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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓ OT , 2022 AÑO 12, n.º 13, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664, ISNI 0000 0001 2113 0101
Molina-Tamacas, Carmen. Mi viaje como una salviyorker p. 81-86
Mi viaje como una SalviYorker
My journey as a SalviYorker
Carmen Molina-Tamacas*
Antropologa y periodista
cmolinatamacas@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3996-3974
Fecha de recibido: 27-09-2021
Fecha de aceptación: 16-10-2021
DOI: https://doi.org/10.5377/koot.v1i13.14802
URI: http://hdl.handle.net/11298/1224
Resumen
Soy una hija de la guerra. Nací en San Salvador, El Salvador, en 1975. Cuatro
años después, un golpe de Estado derrocó a un gobierno autoritario y muy pronto
el país se encontró al borde de la guerra civil que duró más de una década. Eso
signicó, para mí, una niñez sin las cosas normales como diversión al aire libre,
ropa bonita o juguetes caros. Pero mis padres lucharon cada día para que mis
hermanos y yo tuviéramos todo lo que necesitábamos, especialmente una buena
educación. Aunque vivíamos en la capital y la confrontación entre los militares
y la guerrilla era en el campo, teníamos miedo. Pero fuimos muy afortunados
al sobrevivir a los desafíos no solo de la guerra, sino de violentos terremotos,
huracanes y otros desastres naturales que ocurrieron en esos años. Todo eso ha
hecho a los salvadoreños un pueblo fuerte y resiliente. Pero la resiliencia es una
de las razones por las cuales muchas veces no nos gusta contar nuestras historias.
A mí sí me gusta contarlas. Lo descubrí cuando estudiaba la secundaria, mientras
sufría con las Matemáticas y la Química. Para mi fortuna, los sacerdotes jesuitas
que nos enseñaban Literatura y Redacción me motivaron a explorar y encontrar
mi voz interior. Poco después de graduarme, en 1993 —un año después de
*Carmen Molina-Tamacas nacida en San Salvador (1975). Comenzó su carrera en 1994 y ha
trabajado en periódicos impresos y digitales. Después de emigrar a Estados Unidos, por varios
años ha sido freelancer para El Diario, el periódico hispano más importante de la Ciudad de
Nueva York, así como en periódicos centro y suramericanos y de noticias hiperlocales como
Bklyner. Estudió el Bachillerato en Humanidades en el Colegio Externado San José y se graduó
como Licenciada en Antropología de la Universidad Tecnológica de El Salvador. Ha publicado
artículos académicos sobre la historia del periodismo cultural y digital salvadoreño.
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la rma de los Acuerdos de Paz, que puso punto nal a la guerra civil— fui
contratada como asistente de corrección en uno de los periódicos de mayor
circulación de El Salvador. Después de un año, me incorporé a la Redacción
sin haber estudiado periodismo. Fue muy duro. Pero aquí estoy, veinticinco
años después. Hoy, 12 de septiembre de 2020, escribo estas líneas a la vez que
espero el resultado del International Latino Book Awards (Premio Internacional
del Libro Latino) donde mi libro SalviYorkers es nalista en dos categorías. La
ceremonia de premiación será virtual en Los Ángeles, por primera vez, debido a
la pandemia de la COVID-19. Independientemente del resultado, me considero
una ganadora. Lanzar un libro en 2020, tener la posibilidad de presentarlo a varias
y diversas audiencias y vender ejemplares durante este tiempo sin precedentes
ya es un éxito.
Palabras clave: Inmigrantes - New York (Estados Unidos) – condiciones social,
trabajadores extranjeros, inmigrantes – comentarios Molina – Tamacas, Carmen
1975 – relatos personales, literatos – aspectos sociales.
Abstract
I am a daughter of the war. I was born in San Salvador, El Salvador, in 1975.
Four years later, a coup d’etat overthrew an authoritarian government and soon
the country found itself on the brink of a civil war that lasted more than a
decade. For me, that meant a childhood without regular things like outdoor fun,
nice clothes, or expensive toys. Every day, my parents fought for my siblings
and I to have everything we needed, especially a good education. Although
we lived in the capital city and the confrontation between the military and
the guerrillas was in the countryside, we were afraid. However, we were very
fortunate to survive the challenges--not only those of the war--, but also those
of violent earthquakes, hurricanes, and other natural disasters that took place
during those years. All of that has made Salvadorans a strong and resilient
people. But resilience is one of the reasons why we often don’t like to tell
our stories. I do like to tell them though. I discovered this when I was in high
school, while struggled with Mathematics and Chemistry. Fortunately for me,
the Jesuit priests who taught us Literature and Writing motivated me to explore
and nd my inner voice. Shortly after I graduated in 1993 a year after the
signing of the Peace Accords, which ended the civil war — I was hired as an
assistant to the editor at one of El Salvadors largest circulation newspapers.
