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REVISTA DE MUSEOLOGÍA OT, 2019 AÑO 9, n.º 10, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Rivas, Reynaldo Antonio. Heliconias: Un proyecto antroecológico.
Págs. 16-29.
Resumen
El presente artículo expone el origen, el ser y el quehacer del proyecto
socioecológico Heliconias, que tiene como misión la restauración de la casa
común desde una perspectiva antropoecológica. La sede del proyecto está
en el municipio de Ilobasco, departamento de Cabañas, El Salvador. Y en la
actualidad cuenta ya con más de 15 proyectos ecológicos, ha abierto el primer
parque ecológico en Ilobasco, acompaña con formación a docentes y alumnos
de al menos 12 centros educativos en los cuales desarrolla la liga de Balonmano.
Sus ejes transversales son: Ecología y Humanización.
Palabras clave: Heliconias; Atropoecología; Antropología cultural; Ecología
Abstract
This article describes the origins, the existence and the work of the
socioecological project Heliconias, which mission is to restore common houses
applying an anthropologic perspective. The headquarters of this project are
located in the municipality of Ilobasco, Department of Cabañas, El Salvador. At
present, it already has more than 15 ecological projects; it has opened the rst
ecological park in Ilobasco, and it is training teachers and students from at least
12 schools where it is developing a basketball league. Its cross axes are Ecology
and Humanization.
Keywords: Heliconias, Atropoecology, Cultural anthropology, Ecology,
Heliconias: un proyecto antropoecológico
Reynaldo Antonio Rivas
Catedrático de Ética y Filosofía
Universidad Tecnológica de El Salvador
rivasreynaldo@gmail.com
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i10.6697
URI: http://hdl.handle.net/11298/783
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Heliconias, un mundo de inspiración
Heliconias reere el género de plantas y ores tropicales del reino de las
Heliconiaceae
1
, perteneciente al orden Zingiberales, dentro del cual existen 90
géneros y 2000 especies agrupadas en ocho familias, siendo las Heliconias una
de estas familias que agrupa entre 200 y 250 especies de plantas y ores en todo
el mundo, pero más especícamente propias de ambientes tropicales como en
nuestro país, Centro y Sur América.
Fotografía Reynaldo Rivas
1 Cfr. Kress, W.J. – Betancur J. – Echeverry B., Heliconias. Llamaradas de la selva colombiana.
Guía de campo. Cristina Uribe Editores, Colombia 2004, p.18
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El nombre Heliconias deriva del monte Helicón, en Grecia, donde los dioses iban
para ser inspirados por las musas. De ahí que su nombre indique inspiración.
Gracias a su gran capacidad de inspirar, gracias a su belleza, gracias a ser
las ores más Eco amigables del mundo fue tomado su nombre como agente
inspirador, llamando Heliconias al conjunto de sueños, ilusiones esfuerzos y
sacricios de un grupo de amigos y parientes que en el corazón de El Salvador
soñaron con un mundo más humano y más ecológico
2
. Creyeron que la
armonía entre la naturaleza y la persona; y su trascendencia, es la clave para
la realización y para la construcción de un mundo más humano, donde todos
seamos hermanos, corresponsables de la felicidad de todos, especialmente de
los más necesitados, de los más pobres, de los más vulnerables, es decir, soñar
que el cielo se conquista desde la transformación responsable y armoniosa de
este suelo que nos da la vida.
Heliconias pues, es el conjunto de sueños de luchas y proyecciones en pro
de la vida, es una losofía y una espiritualidad de la vida; son los sueños de
muchos intrépidos y aguerridos utópicos, y es la esperanza de muchos sufridos,
Heliconias es un mundo más humano, más ecológico, Heliconias es un mundo
de inspiración.
La misión de Heliconias es ser una instancia de inspiración y trabajar por
el desarrollo humano y ecológico; su visión es ser referentes de una cultura
humana y ecológica en El Salvador.
El proyecto se sustenta en los siguientes valores: Verdad, Justicia, Solidaridad,
Corresponsabilidad e Integralidad.
El proyecto Heliconias busca que los productores (campesinos) eleven su
calidad de vida, apunta al desarrollo humano integral y solidario del campesino,
para convivir en armonía con la naturaleza “vivir en ella, vivir de ella y convivir
con ella”.
