Hernández Moncada, Mariella, & Regina Campos, Melissa. Formas y significados del vestido en una sociedad
posmoderna: el caso de San Salvador. Págs. 45-68.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i2.1152
URI: http://hdl.handle.net/11298/81
©Universidad Tecnológica de El Salvador
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2010 AÑO 1, n.º 2, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
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Lo cierto es que, apenas empezamos a reflexionar, observamos la red de
significación implícita en la vestimenta. Si es considerada “buena” o “mala”;
“vestirse bien”, es decir, tener acceso a toda clase de ropa y ornamentos “caros”;
o bien, de acuerdo con normas culturales de combinar las prendas con el cuerpo,
el tiempo, el espacio y el contexto. Vestirse “mal” porque lo hace sin cumplir
estas normas, o porque sus ropas son “baratas” y de “mal gusto”. Vestirse para...
Más que descifrar el por qué —la causa por la que la gente se viste—, es
importante resaltar para qué, pues esta fórmula indica la relación del vestido con
un sinfín de hechos sociales propios de la cultura, lo ulterior al vestido. Más que
un pedazo de tela, a este se le imponen las normas culturales de un grupo
determinado. Las categorías sociales que dan forma al material textil para
convertirlo en vestido están presentes de una manera tan silenciosa que no se las
percibe como tales. Por eso —como ya se ha señalado— es que se considera el
acto del vestir como un hecho “normal”.
El vestido no se usa solo para cubrirse. En este medio sociocultural se puede
afirmar que la gente se viste para indicar el género, iniciar y mantener relaciones
personales o de negocios, marcar el sello de la individualidad, proclamar la
distinción y demostrar la pertenencia a un grupo, señalar el status social, reforzar
la autoestima y ganar reconocimiento, manifestar una preferencia política,
demostrar creencias religiosas, transmitir seguridad, expresar sentimientos
morales, como medio de propaganda comercial, jactancia de riqueza, designar
oficios o profesiones, como instrumento de seducción y cortejo, etc.
La mirada del otro
El otro es una mirada de la cual soy objeto. Jean
Paul Sartre
La mirada es hoy el sentido hegemónico de la vida social urbana. La gente se
viste cayendo en la cuenta de que está presente ante otros. Ante esa mirada del
otro se configura su exterioridad como expresión de lo que es. La gente entonces
constituye una “identidad” desde la alteridad, desde la mirada del otro que lo
objetiva, que le otorga consistencia a su ser. El vestido es un texto, (un discurso)
que debe ser leído, que se dirige a alguien. En la esencia de la ciudad se ha
detectado una fuerte tendencia a “mirarse” con diferentes proxemias, según el
lugar. Los centros comerciales que sobreexponen el nuevo espacio social es
donde se hace más evidente esta “cultura visual”, pues son los escenarios donde
se representa el vestido como espectáculo que lucir.