhil, Benvenuto Chavajay, quien consciente de su situ-
ación como artista en el medio guatemalteco se dene concretamente expli-
cando su producción artística, imbuída por el uso del Plástico de la forma
como sigue:
Material como concepto
A lo largo, como artista de la neo-post-guerra, he sido testigo de los cambios
y fenómenos que adolece el pais y la cultura. En el principio era el barro el
material que por excelencia lograba materializar la estrecha unión entre la
comunidad y su entorno–natural y etéreo, con el devenir de los cambios el
barro fue reemplazado por el plástico. Este modelo se repite en las demás
comunidades de Guatemala y en Latinoamérica. Es el plástico el material que
viene a incorporarse a todos los aspectos de la vida cotidiana, de algún modo
todo se ha “emplasticado” “retornable” “desechable”.
Teniendo esto en mente los objetos transmutados por mis manos son de plástico,
éste material que se ha incorporado a nuestra cultura y su uso parece propagarse
a todos los aspectos de nuestras vidas, por lo que pareciera que nuestras vidas
se han tornado “desechables”. Testigo de esto, me ubico desde una perspec-
tiva neutral, proponiéndome materializar a través de los objetos de arte éstos
cambios que adolece mi entorno inmediato. A diario miles de personas van y
vienen. Muchos se dirigen de un extremo de La Ciudad a otro, mientras otros
y muchos, realizan la travesía de La Ciudad a alguna comunidad en el interior
y viceversa. La macrocefalia de Guatemala nos empuja a recorrer a diario esos
largos trayectos, durante los cuales brotan experiencias que en mi caso particu-
lar se traducen en objetos de arte. Entre el ir y venir de mi comunidad a la ciu-
dad y de regreso, el paisaje de mi viaje se compone de todos los tonos de verde
imaginables. La camioneta se convierte en un refugio, una especie de Templo,
que a su vez permite al pasajero apreciar el paisaje guatemalteco.
Camuaje
A raíz del Conicto Armado en Guatemala (1960-1996) el camuajeado se
aanza en el imaginario colectivo como un símbolo del terror. En la Post
Guerra (1996-2009) el signicante del símbolo sufre un cambio en nuestro
contexto, de un símbolo de respeto se transforma para formar parte de la
moda popular. Hoy en día forma parte de una expresión artística. La tela ca-
García Escobar, C.R. El plástico en el arte popular y en el arte moderno contemporáneo en Guatemala. Pág. 93-101.
101
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
muajeada ya posee la gama de colores por lo que constituye un pantone ex-
istente y vigente en el imaginario, esos mismos colores son parte del paisaje
natural de Guatemala, todo viajero los contempla en su ir y venir. El camuf-
laje en tela implica hoy en día un proceso industrial y es allí donde se retoman
a su vez más temas de la sociedad guatemalteca la “industrialización” y las
“maquilas”.
Guacal
El “guacal” como objeto representa el cambio de los materiales de los uten-
silios, del barro al plástico, un profundo cambio cultural, hemos “emplas-
ticado”. Todos los objetos son de plástico. Los objetos arqueológicos son
transformados de nuevo por la “industrialización” y la “comercialización”.
Los arqueólogos en el futuro encontraran los vestigios de nuestra sociedad
“emplasticada” (guacales, chancletas de huele suaves chapinas, llantas, bol-
sas plásticas etc objetos industriales retornables) y ya no los majestuosos ob-
jetos de barro producto de las civilizaciones antiguas. A su vez se retoma la
temática de la Cuenca del Lago, el guacal es lugar de reposo del agua. Los
pueblos alrededor del Lago que se ven envueltos en una de las grandes ironías
de nuestra sociedad: estar cerca de un cuerpo de agua y careciendo de agua
potable. Al ser privados de éste vital líquido es el guacal el objeto común en
los hogares que a su vez se vuelve el contenedor de este indispensable recurso
de la vida cotidiana. Los utensilios “plásticos” de nuestra cotidianidad adqui-
eren un carácter “desechable” y “retornable”, proyectándose así como un tes-
timonio de los cambios culturales que adolece. Y termina diciendo: “Como
artista no puedo más que ser testigo imparcial de los fenómenos culturales,
siendo uno de mis objetivos transmitir los cambios que atestiguo”.
He aquí entonces, las nuevas formas de expresión artística que los nue-
vos fenómenos polarizantes, a la vez homogenizantes, de la globalización
económica, comercial y cultural, están produciendo en Guatemala impulsa-
dos por la industria cultural. Se trata de nuevos conceptos de identidad que
urgen nuevos análisis para su comprensión adecuada.
Nueva Guatemala de La Asunción
16 de febrero de 2013
Ponencia presentada por el autor en el IX Congreso Centroamericano de Antropología,
del 18 al 23 de febrero del 2013, en la Universidad San Carlos de Guatemala.
García Escobar, C.R. El plástico en el arte popular y en el arte moderno contemporáneo en Guatemala. Pág. 93-101.
102
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Ilusión. Técnica digital, 8.5” x 11”. Rita Araujo. 2013.
103
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Un carnaval inventado. El disfraz de lo Zoque en
el Chiapas contemporáneo
Miguel Lisbona Guillén
Antropólogo e investigador de PROIMMSE-IIA,
Esta artículo tiene como nalidad reexionar sobre una esta nacida en el
año 2007, el Carnaval de Copoya, una localidad perteneciente al municipio
de Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de Chiapas (México). La carnestolenda
no es una construcción reciente en el mundo, y tiempo habrá en estas pági-
nas para profundizar en ello, pero sí llama la atención que en la localidad de
Copoya, a escasos cinco kilómetros de la capital chiapaneca, surgiera una
festividad cuando ya existía un carnaval celebrado conjuntamente por los que
se reconocen como zoques en Copoya y en Tuxtla Gutiérrez.
De historiadores y antropólogos es conocido el pasado zoque del centro de
Chiapas, y en concreto de su capital y de Copoya, lugar fundado en el siglo
XIX por hablantes del idioma zoque como ha descrito con precisión Dolores
Aramoni
1
. Hablantes de tal idioma todavía viven en los estados de Chiapas,
Oaxaca, Tabasco y Veracruz, alejados de los grandes centros urbanos del país,
cuya cercanía ha inuido para que muchos lugares donde históricamente se
habló el zoque hayan perdido de manera paulatina hablantes, como ha ocur-
rido en Copoya, donde ya casi no se hallan. La existencia de este idioma, del
tronco lingüístico mixe-zoque-popoluca, tampoco es una exigencia identitaria,
como rasgo cultural inamovible, para que los copoyeros o ciertos habitantes
de Tuxtla Gutiérrez se asuman como zoques o, al menos, como descendientes
de los mismos. Tampoco es de extrañar que lo zoque se encuentre presente en
la capital en forma de apellidos, sabores alimenticios y en una serie de fes-
tividades que conforman un complejo entramado de cargos relacionados con
devociones católicas, casi todas ellas uniendo a habitantes de Tuxtla Gutiérrez
1. Al respecto, Dolores Aramoni Calderón. Los refugios de lo sagrado. Religiosidad, conicto y resis-
tencia entre los zoques de Chiapas. México, CONACULTA. 1992.
Universidad Nacional Autónoma de México.
Lisbona Guillén, M. Un carnaval inventado. El disfraz de lo Zoque en Chiapas contemporáneo. Pág. 103-115.
104
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
y Copoya, como han apuntado algunos estudios
2
y también lo sigue haciendo
de manera incansable la ya mencionada antropóloga Aramoni. El carnaval
conjunto de Tuxtla Gutiérrez y Copoya es un ejemplo de dicha colaboración,
aunque en la actualidad han aparecido versiones distintas de tal festividad en
la capital chiapaneca y en Copoya.
Pero si la presencia de lo zoque está viva en el estado de Chiapas, tanto en los
municipios donde prácticamente toda la población es hablante del idioma, y
también de diversas formas en la capital chiapaneca y en la misma localidad
de Copoya, ¿qué sentido tienen la invención de un carnaval cuando ya existía
uno? De esta pregunta surgió la idea de escribir este texto, interrogante con-
sciente de las suspicacias que puede conllevar, aunque no exenta de interés
por seguir pensando las múltiples formas en que se nombre y utiliza lo zoque.
La nueva visión de lo zoque
Un aspecto que debe llevar al análisis antropológico es el tratamiento de lo
étnico en los medios de comunicación, en muchos casos a través de referen-
cias a las labores realizadas por instituciones culturales ociales, las cuales
suelen visualizar la diferencia cultural en lugares caracterizados por una pér-
dida paulatina o casi total del idioma indígena. Los hablantes de zoque son
rara vez tomados en cuenta, y si lo son, forman parte de alguna actividad que
los reúne con otros hablantes o exhablantes del mismo o de otro idioma, a
manera de festival o encuentro. Estas modalidades de reunión han proliferado
en los últimos años, y en el caso concreto de los zoques se visualiza a través
del “Festival Cultural Zoque” y el “Festival de la Provincia Zoque”, este
último continuidad del anterior pero con distinto nombre; “El Día del Músico
Tradicional Zoque”, o el “Encuentro de Joyonaqueros” con motivo de las
festividades del santo patrón de Tuxtla Gutiérrez, por citar sólo alguna de las
modalidades ofrecidas con formato similar. Por supuesto, la carga organiza-
tiva corre a cargo de las instituciones encargadas en Chiapas de la divulgación
cultural: el Consejo Estatal para las Culturas y las Artes (CONECULTA) y los
ayuntamientos correspondientes, y por otras instancias a nivel nacional, como
fue el caso del día del músico tradicional, donde participó la Comisión Nacio-
nal para el Desarrollo Indígena (CDI), sucesora del antiguo Instituto Nacional
Indigenista (INI). Estas reuniones institucionalizadas no necesariamente son
2. Al respecto, Omar López Espinosa. Etnografía de las mayordomías de Tuxtla, Tesis de Licenciatura,
UNACH, San Cristóbal de Las Casas. 2011.
Lisbona Guillén, M. Un carnaval inventado. El disfraz de lo Zoque en Chiapas contemporáneo. Pág. 103-115.
105
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
asumidas por los miembros de la Mayordomía del Rosario de Tuxtla Gutiér-
rez o por la Junta de Festejos de Copoya, que son los nombres que designan a
las agrupaciones de personas encargadas de preservar las actividades festivas
y religiosas de raigambre zoque. El deslinde de la mayoría de miembros de
estas asociaciones, que resguardan la ritualidad zoque local de los actos aje-
nos a lo que consideran tradición, es un nítido posicionamiento frente a una
visión folklorizante de las instituciones políticas y culturales de los gobiernos
municipal y estatal.
Tal folklorización, por supuesto, condiciona de dos maneras las menciones
a lo zoque. En primer lugar, se acerca al hecho diferencial cultural mediante
el concepto de “rescate” del pasado o de la tradición y, en segundo lugar,
ubica lo zoque como referencia identitaria de una localidad o un municipio.
Un ejemplo ofrece mayor claridad a lo expuesto. La publicación de un “Cal-
endario Zoque” en un periódico de la capital chiapaneca motivó las siguien-
tes palabras: La historia proporciona los valores de identidad que denen las
características más representativas dentro de la sociología y psicología de los
pueblos […]. Las raíces zoques que nos arraigan a esta tierra, llegan hasta
nuestros días con su alegría y colorido, pero desconocidas para una cada vez
más grande parcialidad de la población […]. La importancia de reconocer
en nuestro pasado las actividades que hasta el día de hoy nos dan identidad,
da cabida a este calendario que debería formar parte de cada uno de los hog-
ares tuxtlecos, con base al reconocimiento de nuestros orígenes, otorguemos
a nuestra cotidianidad el valor intrínseco de la rica cultura que nos precede.
Ya habrá tiempo de tratar en estas páginas la conversión en espectáculo de lo
festivo o ritual, pero no cabe duda que muchas de las actividades que tenían
dichas características en la tierra de los zoques se están equiparando, con
celeridad, a esta modalidad de espectáculo, por encima de la participación
en los mismos. Fiestas antiguas o nuevas ocupan espacios físicos que ante-
riormente les eran ajenos o les estaban vedados. De esta manera el carnaval
de Tuxtla Gutiérrez, todavía celebrado por personas que se reconocen zoques
junto a sus conciudadanos de Copoya, tiene como núcleo de la celebración
la danza de Napacpoetzé o Te’Hatajamaetzé, con una ritualidad alejada de
los despliegues festivos de las instituciones políticas locales. Miembros de la
Mayordomía del Rosario y de la Junta de Festejos de Copoya se han negado
a participar en dichos actos por considerarlos folklóricos, aunque alguno de
ellos, por decisión personal, y cobrando, se ha incorporado al melting pot de
la carnestolenda capitalina ocializada. De ahí que en el año 2009 “danzantes
Lisbona Guillén, M. Un carnaval inventado. El disfraz de lo Zoque en Chiapas contemporáneo. Pág. 103-115.
106
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
de esta capital, así como invitados provenientes de lugares como Copainalá
y San Fernando hicieron un despliegue de sus danzas al ritmo de tambor,
carrizo, guitarra y armónica, en el escenario a cielo abierto en la Calzada de
los Hombres Ilustres”, lo que, a decir de un diario local, fue ejemplo “de las
raíces que dan identidad al pueblo tuxtleco”.
La novedad de esta forma de ubicar las expresiones culturales locales se adec-
ua muy bien a la adhesión de otras innovaciones como lo son la proclamación
de la “Embajadora del Traje Regional Zoque 2008” o, incluso, aspectos más
políticos que adquieren legitimación a través de conceptos ya asimilados
como tradicionales, por indígenas, como fue la elección, por primera vez, de
un candidato a alcalde por un partido político a través de “usos y costumbres”
en Tecpatán, municipio históricamente zoque.
Seguramente el caso más sintomático de esta reconducción de ciertas estas
se observa en el Carnaval de Tuxtla Gutiérrez y en la invención de un Carna-
val en Copoya, aunque dentro de este ciclo carnavalesco no habría que olvi-
dar la promoción turística que el más conocido y estudiado de los carnavales
zoques está recibiendo, el de Ocozocoautla
3
(Rivera Farfán, 1991 y 1998;
Loi, 2009). El tirón que los carnavales en forma de desle tienen en el mundo,
y en el país, ha promovido esta modalidad en la capital de Chiapas, aunque se
quiera aderezar con referencias al pasado zoque, como se mencionó en pár-
rafos anteriores.
La nueva celebración de Copoya reviste tintes distintos, puesto que resulta
una invención al no haberse realizado en dicha localidad carnaval alguno en
su historia. En el año 2007 un comité organizador, mismo que sigue llevando a
cabo sus preparativos y puesta en escena hasta la actualidad (véase documen-
to 1), estructuró una propuesta de festividad carnavalesca amparada por las
instituciones culturales estatales y por el Ayuntamiento de la capital chiapan-
eca. No sólo se le apoya con invitaciones y publicidad a dicha manifestación
festiva, sino que “el Gobierno manda la comida” que se ofrece a participantes
y visitantes, como recordaba una de las cocineras en la celebración del año
2009.
La elección de una “reina zoque de la tercera edad”, los bailables públicos y
un desle con carros alegóricos y manifestaciones musicales de diversa ín-
3. Al respecto, Carolina Rivera Farfán. “El Carnaval de Ocozocoautla”, en Revista del Consejo Estatal
de Fomento a la Investigación y Difusión de la Cultura 5: 27-32, nov-dic., Tuxtla Gutiérrez, Consejo
Estatal de Fomento a la Investigación y Difusión de la Cultura. 1991.
Lisbona Guillén, M. Un carnaval inventado. El disfraz de lo Zoque en Chiapas contemporáneo. Pág. 103-115.
107
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
dole componen este carnaval que en gran número está integrado por alumnos
de escuelas públicas dirigidos por sus profesores, y por músicos y danzantes
del pueblo o de localidades vecinas. Rescatar las tradiciones y costumbres
zoques se convierte en el argumento vertebrador para los organizadores y
exégetas de esta festividad: “Estas celebraciones permiten mantener vivas
las raíces que dan identidad a la población, además de dejar un legado a las
próximas generaciones”.
El carnaval conjunto de Tuxtla Gutiérrez y Copoya, en manos de los partici-
pantes en los cargos religiosos de la Mayordomía y de la Junta de Festejos de
ambas localidades, y que no ha sido estudiado desde una perspectiva antrop-
ológica aunque Aramoni Calderón está trabajando como parte de todo el ciclo
festivo anual de la capital chiapaneca desde hace varios años, cuenta ahora,
por lo aquí expresado, con una competencia doble. Por una parte la suscitada
por el carnaval copoyero y, por la otra, la ambivalente relación que el carnaval
capitalino espectacularizado ofrece para alguno de los aspectos del pretérito
carnaval, en concreto la ocasional contratación de danzantes y músicos.
Aunque este texto no pretende realizar un estudio del carnaval en sí, parece
conveniente remitirse a sus orígenes para poder llegar a la concepción festiva
que estas nuevas manifestaciones sugieren, a la vez que inquietan hacia la
interrogación de sus transformaciones y nuevos caminos.
De carnavales
Historiadores y antropólogos han hecho del estudio del carnaval un tema pe-
renne de las referencias festivas al pasado y al presente de pueblos y ciudades
inuidos por el cristianismo. De las clásicas aportaciones sobre el territorio
hispano
4
pasando por trabajos que tienen al mundo indígena de los Altos de
Chiapas como lugar de análisis
5
, el carnaval es punto nodal para interpretar
el tiempo festivo. Es por ello que también muchas han sido las tentaciones a
la hora de buscar en esta festividad sus orígenes remotos, paganos en el caso
europeo, y simbolismos prehispánicos en el latinoamericano.
Esta especie de pasión por los orígenes no debe retraer que el carnaval era “un
preludio lógico o […] una antítesis previa”, como recuerda Le Roy Ladurie
6
,
4. Al respecto, Julio Caro Baroja. El Carnaval. Madrid, Taurus. 1989.
5. Al respecto, Victoria Reier Bricker. El Cristo indígena, el rey nativo. El sustrato histórico de la mi-
tología del ritual de los mayas. México, FCE. 1989.
6. Al respecto, Emmanuel Le Roy Ladurie (1979) El carnaval de Romans. De la Candelaria al miércoles
de Ceniza, 1579-1580. México, Instituto Mora. 1994.
Lisbona Guillén, M. Un carnaval inventado. El disfraz de lo Zoque en Chiapas contemporáneo. Pág. 103-115.
108
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
a la puricación que representa la Cuaresma. Esta circunstancia real tampoco
implica que su nacimiento y desarrollo no suscite diversas reexiones inclina-
das sobre su carácter urbano inicial
7
, las diferenciaciones entre las versiones
urbanas y rurales
8
, o la unión entre esta carnavalesca y revuelta que tan
bien expresó Le Roy Ladurie
9
para la Europa moderna, y recuerda Delgado
Ruiz
10
para la urbanidad más próxima en el tiempo, por sólo citar algunas
referencias.
