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Rivas, Ramón D. El maíz, fuente de cultura mesoamericana. Págs. 44-53.
El maíz,
fuente de cultura mesoamericana
Corn as a source of mesoamerican culture
Dr. Ramón D. Rivas
Antropólogo Social y Cultural
Director de Cultura
Universidad Tecnológica de El Salvador
ramon.rivas@utec.edu.sv
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0933-9935
Fecha de aceptación: diciembre 2020
DOI: https://doi.org/10.5377/koot.v0i11.10737
URI: http://hdl.handle.net/11298/1193
Resumen
Historia, religión, cultura y utilidad del maíz (Zea mays) se juntan en este artículo,
que solo persigue dar una muestra somera sobre la importancia y utilidad de esta
prodigiosa planta milenaria que su fruto ha sido fuente principal de alimentación
en Mesoamérica.
Palabras clave: Maíz - Aspectos culturales - Historia - Mesoamérica. Maíz
- Aspectos sociales - Mesoamérica. Maíz - cultivo - Mesoamérica. Maíz -
aspectos socioeconómicos - Mesoamérica.
Resumen
This article compiles the history, religion, culture and usage of corn with the sole
purpose of providing a small sample on the utility and importance of such prodigious
millenary plant which fruit has been the main food source in Mesoamerica.
Key words:
Corn - Cultural aspects - History - Mesoamerica. Corn - Social as-
pects - Mesoamerica. Corn - Cultivation - Mesoamerica. Corn - Socioeconomic
aspects - Mesoamerica.
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Introducción
El maíz, no solo es uno de los alimentos y cultivos más antiguos, sino,
históricamente, la base de la supervivencia para los habitantes de la región
mesoamericana. Se cree que este grano es propio de nuestra región. Fue pasando
por el territorio americano y llegó a El Salvador para convertirse en un cultivo
permanente, que ofrece una base de alimentación muy importante. Cronistas
del siglo XVII se reeren a la tortilla con chile o sal, como la dieta básica de la
mayoría de habitantes del actual El Salvador.
La extensión del cultivo y consumo del maíz es una práctica común de los
pueblos prehispánicos, desde México hasta Panamá, así como de otros granos
como el frijol, maicillo y verduras; también se incluye el ayote, chile y el cacao,
los cuales pueden considerarse como alimentos básicos extendidos por toda
Mesoamérica: desde México hasta Nicoya, en Costa Rica.
Según datos arqueológicos, el maíz fue otra especie americana que se difundió
a China, posiblemente por la presencia portuguesa en Macao, en el siglo XVI.
La domesticación del grano fue un proceso paulatino, que pudo transformar al
ancestral teosintle, el cual, según algunos investigadores, muchas de las valiosas
propiedades del maíz híbrido, se deben a la hibridación introgresiva del teosintle,
nombre que en nahuaü (lengua azteca) signica «sostén de los buenos».
Con respecto al lugar probablemente del descubrimiento del maíz, de acuerdo
a Román Piña Chan, citando a Chinchilla Aguilar (1974): En la actualidad las
evidencias existentes se inclinan a favor de la región mexicana-centroamericana;
pudiendo ser el área de Chiapas-Guatemala el centro de origen de las razas
afectadas por la introgresión del teocintle”. Es importante señalar que la teosintle
es una hierba silvestre que se cultivaba en México; y de ella se da origen al maíz,
que por mucho tiempo se dudó que estas dos especies podían estar relacionadas.
El cultivo de este alimento básico aún en la actualidad, habría iniciado hace
10.000 o 7.000 años. Existen teorías sobre el origen de este cultivo.
Por ejemplo, en 1953 Silvia Rendón lanzó una tesis en la cual
sostenía que había evidencia testimonial histórica y lingüística de
que el maíz no era originario de América, sino de la cuenca del
Danubio o de Transcaucasia.
