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A manera de presentación
Kóot es la primera revista salvadoreña dedicada a la museografía, antropología,
historia, arqueología y a la difusión del patrimonio nacional. Por su naturaleza,
pretende ser un nexo de comunicación entre la comunidad cientíca, los
profesionales y estudiantes dedicados al estudio, conformación de museos
y para aquellos interesados en la compresión, difusión y puesta en valor del
patrimonio tangible e intangible. Este número dedica especial atención a la
dimensión social de tráco ilícito de bienes culturales, pero también a la
dimensión social de los museos.
En sí, el objetivo fundamental de este tercer número de Kóot es el de poder
recoger en sus páginas todas aquellas tendencias museológicas que se
desarrollan en el panorama nacional e internacional de los museos, con la
nalidad de convertirse en un canal de difusión y comunicación.
Se presenta un análisis de los proyectos museográcos más recientes y lo
más preocupante de estos, pero además se rinde un homenaje a reconocidos
profesionales nacionales a través de la recuperación de guras históricas o el
reconocimiento de trayectorias humanas de especial relevancia en el campo
museístico, incluyendo otras disciplinas que tienen que ver en concreto con el
estudio y compresión de la cultura en sus diferentes aristas que la conforman.
El arquitecto Rafael Alas Vásquez inicia el contenido de Kóot con el artículo
“Museo-Edicio: una relación con nuevas perspectivas”, en el que comienza
haciendo un recuento histórico de que en los últimos años el tema del museo
y su edicio ha ganado una gran notoriedad. En su descripción arma que,
desde tiempos muy antiguos, los términos museo y edificio han estado
íntimamente ligados. El término museo utilizado por los griegos ya viene
asociado a la idea del edicio con el signicado de “templo de las musas”.
En los templos de esta cultura se guardaba el “tesoro” del dios respectivo,
constituido por preciosos objetos y vestuarios de la deidad.
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Alas rememora diciendo que “hay que recordar que el templo cristiano, desde
los primeros tiempos, comienza también a acumular en su interior valiosos
objetos artísticos, hecho que sobresale en la Edad Media, ya que dentro de las
grandes catedrales ocupaban un lugar destacado las piezas artísticas que por
su valor no estaban accesibles al público [...]. Los museos tienen una función
importante no solo como instrumentos de educación, sino también en cuanto
a su papel de agentes propiciadores de una conciencia de identidad cultural
que alimente el sentido de pertenencia y responsabilidad colectiva y comunitaria”.
Por su parte, la ecuatoriana Tania García presenta el tema “Dimensión social
del tráco ilícito de bienes culturales”. En este interesante artículo, García nos
introduce a la problemática del tráco ilícito de bienes culturales, un problema
latente hoy en día. Ella inicia la reexión así: “Creeríamos que el tráco ilí-
cito de bienes culturales solo afecta a bienes muebles e inmuebles, es decir,
objetos cerámicos, pinturas, esculturas, grabados, monedas, libros, textiles,
tumbas, sitios arqueológicos y coloniales; retablos, ruinas de forticaciones,
cementerios, edicaciones y monumentos. Sin embargo, este no es el problema
central que enfrentamos. Nos referimos fundamentalmente a la pérdida de la
memoria colectiva como consecuencia de la depredación de de los objetos
simbólicos de pueblos y comunidades”.
García se reere a la complejidad del fenómeno y analiza en su artículo, en
concreto, tres aspectos: el primero relacionado con la cadena de involucrados;
el segundo, relativo a la manera de “legalizar” la posesión de bienes culturales
patrimoniales de procedencia dudosa, y el tercero corresponde al análisis de
las sociedades o el entorno, que de una u otra manera pueden ser permisivos
ante este tipo de delito. Sin más, un artículo actual que muy bien nos puede
llevar a la reexión sobre lo que también sucede en nuestro país.
Ricardo Ibarra Portillo, con su artículo “La Colección Nacional de Aves del
Museo de Historia Natural de El Salvador: 40 años de ciencia”, nos introdu-
ce al mundo del mencionado museo, conocido por su siglas como Muhnes.
