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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2018 AÑO 8, n.º 9, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
Rivas, Ramón D. La Artesanía: patrimonio e identidad cultural. Págs. 80-96.
queda en desventaja ante productos fabricados masivamente. Esto debemos
ponerle mucha atención, porque no solo afecta la parte económica de las familias
que viven de la artesanía; sino que también. Porque afecta la parte cultural y
patrimonial como lo vimos anteriormente.
Creo que la artesanía no debe ser elaborada únicamente como producto
nostálgico para los compatriotas que están fuera de nuestras tierras; ya sea en
Estados Unidos, Australia o en cualquier otra región del mundo. Tampoco debe
ser vista como simples recuerdos para turistas que llegaron a nuestras tierras
y desearon llevarse un accesorio, supuestamente fabricados por manos de
artesanos y que nos identica como pueblo. Nada más falso esa concepción de
artesanía como recurso económico.
Lo que se debe impulsar, es una política pública en donde el producto artesanal,
de mayor calidad que lo industrial, forme parte de nuestra economía, del uso
diario de nuestra gente, parte fundamental del mercado local y nacional. Debe
haber incentivos para que la artesanía salvadoreña dignique a su gente, la haga
sentirse identicada y orgullosa de portarla y consumirla.
Por ejemplo, adquirir muebles fabricados en Nahuizalco debería ser la primera
opción del consumidor que irse a cualquier almacén a adquirir muebles con
telas sintéticas y con pocos detalles de las que pueda lucir un mueble elaborado
por un ebanista salvadoreño.
Pero esto implica también capacitar a los artesanos, ya que deben poner
productos de calidad que sobrepasen la durabilidad de los productos fabricados
por las fábricas, en donde la cantidad es el n y no la calidad. Para ello, nuestros
artesanos, deben estar muy bien organizados desde sencillos talleres familiares
hasta formales empresas. No se puede competir en un mercado globalizado
de forma individual y con productos elaborados sin las técnicas de nuestros
ancestros. Se debe crear centros de producción para la economía de nuestros
pueblos, elaborando productos que, en opinión de los expertos, constituyen
verdaderas obras de arte tradicional y contemporánea, provocando la admiración
de propios y extraños.
Considero que las técnicas empleadas por nuestros ancestros en las artesanías
que elaboraron, deben continuar. No obstante, sabemos que la artesanía moderna
se orienta hacia una creatividad innovadora que utiliza técnicas novedosas y
nuevas tecnologías. Esto es bueno, pero como antropólogo considero que lo
nuevo no debe reemplazar lo antiguo, sobre todo en materia cultural, ya que ello
implicaría pérdida de nuestra identidad y nuestro pasado.
Estamos claros que el diseño aparece como una prolongación de la artesanía,
conrmada además por las creaciones de los artesanos seleccionados para las
exposiciones y los concursos. Pero esto no debe ser excusa para reemplazar
técnicas y métodos que indican cultura e identidad. Esa es la tarea.