Esta teoría fue apoyada en 1959 por el botánico Croizat, quien aportó
algunas pruebas botánicas y antropológicas en favor de la hipótesis
de que el maíz se originó en Asia. Salvando estos casos exóticos, los
cientícos son unánimes en reconocer a América como el continente
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donde se originó, ya que no se ha encontrado una sola mazorca en
el Viejo Mundo anterior a 1492, lo que contrasta con las 25.000
halladas desde Arizona hasta Guatemala antes de dicha fecha”
(Mundorojas, 2009).
Lógicamente no entraremos a reexionar sobre el origen del maíz a fondo, ya
que aún no hay datos en rme que nos permitan analizar su evolución en el
mundo. Lo que si podemos hacer es comentar reexionar es sobre cómo este
producto llegó a toda la región de América y acerca de los diferentes usos que
los pueblos le han dado en el transcurso de los tiempos. En el libro Hijos del
Maíz, publicado por la Red por una América Latina libre de transgénicos, se
arma que
el maíz es la planta cultivada con los más profundos procesos de
domesticación que existe, pues es el resultado de un proceso que llevó
entre 500 y 2 000 años, hasta que sus creadores consiguieron obtener
una planta con los rasgos propios de una especie cultivada. Fueron
las mujeres quienes, luego de un continuo proceso de experiencias
acumuladas sobre el uso y transformación de las plantas útiles, de
aprender dónde encontrarlas y de experimentar cómo guardarlas, que
iniciaron los procesos de domesticación del maíz.
Como es sabido, del maíz surgen una serie de comidas que permitieron alimentar
a los pueblos que los cultivaron. Por ejemplo, las “tortillas rellenas” de la
prehispanidad estaban “diseñadas” para emplearse como alimento de viaje. Un
uso similar al de las actuales pupusas. La primera descripción de las tortillas
rellenas es de los primeros años de la conquista española, en el siglo XVI; pero
no se reere a ningún nombre en particular. La preparación de tortillas de maíz
rellenas, usualmente de frijoles, hierbas y quizás carne, estaba extendida por
la región centroamericana a la llegada de los españoles. No se desconoce con
certeza el origen de la palabra Pupusa.
Otros derivados del maíz en aquellos tiempos eran el atole y el chilate, que
formaron parte de la gastronomía de los indígenas pipiles, pero sufrieron
cambios con la llegada de los españoles y sus diferentes productos alimenticios.
Por ejemplo, la receta actual de atol de elote incorpora ingredientes que no eran
autóctonos, como la leche y el azúcar. La introducción de la planta de plátano
tuvo impacto en la elaboración del tamal y sus ingredientes. En n, hay mucho
de qué hablar sobre la transformación de la gastronomía pipil por la llegada de
los españoles.
En el caso de otros países, por ejemplo, Cuba, se sabe que, cuando Cristóbal
Colón llegó al Nuevo Mundo (1492), sus hombres encontraron en la isla grandes
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campos con un extraño cereal, hasta entonces desconocido en el Viejo Mundo.
Se trataba del maíz, al cual los “aborígenes” de esta isla lo llamaban mais o
mahis, y que lo consumían asado, salcochado, fresco, seco y hecho harina. Todo
ello nos lleva a pensar que este cereal es propio de nuestras tierras, pero que no
se sabe a ciencia cierta quién inició con su cultivo y apropiación gastronómica.
El Inca Garcilaso de la Vega escribió referente a la alimentación de los
indígenas mexicanos y peruanos. El texto De la Vega, tomado del libro
titulado Maíz: Regalo de los dioses, de Echeverría y Muñoz (1988), dice de la
siguiente manera:
...el grano que los mejicanos y los barloventanos llaman maíz y los del
Perú, zara, porque es el pan que ellos tenían es de dos maneras: el uno es
duro que llaman muruchu y el otro tierno y de mucho regalo que llaman
capia, cómenlo en lugar de pan, tostado, o cocido en agua simple;…
para sus sacricios solemnes, como ya se ha dicho, hacían pan de maíz,,
que llaman zancu, y para su comer, no de ordinario, sino de cuando en
cuando por vía de regalo, hacían el pan que llaman humita... También
hacen las gachas que llaman api. De la harina y el agua simple hacían el
brebaje que beben y del brebaje acedándole, como los indios lo saben
hacer, se hace muy lindo vinagre; de las cañas antes que madure el
grano, se hace muy linda miel porque las cañas son dulces... Las cañas
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secas y sus hojas son de mucho mantenimiento y muy agradables para
las bestias...