Historia de El Habitante
El origen del proyecto Heliconias
3
Era la década de los 80, en los primeros años de Universidad, el fundador del
proyecto Heliconias (a quien llamaremos El Habitante) tuvo la inquietud de
2 Asociación Socio Ecológica Heliconias, Plan de trabajo. Naturaleza. Archivo de la escuela
de pensamiento Heliconias.
3 Barrera Salinas, G.M., Historia del Habitante. Documento inédito. Archivo de la escuela de
pensamiento Heliconias. 28.09.2012
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conformar un grupo con los más allegados, con el afán de sentar postura en
medio de tantas corrientes que pululaban en un ambiente belicoso: corrientes
pro guerrilleras, corrientes pro burguesía. Ahí se dio la pregunta existencial del
saber estar: Yo, nosotros, ¿con quién nos identicamos?
De esa necesidad de identidad nace el grupo de amigos Neótos de la verdad,
que se reunían en unos condominios cercanos a la Universidad Nacional de El
Salvador. En ese contexto nace la pregunta personal: ¿Cómo puedo contribuir
yo? Surge la conciencia de la necesidad de identidad personal en contraposición
con la corriente dominante de la masicación, perdiendo al individuo.
El afán de identidad, de búsqueda de La Verdad y de ayudar a las masas a
construir identidad, el Habitante toma la decisión de emprender un camino
de búsqueda de la trascendencia. Su camino intelectual se sumergió en la
losofía ideal platónica y agustiniana, buscando llegar al universal a partir de la
instrospección personal.
Fotografía Reynaldo Rivas
Este camino de búsqueda lo lleva a encontrar un espacio, un lugar, donde
su espíritu indómito e intrépido encontrara la linfa para su vida. Así, pudo
desarrollar su anidad cercana con la gente, una fuerte empatía con la naturaleza.
Las experiencias directas le llevaron a convertir su día laboral en “paseos”
entre caminos y montes, riachuelos y vientos. En sus caminos siempre buscaba
sumergirse en los riachuelos, que le permitían establecer una fuerte conexión
con la trascendencia y a rearmar la vida.
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En esta etapa de experiencia laboral y de empatía con la naturaleza, surge la
necesidad de profundizar teóricamente estas experiencias. En eso estaba, cuando,
en una mañana en un país de Suramérica hace experiencia de un acontecimiento
con la naturaleza que le marcaría la vida, dejando una huella que, más tarde será
el impulso de vida.
La experiencia fundante
Era una mañana de verano, cuando salió mochila al hombro, en compañía
con otros amigos, cuando de repente una intensa neblina iba oscureciendo
su camino. Cada vez era más intensa mientras caminaban, a tal punto que
era imposible continuar: la visibilidad era casi nula. Bajaron mochilas y se
recostaron, obligadamente, a esperar a que el camino se despejara.
Pasaron entre 20-30 minutos sin poder ver más allá de donde un paso pueda
llevarnos cuando, de pronto, en la espera de la luz, comienzan a aparecer en lo
alto unos débiles rayos que hacían despuntar las copas de unos frondosos pinos
por encima de la densa neblina. De pronto la luz fue aumentando y, con esto,
aparecieron más y más verdes y bellos árboles. El espectáculo era increíble: era
una lucha intensa entre luz y oscuridad; era la manifestación más preclara de una
dialéctica existencial: la luz buscaba penetrar la densa neblina, al inicio débil,
luego más intensa. Esta lucha dio como resultado no sólo el descubrimiento de
unos bellos árboles, sino que, de pronto aparece, como un milagro de la vida,
fruto de esa lucha, una de las ores más bellas jamás vista. Con una presencia
imponente y de vívidos colores brillantes que la combinación de luz y neblina
hacía más sublime, apareció una hermosa Heliconia. Era la manifestación de
vida más clara que la naturaleza le ofrecía. Se trataba de una Heliconia, en una
variedad de las caribeas. Su tamaño era de unos cincuenta centímetros, y su
belleza apuntaba y conducía hasta el cielo.
Si la intensa neblina no hubiera aparecido, el Habitante jamás hubiera
descubierto la belleza profunda que en sí contenía. Del mismo modo, si la luz
no hubiera llegado, la belleza no hubiera sido descubierta.
