Hartmann Matos, Alejandro. El Museo Matachín, 32 años de trabajo comunitario. Págs. 32-43.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i6.2291
URI : http://hdl.handle.net/11298/302
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2015, AÑO 5, Nº 6, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
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El Museo Matachín,
32 años de trabajo comunitario
Alejandro Hartmann Matos
Historiador de la ciudad
Director del Museo Matachin, Cuba
hartman@gtmo.cult.cu
Resumen
Este trabajo es una ponencia presentada en la décimo sexta Conferencia
Internacional del Movimiento para una Nueva Museología, MINOM-ICOM
1
,
celebrada en la ciudad de La Habana, del 6 al 11 de octubre del 2014; y es el
resultado de las experiencias personales del Director del Museo de Matachín,
Baracoa (Cuba), el cual ha funcionado durante 32 años de manera
ininterrumpida, sumando experiencias únicas que se iniciaron cuando se
inauguraron museos en todos los municipios de Cuba por la Ley 23 de la
Asamblea Nacional del Poder Popular.
Desde su inicio y a través de todos estos años el Museo de Matachín ha
sido un aporte significativo a la museografía cubana debido al arduo trabajo
comunitario que, en el caso de Baracoa donde el 95 % del municipio es montaña
y de difícil acceso, se han visitado las escuelas más apartadas y a todos los
campesinos que viven en esos intrincados lugares.
“…pero este trabajo lo hemos hecho con todo el amor del mundo, porque el
museólogo con el amor, todo lo puede”
Abstract
This work is based on a report presented in the 16th International Conference of
the Movement for New Museum Studies (MINOM-ICOM), celebrated in the
city of Havana from the 6th to the 11th of October, 2014. It relates the personal
experiences of the Director of the Museum of Matachín, Baracoa, Cuba, who
has worked in the job continuously for 32 years, and who has had many unique
experiences, beginning from the time museums were first opened in all parts of
Cuba by order of Law 23 of the National Assembly of Popular Power.
Since its opening and through the years the Museum of Matachín has made
a significant contribution to the Cuban museum system owing to the difficult
1
Organización afiliada al Consejo Internacional de Museos, ICOM.
Hartmann Matos, Alejandro. El Museo Matachín, 32 años de trabajo comunitario. Págs. 32-43.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i6.2291
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community work involved and to the fact that Baraco is a region where 95% of
the land is mountainous and difficult to access. The museum has been visited
by students who attend the most isolated schools and by rural people who live
in the most inaccessible of areas.
“But we have done this work with all the love in the world because arranging
a museum with love is something everyone can do”.
Cuando empezamos, emprendimos nuestro trabajo solo con los instrumentos de
la sensibilidad y la intuición. Desconocíamos los términos sistema de
documentación, conservación, investigación, promoción, animación cultural,
programa y proyecto cultural. Estar muy ligado siempre a mis tradiciones, a las
costumbres baracoanas, a sus comidas típicas que siempre he deleitado, a la
longeva historia de mi Ciudad Primada, a la manera peculiar de ser del
baracoano, a esas innumerables leyendas que desde pequeño a mis
antecesores, fue impulso del corazón para la responsabilidad que iba a enfrentar.
Al comenzar a dirigir el museo tuve una posibilidad: profundizar en las
características y peculiaridades de nuestro territorio. Así pude entender con más
claridad y precisión la idiosincrasia del baracoano, su ética, sus costumbres, sus
hábitos, el sentido de autopertenencia de los distintos asentamientos
poblacionales. El contacto con un sinnúmero de informantes de distintas zonas
de la región coadyuvó indudablemente a ampliar mis conocimientos acerca de
estas: particularidades del área geográfica, sus cultivos, los intereses comunes,
los lazos de parentescos; la importancia de la familia, como núcleo esencial de
la sociedad en la conformación de la identidad del individuo en su contexto; los
problemas colectivos que han aunado y los ha identificado, creándole un
sentimiento de pertenencia al grupo. Todo aquello me explicó la cohesión que
siempre ha identificado a Baracoa.