Pero en la cuestión que nos ocupa —y dejando posibles interpretaciones del
contenido de los carnavales en tierras americanas, concretamente en pobla-
ciones indígenas—, lo que parece ser un motor del nuevo carnaval de Co-
poya es la idea de continuidad con el pasado, algo que no debe sorprender y
que ya fue utilizado para otros carnavales más conocidos, como lo recuerda
Hobsbawm
11
entre los brasileños.
La diversidad de expresiones festivas ligadas al carnaval en tierras chiapan-
ecas, los múltiples elementos que la componen, así como el distanciamiento
con prácticas existentes en la celebración del carnaval tuxtleco donde partici-
pan habitantes de Copoya, hacen que este nuevo carnaval pueda ser consid-
erado una invención que toma como modelo la parafernalia urbana interna-
cionalizada por los carnavales visibilizados en el siglo XX por los medios de
comunicación. Por supuesto, este modelo de carnaval nada tiene que ver con
la diversidad de enunciados rurales constatables en los pueblos de Chiapas
y tampoco responde al modelo de carnavalización o de lo carnavalesco que
popularizó Bajtin
12
a la hora de ubicar la narración ahistórica y pluritonal
13
,
ejemplo de confrontación con la explicación unívoca y lineal de la realidad, y
modelo de inversión del orden social.
No se está, pues, frente a la recreación de una antigua esta o al surgimiento
espontáneo de una —a pesar de que se desconozcan los caminos por los que
7. Al respecto, Jacques Heers. Carnavales y estas de locos. Barcelona, Península. 1988. Pág. 256-
257
8. Al respecto, Josena Roma, “Fiestas. Locus de la iniciación y de la identidad”, en J. Prat y A.
Martínez (Eds.), Ensayos de antropología cultural. Homenaje a Claudio Esteva-Fabregat, Ariel Antro-
pología, Barcelona, 1996. Pág 204-214.
9. Op, cit., Le Roy Ladurie. 1994.
10. Al respecto, Manuel Delgado Ruiz. La festa a Catalunya, avui. Barcelona, Barcanova. 1992.
11. Al respecto, Eric Hobsbawm, “Proleg a l’edició catalana”, en E. Hobsbawm y T. Ranger (Eds.),
L’invent de la tradició, pp. 7-9, Barcelona, Eumo Editorial. 1988. Pág 7-9.
12. Al respecto, Mijail Bajtin, La cultura popular en la Edad Media y El Renacimiento. Madrid,
Alianza Editorial.1994.
13. Al respecto, Manuel Delgado Ruíz. La festa a Catalunya, avui. Barcelona, Barcanova.1992.
Lisbona Guillén, M. Un carnaval inventado. El disfraz de lo Zoque en Chiapas contemporáneo. Pág. 103-115.
109
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
pueda transitar—, sino que su aparición se acerca más a fenómenos que dis-
eminan lo étnico más allá de fronteras denidas, pero que responden, como
bien lo ha expresado Galinier
14
, a las “búsquedas de raíces” o, si se preere,
a modalidades de anclar en lo ancestral zoque la existencia de una identidad
local, aunque se sostenga en un sustantivo generalizador como el utilizar la
palabra “zoque”.
Roberto DaMatta
15
, uno de los especialistas en los carnavales de su país, Bra-
sil, lanzaba en una investigación considerada clásica una pregunta al aire:
“cuando hablamos de carnavales y tenemos dos ‘carnavales’ en dos (o más)
sociedades diferentes, ¿tenemos realmente un mismo fenómeno?”. La respu-
esta parece clara si se parte de una perspectiva que los estudie a través de su
carácter festivo. En sus análisis sobre el desle carnavalesco brasileño de-
staca su condición polisémica frente a otro tipo de desles, como el militar del
día patrio, donde los símbolos, gestos y lenguas son marcadamente unívocos.
De esta explicación de DaMatta, sin entrar en la complejidad del análisis
carnavalesco, sería resaltable para nuestro caso esa diferenciación de fenó-
menos festivos que se esconden tras el nombre de carnaval y, por supuesto, la
unicidad que el caso de Copoya representa dentro del panorama festivo local.
¿A dónde se quiere llegar con tal armación? En primer lugar, lo que se pre-
tende realzar es que la adopción o visión de una realidad festiva estará ligada
a un posicionamiento teórico determinado. La esta como transgresión del
orden establecido, como crítica a la sociedad o al poder tan dado entre ciertos
carnavales
16
, signica una forma de observar la realidad que se contrapone a
los análisis más anes a la sociología de Emile Durkheim preocupada por la
misión renovadora de los vínculos solidarios de los miembros de una socie-
dad y por aquellos funcionalismos que la observarían como activadora de la
cohesión social. Es decir, las armaciones de organizadores, participantes y
medios de comunicación de este nuevo carnaval copoyero responden a di-
cho modelo cohesionador y pervivencial de la sociedad, o en este caso de
la tradición zoque. La tarea —muchas veces olvidada— de quienes deberán
estudiar estos fenómenos será ubicar esta nueva festividad en el universo sim-
bólico, pero también político, en que se encuentra inscrita
17
.
14. Op, cit., Galinier. 2008. Pág. 111.
15. Al respecto, Roberto DaMatta, Carnavales, Malandros y Héroes. Hacia una sociología del dilema
brasileño. México, FCE. 2002.
16. Al respecto, Burke, Peter. La cultura popular en la Europa moderna. Madrid, Alianza Editorial.
2005.
17. Op, cit., Delgado Ruíz. 1992. Pág. 14.
Lisbona Guillén, M. Un carnaval inventado. El disfraz de lo Zoque en Chiapas contemporáneo. Pág. 103-115.
110
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Aunque para esclarecer con mayor nitidez estos aspectos hubiera sido nece-
sario partir de una pregunta inicial: ¿este nuevo carnaval de Copoya es una
esta? La división expresada por Jean Duvignaud
18
para diferenciar estas
de participación y estas de representación, y que es retomada por Rodríguez
Becerra
19
(1982: 32) para castellanizar la clasicación en esta y espectá-
culo, sitúa este interrogante en una disyuntiva y enlaza perfectamente con otra
tipología que divide la esta en dos modelos: “cuando la esta es un modelo
de la realidad (es decir, cuando reeja con una relativa delidad la concepción
cultural que una sociedad tiene de misma) y cuando la esta se presenta
como un modelo para la realidad (o sea, cuando lo que se reeja a través de la
esta no es tanto lo que la sociedad es o cree ser, sino lo que cree que debería
ser o le gustaría ser […]
20
Si toda esta es un espectáculo es tema de discusión intrincado, pero a donde
se quiere llegar con alguno de estos ejemplos teóricos es a complejizar los
análisis futuros y, sobre todo, a aportar dos aspectos que se pueden retomar
desde ámbitos académicos al igual que por públicos lectores más amplios. El
primero reere a la utilización del pasado, y del pasado étnico en concreto,
como soporte legitimador o nebulosa interpretativa. Legitimador porque la
sola mención de lo zoque, para este caso en particular, no tiene trascendencia
interpretativa alguna; por el contrario, disfraza tras el nombre la creación de
un espectáculo, sin poner en duda su legitimidad por ello. Remueve, eso sí,
la búsqueda de arraigo y las conciencias de una sociedad atravesada por una
desigualdad secular que sólo parece alcanzar su tranquilidad a través del lla-
mado cultural de los ancestros.
El segundo aspecto, ligado al anterior, se dirige al mismo contenido, orga-
nización y participación de este nuevo espectáculo, que en nada se diferencia
de otros que otorgan al sustantivo étnico y su defensa su propia legitimación.
Convertir en espectáculo lo étnico, por iniciativa de miembros de la sociedad
civil o por instituciones gubernamentales, se ha vuelto un fenómeno cotidiano
en el Chiapas y el México contemporáneo, aunque podría hacerse extensivo a
otros lugares del planeta. Esta armación no tiene como objetivo realizar una
crítica hueca sino que, por el contrario, enfoca los reectores sobre realidades
18. Al respecto, Jean Duvignaud, “La Fète: essai de sociologie”, Cultures, vol. III. París. 1976, (1):
Pág. 13-25.
19. Al respecto, Salvador Rodríguez Becerra. “Métodos, técnicas y fuentes para el estudio de las estas
tradicionales populares”, en H. M. Velasco (Ed.), Tiempo de esta. Ensayos antropológicos sobre las
estas en España, 1982. Ed. Tres-Catorce-Diecisiete, Madrid, Pág. 27-42.
20. Al respecto, Joan Prat. “Aspectos simbólicos de las estas”, Tiempo de esta. Ensayos antropológi-
cos sobre las estas en España, Ed. Tres-Catorce-Diecisiete. Madrid. 1982. Pág. 151-168.
Lisbona Guillén, M. Un carnaval inventado. El disfraz de lo Zoque en Chiapas contemporáneo. Pág. 103-115.
111
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
muy concretas. Una es el papel de las instituciones públicas, especialmente, a
la hora de denir qué es y cómo debe comportarse lo étnico (lo zoque), cómo
debe ser culturalmente en conclusión; la otra es la asunción por parte de deter-
minadas personas, incluso de participantes en estas actividades espectacular-
izadas, de un discurso que homogeneiza lo étnico, trasladando los originales
espacios de realización de estas y rituales a ámbitos higienizados, en una
especie de folklorización de lo anteriormente vetado, o todavía denostado si
no se incorpora a los mencionados ámbitos permitidos. El papel de la Iglesia
católica en las denigraciones públicas de tales actividades ha sido permanente
y, en el caso que nos ocupa, el control de las tres imágenes religiosas del tem-
plo de Copoya, y que conectan a dicha localidad con la capital del estado en
una serie de visitas rituales, es el ejemplo más claro.
Esta forma de utilizar las actividades rituales o festivas, de crear alguna de
ellas bajo el manto de la recuperación de tradiciones, es tan articial como
cualquier construcción identitaria; como arma Delgado Ruiz
21
, todas las
identidades son articios construidos por nosotros mismos, y en nuestra mod-
ernidad esa parece ser una obligación constante: la de informar quién somos
22
. Las prácticas culturales, encabezadas por las manifestaciones festivas, se
han convertido en hilos conductores de la identidad visible y nombrada, pero
hay que recordar, a lo mejor como lo hizo Gellner
23
, que, sin la necesidad de
identicación, las prácticas culturales siempre han sido como el propio aire
que se respira.
Congelar la realidad
Como se habrá comprobado, uno de los hilos conductores que explican la
creación de una nueva festividad, el Carnaval de Copoya, es la decisión de
establecer, de “inventar una continuidad” con el pasado, tal como lo expresó
Hobsbawm
24
. Concretamente este autor, junto con Ranger, se encargó de re-
cordar, además de delimitar teóricamente, lo que signicaba una “tradición
inventada”, al mismo tiempo que ambos separaban lo que juzgaban era
tradición y costumbre. La primera, incluyendo la inventada, tiene como car-
acterística la invariabilidad demostrada por la imposición de prácticas jas y
21. Op, cit., Delgado Ruíz. 1992. Pág 119.
22. Op, cit., Delgado Ruiz, 2007. Pág195.
23. Al respecto, Ernest Gellner. Naciones y nacionalismo. México, CONACULTA y Alianza Editorial.
Pág 87.
24. Al respecto, Eric Hobsbawm. “Proleg a l’edició catalana”, en E. Hobsbawm y T. Ranger (Eds.),
L’invent de la tradició. , Barcelona, Eumo Editorial. 1988a. Pág. 7-9.
Lisbona Guillén, M. Un carnaval inventado. El disfraz de lo Zoque en Chiapas contemporáneo. Pág. 103-115.
112
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
normalmente formalizadas, mientras que la costumbre, en “sociedades tradi-
cionales”, tiene la función de “motor y engranaje” ya que no excluye el cam-
bio ni la innovación sin perder los anclajes con el pasado
25
. En denitiva, sus
reexiones se dirigen a señalar cómo las tradiciones inventadas, tal como la
comentada en estas páginas, “usan la historia como legitimadora de la acción
y como cimiento de la cohesión del grupo”.
Por tal motivo, no es extraño que quienes hayan estudiado el hecho festivo
y su contenido tomen las reexiones de Hobsbawm y Ranger para realizar
armaciones en torno a las mismas: La fabricación de formalizaciones ritual-
izadas con look tradicional puede servir, entonces, para establecer o reforzar
identidades simbólicamente decitarias, pero también para cumplir idéntica
misión en relación a instituciones o determinadas relaciones de poder o siste-
mas de autoridad, inculcando valores, convenciones, principios, creencias,
etc.
26
Es decir, al mostrar algo conocido, como la invención festiva del Carnaval
de Copoya, lo que se quiere resaltar no es tanto su condición de tradición in-
ventada, circunstancia fácticamente demostrable, sino su intención de ser un
refuerzo identitario al mismo tiempo que se pliega a una concepción determi-
nada de lo que debe ser lo zoque. Una esta “dirigida, reavivada o mantenida
por las instituciones, a menudo decae y se convierte en una caricatura de sí
misma”
27
.
Desconocer el carnaval ya existente realizado entre habitantes de Tuxtla
Gutiérrez y Copoya mediante la creación de uno nuevo en esta última locali-
dad, y bajo el amparo de las instituciones culturales, escenica más que una
preservación cultural, imposible por el dinamismo del hecho cultural en sí,
una forma de jar lo zoque gracias a su folklorización, e informa, a la vez, de
un articio identitario secundado por las instituciones políticas y culturales.
No se está frente a un apuntalamiento de la identidad zoque de la capital de
Chiapas o de su localidad emblemática por su origen poblacional zoqueano,
sino que lo observado remite a una construcción claramente delimitada de lo
que ha sido, es y debe ser lo zoque. Cuando hay que insistir en quiénes y cómo
somos, lo que se está mostrando es un décit identitario más que una recre-
ación de tal identidad. Rara vez los hablantes de zoque con quienes se han
25. Op, cit..,Pág 22.
26. Op, cit., Delgado Ruíz. La traducción del catalán es autoría del autor del presente artículo). 1992
Pág 121-122.
27. Op, cit., Roma. 1996. Pág 212.
Lisbona Guillén, M. Un carnaval inventado. El disfraz de lo Zoque en Chiapas contemporáneo. Pág. 103-115.
113
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
compartido rituales y estas remiten a dicha identidad zoqueana para justi-
car sus actividades, salvo cuando la presencia de miembros de instituciones
culturales estatales así lo requiere. Lo zoque, incluso en su propia construc-
ción idiomática, muestra muchas facetas, y la reseñada podría ser una más.
La única diferencia, tal vez, es que en los últimos años la zoquedad referida a
Tuxtla Gutiérrez y Copoya ha adquirido tintes de legitimación identitaria de
un pasado compartido pero, sobre todo, de jación a través de congelar lo que
debe ser lo zoque. Y lo más signicativo de lo hasta ahora narrado es que la
Mayordomía del Rosario y la Junta de Festejos de Copoya siguen llevando a
cabo sus actividades rituales sin necesidad de reectores o armaciones in-
necesarias. Las manifestaciones culturales tienen muchas expresiones y no
todas optan por el camino de convertirse en espectáculo.
Referencias bibliográcas
Aramoni Calderón, Dolores. Los refugios de lo sagrado. Religiosidad, conicto y resisten-
cia entre los zoques de Chiapas. México, CONACULTA. 1992.
Bajtin, Mijail. La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. Madrid, Alianza
Editorial. 1994.
Bricker, Victoria Reier. El Cristo indígena, el rey nativo. El sustrato histórico de la mi-
tología del ritual de los mayas. México, FCE. 1989.
Burke, Peter. La cultura popular en la Europa moderna. Madrid, Alianza Editorial. 2005.
Caro Baroja, Julio. El Carnaval. Madrid, Taurus. 1989.
DaMatta, Roberto. Carnavales, Malandros y Héroes. Hacia una sociología del dilema
brasileño. México, FCE. 2002.
Delgado Ruiz, Manuel. La festa a Catalunya, avui. Barcelona, Barcanova. 1992. También
“Tiempo de identidad. La representación festiva de la comunidad y sus ritmos”, Fiestas,
rituales e identidades 2004. Pág.77-98, R. Jimeno y J.I. Homobono (eds.) San Sebastián,
Cuadernos de Antropología y Etnografía/Zainak, n. 26.También. Sociedades movedizas.
Pasos hacia una antropología de las calles. Barcelona, Anagrama. 2007.
Duvignaud, Jean.“La Fète: essai de sociologie”, Cultures, vol. III (1): 13-25. París. 1976.
Galinier, Jacques “Indio de estado versus indio nacional en la Mesoamérica moderna”,
Lisbona Guillén, M. Un carnaval inventado. El disfraz de lo Zoque en Chiapas contemporáneo. Pág. 103-115.
114
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Raíces en movimiento. Prácticas religiosas tradicionales en contextos translocales. Pág.
111-127, K. Argyriadis et al. (coords.). México, COLJAL, CEMCA, IRD, CIESAS e
ITESO. 2008
Gellner, Ernest. Naciones y nacionalismo. México, CONACULTA y Alianza Editorial.
1991.
Heers, Jacques. Carnavales y estas de locos. Barcelona, Península. 1988.
Hobsbawm, Eric. “Proleg a l’edició catalana”, en E. Hobsbawm y T. Ranger (Eds.),
L’invent de la tradició, Pág. 7-9, Barcelona, Eumo Editorial. 1988. También,“Introducció”,
L’invent de la tradición. Pág 13-25, E. Hobsbawm y T. Ranger (eds.). Barcelona, Eumo
Editorial. 1988.
Le Roy Ladurie, Emmanuel El carnaval de Romans. De la Candelaria al miércoles de
Ceniza, 1579-1580. México, Instituto Mora. 1994 (1979).
Lisbona Guillén, Miguel “¿Existe una cultura zoque? El concepto de cultura en el marco
del debate contemporáneo”, Presencia zoque. Una aproximación multidisciplinaria, Pág.
19-36, D. Aramoni, T.A. Lee y M. Lisbona (Coords.). México, UNICACH, UNACH,
COCyTECH y UNAM, IIA, PROIMMSE. 2006.También, “Una indianitat aséptica: els
zoques de la capital de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez”, Revista d’etnologia de Catalunya 33,
Pág 8-17. Barcelona, Generalitat de Catalunya. 2008.
Loi, Manuela. El ciclo de carnaval en Ocozocoautla de Espinosa, Chiapas. Pastores, reyes,
bufones y cohuinás, Tesis de Maestría en Antropología Social, UNAM, IIA y FFyL, Méxi-
co. 2009.
López Espinosa, Omar. Etnografía de las mayordomías de Tuxtla, Tesis de Licenciatura,
UNACH, San Cristóbal de Las Casas. 2001.
Prat, Joan. “Aspectos simbólicos de las estas”, Tiempo de esta. Ensayos antropológicos
sobre las estas en España, Pág. 151-168, H. M. Velasco (ed.). Madrid, Ed. Tres-Catorce-
Diecisiete. 1982.
