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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2021 AÑO 11, n.º 12, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Badía-Serra, Eduardo. Hawking responde a las grandes preguntas.
La losofía de Stephen Hawking. Un comentario sencillo al libro Breves respuestas
a las grandes preguntas. Págs. 8-23.
Hay un enfoque también muy pronunciado en sostener sus dos famosas teorías de
la “temperatura de Hawking” y de la “radiación de Hawking”, verdaderamente
radicales, y que, dice Thorne, “abrieron los ojos a conexiones profundas entre
la realidad general, (agujeros negros), la termodinámica, (la física del calor),
y la física cuántica, (la creación de partículas donde antes no había ninguna).
Con ello, Hawking llegó a su demostración de que en los agujeros negros hay
entropía, su famosa “entropía residual”, con lo cual estos son seres aleatorios,
aleatoriedad que debe ser proporcional al área de la supercie del agujero. Cita
Thorne que, en la lápida mortuoria de Hawking en la Abadía de Westminster en
Londres, donde yacen sus cenizas entre las de Isaac Newton y Charles Darwin,
está grabada la fórmula para calcular la “temperatura de Hawking”, y que pronto,
la fórmula para calcular la entropía residual de un agujero negro será grabada
también en la piedra memorial de Hawking en el College Gonville and Caius
Cambridge, Inglaterra, donde trabajaba. Los cientícos son muy dados en grabar
esos recuerdos en lápidas y otros monumentos: Solamente deseo recordar aquí
que en la lápida mortuoria de Werner Heisenberg se ha grabado una frase que
reeja su famoso principio de incertidumbre, que más o menos dice que allí
reposan, “en algún lado”, no en uno preciso, los restos del gran cientíco alemán;
y también, que en la lápida de otro gran cientíco germano, Ludwig Boltzmann,
se dejó grabada su fórmula inicial para el cálculo de la entropía absoluta, S
= k log W, transformada luego a la forma S = k ln W. Hawking, sobre la base,
aunque no sólo de sus estudios sobre los agujeros negros, siempre razonó que si
se llegaba a un punto de unión y complementación entre la física cuántica y la
relatividad general, debía dar como resultado la destrucción de la información.
—Pienso yo—, detendría el avance del universo. Einstein también sostuvo una
posición similar, aunque expresada en términos diferentes. Decía él que “algo
faltaba en la física cuántica” que la hacía cientícamente incompleta, lo que le
llevó a las profundas y ahora muy convenientes discusiones con su gran amigo y
colega Bohr. A pesar de ello, Hawking sostiene al nal, matizando su posición,
que “la información no se pierde, pero no se recupera de manera útil”. Es, dice,
“como quemar una enciclopedia, pero reteniendo el humo y las cenizas”.
La preocupación de Stephen Hawking sobre las grandes preguntas fue siempre
permanente y maniesta. Él mismo arma que la ciencia se encuentra cerca
de algunas de las respuestas, pero todavía estas respuestas no se tienen. En
algunas ocasiones, arma que la losofía y la teología no sólo no son referentes
adecuados y oportunos al caso, sino que más bien estos enfoques son limitados
y hasta perjudiciales. En “Agujeros negros y pequeños universos”, (Tribuna,
Plaza y Janes Editores, 1993, Barcelona) ya nos lo va diciendo. Los cientícos
son muy dados a reconocer sus errores, y a cambiar sus posiciones, con lo cual
revelan y conrman el carácter no dogmático de la ciencia. En esta oportunidad,
Hawking nos va diciendo, (VI. Mi posición), que “Quienes deberían estudiar y