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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓ OT , 2021 AÑO 11, n.º 12, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Fúnez, Rubén. Estructura de una broma. Págs. 25-42.
últimos en los que descansa la broma. En segundo lugar, su lógica se nutre de la
situación en la que se encuentran inmersos, y, nalmente, se trata de personas
que íntimamente se consideran los defensores no solo de la verdad, sino de la
institución que protege dicha verdad.
Este tercer rasgo es evidente en la novela cuando Kundera le hace decir a
Pavel, al comentar las razones por las cuales se ha casado con Helena: “No nos
hemos casado por amor sino por disciplina de partido” (Kundera, 1967, p. 23),
queriendo indicar con ello que las decisiones no son tomadas por los individuos
aislados, sino que responden al interés de la organización. El individuo, en tanto
individuo, ha dejado de existir y en su lugar aparece la institución y justamente
por esto Pavel puede armar que “el hombre nuevo se diferencia del viejo
porque supera en su vida la contradicción entre lo público y lo privado”
(Kundera, 1967, p. 24). Rigurosamente hablando no existe tal contradicción
sino la presencia masiva de lo público.
Pero, en segundo lugar, el árbitro se nutre de la tradición en la que está inmerso,
del conjunto de valores que se consideran no solo válidos, sino un crimen de
lesa humanidad no reconocerlos como tales. Al respecto, Kundera escribe,
recordando el reportaje al pie de la horca de Fucik: “Tardaste mucho, muerte,
en venir. Y sin embargo yo tenía la esperanza de que no nos conociéramos hasta
dentro de muchos años. De que iba a vivir aún la vida de un hombre libre, de
que aún iba a trabajar mucho y amar mucho, y a cantar mucho y a vagar por el
mundo...” (Kundera, 1967, p. 210).
Se trata de un hombre que ama la vida, que ama el trabajo, que ama la libertad.
Y es precisamente forzado por este amor que es capaz de sacricarse, por eso
apunta nuestro novelista: “yo amaba a la vida y por su belleza fui a batirme. Os
amaba a vosotros, hombres, y era feliz cuando correspondíais a mi amor y sufría
cuando no me comprendíais...” (Kundera, 1967, p. 210).
Se trata de héroes coherentes, de héroes que han depositado toda su fe en su
lucha, que no están dispuestos a que nada ni nadie distraiga lo demás del enorme
sentido que tiene su compromiso, por eso se entiende enseguida que con toda
valentía arme: “Que la tristeza no esté nunca unida a mi nombre. Este es mi
testamento para vosotros, papá, mamá y hermanas mías, para ti, Gustina mía,
para vosotros camaradas, para todos aquellos a quienes he querido...” (Kundera,
1967, p. 210).
De esta tradición y de aquella militancia se nutre la lógica férrea con la que
se interpreta la broma. Apuntemos resumidamente el proceso lógico de esta
interpretación. Las inquietudes que fueron hilvanándose. En el juicio que se le
hizo a Ludvik, pueden apuntarse del modo como sigue: ‛¿Conoces a Marketa?, ¿le