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Grupos vulnerables y uso del espacio público en el centro histórico de San Salvador. Caso calle Arce.
Melissa Regina Campos-Solórzano, pp. 17-22, Revista entorno, diciembre 2019, número 68, ISSN: 2218-3345
mismo nombre y en el que culminaba la calle; hasta que
en 1927 cambió su nombre a calle Arce en honor al prócer
y primer presidente de las Provincias Unidas de América
Central, Manuel José Arce (Grant, 1999).
La calle Arce, en la actualidad (siglo XXI), abarca un total de
12 cuadras —de este a oeste—, en la cual comienza el trazo
urbano dentro del centro histórico de San Salvador y, a su
vez, conforma el eje que divide a la ciudad en norte y sur. Se
trata de un corredor desde el cual puede contarse la historia
urbana de San Salvador, mediante la identificación de los
sitios de memoria que se encuentran edificados a lo largo
de la emblemática calle, que se unen con las historias de
los transeúntes y habitantes que usan el espacio, en el que
han tenido lugar múltiples manifestaciones socioculturales
desde su época de esplendor a comienzos de 1900, pero
que ha ido cambiando a través del tiempo debido a las
prácticas de las personas hasta convertirse, hace algunos
años, en un espacio tomado por vendedores ambulantes y
cuyo proceso de resignificación está aún en marcha.
El éxodo hacia el occidente de élites que vivieron en el centro
de San Salvador, junto con la tendencia de construir nuevos
centros exclusivos, ocasionó que desde 1930 a 1960, con el
abandono de las mansiones, estas se convirtieran en mesones
o centros de comercio para consumidores finales, llevando
a otro tipo de ocupación del espacio. Sucesivamente fueron
añadiéndose puestos de comercio informal. En el periodo
municipal de 1974-1976, el alcalde José Antonio Morales Erlich
autorizó la presencia de vendedores en las calles, en la calle
Arce hasta la intersección con la 7.a calle; y desde entonces
ese límite fue ampliándose a voluntad de los vendedores
informales hasta llegar a la toma de la calle completa.
En diciembre de 2010, el entonces alcalde Norman Quijano
inició un decidido proceso de reordenamiento, en tres fases,
para reubicar a los vendedores. La primera fase del rescate
de la calle Arce consistió en construir la Plaza de la Salud.
En la segunda etapa se realizaron obras de mejoramiento
desde la 23.a hasta la 19.a avenida Norte. En la tercera fase
se liberó de ventas desde la 19.a hasta la 9.a avenida Norte.
Asimismo, con fondos la Agencia Andaluza de Cooperación
Internacional para el Desarrollo se remozaron las aceras y
se incluyeron rampas para dar accesibilidad a personas con
discapacidad motriz (EDH, 2016).
Seguidamente, en 2016, durante la administración de Nayib
Bukele se inició el proceso de recuperación del centro
histórico. En su primera fase, se remodelaron los contornos
de la Plaza Morazán, Catedral Metropolitana del Divino
Salvador del Mundo, Palacio Nacional, Teatro Nacional y
otras zonas aledañas de estos para dignificar la capital.
Por ello, los comerciantes informales fueron trasladados
temporalmente a las zonas previamente recuperadas del
pasaje Montalvo, de la 1.a Avenida, calle Arce y de la 6.a
calle Oriente, mientras eran reubicados en el mercado
Cuscatlán (que se encontraba en trabajos de adecuación)
y en el predio de la ex Biblioteca Nacional (Co-Latino, 2016).
Contrario a lo dicho, la solución temporal de reubicación
de vendedores en la calle Arce se volvió permanente, y con
ella varios vendedores que fueron removidos durante el
periodo del 2009 al 2016 volvieron a ocupar sus antiguos
puestos. Con el transcurso del tiempo más vendedores
se establecen cada semana en los alrededores de la vía,
sumándose a una serie de fenómenos de lo urbano que
afecta principalmente a individuos pertenecientes a grupos
vulnerables, los cuales a grandes rasgos se resumen en los
siguientes puntos.
En cuanto al entorno, es difícil describir el ambiente
físico de la calle Arce como un espacio homogéneo
debido a la distribución de sitios con funciones centrales:
plazas, hospitales, centros de estudio medio y superior,
mercados al aire libre, comedores, ventas ambulantes,
predicadores, servicios de transporte público y privado.
Llama particularmente la atención que la ciudad no se
encuentra equipada para atender las necesidades de aseo
mínimo para personas en situación de calle, pues, aunque
no es frecuente, en ocasiones durante la observación de
la presente investigación, se identificaron personas que
aprovechan la caída de aguas lluvias para lavarse los dientes
o para bañarse ante los ojos de asombro y desagrado de los
transeúntes, sin embargo, no existe una ducha pública en
todo el centro histórico y los baños sanitarios son escasos
para la extensión del territorio. Además, el problema de
los desechos sólidos, a consecuencia del mal manejo de
la basura, es imperante en la mayoría de esquinas de la
calle, donde coincide en espacio con los puestos de ventas
emplazados en espacios sobre la vía pública, y donde
frecuentemente se encuentran cerca niños que acompañan
a los vendedores durante su jornada. Asimismo, las bancas,
pensadas originalmente como punto de encuentro o
descanso para las personas agotadas, en su mayoría se
encuentran en estado deplorable o son ocupadas como
mostradores de los artículos en venta del sector informal.