García Escobar, C.R. El plástico en el arte popular y en el arte moderno contemporáneo en Guatemala. Pág. 93-102.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i4.2251
URI: http://hdl.handle.net/11298/162
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El plástico en el arte popular y en el arte moderno
contemporáneo en Guatemala
Carlos René García Escobar
Antropólogo.
Universidad San Carlos de Guatemala
Desde el pasado siglo XX, específicamente después de la II Guerra Mundial,
Centro América, como muchos territorios nacionales del llamado III Mundo o
también como parte de los denominados países subdesarrollados, ha sufrido con
más intensidad que nunca la penetración desmedida y abusiva de los intereses
económicos y políticos de las potencias autodenominadas “superdesarrolladas” en
términos de penetración de sus mercados de productos industrializados, en el
contexto de sus modernas tecnologías auxiliándose del usufructo de aranceles de
exportación/importación favorables a las megaindustrias mono y polipólicas, en
desmedro de las pobres y débiles economías de estos pueblos tercermundistas.
Este fenómeno de claro carácter capitalista de la producción mundial ha afectado
los hábitos de consumo de las sociedades que bajo su influjo gravitan en un
capitalismo dependiente que les permite a los países de Economía dominante toda
clase de desmanes incontrolados por nadie ni poder autónomo capaz de cerrar filas
ejercitando el derecho de autonomía y libre determinación pues, las libres
democracias y las relaciones diplomáticas y comerciales amañan los intentos de
accionar con libertad de pensamiento y de auténtico libre comercio. Tales
democracias y Tratados de libre comercio sólo son fachadas de un triste
sometimiento de las voluntades oficiales de los gobiernos constituidos ya sea
“democráticamente” o por la fuerza de imposiciones militares de dentro y fuera de
las naciones.
Como fenómeno de inequívoca penetración de intereses capitalistas extranjeros ha
permeado durante los recientes lustros una paulatina intromisión de tipo comercial
fundamentalmente pero con la máscara de la innovación cultural que ha
transformado los productos culturales nacionales caracterizándolos con
innovaciones de tipo industrial por un lado (en el orden de las artesanías por
ejemplo) y, a su vez, por intercurso de los massmedia (medios de comunicación
para las masas) las poblaciones pertenecientes a estas sociedades dependientes del
capital internacional, han adquirido hábitos nuevos tendientes a un cambio de
conciencia identitaria que las conduce a olvidar o abandonar hábitos y
comportamientos de corte tradicional como herencias ancestrales asumidas a
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través del pasado reciente y antiguo, en aras del consumo de productos y
quehaceres nuevos que transforman estas identidades e inciden en gustos y hábitos
que conducen a su vez en el deterioro físico de los organismos vivientes y las
personas. En otro sentido el plástico se ha introducido como elemento coadyuvador
para otorgar sentido estético y simbólico en expresiones materiales con
pretensiones artísticas y de mensaje social o sociológico como veremos aquí más
adelante.
Dice Néstor García Canclini que en México, además de existir una vasta
producción en las industrias culturales habitualmente identificada como tales:
editoras, radio, cine, televisión y video se intensificó la industrialización, o la
incorporación a circuitos tecnológicos y masificados de otras actividades: del
teatro a las telenovelas, lo espectáculos en vivo, el turismo e incluso las artesanías.”
En el caso de las artesanías, que concebimos como artes populares, algunos
sectores hemos criticado la “degradación masificada a la base de la alteración de
los diseños tradicionales. Fenómeno que ha venido ocurriendo en Guatemala desde
hace unos veinte años cuando empezaron a aparecer las fábricas de artesanías
llamadas por el mercado neoliberal como “neoartesanías” y cuya venta ocurre en
centros comerciales exclusivos como los metamercados y los mercados para
turistas de las grandes ciudades y poblaciones turísticas guatemaltecas y ahora de
toda Centroamérica. En tales mercados pueden observarse todo tipo de
alteraciones y reinvenciones de los diseños tradicionales dando paso al gusto
turístico globalizado y transformando desde esa visión mercantilista las antiguas
identidades culturales de los guatemaltecos en general explotando la creatividad
popular en desmedro de las herencias culturales que han dejado de funcionar a la
base de la creación de nuevas necesidades de uso de los artefactos artesanales.
