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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2020 AÑO 10, n.º 11, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Cubero Barrantes, Guillermo. “Otros” mundos en la vitrina. Los catálogos de las exposiciones universales
y la reproducción del discurso colonialista occidental del siglo XIX. Págs. 131-168.
natural, como la ornitología y nalmente, “las plantas de trópico americano”
bajo un domo de cristal, como elemento exótico. Como era costumbre en este
tipo de eventos, los organizadores hicieron un esfuerzo por mostrar adelanto en
la técnica, esta era la razón por la cual en el catálogo se utilizó de manera profusa
la fotografía, la cual sustituyó casi en su totalidad a la ilustración impresa, usada
en los catálogos europeos; la fotografía trasladada a la imprenta, se dedicó sobre
todo a retratar los edicios construidos de manera expresa para la exposición, de
tal manera que arquitectura y técnica fotográca se presentaron como algunos
de los grandes adelantos exhibidos en la muestra. Por primera vez, se presentó
a cada Estado del país antrión por aparte: Pensilvania Exhibition y Ohio
Exhibition, Michigan section, Iowa exhibit, States United Section. El tamaño
de Estados Unidos es tal, que requirió mucho espacio en la exhibición: hubo un
salón para cada estado y uno para los Estados Unidos en su conjunto.
El documento además de estar escrito en francés, mostraba una predilección por
mostrar la imitación de que fue objeto la exposición universal de París de 1889
en la Feria Mundial de Chicago; según Guide, la exposición americana ocupó,
de manera similar a la de París, una supercie de 200 acres, mostró 55,000
objetos y fue visitada por 22, 149, 353 personas en los 185 días que permaneció
abierta (1893). El documento abunda en la descripción de los hoteles, transporte,
hospedaje, ópera, teatro, diversiones y facilidades en general. Aunque la
cantidad de teatros y otros espectáculos era impresionante, difería a la de París
en la naturaleza de los entretenimientos, mucho más dirigidos a la familia que
a “les plaisirs”, tan característicos de la capital francesa. De manera similar a
la exposición parisina, Chicago pasó a la historia por su elemento central, en
la de París: la Torre Eiffel, en Chicago: su famosa “Chicago Wheel”, que se
convirtió en el centro de las ferias de juegos mecánicos alrededor de todo el
mundo (Imagen 4).
La visita a la exposición contaba con un itinerario jo, lo cual sugiere que el
tránsito por la exhibición estaba fuertemente regulado. Los principales espacios
eran: el corazón central, el peristilo, una sala de música, el muelle, el Convento
de la Rábida y la lechería entre otros. Más que en las exhibiciones anteriores,
la de Chicago se caracterizó por un excesivo control, la sistematicidad y el
adoctrinamiento en materia de comportamiento socialmente ajustado a las
normas, las leyes y la moral, los entretenimientos son de sana diversión, en
contraposición a París de 1889, mucho más relajado.
Un espacio interesante fue la lechería modelo, la cual daba una idea bastante
clara de la evolución conceptual que experimentaron las exhibiciones universales
a lo largo del siglo XIX, las cuales pasaron desde sus primeras versiones
puramente artísticas, hasta irse adaptando cada vez más a las necesidades del
comercio y del mercado, tanto que la exposición de Chicago fue presentada