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REVISTA DE MUSEOLOGÍA KÓ OT , 2022 AÑO 12, n.º 13, ISSN 2078-0664, ISSNE 2378-0664, ISNI 0000 0001 2113 0101
Rivas-Arévalo, Ernesto. Padre Marino Braspenning (1916-1997) p. 67-79
Padre Marino Braspenning
(1916-1997) : biografía
Father Marino Johannes Braspenning
(1916-1997) : biography
Ernesto Rivas Arévalo*
Doctorandus en ciencias y letras de la lengua española
rivsernesto@gmail.com
Fecha de recibido: 01-06-2021
Fecha de aceptación: 10-08-2021
DOI: https://doi.org/10.5377/koot.v1i13.14801
URI: http://hdl.handle.net/11298/1225
Resumen
En esta pequeña biografía, el autor hace un viaje cronológico en la vida del
hombre Marinus Braspenning, en su búsqueda por encontrar una nalidad en
la vida y el puesto justo donde ejercer su labor misionera. El autor no busca
santicar su persona ni otorgarle cualidades mesiánicas, al contrario, su propósito
es situarlo en relación con la sociedad por él elegida, la ilobasquense; en esa
sociedad donde desarrolla su vínculo social y deja una huella, la evidencia de su
presencia en la gente de sus parroquianos. En Ilobasco, donde se le honoricó
erigiendo un centro educativo con su nombre y que en la actualidad forma parte
del quehacer cotidiano: muchos jóvenes año tras año estudian y se gradúan en
el Colegio “Presbítero Marino Braspenning.”
Palabras clave: Braspenning, Marino Johannes 1916-1997 – cristianismo -
biografías, sacerdotes - biograas, iglesia católica biografías, misioneros
vida religiosa.
* Ernesto Rivas Arévalo estudió Ciencias y Letras de la Lengua Española, En la Radboud Universiteit
Nijmegen / Países Bajos, universidad donde trabajó durante muchos años. Entre sus publicaciones
se encuentran Carrusel (poesía), Color de Hormiga (novela). Ha publicado también numerosos
artículos en revistas como Homerus, Iambe, de Kleine Compagnie, Impressie, en Kóot.
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Rivas-Arévalo, Ernesto. Padre Marino Braspenning (1916-1997) p. 67-79
Abstract
In this short biography, the author follows a chronological journey through the
life of Marinus Braspenning, in his search to nd a purpose in life and the right
place to exercise his missionary work. The author does not seek to sanctify
him or give him messianic qualities; on the contrary, his purpose is to give
him a place in relation to the society that Father Braspenning chose: that from
Ilobasco. It was in that society where he developed his social bond, leaving
his footprint, the evidence of his presence in the people of his parishioners. In
Ilobasco he was honored by the foundation of an educational center bearing
his name, and which educational work is currently part of their daily life:
many young people study and graduate from the private school “Priest Marino
Braspenning” every year.
Key words:
Braspenning, Marinus Johannes 1916-1997 – christianity – biogra-
phies, priets – biographies, catholic church – biographies, missionaries – reli-
gious life
El padre Marinus tenía una voz débil, era un hombre tímido por naturaleza,
no era un orador prodigioso, pero era un hombre portador de cualidades
unicadoras que llevaron a la población ilobasquense a valorar su persona, a
lo mejor por su entrega a los principios paulinos de caridad: no descuidar a los
pobres y a los excluidos, en su caso, una elección personal muy denida. A esto
hay que agregarle la transmisión acertada del sentido de pertenencia transmitida
a sus feligreses. Por otra parte, tenemos su tarea de guía espiritual; la tarea de
evangelizar, en la que nunca faltaron los principios básicos de tolerancia y la
obligación diaria de todo ser humano a mejorarse como persona. Principios
universales y entendibles en cada cultura.