En la actualidad, —si ustedes recuerdan—, el maíz sigue siendo el alimento de
todos los pueblos americanos, pero también es considerado como el sustituto
del petróleo, algo que generó mucha controversia en los años 2000. Se propuso
para hacer el biodiésel, el cual se extraería del tallo y las hojas de las plantas de
maíz a n de convertirlos en diésel y combustible para aviones.
Muchos sectores del mundo se pronunciaron en contra de esta política, ya que
consideraron que la semilla sagrada se estaría sembrando para estar al servicio
del capital. ¿Cuáles serían las consecuencias? Asturias (1949), lo dice en su libro
Hombres de Maíz, que se inspira en un mito del Popol Vuh, uno de los libros
sagrados de los mayas: “sembrado para comer es sagrado sustento del hombre
que fue hecho de maíz. Sembrado para negocio es el hambre del hombre que
fue hecho de maíz”. En este importante libro, se hace la incisiva denuncia de los
devastadores efectos que el capitalismo y las grandes empresas internacionales
tuvieron en las costumbres, creencias ancestrales, identidad y la seguridad de los
campesinos guatemaltecos.
El maíz como fuente de cultura
Del maíz se han escritos múltiples historias, desde cuentos, leyendas y poesía
hasta otros tipos de géneros literarios. Esto se ha realizado desde los tiempos
ancestrales, cuando los pipiles, por ejemplo, realizaron hasta cantos por el
cultivo del maíz.
El antropólogo, Schultze Jena (1982), hace referencia, en su libro “Mitos y
Leyendas de los pipiles de Izalco”, a que “el maíz y la lluvia están unidos a la
religión y a los mitos de campesino indígena. El dios del maíz nace en el lugar
de la lluvia y de la niebla”. Estas palabras vertidas en uno de los cantares más
antiguos recogidos por el Sahagün...El texto VI relata cómo los Muchachos
de la Lluvia sacan el maíz de las entrañas de la montaña, y con disfraz de
mito describe, a la vez, el paso de la cacería a la agricultura. Originalmente,
los Muchachos de la Lluvia eran puramente carnívoros. Como cazadores y
moradores selváticos vivían en completa armonía, cuando aparece un gigante
perturbador de la paz y del orden”.
Esta gura tiene su origen en una de las primeras leyendas mexicanas, que
habla de una antigua raza gigante, la que también, —se dice—, puede tener
otro origen.
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Un ejemplo actual de poesía para el maíz es la siguiente estrofa de Pablo Neruda:
Oda al Maíz
América, de un grano
de maíz te elevaste
hasta llenar
de tierras espaciosas
el espumoso
océano.
Fue un grano de maíz tu geografía.
El grano
adelantó una lanza verde,
la lanza verde se cubrió de oro
y engalanó la altura
del Perú con su pámpano amarillo.
Tambn existe una fuerte relación del maíz con la religión de los ancestros. Para
los mayas y pipiles, el cultivo del maíz era sagrado, por lo que era incorporados
en sus ritos y celebraciones agrícolas. Por ejemplo, en el Perú, las celebraciones
del Inti Raymi (o estas del solsticio de junio) se inician con la cosecha del maíz
y de otros cultivos. En esta ocasión, los miembros de la comunidad comparten
chicha, tamales y otras preparaciones hechas en base a maíz.
Según datos tomados del libro Hijos del Maíz, en la región mesoamericana
hay muchas estas ancestrales que tienen como base el cultivo del maíz.