Pero esto no fue todo. Cuando la luz iba ganando terreno, descubrió que, bajo
los árboles y la Heliconia, había una verde y suave pradera, en una colina de
donde bajaba un cristalino y fresco riachuelo. Pensó: “no soy Adán y no veo por
aquí a Eva, pero esto es un paraíso que el Creador me regala”.
Esto dio origen a esta apasionante aventura existencial.
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Tiempos de crisis y sentido
Tiempo más tarde, tras una intensa jornada en su apasionado mundo en el
cual amaba lo que hacía y hacía lo que amaba, en uno de los más peligrosos
caminos que transitaba, los frenos del automóvil en que se conducía fallaron,
provocándole un sutil pero grave golpe. Debido a su espíritu apasionado y su
entrega, no hizo mayor caso del accidente ni de la gravedad del mismo.
La condición médica indicaba dolores que fueron tratados con antiinamatorios;
sin embargo, el problema era mucho más grave: ese accidente le provocó una
lesión y trauma craneosefálico que, sumado, a la intensa actividad que mantenía,
le llevó a pasar por casi tres años inmóvil y al punto de morir en cada instante.
En uno de los momentos más críticos de su condición de salud, entre amigos y
parientes que acompañaban su lecho, pensaron que moriría, algo extremadamente
misterioso sucedió: no decía palabras, pero de pronto pareció sonreír, mientras
delicadamente frotaba sus labios. Todos quedaron impactados en extremo, pues
no esperaban otra cosa sino su muerte. Y lo que sucedió fue que dibujó una
sonrisa que hacía mucho no dibujaba. Días más tarde el Habitante contaría lo
que realmente sucedió.
Por mucho tiempo vivió el asecho y los murmullos de quienes, indiscretamente
muchas veces le acompañaban, desencadenando más dolor, el cual llegó al punto
de agonía y trance de muerte. Cuando experimentaba ese momento misterioso
Reynaldo Rivas
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y agónico entre el ir y el estar vivió una acción de la Providencia trascendente:
aparece en su agónica memoria el espectáculo que años atrás había vivido: la
neblina, el sol y la Heliconia. Apareció también en su memoria el refrescante
riachuelo y los verdes bosques de los prados y colinas que invitaban e incitaban
a la vida. Fue entonces cuando, a manera de arañar existencia, se abrazó a
todas esas manifestaciones naturales de vida y los presentes en su lecho,
experimentaron su sonrisa. Y es que, para el Habitante, el autofrotar los labios
no es otra cosa más que la manifestación de armonía interior y paz y una de las
más grandes manifestaciones de autoconquista del ser humano.
No abrió los ojos de inmediato, sino que antes fue imaginando más ores, más
árboles y más ríos. Por varias semanas no hacía más que permanecer en este
hábitat imaginario, frotando sus labios. A su interpretación no era otra cosa que
un regalo de Dios y una invitación a la vida.
Fue un 28 de agosto, día en que se celebra al amigo de sus ideas, Agustín de
Hipona, que un bello pájaro llegó a su ventana: era un Torogoz. Extendió sus
alas, manifestando su arte en los aires y el esplendor de su belleza, posándose
unos metros distantes y retornando a la ventana. El Habitante al ver la acción
repetida del Torogoz se preguntó qué querría decirle. La respuesta no tardó en
llegar: tenía que volar como el Torogoz. Quiso levitar. El pájaro se movió y el
Habitante comprendió que era estúpido tratar de imitarlo. Entonces se dijo “si
volar, de mi parte, es estúpido, y volar es superior a caminar, ¿para qué sufro al
querer levantarme si ni siquiera quiero volar?”. Fue entonces cuando, por n,
el bello pájaro lo mira, suavemente extiende las alas y alza su vuelo hacia lo
alto del cielo. Entonces el Habitante comprendió el verdadero mensaje y el más
grande regalo que su vida había recibido: comprendió el sentido… tenía que
extender sus alas y volar a la trascendencia, desde la cama debía conquistar lo
que no se conquista ni caminando ni volando físicamente. Encontró el verdadero
método para compendiar su creer, su pensar y su amar: fue ahí donde encontró
su identidad. Gritó de felicidad. Y se dijo: nunca más volveré a llorar, hoy he
vuelto a nacer; ha llegado el momento de materializar tantas ideas, de concretar
tantos sueños y de vivir tanta vida que queda por derrochar.
