Urbina Gaitán, Chester. Intelectualidad y racismo en Guatemala y El Salvador a finales del siglo XIX. Págs. 65-72.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i1.1140
URI: http://hdl.handle.net/11298/88
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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2010, AÑO 1, Nº 1, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
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Intelectualidad y racismo en Guatemala y El
Salvador a finales del siglo XIX
Chester Urbina Gaitán
Introducción
Hacia mediados del siglo XIX, en Europa, surge la moderna teoría racista
articulada sobre obras antropológicas de clasificación del género humano a partir
de los conceptos biológicos de “especie” y “raza”, desarrollados por los científicos
desde el siglo XVIII. También tuvieron gran influencia los estudios que afirmaron
la existencia de una supuesta raza aria y la teoría proveniente de los
descubrimientos realizados por la lingüística del siglo XIX. En este sentido,
destacan las propuestas de Comte, Darwin, Spencer, Gobineau, Le Bon, Mendel,
Lombroso y de la eugenesia. El presente artículo pretende explicar por qué la
regeneración física no incidió en el desarrollo de los pueblos indígenas en
Guatemala y El Salvador a finales del siglo XIX.
Guatemala
En 1871 ascendió al poder en Guatemala un grupo de gobernantes de filiación
liberal, que buscó crear el Estado-nación. Este proyecto político no tuvo una
dimensión integradora, pues terminó por ser selectivo. Esta selección se hizo
ladino e indígena por la lógica estatal de promover una “ciudadanización
diferenciada” entre la población.
1
Es palpable el interés estatal en transformar a
los trabajadores urbanos y sus redes de poder ladina e indígena rurales en sustento
de apoyo a su ideario.
Aunque teóricamente la principal herramienta de construcción de la hegemonía ha
sido la política de educación pública.
2
La política de educación estatal en
Guatemala no tuvo como objetivo trastocar las costumbres de los sectores
subalternos. Debido a que el régimen de trabajo forzado imposibilitó a los sectores
indígenas el acceso a la educación; y, cuando la tenían, era en escuelas para
indígenas, especializándose en una educación campesina. Por el contrario, el
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trabajo si desempeñó un claro papel como medio de coacción y control social y,
por lo tanto, de constructor y reproductor de visiones y realidades hegemónicas.
Es durante el período liberal que se origina un proceso de asimilación cultural al
proyecto nacional ladino promovido por el Estado. Al respecto, Taracena y
colaboradores aportan que dicho proceso estaba minado por una realidad
segregatoria desde el momento en que la producción de la riqueza agrícola del país
se basaba en el trabajo forzado de los indígenas. Además, los indígenas debían
lidiar con otro elemento que socavaba su proceso de asimilación, el del discurso
ideológico que, aparte de “bárbaros”, los designaban como producto de una
“degeneración” histórico-cultural, que se manifestaba en la humillación, la
embriaguez, la criminalidad, la idiotez y la suciedad. Esto justificaba su condición
de trabajadores forzados y la imposición de su tutela ciudadana por parte del
Estado, dando como resultado una ciudadanía diferenciada.
3
Sobre el racismo en Guatemala durante el período liberal Marta Casaús señala que
es ahí cuando el racismo empieza a operar como racialismo, valorando las
diferencias biológicas y raciales en lugar de las diferencias culturales o sociales.
El imaginario racista se modifica sustancialmente por la influencia del liberalismo,
el positivismo y el darwinismo social, y empieza a operar como un fuerte
mecanismo de diferenciación política y social al producirse la transición de una
sociedad de casta a una sociedad de clases, de un Estado corporativo estamental a
un Estado constitucional basado en la igualdad entre los ciudadanos y ante la ley,
donde se hacía necesario crear nuevos mecanismos que permitieran mantener la
diferencia como desigualdad, la desigualdad como discriminación y esta como
explotación.
4
En 1 aparece publicado, en la ciudad de Guatemala, el libro del salvadoreño
Francisco Esteban Galindo Elementos de Pedagogía, donde señala que, de los tres
millones de habitantes que pueblan Centroamérica no contando las tribus
errantes millón y medio son indígenas. El autor también apuntaba que el día en
que se civilizaran esos hijos primogénitos de la tierra centroamericana, la nación
habrá duplicado sus fuerzas vivas y sería arrebatada por un vértigo de progreso.
Para Galindo el pueblo indio y el ladino son dos pueblos superpuestos el uno sobre
el otro; los medios civilizadores tienen que ser diferentes, tratándose de una o de
otra masa social, so pena de que los medios generales sean, en uno u otro sentido,
ineficaces.