Canclini observa que la incorporación de las artesanías tradicionales a una lógica
industrial “genera preguntas acerca de cómo combinar el valor mercantil con el
valor simbólico que tales bienes y mensajes tienen como representativos de
tradiciones comunitarias y prácticas de identificación social. Existen dudas
dice aún irresueltas respecto de la propiedad intelectual y los derechos de autor
cómo se articulan o entran en conflicto la propiedad comunitaria, la autoría
individual y el copyright que aproximan estos campos a la problemática de las
industrias culturales.”
El problema de dilucidar toda una serie de conveniencias e inconveniencias
entornadas por una nebulosa de inconformidades que tienen que ver con el
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bienestar inmediato y mediato de los artesanos productores en primer lugar, luego
con los intermediarios, (entre ellos los comerciantes y los funcionarios del Estado)
y finalmente con los consumidores, en su mayor parte turistas, es planteado por
Canclini en los siguientes términos: “Durante el siglo XX, como en otros países
con poderosas culturas populares, (como Guatemala), en México hubo que
atravesar largos debates para ampliar la concepción elitista de cultura y lograr que
fueran reconocidos como parte del patrimonio nacional los productos artesanales,
étnicos y de grupos populares urbanos. Ahora, el desafío es comprender y valorar
la reutilización industrial y mercantil de bienes cultos y populares tradicionales en
circuitos transnacionales. La televisión, los videos y las redes digitales ponen a
disposición de públicos próximos y lejanos las pirámides y los centros históricos,
así como obras de arte para personas que nunca entraron en un museo. Podemos
comprar artesanías por Internet usando tarjetas de crédito y hasta recibir la
certificación digital… sobre los diseños tradicionales. La mayor parte de las
artesanías sigue circulando en mercados y tiendas de la propia región, los
productores no se organizan empresarialmente ni llevan inventarios, pero un sector
creciente se ha convertido en asalariado de grandes talleres y empresas, donde los
formatos originales son reelaborados por diseñadores, se busca la exportación y
las artesanías aparecen asociadas a paquetes turísticos, gastronomía “de sabor
local” y música étnica. En tales condiciones, la problemática artesanal se aproxima
a la de las industrias culturales. ¿Cómo interactúan los derechos de los
comerciantes y consumidores, de los museos y los sitios de la web, con los
derechos de los grupos indígenas o populares a los que históricamente pertenecen
tales bienes culturales?
Dada la problemática aquí planteada como una premisa real que afecta los procesos
educativos e identitarios de los guatemaltecos, cabe preguntarse también acerca de
las políticas adecuadas para el control resolutivo de los problemas socioculturales
que devienen de estos nuevos giros que ha producido la industrialización de la
cultura. Porque no bastan las declaraciones de patrimonio cultural que el Gobierno
otorga como una instancia pretendidamente protectora sobre los saberes populares
a la base de solicitudes de personas interesadas en obtener resultados económicos
debidos a la mercantilización turística de los bienes culturales así declarados. El
problema está en que este tipo de declaraciones no resuelve las insatisfacciones de
la vida paupérrima de los artesanos productores en su calidad de creadores y
autores de arte popular individual o en serie. Y no únicamente en el mundo de las
artesanías, sino también en el de las representaciones danzarias, teatrales y
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musicales, que son las expresiones de la cultura popular y tradicional más
conocidas desde todos los puntos de vista posibles.
El otro problema que se plantea es el de los derechos de autoría que les
corresponden. Nadie, desde la Unesco, pasando por los funcionarios de toda índole
de instituciones relacionadas con este tema, los maestros de todos los órdenes del
sistema educativo nacional, hasta incluso los mismos productores de artesanías
originales, toman en cuenta esta instancia que corresponde a los derechos de la
autoría artística popular y ahora industrial. El argumento mejor esgrimido y que
he escuchado en todos los debates académicos a los que he asistido desde los años
ochenta es el de que un producto artesanal y artístico producido desde la base
popular de origen es anónimo porque su autoría se pierde en la noche de los
tiempos y por lo tanto no existe persona alguna a quién reconocerle ese derecho de
producción originaria. Por eso es que hemos propuesto desde esos años la categoría
de “portadores” en tanto que sus conocimientos sobre las técnicas y concepciones
artísticas de sus productos artísticos artesanales son heredados generacionalmente
por las vías de las líneas familiares y comunitarias más cercanas a quien conlleva
el conocimiento heredado y produce el hecho artístico tradicional. Esto sólo se
constata y reafirma mediante la investigación y documentación adecuada que nos
provea un inventario sistematizado de los productores de arte popular tradicional
en Guatemala.