La realización del proyecto
La heliconia que en su agonía vio, la hace traer como rizoma, la siembra en
una bolsa, y cuando la planta había crecido pidió que la sembraran en tierra, a
unos metros de su lecho. El día que la planta oreció, el Habitante se levantó: se
arrastró entre el dolor y el llano hasta llegar a abrazarse a ella. Ese día, durmió
junto a la planta orecida.
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Con los amigos más cercanos, con quienes compartía sueños e ilusiones,
comenzaron a sembrar más heliconias en el terreno de la casa, creando un
jardín. Familiares y amigos contribuyeron para crear el ambiente que propiciaría
el restablecimiento del Habitante. Descubrió que cuantas más Heliconias se
sembraban, se producía mayor humedad y el ambiente cambiaba. Así sintió el
llamado a restablecer la casa común que el Creador nos ha otorgado.
Este proyecto no fue solo: junto a parientes y amigos cercanos, emprenden
la tarea de responder a la llamada de restaurar la naturaleza. Comienzan a
multiplicar pequeños oasis en un ambiente árido, convirtiendo las Heliconias
en una cultura de vida.
Cuando el Jardín Heliconias se estableció y convertido en el lugar más inspirador,
se fueron propiciando las ocasiones de tertulia y diálogo, como en el peripato
y el liceo antiguos. El sueño de años atrás de los amigos de Universidad se
concretaba después de las luchas en la dialéctica existencial.
Fotografía Reynaldo Rivas
Junto a sus amigos descubre que es imposible restaura la naturaleza si no se
restaura el espíritu y conciencia de las personas. Así emprende una intensa labor
de incidencia social. Comienzan a conjuntarse sueños de muchos que llegarán
hasta donde los sueños de los soñadores terminen y la misericordia del creador
nos permitan. Heliconias se vuelve una manera de vivir, una manera de creer,
una manera de amar, para todos aquellos hombres y mujeres de buena voluntad.
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La losofía Antropoecológica de Heliconias
La crisis ecológica, crisis humana
Pensar al hombre sin naturaleza es un imposible que estamos posibilitando. La
globalización del paradigma tecnocrático está ganando espacios no sólo en la
vida cotidiana práctica sino también en el pensamiento y las nuevas culturas que
van cediendo el paso de los valores que armonizaban la relación del hombre con
la naturaleza a prácticas de vida nocivas y destructivas del medioambiente, en
detrimento de la persona, a quien terminan deshumanizando.
Si echamos un vistazo a la historia de la cosmología, de Copérnico, Galileo,
Kepler a Newton y Laplace, la ciencia revela las guras, los números y las leyes
que instauran el Orden del Universo. La «revolución copernicana», al retirar al
hombre su puesto central, redispone el Universo conforme a un Orden cósmico
mucho más grandioso que el antiguo. El Universo se convierte en una Máquina
perfecta, de impecable armazón matemático, animada por un movimiento
perpetuo. Hasta Newton inclusive, Dios permanece a la vez como Creador y
Garante de este orden. Después, con Laplace y el Determinismo universal,
este Orden se torna autofundador y autosuciente. Las Leyes del Universo
recibieron en herencia la carga de absoluto y de perfección de un Dios en lo
sucesivo excluido de la ciencia. Con Einstein el Universo mismo se disuelve en
cuanto unidad cósmica para expandirse innitamente como Espacio/Tiempo,
donde van a reinar cuatro leyes soberanas (gravitación, electromagnetismo,
interacciones nucleares fuertes, interacciones débiles) que los físicos, conforme
a la exhortación de Einstein, se empeñarán en unicar, y esto, en lo que
concierne a dos de ellas, con éxito. Así quedaba desencantado el Universo
mítico de los Astros-Dioses, luego el del Dios soberano, en benecio de lo que
Goethe, criticando a Newton, llamaba una «ontología gris». Al mismo tiempo,
toda la diversidad de las cosas y de las formas de este Universo podía reducirse
a la unidad simple del átomo. Pero este mismo desencantamiento encantaba
a los cientícos, maravillados de revelar, tras las apariencias fenoménicas, la
perfección y la simplicidad matemática de un Orden-Rey
4
. De algún modo, la
ciencia terminaba con el encanto de un mundo que tenía las características de
ser dado para convertirse en un objeto con valores de intercambio.
El antiguo Cosmos asignaba al hombre su puesto en el Todo y daba un sentido
a su vida. El nuevo Cosmos no sólo retira a Dios su gobierno y al hombre su
elección, sino que aporta, ante todo, una incertidumbre fundamental sobre el
mundo y sobre el hombre.
