43
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓ OT , 2022 AÑO 12, n.º 13, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664, ISNI 0000 0001 2113 0101
Marroquín-Parducci, Amparo. Prólogo del libro SalviYorkers p. 39-43
Finalmente, este es un libro-contestatario, en el sentido de que reivindica
aquello que muchas veces no vemos. Historias, rostros, vidas, pero también una
inteligencia colectiva que muchas veces el sistema en el que estamos inmersos
nos hace olvidar. En un tiempo de redes sociales donde la privacidad se vuelve un
espectáculo que ofrecemos al mejor postor. En tiempos del sálvese quien pueda,
este libro lleno de historias recupera la inteligencia comunitaria que desde hace
mucho tiempo los salvadoreños descubrimos en la fuerza de las organizaciones.
Mientras escribo esto, es imposible no pensar en que una caravana de tres mil
migrantes, en su mayoría hondureños, está atravesando Centroamérica con la
esperanza de que “todos juntos” conseguirán llegar más fácilmente, que serán
menos vulnerables en el camino.
Hace ya muchos años, me contaron que en Los Ángeles circulaba un chiste:
“¿Qué pasa si agarramos tres salvadoreños y los encerramos en un cuarto durante
tres horas? Pues que salen cinco organizaciones”. En El Salvador de los 20.000
kilómetros, ese donde todos tenemos documentos y derechos que podemos
reclamar, las organizaciones se han ido adelgazando. Y son los salvadoreños
por nacimiento, pero indocumentados por necesidad, quienes nos recuerdan que
la organización colectiva es el lugar desde el cual las luchas tienen sentido. Es
la caravana de migrantes, que sigue recorriendo distintos estados en el “autobús
de la justicia” para pedir que los benecios del TPS se vuelvan permanentes,
como un ajuste de cuentas que de pronto devuelva la esperanza.
Conocí a Carmen mucho antes de que escribiera este libro, la conocí leyéndola,
siguiendo sus reexiones y sus trabajos sobre la cultura, las tecnologías, los
jóvenes. Y recuerdo un día, hace ya muchos años, en que me contó en una
librería que se iba con su familia para Estados Unidos. Recuerdo el miedo de
pensar que le podía pasar algo, de sentir que quizá pasaría un tiempo duro,
doloroso. Recuerdo pensar en la soledad, en los racismos, en esos muros en los
que tantos se empeñan. Y también me resuena esa sensación de despojo con la
que me quedé, el desasosiego de saber que del lado de acá nos íbamos quedando
más solos, con menos palabras para nombrarnos.
Menos mal que en esto último me equivoqué. Cuando vuelvo a estas palabras
y repaso las historias que este libro nos regala. Cuando reviso los proyectos de
Carmen, su trabajo de cada día revisando historias de migración, reivindicando
sueños, dejando que tengan voz los que fueron expulsados de su tierra, de su
trabajo, de sus querencias, pienso que así tenía que ser, que necesitábamos de
estos nuevos mitos, que el trayecto ha sido importante, y que, sin Carmen y sin
Paula, Sonia, Juan, Mario, Kathy, Jorge, Melvin, Ricardo, Luis Omar, Roberto
y tantos más, esta larguísima espera no sería esperanzada.
San Salvador, 29 de julio de 2019