Regalado, Leonardo. El Museo y su entorno. Págs. 73-78.
DOI: http://dx.doi.org/10.5377/koot.v0i1.1141
URI: http://hdl.handle.net/11298/73
©Universidad Tecnológica de El Salvador
REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓOT, 2010, AÑO 1, Nº 1, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664
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museo, el ir y venir incesante del estudiante y del transeúnte y hasta en la
gastronomía urbana, la cultura local de la zona.
El museo está llamado a plasmar todos aquellos fenómenos sociales que han
determinado, y los que continúan determinando, el devenir de nuestra historia; y
no deben de exponer solamente los discursos oficialistas de los gobiernos de turno
y reflejar solo aquel conocimiento académico que muchas veces termina aislado,
tanto por la deficiencia del guión como por la poca visión de su director, así como
del equipo multidisciplinario que apoye la construcción del discurso museográfico
a través de estos guiones. Muchos de los sectores sociales que se encuentran en la
base de nuestra pirámide social no tienen acceso a un museo, y no tienen el más
mínimo interés en entrar o saber qué es un museo porque no se ven reflejados en
los discursos museográficos. Todo ese lumpenproletariado también puede y debe
tener la oportunidad de contar sus desgarradoras historias, que no siempre son del
agrado de todos por no tener el debido ingrediente esteticista o “de clase”, por no
ser letrados. Todas estas personas e identidades tienen algo que ver en el desarrollo
de la cultura; y si el museo no estudia los fenómenos de esta “ecología urbana”
llega a ser solamente una isla llena de “antigüedades o tesoros culturales”, dentro
de un océano de entes vivos ignorantes e ignorados. Los sectores sociales generan
cultura por sí mismos, y ya es hora de que sean tomados en cuenta aunque sea por
un museo. Si los diversos sectores que componen la sociedad no se ven reflejados
en el museo, su contenido no logrará superar aquella vieja percepción del museo
como “templo sagrado” dentro del cual no se hace más.
Con el surgimiento de las nuevas ciencias sociales (antropología, sociología,
historia, etc.) en El Salvador, los museos están recurriendo a nuevos campos de
investigación social en donde pueden renovar sus discursos museográficos,
brindando nuevas temáticas de exposiciones más llamativas para la población, y
ya no ofreciéndoles exposiciones científicamente estériles en donde solo se
encuentran las piezas y el conocimiento sin dar o abrir un senda con la realidad.
De esa manera, el museo se divorcia de la realidad y el público o colectivo de
visitantes no se encuentra reflejado, desligándose del museo sin extraer un
conocimiento que contribuya a su realidad.
El nuevo museo buscará entender a la obra patrimonial o artística y cultural ya no
como un objeto aislado con categoría o rango hipostático en sí mismo, sino como
un producto que es parte de un colectivo donde puede observar tanto el devenir
histórico como la idiosincrasia y realidad que vive ese colectivo.3 Pero si los
esquemas de un museo deben ser abiertos, ¿hasta dónde llega el alcance de la