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Alas rememora diciendo que “hay que recordar que el templo cristiano, desde
los primeros tiempos, comienza también a acumular en su interior valiosos
objetos artísticos, hecho que sobresale en la Edad Media, ya que dentro de las
grandes catedrales ocupaban un lugar destacado las piezas artísticas que por
su valor no estaban accesibles al público [...]. Los museos tienen una función
importante no solo como instrumentos de educación, sino también en cuanto
a su papel de agentes propiciadores de una conciencia de identidad cultural
que alimente el sentido de pertenencia y responsabilidad colectiva y comunitaria”.
Por su parte, la ecuatoriana Tania García presenta el tema “Dimensión social
del tráco ilícito de bienes culturales”. En este interesante artículo, García nos
introduce a la problemática del tráco ilícito de bienes culturales, un problema
latente hoy en día. Ella inicia la reexión así: “Creeríamos que el tráco ilí-
cito de bienes culturales solo afecta a bienes muebles e inmuebles, es decir,
objetos cerámicos, pinturas, esculturas, grabados, monedas, libros, textiles,
tumbas, sitios arqueológicos y coloniales; retablos, ruinas de forticaciones,
cementerios, edicaciones y monumentos. Sin embargo, este no es el problema
central que enfrentamos. Nos referimos fundamentalmente a la pérdida de la
memoria colectiva como consecuencia de la depredación de de los objetos
simbólicos de pueblos y comunidades”.
García se reere a la complejidad del fenómeno y analiza en su artículo, en
concreto, tres aspectos: el primero relacionado con la cadena de involucrados;
el segundo, relativo a la manera de “legalizar” la posesión de bienes culturales
patrimoniales de procedencia dudosa, y el tercero corresponde al análisis de
las sociedades o el entorno, que de una u otra manera pueden ser permisivos
ante este tipo de delito. Sin más, un artículo actual que muy bien nos puede
llevar a la reexión sobre lo que también sucede en nuestro país.
Ricardo Ibarra Portillo, con su artículo “La Colección Nacional de Aves del
Museo de Historia Natural de El Salvador: 40 años de ciencia”, nos introdu-
ce al mundo del mencionado museo, conocido por su siglas como Muhnes.
“Al entrar y recorrer la exhibición de aves del Muhnes, muy probablemente
los visitantes, mientras contemplen las diferentes especies montadas en los
dioramas y con sus rótulos informativos, no dimensionen qué hay mas allá o
del porqué de estos diseños, cuánta gente está involucrada en que tal ave esté
en un bosque o que otra haya sido puesta en el suelo o caminando a la orilla
del agua”, arma Portillo Ibarra. “Todo este trabajo es producto del conoci-
miento que se tiene de las aves mismas, ya sea mediante libros de consulta
Año 2, Octubre de 2012, N°.3