Prada, P.P. José Martí en la hora de la integración latinoamericana y caribeña. Págs. 151-159.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i4.2271
URI: http://hdl.handle.net/11298/171
©Universidad Tecnológica de El Salvador
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2013, AÑO 3, Nº 4, ISSN 2078-0664, ISSNE 2307-3942
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posibilidad latente, mientras que el segundo cae abrumado y vencido. Uno
acepta “lo posible” como el límite de toda actividad política; el otro descubre
nuevas posibilidades en el territorio de “lo imposible”. En palabras de Martí,
el revolucionario vuela como el cóndor, y el reformista—falto de fe en el ser
humano y en la posibilidad de construir mundos mejores, y deseoso de
conservar su pequeño “rancho”—, “insectea” por lo concreto
.
La idea de contribuir desde las Antillas a la construcción de una gran nación
americana —entendida como la que se extiende desde la frontera del río
Bravo, en el norte de México, hasta los confines de la Patagonia—, y que esa
nación contribuyera al “equilibrio aún vacilante del mundo”
es una de las
visiones más revolucionarias de todo el legado martiano.
No debe olvidarse que deportado de su Patria por el régimen colonial español,
el antiesclavista adolescente Pepe Martí, madura como joven entre las
conmociones de la caída de Isabel II y el advenimiento de la restauración; anda
luego de paria por las tierras de nuestra región: recorre Venezuela, México y
Centroamérica donde ausculta el doloroso pasado del indio; sirve como
diplomático y cónsul a la Argentina, a Uruguay y a Paraguay y constata en el
ejercicio los delicados hilos del poder y las relaciones entre países; se cartea
con amigos ecuatorianos y colombianos para intercambiar experiencias y
pasiones libertarias; alterna con dominicanos y haitianos que ya comienzan a
sufrir el avance del neocolonialismo económico; padece con jamaiquinos que
aún deben pleitesía a la poderosa Albión; conspira con puertorriqueños,
hermanos del mismo dolor; ¡conoce a fondo y como nadie a los nacientes
Estados Unidos! Y, mientras aprende la universalidad de la identidad humana,
bebe de todos el magisterio de la americanidad propia, que le lleva a construir
su radical ideología nuestramericana. Esta singular visión sintetiza una
comprensión dialéctica novedosa de la relación entre la tradición y la
modernidad, entre lo propio y lo ajeno, entre el ser y el deber ser, que no se
plantea como vuelta al pasado, ni como enclaustramiento en una otredad ajena,
y mucho menos como aislamiento de lo que acontece a su alrededor.
Recuérdense las palabras con que inicia su capital ensayo Nuestra América:
“Cree el aldeano vanidosoque el mundo entero es su aldea…”
5
. Por lo
. E. Ubieta: «Este libro es, declaradamente, polémico» Entrevista con Cuba Sí. En Internet: http://
www.cubasi.cu/index.php?option=com_k2&view=item&id=3692:exclusiva -enrique-ubieta-este-libro-
es-declaradamente- polemico.
. Paráfrasis de una cita de José Martí, en O.C. t. 20, p. 162, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
1976.