Textualmente, el documento dice así:
El calendario agrofestivo de Mesoamérica está colmado de celebraciones
ligadas al maíz, como es la esta de La Candelaria o bendición de las
semillas (2 de febrero), el día de Santa Cruz (nales de abril e inicios
de mayo) para la petición de la lluvia y San Isidro Labrador para la
bendición de los animales. El 1 y 2 de noviembre es la celebración de los
muertos en la cual se toma una bebida ceremonial llamada colada morada
o mazorca. Todas estas festividades están relacionadas con el ciclo del
maíz en un sincretismo entre la religión cristiana y la cosmovisión
mesoamericana... Las comunidades trashumantes Rarámuri que habitan
en la Sierra Madre Occidental al Norte de México, organizan su
existencia en torno al maíz (sunú)...”Para los Mexica, la planta del maíz
fue un don de los dioses. El propio Quetzalcóatl, después de la creación
del Quinto Sol, se encargó de buscarlo para entregarlo a los humanos;
por esta razón el maíz tenía un carácter divino.
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Analicemos el siguiente relato indígena precolombino recogido por Galeano
(1994) en Memoria del Fuego.
Los dioses hicieron de barro a los primeros mayas-quichés. Poco
duraron. Eran blandos, sin fuerza; se desmoronaron antes de caminar.
Luego probaron con la madera. Los muñecos de palo hablaron y
anduvieron, pero eran secos: no tenían sangre ni sustancia, memoria
ni rumbo. No sabían hablar con los dioses, o no encontraban nada
que decirles.
Entonces los dioses hicieron de maíz a las madres y a los padres.
Con maíz amarillo y maíz blanco amasaron su carne. Las mujeres y los
hombres de maíz veían tanto como los dioses. Su mirada se extendía
sobre el mundo entero.
Los dioses echaron un vaho y les dejaron los ojos nublados para siempre,
porque no querían que las personas vieran más allá del horizonte.
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Esto nos puede llevar a interpretar que ha sido la zona mesoamericana donde
el maíz tuvo su aparición y su proceso de adaptación. Desde este lugar ha
emigrado a otros países o regiones del mundo, por lo menos, así es interpretado
por muchos investigadores.
En la era moderna, en los pueblos mestizos de habla hispana, generalmente, se
recuerdan los antiguos ritos de la cosecha solo entre la generación mayor. Antes
de la siembra, se recomienda el grano del maíz en rezos al amparo de Dios, de la
Virgen o de San Isidro, el patrón de los labradores, quien protege la joven simiente.
Una de las oraciones españolas que aún se reza en El Salvador es la siguiente: “San
Isidro Labrador, quita el agua y pon el sol” cuando los inviernos son calamitosos,
y “San Isidro Labrador, pon el agua y quita el sol”, cuando hay sequía.
Pasando al ámbito político, hay acontecimientos importantes que debemos
analizar. Uno de ellos es en lo político-cultural, el cual ocurrió en Guatemala,
donde los diputados lo analizaron y consideraron que el maíz tenía que ser
declarado bien cultural, en la categoría de patrimonio natural y cultural a
través de un decreto hecho el 22 de septiembre de 2011, por ser un elemento
fundamental para la alimentación y la espiritualidad del pueblo maya. El Decreto
dice así: “El maíz, todas sus variedades, tipos autóctonos, propios, distintivos,
originarios o peculiares de los suelos y climas de Guatemala es desde hoy
Patrimonio Cultural de la Nación”.
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El maíz como fuente de intercambio comercial
No solo el cacao ha servido como fuente de intercambio o moneda. Por ejemplo,
en Perú se conoce que los indígenas utilizaron el maíz como moneda. Un estudio
hecho por Soler Bustamante (1954), señala que “durante la cosecha se presentan
compradores o negociantes de diferentes lugares y adquieren el maíz con moneda
o en base a trueques con cameros, lana, tejidos... En época de choclos es común
el cambalache con papas, ocas y ollucos”. En esta investigación se encontró que
un saco de maíz equivale a otro saco igual de papas.