Rivera Farfán, Carolina. “El Carnaval de Ocozocoautla”, en Revista del Consejo Estatal
de Fomento a la Investigación y Difusión de la Cultura 5: 27-32, nov-dic., Tuxtla Gutiér-
rez, Consejo Estatal de Fomento a la Investigación y Difusión de la Cultura. 1991-1998
“La organización ceremonial en San Fernando y Ocozocoautla”, en Cultura y etnicidad
zoque, Pág. 117-128, D. Aramoni, T.A. Lee y M. Lisbona (coords.). Tuxtla Gutiérrez,
UNICACH y UNACH.
Lisbona Guillén, M. Un carnaval inventado. El disfraz de lo Zoque en Chiapas contemporáneo. Pág. 103-115.
115
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Rodríguez Becerra, Salvador. “Métodos, técnicas y fuentes para el estudio de las estas
tradicionales populares”, en H. M. Velasco (Ed.), Tiempo de esta. Ensayos antropológi-
cos sobre las estas en España, Ed. Tres-Catorce-Diecisiete, Madrid. 1982. Pág. 27-42.
Roma, Josena. “Fiestas. Locus de la iniciación y de la identidad”, en J. Prat y A. Martínez
(Eds.), Ensayos de antropología cultural. Homenaje a Claudio Esteva-Fabregat, Ariel
Antropología, Barcelona. 1996. Pág. 204-214.
Lisbona Guillén, M. Un carnaval inventado. El disfraz de lo Zoque en Chiapas contemporáneo. Pág. 103-115.
116
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Imposición. Técnica mixta, 8.5” x 11”. Rita Araujo. 2012.
117
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El pensamiento de Pierre Bourdieu: Apuntes para
una mirada arqueológica
William R. Fowler
Antropólogo.
Universidad deVanderbilt, E.E.U.U.
Eugenia Zavaleta Lemus
Egresada de la Licenciatura en Antropología
Sociocultural.
Universidad de El Salvador
Pierre Bourdieu es uno de los teóricos contemporáneos de la acción social más
estudiados en diferentes campos de las ciencias sociales, porque sus postula-
dos invitan a la superación de las antinomias o los dualismos clásicos de la so-
ciología tradicional (objetivismo/subjetivismo, estructura/agencia, individuo/
sociedad, materia/idea, micro/macro, cuali/cuanti) y porque se ha identicado
con la superación de los determinismos y sustancialismos, construyendo en-
foques más relacionales y procesuales. Sus principales inuencias teóricas
provienen del marxismo, del estructuralismo francés, de las losofías de Mar-
tin Heidegger, Edmund Husserl, Maurice Merleau-Ponty, Raymond Aron y
Ludwig Wittgenstein; inclusive de la tradición epistemológica francesa, que
enfatiza el no-positivismo y antievolucionismo. Es, junto con Anthony Gid-
dens, calicado como uno de los dos teóricos de la práctica más inuyentes
del siglo XX. Bourdieu ha producido una “ontología de las prácticas sociales
que busca superar a nivel metodológico y analítico los dualismos de la física
y la fenomenología social”, y que constituye una “síntesis superadora” de
los debates sustancialistas y que abona igualmente al análisis teórico como
al empírico (Jaramillo, 2011:413). Esta ontología descansa en categorías so-
ciológicas potentes como habitus, campo, dualidad de la estructura e inte-
gración social y sistémica.
Para Bourdieu (1977, 1990), la sociedad existe bajos dos formas: los campos
(instituciones), que conforman las estructuras sociales externas, y los habitus
(disposiciones) que constituyen la organización interna de los agentes (Téllez
Iregui, 2002:15). Bajo la tradición del pensamiento relacional, Bourdieu con-
cibe a la sociedad a partir de la comprensión de su carácter heterogéneo y
enfatiza en la necesidad de abordarla como un sistema de campos diferen-
ciales, cuyos espacios de lucha diversos son relativamente independientes y
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
118
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
autónomos, en contraste con las teorías sociales en que la sociedad es un todo
homogéneo, integrado y armónico (Jaramillo, 2011:413, 425). Estos campos
de lucha son los escenarios en que se mueven los agentes sociales y desde los
cuales establecen relaciones que pueden variar desde la dominación hasta la
resistencia.
En este ensayo trataremos de mostrar algunos de los principales debates de la
teoría sociológica y la teoría social que enmarcan el contexto del pensamiento
de Bourdieu, como de sus categorías de análisis. Después, presentaremos las
categorías y conceptos bourdieusianos que pueden explicar los procesos de
diferenciación y transformación social con el objetivo de señalar su utilidad
en la teoría arqueológica. Por último, presentaremos un estudio de caso arque-
ológico tomado de las investigaciones recientes del sitio arqueológico Ciudad
Vieja, El Salvador.
Temas de debate de la teoría sociológica y la teoría social.
Para entender mejor el aporte de Bourdieu, ofrecemos unos comentarios
breves sobre unos temas de debate en la teoría sociológica y la teoría social.
Desde la década de 1980 los antropólogos y los arqueólogos han adoptado
una serie de preocupaciones teóricas postestructuralistas, desarrolladas en las
ciencias sociales, que se centran en la agencia, la estructura; la estructuración
y la práctica en conjunción con los problemas relacionados con la acción in-
dividual y el individuo; la interacción entre la acción y las estructurassociales,
la construcción del ser social, la intencionalidad, la indeterminación; la facul-
tad de actuar y de la dominación y la resistencia. Los enfoques que se ocupan
de estas cuestiones se han referido, en diversas ocasiones y con frecuente
ambigüedad, a la “teoría de la agencia”, la “teoría de la estructuración” y la
“teoría de la práctica”.
Antes de examinar estos términos, es necesario evaluar el concepto básico de
agencia, su concepto complementario estructura y su uso en la antropología y
la arqueología. El concepto de agencia se relaciona con las ideas sobre la per-
sonalidad, la voluntad, la libre determinación y la naturaleza de la conciencia.
La herencia intelectual de estas ideas se remonta a los lósofos griegos, espe-
cialmente Aristóteles, y jugaron un papel importante en el pensamiento de la
Ilustración losóca de Descartes, Hobbes, Locke, Rousseau, Vico, Montes-
quieu, Hume y Kant. Estas ideas básicas han sido preocupaciones centrales
de la ciencia social moderna y son temas importantes en las obras de Marx,
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
119
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Spencer, Weber, Durkheim y Mauss. En la teoría sociológica contemporánea
aparecen frente a la hegemonía del estructuralismo y el funcionalismo del
siglo XX, como el análisis a microescala de las acciones y decisiones de los
individuos que se consideran como consecuencias directas de la estructura a
macroescalaen, por ejemplo, la etnometodología de Harold Garnkel (1967),
el análisis situacional de ErvingGoffman (1961) y la fenomenología de Al-
fred Schütz (1967). Este trabajo pone en primer plano la acción individual
y subraya la interacción cara a cara, el énfasis en el sentido más bien que la
función y en la experiencia vivida. El análisis a microescala ha tenido una
fuerte inuencia en el trabajo de los teóricos postestructuralistas de la agencia
y la práctica.
El término agencia se ha utilizado de manera confusa e imprecisa en la arque-
ología contemporánea por diferentes analistas que emplean su propia inter-
pretación del término (Dornan, 2002:304). Ian Hodder (2000:22) señala que
a principios de la década de 1980 se utilizaba el término agencia en oposición
al término comportamiento, con énfasis en la acción individual, la intencio-
nalidad, y la indeterminación en comparación con el conductismo y el deter-
minismo estructural de los sistemas de gran escala y los procesos estudiados
por la arqueología procesual (Binford 1962, 1965). El término agencia se
convirtió en una palabra clave para hacer frente a la acción individual. Pero a
nales de la década de 1980, se hizo evidente que los individuos son difíciles,
si no imposibles, de identicar en contextos arqueológicos, y el énfasis en el
individuo pasó a centrarse en la “capacidad de actuar”, basada en el control de
los recursos estratégicos, como bienes de prestigio o conocimiento esotérico
(Odre, 2000:22-23; véase también, Jonson, 1989:189-191).
En términos más amplios, todas estas preocupaciones pueden reducirse al debate
entre el sustancialismo y el relacionalismo para poder explicar la integración de
los conceptos de estructura y gente presentes en los trabajos de Bourdieu. El sus-
tancialismo toma al elemento de análisis (por ejemplo, estructura, agente, socie-
dad) como una esencia o unidad básica inmutable que, a pesar de su interacción
con las demás, sigue teniendo completa independencia como entidades estáticas.
El enfoque relacional hace referencia a las unidades de análisis como unidades
dependientes entre sí, en simbiosis continua, y cuyo sentido se alcanza al com-
prenderlas “insertas en conguraciones relacionales y transaccionales y no como
entidades discretas predeterminadas en el análisis social” (Jaramillo, 2011:414; vé-
ase también, Bourdieu, 1997:115); es decir, no son anteriores a las relaciones que
establecen entre sí, sino que se denen por ese mismo proceso (Emirbayer, 1997).
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
120
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Bajo esta misma dimensión, uno de los aportes centrales de Bourdieu es la
visión del poder como un “recurso” o un “esquema”, y no solamente como
propiedad de los agentes, el cual se desenvuelve “en relaciones de fuerza, in-
tereses y posiciones” y organiza la sociedad en una jerarquía que los propios
agentes legitiman (Jaramillo, 2011:415). Bajo este enfoque, el poder ya no
se posee: se construye de forma colectiva. Asimismo, la disociación entre el
concepto de estructura social y el de cultura encuentra un punto de fusión. La
estructura social ya no es concebida de forma sustantiva, como entramados
de sistemas materiales constreñidores desde los que se establece una relación
de dominación entre esa estructura y el individuo social; sino como redes
de intercambios e interacciones que mantienen lazos de continuidad y per-
manencia. La noción de estructura de Bourdieu implica una idea exible de
determinación, que reside en el habitus, del que hablaremos más abajo.
La cultura es más que un sistema de normas y valores individuales, producto
de experiencias particulares; la nueva propuesta de los autores relacionales es
que se conforma a partir de sistemas de “comunicación y narrativas” (Ibíd),
de interpretaciones y lenguajes. La fusión que hace Bourdieu de ambas con-
cepciones, disociadas tradicionalmente, resulta en una estructura social que
congura las prácticas sociales, los papeles, las normas y la dominación en
cuanto se fusiona a partir de las interpretaciones de los sujetos sociales, en
donde es menester entender los niveles de constreñimiento en las prácticas
sociales a partir de la incorporación de diversos signicados. En este sentido,
la denición de la estructura social trasciende la gura de un aparato externo
al individuo, cuyo carácter es únicamente coercitivo y, a la vez, las prácticas
culturales dejan de ser productos de la subjetividad. Es esta fusión o imbri-
cación la que permite que Bourdieu se sitúe como uno de los pensadores que
supera los dualismos de la sociología clásica (Ibíd.:415-416).
Además, se puede observar—como destaca Swartz (2012)—, que el pensam-
iento de Bourdieu es clave para hacer una sociología del poder, con especial
atención a las formas de dominación. En efecto, el análisis del poder está en
el corazón de la sociología de Bourdieu. Como teórico del conicto, hace
hincapié en el carácter competitivo y estraticado de los mundos sociales, los
cuales están rmemente ordenados por los mecanismos y procesos de domi-
nación y reproducción. Propone una teoría del poder simbólico, la violencia
y el capital que hace hincapié en el papel activo que desempeñan las formas
simbólicas como recursos que constituyen y mantienen las jerarquías socia-
les. La perspectiva de Bourdieu se opone a la opinión generalizada de que el
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
121
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
poder simbólico es simplemente simbólico. Su sociología nos sensibiliza a las
formas más sutiles e inuyentes de poder que operan a través de los recursos
culturales, de las categorías simbólicas y las clasicaciones que entretejen la
vida cotidiana con las disposiciones institucionales vigentes. Rechazando el
reduccionismo económico, Bourdieu identica una amplia gama de recur-
sos valiosos más allá de los intereses materiales transparentes que funcionan
como recursos de poder, que él llama “formas de capital”, como el capital
social y el capital cultural. Además, las personas y los grupos luchan sobre la
denición y distribución de estos capitales en distintos escenarios de poder
que Bourdieu llama campos.. Él ve las concentraciones de diversas formas
de capital en áreas especícas de lucha, como el campo de poder, el campo
político y el campo estatal. La sociología de Bourdieu ofrece herramientas
conceptuales para el análisis de tres tipos de poder: el poder conferido a deter-
minados recursos (capitales), el poder concentrado en los ámbitos especícos
de lucha en torno a las formas de capital (campos de poder) y el poder prácti-
co, que se da por sentado en la aceptación de las jerarquías sociales existentes
(poder simbólico y violencia) (Swartz, 2012:21).
Los conceptos básicos de Bourdieu.
Bourdieu instituye tres categorías de análisis como herramientas para pensar
en la producción y la reproducción del sentido de las prácticas sociales que
permiten compararse y aplicarse a las diversas sociedades, aunque sus teo-
rizaciones hayan surgido principalmente a la luz del estudio de la sociedad
francesa. Estas categorías, de las que se deslinda todo su análisis, son el habi-
tus, los campos sociales y el capital. Pero esta tríada no puede entenderse si
no hablamos del espacio social.
El espacio social global es la sociedad, constituida por campos que se inter-
sectan, integrándola. Es un “conjunto de posiciones distintas y coexistentes,
externas unas a otras, denidas en relación unas de otras por su exterioridad
mutua y por relaciones de proximidad, de vecindad o de alejamiento y asi-
mismo por relaciones de orden” (Bourdieu, 1997:16), entendida como una
distancia social que ordena y jerarquiza. Es una “realidad intangible, que no
se puedemostrar ni tocar con el dedo, y que organiza las prácticas y las rep-
resentaciones de los agentes” (Ibíd.:21-22). En este sentido, la posición que
ocupa un actor social en el espacio es congruente con su visión del mundo,
con las distintas representaciones que puede hacerse de su propia realidad
como de las de los demás agentes.
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
122
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El habitus es el cuerpo socializado; está constituido por un sistema de dis-
posiciones, actitudes o inclinaciones adquiridas, duraderas y transferibles que
generan y clasican acciones, percepciones, sentimientos y pensamientos en
los agentes sociales de una cierta manera, generalmente escapando a la con-
ciencia y a la voluntad. Estas disposiciones son incorporadas o interiorizadas
por los individuos desde su infancia mediante un proceso de socialización
multiforme y prolongada. En este último sentido, habitus es “historia hecha
cuerpo” (Téllez Iregui, 2002:15, 58).
Se entiende que habitus es la subjetividad socializada y a la vez la interior-
ización de la exterioridad, o sea, la interiorización de la posición social del
agente en su vida cotidiana (y, por ende, la composición de sus capitales): es
el “principio generador y unicador que retraduce las características intrínse-
cas y relacionales de una posición en un estilo de vida unitario, es un conjunto
unitario de elección de personas, bienes y prácticas” (Bourdieu, 1997:19). De
ahí que Bourdieu haga énfasis en la idea de los cuerpos estructurados: “Si el
campo es el marco, el habitus es el efecto del marco, su interiorización: …
es un cuerpo socializado, un cuerpo estructurado, un cuerpo que se ha incor-
porado a las estructuras inmanentes de un mundo o de un sector particular
de este mundo, de un campo, y que estructura la percepción de este mundo y
también la acción en este mundo” (Aguirre, 1997). En este sentido, son tan
importantes las preferencias y gustos de los agentes (actividades deportivas,
preferencias culinarias, bebidas embriagantes, etc.) como las formas de hac-
erlo, los límites sociales de lo permitido y lo que no permitido, como de lo que
es estéticamente aceptado y lo que no es.
La tercera categoría importante para entender el funcionamiento de los otros
conceptos es la idea de los campos sociales. Estos se denen como espacios
sociales estructurados de posiciones o puestos jerarquizados, es decir, como
sistemas de posiciones donde todos los agentes sociales se encuentran in-
terrelacionados de manera durable y dinámica (TellézIregui, 2002:65). Las
relaciones entre los participantes de un campo social pueden ser consensu-
ales, pero por lo general tienen un carácter conictual y antagónico, que tiene
origen en el uso y distribución de las formas de capital (bienes materiales o
simbólicos) especícas que circulan en los campos.
No estaría de más recalcar el potencial de competencia y conicto de los cam-
pos sociales: son los escenarios de lucha distribuidos en el espacio social por
sus tipos diferenciales de capital, que se imponen a los agentes individuales y con-
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
123
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
tribuyen a conservar o transformar la estructura social (Bourdieu, 1989:29;
1997:49). Son lugares de producción, consumo y reproducción de represen-
taciones del mundo de los agentes. “Se puede describir al campo social como
un espacio multidimensional de posiciones tal que toda posición actual puede
ser denida en función de un sistema multidimensional de coordenadas cuy-
os valores corresponden a los valores de las diferentes variables pertinentes:
donde los agentes se distribuyen así, en la primera dimensión, según el volu-
men global de capital que ellos poseen y, en la segunda, según la composición
de su capital: es decir, según los pesos relativos de las diferentes especies en
el conjunto de sus posesiones” (Bourdieu, 1989:29).
Existen distintos tipos de campos para los agentes: el campo cientíco, el
académico, el religioso, el literario, etc., y cada campo desarrolla sus especies
de capital congruentes. Así, cada campo tiene su propia lógica y su propia
jerarquía, en donde el agente debe disputarse su lugar según las reglas del
juego (Ibíd.::29). Los grupos de agentes que dominan un capital, dominan
también el campo de ese mismo capital, y, al reproducirse biológicamente,
están efectuando una reproducción social de sus dominios. En este sentido,
los espacios sociales, más allá de separar a los agentes según las cuotas de
poder acumuladas, agrupan a una cantidad de agentes con estilos de vida
similares por tener las mismas propiedades objetivas y las mismas disposicio-
nes habitus), aunque esta aseveración está sometida a la posibilidad de fallas
o desfases (Fernández, 2009).
Es justamente esta ubicación de los agentes por medio de campos de dominio en
el espacio social (personas con las mismas cuotas de poder, como dinero, círculos
sociales, niveles de escolaridad, etc.) la que explica por qué personas de dife-
rente posición social no podrían encontrarse en un punto del espacio social; y si
se encontraran, no se entenderían. Los temas de conversación, la elección de los
lugares de socialización, las preferencias en una actividad deportiva, en un tipo de
música o de películas, está marcada por la distancia social que no permite que se
junten personas de diferentes marcos culturales (“límites sociales” de Bourdieu).
Al contrario, la proximidad en el espacio social dene grupos concretos que no
necesariamente constituyen una clase social movilizada, pero que podrían ex-
plicar cómo funciona, por ejemplo, el mercado del matrimonio. Así, “la proximi-
dad en el espacio social predispone al acercamiento: las personas inscritas en un
sector restringido del espacio estarán a la vez más próximas (por sus propiedades
y sus disposiciones, sus gustos y aciones) y más inclinadas al acercamiento;
también resultará más fácil acercarlas, movilizarlas” (Bourdieu, 1997:23).
