López Nuila, Jaime Alberto. Del descubrimiento de América: Los “tesoros” llevados a España después del primer
viaje. Págs. 37-44.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i2.1151
URI: http://hdl.handle.net/11298/64
©Universidad Tecnológica de El Salvador
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2010 AÑO 1, n.º 2, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
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Del descubrimiento de América:
Los “tesoros” llevados a España
después del primer viaje
Jaime Alberto López Nuila
Cristóbal Colón informa a la Corona Española de su descubrimiento de “Las
Indias”, afirmando que aquellas Comunidades que ahora conoce y que
habitaban las Antillas en la época del 1492, apenas alcanzaban un desarrollo
comparable al Neolítico Superior de la Europa de entonces. Investigaciones
Arqueológicas comprueban luego, en épocas modernas, que las Antillas,
todas, fueron originalmente pobladas, probablemente siglos antes del
descubrimiento, y en forma gradual, por pueblos diversos provenientes de las
Cuencas de los ríos Orinoco, en Venezuela, y Xingu y Tapajos en las
Guayanas, pertenecientes a los muchos grupos aborígenes de la parte Noreste
del Continente Sud Americano
1
.
Todos esos grupos de Indígenas que habitaban Regiones Costeras, estaban
habituadas al uso ancestral de pequeñas canoas para el desarrollo de su propio
estilo de vida; eran hábiles pescadores y marinos que también necesitaban
trasladarse utilizando los cauces de los grandes ríos continentales. Quizá por
su habilidad y su natural conocimiento de un litoral que les era próximo y muy
familiar, tal vez por espíritu de aventura, ó por una difícil sedentarización y
apego a la agricultura, lo cierto es, que comenzó una práctica de migración
que en forma progresiva, partió de aquellas costas y empezó a ocupar las Islas
del vecino Caribe, y fueron de ese modo poblándose aquellas Islas desde
tiempos anteriores a la era Cristiana. Fue, según queda dicho, realizada en
forma permanente, por años, a través de sucesivas oleadas migratorias a lo
largo de siglos, hasta permitir que para 1492 todas las Islas estuviesen
ocupadas. Esto queda comprobado con el hecho de que Colón a su regreso a
1
Véase al respecto, Frank Moya Pons. Manual de historia dominicana. 6ª. Edición. Barcelona, España.
Año 1981.
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viaje. Págs. 37-44.
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España, y como testimonio de sus logros, se hace acompañar por decenas de
Indígenas que fueron sustraídos de las diferentes Islas.
La Investigación Arqueológica demuestra luego que esas ocupaciones,
previas al descubrimiento, las Antillas, lo fueron en lo que parece ser ciertos
momentos bien diferenciados que llamaremos Fases de la Ocupación. La
primera está representada por pueblos que pertenecen a la llamada Cultura de
Concha y que se distingue por su carácter
Primitivo, localizados a orillas de la Costa, pantanos y ríos, y que, sin
conocimiento alguno de la Agricultura tampoco practica ni conoce la
Alfarería. Son los pueblos Siboneyes que se asientan especialmente en Cuba.
La Segunda Fase de la Ocupación aborigen de las Islas de las Antillas,
corresponde al nivel Arqueológico llamado igneri provenientes del tronco
común Arahuaco, que ocupan todas las Antillas menores hasta Puerto Rico y
la Isla la Española, ocupación que permite la absorción ó la eliminación de los
grupos de Siboneyes que les precedieron. Ya practican la Alfarería, que
alcanza niveles de desarrollo y perfección reconocidos en la Historia del
desarrollo de los pueblos de las Antillas.
