Gallardo Mejía, Francisco Roberto. El sitio arqueológico Cinacanta. Primer levantamiento indígena en Cuscatlán. Págs. 61-
85.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i5.2284
URI: http://hdl.handle.net/11298/313
©Universidad Tecnológica de El Salvador
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2014, AÑO 4, Nº 5, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
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doce y trece españoles, acompañados por el capitán Alvarado, los que atacaron (sin duda
estaban acompañados por varios indios aliados, que no se mencionan en los
documentos), pero nuevamente fueron vencidos a flechazos, pedradas y con “galgas”.
Ante esta crítica situación, Bermúdez construyó un “argumento de madera”, y que al
verlo los indios dejaron de tirar flechas. En ese momento salió uno de los señores
indígenas que estaban en el peñol y les dijo a los españoles que regresaran a la villa, que
ellos se pondrían al servicio de su majestad:
…luego a poco de rato salió un señor de los que dentro en el dicho peñol estaban,
e dijo al capitán que nos volviésemos a la villa, que ellos querían servir, e si saben
que les mandó el capitán que descendiesen del dicho peñol e que dicen la
obediencia a su majestad y ellos no quisieron dejarla fuerza sino ordenar traición,
como dicho es, e si saben que subimos el capitán e diez españoles e los derribamos
del dicho peñol, e matamos muchos cantidades de ellos, e si saben ser yo, el dicho
Bartolomé Bermúdez uno de los delanteros que con el capitán subió… (Ibid: 108).
Es claro que, según el relato de Bermúdez, su aparato guerrero impresiona a los
indígenas, a tal grado que dejan de lanzar proyectiles a los españoles. Al cesar el ataque
temporalmente sale uno de los señores nativos para negociar, entablando conversación
con Miguel Díaz Peñacorba, quien habría sido versado en la lengua náhuatl. Esto
demuestra que por lo menos uno de los tres o cuatro pueblos que estaban empeñolados
era pipil, por lo que esta era la etnia predominante en Cinacantan y probablemente en
los asentamientos circundantes. El líder indígena les dice que regresen a la villa de San
Salvador, ya que ellos se rendirán y se pondrán bajo el servicio de su majestad. Los
españoles saben perfectamente que esto es un truco y deciden finalizar el combate con
la ayuda del castillete móvil, llegando a la cima y haciendo gran matanza.
Esta armazón ofensiva protege a los conquistadores de las flechas, lanzas, “picas” y
pedradas, logrando así llegar a la cima del peñol donde acometen contra los pipiles con
armas de fuego, ballestas y espadas, matando gran cantidad de enemigos. “Algunos de
los indios se despeñaron huyendo de miedo e otros mataron los españoles a espada”
(Ibid:109). Es difícil determinar la forma y estructura de este aparato, pero el testigo
Juan Duarte lo describe como “una burra”, para que los ballesteros llegasen hasta la
cima. Francisco de León menciona que “…hizo un burro e manta para defensa e
arrimarse a ella, por lo que las flechas del peñol no hiciesen daño, e que los indios
desde a poco vinieron en paz, e que era opinión entre los españoles que de miedo de la
defensa del burro, habían venido en paz”. Barón Castro lo describe muy bien como
“una especie de castillete móvil”. No es difícil imaginarse una armazón de madera
cubierta con una manta de algodón que permitiera ser sostenida y manipulada por los
conquistadores, quienes se protegían llevando listas sus ballestas, arcabuces y espadas.
De esta forma repeliendo las pedradas, flechazos y lanzas arrojadas desde la cima
mientras los atacantes se protegían debajo de la armazón al mismo tiempo que
avanzaban. Bermúdez también menciona una “escala”, lo que sugiere la construcción
escaleras, que habrían facilitado el acceso a las partes más altas del peñol, siendo