“Al entrar y recorrer la exhibición de aves del Muhnes, muy probablemente
los visitantes, mientras contemplen las diferentes especies montadas en los
dioramas y con sus rótulos informativos, no dimensionen qué hay mas allá o
del porqué de estos diseños, cuánta gente está involucrada en que tal ave esté
en un bosque o que otra haya sido puesta en el suelo o caminando a la orilla
del agua”, arma Portillo Ibarra. “Todo este trabajo es producto del conoci-
miento que se tiene de las aves mismas, ya sea mediante libros de consulta
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como guías de campo y volúmenes más especializados o de las aves como
tales. Asimismo, de los datos que aportan al ser colectadas, como el estado
de su plumaje, el contenido estomacal y los parásitos que poseía, entre otros
más. En este sentido, la recolecta o colecta cientíca es importante, aunque
también es un proceder comúnmente mal visto y, por ende, mal interpretado
por el público en general e incluso por algunos profesionales en la materia ya
que se juzga el acto de quitarle la vida a un ser vivo solo para guardarlo en un
museo sin utilidad evidente.”
Sin embargo, las colecciones de fauna, ora, minerales, fósiles y muchas co-
sas más, constituyen un verdadero tesoro para todo país ávido de conocer y
conservar su patrimonio natural, pues, bajo una efectiva administración, las
colecciones cientícas son la columna vertebral en diversas aplicaciones al
momento de tomar decisiones y llevar a cabo proyectos, líneas base, planes o
programas. Es por esto que en su artículo Ibarra Portillo da a conocer a todo
interesado en la ciencia y conservación, en El Salvador, la información conte-
nida en el Muhnes. Al artículo es, además, el producto nal de la coordinación
que del 2004 al 2007 se realizó entre la Dirección General de Patrimonio Na-
tural del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales y la Dirección
del Muhnes para tener acceso al acervo cientíco y con ello digitalizar los
datos de los especimenes.
“Pactos, conictos y papeles: los museos y la prensa”. Así se titula el artículo
de la cubana Lourdes Carbonell Hidalgo. Esta académica parte de que “las
funciones de los museos y la prensa tienen una coherencia que constituye
a la misión de ambos: la construcción de un sistema de valores profunda-
mente asimilados por la sociedad en defensa de la identidad. Este proceso es
metodológicamente organizado por las instituciones museísticas que regulan
la preservación de las herencias sociales, que luego son promovidas por di-
ferentes vías donde la ecacia muchas veces radica en el papel que asume la
prensa como promotora de un diálogo en el que el individuo ve reejadas sus
maneras de ser y sus prácticas culturales”. Y es que, desde esta perspectiva,
los museos y los medios de comunicación deben de jugar un papel estratégico
y complementario en esa tarea de promover, por medio de la difusión especia-
lizada de la cultura de los museos, la identidad. Naturalmente que para ello,
en otros contextos, fuera de Cuba deben de existir buenos y bien formados
comunicadores culturales. El artículo de Carbonell Hidalgo nos induce a la
reexión.
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Por su parte, el también cubano Máximo Gómez Castells, con su artículo
“Museo alternativo-participativo, un modelo frente a la hegemonía cultural”
nos reconrma que “urge pensar en las condiciones y contenidos producidos
en aras de evitar la producción de discursos cuya interpretación provoque una
identicación con un status de distinción que esté instalando una perspecti-
va hegemónica no desde la política, sino desde el ámbito de lo cultural”. E
insiste en que “desde la década de los años ochenta existe un enfoque de in-
tervención social. Se presenta para los museos urgida de una responsabilidad
con su entorno, que abandona el pensamiento hacia el interior y lo coloca en
la comunidad vista como contexto de actuación”. Gómez Castells, apoyándose
en Kennet Hudson, arma que “si los museos no consiguieran responder al
cambio social y reejarlo, dejarían de justicar el apoyo público”. Y es que,
para este especialista, “la sostenibilidad de la institución por el Estado está
condicionada a su capacidad de participación en los problemas sociales”.