La Tercera Fase de la ocupación aborigen se estructura con base en una amplia
expansión de la migración Arahuaca y, por su superior desarrollo, permite la
final eliminación de los núcleos de Siboneyes que todavía sobreviven en Haití,
Cuba, Jamaica y las Bahamas, salvándose solo pequeños grupos en la parte
occidental de Cuba y según parece, en el extremo occidental de la parte Sur
de Haití. En este tercer período, fundada tal vez en la abundante y numerosa
población, es cuando se puede encontrar el desarrollo Independiente de lo que
son tradiciones culturales continentales que permite que surja lo que
posteriormente al descubrimiento, se conocerá como Sociedad Taína, que
forma parte de la cultura aborigen que encuentra Colón en la época del
descubrimiento.
Existe, como se anticipaba, una Cuarta Fase en la población de las Islas de las
Antillas y que se inicia en épocas tardías, más o menos en el Siglo XI, y que
se representa con nuevas y vigorosas incursiones de nuevas poblaciones,
distintos de los pueblos primeros, Igneris y Tainos. Son los Caribes, grandes
navegantes, expertos en el uso del arco y la flecha, que por su fortaleza y
número aplastarían pronto a los pobladores originales. La más conocida de las
características del pueblo Caribe es por otra parte su vocación a la
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Antropofagia que los llevó a través de su lucha de conquista, a consumir la
carne de sus adversarios hombres, y en la mayoría de casos, destinar a las
mujeres a la esclavitud, sirviéndoles como cocineras, tejedoras ó alfareras
2
.
El origen Sud Americano de los aborígenes de las Islas del mar Caribe se
fortalece con la adopción de costumbres como el uso del tabaco, la forma de
construcción de sus viviendas, el cultivo del maíz, el uso de la hamaca y la
forma y estilo de construcción de sus canoas. Para la llegada de Colón los
pueblos Caribes habían penetrado ya lo suficiente en las Sociedades que les
precedieron, especialmente los Taínos, un proceso de aculturación que
produce al final, la comunidad de ambos pueblos, renunciando los Caribes a
su canibalismo y a prácticas de guerra como el procedimiento de envenenar
sus flechas, y también a su propia lengua, adoptando por su parte los Taínos
las prácticas de la caza y la pesca que hacen los Caribes, quizá, por su superior
desarrollo y efectividad naciendo así una comunidad más estable y
organizada, capaz de imponerse por sobre aquellos pueblos pacíficos ó
inocentes que les habían precedido en su arribo a aquellas Islas
3
.
Cuando Cristóbal Colón concibe la gesta del descubrimiento, es cierto que
debió esforzarse mucho, en distintos sitios, y ante varios Estados como
Francia, Inglaterra y Portugal, hasta que los Reyes de Castilla se interesaron
por sus ofrecimientos. Ocupada España con la guerra de Granada, y ya para
su término, Colón envió una carta a la Reina, entregada a ésta por medio del
Padre Fray Juan Pérez, dándole a su recibo la respuesta de que Colón recibiría
los tres navíos que solicitaba. La ayuda real sería de 20,000 florines, recibida
casi de inmediato. Cristóbal Colón solicitaba para sí, como recompensa, su
estado como Almirante, Visorey y Gobernador perpetuo de las tierras por
descubrir, lo que, no obstante rechazos iniciales, fue finalmente aceptado por
los Reyes
4
.
Colón prometía grandes bienes y riquezas con su descubrimiento. Luis de
Santangel, escribano de raciones y allegado al Palacio, habló de esto
justamente con la Reina, afirmándole que el viaje de Colón, era un negocio de
calidad. Colón también solicitó y obtuvo de los Reyes, además de las
distinciones antes citadas, promesa de la décima parte de todas las perlas
2
Ibid, Pags. 7,8,9,10.
3
Véase al respecto, Fray Bartolomé de las Casas. Historia de las Indias. Sociedad Dominicana de
bibliófilos. Santo Domingo. República Dominicana. Tomo I. Pág. 145. Año 1987.
4
Ibid. Tomo I. Cap. XXXI. Págs. 164 y sgts.
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viaje. Págs. 37-44.
