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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2019 AÑO 9, n.º 10, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Trocas, León. Reseña de Mariona...vivir allí.
Págs. 228-233.
De ahí que la obra, como se apunta en la introducción, es un testimonio de un tal
zutano, que cuenta que cierta noche tuvo una larga pesadilla, que según él lo que
soñó en verdad sucedió, teniendo presente que de «lo que se puede llegar a vivir
en la a veces cruel realidad de la existencia —llámese Mariona o de cualquier
otra forma— (…), cuando la desgracia ha pasado, no queda nada más que vagas
imágenes mentales y sensaciones de lo entonces vivido». Valga decir que de lo
que se da el testimonio en verdad sucedió.
Un hombre —zutano—, de 62 años de edad, y su hijo mayor —mengano—,
de 38, fueron acusados sin ninguna prueba, razón o testigo de violación y
agresión sexual en contra de una abuela (60), por aquel, y de su nieta (11), por
este, teniendo que sufrir pocos días menos que seis meses del 2010 como viles
delincuentes en Mariona. Fue como a las tres de la madrugada del miércoles 16
de junio de ese año que, con su arresto, empezó su calvario, el de su familia y el
de sus amigos, como recoge el relato.
El propósito de escribir estas líneas es destacar tres fases que se experimentan
cuando se pierde la libertad civil al ser encarcelados, sin importar las
circunstancias, aunque hay algunas excepciones; son las que el neurólogo y
psiquiatra austriaco Viktor Emil Frankl (1905-1997), sobreviviente de varios
campos de concentración nazis, menciona en su libro El hombre en busca
de sentido: la fase que sigue al internamiento, la de la auténtica vida en
el campo y la que sigue a su liberación (p. 18); se añaden el momento de la
captura y el del juicio que denirá el futuro del detenido; y algunos otros, que
resultan secundarios.
En los penales, como Mariona, se vive en un «mundo paralelo» al normal. En
el relato se mencionan muchas de las emociones y necesidades naturales de los
reos, que también vivimos todos los seres humanos, que día a día se maniestan
en un sinfín de situaciones, pero se puntualizan los sueños, el futuro, la
religiosidad, el arte y el buen humor; y nalmente «el desenlace de la vaina»:
cómo salieron zutano y mengano.
Es de destacar que los imputados tenían su propia fe, así como casi todos los
internos. En el recinto penal todos los días, mañana y tarde, había —y siempre
ha de haber— servicios religiosos por pastores, nombrados o no, de varias
denominaciones religiosas. En el libro se hace referencia a ciertos principios
bíblicos porque son universales y eternos y abarcan todo tipo de situación en la
vida, además dan esperanza.