Tuve en aquellos momentos toda la ayuda del director de Cultura, hombre con
intuición y sensibilidad. Gracias a su apoyo incondicional y confianza
depositada en mí, pude con libertad buscar la cooperación de cuatro compañeras
que laboraron conmigo de manera voluntaria en todo el proceso de
investigación y búsqueda de objetos para el museo. Fue un año de labor de
todos, unidos a los comités de defensa de la Revolución, a la Federación de
Mujeres Cubanas, a centros de trabajo, a la Comisión de Historia del Partido y
a un grupo de espontáneos hombres y mujeres que fueron pilares en la
consecución de nutrirnos de diferentes colecciones para el museo.
Al inaugurarse el Museo Matachín, el 18 de octubre de 1981, nos enfrentamos
a una situación dada que teníamos que transformar para llegar a los objetivos
que nuestra institución tenía como meta. Por lo tanto, nos sumergimos en
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conocer la realidad en todos sus ámbitos de nuestro municipio: qué
característica presentaba; cuál había sido su proceso histórico, con qué recursos
naturales contábamos; qué composición poblacional la caracterizaban; qué
recursos institucionales estaban contribuyendo a su transformación
(organizaciones políticas y de masas, cooperativas, unidades militares, la
escuela, el transporte, la electricidad, la salud pública, entre otros) y cómo eran
las particularidades de las familias, cleo esencial en la sociedad, porque a
través de ella es que se van a practicar las actividades sociales elementales y a
través de ella íbamos a conocer los portadores de la cultura local en la que se ha
transmitido de generación en generación las tradiciones y costumbres que
identifican a la comunidad. Otro elemento que tuvimos en cuenta fue el conocer
los medios recreativos y el empleo del tiempo libre de sus pobladores. Con estos
indicadores del diagnóstico, podíamos fundamentar que Baracoa, primera villa
de Cuba, fundada el 15 de agosto de 1511, durante cuatro siglos fue preterida y
olvidada. Al triunfo de la Revolución, tenía el más alto nivel de analfabetismo,
depauperación socioeconómica, de desempleo y crítica situación en la salud.
Esto hizo que la denominaran la Cenicienta de Oriente. La Revolución cambia
su status y por doquier encontramos una escuela rural en los lugares más
apartados del municipio, cooperativas de producción y servicios: se garantiza el
transporte a través de caminos de montañas, se han electrificado todas las zonas
del territorio y tenemos 19 hidroeléctricas en las zonas de más difícil acceso, se
ha extendido la red de servicio de agua potable con un acueducto por gravedad
y 20 para otras comunidades. No obstante esos beneficios sociales, en las
montañas detectamos un éxodo preocupante. Como elementos homogéneos en
todos los núcleos poblaciones pudimos constatar el mantenimiento de las
tradiciones danzario-musicales, la artesanía popular tradicional, la literatura
oral, las comidas y bebidas típicas y la reservación de las acepciones de variados
signos lingüísticos.
Lo cuestionado en la formación histórico-patriótica arrojó un desconocimiento
general de la historia de cada comunidad, desde las culturas aborígenes hasta
los hechos más significativos acontecidos hasta la fecha. Se pudo comprobar
también el poco dominio de los símbolos patrios y de los biografías de los
mártires caídos. Teniendo en cuenta estos problemas, confeccionamos un
proyecto cultural que comprendió tareas concretas para cada asentamiento
poblacional y zonas priorizadas, pero todo esto unido a los distintos factores que
tienen que ver con el desarrollo global. Porque no es posible llegar a metas en
el trabajo cultural si no hay la unión de todos los recursos institucionales y
humanos que hacen realidad la cultura en nuestro socialismo. Y nos referimos
a las cooperativas, organizaciones políticas y de masas, instituciones culturales
de la comunidad, el maestro, los delegados de la circunscripción, los
campamentos del EJT (Ejército Juvenil del Trabajo), unidades militares, el
médico de la familia, los instructores, los promotores, los cuentapropistas, entre
otros.