“Museos, desarrollo y cambio: la reacción de los espacios banales. Con este
título, el brasileño Cícero Antonio F. de Almeida participa en este número. De
Almeida parte de que los museos cambiaron o están en movimiento. Entre los
cambios más importantes vericados en los últimos años está el aparecimien-
to de las iniciativas espontáneas de la creación de nuevos museos, nacidos a
partir de la articulación de los movimientos populares organizados, que no
eran más únicamente conducidos por los poderes públicos. Una explicación
para tal fenómeno es que los museos pasaron a ser vistos y reivindicados
como un derecho esencial —hasta el día de hoy, en su gran mayoría, nega-
do—, como un espacio contemporáneo de participación y de reacción. La pre-
gunta que con justicada preocupación se hace De Almeida es: “¿Hasta qué
punto podemos relacionar los museos, al desarrollo y los cambios sociales?”.
El académico opina que, “para reexionar sobre esta relación, debemos em-
pezar por preguntarnos sobre el carácter axiométrico”. Es decir, la dirección
que esto conlleva. Pero De Almeida se pregunta además: “¿Cuál es el concep-
to de desarrollo que estamos utilizando? ¿Cómo los museos se articulan con
los cambios sociales en curso?”. No hay duda de que el tema es absolutamen-
te contemporáneo e instigador, y sirve para proporcionar indicadores para el
trabajo que deben desempeñar los museos en el siglo XXI.
José Heriberto Esquicia Cruz, brinda el tema “El elemento estético indígena
y/o prehispánico en el patrimonio artístico salvadoreño como expresión de la
identidad nacional”, donde nos hace ver que durante el período colonial his-
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panoamericano muchos elementos estéticos prehispánicos, tales como sím-
bolos, distintivos, emblemas, imágenes e iconos, eran parte de esa gama de
componentes que se visualizaban en la arquitectura, la escultura, la pintura y
en general en muchas de las expresiones artísticas que, como tal, eran parte
de la admiración que se tenía de lo antiguo, pero también eran parte de la
expresión de aquellos indígenas que depositaban y plasmaban su etnicidad en
dichas obras. Mientras que para el siglo XX, cuando se estaba edicando el
Estado salvadoreño moderno, el elemento estético indígena y/o prehispánico
en las expresiones artísticas jugó un papel diferente del que se manifestaba en
el antiguo régimen colonial.
Erquicia es de la tesis de que ese papel jugaría más tarde lo indígena, ya
sea este arqueológico o folclórico, y que posteriormente se volvería en lo
campesino —costumbrista o mágico— y muchas veces en lo rural —pobre,
desprotegido y excluido—, ha pasado por una serie de etapas hasta nuestros
días. Por supuesto, todo esto es el vivo reejo del contexto histórico-social
que ha ido desarrollándose a través del tiempo en la sociedad; en torno a lo
que se expresa claramente en el patrimonio artístico salvadoreño, como claro
referente de su identidad nacional.
Un tema aún inédito en nuestro país es el estudio del patrimonio subacuático.
En este caso, el arqueólogo Roberto Gallardo nos ilustra con el interesante
artículo “Registro y documentación del pecio “SS San Blas”. Playa San Blas.
Departamento de La Libertad. El Salvador. Y es que, de acuerdo con Gallar-
do, “el tránsito de buques a vapor en el océano Pacíco entre 1850 y 1900 fue
un fenómeno histórico descomunal en América, y marca la época de oro en
la navegación con máquinas de este tipo. Durante este período se establece
un complejo sistema de transporte y comunicación que une los continentes,
y constantemente se rompen marcas de tiempo en viajes marinos. Este fenó-
meno náutico fue vital para el desarrollo industrial y económico de muchos
países en el continente americano. La gran cantidad de productos que eran
transportados por estos buques, incluyendo el café, así como miles de pasa-
jeros con diversas profesiones, contribuyó a la formación e industrialización
de las naciones en América. El papel vital de los buques de vapor para la
formación de El Salvador como nación y como país en desarrollo no ha sido
tema de análisis profundo, y amerita estudio para conocer sobre estas naves
marinas que fueron los medios de transporte y comunicación más importantes
durante casi todo el siglo XIX y principios del XX”.