**La segunda edición del libro fue publicada el 4 de julio de 2021. Contiene la historia de Ángel
López, un salvadoreño originario de Chalatenango que ingresó a Estados Unidos en 1918. Vivió
en Brooklyn, trabajó como portero en hoteles y teatros y fue marinero mercante durante la
Segunda Guerra Mundial. Es el más antiguo salviyorker del que tenemos conocimiento, y abre el
telón de cien años de historias de los inmigrantes salvadoreños en Nueva York.
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After a year, I joined the newsroom without having studied journalism. It was
very hard. But here I am, twenty-ve years later. Today, September 12, 2020,
I have the opportunity to write these lines while waiting for the result of the
International Latino Book Awards where my book SalviYorkers is a nalist in
two categories. The awards ceremony will be held online in Los Angeles for
the rst time due to the COVID-19 pandemic. Regardless of the outcome, I
consider myself a winner. Launching a book in 2020, having the possibility
to present it to a wide variety of audiences, and selling copies during this
unprecedented time is already a success.
Key words:
Immigrants – New York – (United States) – social conditions, fore-
ign workers, immigrants – comments Molina – tamacas, carmen 1975 – perso-
nal stories, literates – social aspects
Viaje de inmigrantes
Viajé por el mundo como periodista y como mochilera, y quería estudiar en
otro país. Pero nunca pensé que me uniría a los miles de salvadoreños que
viven en el extranjero, ya que no consideré la inmigración como una opción.
Contrariamente a la mayoría de personas de mi país, del que una de cada cuatro
se va, mi familia permanece unida a pesar de la presión económica circundante
y la violencia sistemática. Fui parte de eso hasta 2010, cuando en mi propia
familia sentimos la urgencia de salir de El Salvador.
Brooklyn nos eligió como el lugar para vivir. Al principio, nuestra nueva vida
en los Estados Unidos fue bastante difícil. Pasé, de ser una madre profesional
trabajadora, a ser una ama de casa, madre de dos niños en edad escolar. Con
la ayuda de una feroz periodista amiga mía —Michelle García—, comencé a
construir mi red y mis conexiones en Nueva York. Durante este proceso, me di
cuenta de que había muchas historias no contadas de salvadoreños. Por lo tanto,
la idea de escribir una compilación estuvo presente desde entonces.
Michelle hizo la conexión con El Diario Nueva York, el periódico hispano más
antiguo de la ciudad, y con Miguel Ramírez, un activista salvadoreño ahora
retirado. Todavía recuerdo las primeras reuniones con ellos, especialmente con
Ramírez y lo escéptico que era sobre mí. No sabía quién era yo, cuál era mi
pasado y no estaba seguro de mi trabajo previo en un periódico de derecha en
El Salvador. Sin embargo, él y otro veterano activista —Omar Henriquez— me
llevaron a uno de los tesoros ocultos de nuestra comunidad en Nueva York: Kathy
Andrade, la matriarca de los inmigrantes salvadoreños en la Gran Manzana.
Andrade y su esposo comenzaron a compartir conmigo fotos de los músicos
salvadoreños que actuaron en la Feria Mundial de Nueva York de 1964 y
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1965. Ese fue el comienzo de mi viaje a SalviYorkers. Empecé escribiendo un
ensayo periodístico-histórico sobre el impacto de la política exterior de Estados
Unidos en los países latinoamericanos que llevó al clima que ahora vemos de
corrupción, escándalo e inequidad social en la región.
Hay tres documentos clave en el punto de partida para construir esta aproximación
a los salvadoreños en Nueva York: el ensayo de Gabriel Haslip-Viera The Evolution
of the Latino Community in New York, en Hispanic New York (Columbia University
Press de 2010); la etnografía de Sarah Mahler American Dreaming, Immigrant
Life on the Margins (Allyn and Bacon. Needham Heights, Massachusetts de
1995), el único estudio en profundidad sobre los salvadoreños en Long Island, y
la completa relación histórica del impacto de la política migratoria estadounidense
de Rosenblum y Brick “US Immigration Policy and Mexican/Central American
Migration Flows: Then and Now”, del Migration Policy Institute (MPI) y el
Woodrow Wilson International Center for Scholars, de 2011.
Luego me sumergí en 90 años de historias: desde la llegada de una familia
salvadoreña de origen italiano al puerto de Nueva York en 1929 hasta la lucha
de los que eligieron Long Island como su nuevo hogar y la vida actual de un
solicitante de asilo y su familia que viven en Brooklyn indocumentados. Cada
historia fue elaborada con base en entrevistas y documentos legales, y varias de
ellas fueron publicadas en periódicos de El Salvador y Nueva York.
