Valdivieso, Fabricio. Remembranzas de un departamento de Arqueología con los primeros arqueólogos formados en El
Salvador. Págs. 77-100.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i2.1154
URI: http://hdl.handle.net/11298/83
©Universidad Tecnológica de El Salvador
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2010 AÑO 1, n.º 2, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
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Así también se llevaba de lado la administración de los parques y supervisión de
O.N.G.s, por lo tanto había que realizar inspecciones periódicas a todos los parques
y sitios nacionales: Cara Sucia, Casa Blanca, Tazumal, San Andrés, Joya de Cerén,
Cihuatán y Gruta del Espíritu Santo, y luego se agregaría Ciudad Vieja. Se llevaban
carretillas, maquinas cortadoras, abono para plantas y veneno para la maleza,
cumas, machetes y afiladores, hasta los talonarios del seguro social para los
empleados de parques, entre mil cosas más. Se tenían otras instancias a quienes
había que supervisar y proporcionar asistencia, en ocasiones capacitación:
consultores, organizadores de planes de manejo, trabajo de alcaldías y casa de la
cultura, universidades y escuelas, fundaciones, entre otros. Así era la vida como
empleado de gobierno en el área de arqueología. Como capítulos opuestos, no
faltaron ocasiones en que formaríamos parte de operativos junto a la Policía
Nacional Civil, INTERPOL y Fiscalía, en allanamientos y cateos, o seguimiento
de saqueos, así como peritos. No olvidare que en una de aquellas experiencias,
Marlon Escamilla y mi persona, enviados por nuestra institución a inspeccionar un
saqueo en Tecpan, La Libertad, nos enfrentamos accidental ante los saqueadores
en plena actividad, a quienes en ciego acto fotografiamos, decomisamos el material
e inclusive logramos que taparan nuevamente los agujeros excavados y echaran a
correr. Saldría de esto una anécdota tras otra, sin embargo personalizaríamos
mucho el presente texto.
Pero volviendo a la vida de estudiante de finales de la década de 1990, los días
jueves a sábado, tal se ha dicho fueron dedicados al trabajo de estudios, con un
horario de 7:30 a.m. a 3:30 p.m. dedicado a la actividad de campo y practicas con
el proyecto japonés destacado en el parque arqueológico Casa Blanca. Por las
noches, de 7:30 a 11:00, en ocasiones extendidos hasta la madrugada, la misión
japonesa nos impartía clases teóricas sobre arqueología, apegados a su pensum. De
1995 a 2000, aquel proyecto fue dirigido por el profesor Kuniaki Ohi, de la
Universidad de Estudios Extranjeros de Kyoto, y patrocinado por el Museo de
Tabaco y Sal de Japón. Esta remembranza quedo escrita por el profesor Ohi en el
informe final de Chalchuapa del año 2000 publicada en Kyoto, Japón. De este
modo, en la formación de los futuros arqueólogos participaron más de una decena
de arqueólogos japoneses, entre estudiantes y profesionales agregándose otros
profesionales en antropología, vulcanología e historia. De este modo la semana se
dividía en estudio universitario y trabajo practico con el gobierno, dedicado
ampliamente a la arqueología, durante cinco años hasta la graduación de los
primeros arqueólogos en noviembre del año 2000.