Ibarra Portillo, Ricardo. La Colección Nacional de Aves del Museo de Historia Natural de El Salvador: 40 años de ciencia.
Págs. 35-43.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i3.1162
URI: http://hdl.handle.net/11298/63
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La Colección Nacional de Aves del Museo de
Historia Natural de
El Salvador: 40 años de ciencia
Ricardo Ibarra Portillo
Antecedentes
Durante mi estadía laboral en el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos
Naturales (MARN) se realizó, bajo convenio con el Museo de Historia Natural de
El Salvador (Muhnes), la revisión y ordenamiento de la Colección Nacional de Aves
(CNA), que incluyó la digitalización de la información que acompaña a cada uno de
los ejemplares que conforman dicha colección, elaborándose así una base de datos
en Excel. Es a partir de estos datos que se elaboró el presente artículo.
Introducción
Al entrar y recorrer la exhibición de aves del Muhnes, muy probablemente los
visitantes, mientras contemplen las diferentes especies montadas en los dioramas y
con sus rótulos informativos, no dimensionen qué hay más allá o del porqué de estos
diseños, cuánta gente está involucrada en que tal ave esté en un bosque o que otra
haya sido puesta en el suelo o caminando a la orilla del agua. Todo este trabajo es
producto del conocimiento que se tiene de las aves mismas, ya sea mediante libros
de consulta como guías de campo y volúmenes más especializados o de las aves
como tales. Asimismo, de los datos que aportan al ser colectadas, como el estado de
su plumaje, el contenido estomacal y los parásitos que poseía, entre otros más.
En este sentido, la recolecta o colecta científica es importante, aunque también es un
proceder comúnmente mal visto y, por ende, mal interpretado por el público en
general e incluso por algunos profesionales en la materia (Stiles, 2002), ya que se
juzga el acto de quitarle la vida a un ser solo para guardarlo en un museo sin utilidad
evidente. Sin embargo, las colecciones de fauna, flora, minerales, fósiles y muchas
cosas más, constituyen un verdadero tesoro para todo país ávido de conocer y
conservar su patrimonio natural, pues, bajo una efectiva administración, las
colecciones científicas son la columna vertebral en diversas aplicaciones al
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momento de tomar decisiones y llevar a cabo proyectos, líneas base, planes o
programas.
El presente artículo tiene como objetivo contribuir en dar a conocer, a todo
interesado en la ciencia y conservación en El Salvador, la información contenida en
la CNA del Muhnes. Es además el fruto de la coordinación, que entre 2004 y 2007,
se realizó entre la Dirección General de Patrimonio Natural del MARN y la
Dirección del Muhnes para tener acceso a dicho acervo científico para digitalizar los
datos de los especímenes.
Quiénes, cómo y por qué hacer una recolecta científica
Hay que considerar que la recolecta científica requiere de una alta dosis de
responsabilidad y debe, además, estar enfocada hacia un fin determinado desde el
que se contribuya a la ciencia, aparte de la formación profesional que está implícita
(Stiles, 2002). Aunque también un particular puede realizar recolecta científica, si
se le presenta la oportunidad con un animal, para el caso, un ave muerta que
encuentre cerca de su vecindario, lugar de trabajo o en algún recorrido que realice e
irla a donar el Muhnes con la información sobre su procedencia.
Importancia de las colecciones biológicas
Las colecciones biológicas se forman de numerosas recolectas científicas, que se
traducen en especímenes organizados con un orden establecido y continuos
cuidados. De acuerdo con Waddington, 1989; Dankz, 1991 y Romo, 1991, citados
por Ramírez-Albores et al. 2002, estando adecuadamente preservados permiten
realizar, entre otras cosas, clasificación taxonómica, determinación de la
distribución de los organismos, descripción de especímenes, elaboración de listados
faunísticos, claves e ilustraciones para su identificación, determinación y asociación
de especies, análisis biogeográficos y ecológicos y almacenamiento en bases de
datos computarizadas.
Marco legal
Al respecto, es necesario conocer el marco legal vigente, que es la Ley de
Conservación de Vida Silvestre, que en su Capítulo III, Art. 8, menciona que la
recolecta de vida silvestre estará normada por los reglamentos correspondientes y
administrados por el MARN, en coordinación con los organismos o instituciones
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relacionados con la materia; y el Art. 26 reza que constituye una infracción grave el
capturar ejemplares de vida silvestre con fines científicos u otros sin el permiso
correspondiente (MARN, 2001).
