Hernández, David. Memoria e intertextualidad en la forma límite de la bio-no-vela circular. Págs. 33-42.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i1.1138
URI: http://hdl.handle.net/11298/72
©Universidad Tecnológica de El Salvador
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2010, AÑO 1, Nº 1, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
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primera frase del fragmento 83; “Desde entonces he fijado en mi memoria mi
tendencia a volver por mis amigos aunque me arriesgue a todo”, comienzo del
fragmento. Y segundo, pide del lector la realización de una doble tarea. No sólo
debe descifrar durante la lectura línea por línea cada uno de los fragmentos del
texto. La política de la representación puesta en práctica en la bio-no-vela supone
que el lector, al mismo tiempo, llene intermitentemente vacíos del salto de
fragmento a fragmento; es decir, en última instancia, que yuxtaponga, monte (en
el sentido de “montaje”), arme o situe en serie los fragmentos vitales en el
desarrollo de una infancia (y una vida). La corriente narrativa se interrumpe con
cada nuevo fragmento; el lector dota de ritmo y acentos a la estructura que él crea
en la lectura. En cada fragmento está situado un “presente”. Con la lectura del
siguiente fragmento ese presente se hace pasado del niño cuya vida se evoca.
Las obras del arte narrativo en América Latina y en El Salvador constituyen entre
sí un sistema de relaciones, con límites fluidos, en donde la regla son las formas
limítrofes o mezcladas, mixtas. En Siglo de O(g)ro las matrices de la biografía, de
la autobiografía, de la novela y los límites entre ellas, se desdibujan de manera
creciente. Esa es la función del no, de la negación, entre los guiones que hacen de
él el lazo de unión entre lo (auto) biográfico y lo (no) velado; no graphein =
escribir, sino hechos novela, en el sentido, a la vez, de novelar, y de desvelar =
eletheia, quitar el velo, en lugar de velar. De manera que la matriz moderna de
pensamiento (las fronteras entre de género) es rebasada en busca de otra forma de
communicación social y de transmisión estéticamente más adecuada. Las
relaciones de tensión entre la meta (auto) biográfica y la forma novelada que se ha
hecho explotar (no-vela) se convierten en fuerzas impulsoras del escrutinio de la
memoria, de sus poderes de olvidar y preservar.
La cuestión de la intertextualidad, como compenetración difusa del texto por
memorias, transformaciones, ecos de otros textos, se plantea en la lectura de dos
maneras distintas. La primera está directamente vinculada con el problema de la
“cita” y “el citar”. Pues dentro del texto de diversos fragmentos algunos
“agregados” estan impresos con otra tipografía, en un tipo de letra más pequeña,
encabezados con un título propio. Se trata de nueve textos incluidos en los
fragmentos 14, 32, 3, 44, 4, 3, 1 y 10. Los dos primeros, “La gota de coral” y “El
basilisco”; y el sexto, “La carreta bruja” (fragmento 1), tratan de creencias
populares que forman parte de la socialización familiar de “Alfonso Trece Duque”,
el nombre propio paródico del narrador. En todos los demás casos (fragmentos 44
y 4: “La Siguanaba” I y II; fragmentos: “El Cadejo”, etc.), la cita de la forma mítica
emerje de la literatura (post)moderna de la memoria practicada por Argueta: lo