Gómez Castells, Máximo. Museo alternativo-participativo, un modelo frente a la hegemonía cultural. Págs. 49-59.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i3.1164
URI: http://hdl.handle.net/11298/68
©Universidad Tecnológica de El Salvador
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2012 AÑO 2, n. º 3, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
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El desconocimiento de los fundamentos de la orientación como nivel
institucional y la motivación como individual ha provocado, en la realidad del
ámbito empírico, una tendencia al rechazo, en tanto manera de selectividad
que tiene su base en el estrecho margen de alternativas, propuesto en las
situaciones construidas. Los discursos reiterativos no favorecen la aparición
de nuevos significados que le propongan metas e intereses que se deben
alcanzar a los públicos, que ven distantes la gratificación de sus necesidades.
En la construcción de las situaciones de consumo cultural urge colocar no
solo la adquisición de información, sino nuevas pautas de orientación que
viabilicen lo que Parsons define como formas de ver, querer, evaluar. En el
contexto contemporáneo las formas de hacer se incorporan entre las normas
de aprendizaje debido a la independencia que los medios tecnológicos han
incorporado a los sujetos. Por tales razones, los museos deben crear
condiciones para dar continuidad a los procesos de mundialización de la
cultura y viabilizar lo que Ana Cousillas denomina “el compromiso activo
con los objetos”, es decir, colocar al público en posición reflexiva ante
problemas que le proponga la institución en sus ofertas.
Desde la década de los años ochenta existe un enfoque de intervención social.
Se presenta para los museos urgida de una responsabilidad con su entorno,
que abandona el pensamiento hacia el interior y lo coloca en la comunidad
vista como contexto de actuación. “Si los museos no consiguieran responder
al cambio social y reflejarlo, dejarían de justificar el apoyo público”, afirma
en Londres Kennet Hudson, consultor de la Unesco, para quien la
sostenibilidad de la institución por el Estado está condicionada a su capacidad
de participación en los problemas sociales. Ante un discurso nacional en los
temas, la alternativa propone una acentuación que tiene, en este caso, en lo
local y en los nichos culturales de las clases, las huellas que colocarán al
sujeto en una relación de lo vivido con lo representado. Dicha relación abre
campos de sentido en la denominación de fenómenos reales, en el uso de las
experiencias de lenguaje y en la visibilidad de los imaginarios. Esa gramática
del reconocimiento es favorecedora de una actitud hermenéutica que servirá,
a su vez, de entrenamiento social.
La colocación de condiciones para el aprendizaje en los museos dio lugar a
una práctica estructural: la creación de departamentos educativos para formar
capacidades de apreciación en los asistentes, entrenarlos en la definición del
patrimonio y habituarlos a prácticas consideradas complementarias porque