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Adolescentes de género femenino: víctimas de maltrato infantil en El Salvador. David Quintana,
pp. 71-79, Revista entorno, diciembre 2019, número 68, ISSN: 2218-3345
Innumerables estudios indican la existencia de altos niveles
de violencia experimentados por la niñez y la adolescencia.
Se estima que las prácticas de crianza realizadas por parte de
padres, madres y/o cuidadores ha construido un andamiaje
cultural que, en gran medida, sostiene lo que “se trata de un
problema alimentado por las normas sociales que toleran la
violencia, al considerarla una manera aceptable de resolver
los conflictos, además de aprobar la dominación de los
niños por parte de los adultos.” (Unicef, S.f, p. 6)
Esta situación confirma, según Unicef, S.f (p. 6), que “si
un niño sufre castigos violentos a manos de sus padres u
otras personas que le cuidan, se considera que se trata de
un hecho sin importancia y [lo más perjudicial es que] el
menor no recibe protección judicial similar a la que se da
a los adultos”. Lamentablemente, esa falta de protección,
combinada con las actitudes y normas sociales que justifican
los actos de violencia contra la niñez, crea un entorno en el
que muchas formas de violencia se consideran normales y
finalmente quedan en la impunidad.
Conforme estos escenarios, el silencio, la negación y
naturalización hacia las diferentes formas de violencia
terminan por consolidarse como un mecanismo de
autodefensa, según lo describe Unicef (S.f,) a continuación.
Independientemente del tipo de violencia que hayan
sufrido o las circunstancias en que ésta se haya
producido, la mayoría de las víctimas la mantiene en
secreto y no solicita ayuda. (…) [Un aspecto a resaltar
es que por ejemplo] casi la mitad de todas las niñas
adolescentes de 15 a 19 años que mencionaron haber
sido objeto de violencia física o sexual también dijeron
que nunca se lo habían contado a nadie (p. 5).
Aunado a lo anterior, “una de las limitaciones propias de
todo intento de documentar la violencia contra los niños es
que no se contempla a un gran número de niños que no
puede o no quiere denunciar sus experiencias”. (Unicef, S.f,
p. 6). Es decir, ante estos escenarios, los marcos muestrales
utilizados en la medición de la violencia regularmente
suelen ser limitados.
Sin embargo, en materia legislativa, se han desarrollado
diferentes esfuerzos que evidencian el interés en la
protección de los derechos de la niñez y adolescencia, siendo
este el caso de la conformación del Sistema de Protección
Integral de la Niñez y Adolescencia, el Instituto Salvadoreño
para el Desarrollo Integral de la Niñez y Adolescencia, la
Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia, el
Consejo Nacional de la Niñez y de la Adolescencia (Conna),
las Juntas de Protección a escala departamental, entre otros
(Unicef El Salvador, 2014).
Por otra parte, en términos estadísticos, la distribución
por sexo de la adolescencia es relativamente equilibrada,
ya que el 51,2 % (1.126.329) es femenina y el 48,8 %
(1.075.478) masculina, según los datos de la EHPM (2013).
En términos de pobreza, se estima que un 43,7 % del total
(NNA
2
) reside en hogares pobres, de los cuales el 31,5 % se
encuentran en condición de pobreza relativa y 12,2 % en
pobreza extrema
En cuanto a la situación educativa de los NNA, el 84,2 %
del grupo de 4 a 17 años de edad asiste a la escuela. La
tasa de asistencia escolar es del 84,1 % en niños y 84,4 %
en niñas; y por área geográfica se registró una asistencia
escolar mayor en el área urbana (88,2 %) que en el área
rural, con el 78,7 % (EHPM, 2013).
En lo que se refiere al cuido de la niñez y adolescencia
salvadoreña, acorde con la EHPM (2013), se observa que
la persona que cuida normalmente es la madre (81,6 %),
seguido de los abuelos con el 10,8 %; el 2,7 % están bajo el
cuidado de la empleada, y el 4,9 % es cuidado normalmente
por el papá, los tíos, vecinos u otro familiar. Llama la atención
que, en los resultados de este estudio, la figura paterna no
aparece como uno de los principales cuidadores de este
importante grupo poblacional.
1.2 Conceptualización de maltrato infantil
Comprender el maltrato infantil que actualmente
experimentan muchos NNA, resulta tarea compleja, puesto
que, como se mencionó en el apartado anterior, el uso de
la violencia como mecanismo de resolución de conflictos
ha constituido una práctica históricamente enraizada en la
cultura del país (Unicef El Salvador, 2014); situación que se
confirma, según Unicef (2014, p. 116), al sostener que “una
de las causas ocultas es la práctica de crianza violenta en
espacios de socialización de niñas, niños y adolescentes, es
decir, en la escuela, en el hogar y en la comunidad”.
2 NNA para efectos de este trabajo se entiende por niños, niñas y adolescentes.