Por eso nos propusimos los siguientes objetivos:
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Fortalecer el trabajo histórico-patriótico, priorizando el de las zonas más
apartadas del municipio.
Impartir cursos de historia de la localidad en las escuelas urbanas y rurales.
Contribuir al fortalecimiento del trabajo político-ideológico trazado en los
lineamientos de nuestros congresos del Partido.
Dar a conocer el proceso histórico de Baracoa desde las culturas aborígenes
hasta los hechos más significativos de la Revolución.
Estrechar el vínculo museo-comunidad a través de los recursos humanos e
institucionales.
Reafirmar los valores locales, contribuyendo al autoreconocimiento de cada
comunidad.
Elevar el nivel de vida de cada comunidad a través de las actividades
propiciadas por la institución.
Hacer partícipe activa a la comunidad en las acciones de la institución.
Contribuir a la formación estética-cultural de la comunidad.
Nos propusimos, en primera instancia, como tarea ineludible, impartir un curso
de historia de la localidad que recogiera todo el proceso histórico de nuestro
municipio desde los indios hasta los logros más importantes del período
revolucionario. Coordinamos con la escuela y en la sesión contraria a las
actividades docentes; el grupo seleccionado recibe una vez a la semana, en 45
minutos, la información de un técnico de la institución. Con anterioridad
hacemos un programa que dosifica el contenido y se tiene en cuenta el curso
escolar para comenzarlo y concluirlo. Desde que inauguramos el museo, hasta
este año, se han impartido 416 cursos de historia de la localidad a 4.992
escolares.
Al final de cada año escolar se hace un evento de investigación, donde los niños
presentan una ponencia de un tema seleccionado acerca de la historia de la
localidad, el medio ambiente, las tradiciones danzario-musicales, las culinarias,
el patrimonio arquitectónico y uno muy importante: la vida, obra y pensamiento
de nuestro apóstol José Martí.
Aquí se involucra el maestro, el padre, el tío y el resto de la familia. El niño
desarrolla habilidades y destrezas en cómo hacer una ponencia, pero lo más
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importante es el fortalecimiento del sentido de pertenencia que se logra en ellos.
Así fomentamos el amor por su comunidad. Con los cursos apoyamos los
programas de historia de Cuba y de la localidad, en 5.° y 6.° grados y en la
secundaria básica. Con este concepto contribuimos a la educación
estéticacultural, histórico-cultural e ideo-política como elemento trascendente
en su formación integral. Hemos realizado 32 encuentros de investigación con
2.624 trabajos presentados. Algo muy significativo para lograr el éxito de estos
es el apoyo de la Organización de Pioneros José Martí, la Unión de Jóvenes
Comunistas y la Dirección Municipal de Cultura.
Nuestro museo siempre ha estado traspasando sus muros y se ha unido con las
casas de cultura, la librería, la biblioteca, la banda municipal, la Casa de la
Trova, la galería de arte, el cine, para llevar adelante, por una y otra parte, los
objetivos propuestos en el municipio, porque la cultura es un sistema del que no
se puede prescindir. De ahí la experiencia en las tertulias y en el espacio
Tradiciones.
Sus temas están correspondidos con el proceso histórico cultural, las tradiciones
danzario-musicales, las culinarias, el patrimonio arquitectónico e inmaterial y
el medio ambiente de la región. Todos relacionados con las colecciones del
museo. En estos años hemos involucrado a los promotores e instructores de los
15 consejos populares, para que todas las comunidades aporten a estos con su
riqueza cultural e histórica.
