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Estructuras de planta circular prehispánicas en El Salvador
En las tablas 3, 4, 5 y 6 se presentan las estructuras de plan-
ta circular prehispánicas registradas en El Salvador ordena-
das de acuerdo a nuestra propuesta de clasificación, pre-
sentadas en orden cronológico.
Discusión sobre las estructuras circulares prehis-
pánicas de El Salvador
Como ya lo hemos mencionado, en la antigüedad el dise-
ño arquitectónico no era el simple hecho de construir una
edificación, implicaba mucha más intencionalidad, era
un medio por el cual se daban a conocer aspectos como
la organización social y la religiosidad (Muntañola, 2001).
Recordemos que este último aspecto fue fundamental en
las comunidades mesoamericanas, y de hecho, las expre-
siones arquitectónicas de carácter religioso gozaban de un
simbolismo propio, se encontraban sujetas a un sistema de
símbolos con los que manifestaban su significado (Esteban
et al 1996), es decir, que para transmitir estos mensajes se
recurría a la codificación de la información por medio de
elementos constructivos únicos o diferentes (color, forma,
tamaño, entre otros), la información se transmitía a través
de los contrastes arquitectónicos.
La transmisión clara y correcta de la información podía lo-
grarse, siempre y cuando, el elemento de contraste se en-
contrara dentro de un conjunto, de manera que, cuando las
edificaciones eran únicas o diferentes y lograban sobresalir
del resto, transmitiendo así, un mensaje entendible por la
comunidad (Rapoport, 1990). Claramente lo expone Leach
(1976), al decir que en un campo uniforme lo que importa
son los límites, la atención se enfoca en las diferencias, no
en las semejanzas y, los marcadores de tales límites son
considerados de valor especial o sagrado. Esta discrepancia
o contraste entre la forma de las estructuras especiales y
las que la rodean es evidente en la mayoría de estructuras
circulares reconocidas en El Salvador pues éstas (a excep-
ción de la E-11 y E-16 de Joya de Cerén) son de carácter
ceremonial y se encuentran inmersas dentro de sitios ar-
queológicos cuya forma arquitectónica predominante es la
rectangular y/o cuadrada, lo que confirma que las edificacio-
nes circulares (registradas en El Salvador) poseen un valor
especial, es por ello que sobresalen. Un claro ejemplo de
esto es la arquitectura del Grupo Tazumal, pues de trece
estructuras registradas hasta el momento, solamente una
de ellas era circular (estructura B1-6), la cual, dicho sea de
paso, era de carácter ceremonial.
Con respecto a la funcionalidad de este tipo de estructuras
en El Salvador, al igual que en el resto de Mesoamérica, se
observa que la misma fue fluctuante, lo cual es coherente si
tomamos en cuenta que cada grupo cultural, en su propio
tiempo, tiene su propia concepción del espacio (Muntaño-
la, 2001), así como también, las circunstancias históricas en
las que dichas edificaciones fueron creadas (Álvarez, 2006;
Mangino, 1990), y no hay que olvidar que los símbolos ten-
drían un significado, una influencia y una interpretación dife-
rente dependiendo del contexto y del grupo cultural que los
puso en practica; recordemos que los símbolos sobreviven
al paso del tiempo, viéndose transformados a partir de la
dinámica sociocultural de quienes lo utilizan (Barba, 2009;
Terán, 1982; Vallverdú, 2008). Dichas variables de significa-
do, tanto espacial como arquitectónico y simbólico, fueron
evidentes a lo largo de los tres períodos culturales (preclási-
co, clásico y postclásico) en el territorio (ahora) salvadoreño
dado que en el preclásico, la connotación de la arquitectu-
ra circular fue de carácter ritual/ceremonial, sin embargo,
hasta la fecha se desconoce a qué tipo de ritual estuvieron
relacionadas estas estructuras, aunque tomando en cuenta
que para este período no se contaba con un panteón de
dioses bien establecido y, conociendo que en otros lugares
de Mesoamérica (La Venta y Cuicuilco) se veneraba la natu-
raleza (el fuego, la tierra, los volcanes), no descartamos que
las estructuras de El Trapiche (E3-1) y Los Flores (Montículos
10 y posiblemente 20 y 30), estuvieran ligadas a algún tipo
de ritual relacionado a las fuerzas naturales.
Para el período clásico, al igual que en el resto de Mesoa-
mérica, vemos una diversificación en la utilización de esta
forma arquitectónica, ya que su uso estuvo relacionado con
el aspecto tanto ceremonial como domiciliar. El aspecto do-
miciliar de esta forma arquitectónica se observa en las es-
tructuras 11 y 16 de Joya de Cerén, cuya función, dentro de
los grupos domiciliares, fue la de cocina, lo que demuestra
una variación en la concepción de la función de este tipo de
estructuras para este período, este es un comportamiento
también observado en el área maya, y recordemos que la
filiación cultural de Joya de Cerén es maya. De igual ma-
nera, las estructuras C5-16, B7-4 y B7-6 y D5-8 de Laguna
Seca, pudieron ser plataformas de habitación para familias
de elite, o bien pudieron ser templos comunitarios (esta es
la opción por la que Sharer (1998) se inclina más), como
sucedió en otros sitios (San Dieguito y Los Gavilanes) que
contaban con barrios domiciliares los cuales poseían sus
propios templos vecinales, algo muy característico del pe-
ríodo posclásico, y recordemos que estas estructuras (Lagu-
na Seca) funcionaron desde el período clásico hasta el 1250
d.C. aproximadamente. Mientras que, un ejemplo de recinto
ceremonial de la época clásica es la Estructura 1 de Nuevo