Asimismo, las colecciones ya conformadas están normadas por la Ley del
Patrimonio Cultural, que reza, en el Artículo 3, que una vez ingresado un espécimen
a la CNA del Muhnes, este está bajo el cuido y conservación de la Secretaría de
Cultura de la Presidencia y forma parte de los bienes culturales de El Salvador.
Las colecciones ornitológicas en la región centroamericana y Panamá
En Centroamérica y Panamá, de acuerdo con Escalante Pliego (2005),
1
la
información de pieles de aves en museos u otras instituciones consiste de las
siguientes colecciones: Costa Rica, 13.301 pieles (entre el Museo de Historia
Natural de Costa Rica y la Colección de Aves del Museo de Zoología de la
Universidad de Costa Rica); Guatemala, 620 (de la Universidad del Valle); Panamá,
4.506 (entre la Colección Conmemorativa Gorgas, el Museo de Vertebrados de
Panamá y el Museo de Ciencias Naturales); y en El Salvador, 811 (del Munhes).
2
Breve historia del estudio de aves en El Salvador
En El Salvador, a pesar de que se han realizado varias iniciativas para documentar
la avifauna desde finales del siglo XVIII y principios del XIX (colectas en el golfo
de Fonseca por buques extranjeros; Dickey& van Rossem [1938], Marshall [1943]
y Steinbacher [1958], lastimosamente no se cuenta con especímenes de referencia
producto de esos estudios en el país. Estos se encuentran, en su mayoría, depositados
en el Museo de Historia Natural de Chicago, Illinois, Estados Unidos, y el Museo
del Instituto Seckenberg en Berlín, Alemania.
En la década de 1970 se creó el Museo de Historia Natural de El Salvador (Muhnes),
al igual que el entonces Servicio de Parques Nacionales y Vida Silvestre (Panavis),
y fue así como se llevó a cabo trabajo intenso en campo en diferentes partes del país
por profesionales nacionales, principalmente en áreas naturales como el Parque
1
http://www.aou.org/committees/collections/docs/Colecciones%20Ornitol%F3gicas%20la%20
Regi%F3n%20Neotropical%20205.doc.
2
Este dato no concuerda con lo expuesto en el presente documento.
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Nacional de Montecristo en Santa Ana; el cerro Cacahuatique en Morazán; la laguna
El Jocotal en San Miguel; el golfo de Fonseca en La Unión y el Parque Nacional El
Imposible en Ahuachapán.
Otros esfuerzos enriquecieron aún más la colección de ornitología de El Salvador,
como Thurber et al. (1987), Figueroa de Tobar (1993), el Inventario y Taxonomía
de las Aves de El Salvador (Komar, Com. Pers.) entre 2001-2004, y últimamente el
Proyecto de Monitoreo de Aves de El Salvador desarrollado por SalvaNATURA
desde 2003 a la fecha.
La colección ornitológica de El Salvador
Al mes de junio de 2007, la colección contaba con 786 pieles de especies que ocurren
en El Salvador y catorce pieles de diez especies exóticas producto del intercambio
con otros museos como el de Ontario, en Canadá, y otras pieles traídas de Georgia
y Florida, Estados Unidos (30); Guatemala y Nicaragua, totalizando 800 pieles.
La gran mayoría de pieles provienen de colectas realizadas durante la década de
1970 (75%), 1980 (11%), 2000 (6%) y 1990 (4%); un 5% más no presenta
información de fechas. La piel más antigua es de un “pavito” (Myioborusminiatus)
colectado el 15 de abril de 1970 en el Parque Nacional Montecristo, departamento
de Santa Ana. En general, las pieles proceden de 23 sitios de todo el país, pero son
diez los que representan más de la mitad del total (66%) de las pieles de la colección.
Esto refleja el trabajo realizado por los técnicos del entonces Panavis.
Tabla 1. Pieles y porcentajes del total para los diez sitios principales
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Las 786 pieles pertenecen a 267 especies, que representan el 48% del total de
especies registradas para El Salvador (555, Ibarra Portillo, Com. Pers. diciembre
2009), e incluyen 53 familias de 18 órdenes. Las familias más representadas son:
Parulidae con 22 especies y 103 pieles (13%), Turdidae con 12 especies y 59 pieles
(8%), Tyrannidae con 25 especies y 56 pieles (7%), Trochilidae con 15 especies y
50 pieles (6%) y Anatidae con 6 especies y 41 pieles (5%).