Otra actividad priorizada es el espacio “Los niños cuentan su Historia”,
destinada al público infantil. Esta se destaca por ser una experiencia
enriquecedora para el quehacer comunitario de la institución, que se realiza en
coordinación con la UJC, OPJM, Mined, Inder, ACRC, otras instituciones
culturales y los promotores culturales e instructores de arte de los distintos
asentamientos poblaciones. Hace 20 años se extendió hacia las escuelas
primarias del municipio, incluyendo las de enseñanza especial y los círculos
infantiles. Se celebran efemérides, ya sea del ámbito nacional o de la localidad;
combatientes cuentan sus experiencias: se recuerdan hechos como el
desembarco de Maceo, entre otros aspectos significativos. Se inculcan en los
niños sentimientos de amor hacia la historia local, sus costumbres, tradiciones
y la importancia de conocerlos. Se vincula al maestro con la dirección del centro
y otros factores de la comunidad con el quehacer de nuestro trabajo. Nos apoya
además la casa de cultura municipal, que nos ofrece sus proyectos creados con
niños, ejemplo de estos: “Sonetos del Futuro”, “Campanitas Vivas” , “Rayitos
de Sol” y otros. Estos se presentan en la actividad, la que enriquecemos con
cuentos, poesías, juegos y preguntas de participación, dibujo sobre asfalto,
representación de obras teatrales y demás. En ocasiones nos acompañan
especialistas del Centro de Promoción de Salud Municipal, quienes abordan
temas relacionados con la higiene personal que debe tener cada niño en su
escuela.
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Con perenne presencia nuestro centro es partícipe activo de todos los planes
asistenciales convocados por el gobierno de la localidad, giras comunitarias,
festivales y conmemoración de todas las fiestas locales y nacionales. Esto nos
ha permitido una plena identificación entre las comunidades y nuestra
institución. Otra experiencia vital ha sido la conexión con la Unión de Jóvenes
Comunistas, el Ministerio de Educación, el Comité de Defensa de la
Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas, la CTC, la OPJM, la Anap, el
Inder, la Aclifim, la Anci, la Ansoc, el Minint, el Minfar, la Uneac, la AHS, el
Citma y la ONG Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el
Hombre, el Mintur, la Filial de Ciencias Médicas, el Centro Universitario y la
Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana. De acuerdo con las
características de cada uno, así nos hemos planificado tareas que cumplan los
objetivos mutuos, como por ejemplo: en las caminatas a lugares históricos, en
la preparación histórico-patriótica de los jóvenes, en la celebración de las
efemérides o en el aniversario de un mártir cuyo nombre lo lleva un CDR o un
centro de trabajo, entre otras actividades. Nuestra institución es sitio constante
de las firmas del Código de Ética, en la entrega de la condición de Vanguardia
Nacional de las empresas y centros de trabajo y en el recibimiento de
personalidades políticas, culturales, científicas y deportivas que nos visitan.
También en estos años hemos tenido una línea muy bien definida en cuanto al
acceso y la relación hombre-acción cultural y participación. La línea consiste
en que la institución no puede prescindir de los distintos factores que hacen
posible el cumplimiento de la política cultural. De ahí lo positivo que ha sido
integrar a la actividad de la institución varios grupos de trabajadores, profesores,
campesinos, estudiantes y profesionales. Ejemplo de esto es el Grupo de
Arqueología Cacique Hatuey, hoy miembro de la Sociedad Espeleológica de
Cuba, que, debido a su apoyo, nuestras salas exhiben valiosas piezas de las
culturas precolombinas de la región; a través de ellos hemos localizado 56 sitios
arqueológicos que conforman nuestros antecedentes históricos y hemos podido
hallar la expresión plástica de su mundo, reflejado en sus pictografías y
petroglifos. Esto, a su vez, nos ha permitido establecer el cuidado y
conservación de estos lugares de nuestra prehistoria, como es el caso de los
petroglifos de San Justo, Yara, en lo que el campesino Regino Rodríguez es el
activista encargado de velar, protegerlos y controlar las visitas de las escuelas,
de los cooperativistas, de los obreros y de otros visitantes.