Aztecas y mayas unidas por el maíz
Los aztecas y mayas cultivaron la tierra con énfasis en el maíz. Según
historiadores, la vida de los aztecas y los mayas giró alrededor de la milpa,
pues ninguna otra civilización dependió tanto del maíz como esta. Desde esos
tiempos, el mes de abril el tiempo para empezar a prepararse para la siembra. Si
las lluvias tardaban, entonces los aztecas hacían sacricios a su dios Tlaloc. Ellos
no creían necesario construir un sistema de irrigación, por lo que dependieron
totalmente de las lluvias para cultivar la tierra.
Los pipiles consideraban que existen cuatro columnas que sostienen la losofía
indígena sobre las cosas que los rodeaban: la fruta del campo, que se convertía
en su carne y sangre; la tierra, de la cual extraen la fruta; el agua, sin la que nada
puede crecer; y los astros, que son los que imperan sobre todas las cosas.
A manera de conclusión
Creo que hablar del maíz es un tema que da para muchas ponencias; horas y
horas de análisis podrían resultar de este tema. He querido solo resaltar lo más
importante desde el punto de vista antropológico. Podemos hacerlo desde la
historia, la religión o cualquier otra rama de la ciencia.
Pero lo importante, en toda esta exposición, es señalar que, por años, las
migraciones han permitido la propagación de la cultura, y, por ende, alimentos o
cultivos como el maíz. Además, este tipo de cultivo es tan identitario, que permite
que cada región o pueblo los incluyan como parte de su existencia misma, hasta
el punto de construir una cosmovisión según sus creencias religiosas.
Las poblaciones indígenas del Nuevo Mundo, especialmente mayas, aztecas,
chibchas y quechuas, cultivaban el maíz en forma intensiva, principalmente
en los valles. Por las evidencias rescatadas, este producto constituyó la fuerza
dinámica de su desarrollo. Asimismo, desde el génesis de su cultivo, el maíz ha
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sido utilizado para la preparación de las tortillas, trabajo que a través de miles de
años se ha mantenido casi inalterable. Finalmente, con el maíz creamos cultura,
identidad y, por qué no decirlo, creamos una relación muy propia en la región,
tanto que nuestra cultura es conocida como del maíz.
Algunas curiosidades sobre el maíz
Elutamal sería ‘tamal de elote’, y tamal, la denominación náhuat para ‘tortilla’.
Mil también se reere ‘terreno sembrado’ en náhuat. Así, tunalmil era la cosecha
de sol, y xupanmil, la de invierno, y apanmil, la de riego o de apante.
Campesinos salvadoreños aún usan estas denominaciones.
Para poder cultivar el maíz, se requiere de la intervención de la mano del ser
humano, ya que el grano no se puede desprender por sí mismo.
En América, existen aproximadamente 300 razas de maíz (Pearsall, 1986).
Referentes bibliográcos
Asturias, M. A. (1949). Hombres de maíz. Argentina, Argentina: Losada.
Chinchilla Aguilar, E. (1974). Los jades y las cementeras. Guatemala,
Guatemala: José de Pineda Ibarra.
Echeverría, J. y Muñoz, C. (1988). Maíz: Regalo de los dioses. Otavalo,
Ecuador: Instituto Otovaleño de Antropología.
Galeano, E. (1994). Memoria del fuego. España, España: Siglo XXI
Mundorojas. (20 de noviembre del 2009). La historia del maíz en El Salvador
[Entrada en el blog]. Recuperado de http://lahistoriadelmaizenelsal
vador.blogspot.com
Schultze Jena, L. (1982). Mitos en la lengua materna en los Pipiles de Izalco en
El Salvador. San Salvador, El Salvador: Cáceres.
Soler Bustamante, E. (1954). Proyecto Yauyos-Huarochiri: La agricultura en
la comunidad de San Pedro de Huancaire. Revista del Museo Nacional,
(23), 90-139.
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Rivas, Reynaldo Antonio. Los historiantes de Huertas: La danza de los Moros y Cristianos. Págs. 71-87.
Pieza de Exposición
Museo Universitario de Antropología
Jarrón