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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓ OT , 2022 AÑO 12, n.º 13, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664, ISNI 0000 0001 2113 0101
Rivas-Arévalo, Ernesto. Padre Marino Braspenning (1916-1997) p. 67-79
jeep y con la ayuda de las diferentes organizaciones católicas ya existentes en
la ciudad.
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Muchas circunstancias inuirían en su trabajo. En aquel entonces, la ciudad no
contaba con grandes recursos nancieros, una red de seguridad social y tenía
poca o ninguna atención médica para la ciudad y el campo. Ilobasco tenía 18
cantones, 118 caseríos, unos 30.000 católicos, 40 iglesias y capillas dispersas
en toda la región. Tres años después, en 1965, en una carta dirigida al Visitador
de su congregación, escribía: “Aquí es un trabajo duro, muchas salidas en Jeep
o a caballo o en mula, pero esa vida agitada me va muy bien, me encanta, no
me gusta estar sentado en una silla”. Aparte del buen clima, hacer sus visitas al
campo era uno de sus grandes placeres, ya fuese en jeep o a caballo. Esas visitas
las echaría de menos hasta en los últimos momentos de su vida.
Después de su experiencia en China, no le sorprendieron las condiciones en su
nuevo destino, al contrario, siempre se sintió bien con su tarea encomendada.
Era un emprendedor nato, un hombre tranquilo que podía hacer bien su trabajo
gracias al apoyo desinteresado de organizaciones locales de feligreses. Se sentía
bien en su iglesia y consideraba a Ilobasco, religiosamente hablando, una de
las mejores parroquias de El Salvador, aunque se debe tener en cuenta que
en este país la religión católica, aunque no sea la ocial, históricamente se ha
considerado la religión del pueblo.
Es indudable que desde su llegada a Ilobasco fue consciente de su posición
como sacerdote extranjero y de que debía obrar con el debido tacto y prudencia.
Ilobasco era un reejo de los problemas sociales de El Salvador, problemas que
resaltaban a la vista de todos, tales como la corrupción política (políticos que
trabajaban más para su bienestar personal que para su población), la corrupción
en el sistema judicial (jueces poco conables, sobornables); belicosidades sobre
todo dentro del campesinado, el hacer justicia con sus propias manos: los ajustes
de cuentas, macheteados
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en estas religiosas; problemas de alcoholismo; las
enormes diferencias entre el campo y la ciudad, en muchos casos el campo sin
donde en 1813 fundaron la Provincia y en 1893 en Costa Rica. Uno de los primeros lazaristas
que se conoce fue el padre Nico de Graaff, que construyó una iglesia de madera en el barrio
San Jacinto, San Salvador. Murió de una pulmonía en San Vicente, donde fue enterrado en
1933. Tomado de De Nederlandse Lazaristen in Central Amerika, verslag noviembre 1997.
3 Entre las que se podían contar las Señoras de la Caridad, la Guardia del Santísimo, la
Legión de María, los Caballeros de Cristo Rey, Auxiliadoras parroquiales, catequistas,
Hijas de María, Socias de San José, Apostolado de la Oración, Hermandad del Señor de las
Misericordias, acólitos y el coro para la celebración de la liturgia.
4 En los primeros años de sus funciones sacerdotales, más de una vez, a deshoras de la noche,
llegaban a buscarlo con algún campesino macheteado en hamaca para que les hiciese el favor
de llevarlo al hospital. Una de las medidas conjuntas tomadas con el padre Jan Groetelaars
fue tratar de incentivar el diálogo y la prohibición del machete dentro de las iglesias, aunque
nunca se sabía si alguien portaba un arma de fuego bajo las faldas de la camisa.