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No obstante, con el objetivo de documentar y proteger este pecio —arma
Gallardo— es necesario realizar un proyecto de arqueología subacuática que
incluya delimitar el área que comprende el sitio arqueológico para una pro-
tección efectiva. El involucramiento de la comunidad es de vital importancia
para salvaguardar el patrimonio; y en este caso Gallardo arma: “Este proyec-
to debe tomar en consideración el contacto y comunicación con las comunida-
des locales, incluyendo a los propietarios de los negocios frente al pecio, y en
especial los ostreros y pescadores que extraen fragmentos de metal y objetos.
Esta es una parte clave del proyecto, ya que el peligro inmediato que enfrenta
este sitio arqueológico es el saqueo y depredación por parte de estas personas
que buscan el sustento diario. Una acción inmediata podría ser enviar noti-
caciones ociales a las autoridades del puerto de La Libertad, incluyendo el
alcalde, la Policía Nacional Civil y la Fuerza Naval, informándoles sobre la
importancia de este sitio y que actualmente se encuentra protegido bajo la Ley
Especial de Protección al Patrimonio Cultural. También sería muy convenien-
te noticar al lugar donde se compra el hierro extraído y evitar que el metal
proveniente del pecio sea comprado”.
Compartimos con Gallardo el hecho que “el San Blas es el único patrimo-
nio subacuático identicado en el departamento de La Libertad hasta ahora,
y su importancia histórica así como potencial turístico apenas se empieza a
descubrir. Por último, es necesario hacer conciencia sobre la importancia del
patrimonio cultural subacuático y la necesidad de protegerlo para las futuras
generaciones”. En buena hora.
Crónicas de Cuzcatlán-Nequepio y del Mar del Sur, de Pedro Escalante Arce,
es un libro de historia —como muy bien lo describe el autor— escrito en
parámetros tradicionales, con profusión de datos e investigación en fondos
documentales y bibliográcos de España, México, Guatemala, Nicaragua y
El Salvador, así como en Washington D.C. y la biblioteca del Congreso. Es
una compilación de estudios y comentarios sobre diferentes aspectos de la
historia colonial de las provincias salvadoreñas y del Reino de Guatemala en
general, algunos de los cuales ya el autor había tratado en obras anteriores. En
Crónicas... se pone el acento en temas relacionados con el siglo XVI, con la
presentación de aspectos históricos que no habían recibido la importancia que
revisten, o no mencionados por los historiadores.
Se trata de un panorama que en mucho es novedoso y desborda en su temática
la ruta tradicional trazada por los antecesores salvadoreños en esta materia. El
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mismo nombre Nequepio suscita alguna extrañeza para quienes han visto el
título de la obra. No se trata más que del nombre con que se conocía la parte
de Cuzcatlán. Hay varias descripciones geográcas que hacen coincidir ese
nombre con el Cuzcatlán nahua-pipil, además del uso común que se hizo de
él en León, Nicaragua. Se le ha dado la explicación etimológica de “tierra
extraña”. Crónicas de Cuzcatlán-Nequepio y del Mar del Sur ha sido el fruto
de un buen esfuerzo y de mucha investigación por varios años. Una obra muy
particular en su género, que viene a enriquecer la literatura histórica sobre los
siglos de la monarquía española en las provincias salvadoreñas.
Sin más, este tercer número de Kóot es, sin lugar a dudas, un aporte que ha
reunido el producto de la investigación de estudiosos, con el único objetivo
de contribuir a la reexión, para la generación de conocimientos útiles en el
desarrollo de la sociedad.
Dr. Ramón D. Rivas
Director del Museo Universitario de Antropología
Universidad Tecnológica de El Salvador
Editor de la revista de museología Kóot.
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