Erquicia Cruz, José Heriberto. La complejidad de las identidades, vista desde la memoria colectiva.
El caso de la localidad de Chalchuapa en El Salvador. Págs. 38-48.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i5.2282
URI: http://hdl.handle.net/11298/311
©Universidad Tecnológica de El Salvador
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2014, AÑO 4, Nº 5, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
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1997: 38-42), lo que los hace sentirse coterráneos de una nación, y que se vuelve en
definitiva de gran importancia en la relación del Estado-Nación.
Con ellos se crea otro aspecto de la identidad nacional: el “ritual” o “culto cívico oficial”
de los Estados, que no es más que las tradiciones inventadas (Hobswam, 2002: 12) y
legitimadas por los Estados, y que son parte de un conjunto de prácticas oficiales cargadas
de simbolismo cívico que exhortan a los “nacionales” a sentirse parte y ciudadanos de ese
Estado (Gutiérrez Chong, 2001: 41-42). Por supuesto, la construcción de la identidad
nacional pasa por encima, sometiendo y anulando otras identidades, como pueden ser las
identidades étnicas, religiosas, locales y de género, entre otras.
El imaginario de la identidad nacional viene dado y ha sido diseñando a partir del sistema
obligatorio de la enseñanza pública (Gutiérrez Chong, 2001: 41-42). Así, la escuela se
convierte en la principal institución del Estado que contribuye en la construcción de la
identidad nacional, exaltando mitos y símbolos nacionales, difundiendo el culto cívico
cargado de rituales, que buscan cohesionar a los individuos de una determinada comunidad
política a un sentimiento nacional.
Como se ha abordado anteriormente, en la construcción de la identidad nacional es
primordial el pasado antiguo; y en el caso salvadoreño, como otros en Latinoamérica, fue
y es importante la exaltación de héroes indígenas (Florescano, 1997), que en su momento
tuvieron una participación de rebeldía y defensa de su territorio ante los conquistadores; al
mismo tiempo, la puesta en valor por parte del Estado de las antiguas edificaciones
prehispánicas, a través de las excavaciones arqueológicas, llevó a que los monumentos
encontrados sirvieran como un poderoso instrumento de la identidad nacional, acarreando
con ello la creación de museos y la elaboración de planes de estudio que abordarían la
nueva historia patria, como bien lo indica B. Anderson (2007). En este sentido, Chalchuapa
no escapa a ese referente prehispánico en el imaginario de los salvadoreños. Aunque la
región de Chalchuapa es conocida, desde finales del siglo XIX, como un lugar en donde se
encuentran vestigios prehispánicos, no fue sino hasta que desde el Estado salvadoreño
propuso que se excavara en el sitio arqueológico Tazumal, hacia la década de 1940. Luego
de estas investigaciones, se empieza a promover a Chalchuapa y Tazumal en específico
como un lugar en donde se encuentra el “alma nacional”. Por supuesto, en los libros de
texto de secundaria y bachillerato de la historia nacional aparece Chalchuapa como el gran
referente de la ocupación prehispánica de El Salvador; con ello este lugar, no se puede
objetar, forma parte de la identidad nacional salvadoreña, que se construye desde el Estado
a través de la escuela.
Así podemos observar que, para esa mayoría, los símbolos patrios, como el himno, la
bandera y el escudo nacionales, y la oración a la bandera; y otros como la flor nacional
(flor de izote) y el ave nacional (torogoz), además de las comidas tradicionales, en especial
las pupusas, son sinónimos de esa identidad nacional y se vuelven elementos
fundamentales de toda esa simbología creada desde el Estado y legitimada por sus
instituciones, entre ellas los museos; y que los hacen sentirse orgullosos e identificados con
el ser salvadoreños.