Datos biográcos
El padre Marinus Johannes Braspenning nació el 29 de octubre de 1916
en Zundert, provincia de Brabant (Países Bajos), como hijo de Cornelis
Braspenning, sastre de profesión, y Maria Johanna van Baal, ama de casa. Se
puede decir que era proveniente de una familia pobre y de principios religiosos
muy sólidos. Era un paisano del famoso pintor postimpresionista Vincent van
Gogh, que había muerto 26 años antes. De los primeros años de su vida se sabe
poco, supuestamente haría las mismas cosas de todo niño de su época: ir a la
escuela local y vivir en una pequeña ciudad bastante vecina a la vida campesina,
como lo es Zundert, ciudad conocida por su arboricultura. De su carácter se
sabe que era bastante independiente, de mente emprendedora y muy sincero.
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Padre Marino Braspenning
A la derecha, el joven Marinus Braspenning a la edad de 15 años vestido de boy scout.
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Estudiante en el Seminario de Panningen (Países Bajos)
A la edad de 20 años, ingresó a la Congregación de la Misión, lazaristas,
1
en
Panningen, Limburg, más conocidos en Centroamérica como padres paulinos,
una congregación con mucho trabajo misionero de diversas partes del mundo,
África, Asia y el continente americano.
El joven seminarista Braspenning, el primero a la izquierda.
Como joven estudiante en el seminario de Panningen, sus superiores lo
describieron como un joven de espíritu emprendedor, bastante independiente e
impaciente, pero al mismo tiempo buen estudiante, experimentado, generoso y
de buen corazón. Esta impaciencia se explica fácilmente desde la perspectiva
de un joven misionero ansioso por iniciar su obra misionera. Ya en 1942, un año
antes de su ordenación sacerdotal, expresó en estas citas de una carta dirigida
al Provincial Visitador, su deseo y la naturaleza de esta impaciencia: “Es mi
deseo más ferviente poder partir más tarde a la misión de China, una vez que
sea ordenado como sacerdote por gracia de Dios”. “Sin embargo, partir hacia
China debido a las circunstancias, me encantaría ir a Brasil. Si tan solo pudiera
convertirme en misionero. Me siento menos apto para la vida de estudio o
seminario, dada mi naturaleza inquieta y vivaz.”
1 La Congregación de la Misión fue fundada por san Vicente de Paúl en 1625 y tiene como
objetivos la propagación del cristianismo y velar por los enfermos.
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Periodo 1946-1951: Tianjin (China)
El padre Braspenning (centro) en China con otros cofrades.
China, periodo 1946-1951. En Tianjin, en el norte de China,
parado en la parte trasera, el segundo de derecha a izquierda.
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En 1943, después de su ordenación como sacerdote, su congregación decidió que
el sacerdote Braspenning sería enviado a China. Sin embargo, solo se le permitió
partir después de la liberación de los Países Bajos y después de seguir, en el
mismo año, en Nijmegen, un curso de especialización en misionología. En 1946
fue enviado al norte de China, junto con otros seis sacerdotes jóvenes, a Tianjin
(antes: Tientsin), donde los lazaristas franceses ya tenían una larga tradición
como misioneros desde 1697. Esta ciudad portuaria es conocida hoy día por el
ensamblaje de aviones Airbus y por la hermosa Catedral de San José, construida
en estilo románico entre 1913 y 1916. Desde su llegada a Tianjin, se dedicó a
aprender mandarín, la lengua ocial china, una lengua difícil para un neerlandés;
y a trabajar con exiliados de la guerra civil. En 1949, Mao Zedong proclamó la
República Popular China. La población de China había sufrido mucho a lo largo
de los años, primero bajo el dominio japonés, luego por los bombardeos durante
la Segunda Guerra Mundial y nalmente por la guerra civil entre nacionalistas y
comunistas, los últimos dirigidos por Mao Zedong. Entre 1946 y 1951 vivió en
un país devastado por la guerra civil y el caos que terminó en 1950 con la victoria
de los comunistas. Los problemas llegaron muy pronto para el joven sacerdote.
