Escalante Arce, Pedro Antonio. Crónicas de Cuzcatlán-Nequepio y del Mar del Sur. Págs. 112-116.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i3.1167
URI: http://hdl.handle.net/11298/91
©Universidad Tecnológica de El Salvador
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2012 AÑO 2, n. º 3, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
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El viaje de Andrés Niño involucra la presencia trascendente del controvertido
Pedrarias Dávila, que quiso entorpecer la expedición de Niño y González
Dávila por una no disimulada envidia por las capitulaciones que habían
firmado con la Corona. Pedrarias Dávila, primero gobernador de Panamá y
luego de Nicaragua, por otro lado, con los ímpetus dirigidos hacia el norte del
istmo, siempre pretendió hacer valer los derechos que creía tener sobre la
región salvadoreña translempina oriental y aun sobre la margen derecha
occidental, cislempina, del río. Sobre este tema hay incidentes que tal vez
pueden considerarse para Pedrarias como generador de derechos de conquista
y de jurisdicción geográfica sobre el presente El Salvador, aun en una época
de desconocimiento en cuanto a la verdadera conformación de estas tierras.
Tal es el acuerdo que Pedrarias, ya gobernador de Nicaragua, formalizó con
el gobernador de Honduras, Diego López de Salcedo, en enero de 1529, cuyo
resultado inmediato fue la invasión del oriente, hoy salvadoreño, entonces
llamado genéricamente Popocatépet “cerro que humea” por lo españoles de
Nicaragua, y su llegada, a finales de ese año, de la tropa al mando de Martín
Estete, hasta la recién establecida villa de San Salvador, en 1528, sobre la cual
también reclamaba derechos.
Estos aducidos derechos sobre San Salvador en Ciudad Vieja tienen un
antecedente hasta ahora prácticamente ignorado en la historia colonial
salvadoreña. Se trata de la llegada de Hernando de Soto a la “gran ciudad de
Nequepio”, o sea, la población de Cuzcatlán, a finales de 1524, o en los
primeros días de 1525, lo que está plasmado en la carta de Pedrarias Dávila a
Carlos V de mayo de 1525, desde Panamá. Nunca se le dio interés por los
historiadores nacionales porque erróneamente situaron Nequepio como otro
nombre de la Choluteca hondureña. La llegada de Hernando de Soto a la
población de Cuzcatlán es la explicación de la fundación apresurada del
primer San Salvador a principios de 1525, con solamente un ayuntamiento
compuesto por la tropa enviada, un cabildo organizado en el real, en el
campamento, sin ninguna pretensión inmediata de poblamiento ni urbanismo,
porque lo indispensable era marcar jurisdicción de conquista para Pedro de
Alvarado, ante la ya manifiesta avanzada por el sur en nombre de Dávila.
El libro también refiere la prisa por establecer la villa de San Miguel de la
Frontera en el Popocatépet oriental, en 1530, para señalar demarcación
próxima con Nicaragua; de ahí su indicación fronteriza. Una población
primero asentada en las cercanías del indígena Usulután, y a corta distancia de
la bahía del Espíritu Santo, o Jiquilisco, donde Alvarado usará, más adelante,