El museo móvil es otra de las experiencias
Logradas en 32 años de labor. Esto ha trascendido decisivamente en educar y
elevar el nivel histórico-estético e informativo-cultural de las comunidades.
Llevar muestras de nuestras colecciones a grupos humanos apartados de la
ciudad, que no tienen acceso a visitarnos, ha sido premisa obligada, dada las
características que posee Baracoa en su composición demográfica, en la que el
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mayor porcentaje de su población es rural. El museo móvil ha llegado a la
comunidad y ha pasado a ser, en relación biunívoca con esta, un vehículo idóneo
para su formación y desarrollo de su nivel de vida. El museo móvil ha recorrido
las cooperativas, las escuelas de distintos niveles, los CDR, los bloques de la
FMC, los campamentos del Ejército Juvenil del Trabajo, las unidades militares
los consultorios médicos de la familia, la prisión de nuestro municipio, los
centros de trabajo, el Centro Universitario y la Filial de Ciencias Médicas. Con
él hemos llegado a las montañas de más difícil acceso, como el Naranjo del Toa,
a dos horas de navegación en cayuca (pequeña embarcación que se usa para
navegar por los ríos como el Toa, Yumurí, Quiviján, etc.).
Para este trabajo mandamos a confeccionar una vitrina portátil formada por tres
secciones que consisten en una estructura de plywood de 110 centímetros de
largo por 80 de ancho y 15 de profundidad. En la parte superior se le agrega una
pieza con el cristal, y en la parte inferior, patas plegables. Esto nos ha permitido
llevarla en una guagua, en un jeep, en una cayuca, en un caballo o en un mulo.
Resulta ligera y fácilmente transportable. Nosotros, con las condiciones
materiales que teníamos a nuestro alcance, pudimos hacer este tipo de vitrina,
por lo que somos del criterio y la experiencia nos lo ha confirmado de que
cualquier tipo de vitrina o mueble puede jugar el mismo papel en cuanto al
montaje que representa el objeto museable. Empezamos esta actividad por los
poblados que por sus características sociopolíticas se les da una atención
prioritaria por parte de las organizaciones de la comunidad. De ahí trazamos el
plan para llevar a la práctica, desde enero de 1982 hasta la fecha, el museo
móvil. De acuerdo con las zonas, hemos venido exhibiendo las piezas que
juegan un papel informativo, didáctico o histórico-cultural. Esto ha propiciado
que los pobladores de distintos lugares nos hayan traído valiosos materiales que,
en su mayoría, han considerado sin importancia.
En varias ocasiones se nos ha presentado esta reacción por parte del pueblo. En
una muestra de arqueología nos sucedió algo sorprendente y agradable. Cuando
exhibimos algunas hachas petaloides, un campesino fue motivado porque él las
conocía como “piedra de rayo”. Nos informó que el poseía una. Nos la trajo, la
exhibimos y la donó al museo. Ha sucedido también con los fragmentos de
cerámica que ellos denominan “pedacitos de barros”. En el cúmulo de
experiencias, nos sucedió un caso muy interesante. El maestro de la escuela de
Manglito, localidad a 25 kilómetros al este de la ciudad, cuando montábamos
un museo móvil, nos dio para exhibir un hacha de cuello de gran tamaño, que,
según los especialistas, es la más grande que se ha hallado en la historia de la
arqueología cubana y del Caribe. Un tanto similar nos ha pasado con las
exposiciones relacionadas con las guerras de la Independencia. Las medallas de
veteranos, los machetes de los mambises, las órdenes de ascenso, etc., han
producido una actitud igual en los espectadores. Han traído lo guardado por sus
antecesores, conservado de generación en generación. Es norma nuestra,
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después de que explicamos lo que mostramos, dar una información de las
especificidades de cada zona.