Al nuevo régimen le desagradaban los misioneros y los veía como una extensión
más del odiado colonialismo y como parte de la nueva dominación imperialista del
capitalismo. En 1951 fueron expulsados del país y el padre Marino regresó a los
Países Bajos junto con otros misioneros. Esta salida forzada de China no socavó su
deseo de trabajar como misionero.
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Cotulla, Texas (Estados Unidos), periodo 1952-1961
Después de pasar cuatro meses en Holanda, fue trasladado a Cotulla, Texas (EE.
UU.), en 1951, pero más tarde y después de haber tenido contactos con miembros
de su misma congregación en Panamá y Guatemala, nalmente jó su deseo de
continuar su trabajo de misionero en Centroamérica. El Provincial de Estados
Unidos, P. James Stakelum, c.m., le aconsejó que por el momento se quedara
en Cotulla, que trabajara con los mexicanos y que pospusiera su deseo por un
tiempo, seguramente para que aprendiese mejor el castellano o tal vez por razones
organizativas que posiblemente en ese momento limitaban su nombramiento.
En 1957, se le concedió la ciudadanía estadounidense. El tomar la ciudadanía
estadunidense tenía un carácter práctico, porque así no se necesitaba tener visa de
entrada al país. Tal medida no era una excepción, ya anteriormente otros religiosos
habían hecho esa misma elección en vista de que daba menos problemas aduaneros.
En diciembre de 1961, en una carta dirigida al Superior de su congregación rearmó
su deseo de continuar la obra misionera en Centroamérica y le p
idió interceder en
su favor. Ahora el idioma español ya no sería un problema, y tampoco lo sería
su salida de Cotulla: “La Provincia Americana no perderá mucho conmigo. No
soy un buen predicador ni un buen maestro, y el trabajo que hago aquí en la
parroquia podría ser hecho igual o mejor por un confrade estadounidense”.
El Superior de su congregación le dio la buena noticia, el Consejo Provincial había
aprobado su nombramiento en Centroamérica. El Visitador para Centroamérica,
el padre José Álvarez, lo recibió en Guatemala, donde pasó algún tiempo en la
Casa Provincial hasta diciembre de 1962, cuando se ocializó su nombramiento
como sacerdote en Ilobasco, El Salvador.
Ilobasco (El Salvador): 1962-1997
Cuando el padre Braspenning llegó a Ilobasco en 1962, la ciudad y sus alrededores
contaba con más o menos unos 30.000 habitantes, unos 10.000 en la región
urbana y otros 20.000 en zonas rurales, cantidad que se mantuvo hasta casi antes
de la guerra civil. Hoy en día, Ilobasco es una ciudad próspera, dinámica, con
75.000 habitantes, una universidad, muchos servicios y una posición comercial
estratégica que en pocos años le ha permitido un gran desarrollo económico.
Desde que inició su nueva función sacerdotal en la Iglesia de San Miguel
Arcángel, se dedicó a continuar la obra misionera de los lazaristas, iniciada en
1942,
2
y lo hizo con los medios a su alcance: a pie, a caballo, en burro o con
2 Los lazaristas holandeses llegaron a Centroamérica desde México, en 1862, a Guatemala,
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jeep y con la ayuda de las diferentes organizaciones católicas ya existentes en
la ciudad.
3
Muchas circunstancias inuirían en su trabajo. En aquel entonces, la ciudad no
contaba con grandes recursos nancieros, una red de seguridad social y tenía
poca o ninguna atención médica para la ciudad y el campo. Ilobasco tenía 18
cantones, 118 caseríos, unos 30.000 católicos, 40 iglesias y capillas dispersas
en toda la región. Tres años después, en 1965, en una carta dirigida al Visitador
de su congregación, escribía: “Aquí es un trabajo duro, muchas salidas en Jeep
o a caballo o en mula, pero esa vida agitada me va muy bien, me encanta, no
me gusta estar sentado en una silla”. Aparte del buen clima, hacer sus visitas al
campo era uno de sus grandes placeres, ya fuese en jeep o a caballo. Esas visitas
las echaría de menos hasta en los últimos momentos de su vida.
