134
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2018 AÑO 8, n.º 9, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Regalado, Leonardo. El impresionismo en los pintores salvadoreños de inicios del siglo XX en El Salvador.
Págs. 132-144.
Letona, poniendo n a la primera Academia de Bellas Artes en El Salvador.
Un segundo proyecto inició en 1866 bajo la dirección del salvadoreño Juan
Lacayo, pero este murió en 1868, pasando a ser dirigida por Charles Dorat
quien amplió y modernizó sus instalaciones extendiendo la academia hacia
el área de música, siendo Alfredo Lowenthal el primer profesor de música
(Palomo, 2017) esta academia permanece hasta nales de la década de 1890,
no volviéndose a tener noticia de su existencia en el país después de esa fecha
(Ibídem, 2017).
Durante todo este período inestable de orden político y social los gobiernos
de turno tuvieron la intención de enviar a los primeros pintores nacionales a
especializarse en las academias europeas, tal es el caso de Wenceslao Cisneros
(Cea, 1984; Palomo 2007; Cristiani y Palomo, 2009, Palomo, 2017), y Juan
Lacayo entre otros (Ibídem, 2017).
Al igual que algunos artistas plásticos latinoamericanos, nuestros artistas no
pusieron atención a los nuevos movimientos de vanguardia de ese entonces, sino
al contrario, se apegaron a la tradición gurativa europea, cuyas raíces proceden
desde el renacimiento, ya que por encargo mismo del gobierno salvadoreño,
así como por formación artística debían de realizar copias de obras de los
grandes pintores renacentistas y períodos históricos posteriores. La etapa de
experimentación con las técnicas aprendidas así como de temáticas más propias
o personales vendrá después (Cea, 1984; Erquicia, 2012).
A principios del siglo XX
Ya a principios de 1900 el Estado salvadoreño promovió un discurso de identidad
ciudadana basado en “un nuevo modelo de ciudadano civilizado, moderno,
mestizo, étnico y culturalmente homogéneo” (Erquicia, 2012) por medio de la
construcción de monumentos arquitectónicos y plazas públicas de que mostraran
a los héroes de la independencia y los momentos cumbres de la gestación de la
República de El Salvador, así como presentar signos o símbolos que construyan
el concepto de una nación, busca construir un discurso artístico en el cual se
muestre la belleza del paisaje natural y humano salvadoreño que presentara al
mundo un país moderno y civilizado con interés en su historia, en el progreso
y la cultura por medio de la creación de instituciones de enseñanza artística,
de esta manera se convierte en el principal patrocinador de muchos pintores
salvadoreños pagándoles estudios en academias europeas y norteamericanas.
Desde ahí muchos de ellos aprendieron nuevas técnicas pictóricas provenientes
de movimientos artísticos relativamente recientes en la Europa decimonónica,
como el impresionismo, cuyos últimos ecos serán recogidos por pintores como
Carlos Alberto Imery, Miguel Ortíz Villacorta, Pedro Ángel Espinoza, y hasta
José Mejía Vides y César Sermeño, también en el caso de los pintores formados
en México, como Mejía Vides y Camilo Minero, con tendencia a la pintura de