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
124
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El concepto nal en el esquema de Bourdieu es el capital, denido como un
recurso para posicionarse en el mundo, que permite al actor social ubicarse
en un plano de jerarquías y posiciones de menor desigualdad con respecto
a agentes más próximos en la escala social. “Representa un poder sobre el
campo (en un momento dado) y más precisamente, sobre el producto acumu-
lado del trabajo anterior (en particular, sobre el conjunto de los instrumentos
de producción) y por tanto de los mecanismos que aseguran tendencialmente
la producción de una categoría particular de bienes, y gracias a ello, a un
conjunto de ingresos y benecios” (Bourdieu, 1989:28). Cada agente es es-
tructura y volumen de capital corporizada y el capital es heredado y adquirido
(Bourdieu, 1997:18). A partir de estos principios de diferenciación, los agen-
tes sociales denen sus posturas políticas, sus gustos, deseos y preferencias
de consumo (musical, literario, cinematográco, mascotas, pasatiempos, etc.)
y eligen además sus amistades y profesiones.
Las principales especies de capital son el capital económico, el social, el cul-
tural y el simbólico. El capital económico se dene por los bienes materiales
de producción y de consumo de los agentes. Se puede visualizar en los bienes
patrimoniales que los padres acumulan y dejan en heredad a sus hijos como
un recurso que los empodera y los distingue en las personas de su generación,
y los hace competir por un lugar de renombre en la escala social. La trasfer-
encia de este tipo de capital de una generación a otra demuestra el carácter
histórico y mutable de la estructura social. Pero a la vez deja abiertas las posi-
bilidades a los agentes de conservar la estructura, como de cambiarla.
El capital cultural se mide a partir de las habilidades y conocimientos espe-
cializados que coneren poder por medio del diploma. El diploma es un tipo
de capital cultural institucionalizado por el Estado, que por medio de rituales
de consagración separa a los más calicados de los menos, y por ello legitima
sus papeles de dominación (Bourdieu, 1997:36-37). Los demás tipos de capi-
tal cultural son el objetivado (posesión y uso de bienes culturales como cuad-
ros, máquinas, pinturas, libros, etc.) y el incorporado (hábitos, percepciones
y gustos moldeados por los niveles de escolaridad) (Bourdieu, 1979:11-17).
El capital social lo constituyen las redes de contactos durables que permiten
que los agentes escalen posiciones más convenientes en el espacio social, por
ejemplo, los círculos sociales a los que pertenecen los agentes. Y nalmente,
el simbólico es el tipo de capital que tiene la capacidad de convertir un capital
en otro, por ejemplo, el honor, el prestigio social, etc. Estos tipos de capital
pueden ser heredables o adquiridos individualmente.
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
125
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El funcionamiento de estos capitales varía según las particularidades de las
culturas y las estructuras sociales. En algunas sociedades la conjugación del
capital cultural con el capital económico se puede transformar en capital sim-
bólico para congurar la hegemonía de un grupo sobre otro. Sin embargo,
puede haber sociedades en que el poder no se detente por la vía de las rique-
zas materiales o del conocimiento, sino a partir del honor y el prestigio social
que deviene de campos más especícos, como el campo del capital religioso
o político. Asimismo, también hay sociedades que funcionan con todos los
tipos de capital a la vez.
En resumen, la teoría de Bourdieu es tanto una losofía de la ciencia dedi-
cada a revelar las relaciones objetivas que dan forma a y sostienen la vida
social, como una losofía de acción que toma en cuenta las disposiciones de
los agentes, así como las situaciones estructuradas en las que actúan. Esta
losofía de acción se condensa en los conceptos claves de habitus, campo y
capital, y se dene por la relación de doble vía entre las estructuras objetivas
de los campos sociales y las estructuras incorporadas del habitus. La piedra
angular del pensamiento de Bourdieu está compuesta por esta relación de
doble sentido entre las estructuras objetivas y las estructuras incorporadas
(Bourdieu, 1997:8), en donde los espacios sociales son escenarios de produc-
ción y reproducción de prácticas y discursos.
El habitus como “estructura estructurante”.
Ya hemos explicado anteriormente las categorías fundamentales que aporta
Bourdieu para entender la acción social. Este es un pequeño apartado para
describir la formación procesual del habitus, con la intención de extender el
diálogo que propone Bourdieu con aquellos conceptos que denen al habitus
como “estructura estructurante”, superando los determinismos.
Para desarrollar este planteamiento, utilizaremos el trabajo “El espacio social
y la génesis de las ‘clases’” (Bourdieu, 1989) , para entender la formación
del habitus como un ejercicio de percepción que combina la estructura social,
como una propiedad objetiva de los agentes, con la apreciación individual del
mundo social.
Bourdieu propone el habitus como el concepto que sirve para superar la
oposición entre el objetivismo y el subjetivismo. Para el objetivismo, los
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
126
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
agentes estarían determinados por la estructura social, serían meros soportes
de la estructura de relaciones en que se encuentran y no efectuarían ningún
papel trascendental. Por su parte, las teorías subjetivistas explicarían las rela-
ciones sociales como agregaciones de acciones individuales. De esta manera,
si el objetivismo reduce al sujeto a un mero soporte de la estructura, no se
puede explicar el hecho de que sujetos de posiciones idénticas produzcan
prácticas distintas. Igualmente, los subjetivistas no pueden dar cuenta de las
regularidades sociales (que se producen al margen de la voluntad y la con-
sciencia de los individuos). El concepto de habitus da una salida a la cuestión.
El habitus es un sistema de disposiciones incorporadas por los agentes a lo
largo de su trayectoria social. Una vez interiorizado el habitus, comenzarán
a plasmarse los principios de la arbitrariedad interiorizada, de las estructuras
objetivas. Al ser una “estructura estructurante”, el habitus se constituye como
un esquema generador y organizador de las prácticas sociales y también de
las percepciones y apreciaciones de las propias prácticas y las de los demás
agentes (Bourdieu, 1989:33; 1997:53-90).
El autor hace especial énfasis en los objetos de percepción y representación
del mundo social como objetos históricos, sujetos a las variaciones en el tiem-
po y a la necesidad de concebirlos como visiones adquiridas y heredables. Al
mismo tiempo, esta conguración adquirida está abierta a la variación cre-
ativa de los individuos, por tanto, se desprende de un diálogo con los demás
agentes que llenan la cotidianeidad de los sujetos sociales: la familia, las col-
ectividades étnicas, de clase o de género.
Estas categorías de percepción se logran a través de la experiencia del mundo
social y del trabajo de representación que se da en el agente “más cerca de un
inconsciente de clase que de una conciencia de clase, en el sentido marxista”
(Bourdieu, 1989:34). La construcción de las representaciones del mundo so-
cial “implica una aceptación tácita de su posición”, de la “incorporación de
las estructuras objetivas del espacio social”, y por consiguiente, de las dis-
tancias sociales que se deben marcar. Es decir, en vez de formarse una fuerza
antagonista de clase, lo que se da es un “principio de realidad más rigurosa-
mente impuesto”, que refuerza la identidad de los dominados en relación con
los demás sectores sociales (Ibíd).
Este reconocimiento subjetivo de las diferencias tiende a reejarse en el-
ementos más visibles de la cultura: los espacios de residencia y de acceso
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
127
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
y movilización de las distintas formas del capital, como su transferencia y
permanencia en las estructuras jerárquicas existentes. Esta dominación sim-
bólica permite que grupos de las mismas condiciones materiales se agrupen
entre sí, por el hecho mismo de que comparten tanto “propiedades visibles
parecidas” como las disposiciones individuales. Como producto del trabajo
de percepción, estas uniones se traducen en agrupamientos durables, dotados
de signicados colectivos. Las interpretaciones del orden social en el que los
sujetos sociales están insertos y restringidos es congruente con su posición
social.
Es de este modo, particularmente a través de las propiedades y sus distribu-
ciones, que el mundo social logra objetivamente el estatuto de sistema sim-
bólico que, a la manera de un sistema de fonemas, se organiza según la lógica
de la diferencia, desviación diferencial, así constituida como distinción sig-
nicante. El espacio social y las diferencias que emergen “espontáneamente”
dentro de él tienden a funcionar simbólicamente como un espacio de estilos
de vida… (Ibíd.:36).
La diferenciación social entendida como violencia simbólica es la que nos
permite hablar de Bourdieu como un sociólogo del poder, pues se ha detenido
a estudiar las dinámicas internas de lucha en los distintos campos sociales,
desde donde los individuos y grupos tienen papeles de relevancia en sus ac-
ciones.
Estudio de caso arqueológico: Ciudad Vieja, El Salvador, la primera villa
de San Salvador.
Bourdieu se cita a menudo en los estudios arqueológicos, pero las referencias
a Bourdieu, al igual que a Giddens, suelen ser gestos simbólicos destinados a
dar legitimidad a los proyectos. El verdadero Bourdieu, sociólogo interesado
en la dinámica del poder y la cultura, raras veces se encuentra en la interpre-
tación arqueológica. La realización de la contribución de Bourdieu a la teoría
arqueológica ha sido incompleta, ya que no ha podido aprovechar plenamente
todos los conceptos bourdieusianos—la tríada teórica— de habitus, campo y
capital. En particular, la comprensión del habitus queda incompleta (y tal vez
supercial) si no la vinculamos a las categorías de campos y capital. Debido a
esto, nuestra comprensión teórica de habitus a veces se ha separado de la idea
central de que los campos, según Bourdieu, son las ubicaciones de las luchas
masivas históricas por el poder.
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
128
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Como estudio de caso arqueológico presentaremos algunos de los resultados
e interpretaciones más signicativas del Proyecto Arqueológico Ciudad Vieja
de la Vanderbilt University en El Salvador, llevado acabo de 1996 a 2005
(Fowler, 2011). Este sitio representa las ruinas bien conservadas de la villa
de San Salvador, fundada en 1525, rápidamente abandonada y refundada en
1528 como ciudad de la conquista española. La villa de San Salvador tuvo
una población indígena residente (en su mayoría nahua) que fue tal vez veinte
veces mayor en número que la población española. Abandonada alrededor de
1550-1560, sus 25 a 35 años de ocupación abarcan los años cruciales de la
época de la Conquista de América Central.
El muy corto lapso de ocupación hace que el sitio sea idóneo para el es-
tudio arqueológico del cambio social durante el período de la Conquista, y
especialmente atractivo para estudiar la interacción dinámica entre los espa-
ñoles y los pueblos indígenas mesoamericanos durante la primera generación
después de la fundación de San Salvador. Las evidencias arqueológicas que
revelan que este pueblo fue un lugar de residencia para una población indíge-
na muy grande, son muy convincentes. Es probable que esta población haya
sobrepasado varios miles de habitantes; un crisol de pueblos mesoamericanos
reunidos para apoyar la empresa de la Conquista, al mismo tiempo que inten-
taban velar por la preservación y protección de su propia identidad cultural y
orígenes, o de variados intereses personales. La parte olvidada de la historia
de la Conquista, que está empezando a ser rescatada por un pequeño número
de antropólogos e historiadores (Akkeren, 2007; Asselbergs, 2008; Escalante,
Arce 2001; Matthew, 2004, 2007, 2012; Matthew y Oudijk, 2007; Restall,
2003; Restall y Asselbergs, 2007), es que esta empresa no habría sido posible
sin los aliados nativos. Muchos de los aliados indígenas construyeron y habi-
taron la villa de San Salvador y contribuyeron de muchas maneras para hacer
posible la vida humana allí. La importancia del medio ambiente urbano no
puede pasarse por alto.
La conquista española de América fue en general una conquista urbana (Agu-
ilera Rojas, 1973, 1994; Sanz Camañes, 2004; Solano, 1990). Tradiciones
urbanas europeas e instituciones con raíces históricas muy profundas pro-
porcionan el marco estructural para la conquista y hegemonía colonial. Las
estructuras sociales, económicas, políticas y religiosas, y las prácticas se cre-
aron y se recrearon cada vez que se fundaba una nueva ciudad hispanoameri-
cana. En las acciones especícas, también las poblaciones indígenas partic-
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
129
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
iparon, en colaboración o resistencia, en concierto con los españoles y otros
europeos. Tal vez incluso más que los españoles, las poblaciones mesoameri-
canas de la época de la Conquista eran también las herederas de profundas
tradiciones e instituciones urbanas (Bernal García y García Zambrano, 2006;
Webster y Sanders, 2001).
Así es cómo Ciudad Vieja ofrece una oportunidad importante para el estudio
arqueológico de la dinámica de interacción cultural español-indígena de la
época colonial temprana y la aplicación de la teoría de práctica de Bourdieu.
Las investigaciones arqueológicas en el sitio han enfatizado los aspectos es-
paciales de la ciudad, viéndola como un paisaje cultural: destacando la inter-
acción mutua de los diferentes grupos culturales que compartían el terreno.
Aproximadamente dos docenas de ciudades españolas se fundaron en Améri-
ca Central durante el período de la Conquista (Meléndez Chavarri, 1977).
Muy pocos de ellos han sido investigados arqueológicamente. Ciudad Vieja
es el único entre ellos que tiene ocupación colonial temprana intacta y que
destaca buena integridad, conservación y facilidad de acceso. Los paisajes de
estos asentamientos formaron la matriz espacial dentro de la cual se realizó la
práctica social y las relaciones sociales se promulgaron. Estas prácticas y las
relaciones sociales son a la vez reejadas en el plano de la ciudad y la cultura
material del sitio.
Las primeras ciudades coloniales españolas en América desempeñaron un pa-
pel crucial en la transformación radical del paisaje. Estos pueblos, con pocas
excepciones, fueron construidos sobre un plano en cuadrícula por razones de
sentido práctico y tradición cultural. La ciudad en cuadrícula, producto estruc-
tural del habitus español, simbolizaba la civilización hispana misma y provoca-
ba una declaración propagandística sobre el poder del Imperio, que se traducía
en conceptos muy especícos de orden espacial derivado de la estructura social
de la Conquista. Este orden espacial incluía espacios sociales y lugares donde
se ejercía el poder de los campos políticos, económicos y religiosos. Henri
Lefebvre (1991:151), desde una perspectiva marxista, señala que la ciudad en
cuadrícula era “un instrumento de producción: una superestructura ajena al es-
pacio original sirviendo como medio político para introducir una estructura so-
cial y económica, de tal forma que pueda ganar pie y efectivamente establecer
su “base” en una localidad particular”. Otros estudiosos destacan que la ciudad
en cuadrícula representaba una armación ideológica por los conquistadores
que actuaban en nombre de la Corona para imponer el orden moral, jurídico y
religioso, o “policía” (Kagan, 2000:131-134; Markman, 1978; Ramírez Ruiz y
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
130
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Fernández Christlieb, 2006; Robinson, 1989) sobre las poblaciones indígenas.
Esta perspectiva a macroescala, vista a partir de los datos históricos, se com-
plementa en nuestro análisis con una perspectiva a microescala local derivada
de la investigación arqueológica (Fowler, 2011). El simbolismo de la ubi-
cación de los edicios del gobierno y de la Iglesia en o cerca de la plaza
central pone en alto relieve el poder de la espada y la cruz en la imposición
de la voluntad imperial española en el ámbito local (Robinson, 1989:165).
En Ciudad Vieja tenemos una buena comprensión de la plaza y el diseño de
la cuadrícula que sin duda estaba relacionado con las acciones e interaccio-
nes de los agentes y grupos que habitaban en la villa. En base a las ideas de
Lefebvre, Kagan y otros podríamos proponer que el plano en cuadrícula fue
concebido como un instrumento de producción de un espacio de inculcación
ideológica. Pero ¿hasta qué punto se entendió el simbolismo espacial de parte
de los habitantes indígenas de la misma manera como se pretendía por parte
de los españoles?
Para responder a esta pregunta y para comprender Ciudad Vieja en todo su
contexto histórico-cultural, empleamos la perspectiva de la teoría de la prác-
tica de Bourdieu, combinada con la dialéctica socioespacial de Lefebvre.
Aunque la fundación y mantenimiento de las ciudades de la conquista espa-
ñola estaban formalmente bajo control centralizado y en general siguieron
fórmulas prescritas, en la práctica, la gobernación de cada ciudad era muy
descentralizada, lo que resultaba en un alto grado de autonomía de compor-
tamiento y agencia para tomar decisiones locales. La práctica espacial local
creó aspectos especícos de variables de comportamiento en los primeros
poblados coloniales españoles, cada uno de las cuales debe tener su huella
arqueológica correspondiente en la práctica diaria, la negociación en el ám-
bito de la cultura y en la identicación del espacio físico y social (Roser,
2004:136-137; 179-180).
La cuadrícula urbana como una dimensión estructurante de las prácticas de
los pobladores de Ciudad Vieja es de gran potencial si se analiza que, más
allá del componente ideológico que interesaba introducir a los conquistado-
res, en palabras de Bourdieu, se da una diferenciación esta vez objetivada en
el espacio social, que legitima la dominación de una sociedad sobre otra. La
percepción de esta diferenciación materializada incidiría en las interpretacio-
nes del mundo que tuvieron ambas culturas a partir de su interacción diaria
en los diferentes espacios de socialización. De ahí que existieran localidades,
seguramente alejadas del centro político y económico, que desarrollaron sus
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
131
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
propios imaginarios de autonomía en relación con el gran régimen colonial,
como respuesta a la jerarquía social y a la agrupación entre pares del mismo
habitus. Cómo se vivían los acuerdos, negociaciones, puntos de conicto y
de unión entre una sociedad y otra a partir del material arqueológico nos per-
mitirá llegar al hueso duro de la cultura, en donde la producción de bienes
culturales es de gran importancia, como la diversidad artística, por ejemplo,
de los estilos cerámicos, pues obedecen a usos y gustos estraticados (Card,
2011).
Igualmente, las categorías de Bourdieu también aportan nuevas pistas de
análisis para entender el choque cultural que caracterizó a la época, entendido
tradicionalmente como la fusión de diferencias históricas, lingüísticas y étni-
cas que generaron impacto entre la cultura conquistadora y la conquistada. Ya
que Ciudad Vieja es un asentamiento propiamente del período de la conquista
española y de principios de la época colonial, las categorías de habitus, campo
y capital son de gran importancia para entender las dinámicas de poder, vio-
lencia, dominación y resistencia. Mientras los encomenderos se disputaban
títulos de nobleza que los harían escalar posiciones de renombre bajo el per-
miso y autoridad de la Corona española (Sanchíz Ochoa, 1976, 1989; White,
1994), las sociedades prehispánicas no manejaban en su entramado cultural
la importancia del capital cultural. Al contrario, fueron sociedades en que
los capitales políticos y religiosos, como formas de capital simbólico, man-
tenían la hegemonía y el orden social por medio del monopolio de bienes de
salvación, la recaudación de tributos y del control de las fuerzas militares.
El choque cultural, entendido durante y después de la Conquista, es, enton-
ces, un tema susceptible de ser estudiado bajo los conceptos del pensamiento
bourdieusiano.