Después de su experiencia en China, no le sorprendieron las condiciones en su
nuevo destino, al contrario, siempre se sintió bien con su tarea encomendada.
Era un emprendedor nato, un hombre tranquilo que podía hacer bien su trabajo
gracias al apoyo desinteresado de organizaciones locales de feligreses. Se sentía
bien en su iglesia y consideraba a Ilobasco, religiosamente hablando, una de
las mejores parroquias de El Salvador, aunque se debe tener en cuenta que
en este país la religión católica, aunque no sea la ocial, históricamente se ha
considerado la religión del pueblo.
Es indudable que desde su llegada a Ilobasco fue consciente de su posición
como sacerdote extranjero y de que debía obrar con el debido tacto y prudencia.
Ilobasco era un reejo de los problemas sociales de El Salvador, problemas que
resaltaban a la vista de todos, tales como la corrupción política (políticos que
trabajaban más para su bienestar personal que para su población), la corrupción
en el sistema judicial (jueces poco conables, sobornables); belicosidades sobre
todo dentro del campesinado, el hacer justicia con sus propias manos: los ajustes
de cuentas, macheteados
4
en estas religiosas; problemas de alcoholismo; las
enormes diferencias entre el campo y la ciudad, en muchos casos el campo sin
donde en 1813 fundaron la Provincia y en 1893 en Costa Rica. Uno de los primeros lazaristas
que se conoce fue el padre Nico de Graaff, que construyó una iglesia de madera en el barrio
San Jacinto, San Salvador. Murió de una pulmonía en San Vicente, donde fue enterrado en
1933. Tomado de De Nederlandse Lazaristen in Central Amerika, verslag noviembre 1997.
3 Entre las que se podían contar las Señoras de la Caridad, la Guardia del Santísimo, la
Legión de María, los Caballeros de Cristo Rey, Auxiliadoras parroquiales, catequistas,
Hijas de María, Socias de San José, Apostolado de la Oración, Hermandad del Señor de las
Misericordias, acólitos y el coro para la celebración de la liturgia.
4 En los primeros años de sus funciones sacerdotales, más de una vez, a deshoras de la noche,
llegaban a buscarlo con algún campesino macheteado en hamaca para que les hiciese el favor
de llevarlo al hospital. Una de las medidas conjuntas tomadas con el padre Jan Groetelaars
fue tratar de incentivar el diálogo y la prohibición del machete dentro de las iglesias, aunque
nunca se sabía si alguien portaba un arma de fuego bajo las faldas de la camisa.
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escuelas, sin electricidad, sin agua potable y en caminos poco transitables.
5
En una sociedad como la nuestra era necesario maniobrar de tal manera
que fuese posible crear espacios que le permitiesen llevar a cabo su trabajo
misionero, cosa que no todo el tiempo le fue fácil; se tenía que ser consciente
de la diversidad ideológica con la gente que se relacionaba. Por otro lado, lo
atractivo de la propagación de la fe era su fascinación para un pueblo religioso
que, a pesar de cualquier negatividad, no perdía la fe y siempre seguía adelante.
Ejemplo de ello es que, a pesar de la guerra, el fervor religioso seguía en pie
y las celebraciones religiosas seguían imparables. Otro ejemplo de ello fueron
todas las actividades para recaudar fondos para la reconstrucción de la Iglesia
del Calvario, cosa que en ningún momento paró.
Desde el inicio dirigió su atención a los más desfavorecidos y con la ayuda
de organizaciones como Memisa
6
y voluntarios se preocupó por mejorar
las instalaciones de la Casa de Ancianos San Vicente de Paúl, como baños,
instalaciones sanitarias, alcantarillado, etc. (octubre de 1978), así como gastos
de mantenimiento y sustento de los ancianos. Los ancianos formaban un punto
de su atención. En diversas ocasiones recolectó medicinas, ropa para ellos por
medio de amigos, otros sacerdotes y familia. En su avanzada edad, cuando ya
5 Muchos de esos Caballeros de Cristo Rey se dedicaban también a mejorar caminos hacia sus
cantones a iniciativa de la Iglesia.