Un ejemplo lo es este caso. Llevamos piezas como una cartera de veteranos,
fotos de mambises de la zona de Jamal, de la Manga Histórica, lugar donde
acampó el general Antonio Maceo en la guerra del 68, y una relación de
veteranos que participaron en el Regimiento Maisí, en el que muchos
jamalenses eran miembros. ¿Cuál fue la respuesta? Que la familia Urguellés nos
trajera el libro de la subdelegación de los veteranos del Jamal y que otra familia,
la Durán, nos trajera también para exhibir el estandarte que utilizó dicha
subdelegación. Otras de las experiencias han sido realizadas con las escuelas.
Una de ellas fue cuando nos dimos a la tarea de montar un museo móvil de flora
y fauna de Baracoa. Para este, les planteamos a los estudiantes que integran el
Grupo de apoyo de Flora y Fauna del Ipuec No. 30 qué pretendíamos. Les dimos
la información bibliográfica; hablamos con la dirección del centro para que nos
prestara un local y así pudimos montarlo. Ellos hicieron la colecta, clasificaron
las especies, las disecaron, les pusieron pie de texto y se prepararon para dar a
conocer la importancia de aquella a todos sus compañeros.
Otro montaje fue el realizado con otro grupo de estudiantes del grupo de
Geografía. Era concerniente a los estolones geológicos. Ellos los buscaron; a
través de un geólogo determinaron su tipología, zona de hallazgo y su
importancia mineralógica. En esta ocasión no utilizamos las vitrinas porque
eran muy pequeñas para el volumen de los objetos presentados. Nos valimos de
mesas escolares que pusimos en el exterior de los laboratorios. Otro ejemplo fue
el dedicado a la Polymita picta, molusco pulmonado, endémico de Baracoa y
Maisí. Esta actividad se realizó con la escuela de Majayara, zona muy rica en
este caracol. Los niños de la escuela rural trajeron ejemplares vivos y muertos.
Los vivos se mostraron en algunos árboles alrededor del centro y los muertos se
clasificaron por subescocías. Ejemplo: las nigrolimbatas, las roseolimbatas, etc.
Nosotros apoyamos a los pioneros con un trabajo publicado acerca de este
molusco en la revista El Yunque, órgano del Museo Matachín, el que le sirvió
de información científica.
Por todo el trabajo comunitario de nuestra institución, a través de 20 años de
labor ininterrumpida en las zonas de difícil acceso, el Consejo Nacional de
Patrimonio y la Comisión Cubana de la Unesco nos dio el privilegio de ser sede
del Primer Taller de Animación de los Museos en las Zonas Montañosas, que
se realizó en la Escuela Primaria Primero de Abril de 1985, en la comunidad
rural de Duaba, el 3 de mayo del 2002. Asistieron museólogos del Plan
Turquino, que expusieron sus experiencias.
Algunas valoraciones
Considero que el museólogo desarrolla una labor ineludible y de altísima
responsabilidad en el trabajo comunitario. El trabajo nuestro debe ser
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indivisible, por lo que hay que darle los mejores esfuerzos porque, cuanto más
cohesionada sea esa conjunción de intereses de todos, mejor marcharán los
objetivos propuestos. En nuestra labor hemos seguido esta línea de trabajo, que
nos ha dado resultados positivos en el bregar del quehacer cultural.
Conocer de la formación educativo-cultural de los estudiantes de los distintos
niveles de enseñanza, o de la visión de los pobladores de zonas apartadas y
montañosas que no han tenido un constante acceso a la formación
históricocultural, pese a las ventajas que en el campo de la educación, salud y
en lo social han recibido de la Revolución, ha sido esencial para desplegar el
trabajo en las diferentes comunidades. Sin este instrumento estamos
desprovistos de implementos necesarios para emprender nuestras acciones
culturales.
He meditado en muchas ocasiones en las cualidades que debe poseer un
trabajador de nuestra institución. Esto ha sido análisis constante en estos años
de labor cultural, en los que he contactado con disímiles personas dedicadas a
cumplir lo orientado, estrictamente en muchos de los casos, y otros a hacer con
amor.