4 Morín E., «La relación ántropo-bio-cósmica». Gazeta de Antropología 11 (1995). Recuperado
de http://hdl.handle.net/10481/13606
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Págs. 16-29.
Fotografía Reynaldo Rivas
Cuando el Cosmos se torna extraño, misterioso, gélido en sus espacios, ardiente
y explosivo en sus astros, terroríco en sus agujeros negros que beben su propia
luz, asistimos a la resurrección de una Naturaleza orgánica, compleja, matricial,
nutricia y placentaria, que envuelve al hombre a la vez que está en su interior.
Esta Naturaleza había sido expulsada de la ciencia como fantasía romántica,
para dar paso a los terrenos, medios, organismos, genes; sólo permanecía como
«natural» la cruel selección que elimina al débil en benecio del fuerte.
El paradigma tecnocrático y el paradigma ecológico
El Papa Francisco, en la Carta Encíclica Laudato Si’, arma que en el origen de
muchas dicultades del mundo actual está la tendencia a establecer el paradigma
tecnocrático como método de comprensión de la vida
5
. Tal paradigma sostiene
que los problemas ecológicos serán solucionados a partir de la ciencia y la
tecnología. Sin embargo, el poder de la técnica, aprisiona al hombre y lo lleva
a usar de ella contra la Naturaleza. Es el poder de la técnica, la tecnocracia
como funcionamiento autónomo del plexo de instrumentos, que no reconoce a
la persona singular y que lleva a un uso desconsiderado o excesivo de la técnica
por parte de la voluntad de poder
6
.
5 Cfr. Francisco, Carta Encíclica Laudato Si’, sobre el cuidado de la casa común. Roma 24 de
mayo de 2015, nn. 106-110
6 Cfr. Yepes Stork, R., Fundamentos de antropología. Un ideal de la excelencia humana.
EUNSA, España 1997, p. 116
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Por su parte, el paradigma ecológico se congura como un modelo de
comprensión del ser humano y de su relación con otros seres, de la relación
consigo mismo y todo lo que le rodea en armonía
7
. Reexiona sobre el dato
que de hecho los recursos del mundo no son innitos y que el uso de ellos
no debe llevar al abuso
8
.
La propuesta antropoecológica de Heliconias
El binomio Hombre – Naturaleza hay que entenderlo no desde un dualismo
contrapuesto sino desde la armonización
9
. En efecto, hay una esencia en ellos
que les une. Tal esencia que les unica, que les integra es el ser. El ser que le
da sentido a estas realidades es la trascendencia. Y la trascendencia tiene un
nombre: es la verdad. La verdad es la esencia de la naturaleza de las cosas. A
partir de esto se desprenden los valores de estas dos realidades: el hombre y la
naturaleza van logrando su identidad, una identidad gradual. Es tan gradual que
van en constante búsqueda de la realización en la verdad, al punto de innito.
El hombre y la naturaleza se realizan plenicándose en la verdad, en la justicia,
en la solidaridad y en la corresponsabilidad individual y colectiva y en la
integralidad mutua.
La realización se da en el devenir de las cosas, un devenir orientado al encuentro
con la verdad. Cuando se pierde el horizonte de la verdad, el mundo entra en
caos. De hecho, el n del mundo es el rechazo, odio y lucha contra la verdad.
Cuando se odia la verdad, entonces se llega a la degradación. El inerno es la
contradicción de la verdad, el abrazo de la mentira.
Si hacemos un recorrido histórico, encontramos el conicto de la corrupción de
la verdad. Los valores se invierten y la mentira toma el sitio de la verdad y es
entonces cuando la historia comienza a degradarse. Cuando se anteponen los
valores de la verdad, entonces se destruye todo.