6 Es una ONG belga de ayuda médica muy activa en la República Democrática del Congo y
en otros países africanos.
Ernesto Rivas Arévalo
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casi no tenía dominio mental de sí mismo, aún conservaba medicinas para los
ancianos, y en algunos casos ya vencidas.
El padre Marino con unos de sus feligreses.
(Foto del profesor Miguel Ángel Suárez).
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El conicto armado 1980-1992
En lo que reere a la situación política y frente al conicto armado, supo tener
en cuenta su posición de sacerdote extranjero y lo importante que era para él
mantener cierta neutralidad que le permitiese continuar su tarea evangelizadora.
Durante el periodo duro del conicto armado (1989), cuando el sacerdote J.
Groetelaars le pregunto si no era prudente que él regresase a los Países Bajos, su
respuesta fue muy corta: “Esa miseria pasará”. No era la primera vez en su vida
que se veía en medio de situaciones peligrosas. En su vida (1940-1945) había
sido testigo de la invasión, capitulación y ocupación de su país por el régimen
nazi. Durante su tarea misionera en China, en el periodo 1946-1951, había
trabajado con refugiados de la guerra civil. Se debe tener en cuenta que cuando
el primer pastor lazarista llegó a vivir a la pastoría de Ilobasco, por miedo le
pidió a los Caballeros de Cristo Rey que se encargaran de cuidar la pastoría. En
1984, los caballeros se intercambiaban en grupos y tenían una lista interna para
turnarse, cuidando de que ninguno de ellos supiese en qué grupo y con quién
le tocaba hacer la vigilancia. Esa tradición ya venía desde años, cosa que a los
lazaristas posteriores les favoreció y les debió dar cierta sensación de seguridad.
Durante la guerra, en Ilobasco creció el número de habitantes a causa de la
llegada de los desplazados provenientes de ciudades vecinas de Tejutepeque,
Jutiapa, Cinquera, Chalatenango, etc., así como de los cantones vecinales a
Ilobasco. Esta gente, víctima de la guerra, se vio obligada a abandonar sus casas
por incursiones del ejército y la guerrilla, por falta de víveres o simplemente
por miedo a ser víctima de violencia. El Salvador en ese tiempo era un terreno
peligroso. La pregunta interesante es cómo puedes ejercer tu función sacerdotal
en una sociedad violentada; cuando eres testigo del sufrimiento de las personas,
de muertes anónimas de campesinos, del reclutamiento de niños en las de
la guerrilla, de los muertos en tu iglesia, como los hechos que ocurrieron en
la Iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados y no esclarecidos, y otros
ejemplos de violaciones a los derechos humanos. Naturalmente ese fue uno de
los periodos más difíciles de su vida en los que más de una vez manifestó su
pesar a sus cofrades.
Quienes mejor lo conocieron lo recuerdan como un sacerdote bien integrado a
Ilobasco y con un corazón para su ciudad y su pueblo. Su principio era: “Los
pobres son la razón de mi existencia, a ellos me dedico”. El Padre Marino era
muy apreciado por los ilobasquenses porque, además de su labor espiritual,
era copromotor de proyectos de desarrollo comunal de carácter urbano y rural,
actividades de carácter caritativo social y cultural en benecio de la ciudad.
7
Se
7 Aparte de la dinámica personal que pudo agregar el padre Marino a estas actividades, no
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le recuerda como un hombre tolerante, amigo de los pobres y de los ancianos,
alguien que no juzgaba fácilmente y presente con quienes lo necesitaban. De
él se cuentan muchas anécdotas que pudiesen ser ciertas o parte de la rica
imaginación de nuestra gente. Se cuenta que en cierta ocasión fue al campo a
visitar a un campesino enfermo. Al verlo, el sacerdote consideró que el hombre
debía llevarse a un hospital. El campesino le contestó que se avergonzaba salir
porque solo tenía la ropa vieja de trabajo. El sacerdote se salió al patio de la
choza, se quitó la sotana, se quitó la camisa y se volvió a poner la sotana. Entró
a la choza con la camisa en la mano. “Póntela —le dijo—. Ahora nos vamos”.