Vivir en nuestra sociedad implica una cabal comprensión de los mecanismos
que en ella se dan. Una valoración entre la importancia de la capacidad
técnicointelectual y las cualidades innatas que debe caracterizarlo me ha llevado
a la conclusión de que lo más importante es la identificación plena con la labor
cultural que va a realizar y tener ese carisma que nos lleva a hacer con amor y
a infiltrarse en el corazón de las comunidades.
El nivel educacional alcanzado en estos años, donde la población ha acumulado
una fuerte instrucción, hace que el trabajador del museo debe tener una sólida
preparación y conocer las últimas experiencias del país, dominar los
acontecimientos culturales en el ámbito regional y universal, porque todo esto
coadyuva a mirar con otra óptica y le permite aplicar lo adaptable, sin limitación
y copia. Estas apreciaciones me han ayudado a tener una línea más certera para
enfrentarme a las problemáticas que un museo presenta y a los objetivos que
este tipo de institución se traza. Indudablemente, haberme pertrechado de estos
conocimientos me ha permitido, con más habilidad, utilizar para sus distintas
funciones los objetos museísticos, que son las fuentes primarias de nuestra
institución.
El museólogo debe ser objetivo y racional; debe saber definir y enunciar
claramente los objetivos y metas, proponiéndoselos reales, concretos, que se
puedan cumplir viables y operativos. De igual forma, se hace imprescindible la
determinación de los recursos disponibles con los que contamos; humanos,
financieros y materiales.
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Nosotros hemos tenido que sobrepasar escollos en lo relacionado con el
financiamiento de nuestras actividades en estos años. No contar la institución
con un presupuesto que pueda manejar y disponer, sin duda alguna ha
constituido una limitación para el campo de posibilidades y de acción del
centro... Aunque nunca paralizamos lo que nos habíamos trazado: si no había
dietas para la transportación y alimentos, estos menesteres los hemos resuelto
con el apoyo de las comunidades adonde llevábamos la actividad. En la medida
que las posibilidades lo permitan, debe independizarse el presupuesto para cada
institución; y esta deberá buscar los mecanismos que contribuyan a su
financiamiento.
Medir sistemáticamente cómo marchan las tareas lo he aplicado con el concurso
de todos los factores humanos que intervienen en la acción cultural, porque
siempre los demás permiten intercambiar puntos de vista y perfeccionar el
trabajo. Esto faculta evaluar la marcha del proyecto, los aciertos y desaciertos,
inexactitudes e introducir cambios, cuando se hacen necesarios, porque la
complejidad dialéctica nos afirma que siempre hay una constante movilidad y,
a veces, lo previsto no es factible, aunque puntualizamos en estas discusiones el
uso de posiciones lógicas y de raciocinio. Esto sirve para aclarar los conflictos
que surjan, dándoles las mejores y más rápidas respuestas. De ahí hemos llegado
a conclusiones más concretas que nos han servido para perfeccionar nuestra
labor.
Estos años, en la contienda cultural, me han hecho llegar a las siguientes
consideraciones:
Autovalorar lo mío, conocer qué tenía para decir de mi tierra y para
enorgullecerme de ella, fueron elementos importantes para con avidez indagar
en lo desconocido de Baracoa e iniciar el trabajo.
No es posible la consecución de una meta sin la perseverancia, el sistematismo
y, por encima de todo esto, el amor con el que se haga la obra propuesta.
Es esencial para un trabajo comunitario efectivo cumplir con las funciones del
museo: inventariar, conservar e investigar. Sin estos instrumentos, la promoción
es baldía.
Es imprescindible para nuestro trabajo la unión de todos los recursos
institucionales y humanos, que hace realidad la cultura en el socialismo cubano.
Es indudable que la participación de los factores humanos de cada comunidad
en el trabajo cultural, cuando autorreconocen sus valores locales, se convierte
en promotora de sus esencias y crece su sentido de pertenencia de manera
inusitada.