En este sentido, para resolver en algo la problemática del desconocimiento
existente sobre los verdaderos artistas creadores de arte popular, ignorados
deliberadamente por las instituciones privadas y estatales que sólo ven el producto
y no al productor, la tecnología contemporánea actual nos ofrece posibilidades
que deben ser adecuadamente aprovechadas. Son aquellas de fácil reproducción y
difusión como los videos y la Internet que son propicios para facilitar de inmediato
la reproducción mediática de los diseños artesanales y la música tradicional,
fácilmente convertibles en prósperos negocios mediáticos, y de lo cual ya existen
numerosos ejemplos en el Mercado nacional e internacional. Es claro que aún no
existen normas de protección para el patrimonio cultural en estas novísimas
instancias de la tecnología y de ahí que fácilmente son apropiables por individuos
e instituciones sin la ética necesaria para la protección de los bienes culturales de
los guatemaltecos.
Para una mejor y más completa ilustración de lo dicho extractamos del libro
Repensar Guatemala, editado por la UNESCO y la Universidad Landívar, en el
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marco Mundial de Filosofía en Guatemala, las siguientes afirmaciones que nos
hablan concretamente de los nuevos fenómenos de las expresiones artísticas
innovadoras que esta nueva situación histórica de la sociedad guatemalteca está
produciendo. Esta problemática social provocada por la industrialización del
Plástico ha sido considerada por la UNESCO en un texto que describe el proceso
tal como sucedió años atrás en el Altiplano guatemalteco de la manera siguiente:
El siglo pasado hubo algo extraño en el cielo sobre el Lago. Por primera vez una
avioneta surcó esas nubes, hoy en día un hecho común en ese paraje que para ese
entonces era totalmente inhóspito. Los habitantes de las comunidades
inmediatamente identificaron un objeto desconocido que invadía su contexto y que
traía consigo, sin que ellos lo supiesen, los designios de “la era moderna”. Este
singular evento no hizo más que desencadenar una serie de debacles, el pánico
inundó a la comunidad e hincados en las calles muchos esperaban una catástrofe.
Esa marea de pánico indujo rituales con los cuales el “pom”, consumido por las
llamas, acompañado de “la chirimía” se elevó a los cielos; plegarias, grimas y
súplicas emanaban de la conmocionada masa. Había algo extraño en el cielo.
Desde entonces “lo moderno” ha invadido paulatinamente sus vidas, sus
costumbres y su cultura. Poco a poco el barro se volvió caduco y el plástico fue
tomando su lugar. En los hogares los guacales guardan el agua, ya no las vasijas;
ahora el plástico toma la forma de aquellos recipientes de dos orejas en los cuales
las mujeres traían agua del lago o del río cercano. Ahora toneles, cubetas y
guacales yacen en los patios llenos del vital líquido como la “reserva” para lo vital.
La comunidad que yace junto al Lago carece de agua potable y otros problemas de
carácter natural, otro irónico contraste de la polarización. La sociedad se ha
emplasticado.
Unos objetos son desplazados por otros: el cuero de las sandalias se cambió por el
látex y el comal fue desplazado por algún electrodoméstico. En el contexto de lo
rural, la chancleta de la marca “Suave chapina” fue un elemento que se popularizó
durante el conflicto armado que connotaba la pobreza de las comunidades que
fueron afectadas por la guerra.
Esa eterna confrontación entre los dos extremos ideológicos continúa menguando
la comunidad que se ve inyectada de “nuevos” objetos que no producen la misma
reacción de aquel avión que alguna vez produjo rezos, porque con el tiempo se
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volvió más común el objeto “nuevo” que seduce el abandono de lo hasta entonces
conocido.
Las comunidades con el acaecer del tiempo dejan tras de sí objetos olvidados que
cuentan su historia. Hoy en a esos objetos son “plásticos”, objetos en serie
creados en fábricas, distantes de las vasijas de barro imbuidas con la individualidad
de aquellos orfebres de oficio sagrado. Lo masivo ha reemplazado la
individualidad del guatemalteco que busca su identidad a través de los objetos de
marca, dividido por la constante tensión de “lo local” y lo de “afuera”.
En ése, ahora imprescindible viaje de ida y vuelta, de allá para acá, el paisaje
natural se ve “filtrado” por el polarizado, esa barrera gris (vidrios emplasticados)
que cubre la ventana y que de manera trágica separa lo de adentro de lo de afuera.
