REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
tolenda no es una construcción reciente en el mundo, y tiempo habrá en estas
páginas para profundizar en ello; pero sí llama la atención que en la localidad
de Copoya, a escasos cinco kilómetros de la capital chiapaneca, surgiera una
festividad cuando ya existía un carnaval celebrado conjuntamente por los que
se reconocen como zoques en Copoya y en Tuxtla Gutiérrez. Miguel Lisbona
parte de que, “por historiadores y antropólogos es conocido el pasado zoque
del centro de Chiapas, y en concreto de su capital y de Copoya, lugar fundado
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cisión Dolores Aramoni. Hablantes de tal idioma todavía viven en los esta-
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históricamente se habló el zoque hayan perdido de manera paulatina hablan-
tes, como ha ocurrido en Copoya, donde ya casi no se hallan. La existencia
de este idioma, del tronco lingüístico mixe-zoque-popoluca, tampoco es una
exigencia identitaria, como rasgo cultural inamovible, para que los copoyeros
o ciertos habitantes de Tuxtla Gutiérrez se asuman como zoques o, al menos,
como descendientes de ellos. Tampoco es de extrañar que lo zoque se encuen-
tre presente en la capital en forma de apellidos, sabores alimenticios y en una
serie de festividades que conforman un complejo entramado de cargos rela-
cionados con devociones católicas, casi todas ellas uniendo a habitantes de
Tuxtla Gutiérrez y Copoya, como han apuntado algunos estudios; y también
lo sigue haciendo de manera incansable la ya mencionada antropóloga Ara-
moni. El carnaval conjunto de Tuxtla Gutiérrez y Copoya es un ejemplo de
dicha colaboración, aunque en la actualidad han aparecido versiones distintas
de tal festividad en la capital chiapaneca y en Copoya. Pero si la presencia
de lo zoque está viva en el estado de Chiapas, tanto en los municipios donde
prácticamente toda la población es hablante del idioma, y también de diversas
formas en la capital chiapaneca y en la misma localidad de Copoya, ¿qué sen-
tido tiene la invención de un carnaval cuando ya existía uno? De esta pregunta
surgió la idea de escribir este texto, interrogante consciente de las suspicacias
que puede conllevar, aunque no exenta de interés por seguir pensando las
múltiples formas en que se nombre y utiliza lo zoque”. Artículos como estos
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a menudo y que a la larga no son más que copias de expresiones culturales ya
existentes en otros contextos o simplemente ocurrencias sin arraigo étnico. El
hecho es que, cuando estos subterfugios culturales se presentan, si no tienen
un referente identitario, muy pronto se van al “baúl de los olvidos”, por no
decir desaparecen.