Al inicio de su nombramiento, en los años 60, innumerables veces, a altas
horas de la noche, por falta de ambulancias, condujo a los pobres enfermos
en su jeep hasta el hospital de Cojutepeque, a 22 kilómetros de Ilobasco. En
Ilobasco solo existía una pequeña clínica, que más parecía un puesto de salud
carente de medicamentos. Fue hasta el año 1988 que Ilobasco contó con un
verdadero hospital. A principios de los años 60, la parte de carretera de Ilobasco
a San Rafael Cedros (14 kilómetros) todavía no estaba asfaltada; era una calle
polvosa sin demarcación, sin señales y con curvas peligrosas. Cosa normal era
encontrarse con algún accidente automovilístico. Él mismo tuvo dos accidentes
en los que se cuenta que alguien descuidado accidentalmente le dejó caer la tapa
del motor en la cabeza y en otra ocasión dio unas cuantas vueltas volteretas con
su jeep.
Su muerte
En 1989, el padre Marino contaba con 73 años y su salud iba en detrimento.
En 1993, ya su vulnerabilidad física era visible, padecía de mareos, pérdida de
memoria y se veía obligado a tomar medicinas. En 1994 ya tenía dicultades
para caminar, se lamentaba de no poder usar el jeep ni el caballo para ir de visita
al campo. Sin embargo, sentía gratitud a Dios por las oportunidades vividas en
otros tiempos, de los que solo conservaba los recuerdos, los mejores de su vida.
En marzo de 1996 fue trasladado al hospital Hermano Pedro, y el 6 de julio
de 1997 falleció tras una larga enfermedad en el sanatorio El Hermano Pedro.
Su deseo, como el de la gente de Ilobasco, fue que lo enterraran en su antigua
iglesia. El 8 de julio sus restos fueron trasladados a Ilobasco, y el 9 de julio de
1997 fue enterrado frente a la gruta de Nuestra Señora de Lourdes junto a la
iglesia. La gruta también fue construida por otro lazarista holandés, el padre
Joseph van Dongen, que en 1992 regresó a los Países Bajos.
debemos olvidar que muchos de estos proyectos formaron parte de una actividad conjunta
entre el padre José Luis Cuéllar, el padre Marino y el padre Jan Groetelaars. En 1968, el
padre Cuéllar fue trasladado a otra iglesia, quedándose los dos sacerdotes holandeses a cargo
de la iglesia. Estos dos últimos sacerdotes, estrechamente relacionados con la Escuela Par-
roquial Pio XII, escuela fundada por orden de Mons. Pedro Arnoldo Aparicio Quintanilla.
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Su nombre está ligado la historia de Ilobasco y es parte del quehacer cotidiano
ilobasquense, y me reero a los muchos jóvenes que año tras año estudian y se
gradúan en el colegio que hoy lleva su nombre. En vida y como un reconocimiento
a su labor social en benecio de la sociedad, un centro de estudios lleva su
nombre desde 1983: Colegio “Presbítero Marino Braspenning”. El 6 de agosto
de 1997 la Asamblea Legislativa de El Salvador lo declaró “Mejor Amigo de la
República de El Salvador”.
Agradecimientos especiales a:
La Congregación de los Lazaristas de Panningen, Países Bajos, al
Erfgoedcentrum Nederlands Kloosterleven de Sint Agatha (Países Bajos), al
profesor Juan José Suria Domínguez y su esposa, la profesora Sra. Consuelo
Escobar de Suria, al profesor Miguel Ángel Suárez, al Lic. Arturo Martínez y
al Ing. Douglas Rivas.