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preciosas, oro, plata, especiería y otras cosas que se obtuviesen por los actos
del descubrimiento. Todo lo convenido fue suscrito por los Reyes de Castilla,
a los 30 días del mes de Abril de 1492. Acontece también, que como siempre
se creque para encontrar tierras firmes é Islas, allende el mar, había de topar
Colón, con los Reinos del Gran Khan-(China) y las tierras riquísimas del
Catay, pidió también Colón cartas reales para el Gran Khan, y también para
todos los Reyes y Señores de las Indias, y de cualquiera otra parte que hallase
en las tierras que descubriese.
Todos los detalles de la gesta del descubrimiento, desde la búsqueda del apoyo
del soberano, hasta la consecución misma de la Empresa, incluidos los pleitos
legales con Martín Alonso Pinzón, compañero de viaje y en cierto modo,
también auspiciador económico de la gran Empresa, quien reclamaba para
la mitad de todo lo que se había prometido a Colón, resultan pequeños ante el
hecho incontrovertible de que fue la ambición por supuestas riquezas,
inmensas é inagotables, lo que movió todos los resortes de aquella novedosa
expedición. Estas expectativas resultan ciertas en todo lo expresado por
cuanto el descubrimiento, a la postre, significó para España la entrada a un
Estado de progreso y de esplendor nunca antes visto, precisamente por las
inmensas riquezas, sobre todo en oro, que fueron sustraídas del nuevo mundo,
pero, por lo menos de resultas del primero de sus viajes y a su regreso a
Castilla, lo que Cristóbal Colón lleva como prueba de su descubrimiento es
diferente a aquello que, posiblemente, todos querían y esperaban.
Para la ciencia y para la humanidad, la aventura y el valor de aquel grande
hombre que confió en sus ideas hasta el fin, produjo los resultados que marcan
un punto importante en la historia del mundo. Un mundo desconocido era
abierto para la conquista, como tenía que ser. Para Castilla y para sus
soberanos permite que aquel gran país ascienda hasta los más grandes niveles
que nunca había conocido, colocándoles como la primera nación, la más
poderosa del mundo conocido hasta ese entonces. Colón, buscando las Indias,
descubre América. Ningún documento histórico permite afirmar que la
expedición de Colón saliese en busca de las tierras descubiertas. Fue hasta
1507 que la Cartografía de la época registra el Continente descubierto.
Para la Ciencia, el conocimiento de aquellas tierras lejanas, con personas
distintas, con animales y plantas desconocidas, es un paso adelante en el
desarrollo humano. La zoología, la botánica, la medicina, la navegación, el
comercio y la economía, dan grandes pasos adelante, quizás el más grande
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que alguna vez se haya permitido dar la humanidad en su historia. Este es el
logro del descubrimiento, pero, el primer viaje de Colón, no conduce de
regreso a España ni perlas preciosas, ni oro, ni plata, ni especiería nueva. Eso
tendría que esperar aún unos cuantos años, hasta que la conquista del Nuevo
Mundo se pudiese concretar. Entonces aparecerán las riquezas sin fin que
provee América, pero ello ya no será parte de la obra de Colón.
El tesoro obtenido por Cristóbal Colón en su primer viaje, recogido por el
descubridor en persona, fue un tesoro zoológico, botánico y etnológico. El
comprobó sus afirmaciones de que el Nuevo Mundo no era África, pero
también dejó al descubierto que tampoco había llegado a las tierras del gran
Khan ó de las riquísimas tierras del Catay, y de todas las Indias que el ansiaba
descubrir. No fue una desilusión para Colón, porque nunca admitió ningún
error en sus proyectos. Es que Colón tampoco tenía en su primer viaje el
propósito de colonizar, por esa razón sus disposiciones fueron las de no parar,
porque ese primer viaje solo tenía como propósito descubrir
5
.