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Progresé y me quedé atascada varias veces. Sufrí con las traducciones. Escribí
varias páginas y borré muchas más. Me frustré. Pensé que mi sueño era inútil.
Me preguntaba quién compraría y disfrutaría de un libro como este. Luego,
a principios de 2019, conocí a un empresario salvadoreño que escribió y
autopublicó seis libros, y también estaba produciendo películas. Quiero enfatizar
que él se considera un hombre analfabeto. Sin embargo, decidió escribir sobre
su viaje desde el campo, en el nordeste de El Salvador, hasta su vida como
inmigrante en Long Island, Nueva York. Ahora es un exitoso propietario de
negocios, autor y productor de cine. Me miré en el espejo y me di cuenta de que
la única que impedía que mi propio sueño se hiciera realidad era yo.
Firmé el contrato con K ediciones en el verano de 2019 y comencé a trabajar
con mi editor, el escritor cubano-dominicano José Fernández Pequeño. Seis
meses de un intercambio sin precedentes de ideas, correcciones y ediciones
ocurrieron. Mientras tanto, iba y venía de Brooklyn a Manhattan a mi trabajo de
tiempo completo en la ocina de weather.com. Una de las cosas que más echo
de menos son sus consejos llenos de correcciones e información.
SalviYorkers fue mi embarazo más largo, mi tercer hijo. Me tomé ocho años para
completarlo, y los últimos tres meses fueron agotadores. Mientras estábamos
trabajando en la portada del libro, la señora Jerónima Campos, cuya fotografía fue
elegida para ilustrarla representando a los salvadoreños en Nueva York, murió a la
edad de 100 años. Junto con Fernández Pequeño, estábamos haciendo malabares
con el antiguo título (Salvadoreños por nacimiento, neoyorquinos por adopción)
y tuvimos la idea de simplicarlo usando el hashtag que ya había acuñado para
Instagram. Salviyorkers es un acrónimo —ahora un término común para el salvis,
aquí, en Nueva York—, y especialmente para las nuevas generaciones, cuyos
padres los trajeron a los Estados Unidos siendo bebés y no les contaron sobre sus
razones o las luchas por la migración, sus antepasados o su cultura en general.
Algunos de esos padres estaban tan traumatizados por la crueldad de la guerra, el
éxodo y la paranoia de vivir en las sombras; sintieron una urgencia por asimilarse
a los Estados Unidos que llegó a impedir que sus hijos hablaran español. Los
hijos de inmigrantes salvadoreños, en Nueva York, Nueva Jersey, Virginia, Texas
o California, ahora están interesados en aprender su historia. Y estoy orgullosa de
decir que han encontrado algo de eso en mi libro.
También quiero destacar que detrás de este proceso siempre había mujeres fuertes
que me apoyaron: la escritora y académica Tania Pleitez Vela, ayudándome
en la estructura de los capítulos, y Amparo Marroquín Parducci, una el
compañera que escalaba esta montaña conmigo. Amparo fue extremadamente
amable al escribir el prólogo. Otros periodistas y amigos resolvieron dudas e
inseguridades, y se lo agradezco.
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Molina-Tamacas, Carmen. Mi viaje como una salviyorker p. 81-86
Hablando de montañas, solo puedo tratar de imaginar lo que la doña Jerónima
estaba pensando al mirar a través del visor en el Top of the World Trade Center
Observatories. Visitó el Observatorio dos días antes de que las Torres Gemelas
fueran destruidas durante el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001.
Ella emigró, a la edad de 86 años, de un pequeño pueblo, en el campo, desde
El Salvador... ¿Sentía que estaba conquistando la ciudad más dura del mundo?
¿Tenía miedo o sentía puro gozo y alegría?
Doña Jerónima fue un ejemplo de lo fuertes que son los salviyorkers. Vivió más
de quince años en Nueva York, dejó cinco generaciones y es parte de un legado
colectivo de resistencia y resiliencia. Estoy muy orgullosa de ayudar a dar luz
a ese legado.
Foto de portada: Jerónima Campos, de 86 años, contempla el paisaje de Nueva York desde
el Observatorio de las Torres Gemelas, el 9 de septiembre de 2001. Foto de Víctor Pérez.
Foto de la autora por Maximiliano Longo
Ficha del libro:
SalviYorkers (Salvadoreños por nacimiento, neoyorquinos por adopción)
Autora: Carmen Molina-Tamacas
Editorial: K ediciones
Segunda edición: 2021
Número de páginas: 290