Referencias bibliográcas
Aguilera Rojas, Javier. Urbanismo español en América. Editora Nacional, Madrid. 1973.
Fundación de ciudades hispanoamericanas. Editorial Mapfre, Madrid. 1994.
Aguirre, Joaquín María Pierre Bourdieu. Razones prácticas: Sobre la teoría de la acción.
Documento electrónico, http://www.ucm.es/info/especulo/numero6/bourdieu.htm. Uni-
versidad Complutense de Madrid, España. Consultado el día 6 de febrero de 2013. 1997.
Akkeren, Ruud van. La visión indígena de la Conquista. Serviprensa, Guatemala City.
2007.
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
132
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Asselbergs, Florine G. L.. Conquered Conquistadors:The Lienzo de Quauhquechollan, a
Nahua Vision of the Conquest of Guatemala. University Press of Colorado, Boulder. 2008.
Bernal García, María Elena y Angel Julián García Zambrano.
El altepetl colonial y sus antecedentes prehispánicos: Contexto teórico-historiográco.
In Territorialidad y paisaje en el altepetl del siglo XVI, edición deFederico Fernández
Christlieb y Angel Julián García Zambrano, págs. 31-113. Fondo de Cultura Económica,
Universidad Nacional Autónoma de México, Mexico City. 2006 .
Binford, Lewis R. Archaeology as Anthropology. American Antiquity 28:217-225. 1962.
Archaeological Systematics and the Study of Cultural Process. American Antiquity
31:203-210. 1965.
Bourdieu, Pierre. Outline of a Theory of Practice.Cambridge University Press, Cam-
bridge. 1977.
Los tres estados del capital cultural. Revista Sociológica UAM-Azcapotzalco 5:11-17.
1979.
Distinction: A Social Critique of the Judgement of Taste. Harvard University Press, Cam-
bridge. 1984.
The Social Space and the Genesis of Groups. Theory and Society 14:723-744. 1985 .
El espacio social y la génesis de las “clases.” Estudios sobre las Culturas Contemporáneas,
Época I, 3(7):27-55. Universidad de Colima, México. 1989.
The Logic of Practice. Stanford University Press, Stanford. 1990.
Razones prácticas. Editorial Anagrama, Barcelona. 1997.
Habitus. En Habitus: A Sense of Place, edición de Jean Hillier y Emma Rooksby, págs.
27-34. Ashgate Publishing, Aldershot, Inglaterra. 2002.
Bourdieu, Pierre y Loïc, Wacquant
Una invitación a la sociología reexiva. Siglo XXI Editores, Buenos Aires. 2008.
Brubaker, Rogers
Rethinking Classical Theory: The Sociological Theory of Pierre Bourdieu. Theory and
Society 14:745-775. 1985.
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
133
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Card, Jeb J. Transformaciones de identidad en El Salvador en la época colonial temprana:
La gente y cerámica de la villa de San Salvador en el siglo XVI. La Universidad 14-
15:245-282. 2011.
Castón Boyer, Pedro. La sociología de Pierre Bourdieu. Revista Española de Investigacio-
nes Sociológicas 76:75-97. 1996.
Dornan, Jennifer L. Archaeology and Archaeology: Past, Present, and Future Directions.
Journal of Archaeological Method and Theory 9:303-329. 2002.
Emirbayer, Mustafa. Manifesto for a Relational Sociology. American Journal of Sociol-
ogy 103:281-317. 1997.
Escalante Arce, Pedro Antonio. Los tlaxcaltecas en Centro América. Consejo Nacional
para la Cultura y el Arte, San Salvador. 2001 .
Fernández, Mariano. Bourdieu, Giddens, Habermas: Reexiones sobre el discurso y la
producción de sentido en la teoría social. Cuadernos de H Ideas 3(3). Documento eléctro-
nico: http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/cps/article/viewFile/1390/1183. Universidad
Nacional de la Plata, La Plata, Argentina. Consultado el día 14 de febrero de 2013. 2009.
Fowler, William R. Ciudad Vieja: Excavaciones, arquitectura y paisaje cultural de primera
villa de San Salvador. Secretaría de Cultura de la Presidencia/Editorial Universitaria, San
Salvador. 2011.
Garnkel, Harold. Studies in Ethnomethodology. Prentice-Hall, Englewood Cliffs, New
Jersey. 1967.
Goffman, Erving. The Presentation of Self in Everyday Life. Anchor Doubleday, Nueva
York. 1959.
Gorski, Philip S. Introduction: Bourdieu as a Theorist of Change. En Bourdieu and His-
torical Analysis, edición de Philip S. Gorski, págs.1-15.Duke University Press, Durham,
North Carolina. 2012.
Hodder, Ian. Agency and Individuals in Long-Term Processes. In Agency in
Archaeology,edición de Marcia-AnneDobres y John E. Robb, págs. 21-33. Routledge,
Nueva York. 2000.
Jaramillo Marín, Jefferson. Bourdieu y Giddens: La superación de los dualismos y la on-
tología relacional de las prácticas sociales. Revista CS 7:411-430. 2011.
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
134
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Johnson, Matthew H. Conceptions of Agency in Archaeological Interpretation. Journal of
Anthropological Archaeology 8:129-211. 1989.
Markman, Sidney D. The Gridiron Town Plan and the Caste System in Colonial Central
America. En Urbanization in the Americas from Its Beginnings to the Present, edición de
Richard P. Schaedel, Jorge E. Hardoy y Nora Scott Kinzer, págs.471-489. Mouton, La
Haya. 1978.
Matthew, Laura E. El náhuatl y la identidad mexicana en la Guatemala colonial. Mesoa-
mérica 40:41-68. 2000.
Whose Conquest: Nahua, Zapoteca, and Mixteca Allies in the Conquest of Central Amer-
ica. In Indian Conquistadors: Indigenous Allies in the Conquest of Mesoamerica. edición
de Laura E. Matthew y Michel R. Oudijk, págs. 102-126. University of Oklahoma Press,
Norman. 2007.
Memories of Conquest: Becoming Mexicano in Colonial Guatemala. University of North
Carolina Press, Chapel Hill. 2012.
Meléndez Chaverri, Carlos. Ciudades fundadas en la América Central en el siglo XVI.
Anuario de EstudiosCentroamericanos 3:57-79. 1977.
Orser, Charles E., Jr. Race and Practice in Archaeological Interpretation. University of
Pennsylvania Press, Philadelphia. 2004.
Restall, Matthew. Seven Myths of the Spanish Conquest. Oxford University Press, Ox-
ford. 2003.
Restall, Matthew, y FlorineAsselbergs. Invading Guatemala: Spanish, Nahua, and Maya
Accounts of the Conquest Wars. Pennsylvania State University Press, University Park.
2007 .
Robinson, David. The Language and Signicance of Place in Latin America. En The
Power of Place: Bringing Together Geographical and Sociological Imaginations, edición
de John A. Agnew and James S. Duncan, págs. 157-184. UnwinHyman, Boston. 1989.
Sanchíz Ochoa, Pilar. Los hidalgos de Guatemala: Realidad y apariencia en un sistema de
valores. Publicaciones del Seminario de Antropología Americana, Vol. 13. Universidad
de Sevilla, Sevilla. 1976 .
Españoles e indígenas: Estructura social del valle de Guatemala en el siglo XVI. En La
sociedad colonial en Guatemala: Estudios regionales y locales, edición de Stephen Webre,
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
135
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
pags. 33-78. Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica, Antigua; Plumsock
Mesoamerican Studies, South Woodstock, Vermont. 1989.
Sanz Camañes, Porrio. Las ciudades en la América hispana: Siglos XV al XVIII. Sílex
Ediciones, Madrid. 2004.
Schütz, Alfred. The Phenomenology of the Social World. Northwestern University Press,
Evanston, Illinois. 1967.
Solano, Francisco de, Ciudades hispanoamericanas y pueblos de indios. Consejo Superior
de Investigaciones Cientícas, Madrid. 1990.
Swartz, David L. Metaprinciples for Sociological Research in a Bourdieusian Perspec-
tive. En Bourdieu and Historical Analysis, edición de Philip S. Gorski, págs.19-35.Duke
University Press, Durham, North Carolina. 2012.
TéllezIregui, Gustavo. Pierre Bourdieu: Conceptosbásicos y construcciónsocioeducativa.
Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá. 2002.
Wacquant, Loïc. Hacia una praxeología social. En Una invitación a la sociología reexiva,
Pierre Bourdieu y LoïcWacquant, págs. 25- 90. Siglo XXI Editores, Buenos Aires. 2008.
Webster, Davidconsciencia y Sanders, William T.
La antigua ciudad mesoamericana: Teoría y concepto. En Reconstruyendo la ciudad
maya: El urbanismo en las sociedades antiguas, edición de Andrés Ciudad Ruíz, María
Josefa Iglesias Ponce de León y María del Carmen Martínez Martínez, págs. 43-64. So-
ciedad Española de Estudios Mayas, Madrid. 2001 .
White, Douglas R. Enfoque de redes para el estudio de comunidades urbanas. Estudios
Demográcos y Urbanos 9:303-326. 1994 .
Fowler, W. y Zavaleta, E. El pensamiento de Pierre Bourdieu: apuntes para una mirada arqueológica. Pág. 117-135.
136
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Incertidumbre. Técnica digital, 8.5” x 11”. Rita Araujo. 2013.
137
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Los bienes temporales de la iglesia: tesoros sagrados
para la comunidad cristiana y tesoros culturales
para los pueblos
Roque Marcelino Regalado
Presbitero, Docente y Párroco de
Nuestra Señora Reina de los Mártires,
Quezaltepeque, El Salvador.
“La visión antropomórca en las religiones como fundamento de la expresión
artística de la fe”
En la mayoría de religiones el hombre siempre ha expresado las realidades
trascendentes con una visión antropomórca
1
. En especial en el judaísmo
como en el cristianismo, esta visión ha llevado a atribuir características a Dios
que han inspirado la representación plástica del mismo. Así, cuando se de-
scribe en los textos sagrados que Dios oye, ve, camina con su pueblo, abraza,
golpea, tiene una espada en su mano, etc. Son expresiones de la cercanía de
la trascendencia de Dios. Esta expresión plástica con el paso del tiempo en el
cristianismo tomó forma en las artes occidentales de tal manera que la cul-
tura plástica de los pueblos se vio revestida de sacralidad. Sin embargo, con
la llegada de la cultura moderna, con su producción en masa y la visión de
lo desechable, nos ha hecho perder el valor de lo sagrado y de lo cultural. Es
necesario recobrar el espíritu de la humanidad y los valores que de la cultura
y la fe emanan.
El arte cristiano como medio de ex-
presión de la fe y las culturas.
Para comprender como lo bienes cultura-
les llegaron a ser parte de lo sacro dentro
de la vida de la Iglesia, es necesario tener
en cuenta algunos hechos históricos que
dieron como resultado la unión de lo cul-
tural y la sagrado.
1 De acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, antropomorsmo es un conjunto de creencias o
de doctrinas que atribuyen a la divinidad la gura o las cualidades del hombre. http://lema.rae.es/drae
Lápida cristiana del siglo III
Regalado, R.M. Los bienes temporales de la iglesia: tesoros sagrados y tesoros culturales . Pág. 137-149.
138
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Génesis del arte cristiano
Con la llegada del cristianismo a las culturas orientales se generó una prim-
era etapa de la producción plástica religiosa de nuestra naciente cultura. Las
primeras expresiones artísticas del los cristianos podemos encontrarlas en las
catacumbas, ya que en tiempos de persecución las celebraciones de la Euca-
ristía se celebraban en el interior de estas. Es importante señalar que por la
tradición judía tan arraigada enel cristianismo naciente las expresiones plásti-
cas no representaban directamente a Dios ni a Cristo, nada más expresaban
simbólicamente su misión. Así podemos encontrar la gura del (pes-
cado) que es la colocación de las letras griegas con sus letras puestas
en acróstico, daba la sigla griega de «Jesús Cristo Hijo de Dios Salvador»; la
gura del pastor como referente al Yos soy el Buen Pastor; Adán y Eva signos
de Cristo y su Iglesia.
2
Con el edicto de Milán y la llegada la victoria de Constantino sobre Majencio,
se declara la libertad religiosa y Constantino como protector del cristianismo.
Es aquí donde inicia una nueva etapa de la Iglesia que revolucionó la liturgia
y los lugares de celebración. Aunque los obispos cristianos mantenían la pos-
tura de prohibir las representaciones plásticas directas de sobre Dios y Cristo,
la necesidad de representar y profundizar los dogmas de la fe fue la causa que
ayudo a cambiar esta postura. Así podemos encontrar hacia el año 400 d.C.
las imágenes de Cristo junto a sus apóstoles.
3
Ejemplo de esto son la Capilla
de san Aquilino en Tesalónica y el Baptisterio de la Basílica de San Lorenzo
en Milán. Desde aquí se comienza una historia de cultura y fe dentro de la
Iglesia. Más allá de los íconos de las catacumbas, ahora la Iglesia comenzará
a construir muchos de los tesoros de valor cultural de la historia de la humani-
dad.El principal motivo para hacerlo es tratar de construir visiblemente el
reino de los cielos en la tierra, se conforma así la edad media y la cristiandad.
4
La visión de lo sagrado en las obras artísticas.
En la historia del arte cristiano, es en oriente donde se unen las artes con la
espiritualidad. De esta manera el arte se revistió de lo sagrado. Los íconos de
Bizancio durante los primeros siglos de la era cristiana fueron elaborados con
2. Plazola, J., Historia del arte cristiano, 12-14.
3. Ibídem 21.
4. Herrera, H. (1998). Dimensiones de la cultura bizantina. Arte, poder y legado histórico. Santiago:
Universidad Gabriela Mistral y Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos Fotios Mal-
leros, Universidad de Chile, 7. Runciman, S. (1988). Bizancio: estilo y civilización. Bilbaio, Xarait, 7.
Regalado, R.M. Los bienes temporales de la iglesia: tesoros sagrados y tesoros culturales . Pág. 137-149.
139
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
un pensamiento de espiritualidad. El arte de occidente trata de representar
plásticamente la realidad como la percibe el ser humano, en el arte de oriente
religioso el ícono trata de representar la vida interior de la persona o el dina-
mismo del misterio cristiano que vive. Para la espiritualidad cristiana oriental
el ícono es una presencia. Entrar en esa presencia a través del ícono es entrar
en comunión con quien está representado en él. La iconografía no es arte reli-
gioso decorativo, es ante todo medio de comunicación de las verdades de fe.
5
Sin embargo, esta práctica espiritual despertó en algunos momentos de la
historia de la humanidad discusiones y conictos como las guerras iconoclas-
tas desatadas en los siglos VIII y IX. A partir del año 730 d.C. comenzó un
fuerte movimiento iconoclasta, el primero de dos que azotó la Iglesia, y que
culminó en un concilio convocado en Hiereia (cerca de Constantinopla) en el
754 d. C., el cual ocialmente condenó el uso de los íconos. El primer periodo
iconoclasta nalizó en el año 787 d.C., con las deniciones y armaciones
propuestas por el VII Concilio Ecuménico (II Nicea). Sin embargo, entre los
años 813 d. C. y 842 d.C., un segundo movimiento iconoclasta remeció la
Iglesia, nalizando luego de un Concilio convocado en Constantinopla por la
Emperatriz Teodora en el 843 d. C., que raticó las armaciones del II Con-
cilio de Nicea.
6
El arte sagrado de Occidente empezó a alejarse de esta práctica estética a
partir del cisma provocado entre la Iglesia de Roma y La Iglesia de Bizancio
en 1054 d.C.Fue con las pinturas de El Giotto (1267-1337) que se inició un
estilo de arte religioso, abandonando lo sagrado, marcó así la transición al
renacimiento.
Inculturación del evangelio.
El arte cristiano siempre ha ido tomando elementos de las culturas para lograr
la evangelización de los pueblos, y a lo largo de la historia de la humanidad,
la Iglesia ha utilizado las imágenes para enseñar. Para los pueblos nativos
de América fue diferente, pues el encuentro de las dos culturas fue violento
y abusivo, con llevó la destrucción de mucho de la identidad cultural de los
conquistados por parte de los conquistadores. En algunas ocasiones se tuvo la
5. Fitzurka, C. Religiosidad Popular y espacio sagrado: El ícono en la teología oriental.Teol. vida [on-
line]. 2003, vol.44, n.2-3 [citado 2013-01-12], pp. 250-264. Disponible en: <http://www.scielo.cl/sci-
elo.php?script=sci_arttext&pid=S0049-34492003000200010&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0049-3449.
doi: 10.4067/S0049-34492003000200010.
6. Ibídem 254.
Regalado, R.M. Los bienes temporales de la iglesia: tesoros sagrados y tesoros culturales . Pág. 137-149.
140
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
certeza de respetar e introducir el cristianismo con la iconografía nativa. “Es-
tos siglos (1521-1790) experimentaron la creación de una tradición colonial
híbrida, en el cual elementos europeos y mesoamericanos se mezclaron. En la
actualidad, esta tradición colonial es una de las menos estudiadas y apreciadas
en la historia del arte.”
7
En mi opinión este sincretismo se debió al núcleo de la cosmovisión religiosa
de los pueblos mesoamericanos, ya que ellos comprendía el cosmos en base
a dos clases de densidades: las materias pesadas y las materias ligeras. Así,
ordenaban la existencia en dos grandes campos: Lo mundano y lo divino. Lo
mundano estaba compuesto por la mezcla de las dos materias, en tal grado
que las cosas, animales, plantas, piedras, podían transmitir su materia ligera
a los hombres. Los dioses estaban formados de materia ligera imperceptible
y poblaban todo el cosmos.
8
Esta cosmovisión hizo que en el sincretismo religioso de la colonia las imá-
genes catequéticas que los misioneros utilizaban para representar person-
ajes bíblicos tomaran una visión sagrada ante los nativos. La expresión más
grande de este mescla de las cosmovisiones cristiana y mesoamericana es el
ícono de la Virgen de Guadalupe. En ella se reeja una imagen de la inmacu-
lada concepción con atuendos mayas. Los colores, los signos, las vestimentas,
y su marcado rostro maya lograron calar en la conciencia de estos pueblos.
Los pueblos latinoamericanos tienen una gran visión de lo sagrado, y su ven-
eración por las imágenes es un fundamento clave en la vivencia de la fe. Por
tal razón las expresiones plásticas de esas verdades de fe siempre han sido en-
cargadas a grandes maestros, así como la construcción de los templos siempre
ha estado ligada al ofrecimiento de lo mejor para la casa de Dios. Esta visión
de fe ha ido creando en el patrimonio cultural grandes obras maestras con
gran valor artístico y arquitectónico.
Valor cultural de los bienes temporales de la iglesia.