Cristóbal Colón muere desconociendo la realidad del Mundo que recién acaba
de descubrir, y convencido de haber llegado al lejano Oriente citado por
Marco Polo. Él estaba apurado por regresar a Castilla, convencido del éxito
de su Empresa y en busca del reconocimiento, de la fama y la riqueza que
estimaba le correspondía. Dispuso así recoger un tesoro é Inventario de
indicios en el Nuevo Mundo para llevar consigo como pruebas de su éxito
marítimo. El inventario de los primeros objetos recogidos por Colón se
clasifica en oro, algodón, piedras, cera, animales y plantas é indios naturales.
El hallazgo de oro fue sin duda principal preocupación del Almirante, y siendo
algunos objetos de uso personal del Indígena, como partes de cintas y
carátulas, plastas y coronas, narigueras y orejeras, todos incrustados ó
adornados con oro, se dio a la tarea de colectar todo lo que pudo obtener del
indígena, las más de las veces, por canje por adornos sin valor traídos de
Castilla. Observó Colón que el indígena almacenaba a veces, cantidades muy
importantes de algodón en sus viviendas, y, estimando muy inteligentemente,
un uso promisorio del producto en Europa, también colectó miles de quintales
de algodón, hilado y también obrado en la forma de naguas, paños y mantillas
que las mujeres vestían; también hamacas y cintos que eran elaborados con
algodón. También otros materiales como ser; Piedras provenientes de cauces
5
Véase al respecto, Fray Bartolomé de las Casas. Historia de las Indias. Sociedad Dominicana de
bibliófilos. Santo Domingo. República Dominicana. Tomo I. Pág. 244. Año 1987.
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viaje. Págs. 37-44.
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de ríos, relucientes y de color aurífero fueron recolectadas e identificadas
como margaritas y cera. Colón llevó también un panal de abejas de la Isla de
Cuba. En lo que respecta a la Fauna, este es el más grande sector de pruebas
y evidencias recogidas por Cristóbal Colón en su primer viaje, explicando el
Almirante, que despiertan su interés sobre todo porque los considera
totalmente diferentes a las especies Europeas, entre los que destacan clases
diferentes de peces, aves, reptiles, moluscos y crustáceos. Hay variedades de
peces como toninos, dorados, oplondunas, atunes, peje puerco. Entre las
variedades de aves destacan el grajao, rabiforcado, añade, el alcatraz,
papagayos verdes ó cotorras, los ánsares ó gallinitas domésticas. Reptiles
como la iguana ó sierpe y moluscos como caracoles ó crustáceos como el
cangrejo.
En lo que respecta a la flora: Entre éstas están el lináloe, la almáciga, el ají, y
muchas otras muestras que Colón confesó no poder identificar. Había frutas
como el cazabe de la yuca y los ajes ó batatas que incluso fueron con
anterioridad consumidas como alimento por los españoles. En lo referente a
las armas: Entre estos objetos, que servirían a los naturales más que como
Instrumentos de ataque ó defensa, más bien para la caza y la pesca, están tales
como un palo, una caña, un palillo, una tablilla, azagayas, armas arrojadizas
con un palo aguado y diente de pez en la punta, arcos y muchas flechas, una
espada, una macana.
Los indígenas: Colón retuvo a muchos naturales de la tierra a la que habían
arribado, con el propósito de extraer de ellos toda la información posible y los
secretos de sus comunidades. Fueron muchos y de todos los sitios a que arribó,
así, en Guanahani tomó entre 6 ó 7 varones y mujeres; en Cuba 7 mujeres, 5
varones 3 niños, en Samaná detuvo a 4 jóvenes y en Haití un número que De
las Casas dice no poder establecer.
En sus crónicas y respecto al secuestro de estas personas, Cristóbal Colón
expresa, casi como una banal excusa, que sustrae y lleva consigo a aquellas
personas “para que aprendiesen la lengua de Castilla”. En otros momentos,
tanto el Almirante como diferentes cronistas, se darán un suspiro y un remanso
en sus conciencias, afirmando que el propósito era “enseñar a aquellos la
católica”.