Es el filtro que nos aplana un paisaje colorido convirtiéndolo en blanco y negro,
que no nos deja apreciarlo del todo y que es el constante compañero de todo viaje
de ida y vuelta. El polarizado implica que los que están afuera no vean a los que
están adentro, pero para los de adentro conlleva la consecuencia de no poder
apreciar a totalidad el paisaje que está afuera. El paisaje de la eterna primavera se
ha convertido en el eterno conflicto entre dos extremos, siendo el polarizado otra
acción que induce esa brecha.
El artista es, entonces, aquel viajero que transita el péndulo entre su comunidad y
la ciudad, que siendo testigo de los cambios en los procesos culturales de la
sociedad guatemalteca logra canalizarlos a través del arte. El artista reinterpreta,
re-construye, re-presenta y re-plantea esos cambios que atestigua para
transmutarlos en objetos de arte.
Las comunidades que sobresalieron en cuanto a este tipo de “testigos” fueron
Santiago Atitlán (Juan Sisay), San Pedro La Laguna (Rafael González y
González), San Juan Comalapa (Andrés Curruchiche y Francisco Telón). Estas
figuras que surgen en el campo artístico del siglo pasado ejercen hasta la fecha una
influencia de peso en la escena del arte folclórico guatemalteco (primitivista).
Fueron testigos de una época. El conglomerado de las obras de arte naif generadas
por estos exponentes constituye entonces el testimonio de antaño. Nos
proporciona un testimonio de sus vidas, sus comunidades y costumbres; por ello
son conocidos como los maestros de la realidad. Muchos artistas aún escogen
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seguir este movimiento de arte y consecuentemente perpetúan esta corriente
costumbrista.
En la actualidad, una creciente generación de artistas rompe la continuidad del Arte
Naif replanteando la visión del arte contemporáneo indígena guatemalteco y, con
ello, planteando la unión de esas estilos fragmentadas, estos abarcan desde el Arte
Folclórico hasta el arte popular, señalando así el camino hacia el fin de la
polarización del arte índigena. Los “testigos” de la contemporaneidad
guatemalteca traen consigo el retorno a la comunidad y el planteamiento del
trabajo comunitario, una dinámica existente en el área rural, que a través de su
trabajo aborda el arte en sus diferentes ramas (literatura, plástica y música).
El artista es testigo del proceso de transformación de la cultura que sobrellevan las
áreas rurales. Esos cambios vienen de la mano del block (que sustituye al adobe),
del plástico (que desplaza al barro), del hierro (que reemplaza a la madera), lo
desechable y lo re-tornable.
El reto del arte contemporáneo es plantar la semilla para que los extremos divididos
se unan, para que el retorno no fomente la fragmentación sino que logre la cohesión
de los dos extremos, reconociendo nuestra hibridez y partiendo de ella hacia una
autenticidad de pensamiento y acción.
La tristeza del paisaje filtrado por el polarizado se perpetúa. Los detonantes han
sido muchos, la conquista, la guerra, el narcotráfico y la ingobernabilidad. Nuestro
reto es continuar ese retornar a lo auténtico que permita que ese re-pensar se geste
en medio de acciones que continúen favoreciendo el fin de la brecha. Debe haber
un retorno a lo sagrado y a lo auténtico. Llegar a lo primigenio y partir de allí para
re-pensar a la nación.
El artista contemporáneo plantea una nueva forma de comunicar a través de un
lenguaje propio. Cada testigo posee un lenguaje único y con él se arma para
enfrentar a la enorme brecha que amenaza con devorar a esta sociedad. El sentido
de pertenencia a algo más grande o “mayor” que el propio ser ancla al artista y lo
impulsa a seguir “hablando” este “lenguaje” sin desistir porque, aunque su labor
permanezca bajo el manto de lo invisible, el tiempo va concretando su obra como
tangible más allá de las fronteras y los medios inmediatos. En este sentido se
presenta actualmente en galerías españolas una exposición novedosa en la que
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participa uno de los artistas jóvenes guatemaltecos, de extracción étnica tzutuhil,
Benvenuto Chavajay, quien consciente de su situación como artista en el medio
guatemalteco se define concretamente explicando su producción artística, imbuída
por el uso del Plástico de la forma como sigue:
Material como concepto
A lo largo, como artista de la neo-post-guerra, he sido testigo de los cambios y
fenómenos que adolece el pais y la cultura. En el principio era el barro el material
que por excelencia lograba materializar la estrecha unión entre la comunidad y su
entornonatural y etéreo, con el devenir de los cambios el barro fue reemplazado
por el plástico. Este modelo se repite en las demás comunidades de Guatemala y
en Latinoamérica. Es el plástico el material que viene a incorporarse a todos los
aspectos de la vida cotidiana, de algún modo todo se ha “emplasticado”
“retornable” “desechable”.
