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Retos de la educación ambiental por el incremento de la sociedad de consumo. Luis Ángel Ramírez Benítez,
pp. 19-24, Revista entorno, junio 2023, número 75, ISSN: 2071-8748
E-ISSN: 2218-3345, ISNI 0000 0001 2113 0101 https://isni.org/isni/0000000121130101
por otro, se evidencia falta de una cultura y sensibiliza-
ción ambiental para el acopio y disposición de desechos
sólidos comunes, el Estado debe ser un actor y no solo
espectador para establecer políticas y reglamentos que
garanticen el uso sostenible de los recursos y haciendo
parte a la sociedad en la solución de los problemas que
se generan. Ante este escenario, la educación ambien-
tal es la herramienta que debe generar cambios sustan-
ciales en las personas, a través de la modicación de
paradigmas sociales relacionados con el consumo, y
principalmente aquellos enfocados a la disposición de
los desechos, y con el empleo de recursos naturales.
Principales problemas ocasionados por la
demanda de bienes de consumo
La población mundial en las últimas décadas ha expe-
rimentado un crecimiento económico signicativo, in-
uenciado en gran medida por los avances cientícos
y tecnológicos. Las nuevas tecnologías han favorecido
el incremento en los niveles de producción e innova-
ción de nuevos productos, facilitando en las personas
la adquisición y renovación de forma constante. Lasti-
mosamente, ese crecimiento no ha sido desarrollado
de forma paralela con el medioambiente, por ello, en
la mayoría de los casos, el crecimiento económico es
inversamente proporcional a lo que se conoce como
“desarrollo” y la sostenibilidad ambiental.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura [FAO] y el Programa de
las Naciones Unidas para el Medio Ambiente [PNUMA]
(2022), “la degradación mundial del medio ambiente
(es) debido a las presiones de las crecientes deman-
das de los sistemas industriales y agroalimentarios,
en respuesta a un aumento de la población mundial,
(por ello) es uno de los principales retos mundiales a
los que se enfrenta la humanidad” (p. 20, párr. 1). Con
el incremento en la población mundial, la demanda de
productos crece y se nutre el ciclo de consumo: ma-
yor extracción de recursos para elaboración de pro-
ductos, incremento en las emisiones y vertidos por las
industrias manufactureras. Por la obsolescencia de
los productos, estos se descartan en periodos cortos
y son sustituidos constantemente, para iniciar el ciclo
de consumo nuevamente.
La degradación del medioambiente se mani-
esta con un aumento en el uso y la escasez
del petróleo, escasez de agua, contaminación
de los océanos, la extinción de animales y plan-
tas. A esto se suma, además, la deforestación,
el calentamiento global y el cambio climático,
siendo estos indicadores de una problemática
que está afectando a toda la humanidad (Díaz
Cordero, 2012).
La presión a la que están sometidos los recursos
naturales por la extracción, cada día nos convier-
te en sociedades más vulnerables a los efectos
generados por el cambio climático. Greenpeace
(2018), arma que: a escala mundial, la tempe-
ratura ha subido 1 °C desde 1880 hasta 2017, y
está aumentando a un ritmo de 0.2 °C por cada
década, registrándose el año 2017 como el más
caluroso desde que se tienen registros. Este
mismo año también se registró una cifra récord
de emisiones de gases de efecto invernadero,
además, en los últimos 100 años el nivel del mar
ascendió 19 cm, y para el año 2100 se prevé una
subida adicional de 19 a 58 cm, mientras que el
deshielo marino ártico registró un promedio de
13.95 millones de km, lo que representa una dis-
minución del 13,2 % por década.
De acuerdo con lo establecido por el MARN
(2017), la vulnerabilidad de El Salvador frente a
los impactos del cambio climático incide en di-
versos ámbitos de la vida y economía del país,
esto debido a que no posee la cobertura vegetal
suciente (solo cuenta con un 26 % de cobertu-
ra arbórea, que incluye un 15,46 % de ecosis-
temas naturales y un 10,57 % de cafetales bajo
sombra) para hacer frente a los eventos climá-
ticos extremos, que ponen en riesgo casi el 90
% de la población y 95 % del territorio nacional,
situación que es alarmante considerando que
en el periodo comprendido del 2013 al 2017 la
cobertura vegetal se redujo un 3,01 %.