A lo largo de la historia la Iglesia ha ido desarrollando, entorno a su liturgia
y su tradición catequética, innumerables objetos que han sido la expresión
7. Pasztory, E., El arte en Historia Antigua de México, Volumen III:El horizonte postclásico y algunos
aspectos intelectuales de la cultura mesoamericana, 465, 2003
8. López Austín, A. La religión, la magia y la cosmovisión. en Historia Antigua de México, Volumen
III: El horizonte postclásico y algunos aspectos intelectuales de la cultura mesoamericana, 420-453.
2002.
Regalado, R.M. Los bienes temporales de la iglesia: tesoros sagrados y tesoros culturales . Pág. 137-149.
141
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
cultural y sacra de la visión de fe de los pueblos. Todos estos objetos son teso-
ros invaluables, no solo por su expresión artística y por su antigüedad, sino
también porque muchos de ellos aún son objetos de la más grande devoción
de las personas. Medios sagrados que son puertas de fe para entrar en contacto
con ese Ser supremo, ese Dios Todopoderoso que humildemente quiere entrar
en comunión a la manera humana, a través de nuestros sentidos y de nuestras
más bellas expresiones artísticas para despertar los sentimientos más nobles
de los corazones de la humanidad.
A estos tesoros que la Iglesia ha custodiado se le denominan bienes tempora-
les según el lenguaje jurídico de la Iglesia.
9
Estos bienes temporales, también
tienen un valor cultural como patrimonio de los pueblos, ya que en ellos se
sustenta la identidad y las expresiones propias con las cuales honran lo pres-
encia sagrada. La Iglesia es consciente de este gran tesoro por tal razón dentro
de sus organismos institucionales el Papa Juan Pablo II fundó la Ponticia
comisión para los bienes culturales de la Iglesia, cuyo papel espresidir la tu-
tela del patrimonio histórico y artístico de toda la Iglesia (obras de arte, docu-
mentos históricos, patrimonios libreros y aquellos que se conservan en los
museos, bibliotecas y archivos); colaborar en la conservación de este patri-
monio con las Iglesias particulares y los respectivos organismos episcopales;
promover una sensibilización cada vez mayor en la Iglesia sobre estos bienes,
de acuerdo con las Congregaciones para la Educación Católica y para el Culto
Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
10
Sin embargo, profundizaremos
en este tema en otro apartado.
La cultura de lo desechable y la producción en masa en los objetos sagrados.
Si bien la tecnología ha ayudado en gran manera a hacer del arte algo univer-
sal, de tal manera que se es capaz de reproducir imágenes y esculturas con
gran delidad y en grandes cantidades. Sin embargo, esto ha cambiado el
valor de las obras artísticas reproducidas. Es muy común encontrar hoy en día
reproducciones de toda clase de obras artísticas en toallas, calendarios, calco-
manías, portadas de libros de notas, etc. Desde la más el hasta aquellas que
por la intuición iconográca uno puede adivinar que se trata de una Última
Cena de Leonardo, o de una Virgen de Guadalupe con colores invertidos.
9 Código de derecho canónico, Libro V Cánones 1254 – 1268.
10 Para una mayor referencia consultar http://www.vatican.va/roman_curia/pontical_commissions/
pcchc/documents/rc_com_pcchc_pro_20051996_sp.html
Regalado, R.M. Los bienes temporales de la iglesia: tesoros sagrados y tesoros culturales . Pág. 137-149.
142
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El postmodernismo, el marketing y los medios de comunicación han ido fra-
guando una cultura de lo desechable donde los parámetros de lo estético, lo
moral y lo sagrado ha ido desvaneciéndose, prevaleciendo así diferentes con-
ceptos sobre arte, cultura, moral y religión. Algunos factores que han transfor-
mando nuestra civilización son el espectáculo, la moda y la cultura en masa.
11
No podemos negar que una de las grandes virtudes de esta civilización ha sido
la universalización de la cultura. Todos podemos acezar al conocimiento, al
arte, la música, etc. Pero aun alto precio: asimilación supercial. Esto respon-
de al gran valor que se le da al consumo.
12
Todos estos cambios de paradigmas
culturales también ha cambiado la percepción de los patrimonios culturales
en los diferentes estratos de la sociedad. Aún dentro de la misma visión cris-
tiana se han vulnerado muchos paradigmas que no permiten descubrir ni el
valor cultural, ni el valor sagrado de muchas Iglesias, ornamentos, copones,
cálices, etc. Especialmente el consumismo ha provocado que muchos de los
materiales con que se elaboran estos utensilios sagrados sean de materiales
desechables, para poder fabricarlos en masa. ¿Qué consecuencias trae estos
cambios? Dejamos de elaborar patrimonio y desvaloramos el que ya existe.
La cultura de lo desechable y la pérdida de la visión de lo sagrado en los
objetos litúrgicos.
En medio de esta cultura de lo desechable se constata la inuencia del con-
sumo y marketing en la elaboración de objetos sagrados y construcciones de
templos. Muchos de las nuevas adaptaciones litúrgicas cometen el error de la
practicidad. La elaboración de objetos sagrados con materiales desechables
y la construcción de templos sin mayor simbología cristiana e identidad cul-
tural de los pueblos, hace que la creación del patrimonio disminuya y más
aún desaparezca. Esta misma inuencia hace que en la liturgia se invierta
menos en la restauración y se consuman objetos de producción en masa por
su economía. Así, también se pierde la visión de lo sagrado, ya que aquellos
objetos que se utilizaban para el culto terminan abandonados en un desván, en
cajas y en el peor de los casos vendidos. Guardados en lugares que no reúnen
las condiciones necesarias para la preservación de la plata, el oro o el bronce,
terminan por derruirse.
11 Vargas Llosa, M., La civilización del espectáculo, 33-64.
12 Vera-Pinto, I., Cultura Desechable. Tomado de http://www.edicioncero.cl/29/07/2012/cultura-
desechable.html , citado el 6/02/2013.
Regalado, R.M. Los bienes temporales de la iglesia: tesoros sagrados y tesoros culturales . Pág. 137-149.
143
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El poco conocimiento del clero sobre el tema de valores culturales y la poca
espiritualidad que valore lo sagrado de los objetos litúrgicos, porque en este
campo no podemos asumir ignorancia, hace al nal un bajo perl en la val-
oración de los tesoros sagrados y culturales que se poseen en la Iglesia. Las
normativas que el concilio Vaticano II presenta al respecto son muy claras.
Los Obispos son los primeros en velar que los objetos sagrados de alto valor
artístico no sean vendidos ni dispersados.
13
La cultura de la producción en masa y la pérdida del valor cultural en la
iglesia.
La producción en masas de la iconografía cristiana y de objetos sagrados es
un cambio cultural dentro de la misma Iglesia, ya que muchos de estos ob-
jetos litúrgicos no tienen un valor de unicidad y expresión artística que con
el paso del tiempo pueda convertirlo en un objeto de valor cultural. Muchas
de las tradiciones que generaban patrimonio cultural han sido borradas y casi
extintas en nuestra era de producción en masa. Para el caso la imaginería
en tallado de madera, policromados, pintoras en óleo de los misterios de la
fe, fabricación de vitrales montados en estructura de estaño, elaboración de
cálices en oro, plata y con expresión artística única. Todas estas fuentes de
objetos culturales y sagrados has sido cambiados por las imágenes de impre-
siones foto técnicas y computarizadas.
Por ejemplo para una comunidad cristiana o una cofradía es difícil encon-
trar personas que fabriquen imágenes con verdadero arte religioso tradicio-
nal. Podemos encontrar imágenes de todo tipo fabricadas por centenares
en máquinas que tiene como materia base la resina de vidrio, con un perl
iconográco que muchas veces raya en el sentimentalismo y no en una icono-
grafía que inspire a los eles contemplar el misterio representado. ¿Podrá una
de estas imágenes producida en masa alcanzar un valor cultural con el paso
de los tiempos? ¿Cálices o copones de madera fabricados en cientos, podrán
adquirir un valor cultural?
La visión sagrada y cultural de los bienes temporales de la Iglesia.
Es importante recuperar estos dos ejes valorativos en los bienes temporales de
la Iglesia. Por esta razón es importante que conozcamos la importancia que la
Iglesia da, al menos en los documentos magisteriales, a todo ello.
13 Concilio Vaticano II, Constitución sacrosacntumconcilium, 126b.
Regalado, R.M. Los bienes temporales de la iglesia: tesoros sagrados y tesoros culturales . Pág. 137-149.
144
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Ya en la ley especial de protección al patrimonio cultural el Estado reconoce el
valor cultural de los objetos sagrados, que lo han adquirido por su antigüedad
y su historia. En el artículo 3, literal “l”, reconoce como patrimonio cultural
La imaginería, retablos, parafernalía o utilería religiosa de valor histórico.
Existe la legislación eclesiástica y la reexión pastoral en torno a la adminis-
tración de los bienes culturales y sagrados que la Iglesia posee. Me permito
sacar a luz algunos de ellos y citarlos literalmente en sus partes más impor-
tantes:
Lo que los documentos de la Iglesia aportan en el cuidado de los bienes
sagrados y de valor cultural.
Empezamos por un documento importante como es la carta de la Comisión
Ponticia para el Patrimonio Cultural de la Iglesia, con el cual urge a todos
los administradores de patrimonios culturales eclesiásticos a conservarlos y
protegerlos.
El impacto del patrimonio histórico-artístico de la Iglesia en su conjunto del
patrimonio cultural de la humanidad es enorme, tanto por la cantidad y var-
iedad de productos, tanto por la calidad y la belleza de muchos de ellos. Ni
siquiera se puede hablar de las personalidades eminentes que han puesto su
talento al servicio de la Iglesia. Toda vocación artística, de hecho, dan testi-
monio de que el mensaje cristiano a todos los pueblos. Todas las obras de arte
inspiradas en los valores cristianos son una expresión de la espiritualidad
universal y local. Se puede coincidir con la búsqueda religiosa individuo y la
comunidad, llegando, en algunos casos, las formas de armonía total entre el
fruto creativo y espiritual.
La función de ininterrumpida cultural y eclesial que produce esos bienes es el
mejor apoyo para su conservación. Piensa en lo difícil y costoso que la comu-
nidad se convierte en el mantenimiento de las estructuras que han perdido su
propósito original y la complejidad de las decisiones para identificar nuevas.
Además de la “protección de la vida” del patrimonio cultural es importante,
por tanto su “contexto de conservación”, ya que el desarrollo debe entender-
se como un todo, especialmente en lo que respecta a los edificios sagrados,
donde existe la mayor parte del patrimonio histórico-artístico de la Iglesia.
14
14. Comisión Ponticia Para El Patrimonio Cultural De La Iglesia, carta a las necesidades y la urgencia
de inventario catalogación y el patrimonio cultural de la iglesia, ciudad del vaticano, 08 de diciem-
bre 1999. Tomado de http://www.vatican.va/roman_curia/pontical_commissions/pcchc/documents/
rc_com_pcchc_19991208_catalogazione-beni-culturali_it.html
Regalado, R.M. Los bienes temporales de la iglesia: tesoros sagrados y tesoros culturales . Pág. 137-149.
145
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El Código de Derecho canónico sobre la administración y el cuidado de los
bienes temporales dice lo siguiente:
1284
§ 1. Todos los administradores están obligados a cumplir su función con la
diligencia de un buen padre de familia.
§ 2. Deben por tanto:
1 vigilar para que los bienes encomendados a su cuidado no perezcan en
modo alguno ni sufran daño, suscribiendo a tal fin, si fuese necesario, con-
tratos de seguro;
2 cuidar de que la propiedad de los bienes eclesiásticos se asegure por los
modos civilmente válidos;
3 observar las normas canónicas y civiles, las impuestas por el fundador o
donante o por la legítima autoridad, y cuidar sobre todo de que no sobre-
venga daño para la Iglesia por inobservancia de las leyes civiles;
15
Nótese que los administradores deberán buscar asegurar los bienes con con-
tratos de seguros y por modos civilmente válidos. Esto implica apoyarse en
las legítimas autoridades de las normas civiles para lograr una mayor protec-
ción de los bienes, en especial de los patrimonios culturales.
El concilio Vaticano II también urge en conformar comisiones de peritos y
clérigos encargados de la música y el arte sacro, para una acción pastoral
organizada que permita la orientación de los artistas en la creación con con-
tenido teológico y una mejor vivencia de la liturgia en la Iglesia.
46. Además de la Comisión de Sagrada Liturgia se establecerán también en
cada diócesis, dentro de lo posible, comisiones de música y de arte sacro.
Es necesario que estas tres comisiones trabajen en estrecha colaboración, y
aun muchas veces convendrá que se fundan en una sola.
Estás comisiones también velarán por el cuidado del patrimonio cultural,
como principal responsable el ordinario del lugar, es decir el Obispo.
126. Al juzgar las obras de arte, los ordinarios de lugar consulten a la Comis-
ión Diocesana de Arte Sagrado, y si el caso lo requiere, a otras personas muy
15. Código de Derecho Canónico, Título II De la administración de los bienes (Cann. 1273 – 1289).
Regalado, R.M. Los bienes temporales de la iglesia: tesoros sagrados y tesoros culturales . Pág. 137-149.
146
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
entendidas, como también a las Comisiones de que se habla en los artículos
44, 45 y 46.
Vigilen con cuidado los ordinarios para que los objetos sagrados y obras pre-
ciosas, dado que son ornato de la casa de Dios, no se vendan ni se dispersen.
También ordena la formación artística del clero para que posea criterios claros
en su valoración del patrimonio.
129. Los clérigos, mientras estudian losofía y teología, deben ser instruidos
también sobre la historia y evolución del arte sacro y sobre los sanos prin-
cipios en que deben fundarse sus obras, de modo que sepan apreciar y conser-
var los venerables monumentos de la Iglesia y puedan orientar a los artistas
en la ejecución de sus obras.
3.2. Aportes para la buena administración de los bienes sagrados y culturales.
Después de exponer algunos puntos importantes sobre la situación de los bi-
enes culturales y sagrados en la Iglesia quisiera dar algunos aportes en este
campo:
a. Es necesario que la Iglesia y el estado a través de sus ministerios hagan
un buen acuerdo para el cuidado del patrimonio cultura, ya que en nuestro
país es de todos sabido que muchos inescrupulosos asaltan las Iglesias para
vender en el mercado negro el poco patrimonio que nos queda. Es importante
y urge como lo dice la ponticia comisión para el Patrimonio Cultural, y en
este campo se necesita la ayuda de personas expertas. Algunas parroquias
han tenido malas experiencias en años anteriores con las autoridades del Es-
tado encargadas del patrimonio cultural, Basta citar los casos de templos que
para el 2001 quedaron casi destruidos o inhabitables tales como: El Carme
en Santa Tecla y Santiago Apóstol en Tenancingo. Sin embargo, las comu-
nidades parroquiales no pueden construir algo nuevo porque las autoridades
no les permiten, y no pueden repararlo porque tampoco se permite, a tenor
de lo que la ley especial de protección del patrimonio dice en el art. 41: Asi-
mismo, se suspenderá toda obra iniciada y no podrá continuarse sino con la
autorización del Ministerio y bajo la supervisión de delegados de éste. Sin
embargo, la segunda parte de este artículo no se ha cumplido, aun se siguen
esperando a los delegados del Ministerio. No se agilizan trámites o no se dan
soluciones concretas. Mientras tanto los eles siguen celebrando en templos
provisionales. Hay que recordar que no solo son bienes culturales, ante todo
son templos para el culto de los eles a Dios y los eles tienen el derecho
Regalado, R.M. Los bienes temporales de la iglesia: tesoros sagrados y tesoros culturales . Pág. 137-149.
147
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
de utilizarlos como tales. Urge que se haga el esfuerzo por avanzar en este
campo.
b. Tanto autoridades eclesiásticas como civiles deben de reconocer que solo
son administradores porque los bienes temporales de la Iglesia pertenecen al
pueblo católico. Por tanto no deben tomarse decisiones arbitrarias sobre los
patrimonios culturales de la Iglesia sin la previa consulta de los eles y sin
asesorarse de especialistas en el campo .
c. Es necesario iniciar una adecuada educación sobre el patrimonio cultural,
en la valoración de las artes, y en historia de nuestro pueblo, tanto en los eles
como en el clero. Esto ayudaría a que en el país se valorara mejor nuestra
identidad cultural y lo que de ella aún existe en edicios, templos, imágenes,
etc.
d. Es bueno que los párrocos de parroquias que tiene años de fundación, ani-
mado por el concilio Vaticano II, se interesen en la catalogación y el cuidado
de los bienes sagrados y culturales. Esto implica tener alto grado de respon-
sabilidad con el legado que los mismos eles, sacerdotes y obispos han de-
positado en manos de la Iglesia por siglos y que ahora son piezas históricas
y valiosas.
e. Es importante que la Iglesia y el Estado colaboren en proteger el patrimo-
nio cultural religioso y evitar que siga impune el tráco de ilícito de estos .
Es necesario tomar conciencia que estos bienes que son tazados como obje-
tos culturales, tiene un gran valor sagrado para la fe de los eles y deben de
cumplir su objetivo para el cual fueron hechos, que es la veneración de los
eles y no terminar en la vitrina de coleccionistas privados.
Conclusión.
Mucho de lo que ha sucedido en nuestro patrimonio cultural religioso se debe
al gran descuido que la Iglesia y el Estado han tenido. La falta de educación
de los eles además de la cultura post moderna de lo desechable y la pro-
ducción en masa, todos estos son factores que son posibles superarlos en la
medida que la Iglesia y el Estado tomen conciencia que tienen el deber moral
ante los eles de administrar con mucha diligencia estos tesoros que son testi-
monio de la historia cultural, artística y religiosa de nuestro pueblo.
Regalado, R.M. Los bienes temporales de la iglesia: tesoros sagrados y tesoros culturales . Pág. 137-149.
148
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Referencias bibliográcas
Plazaola, J., Historia del arte cristiano, BAC, España 1999.
Herrrera, H., Dimensiones de la cultura bizantina. Arte, poder y legado histórico. Santiago:
Universidad Gabriela Mistral y Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos
Fotios Malleros, Universidad de Chile, 1998.
Fitzurka, C., Religiosidad Popular y espacio sagrado: El ícono en la teología oriental. Teol.
vida [online]. Vol.44, tomado de www.teologiayvida.org. 2003.
Pasztory, E., El arte en Historia Antigua de México, Volumen III: El horizonte postclásico
y algunos aspectos intelectuales de la cultura mesoamericana. 2003.
López, A. La religión, la magia, y la cosmovisión, en Historia Antigua de México, Volu-
men III: El horizonte postclásico y algunos aspectos intelectuales de la cultura mesoameri-
cana. 2002.
Conferencia Episcopal De España, Código de derecho canónico, EDICEPC.B., España
1993.
Vargas Llosa, M., La civilización del espectáculo, Santillana Ediciones Generales, México
2012.
Vera-Pinto, I., Cultura Desechable. http://www.edicioncero.cl/29/07/2012/cultura-desech-
able.html . 2012.
