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Evaluación del aprendizaje on-line: La experiencia de la educación superior salvadoreña. 2020-2022,
Ramón Sánchez Noda, pp. 60-79, Revista entorno, diciembre 2023, número 76, ISSN: 2071-8748
E-ISSN: 2218-3345, ISNI 0000 0001 2113 0101 https://isni.org/isni/0000000121130101
Luego, con el denominado período de la
“inocencia” a nales de los cuarenta y durante los
primeros años de la década de los años 50, en
EE. UU. se observó una expansión de las ofertas
educacionales y, por consiguiente, se incrementa
la práctica de la evaluación del personal docente
y de la evaluación educacional (Rama, 1989). En
este período la evaluación educativa se centra
en la medición de los resultados.
Por su parte, en el período del realismo en los
años 60, en EE. UU. la evaluación se comienza
a profesionalizar y, a raíz de ese fenómeno, en
educación se plantea la necesidad de elaborar
nuevos proyectos para el desarrollo del currículo,
especialmente en ciencias y matemática.
Cronbach recomienda que se reconceptualice
la evaluación “como un proceso consistente
en recoger y formalizar información que pueda
ayudar a quienes elaboran los currículos” (Rama,
1989, p. 38).
En la clasicación de Guba y Lincoln (1989),
este período aparece después de 1957 y se le
denomina tercera generación: de juicio, donde el
evaluador asume el papel de juez y mantiene el
de técnico (Dobles, 1996, p. 81).
Posteriormente, en el período del profesionalismo,
a partir de la década de los años 70, la evaluación
empieza a tomar auge como una profesión que
relaciona (la evaluación) con la investigación y
el control (Rama, 2013). Se parte de la premisa
de que los esfuerzos educativos, incluyendo
la evaluación, deben buscar el crecimiento
cognitivo y el desarrollo personal de todos los
participantes en el proceso de enseñanza y
aprendizaje (Hernández, 1998).
Esto lleva al proceso de autoevaluación con
miras a la acreditación de carreras profesionales.
Al respecto, la evaluación se concibe como
orientadora y formativa del proceso, de tal
manera que se convierte en uno de los mejores
procedimientos del control de la calidad de
la educación (Hernández, 1998). De acuerdo
con la nomenclatura de Guba y Lincoln (1989),
este período constituye la “cuarta generación:
constructivista”. (Cómo se citó en Mora Vargas,
2004, p. 6-7)
Momentos de la evaluación
La evaluación se considera parte integral del proceso
de enseñanza-aprendizaje, es por ello que se desarrolla
en tres momentos: al inicio, con la denominada
evaluación diagnóstica; durante el proceso, a través
de la evaluación formativa o de proceso y, al nal,
con la denominada evaluación sumativa o nal. Bajo
esta consideración, la evaluación diagnóstica tiene
la función de orientar, adaptar y estimar algunas de
las características más relevantes del estudiante
en relación con sus habilidades y conocimientos.
Su nalidad es adaptar el proceso de enseñanza-
aprendizaje a las características detectadas, de
acuerdo con las especicidades que de allí emerjan.
Mientras que la evaluación formativa actúa como
un mecanismo de interacción y diálogo entre los
docentes y los estudiantes, ya que posibilita una doble
retroalimentación. Posteriormente, la evaluación nal o
sumativa constituye el cierre de un proceso educativo,
que podrá tener lugar al nalizar una etapa intermedia,
como, por ejemplo, una evaluación parcial; o al terminar
el proceso: un examen nal. Su función es vericar y
certicar que los conocimientos y competencias se
correspondan con un modelo previamente acordado
durante el proceso de enseñanza-aprendizaje
(Tenutto, 2000).
El desarrollo de la evaluación auténtica implica
corrernos del acento de la relación de enseñanza
y aprendizaje, y poner el acento en la relación
aprendizaje y evaluación, dejando la enseñanza
no tradicional, problematizadora y crítica, como un
proceso que habilita escenarios de aprendizaje y
evaluación continuos (Brown, 2015).
Características de la evaluación: para que la evaluación
constituya una parte integral del proceso enseñanza-
aprendizaje y aporte información valiosa en cada uno