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El poco impacto de la educación en los indígenas radicaba en que los padres
indígenas querían que sus hijos se les parecieran en todo, amando con entrañable
amor sus costumbres, como tradición sagrada de sus mayores. Los padres
indígenas comprendían que en la escuela los niños se aproximaban sin sentir al
modo de ser de la otra raza, y se conjuran contra la asistencia de sus hijos a los
planteles de enseñanza.
Así mismo, Galindo acota que la embriaguez pasión dominante entre la raza
indígena era una barrera con la que tenía que enfrentarse el maestro. El indio
enseñaba a beber a sus hijos; y cuando esto no sucedía, el niño, al crecer, adoptaba
el vicio de sus padres y la enseñanza quedaba esterilizada. En 1 el Dr. Darío
González, de origen salvadoreño, saca a la luz Nociones de Pedagogía en
pequeñas lecciones. El libro estaba destinado a servir de texto en los
establecimientos de enseñanza. Fue premiado con diploma y medalla de oro por el
Gran Jurado de la Exposición Centroamericana de 1. Esta obra había sido
publicada por primera vez ese año en el
periódico de la Escuela Normal de Señoritas
de Guatemala. Las lecciones fueron
redactadas para las alumnas de aquella
institución, en vista de la carencia de un texto
propio para la enseñanza elemental de la
Pedagogía.
González resaltaba que la necesidad de la
educación física era evidente, ya que por su
medio se conservaba y mejoraba la salud,
haciéndose así el cuerpo fuerte, robusto, ágil
y apto para toda clase de trabajos, sin
exceptuar los intelectuales. Pese a estas
ideas, el autor nunca expuso la necesidad de
que el mundo indígena guatemalteco se
beneficiara de la práctica del deporte y de la
educación física.
Dr. Darío González
(1835-1911)
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El Salvador
A fines del siglo XIX los intelectuales salvadoreños que trabajaban para el Estado
trataron de promover un proyecto de nación sustentado en el pensamiento europeo
de la época, que los llevó a compartir la fe en el progreso, así como al rechazo a la
tradición cultural indígena, considerada como muestra de atraso y, en
consecuencia, un freno al desarrollo.
10
Uno de los más destacados intelectuales de esta época fue Francisco Gavidia, quien
se encargó de realizar una reelaboración literaria del pasado precolombino.
11
Pese
a la formulación de esta mitología indígena, los liberales salvadoreños prefirieron
elaborar otros mitos más acordes con sus ideales. En realidad, el discurso
dominante fue aquel que propugnaba por la modernización y el progreso. Los
mitos indígenas a lo sumo podrían ser aceptados como accesorios, pero no iban a
ser incorporados como parte fundamental de la cultura.
En 13 el Dr. David Joaquín Guzmán publi su libro Apuntamientos sobre la
topografía física de la República de El Salvador. En este texto el médico señala
que la migración es el medio más eficaz, pronto y seguro del mejoramiento de las
razas, la rehabilitación del sistema de gobierno, la fuente más vasta de prosperidad
material y la más sólida, fácil y fecunda esperanza del acrecentamiento de la
riqueza pública.
12
También acota que los indios no se mezclan con los blancos y
ladinos, resistiéndose a comunicar cualquier cosa sobre su forma de vida.
13
Para Guzmán los indígenas salvadoreños eran menos civilizados que sus
antecesores, y recelaban aquello que se les presentaba como una innovación.
14
Termina Guzmán planteando la inquietud sobre cuál es el porvenir de la raza india
en el país y su definitiva metamorfosis, a lo que responde diciendo que su única
alternativa era ser parte de la vida social y de la escuela.
15
En torno a esto, López señala que, en la medida en que los patrones culturales
tradicionales eran incompatibles con el proyecto modernizante de la elite se hacía
necesaria la imposición. A Guzmán no le interesó preguntarse cuáles eran los
intereses de los indígenas, más creía que al final estos serían beneficiados al ser
absorbidos por el mestizaje, borrando de ese modo las antiguas diferencias.
16
Según Georgina Hernández las posturas racialistas de intelectuales como Guzmán,
a pesar de no concretarse en un racismo práctico, sí ejercieron un papel simbólico
en el ejercicio del racismo al mantener la idea de una jerarquía social racialmente
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diferenciada, en la cual el blanco detentaba
la escala mayor y gozaba de un papel
director frente a las minorías, a las que creía
atrasadas, feas, y apáticas. Estos juicios de
valor tenían una carga negativa que permitió
la generación de estereotipos, que fueron
instrumentalizados para poner de relieve la
dominación y la inferiorización. Guzmán
fue uno de estos intelectuales influidos por
el pensamiento racialista, y que se veían a sí
mismos como parte del grupo blanco que
debía llevar las riendas del país: su poder lo
ejerció desde cargos públicos y a través de
la política, desde donde impulsó proyectos
de regeneración del indígena a partir de la
educación.