El Intercambio: Los Europeos recibían, casi siempre voluntariamente del
Indígena, todo lo que poseía, y es que para el Europeo la media y la norma en
su llegada fue encontrar sumisión, rendición, admiración, a sus personas, por
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parte de seres indefensos. Algunas veces también hubo que hacer intercambio
de baratijas y toda clase de objetos sin valor, a cambio de los bienes de los
indios. Llegaron al fin a comprar al mismo individuo, cuando el Europeo pasó
de la emoción y el encanto inicial con su llegada a la ambición y al deseo de
aprovecharse de todo aquello, y de todos aquellos, que se le ofrecían en sus
manos.
Hubo entrega de cascabeles, monedas sin valor alguno, bacinetas, arambeles,
hojas de latón, sartas de cuentas, vignio, hacines, vasijas de barro, tijeras y
cuchillos, anillos, agujas, alfileres, guantes, camisas de lienzo, paños de
colores, capuces, todas, cosas que fueran calificadas por De las Casas como
simple bagatela. Toda esta bisutería y cosas sin valor, era el pago que el
Indígena recibió en un principio y mientras el Europeo aprendía a vivir en las
nuevas tierras por todo lo que él poseía en este mundo. Al final le quitarían
sus mujeres y también sus propias vidas.
Los naturales de las Islas descubiertas, según cuenta De las Casas
6
que en los
primeros momentos después de temores justificados, y creyendo que “los
cristianos venían del cielo” optaban por huir de ellos por lo que Colón certifica
a los Reyes “que 10 hombres hagan huir a 10,000, según le parecieron
cobardes y medrosos, sin armas, que no tienen sino unas varas con un palillo
tostado al cabo de ellas”. Los españoles mostraron su poder exhibiendo muy
“valientes” sus ballestas armadas y la mostraban a los indios, diciéndoles que
les mataría a todos porque aquella ballesta hería de lejos y mataba. Ante los
Indios, desnudos y sorprendidos, también sacaron su espada de la vaina,
mostrándoles que mataba ante lo que “oído por ellos, dieron todos a huir
quedando todavía temblando el dicho indio de cobardía”.
El mismo español confiesa que el indio natural de aquellas tierras fueron
caracterizados por “la bondad, la mansedumbre, la hermosura, su simplicidad,
humildad y buena naturaleza”. Eran las víctimas propiciatorias, en un
acontecimiento en el que el desenlace no podía ser de otra manera que no
fuese su perdición total. De las decenas de naturales que en calidad de
evidencia de su heroísmo lleva Colón a Castilla, mueren en el camino y en las
mismas tierras Europeas la gran mayoría de ellos, y según los cronistas, solo
6
Véase al respecto, Fray Bartolomé de las Casas. Historia de las Indias. Sociedad Dominicana de
bibliófilos. Santo Domingo. República Dominicana. Tomo I. Pág. 247. Año 1987.
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3 regresan con vida huyendo a la primera ocasión dos de ellos y
permaneciendo el otro al servicio del español hasta su muerte.
El resultado del primer viaje de Colón al Nuevo Mundo no produjo de regreso
a Castilla los tesoros y riquezas que todos esperaban. Permitió que el mundo
científico despertara con un amplio territorio por descubrir, en el que
encontrará espacio el conocimiento de la botánica, la Zoología, la medicina,
la cartografía, la geografía, la Historia, la minería y muchos más campos de
desarrollo científico, como nunca antes se había `producido. Como si ello no
fuese bastante, pocos años después las ansiadas riquezas lleguen a la España,
que se convertía ya en potencia militar y económica mundial, con años de
esplendor nunca antes visto y que una vez perdidos no se recobrarían jamás.
Referencias bibliográficas
- De las Casas Fray Bartolomé, Historia de las Indias. Sociedad Dominicana de bibliófilos.
Año 1987.
- Martín. John, B. El destino dominicano. Santo Domingo. República Dominicana. 1975.
- Moya Pons. Frank, Manual de historia Americana. Barcelona, España. 6ª. Edición. Año
1981.
- Washington Irvin, Vida y viajes de Cristóbal Colón. 1852.