La persona y la sociedad está fundamentada en los valores de justicia, que
nos permite equilibrar tanto los recursos como los comportamientos. Los
mismos valores que rigen a la persona y la sociedad, son los mismos que
rigen la naturaleza, pues también ella espera de la justicia, solidaridad,
corresponsabilidad, integralidad de la persona. Y es precisamente aquí donde
la naturaleza, además de ser madre es también maestra: ella es la que vive
más armónicamente la verdad, vive naturalmente a perfección la justicia; es la
7 Cfr. Boff, L., Ecologia: Grito da Terra, Grito dos Pobres. Sexante, Rio de Janeiro 2004, 25
8 Cfr. AA.VV., Ecoteología. Un mosaico. San Pablo, Colombia 2016, p. 18
9 Barrera Salinas, G.M., Antropoecología. Documento inédito. Archivo de la escuela de
pensamiento Heliconias. 15.06.2017
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naturaleza la madre más solidaria y corresponsable. La naturaleza es la primera
maestra y madre de la vida. Ella no ha roto con los valores.
Fotografía Reynaldo Rivas
A partir de estos postulados, el proyecto Heliconias busca la restauración de la
casa común desde el enfoque de Humanización y Ecología. Conscientes que no
es posible una restauración ecológica si antes no se da una restauración humana.
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Consideraciones nales
A continuación se ofrecen una serie de consideraciones nales que no pretenden
ser exhaustivas sino aproximativas a la proyección de Heliconias:
El proyecto Heliconias quiere ser un referente ecológico no sólo
local sino también nacional. Su apuesta a la antropoecología reviste
matices bien propios que buscan la armonización del hombre con la
naturaleza. De ahí que los contenidos formativos con los que trabajan
son humanizantes y ecologizadores. Metodológicamente, Heliconias
se desarrolla en tres momentos formativos: Formación, Vivencia/
Interiorización, Transformación.
La Escuela de Pensamiento Heliconias busca forjar reexiones de
orden especulativo y práctico en pro de la transformación. Para ello,
cultivan la losofía y espiritualidad propia de una visión de armonía
con la naturaleza y trascendencia hacia el innito.
La crisis ecológica hunde sus raíces en una crisis humana. Conscientes
de ello, Heliconias busca la transformación social teniendo como
base las nuevas generaciones. Para tal efecto, el proyecto cuenta un
área de deporte y recreación (ecorutas, ciclismo, balonmano, etc.)
dirigida a niños, adolescentes y jóvenes. Siempre bajo el paradigma
antropoecológico.
El proyecto se expande en el territorio nacional. Cuenta ya con proyectos
de restauración en Cabañas, San Vicente, La Unión. Con Heliconias se
están restaurando ecosistemas que se estaban deserticando.
La reconstrucción de una mejor sociedad pasa por una transformación
de la cultura. Por eso, Heliconias también le apuesta a la formación
cultural, antropológico e histórico de los miembros y de aquellos que
le visitan.
Para asegurar su autosostenibilidad, el Proyecto Heliconias impulsa
el Eco Turismo y, próximamente, abrirá la Ruta Heliconias. Además,
busca posicionar las exquisitas y tropicales ores en el mercado, de
modo que los productores (campesinos) puedan ser remunerados. Esto
lo hace bajo el enfoque de la sexta industria, por lo cual, el productor
lleva su producto directamente al consumidor.
«Heliconias es, en denitiva, una manera de vivir, de pensar, de creer y de amar.
Es un mundo de inspiración» (El Habitante)
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Referentes Bibliográcos
AA.VV., 2016. Ecoteología. Un mosaico. San Pablo, Colombia, p. 18
Asociación Socio Ecológica Heliconias, Plan de trabajo. Naturaleza. Archivo
de la escuela de pensamiento Heliconias.
Barrera Salinas, G.M., 28.09.2012. Historia del Habitante. Documento inédito.
Archivo de la escuela de pensamiento Heliconias.
Barrera Salinas, G.M., 15.06.2017. Antropoecología. Documento inédito.
Archivo de la escuela de pensamiento Heliconias.
Boff, L., 2004. Ecologia: Grito da Terra, Grito dos Pobres. Sexante, Rio de Janeiro
Francisco, PP., 24 de mayo de 2015. Carta Encíclica Laudato Si’, sobre el
cuidado de la casa común. Roma.
Kress, W.J.; Betancur J.; Echeverry B., 2004. Heliconias. Llamaradas de la
selva colombiana. Guía de campo. Cristina Uribe Editores, Colombia.
Morín E., 1995. «La relación ántropo-bio-cósmica». Gazeta de Antropología
11. Recuperado de http://hdl.handle.net/10481/13606
Yepes Stork, R., 1997. Fundamentos de antropología. Un ideal de la excelencia
humana. EUNSA, España.
Rubén Martínez Bulnes