Las diez especies con mayor cantidad de pieles son: “pato enmascarado”
(Nomonyxdominicus) (19), “chonte” (Turdusgrayi) (16), “chipe”
(Basileuterusrufifrons) (13), “gallineta pico blanco” (Fúlica americana) (10),
“colibrí morado” (Campylopterushemileucurus) (10), “zorzal de Swainson”
(Catharusustulatus)
(11), “puñalada” (Pheucticusludovicianus) (11), “tordito” (Molothrusaeneus) (11) y
“chiltota espalda rayada” (Icteruspustulatus) (10), que representan en conjunto el
15% del total de pieles del Muhnes.
Especies interesantes
Entre las especies más interesantes y de alto valor científico, ya sea porque son
especies raras, fueron nuevos registros en su momento para el país o son de las que
se cuenta con pocos registros a lo largo del tiempo, se mencionan: una serie de 19
individuos de “pato enmascarado” (Nomonyxdominicus) colectados entre marzo y
julio de 1977 en la laguna El Jocotal, San Miguel; un “rabijunco”
(Phaethonaethereus) de Barra de Santiago; un “zope cabeza amarilla”
(Cathartesburrovianus) delcerro Cacahuatique; dos individuos de “rálido blanco y
negro” (Pardirallusmaculatus) (isla Tasajera, estero de Jaltepeque y laguna El
Jocotal); dos individuos de “golondrina de mar” (Onychoprionanaethetus) de Los
Farallones, golfo de Fonseca; dos individuos de “rayador americano”
(Rynchopsniger) de la laguna El Jocotal; una “paloma de bosque (Geotrygon
montana) del Parque Nacional El Imposible; un “lechuza de la madriguera”
(Athenecanicularia) de una finca en La Libertad; un “búho fulvo” (Strixfulvescens)
de Parque Nacional de Montecristo; un “pavita” (Hylomanesmomotula) del Parque
Nacional El Imposible; un “carpintero enano” (Veniliornisfumigatus) de la Costa del
Sol; un “mosquero de collar” (Xenotriccuscallizonus) de Parque Nacional
Montecristo y un individuo de los “chipes” (Dendroicatigrina y D. castanea), pero
sin procedencia.
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Últimamente, y como producto de corrientes marinas desde Suramérica, un
individuo de “pingüino de Magallanes” (Spheniscusmagellanicus) fue arrastrado
desde la parte sur del continente y apareció en la bocana El Saite, sector este de
Barra de Santiago, Ahuachapán, el 7 de junio de 2007, y murió posteriormente por
debilidad. La piel fue depositada en el Muhnes y constituye el primer registro de
este tipo de aves en El Salvador.
Proporción por departamento
Los cuatro departamentos con mayor porcentaje de pieles son: San Salvador con 208
(27%), Ahuachapán con 139 (18%), Santa Ana con 118 (15%) y San Miguel con
109 (14%). Cabe aclarar que, en el caso de San Salvador, la mayoría (60%) proviene
del parque SaburoHirao y del parque Zoológico Nacional. En total de todas las pieles
de los departamentos registrados alcanza 96%, el 4% restante (30 pieles) no presenta
datos de localidad (tabla 2).
Tabla 2. Total de pieles por departamento y porcentaje del total
Del total de pieles depositadas en el Muhnes, solamente 115 (15%) tienen datos
completos, esto en lo referente al código de ingreso, nombre científico de la especie,
sexo, edad, fecha, localidad, medidas, colector y de datos de campo
complementarios.
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Conclusiones
La CNA del Muhnes tiene un incalculable valor científico y representa igualmente
un bien cultural que pertenece a todos los salvadoreños. Cumplió 40 años en 2010,
y constituye una fiel muestra del trabajo realizado por una amplia gama de
profesionales que se han preocupado, a lo largo de todo este tiempo, por documentar
este grupo de fauna en El Salvador, y se ve reflejado en la amplia variedad de
especies (277) y pieles de estudio (800), así como información sobre especies raras
que allí se mantiene, quedando planteado dicho desafío para los años venideros.
El apoyo del Estado es importante para la conservación de la CNA del Muhnes, en
el sentido de asegurar la perdurabilidad de las pieles de estudio y, de igual modo, el
promulgar el permanente mejoramiento en el manejo, las condiciones de su
preservación, mantenimiento y continuo enriquecimiento.
Agradecimientos
A las licenciadas Eunice Echeverría y Ana María Quevedo, así como también a
Hugo Villalta por su colaboración a lo largo del proceso coordinado entre el MARN
y el Muhnes, y al Dr. Ramón Rivas, de la Secretaría de Cultura, por su respaldo
institucional para la presente investigación.
Referentes bibliográficos
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Kóot ISSN 2307-3942 43 Año 2, Octubre de 2012, Nº. 3