Teniendo esto en mente los objetos transmutados por mis manos son de plástico,
éste material que se ha incorporado a nuestra cultura y su uso parece propagarse a
todos los aspectos de nuestras vidas, por lo que pareciera que nuestras vidas se han
tornado “desechables”. Testigo de esto, me ubico desde una perspectiva neutral,
proponiéndome materializar a través de los objetos de arte éstos cambios que
adolece mi entorno inmediato. A diario miles de personas van y vienen. Muchos
se dirigen de un extremo de La Ciudad a otro, mientras otros y muchos, realizan la
travesía de La Ciudad a alguna comunidad en el interior y viceversa. La
macrocefalia de Guatemala nos empuja a recorrer a diario esos largos trayectos,
durante los cuales brotan experiencias que en mi caso particular se traducen en
objetos de arte. Entre el ir y venir de mi comunidad a la ciudad y de regreso, el
paisaje de mi viaje se compone de todos los tonos de verde imaginables. La
camioneta se convierte en un refugio, una especie de Templo, que a su vez permite
al pasajero apreciar el paisaje guatemalteco.
Camuflaje
A raíz del Conflicto Armado en Guatemala (1960-1996) el camuflajeado se afianza
en el imaginario colectivo como un símbolo del terror. En la Post Guerra (1996-
2009) el significante del símbolo sufre un cambio en nuestro contexto, de un
símbolo de respeto se transforma para formar parte de la moda popular. Hoy en
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día forma parte de una expresión artística. La tela camuflajeada ya posee la gama
de colores por lo que constituye un pantone existente y vigente en el imaginario,
esos mismos colores son parte del paisaje natural de Guatemala, todo viajero los
contempla en su ir y venir. El camuflaje en tela implica hoy en día un proceso
industrial y es allí donde se retoman a su vez más temas de la sociedad
guatemalteca la “industrialización” y las “maquilas”.
Guacal
El “guacal” como objeto representa el cambio de los materiales de los utensilios,
del barro al plástico, un profundo cambio cultural, hemos “emplasticado”. Todos
los objetos son de plástico. Los objetos arqueológicos son transformados de nuevo
por la “industrialización” y la “comercialización”. Los arqueólogos en el futuro
encontraran los vestigios de nuestra sociedad “emplasticada” (guacales, chancletas
de huele suaves chapinas, llantas, bolsas plásticas etc objetos industriales
retornables) y ya no los majestuosos objetos de barro producto de las civilizaciones
antiguas. A su vez se retoma la temática de la Cuenca del Lago, el guacal es lugar
de reposo del agua. Los pueblos alrededor del Lago que se ven envueltos en una
de las grandes ironías de nuestra sociedad: estar cerca de un cuerpo de agua y
careciendo de agua potable. Al ser privados de éste vital líquido es el guacal el
objeto común en los hogares que a su vez se vuelve el contenedor de este
indispensable recurso de la vida cotidiana. Los utensilios “plásticos” de nuestra
cotidianidad adquieren un carácter “desechable” y “retornable”, proyectándose así
como un testimonio de los cambios culturales que adolece. Y termina diciendo:
“Como artista no puedo más que ser testigo imparcial de los fenómenos culturales,
siendo uno de mis objetivos transmitir los cambios que atestiguo”.
He aquí entonces, las nuevas formas de expresión artística que los nuevos
fenómenos polarizantes, a la vez homogenizantes, de la globalización económica,
comercial y cultural, están produciendo en Guatemala impulsados por la industria
cultural. Se trata de nuevos conceptos de identidad que urgen nuevos análisis para
su comprensión adecuada.
Nueva Guatemala de La Asunción
16 de febrero de 2013
Ponencia presentada por el autor en el IX Congreso Centroamericano de Antropología, del
18 al 23 de febrero del 2013, en la Universidad San Carlos de Guatemala.
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Ilusión. Técnica digital, 8.5” x 11”. Rita Araujo. 2013.