17
Dr. David Joaquín Guzmán Matorell
(1843-1927)
Conclusión
La implantación de una ciudadanía diferenciada y el apego a posturas racistas hacia
lo indígena llevo a los Estados guatemalteco y salvadoreño a no permitirle el
acceso a la modernidad y la regeneración física a través de la práctica del deporte
y la educación física a finales del siglo XIX. Así mismo, la idea de regenerar a los
indígenas a través de la educación no se concretó debido al poco apoyo y a la
fragilidad económica de la hacienda pública. En la práctica los indígenas quedaron
al margen del proyecto liberal de nación, dejándolos sin fundamento cultural.
Referentes bibliográficos
1 En este sentido es necesario la consulta a: Taracena Arriola.Arturo, et.al. Etnicidad, Estado y
nación en Guatemala 1808-1944. Guatemala: Nawal Wuj, 2002. Asimismo véase: Piel, Jean.
“¿Fuera el Estado del Estado? ¿Afuera la nación? El Quiché oriental frente al Estado-nación
guatemalteco de 121 a 10”. En: Taracena A., Arturo y Piel, Jean. Identidades nacionales y
Estado moderno en Centroamérica. San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1. p.1.
En la misma línea Little-Siebold apunta que, el Estado guatemalteco por su fragilidad económica
no pudo tener un fuerte control social de la población. Little-Siebold, Todd. “Guatemala en el
período liberal: patria chica, patria grande. Reflexiones sobre el Estado y la comunidad en
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transición”. En: ibid. pp.223-236. También: Taracena Arriola, Arturo. Invención criolla, sueño
ladino, pesadilla indígena. Los altos de Guatemala: de región a Estado, 1740-1871. Antigua:
Editorial Porvenir S.A.Cirma, 1; y, Little-Siebold, Todd. “La centrifugación del Estado: sueños
centralistas, realidades locales. Formación, deformación y reformación del Estado guatemalteco,
11-14”. En: Piel, Jean y Little-Siebold, Todd. Entre comunidad y nación. La historia de
Guatemala revisitada desde lo local y lo regional. Antigua: Cirma, 1. pp.143-1.
2 González Orellana, Carlos. Historia de la educación en Guatemala. Guatemala: Editorial
Universitaria, 1.
3 Taracena Arriola, Arturo, et.al. Etnicidad, Estado y nación en Guatemala 1808-1944.
Guatemala: Nawal Wuj, 2002. p.3.
4 Casaús Arzú, Marta Elena. “Prácticas sociales y discurso racista de las elites de poder en
Guatemala (Siglos XIX y XX)”. En: Van Dijk, Teun. Racismo y Discurso en América Latina.
Barcelona: Gedisa, 200. p.233.
5 Galindo, Francisco E. Elementos de Pedagogía. Guatemala: Tipografía La Unión, 1. p.4.
6 Ibid. p.0.
7 Idem.
8 González, Darío. Nociones de Pedagogía en pequeñas lecciones. Segunda edición. Guatemala:
Tipografía Nacional, 1. p.1.
10 Algunos de los más destacados intelectuales de la época fueron los siguientes: Darío González,
Jorge Lardé, Santiago I. Barberena, Alberto Sánchez, David J. Guzmán, Pedro Fonseca, Rafael
Reyes, Antonio Cevallos, Vicente Acosta y Francisco Gavidia.
11 Hernández Aguirre, Mario. Gavidia. Poesía, literatura y humanismo. San Salvador: Dirección
de Publicaciones, Ministerio de Educación, 1. p.3.
12 Guzmán, David Joaquín. Apuntamientos sobre la topografía física de la República de El
Salvador. San Salvador: Tipografía El Cometa, 13. p.44.
13 Ibid. p.500.
14 Ibid. p.501.
15 Ibid. p.517.
16 López Bernal, Carlos Gregorio. “La historia cultural en El Salvador: Un campo de estudio en
ciernes”. En: Marín Hernández, Juan José; Vega Jiménez, Patricia y Cal Montoya, Jo
Edgardo. La historia cultural en Centroamérica: Balance y perspectivas. Guatemala. Cefol-
Usac, 200. p.3.
17 Hernández Rivas, Georgina. “David J. Guzmán: la institucionalización del discurso racista en
las elites simbólicas del poder”. En: Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en
Centroamérica. Boletín No.41. http://afehc-historia-
centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=2222
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URI: http://hdl.handle.net/11298/88
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