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La sistematización es una herramienta indispensable en el quehacer cultural de
todos. No cumplir este aspecto es dilapidar el mejor esfuerzo del trabajo
cultural.
Nuestros campesinos, nuestros pioneros de las zonas rurales, nuestros
cooperativistas, a través de los museos móviles, han recibido el mensaje
cultural, histórico, científico, lo que les ha permitido ampliar el universo de su
cultura, que en las condiciones en las cuales viven no les es dable recibir como
el hombre de la ciudad. Como respuesta recíproca hemos recibido
informaciones históricas y nuestras colecciones se han nutrido de valiosas
piezas. Indudablemente, a través del museo móvil, hemos despertado el amor
por nuestras tradiciones históricas y hemos reforzado el sentido de pertenencia.
Siempre hemos seguido una línea de trabajo que nos ha dado resultados
positivos: es no seguir las normas con esquemas, es no repetir con rigidez lo
orientado y desglosarnos de los planes inflexibles o fijar metas invariables.
El museólogo siempre debe partir de la creación, porque la creatividad es saber
dar respuestas a situaciones dadas y a los distintos problemas con los que se
enfrenta. Él debe tener en cuenta que las experiencias no son adaptables a todas
las circunstancias, porque todo es cambiable y vivimos en acelerado y dinámico
movimiento.
Las discusiones constantes, el análisis sistemático de cómo abordar las
actividades, de acuerdo con las peculiaridades de los asentamientos, unidos a la
reflexión y a los debates sin prejuicios nos ha apoyado mucho en el trabajo
diario.
Hay una cualidad importantísima que se debe poseer, y es la referida a su
sensibilidad con su trabajo. Cuando él la posee, está apto para enfrentarse a las
numerosas dificultades, a las incomprensiones, a los mecanismos burocráticos
y financieros que frenan el cumplimiento de la acción cultural. La capacidad
intelectual y el cúmulo de mayor cultura no son efectivos si no posee el carisma
que lo lleva a hacer con amor y a infiltrarse en el corazón de la gente. Se debe
ser optimista, alegre, afable: tener sentido del buen humor; debe caracterizarse
por lo persuasivo y debe saber escuchar, convencer y poseer un tacto necesario
para el trato con los pobladores.
Los postgrados, cursos, seminarios, las investigaciones y la participación en
diferentes eventos han permitido a nuestros trabajadores ampliar su visión
cultural y nos han abierto las posibilidades para la reflexión y el mejoramiento
del trabajo. La planificación es un aparato indispensable porque esto le sirve
para definir y enunciar claramente los objetivos y metas de manera clara y
Hartmann Matos, Alejandro. El Museo Matachín, 32 años de trabajo comunitario. Págs. 32-43.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i6.2291
URI : http://hdl.handle.net/11298/302
©Universidad Tecnológica de El Salvador
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racional. Esto le permite más concreción, viabilidad y cumplimiento más
operativos.
Soy de la opinión de que la evaluación es un termómetro que nos sirve para
conocer los aciertos y desaciertos en los diseños previstos. Es un proceso
permanente porque nos da la información precisa para continuar o reformular
la concepción inicial. Otro punto es hacer uso sistemático de la divulgación
porque ella coadyuva al desarrollo de cada actividad cultural que va encaminada
a la elevación del nivel de vida de la población.
La interrelación museo-comunidad es una vía efectiva para cumplir los
objetivos que el museo como institución se traza. Esta relación biunívoca hace
que los pobladores de los asentamientos se conviertan en una columna de sostén
para algunas de las funciones del museo: el enriquecimiento de las colecciones,
por una parte, y el flujo de la información para las investigaciones, por la otra.
La premisa que hemos esgrimido como arma fundamental fue, es y será esta:
que sin la comunidad el desarrollo de la cultura es imposible.
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Erquicia Cruz, José Heriberto
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La complejidad de las identidades, vista desde la memoria colectiva.
El caso de la localidad de Chalchuapa en El Salvador. Págs. 34-48.