Estos grandes tesoros deben ser resguardados para que sigan cumpliendo su
nalidad de ser obras de arte que animan a la visión de la fe. Es necesario que
la visión cientíca antropológica siempre tenga el respeto de lo que estos ob-
jetos representan para la visión de fe de los eles. Es necesario que la visión
religiosa de los eles respete el valor cultural que mana de los objetos sagra-
dos y que la visión cientíca antropológica les da con sus estudios.
A la base del problema se encuentran las diferencias de visiones, los temores
y las desconanzas; sin embargo, estas dos visiones religiosa y cultural, no
son contrarias sino complementarias pues todo hombre es humano y a la vez
divino. Es cultura y religación. Y esto va tejiendo la historia de los pueblos.
Debemos reconciliar estas dos visiones para salvar lo poco que nos queda de
estos tesoros sagrados para la comunidad cristiana y tesoros culturales para
los pueblos.
Regalado, R.M. Los bienes temporales de la iglesia: tesoros sagrados y tesoros culturales . Pág. 137-149.
149
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Concilio Vaticano II, Constitución sacrosacntum concilium, BAC, España 1991.
Comisión Ponticia Para El Patrimonio Cultural De La Iglesia, carta a las necesidades y
la urgencia de inventario catalogación y el patrimonio cultural de la iglesia, ciudad del
vaticano, 08 de diciembre 1999.
García, T., Dimensión social de tráco ilícito de bienes culturales, en kóot Revista de
museología, año 2 Octubre 2012, N° 3, Museo Universitario de Antropología, Universi-
dad Tecnológica de El Salvador, Tecnoimpresos, SA de CV, El Salvador 2012.
Ley Especial De Proteccion Al Patrimonio Cultural De El Salvador, Decreto Legislativo
Nº: 513, D. Ocial: 98 Tomo: 319, Publicado el 05/26/1993. 1993.
Manzanilla, Linda; López Luján, Leonardo Historia antigua México, vol. III, El horizon-
te posclásico y algunos aspectos intelectuales de las culturas mesoamericanas, México,
INAH, 1995.
Regalado, R.M. Los bienes temporales de la iglesia: tesoros sagrados y tesoros culturales . Pág. 137-149.
150
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Timidez. Técnica mixta, 8.5” x 11”. Rita Araujo. 2013.
151
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
“José Martí en la hora de la integración latinoamericana
y caribeña”.
Conferencia del embajador de la República de Cuba en El Salvador” con motivo
del 160 aniversario del Natalicio de José Martí. Auditorio de la Paz, Universidad
Tecnológica de El Salvador, San Salvador, 28 de enero de 2013
Dr. Cs. Pedro P. Prada
Embajador de la República de Cuba en El Salvador.
Sr. Vicepresidente de la Junta General Universitaria, Lic. Carlos Reynaldo
López Nuila
Sra. Vicerectora de Investigaciones, Lic. Noris López Guevara. Querido Dr.
Ramón Rivas, Director del Museo Universitario de Antropología. Estimadas
autoridades universitarias, profesores del claustro y alumnos.
Distinguidos invitados
Amigos todos.
Pido ante todo transmitir un afectuoso saludo a nuestro amigo, el Dr. José
Mauricio Loucel, Presidente de la Junta General Universitaria, a quien
debemos este feliz encuentro. Igualmente, ruego saludar al Sr. Rector, Ing.
Nelson Zárate.
Agradezco profundamente a la Universidad Tecnológica de El Salvador la
decisión de acoger hoy, 28 de enero de 2013, este evento dedicado a rendir
tributo a un ser humano excepcional y a sus ideas; que nació en Cuba, vivió,
padeció y murió por ella, pero cuyo legado pertenece por derecho propio
a todos los pueblos de Nuestra América y a la humanidad entera, a la que
declaró como su Patria.
José Martí, nació una mañana como la de hoy, hace 160 años, casi a esta
misma hora, en medio de una Cuba esclava, donde el colonialismo español
había concentrado todo el poderío que jamás tuvo disperso en el continente.
Cuando las naciones de América eran ya repúblicas independientes, Cuba
quedaba como baldón de aquella época, y no como la joya más preciada de la
Prada, P.P. José Martí en la hora de la integración latinoamericana y caribeña. Pág. 151-159.
152
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
corona, según la querían hacer ver.
Martí creció en medio de una intensa agitación política, entre una dolorosa
pugna de ideas, donde el realismo peninsular de unos, el reformismo de otros
y el anexionismo al nuevo Imperio que nacía frente a nuestras cosas se en-
frentaban entre sí y todos contra los primeros brotes independentistas.
Un presbítero criollo, Don Félix Varela, se atrevió a decirles en la cara a los
diputados de las cortes de Cádiz, que un pueblo nuevo había nacido en la
mayor de las Antillas y que merecía, como todos, el derecho a elegir su propio
destino.
Frente al oscurantismo colonial, los seguidores de Varela instaban a con-
struir el pensamiento nacional a través de una síntesis de la cultura occidental
que incluía ya al Libertador Simón Bolívar, pero que proponía hacerlo desde
una ruptura con la tradición
losóca de la época: “Todas las escuelas y ninguna escuela, he ahí la es-
cuela; todos los métodos y ningún método; he ahí el método”.
1
Lo que muchos no pudieron descubrir —o no quisieron— fue que el nuevo
método electivo se fundamentaba en la ética y la justicia, resumiendo lo me-
jor de la tradición judeocristiana y africana en que se erigía la cultura cubana.
Uno de los discípulos de Varela, el padre José de la Luz y Caballero, lo proc-
lamaba así: “Antes quisiera yo ver desplomadas, no digo las instituciones de
los hombres, sino las estrellas todas del rmamento, que ver caer del pecho
humano el sentimiento de la justicia, ese sol del mundo moral”
2
Lo que otros tampoco advirtieron casi cien años después, cuando en Cuba
triunfaba una revolución socialista, fue que esa había sido precisamente la
escuela de Marx que además inspiraba a los revolucionarios cubanos: todos
los métodos y ningún método, toda la justicia, toda la moral y la dignidad
humanas.
De ahí que para los cubanos la opción teleológica haya sido desde entonces
bien clara: ni más colonialismo, ni nunca anexión, ni mucho menos reforma:
¡revolución!, siempre revolución radical, profunda y amplia.
1. J. de la Luz y Caballero, Aforismo 76.1874. En, Internet: http://www.josemarti.info/articulos/mar-
ti_socialismo.html
2. Aforismo, diciembre de 1861. En Internet: http://www.josemarti.info/articulos/marti_socialismo.
html
Prada, P.P. José Martí en la hora de la integración latinoamericana y caribeña. Pág. 151-159.
153
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
En la historia de Cuba el espíritu revolucionario —del que José Martí y Fidel
Castro han sido paradigmas—, es creador; el reformista es crítico y descrip-
tivo. Frente a lo aparente imposible el primero revela (o construye) la posibi-
lidad latente, mientras que el segundo cae abrumado y vencido. Uno acepta
“lo posible” como el límite de toda actividad política; el otro descubre nuevas
posibilidades en el territorio de “lo imposible”. En palabras de Martí, el revo-
lucionario vuela como el cóndor, y el reformista—falto de fe en el ser humano
y en la posibilidad de construir mundos mejores, y deseoso de conservar
su pequeño “rancho”—, “insectea” por lo concreto
3
.
La idea de contribuir desde las Antillas a la construcción de una gran nación
americana —entendida como la que se extiende desde la frontera del río Bra-
vo, en el norte de México, hasta los connes de la Patagonia—, y que esa
nación contribuyera al “equilibrio aún vacilante del mundo”
4
es una de las
visiones más revolucionarias de todo el legado martiano.
No debe olvidarse que deportado de su Patria por el régimen colonial español,
el antiesclavista adolescente Pepe Martí, madura como joven entre las con-
mociones de la caída de Isabel II y el advenimiento de la restauración; anda
luego de paria por las tierras de nuestra región: recorre Venezuela, México
y Centroamérica donde ausculta el doloroso pasado del indio; sirve como
diplomático y cónsul a la Argentina, a Uruguay y a Paraguay y constata en
el ejercicio los delicados hilos del poder y las relaciones entre países; se
cartea con amigos ecuatorianos y colombianos para intercambiar experi-
encias y pasiones libertarias; alterna con dominicanos y haitianos que
ya comienzan a sufrir el avance del neocolonialismo económico; padece con
jamaiquinos que aún deben pleitesía a la poderosa Albión; conspira con puer-
torriqueños, hermanos del mismo dolor; ¡conoce a fondo y como nadie a los
nacientes Estados Unidos! Y, mientras aprende la universalidad de la identi-
dad humana, bebe de todos el magisterio de la americanidad propia, que le
lleva a construir su radical ideología nuestramericana.
Esta singular visión sintetiza una comprensión dialéctica novedosa de la re-
lación entre la tradición y la modernidad, entre lo propio y lo ajeno, entre el
3. E. Ubieta: «Este libro es, declaradamente, polémico» Entrevista con Cuba Sí. En Internet: http://
www.cubasi.cu/index.php?option=com_k2&view=item&id=3692:exclusiva -enrique-ubieta-este-li-
bro-es-declaradamente- polemico.
4. Paráfrasis de una cita de José Martí, en O.C. t. 20, p. 162, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
1976.
Prada, P.P. José Martí en la hora de la integración latinoamericana y caribeña. Pág. 151-159.
154
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
ser y el deber ser, que no se plantea como vuelta al pasado, ni como enclaus-
tramiento en una otredad ajena, y mucho menos como aislamiento de lo que
acontece a su alrededor. Recuérdense las palabras con que inicia su capital
ensayo Nuestra América: “Cree el aldeano vanidosoque el mundo entero es
su aldea…”
5
. Por lo contrario, Martí nos pide injertar en nuestras repúblicas
el mundo; y que a la vez, el tronco sea el de nuestras repúblicas
6
.
Miremos solo a esta Centroamérica que amamos tanto como nos duele: José
Martí, que tuvo la oportunidad de conocerla y como parte de el aprendizaje,
descubrir a su paladín unionista, el general Francisco Morazán que fue su-
perado por quienes dejaron de creer en ese tronco, dejo escritas palabras
inolvidables y angustiosas de aquella epopeya:
“La Independencia proclamada con la ayuda de las autoridades españolas,
no fue más que nominal, y no conmovió a las clases populares, no alteró la
esencia de esos pueblos; la pureza, la negligencia, la incuria, el fanatismo
religioso, los pequeños rencores de las ciudades vecinas: solo la forma fue
alterada. Un genio poderoso, un estratega, un orador, un verdadero estadista,
el único quizás que haya producido la América Central, el general Morazán,
quiso forticar a esos débiles países, unir lo que los españoles habían de-
sunido, hacer de esos cinco Estados pequeños y enfermizos
una República Imponente y dichosa…”
7
.
Por ello, Martí también asume para su proyecto latinoamericanista y antim-
perialista el ideal morazanista. Y para tal tarea, junto al ejemplo y legado de
Bolívar, el líder cubano se plantea la necesidad de: “Resucitar de la tumba de
Morazán a Centroamérica”
8
y completar la hazaña inconclusa por la corrup-
ción del poder recién estrenado.
Como ocurrió en Centroamérica, hay en toda la historia posterior a
las luchas independentistas en nuestra región, de las cuales acabamos
de conmemorar sus bicentenarios, un denominador común, en el que
las élites se apropiaron de la independencia adquirida y la usufructua-
ron como patrimonio, transformando a las antiguas naciones esclavas o
vasallas del Virrey colonial, dizque “independientes, libres y soberanas”, en
estados clientes del capital empoderado, que recién comenzaba a “unirse” y
globalizarse.
5 J. Martí, Nuestra América. En O.C. t. 6. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
6 Idem.
7 J. Marti. Notas sobre Centroamérica. En O.C. t. 19. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
8 Idem.
Prada, P.P. José Martí en la hora de la integración latinoamericana y caribeña. Pág. 151-159.
155
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Rodrigo Carazo, un centroamericano lúcido y martiano, advirtió en forma
temprana las peligrosas consecuencias de esa “unidad” del dinero. Decía: “En
épocas pasadas una nación creaba un imperio mediante el dominio de las
armas. Ahora los emperadores son los dueños del dinero y de las entidades
internacionales que lo manejan. Un solo imperio, de naturaleza planetaria,
se ha conformado bajo el dominio del dinero manejado por poderosas
personas y entes que rigen el destino general, personas y entes que cuentan en
cada una de las naciones con hombres serviles e interesados que —cual mod-
ernos virreyes nancieros— manejan todo a gusto de los dueños del mundo,
en cada uno de los países, a cambio del dominio en cada corralito —grande o
pequeño— en el que tales procónsules se consideran amos. El esquema
es casi perfecto… se ha adueñado de la prensa, de los “economistas”, de los
políticos y hasta de los pobres. A todos se ha logrado convencer de que no
existen alternativas a lo que ellos predican y hacen. Según esa concepción,
quien opina contra esas tesis es un conservador y un ignorante. Lo moderno,
lo eciente, lo prometedor, lo que nos dará el despegue y el desarrollo... es lo
que ellos dicen”
9
.
Para sostenerse, sostiene el costarricense, el imperio demanda de nosotros
actitudes pasivas, de sometimiento y de negación de nuestra viabilidad
económica, nos conduce al entreguismo, a la renuncia de la soberanía y a la
corrupción consistente en recibir dinero a cambio de inconfesables re-
nuncias y vergonzosas concesiones. ¿Vale realmente la pena insistir en esa
alianza que hoy no reproduce ganancias, sino crisis?
Frente a ello, tenemos una alternativa: la integración bolivariana, mora-
zanista y martiana. Nuestra integración, debe ser un proceso de fortaleci-
miento colectivo de las independencias nacionales, lo cual redundaría en la
consolidación de una independencia común e interdependiente: dejaríamos
de ser varassueltas quebradizas y nos fundiríamos en un haz indestructible de
naciones, como aparecen concebidos nuestros pueblos en muchos de nuestros
escudos nacionales; un haz que fomente el intercambio justo y solidario, y
que combata la depredación económica y la competencia feroz a que nos em-
pujan.
Nuestros países deberían mirar al interés regional y al bien común, fortaleci-
endo su actuación multilateral regional frente a hechos extrarregionales,
9 R. Carazo. Necesidad de un nuevo modelo. Disertación en la Segunda Con ferencia Internacional por
el Equilibrio del Mundo. Multimedia CD-ROM. La Habana, 28 al 30 de enero de 2008.
Prada, P.P. José Martí en la hora de la integración latinoamericana y caribeña. Pág. 151-159.
156
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
aislados e incluso, frente a los individuales sin trascendencia. La integración
económica y social, esa que preconizan la CELAC, UNASUR y la Alianza
Bolivariana para los pueblos de Nuestra América, puede fortalecer la via-
bilidad política de nuestras naciones, si priman la justicia social, la distri-
bución racional, equitativa y justa de la riqueza y si cada día fueran más los
actores de las grandes mayorías nacionales participantes en el desarrollo
de un aparato productivo y de servicios que, al tiempo que se sirve de forma
responsable de las inmensas riquezas naturales de la región, convive armonio-
samente con la Madre Tierra, generando bienestar popular y paz social.
Necesitamos sociedades estables, para lo cual será necesario desterrar de
nuestras fronteras las crisis cíclicas, la recesión, la postración y la imposición
de pactos rapaces por los organismos nancieros internacionales, a la vez
que unidos podremos defender mejor derechos ante nuestros acreedores y
precios justos a nuestras exportaciones. De esa manera, lograremos que el
bien común sea el objetivo de la integración, y no el benecio de unos pocos.
La unión ha de ser de pueblos libres, por tanto, cultos, y sin temor a esos “is-
mos” con que se nos ha querido a veces encasillar y nos han aprisionado en
las disputas de superpoderes. Para ello es indispensable colocar la educación,
la ciencia, el desarrollo tecnológico y la cultura a la cabeza de las transforma-
ciones, no solo para hacer cumplir el derecho de formar mujeres y hombres
instruidos, sino para que sean cultos y conscientes, con voluntad y pensa-
miento propios, comprometidos con sus sociedades y con el gran proyecto
emancipador de la Patria común y grande.
La preocupación de los centros de poder mundial con una América Latina
y un Caribe unidos, participando conjuntamente en la arena internacional,
capaces de negociar con la fortaleza necesaria para defender sus intereses
comunes, acaba de ser puesta a prueba en Santiago de Chile, durante la I
Cumbre de la CELAC. La Europa decadente y en crisis no renuncia a su
pasado y trata de colocar a la región como garante de la recuperación de su
ofensivo y despilfarrador modo de vida. Ya lo hicieron antes los Estados
Unidos, cuando intentaron enyuntar a nuestros pueblos al carro devorador del
ALCA. Nunca ha de olvidarse aquella batalla tremenda de Mar del Plata, en
el año 2005. Como nunca debe olvidarse que en el centro de toda esta batalla
estamos nosotros, los ciudadanos de Nuestra América, y nuestra rica y diversa
espiritualidad.
Prada, P.P. José Martí en la hora de la integración latinoamericana y caribeña. Pág. 151-159.
157
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Por eso Martí, con su carga de eticidad e idealismo, tiene mucho que enseñar-
nos aún sobre nuestros desafíos actuales. “La contradicción, dijo, no está en-
tre civilización y barbarie, sino entre falsa erudición y naturaleza. Así, cuando
la cultura se corresponde con intentos de dominación es falsa erudición y por
consiguiente agrede a la propia naturaleza, y en cambio cuando se identica
con el ideal de liberación, se revela como una segunda naturaleza genuina-
mente humana. En la cultura, situada en el sistema nervioso central de las civ-
ilizaciones, hacen síntesis los elementos necesarios para la acción, el funcio-
namiento y la generación de la vida social de forma cada vez más amplia”
10
.
Al desarrollar esa visión del Apóstol, el cubano Armando Hart ha apuntado
que “Las alternativas de un progreso económico estable han fracasado en di-
versos proyectos, porque se subestimó el factor humano y la compleja trama
de relaciones, creencias y valores que se hallan en la médula de la cultura. Se
está produciendo objetivamente un proceso de internacionalización de las
relaciones económicas de dimensión y consecuencias insospechadas, y con
problemas innitamente más complejos a los enfrentados hasta aquí por la
humanidad”.
Y añadía, “No podemos aceptar pasivamente que las tendencias homoge-
neizadoras de la llamada globalización, pisoteen los más elevados valores de
la tradición espiritual presentes en el tejido de nuestras naciones; ni permitir
que la tradición cultural y las más elaboradas creaciones jurídicas y políticas
con sus realizaciones democráticas se destruyan”.
“Aceptamosel desafío impuesto por las actuales relacioneseconómicas inter-
nacionales, pero ello presupone principios éticos y culturales sobre el funda-
mento de lo enunciado por el Benemérito de América, Don Benito Juárez, cu-
ando armó: “el respeto al derecho ajeno es la paz”, sólo así defenderemos a
la humanidad de la debacle, a los pobres de la miseria y a la tierra misma
del desastre ecológico denunciado por la comunidad cientíca internacional.
La única forma de contribuir a la paz de manera estable y duradera, consiste
en situar la bandera de la democracia, el respeto a los valores universales de
la cultura y a los principios del sistema de derecho internacional en el centro
de nuestro empeño”
11
.
10 J. Martí. Nuestra América, en O.C. t. 6. Editorial de Ciencias sociales, La Habana, 1975.
11. A. Hart. Conferencia Magistral en la Segunda Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mun-
do. CD -ROM. La Habana, 28 al 30 de enero de 2008.
Prada, P.P. José Martí en la hora de la integración latinoamericana y caribeña. Pág. 151-159.
158
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Y algo más agregar, a fuer de ser absolutamente leal a las ideas de Martí.
Debo necesariamente referirme a su temprana premonición —presen-
te también en Bolívar mucho antes— del incierto destino que esperaba a
nuestras repúblicas a la vera de un vecino poderoso y voraz que las desdeña
y codicia. Como se sabe, el Apóstol vivió en los Estados Unidos las dos
últimas décadas del siglo XIX y estudió profundamente ese país. Sin em-
bargo, se mantuvo el a la tradición intelectual cubana y latinoamericana y
esas ideas sirvieron como antecedente a su pensamiento antiimperialista
y universal. Como apunta Hart, es, de seguro, la personalidad que con mayor
rigor conoció el ascenso del imperialismo yanqui en los tiempos anteriores a
su acta de nacimiento internacional en 1898 con la intervención norteameri-
cana en la guerra de Cuba contra España.
El antiimperialismo martiano no es, en modo alguno, sinónimo de anti-
norteamericanismo, pues Martí nos enseñó a amar tanto a la patria de Lincoln,
como a temerle a la de Cutting. “Gran pueblo es éste, decía, y el único donde
el hombre puede serlo; pero a fuerza de enorgullecerse de su prosperidad...
cae en un pigmeísmo moral, en un envanecimiento del juicio, en una culpable
adoración de todo éxito”
12
.
No olvidemos con Martí que “Ni pueblos ni hombres respetan a quien no se
hace respetar. Cuando se vive en un pueblo que por tradición nos desdeña y
codicia, que en sus periódicos y libros nos befa y achica, que, en la más justa
de sus historias y en el más puro de sus hombres nos tiene como a gente jojota
y femenil que de un budo se va a venir a tierra; cuando se vive, y se ha de
seguir viviendo, frente a frente a un país que, por sus lecturas tradicionales y
erróneas, por el robo fácil de una buena parte de México, por su preocupación
contra las razas mestizas, y por el carácter cesáreo y rapaz que en la con-
quista y el lujo ha ido creando, es de deber continuo y de necesidad urgente
erguirse cada vez que haya justicia u ocasión, a n de irle mudando
el pensamiento, y mover a respeto y cariño a los que no podremos contener
ni desviar, si, aprovechando a tiempo lo poco que les queda en el alma de
república, no nos les mostramos como somos. Ellos, celosos de su libertad,
nos despreciarían si no nos mostrásemos celosos de la nuestra. Ellos, que nos
creen inermes, deben vernos a toda hora prontos y viriles. Hombres y pueblos
van por este mundo hincando el dedo en la carne ajena a ver si es blanda o
12. J. Martí, Placeres y problemas de setiembre. En OC. t. 10, p. 299. Editorial de Ciencias Sociales,
La Habana, 1975.
Prada, P.P. José Martí en la hora de la integración latinoamericana y caribeña. Pág. 151-159.
159
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
si resiste, y hay que poner la carne dura, de modo que eche afuera los dedos
atrevidos”
13
Desde esa óptica, América Latina y el Caribe disponen hoy de las
herramientas morales, históricas, políticas, socioeconómicas y culturales
necesarias para que triunfen el mejoramiento humano, la vida futura y la
utilidad de la virtud en las que Martí creía profundamente. “La felicidad, solía
repetir, existe sobre la tierra; y se la conquista con el ejercicio prudente de la
razón, el conocimiento de la armonía del universo, y la práctica constante de
la generosidad”
14
. Pero también, insisto, cuando se rinde culto al conocimien-
to, como única forma de liberación del ser humano.
Por eso, al despedirme de esta respetada Alma Máter salvadoreña, de sus edu-
cadores y educandos esforzados, lo hago con una exhortación que porta
toda la fuerza salvadora martiana, imprescindible para alentar a la conquista
de las alturas, a construir hoy la integración de Nuestra América: “Preser-
vad la imaginación, hermana del corazón, fuente amplia y dichosa. Los
pueblos que perduran en la historia son los
pueblos imaginativos”
15
.
Perduraremos y venceremos. Muchas gracias.
13. J. Martí, Vindicación de Cuba. En OC. t. 1. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
14. J. Martí. Maestros Ambulantes. En OC. t. 8 p. 289. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
15. Ídem.
Prada, P.P. José Martí en la hora de la integración latinoamericana y caribeña. Pág. 151-159.
160
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Libertad. Técnica digital, 8.5” x 11”. Rita Araujo. 2013.
161
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Museo Universitario de Antropología, MUA
Qué es el MUA
El Museo Universitario de Antropología, MUA, es una institución dedicada a
la difusión del pensamiento cientíco antropológico y del patrimonio cultural
salvadoreño, así como a su conservación. Esto se reeja en las colecciones
que se presentan en sus salas de exhibición permanentes y la temporal y,
además, en las muchas actividades culturales que se realizan según su pro-
gramación.
Objetivo del MUA
El Museo Universitario de Antropología tiene como objetivo principal pro-
mover un espacio cultural permanente para la adquisición de conocimientos
estéticos y valores de conservación, que contribuyan a la formación profesio-
nal de la población universitaria y del público en general y su sensibilización
ante estos fenómenos, impulsando actividades de promoción de los insumos
necesarios para la generación de investigaciones de carácter antropológico e
histórico, con el único propósito de desarrollar y difundir la cultura del país.
Qué es lo que hace el MUA
Difunde, por medio de exposiciones permanentes y algunas temporales, las
diferentes y variadas expresiones tangibles de la cultura salvadoreña.
Investigar, desarrollar y difundir el acervo antropológico del país de una
manera integral, hacia el interior de la comunidad universitaria y del publi-
co en general.
Genera actividades académicas concretas en la forma de conferencias, se-
minarios, talleres, presentaciones de libros, ciclos de cine, foros, investiga-
ciones antropológicas y arqueológicas y otros, con el único n de educar y
sensibilizar a la comunidad universitaria y público en general.
Conserva el patrimonio cultural.
162
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Salas de exhibición que conforman el MUA
Para una mejor comprensión, el MUA está distribuido en cinco salas de exhi-
bición permanente, conceptualizadas así:
Sala que presenta la persistencia del pasado y la etnografía salvadoreña.
Sala dedicada como tributo al cantaautor nacional don Francisco Antonio
Lara Hernández, mejor conocido como Pancho Lara.
Sala “Instrumentos tradicionales de producción agrícola”.
Sala “Las migraciones”.
Sala de exhibiciones temporales.
Auditórium de usos múltiples.
Servicio de guías
Hay cinco estudiantes de antropología que, con previa cita por parte de los
interesados en visitar el museo, ofrecen los servicios de guía. El recorrido es
de una hora y quince minutos.
Ubicación del museo en la ciudad de San Salvador
Calle Arce y 17ª. Av. Norte, No. 1006,
San Salvador, El Salvador, C. A.
Tels. (503) 2275-8836 y (503) 2275-8837
Fax. (503) 2271-4764
E-mail: museo_utec@yahoo.com
163
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Horarios del MUA
Lunes:
Cerrado por mantenimiento
De martes a viernes:
de 9:00 a.m a 11:30 a.m.
de 3:00 p.m a 5:30 p.m
Sábado:
de 9:00 a.m a 11:30 a.m.
(NOTA: Los grupos no deben exceder los cien estudiantes; y durante la visita
serán distribuidos en las diferentes salas de exhibiciones que conforman el MUA.)
164
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Catálogos de las exposiciones del Museo
Universitario de Antropología, MUA
Panteón Postclásico
Del 17 de octubre al 17 de noviembre de 2012.
165
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Gente, tradiciones y momentos en la fotografía de
Antonio Herrera Palacios. Fotografía
Antonio Herrera Palacios
Del 25 de enero al 13 de abril de 2013.
166
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
El Impresionismo en la plásticad de David Smokler
David Smokler
Del 25 de abril al 22 de junio de 2013.
167
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Autores
Melissa Regina Campos Solórzano:
Licenciada en Antropología por la Universidad Tecnológica de El Salvador y Mas-
ter en Patrimonio Cultural y Territorio por la Ponticia Universidad Javeriana, Bo-
gotá, Colombia.
Contacto: melissa.campos@utec.edu.sv
Francisco Roberto Gallardo Mejía:
Licenciado en Arqueología por la Universidad Tecnológica de El Salvador y Master
en Arqueología por la Universidad de Colorado, USA.
Contacto: rogallardo81@yahoo.com
Carlos René García Escobar:
Antropólogo y docente, Catedrático emérito por la Universidad San Carlos de Guatemala.
Contacto: Escuela de Historia, USAC.
Miguel Lisbona Guillén
Antropólogo e investigador de PROIMMSE-IIA, Universidad Nacional Autónoma
de México.
Contacto: mlisbonagc@hotmail.com
William R. Fowler
Profesor asociado del departamento de Antropología de la Universidad de Vander-
bilt, Nashville, TN, 37235. USA.
Contacto: William.r.fowler@gmail.com
Eugenia Zavaleta Lemus
Estudiante egresada de Antropología de la Universidad de El Salvador.
Contacto: eu.zavaleta@gmail.com
Roque Marcelino Regalado
Presbítero diocesano, tiene un profesorado en teología pastoral por la Universidad
Don Bosco. 2009. Es cura párroco de La parroquia Nuestra Señora Reina de Los
Mártires en el Municipio de Quezaltepeque, La Libertad
Contacto: roque_regalad@yahoo.es
Pedro P. Prada
Embajador de la República de Cuba en El Salvador.
Contacto: opolitica2@sv.embacuba.cu
168
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE EL SALVADOR
MUSEO UNIVERSITARIO DE ANTROPOLOGÍA, MUA
PIEZA DEL MES DE
JUNIO DE 2013
Nombre del bien: vasija policroma
Categoría: arqueológica
Material: cerámico
Grupo / Tipo: arambala
perteneciente a la fase Payu
DESCRIPCIÓN:
La imagen superior muestra el estado en que los arqueólogos descubren los artefactos
culturales bajo tierra, mediante la investigación cientíca rigurosa que incluye exca-
vaciones de campo.
Posteriormente al hallazgo arqueológico, los artefactos usualmente pasan por un proceso
de conservación y restauración realizada por especialistas, quienes se encargan de
decidir el mejor tratamiento que se debe seguir, procurando ser lo menos invasivos
o agresivos con el objeto.
El n de aplicar procesos de conservación y restauración es, por un lado, devolver
la visibilidad de los diseños, colores, texturas, materiales y formas con que fueron
creados originalmente los artefactos, de modo que sea posible para los arqueólogos
y otros estudiosos hacer una descripción e interpretación que ayude a resolver cómo
y para qué hacían los grupos humanos algunas cosas, y, desde luego, para su disfrute
como parte fundamental dentro las exposiciones en el museo. Por otro lado, el n
quizá más importante es el de reducir los posibles riesgos producidos por la
humedad, fragmentación, hongos (entre otros factores) que amenazan la preservación
de los artefactos culturales para el futuro.
Periodo: clásico tardío (siglos VIII-X d.C.)
Dimensiones:
Alto: 14.5 cm
Diámetro máximo: 15.5 cm
Diámetro de boca: 11.9 cm
169
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
CONVOCATORIAS Y REQUISITOS PARA LA PUBLICACIÓN
DE ARTÍCULOS DE LA REVISTA
KÓOT,
UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE EL SALVADOR
Indicaciones para autores Kóot - Publicación Universidad Tecnológica de El
Salvador
Dr. Ramón D. Rivas, e mail: ramon.rivas@utec.edu.sv
CRITERIOS GENERALES PARA LA ACEPTACIÓN DE ARTÍCULOS
El Consejo Editorial de KÓOT invita a: investigadores, docentes- investiga-
dores, estudiantes y personal administrativos a que participen activamente
con sus aportes; pueden además participar como autores de artículos de la
revista, profesionales de Museología, Antropología, Historia, Arqueología,
Lingüística y Arquitectura.
La opinión expresada por los autores son de su exclusiva responsabilidad.
La Revista KÓOT, se reserva todos los derechos legales de reproducción.
Los artículos que reciben deben ser originales e inéditos, por lo que no deben
ser publicados total o parcialmente en otra publicaciones en período previo
a la publicación del mismo en esta revista. La presentación y publicación en
fecha posterior será posible con previa autorización del editor y del autor del
artículo.
La recepción de los trabajos no implican obligación de publicarlo, ni compro-
miso con respecto a la fecha de su aparición.
ENVIO DEL ARTÍCULO
Cada artículo debe contener:
• Título, subtitulo (si lo requiere);
• Nombre, títulos del autor, liación institucional (si lo requiere), correo elec-
trónico.
• Resumen del contenido (entre 10 a 15 líneas);
• Un ítem con expresiones y palabras claves (cinco a ocho términos);
• Introducción y desarrollo.
• Conclusiones tácitas o explicitas
• Bibliografía completa
• Notas marginales
170
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Para tener presente:
Los artículos que se envíen a la revista “KÓOT” deben ser redactados según
normas Estandarizadas (ISO, UNE, APA).
Los trabajos deben ser enviados en Word (en dispositivos de almacenamien-
tos válido o vía e-mail) a:
ramondrivas@hotmail.com
UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE EL SALVADOR
MUSEO UNIVERSITARIO DE ANTROPOLOGÍA
Calle Arce y 17 Avenida norte, Edicio Anastasio Aquino Nº. 1006,
San Salvador.
Se recomienda al autor conservar copia de todo material enviado, pues la
revista no se responsabiliza por daños o pérdidas.
Recomendaciones especiales para el autor
1. Debe tener claridad, solidez y sustento bibliográco suciente.
2. Enviar adjunto o al nal del artículo, un resumen de vida
3. El nombre que aparecerá en la publicación será la expresada en el artículo.
4. En el caso de utilizar imágenes como grácos, fotografías o ilustraciones;
estás deberán ser originales (si las tienen), para obtener calidad al imprimir,
si son tomadas de algún texto o sitio web, deberán colocarse su procedencias.
En el caso que el autor requiera imágenes de apoyo, el asegurará también el
pleno logro del objetivo del escrito.
5. Ni la Universidad, ni el Comité Editorial se compromete con los juicios
emitidos por los autores de los artículos. Cada escritor asume la responsabili-
dad frente a sus puntos de vista y opiniones.
6. El Comité Editorial se reserva el derecho de revisar cada artículo, y remitir-
lo a árbitros, para garantizar su calidad, y si es el caso, sugerir modicacio-
nes. Igualmente puede rechazar aquéllos que no se ajustan a las condiciones
exigidas.
7. Las citas a pie de página se numeran correlativamente, y deberán estar es-
tandarizados por cualquiera de las normas antes mencionadas.
8. La bibliografía se incluirá al nal del trabajo, ordenándola alfabéticamente
por el autor.
IDIOMA
La revista publica material fundamentalmente en español con los respectivos
resúmenes en español e ingles.
171
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
DEREHOS DE REPRODUCCIÓN
Cada artículo se acompañara de una carta del autor principal especicando
que los materiales son inéditos y que no se presentarán a ningún otro medio
antes de conocer la decisión de la revista. El Autor debe de adjuntar una
declaración rmada indicando que tipo de derecho presenta su artículo, re-
cordando que la universidad sugiere utilizar el tipo libre acceso; sin olvidar
mencionar la fuente. Los derechos de reproducción son propiedad exclusiva
de la Revista KÓOT.
EXTENSIÓN Y PRESENTACIÓN
El artículo completo no excederá de 30 páginas tamaño carta, escritas a doble
espacio, sin espacios adicionales entre párrafos y entre títulos, en letra tipo
“Arial” y de tamaño 10; con márgenes derechos de 3 centímetros, y márgenes
superior e inferior de 4 centímetros, las páginas se enumerarán sucesivamente
y el original debe ser acompañado de una copia de buena calidad.
TÍTULOS Y AUTORES
Se recomienda pensar en títulos que convoque al lector y que tengan plena
relación con el tema, limitándose a 10 palabras y no exceder de quince. El
contenido debe describirse en forma especíca, clara y concisa, evitar los
títulos demasiados generales.
Inmediatamente debajo del título se anotará el nombre y apellido de cada au-
tor, En notas al pie de página se indicará la Institución donde trabaja cada uno,
los títulos académicos y cargos ocupados; vale aclarar que al resultar dicho
artículo seleccionado para ser publicado, estos datos solicitados aparecerán
relacionados al nal de la revista con el título de “Colaboradores”. Es preciso
proporcionar la dirección postal del autor principal para responder la corre-
spondencia relativa al artículo, o indicar otra dirección donde puede llegar un
servicio de mensajería comercial o dirección electrónica.
RESUMEN DE PALABRAS CLAVES
Cada artículo se acompañará del resumen en el idioma en que esté escrito,
además del resumen en español y uno en inglés, no superior a 200 palabras;
para el caso de artículos derivados de investigación, el resumen debe indi-
car claramente: 1. Objetivos de estudio; 2. Lugar y fecha de realización; 3.
Metodología básica; 4. Resultados principales con interpretación estadísticas
y 5. Conclusiones principales.
172
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
Hacer hincapié en los aspectos nuevos y relevantes. Para artículos diferentes
a investigación, el resumen debe contener información relacionada con los
objetivos, la metodología en la cual se apoya, síntesis de la tesis principal, la
interpretación académica, los resultados (si los hubiere) y las conclusiones.
No incluirá ninguna información o conclusión que no aparezca en el texto.
No debe incluir abreviaturas, remisiones de texto principal o referencias bib-
liográcas.
El resumen deberá permitir a los lectores conocer el contenido del artículo y
decidir si les interesa leer el texto completo. De hecho, es la única parte del
artículo que se incluye, además del título, en los sistemas de difusión de in-
formación bibliográca.
Después del resumen se describen de tres a cinco palabras claves para nes
de indización.
CUERPO DEL ARTÍCULO
Los trabajos que exponen investigaciones o estudios por lo general, se dividen
en los siguientes apartados, correspondientes al formato IMRYD: Introduc-
ción, materiales y métodos, resultados y discusión. Los trabajos de actual-
ización, reexión y revisión bibliográca suelen requerir otros títulos y subtí-
tulos acordes con el contenido.
NOTAS AL PIE
Estas deberán ser de acuerdo a la misma norma estandarizadas con que traba-
jen las referencias bibliográcas, debido a que se realizan para identicar la
jación (institución y departamento) y dirección de los autores, algunas fuen-
tes de información inéditas y dar explicaciones marginales que interrumpen
el ujo natural del texto. Su uso debe ser limitado.